Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Una nueva oportunidad por GretelHalliwel

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Como ya saben, Hetalia y sus personajes pertenecen a Hidekaz, y la canción "I'll try" que modifiqué levemente para ir acorde al fic, es parte del soundtrack de la película Peter Pan 2.

Como es un -obvio- AU posiblemente los personajes tengan mucho OoC

Notas del capitulo:

Pareja PRUMANO (Prussia / Romano) y en secundaria GerIta ( Germany / Italy)

 

− Diálogo – explicación/narración.

Narración

Canción

− Canta Romano

 

Se encontraba en la casa de los italias, había ido junto a su bruder por un asunto de unos papeles que debían firmar para la próxima reunión con los demás. Eran tiempos pacíficos en el mundo, no había amenaza de una tercera guerra y sin embargo en el país de los gemelos no todo era tranquilidad, había rumores de que las mafias estaban tomando demasiado poder, más del que Romano podía manejar y controlar.

Pero a pesar de todo, los hermanos estaban llevándolo lo mejor posible, si bien era cierto que eran un país débil, Prusia no dejaba de lado que Romano e Italia eran los nietos del gran Imperio Romano y por lo tanto no se rendirían tan fácil. O al menos eso es lo que Prusia pensaba, después de todo alguien que era descendiente del gran Roma no podía ser menos que asombroso, claro que no tanto como él pero, se entendía la idea.

Caminaba por uno de los muchos pasillos de la casa, pasando el rato en lo que Feliciano y Ludwig “revisaban los papeles” aunque era más que obvio que solo estaban recuperando el tiempo perdido, pues hacia algunas semanas que su hermano y cuñado no se veían. Era por eso que Romano tampoco estaba cerca, suficiente hacía con soportar la idea de su hermano saliendo con Alemania como para todavía aguantarlos de melosos en su propia casa, o eso decía él, ya que estaba claro que no soportaba verlos porque le recordaban su reciente ruptura con España quien después de dos décadas había terminado con el castaño de buenas a primeras, por ello nadie decía nada… nadie quería ver a Romano deprimido, o más bien, mucho más deprimido de lo que ya estaba, él realmente amaba al español y no tomaba bien el que ya no hubiera nada entre los dos. Estaba por regresar y salir al jardín cuando por una puerta entreabierta escucho un piano.

Se acercó extrañado pues el piano no era exactamente el instrumento preferido de los Italia, se acercó y al asomarse descubrió a Romano, tenía una expresión triste como pocas veces lo había visto y justo cuando pensaba entrar escuchó una voz… Romano cantaba.

− Ya aquel niño no soy,

Sé cuidarme yo solo.

No les voy a fallar, no me deben ver llorar

Ya está, ya está…

Su voz sonaba bastante afectada, se notaba que aguantaba el llanto, algo muy raro en él. Gilbert decidió retirarse, ese era un momento íntimo que solo pertenecía a Romano pero algo dentro de él le decía que debía quedarse con el moreno… que no le podía dejar solo, no él.

−Ya me cansa escuchar y me niego a creer

Esos cuentos de ayer

Hoy no hay a quien llamar

Lo sé, me falta fe…

Lovino estaba tan absorto cantando que no se dio cuenta de cómo la puerta se abría un poco más, Gilbert tampoco notaba que se acercaba más al castaño que con tanto sentimiento estaba cantando, era bastante notorio que la canción hablaba de Antonio, o eso es lo que percibía de la aura de tristeza que rodeaba no solo al italiano sino a toda la habitación.

−Y atrás… se me quedó la emoción

Atrás… se me perdió la ilusión

Atrás… atrás… atrás…

Esas palabras dichas con aquel tono de dolor encogieron el corazón del albino, ¿tanto así lo habían lastimado? Al pequeño y malhumorado Romano no alcanzaba a distinguir en ese chico que cantaba, sabía que era él pero no podía a ver al siempre enérgico italiano y con poca sorpresa, Gilbert se encontró odiando a su viejo amigo Antonio por provocar eso en el chico.

−Veo mi mundo cambiar

No sé a dónde acudir

No me puedo quedar

Mirando cómo se acaba la historia… nuestra historia

Gilbert se colocó detrás de Lovino, pero casi a dos metros de distancia, se había detenido por el tono tan quebrado y lastimado con que esas estrofas habían salido del castaño, incluso alcanzó a notar el ligero temblor que mostraban sus hombros, ya era oficial que el llanto había comenzado.

−Y atrás… se me quedó la ilusión

Atrás… se nos perdió el amor

Atrás… atrás…

Y atrás miré para olvidar

Los sueños que tenía junto a ti

Que cerca están

Amor, dolor

Y el primero lo perdí…

Gruesas lágrimas rodaban por sus mejillas, no quería llorar, no de nuevo y no por Antonio. Se suponía que por eso había decidido ir a tocar el piano, para despejarse la mente y no recordarlo a él pero ¿cómo podría no hacerlo siendo que fue el mismo Antonio quién le enseñó a tocar? ¿Cómo ignorar aquel dolor sofocante que surgía en su pecho junto a las ganas de llorar? Lovino no lo sabía y realmente quería una respuesta.

Las notas se fueron haciendo cada vez más desafinadas, el temblor en sus hombros aumentó y un lastimero gemido de dolor salió de sus labios desgarrando su garganta. Estuvo a punto incluso de caerse del banco donde estaba sino fuera por los fuertes y firmes brazos que lo abrazaron.

− No llores más, no por él – una grave y al mismo tiempo amable voz le susurró, Lovino lo identificó de inmediato.

− ¿Pru… sia? – Lovino no lo entendía ¿qué hacía allí el macho patatas 2? – tú ¿cómo?

− Shh… eso no importa ahora Romano – lo estrecho aún más.

Lovino quiso agregar otra cosa pero necesitaba tanto ese abrazo que terminó tirando por la borda las barreras que siempre levantaba para protegerse, estaba cansado de hacerlo y en realidad de nada le habían servido. Creyó estar a salvo con ellas pero el español había pasado cada una de ellas hasta llegar a su corazón y luego, como siempre temió, Antonio lo dejó… le rompió el corazón y ni siquiera fue capaz de decirle o darle una razón.

Gilbert no sabía que era lo que le había empujado a correr y abrazar al italiano, tal vez había sido el aura deprimente a su alrededor, esa actitud tan impropia de él, su posición tan vulnerable, la letra tan triste o algo más. No lo supo en el momento y pasaría algún tiempo antes de que se diera cuenta el por qué no se alejó de Lovino en ese momento, lo único que tenía claro es que quería que dejara de llorar, de sufrir y una sola frase lo resumía todo en ese momento.

− No llores más por él Romano, no lo vale… yo estoy aquí – lo abrazó un poco  más sintiendo como el menor lo abrazaba como si fuera él su tabla de salvación.

− Lovino – le escuchó murmurar pegado a su pecho.

− ¿Qué? – lo separó un poco de sí para mirarle la sonrojada cara, y los ojos rojos por las lágrimas rebeldes que aún se escapaban de ellos.

− Tú… puedes decirme… Lovino – repitió esta vez, mirándolo muy a penas. Solo para encontrar una mirada sorprendida y después una sincera, tierna y pequeña sonrisa.

− Entonces tú puedes decirme Gilbert – agregó alegre, envolviéndolo de nuevo en sus brazos dejando que Lovino descansara en su pecho.

Ya lo veo por fin

Ahora vuelvo a creer

En los cuentos de ayer, de ese mundo que encontré

Lo sé, solo con fe

Después de lo que pareció una eternidad y al mismo tiempo unos cuantos segundos, se separaron y bajaron pues escucharon a Feliciano llamarlos a comer. Gilbert fue el primero en salir pero espero a Lovino en la puerta, este cerró el piano y se encaminó a la cocina, seguido de cerca por el alemán. En el camino no se dijeron nada pero sus manos estaban unidas, fue un movimiento tan natural que ninguno lo notó hasta que Ludwig al verlos entrar alzó una ceja en su dirección.

Gilbert fue quien volteó a mirar hacia la misma dirección que su hermano y al notar sus manos unidas tanto él como Lovino se sonrojaron, pero no se soltaron. Gilbert movido por eso que no sabía describir es que no lo soltaba y Lovino, por aquel leve cosquilleo que siempre había sentido al ver a Gilbert, ese mismo cosquilleo que se había obligado a suprimir cuando estaba con Antonio debido a que ambos eran amigos y que ahora no podría importarle menos el siquiera intentar ignorar.

Feliciano le sonrió a su hermano, a pesar de los ojos hinchados y llorosos pudo notar un pequeño brillo en los hasta hace poco opacos ojos de su fratello y que fuera Gilbert quien lo provocaba no podía gustarle más. Sabía bien que el amor que Lovino sentía aún por Antonio era muy fuerte, no en vano llevaba queriéndolo tanto como él a Sacro Imperio Romano. Pero sabía por experiencia propia que ese no sería el único amor en su vida, claro ejemplo era que él tenía a Ludwig y ahora pareciera que Lovino tenía a Gilbert.

Buscar la ilusión que perdí

Mirar eso que antes no vi.

Ansiar… querer… soñar…

Pasaron año y medio para que Gilbert se atreviera a pedirle salir, después de aquella reunión, Lovino y Gilbert se habían acercado mucho, comenzaron a verse cada vez que Ludwig y Feliciano iban a la casa del otro, siempre con alguna excusa para acompañarlos, después comenzaron a verse por su cuenta, y ahora, 18 meses después, tenían su primera cita.

No era un día especial, solo un viernes como cualquier otro pero Gilbert no podía dejar de estar tan nervioso ¡saldría con Lovino! ¿Había algo más maravilloso y aterrador al mismo tiempo que pudiera ponerlo en aquel estado? Gil realmente no lo creía. Había practicado toda la semana el cómo se le declararía al italiano, debía ser perfecto y tan asombroso como solo él podía serlo pero, a la mera hora los nervios le traicionaron.

− Lo… Lovino yo… es que yo… tú gustar… tú me gus… tú, me, yo… a ti, tú… − ¡Joder que no era tan difícil, lo había practicado esa misma mañana! ¿Entonces por qué no dejaba de sonrojarse tanto, de jugar con sus manos y soltaba la maldita frase? − ¡Lovino tú me gustas mucho, estoy enamorado de ti! − ¡al fin lo dijo! Bueno, lo gritó más rojo que uno de esos tomates que tanto amaba el italiano.

− ¿Qué? – Lovino lo veía fijamente y con cara seria, el ceño levemente fruncido. Gilbert no acababa de decir lo que creyó oír ¿verdad? Eso era demasiado bueno para ser verdad −  Gilbert yo…

−  No, no me rechaces ni me digas nada por favor…. Olvida que te dije algo, yo… soy un tonto por habértelo dicho, Lovino tú…. Solo finge que nunca te dij… −  no pudo terminar la frase pues unos cálidos y suaves labios estaban sobre los suyos. Lovino lo estaba besando… ¡Lovino lo estaba besando!

Cerró los ojos y rodeó con sus brazos la cintura del castaño mientras este pasaba sus brazos por su cuello atrayéndolo más hacia sí, profundizando el beso. Siguieron así por unos minutos más hasta que la falta de oxígeno los hizo separarse. Ambos estaban sonrojados, agitados y se miraban a los ojos.

− Más te vale que no sea una estúpida broma tuya ¿oíste, bastardo? Porque yo… yo te… te – intentaba decirlo, pero un nuevo beso lo interrumpió.

− No es ninguna broma, alguien tan asombroso como yo jamás bromearía con algo así y menos si se trata de ti… Ich liebe dich Lovino – junto sus frentes mirándolo tiernamente a los ojos, eran pocas veces las que se comportaba así pero no podía evitar hacerlo al mirar la cara sonrojada del italiano.

− Bastardo… Ti amo Gilbert – confesó temeroso, pero pronto ese temor se esfumo al mirar a los ojos al alemán y notar la sinceridad y felicidad reflejada en esas orbes rojizas.

Lograr… volver a amar

Notas finales:

Mi segundo Prumano en la página, ¡espero que les haya gustado! Y ya saben que dudas, quejas, y demás, en un review por favor n.n


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).