Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ai Shiteru por Yuki Fujimura

[Reviews - 28]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo: Bueno, ésto fue un trabajo que entregué para un concurso... El problema es que a pesar que no gané, al intentar salir de la sala, un hombre presente en los juzgados me dijo que si mi historia no había ganado era debido a que era una relación homosexual y eso es una enfermedad. ¿Patético verdad? Según vuestras opiniones quizá hago una segunda parte. Muchas gracias a todos y decidme que os parece. Nos leemos amig@s.
Trabajo de fin de curso: “Ai Shiteru” por Ritsuka Kinomoto.

 

21-9-1993

 

Hoy, las despejadas nubes danzan y me deleitan con su maravilloso baile; el suave viento sopla tenuemente y mueve las frágiles hojas teñidas de bellos y brillantes colores que caen de los cerezos en silencio al suelo para dar paso al otoño. Las parejas, familias y amigos se reúnen bajo los enormes árboles y celebran el final del caluroso y húmedo verano. Mis ojos recorren cada milímetro de ese lugar. No hay ningún error, los barrancos, parques y jardines lucen espléndidos brocados producto de la naturaleza mientras en el aire se respira un agradable cúmulo de  risueños sentimientos.
Se entremezclan las voces del tumulto de la gente ubicada en este sitio, mi corazón palpita con cierta alegría puesto que los exámenes finales ya han terminado y creo ir bien este curso; ahora sólo quedan algunas clases teóricas sin importancia alguna.
Deseo llegar a casa y enseñarle las notas a mi familia, la cual veo muy poco debido al lugar en que nací: un pequeño pueblo de Kyoto en el que sólo hay una escuela de primaria; por eso mismo, cuando esa etapa de mi vida terminó y empecé a ser un adolescente tuve que emigrar a la ciudad para seguir con mis estudios. Siempre he intentado hacer lo posible para obtener buenas notas y en un futuro conseguir una provechosa carrera y colaborar económicamente en casa, sobretodo porque mis padres murieron hace nueve años a causa de un accidente y desde entonces, mis tíos han llevado los gastos de mi vida y me han acogido en su morada siempre que lo he necesitado. Me gusta recordar, pero ahora estoy muy feliz y no deseo que nada cambie.
Toda la paz y  tranquilidad se revelan en este pacífico lugar. No puedo evitar pensar en ese trabajo que el profesor Takeshi nos ha mandado hacer: Debe tratar sobre nuestras propias vidas, es decir, debemos observar cada leve cambio que se produzca en ellas y explicarlo, como si de un diario se tratase. La verdad, resulta muy aburrido, mi vida se basa en: levantarse por las mañanas, desayunar, ir al instituto, estudiar, almorzar, estudiar, ir a casa, dormir y repetirlo durante el año. No salgo mucho porque no tengo amigos;  soy un poco introvertido y no dejo que nadie se acerque mucho a mi vida privada.
Me gustaría ser como Aoshi Kyrata, un alumno excelente y simpático a los ojos de todo el mundo. Un muchacho bueno en todo lo que se propone, como en el baloncesto por ejemplo, gracias a él podemos ser de los primeros en el ranking de Kyoto y conseguir una buena reputación para la escuela; todas las mujeres le desean y aunque él siempre las rechaza, lo hace de una forma formidable, nunca deja ni una minuciosa herida en sus corazones; es alto, con el pelo un poco largo y negro con unos ojos impresionantemente azules; el primero en clase; el Dios de nuestro colegio. Supongo que es perfecto.
No siento ninguna envidia, pero me gustaría ser como él. En cierta forma, supongo que soy otro “fan” que admira su trabajo

 

Nota: Ya he hecho la mitad del trabajo como usted pidió: Una leve introducción de cómo se desarrollará la historia a partir de ahora. Dentro de dos meses exactamente empezaré a relatar lo ocurrido.

 

21-11-1993

 

Después de escribir la introducción de la historia para el trabajo empecé a andar rumbo mi apartamento situado a quince minutos del parque de los cerezos, lugar donde me encontraba. Por el camino me topé con una niña llorando.
- Hola pequeña. ¿Qué te pasa? –pregunté un poco preocupado.
- Mi globo, se ha ido volando y mi mamá se enfadará si no regreso con él –sus cristalinas lágrimas repicaban una y otra vez contra el suelo.
- No te preocupes –contesté– yo te compraré otro ¿vale? Pero no llores porque sino te saldrán arrugas como esa mujer de ahí –señalando a una tranquila dama mayor que reposaba en un banco.
La niña empezó a reírse y yo le compré el globo para luego despedirme de ella; seguramente no la volvería a ver nunca más, pero a veces me gusta ayudar a las personas, me hace sentir de alguna forma realizado y útil.
Seguí andando despistadamente hasta darme cuenta que me hallaba frente el portal de mi casa; como tantas veces había echo: abrí y entré. Ese día no pasó nada notable, preparé un poco de arroz hervido junto una buena salsa para cenar y lo acompañé con un poco de té japonés. Tras la comida me fui a dormir, no me encontraba muy bien y pensé que sería mejor descansar.
Por una insólita razón, al día siguiente me desperté un poco tarde y perdí el autobús que tomaba habitualmente. No podía ir andando, aunque tampoco me había molestado en comprarme una simple bicicleta porque Kyoto es una ciudad con mucho tránsito, además, el instituto estaba muy lejos como para llegar en treinta minutos. Así pues, recordé otro “bus”que pasaba por otra parada no muy lejos de mi casa un poco más tarde que el primero.
Tomé rápidamente el uniforme colocado de forma cuidadosa en el armario y fui vistiéndome mientras intentaba tragar un bollo que estaba en mi boca. Después de eso, abandoné la casa y empecé a correr como un poseso mientras le dejaba las llaves a mi vecina para que cerrara el piso.
Una vez en la estación de autobuses, me senté mientras miraba el reloj; creo que en ese instante mi cara reflejó una mueca de felicidad: todavía sobraban cinco minutos. Me recosté un poco en el banco y comí otro bollo que me había llevado del apartamento.
Por fin el autobús apareció y paró lentamente para recogerme. Una vez pagué al rudo conductor que me contestaba de una forma un tanto maleducada me dispuse a sentarme en algún lugar, el problema es que  estaba todo lleno. De pronto vi como una mano se alzaba y me llamaba; no lo creía, era Aoshi Kyrata, ese chico que tanto admiraba y… ¡Me estaba hablando a mí! ¡Me estaba pidiendo que compartiera asiento con él! En ese momento solo pensé: “¿Será hoy mi día de suerte?”
No tenía otra opción, y aunque creo que me ruboricé un poco, cedí inmediatamente ante su invitación.
            - ¡Ohaio! Tú eres Kinomoto ¿verdad? Ritsuka Kinomoto –su voz sonaba cálida y tranquila– Un placer, creo que nunca antes habíamos hablado. Yo soy Kyrata, Aoshi. He oído que eres muy buen estudiante, creo que el segundo de todo el instituto ¿no? –claro, para variar, él era el primero.
            -Buenos días –con gran diferencia a la suya, mi voz temblaba– Sí, ése soy yo –asentí con una grata sonrisa– No hacía falta que te presentaras,  ya  conocía de tu existencia, es difícil no hacerlo cuando todo el mundo habla de tus afanes. Creo que no pasas desapercibido frecuentemente –Típicas palabras de un idiota–  ¿Por qué sabes mi nombre?
            Por una extraña razón, Aoshi empezó a reír con sumo gusto.
- Vamos a la misma clase ¿recuerdas? –me guiñó un ojo– La gente también habla bastante de ti, dicen que eres muy terco, seco, desagradable, antisocial, irreflexivo, compulsivo… –y otra serie de calificativos no aptos para este trabajo– pero  a mí me pareces una persona muy abierta. Me gustas.
El autobús paró y bajamos de él. De pronto un gran grupo de gente rodeó al chico que ni tan siquiera pudo despedirse de mí y  nos distanciamos.
En clase nada había cambiado, la gente se sentaba a su lado en la hora libre antes del almuerzo y le preguntaban ejercicios que no entendían mientras yo estaba solo en un rincón leyendo un libro: “Más allá del bien y el mal” por F. Nietzsche, un filósofo, poeta y filólogo alemán; siempre me ha gustado la crítica que ha dado sobre el mundo pero en el instituto nunca hemos leído de él porque se basa en creencias católicas.
Seguidamente el timbre sonó y la gente evacuó el aula mientras yo me quedé en ella; era la hora de comer pero no me sentía con ánimos para ello. Alguien se acercó a mí y situó su mano en mi espalda, miré repentinamente y le encontré.
- ¡Ahoshi! –exclamé– ¿Qué haces aquí? –supongo que parecía un poco sorprendido, pero nunca imaginaría que un chico tan popular hablaría con alguien como yo por segunda vez.
-¿Te gusta Nietzsche? A mí también, es un buen crítico… Oye, es hora de comer y he visto que estabas solo, así que he pensado: ¿por qué no vienes conmigo a la cafetería? Pareces más interesante que la mayoría, además  no muestras ese fanatismo hacía mí como lo hacen los demás, y eso me agrada  –no sé por qué, pero le creí, su voz sonaba convincente.
- Está bien, vamos a comer, me ha entrado hambre  –me levanté y nos dirigimos a la cafetería.
            En un primer momento la gente me miraba bruscamente, seguro que se preguntaban qué estaba haciendo con él, pero después de ese inesperado encuentro en el autobús empecé a ser su amigo y la muchedumbre se habituó a ello. Siempre comíamos juntos y hablábamos de cualquier cosa, incluso para hacer pequeños trabajos en clase: cuando la pareja era optativa me elegía. Por primera vez en toda mi vida sentía que significaba tener alguien  que entendiera tu posición y te escuchara siempre que necesitaras.

 

            Un día como otro, en la hora de gimnasia, nuestro equipo volvió a ganar en el jockey; todo gracias a que Aoshi y yo estábamos en el mismo equipo. Una vez en los vestuarios, me distraje un momento observando un pequeño hilo que tenía el jersey, después de arrancarlo entré en la ducha. Cuando salí estaba solo, así que me apresuré en vestirme. Solamente tenía el pantalón puesto cuando alguien me golpeó con algo muy rígido en la espalda y me hizo caer de rodillas; mi vista empezó a nublarse mientras podía escuchar un tenue alardeo y unas borrosas palabras que decían: “Eso te pasa por creerte tan importante, aléjate de él”. En unos instantes me desplomé sobre el suelo y quedé completamente inconsciente ante el gran dolor.

 

            Abrí los ojos y vi el rostro de Aoshi que preocupadamente me miraba. Sus ojos estaban vidriosos, parecía haber llorado, cosa que me extrañó muchísimo.
- ¿Te encuentras bien? –me preguntó.
- Sí ¿por qué? –intenté levantar y así fue como percibí el horrible dolor– Ah… Ya recuerdo, alguien me golpeó en la espalda y quedé inconsciente. Maldita sea, esto duele mucho.
- Ahora no te preocupes por eso, me encargué personalmente de darles una buena lección. No volverán a molestarte  –seguidamente me dio un beso en la frente– Parece que ya no tienes fiebre, perfecto.
            En el momento en que rozó mi frente con sus labios noté una calurosa sensación que me suscitó un escalofrío por todo mi cuerpo. Nunca había sentido algo así, fue algo completamente nuevo que me gustó.

 

            Pasaron unos días antes que pudiera levantar, y durante éstos, mi amigo se quedó a mi lado y me cuidó cuanto pudo, hasta llegó a saltarse clases para ello. A la hora de cenar siempre intentaba estar en casa para cocinar alguna cosa y así comer juntos; luego me ayudaba a ponerme el pijama o a acostarme para seguir contándome historias hasta que quedara dormido. En esos momentos es cuando nuestra relación empezó a cambiar y se fortaleció haciendo de ella unos grandes y  firmes lazos.

 

            Cuando reestablecí el viaje junto Aoshi  hacía los pasillos de la escuela todo el mundo nos miraba. Sus sucias bocas rumoreaban acerca del período de tiempo que había pasado ausente en casa, por supuesto,  ellos hablaban mucho pero no sabían que me había ocurrido. El profesor Takeshi se dirigió hacia donde estábamos y me pidió educadamente tener una pequeña conversación conmigo.
- ¿Cómo te encuentras Ritsuka? Aoshi me contó lo sucedido, hemos acordado dejar en el anonimato a esos bribones alumnos, pero no te preocupes, pagarán por ello con horas extra de limpieza en las aulas. Respecto a este tiempo inhabilitado que has pasado, los trabajos que se han llevado a cabo en él no deberás hacerlos ya que no formaste parte en la agresión y ni tan siquiera te defendiste; por esas razones el Consejo cree que es justo que se te pasen por alto esos pequeños pasatiempos. Tu nota no se verá afectada ¿estas de acuerdo?
- Sí, muchísimas gracias Sensei, no creo que los hubiera podido hacer todos. Se lo agradezco.
Velozmente salí del aula para contárselo a mi compañero, y aunque supongo que ya lo sabía reaccionó con una expresión de auténtica felicidad, para después, propiciarme un gran abrazó que resintió mis huesos.
Me gustaba el trato que me daba mi amigo, me parecía sublime porque siempre había estado solo; así pues, al mismo tiempo que ciertas actitudes, palabras y actos me extrañaban, también me alentaban.

 

Una vez terminadas las horas laborales, empezó a llover. Siempre llevo un paraguas plegable en la mochila, pero ese día se me olvidó.
- Oye Ritsu, esta lloviendo y sólo llevo un paraguas. ¿Por qué no vamos a tu casa, coges lo necesario, y te quedas a dormir en la mía? Así de paso conocerás a mis padres.
- ¿No llevarás segundas intenciones? –no sé tan siquiera por qué le dije tal cosa, pero no me sentí avergonzado de ello.
- ¡Baka! ¿Cómo dices eso? –empezó a reír– Oye, cuando te conocí no eras así, parecías un tipo culto y discreto que pasaba desapercibido ante cualquier situación. Ya sabes lo que dicen: borde, desagradable, insociable y demás. Pero cada vez me gusta más tu personalidad.
- ¿Me lo dice el señor Aoshi? Guapo, responsable, inteligente, atlético, fino, tranquilo, agradable, simpático… –deje arrastrar mi voz unos instantes.
- ¿Ése soy yo? Vaya, veo que te gusto… Aquí el que acabara teniendo segundas intenciones serás tú –mientras intentaba darle un buen golpe huía de mí.
-  No te preocupes, ambos somos hombres, no podemos hacer nada... –paré durante un momento– ¡Incesto! Más te gustaría a ti que tener este bonito cuerpo para ti solo –acompañé la risa de Aoshi con mucho gusto y seguí– Entonces, vamos a casa, recogeré la ropa y los libros para mañana y me quedaré contigo.
- ¡Hecho! –contestó condescendiendo.

 

 

 

 

 

 

 

Yuki ©     


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).