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El libro de las leyendas: Tomo Fullbuster por Fullbuster

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Notas del capitulo:

Resumen: (Portada)

Naruto perdió a su madre a temprana edad y se ha criado únicamente con su padre, llegando a sentir algo más que un simple afecto familiar por él, se ha enamorado y cuando su padre traiga al nuevo amante a la casa creyendo que Naruto necesitaba una familia, el rubio no tomará con buenos ojos que un intruso trate de robarle al amor de su vida.

Pareja: Minato-Naruto.

Advertencias: Chan, Incesto.

 

Dedicado para Aylin que está pasando por un momento delicado. Mucho ánimo y cuídate.

El sol entraba por la ventana y no tuvo más remedio aquel rubio de abrir los ojos pese a ser uno de sus días libres. Hacía muchos años que se había graduado en la academia, empezó a los doce años a hacer misiones con su equipo junto a su profesor Kakashi, ahora tenía dieciséis años y una gran reputación por la villa, su padre era el Hokage. Decían de él que era el mejor ninja de la villa, el más rápido, le habían apodado el relámpago amarillo de Konoha. Naruto sólo sonreía como un niño travieso cuando escuchaba su apodo mientras su cabeza divagaba en cómo debía ser su padre en la cama con esa velocidad, él habría pagado por probarlo y deleitarse con aquellos envites que debía poder ofrecer pero sabía… que jamás serían para él, era su padre.

 

La gente pensaría que estaba enfermo si llegaban a saber la atracción enfermiza que sentía por él, pero nadie podía entenderle. A su madre jamás la conoció y su padre se ocupó de todo. Siempre habían estado unidos y Naruto cada vez que veía a su padre… no veía a un padre, veía a un compañero, un amigo, al amor de su vida. Si sólo él le dejase disfrutar de su cuerpo, pero sabía que jamás le dejaría.

 

En la academia tuvo que aguantar a todas aquellas locas fanáticas que suspiraban por los huesos de su padre y soñaban con algún día convertirse en sus esposas, todas se acercaban a Naruto por la simple razón de ir a su casa alguna vez y ver a su padre. Naruto decía que se volvían completamente estúpidas y balbuceaban cosas sin sentido al ver al Hokage, pero su padre siempre tenía una sonrisa para todos.

 

Le habría encantado que todas aquellas sonrisas hubieran sido solamente para él, que le hubiera amado de una forma especial y no con el cariño en que un padre ve a su único hijo, quería más de él. Soportar ver cómo los profesores de la academia trataban de ligar con él y seducirle era ridículo, todos se volvían absurdos cuando trataban de llevarse a su padre a la cama pero él jamás accedía pese a estar algo necesitado de atenciones.

 

Sabía que necesitaba atención, lo supo desde la primera vez que pilló a su padre masturbándose en el cuarto de baño y él no pudo apartar sus ojos de aquel perfecto cuerpo que tenía, no pudo marcharse al escucharle jadear. Sabía que estaba mal lo que hacía, que no debía espiar, su padre siempre le decía que espiar estaba mal pero… era tan perfecto que... ¿Cómo no iba a hacerlo?

 

Aquel día, él tan sólo tenía doce años y llegaba de su primera misión. Kakashi les había hecho ir a arreglar el jardín de una ancianita. ¡Vaya misión! Pero así trataban a los novatos. Minato fue quien firmó la orden y sabiendo cómo era Kakashi que siempre llegaba tarde, supuso que su hijo llegaría tarde ese día. Por extrañas razones de la vida o más bien… por extrañas bromas en las que tanto Sasuke como Naruto cansados de que siempre llegase tarde su profesor se colaron en su casa y adelantaron su despertador… Kakashi llegó a tiempo y la misión la hicieron enseguida.

 

Naruto entró por casa cansado, estaba agotado de haber pasado toda la mañana allí agachado recogiendo malas hierbas de un jardín. Le dolían los riñones y sólo deseaba sentarse un momento a descansar, pero al escuchar aquella respiración tan acelerada proveniente del baño se asustó, creía que a su padre le pasaba algo y prácticamente fue allí corriendo. La puerta estaba ligeramente entornada y cuando fue a abrirla se dio cuenta que su padre estaba completamente desnudo con su erecto miembro en su mano derecha que se movía con un movimiento continuo de arriba abajo dándose placer. Se había apoyado con la otra mano en el lavamanos y gemía al sentir aquel placer inundarle.

 

Naruto se quedó helado con la mano en la puerta sin terminar de abrirla, no podía interrumpir algo así y menos como estaba ahora de sonrojado al haberle pillado. Su padre también se sentiría avergonzado si se enteraba que él lo había visto en esa posición tan delicada así que prefirió marcharse… tenía que irse pero sus piernas no se movían. En lugar de irse, bajó su mano hasta sus pantalones metiéndola para coger su flácido miembro que empezaba a excitarse con los gritos de su padre. Jamás habría imaginado que su padre pudiera ser tan sensible a las caricias, al placer.

 

Miró su perfecto cuerpo, aquel rostro sudoroso agachado frente al lavamanos que no dejaba de gritar. Naruto movió su mano también disfrutando de las vistas de los abdominales de su padre y pensando en cuánta gente habría tenido el placer de ver al mismísimo Hokage masturbarse. Media villa deseaba meterse en su cama pero ninguno había tenido el privilegio de ver lo que Naruto podía ver en aquel momento.

 

Aquellos ojos azules de Naruto estaban clavados en la erección de su padre mientras su cerebro le pedía a gritos que se quedase allí hasta ver cómo Minato llegaba al clímax. Cuando Naruto empezó también a sentir placer tuvo que morderse el labio para evitar ser pillado por su padre, no podía hacer ruido o le descubrirían.

 

Los gemidos de su padre se intensificaron y supo que estaba cerca de llegar al máximo placer, aquello le excitó aún más a Naruto aumentando la velocidad para llegar con él, quería poder llegar al mismo tiempo que su padre. Tanto morderse el labio para no ser descubierto acabó sangrando un poco pero se aguantó hasta que se corrió en la mano escuchando cómo su padre se agarraba al lavamanos con mayor fuerza corriéndose también.

 

Ambos intentaron recuperar el aliento tras aquello pero Naruto al ver que su padre pronto se giraría sacó su mano del pantalón y se marchó corriendo intentando no hacer mucho ruido. Esperó fuera de la casa un rato pensando cómo había podido hacer algo así pensando en su padre. ¿Estaba enfermo? No lo pensaba… sólo estaba enamorado y sabía que no era la persona adecuada pero… no podía evitar verle tan atractivo, tan atento y dulce con él, él siempre sería el amor de su vida aunque no pudiera decírselo. Su padre no podía corresponder algo tan enfermizo como aquello o eso pensaba el rubio.

 

Comprobando que había pasado bastante tiempo y que su ropa interior aún estaba empapada con su semen decidió fingir un poco que todo estaba bien y entrar saludando a gritos como solía hacer para que su padre creyese que acababa de llegar. Minato estaba en la cocina con un pantalón puesto pero sin la camiseta preparando un poco de arroz y una sopa de miso con algunas cosas más, olía estupendo y a Naruto le sonó el estómago al momento.

 

- Veo que vienes con hambre – comentó su padre sonriendo – enseguida te serviré un buen plato. ¿Ha ido bien la misión?

 

- Sólo era quitar hierbas – le dijo Naruto con un leve puchero y su padre se acercó a él agachándose un poco y tirando de sus mofletes mientras sonreía.

 

- Y seguro que has sido el mejor de todos, el que más ha ayudado – le comentó dándole un beso en la frente. Naruto no pudo sonrojarse más que en aquel momento y más… tras haberse corrido viendo a su padre.

 

- Voy a ducharme – le comentó Naruto sonriendo – saldré enseguida.

 

- Claro.

 

Desde aquel día con tan sólo doce años… Naruto descubrió que por su padre sentía algo mucho más fuerte que una relación familiar. Empezó a entender por qué le molestaba tanto cuando sus compañeras hablaban de lo atractivo que era su padre y cómo todas desearían casarse con él, hasta algunos ninjas de la aldea hablaban de su padre.

 

Ahora tenía dieciséis años y ya no era un chiquillo que admiraba el monumental cuerpo de su padre, él había entrenado para convertirse en un gran ninja, para tener el cuerpo perfecto y que su padre se fijase en él. Aún le faltaba para alcanzar a su padre pero se había marcado como objetivo seguir los pasos de Minato, ser Hokage, ser el ninja número uno en Konoha y por supuesto… llegar al día en que conseguiría que su padre se fijase en él y pudiera ser suyo. Era lo que más deseaba.

 

Minato llevaba años soltero, más bien viudo y nunca antes había metido a nadie en esa casa… hasta hoy. Naruto miró con enfado el despertador a su lado, ese tipo ya había estado demasiado tiempo en la habitación de su padre y era hora de tirarlo de la casa, no dejaría que nadie se metiera en medio de su relación, su padre era sólo suyo. Aún recordaba con odio la asquerosa conversación de aquel tipo en la torre del Hokage.

 

 

 

Flashback

 

Naruto llegaba en aquel momento de una misión fuera de la villa, había estado tres días fuera con su equipo y aunque venía herido y le habían recomendado pasar por el hospital, él había decidido ir primero a ver a su padre a la oficina y contarle lo bien que le había ido la misión. La gente le miraba extrañada al verle con su ropa llena de manchas de sangre, con el corte en su mejilla que ya parecía estar cicatrizando y con alguna herida más en el cuerpo, pero él no se detuvo y siguió caminando hasta llegar a la torre.

 

Los guardias al verle le dejaron pasar de inmediato comentándoles que su padre se encontraba en el despacho terminando algunos papeleos. A Naruto no podía hacerle más feliz la noticia de saber que realmente seguía allí, porque así le vería antes. Tenía tantas ganas de abrazarle que subió las escaleras de dos en dos con una enorme sonrisa en su rostro. Corrió por el pasillo hacia la puerta del despacho de su padre y aunque uno de los guardias trató de detenerle puesto que tenía que identificarle, no lo consiguió y Naruto abrió la puerta de golpe viendo a su padre tras un montón de papeleo aburrido.

 

Papá – gritó sonriendo y Minato al reponerse del susto de ver cómo se abría de golpe su puerta, sonrió también.

 

El guardia venía detrás de su hijo y se detuvo a la espalda indicándole al Hokage que le había sido imposible detener a su hijo por el pasillo. Minato sonrió comentándole que no ocurría nada y es que conocía a su único y adorado hijo, era como un auténtico torbellino, cuando algo se le metía en la cabeza era capaz de arramblar con todo hasta conseguirlo.

 

El guardia sonrió y les cerró la puerta para que pudieran estar un rato juntos en familia. Minato viendo a su hijo allí hizo a un lado los papeles y se levantó sentándose en una esquina de su mesa mientras le invitaba a Naruto a sentarse en la silla frente a él. Naruto no se lo pensó dos veces y lo hizo.

 

Cuéntame… ¿Qué tal ha ido la misión? – le preguntó Minato sonriendo golpeando con cariño la pierna de un sonrojado Naruto al que le habría gustado que ese simple roce hubiera durado más.

 

Ha ido bien pero Kakashi le está enseñando una técnica nueva al teme – dijo haciendo un puchero y Minato empezó a reír.

 

¿El Chidori? – preguntó Minato.

 

Sí, ésa. ¿Cómo lo sabías?

 

Porque yo le ayudé a Kakashi a perfeccionarla aunque siempre perdía a su enemigo en el campo de visión. Sólo la consiguió finalizar al obtener el Sharingan – comentó – no es algo personal, Naruto, esa técnica necesita unos ojos como los de los Uchiha para ser perfecta.

 

De todas formas… yo no tengo ninguna así.

 

Entonces podría enseñarte el Rasengan – comentó Minato.

 

Sí, quiero aprenderlo – dijo Naruto levantándose con rapidez de la silla con una gran sonrisa – Enséñamelo… ¿Cuándo empezamos? – preguntó con entusiasmo.

 

Pues… deja que termine con unos papeles y soy todo tuyo – le dijo Minato revolviéndole el cabello.

 

Naruto se quedó pensando en aquella frase, “Soy todo tuyo” y no pudo evitar que los colores se le encendiesen en sus mejillas sintiendo la cálida mano de Minato en su cabello, observando aquella gran sonrisa en el rostro de su padre.

 

¿En serio eres todo mío? – preguntó Naruto sonrojado como un tomate mirándole fijamente con seriedad.

 

Claro que sí – le dijo Minato sonriendo sin entender por qué su hijo le hacía esa pregunta tan extraña cuando ya le había dicho que iría a entrenar con él, que le regalaba su tiempo.

 

Minato siempre había sido un hombre de familia, cuidar de su hijo y verle feliz era su mayor satisfacción en la vida. Su mayor deseo era ver crecer a ese chico, verle madurar, verle progresar en la vida. Al ver a su hijo tan sonrojado empezó a preocuparse acercándose a él aún más colocándole la mano primero en la frente y luego bajándola hacia sus mejillas.

 

¿Estás bien? No te habrás puesto enfermo en la misión, ¿verdad? – le preguntó Minato.

 

No – dijo Naruto sonrojado – creo que no, no lo sé – exclamó sin darle a entender que era su propia presencia la que le hacía sonrojarse – Venga, acaba con esos documentos y así podremos ir a entrenar.

 

Claro, ahora mismo lo acabo – comentó.

 

Naruto caminó hacia la puerta del despacho y se giró al llegar para ver cómo su padre daba la vuelta a la mesa intentando volver a su silla y continuar con aquellos informes. Naruto lo miró unos segundos poniéndose aún más rojo y con la mano ya en el pomo de la puerta para salir, le miró fijamente.

 

Papá – le llamó haciendo que se girase – te quiero.

 

Su padre que al principio se había quedado serio al escuchar el “papá” como si su hijo quisiera hablarle de algo importante, empezó a sonreír al escuchar las siguientes palabras.

 

Yo también te quiero – le dijo sin dejar de sonreír haciendo que el corazón de Naruto se calmase un poco.

 

Te espero en el campo de entrenamiento.

 

Claro – le dijo su padre volviendo a coger la pluma para continuar escribiendo el informe que le quedaba.

 

Naruto se marchó de la oficina despidiéndose también del guardia del pasillo que le miró con ojos cómplices entendiendo las ganas que tenía el chico de ver a su padre, así que decidió pasar por alto su pequeña carrera directa al despacho y esta entrada sin llamar molestando al Hokage.

 

Cuando bajaba las escaleras contento porque por fin iba a poder entrenar con su padre y pasar tiempo con él, una vez al otro lado del pasillo hizo que se detuviera en seco ocultándose tras una de las paredes sin dar la vuelta a la esquina. Un ANBU iba caminando con un compañero y hablaban de su padre.

 

Pues sí, al final conseguí que aceptase cenar conmigo – le decía.

 

¿Cenar? Llevas meses hablando de cómo quieres follarte al Hokage – se reía su compañero.

 

Y esta noche por fin lo haré, después de la cena le haré mío. Está bastante susceptible.

 

¿Cómo le has convencido? Todos desean follárselo y nadie ha conseguido jamás entrar en su cama.

 

Gracias a su hijo. Le comenté cuánto necesitaría su hijo el apoyo de una familia y que yo podría ser ese alguien.

 

¿Pero de verdad te interesa ser el supuesto padre de ese crío que sólo se mete en problemas?

 

Claro que no, una vez me aburra de Minato le dejaré y buscaré un nuevo reto. Pero hoy… estoy deseando ver cómo ese rubito me la chupa. Le cogeré del cabello con fuerza imponiéndole mi ritmo como si fuera una puta, me correré en su boca mientras le obligo a que la mantenga bien abierta y así ver cómo se traga todo mi semen, cómo ese líquido blanco resbala por su precioso rostro, me muero por ver cómo limpiará mi polla a lametazos. Estoy deseando que llegue esta noche.

 

¿Y piensas entrar en su cama?

 

No sólo en su cama… voy a meterme bien dentro de él, hasta el fondo para que grite como la más guarra de las zorras y suplique por más, embestiré tan fuerte contra su culo que romperé hasta la cama, ese chico va a descubrir lo que es estar con un ANBU y se acordará de mí cada vez que quiera sentarse porque pienso dejarle bien marcado que ha sido mío – se reía aquel ninja.

 

Yo no creo que vayas a poder metérsela tan fácilmente al Hokage – le recriminó su amigo sonriendo – dicen que es de armas tomar, le gusta el control.

 

Bueno, si él quiere metérmela tampoco le diré que no – dijo aquel ninja – me gustará ver si ese chiquillo tiene lo que hay que tener entre las piernas para hacer gritar a un ANBU.

 

¿Crees que gritará mucho en el sexo? – preguntó el ninja.

 

Ojalá que sí, estoy deseando escuchar esos gritos.

 

¿Qué harás con el crío? Naruto estará por la casa.

 

Espero que lo mande pronto a dormir.

 

Ya sabes cómo es ese crío… no le gusta que nadie ande cerca de su padre.

 

Pues tendrá que aprender quién está al mando y ése soy yo, espero que su padre grite tanto que entienda ese crío que yo siempre estaré al mando de todo. Al menos hasta que me aburra de ese cuerpazo que tiene.

 

Eres de lo que no hay – comentó el ninja y ambos entraron hacia el baño.

 

Naruto se quedó estático y paralizado. ¿Habían llamado zorra y puta a su padre? ¿Al Hokage? ¿Estaban deseando follárselo como si fuera una simple ramera para luego darle la patada y soltar los rumores de que habían conseguido follárselo? Ese tío se las iba a pagar y desde luego… jamás tendría a su padre y mucho menos en la cama, de eso iba a ocuparse él. Su padre sólo gemiría por una persona y era por él mismo. Puede que fuera un enfermo por pensar así de su padre, pero le amaba y no dejaría que nadie le hiciera daño jamás y mucho menos esa gentuza.

 

Pensó en su padre, era típico de él y su carácter dulce y amable el llegar a pensar que su hijo necesitaba una familia, le habían convencido con esas palabras y realmente él mismo le sacaría del engaño en que le estaban metiendo. Sólo querían su cuerpo, aprovecharse de él y llevárselo a la cama con esa excusa barata de que necesitaban una familia. Naruto sólo necesitaba a su padre para ser feliz, no necesitaba un extraño en su casa y mucho menos a ese imbécil, pero se iba a enterar… ¿Esa noche habían quedado los dos? Entonces serían tres… porque no pensaba dejar solo a su padre.

 

En el entrenamiento con su padre estuvo bastante ausente, no terminaba de poder prestar atención y es que cuando miraba hacia su padre, sólo podía pensar en ese imbécil intentando follárselo, veía cómo resbalaba el semen de aquel engendro por la comisura de los labios de su padre, cómo este se relamía seductoramente los labios tomándoselo todo y luego… acabó pensando en que ese mismo semen podía ser el suyo y se sonrojó, imaginarse a su padre chupándosela, pidiéndole que se corriera en su boca y le diera todo fue algo que hizo que se excitase al momento.

 

¿Estás bien? – preguntó Minato apoyando su mano en la cabeza de su hijo.

 

Sí – dijo Naruto rojo como un tomate sin atreverse a levantar la cabeza para mirarle.

 

Estás muy distraído. ¿Ocurre algo?

 

No, bueno… ¿Qué vas a hacer esta noche? Me apetecía pasarla contigo, hacer algo juntos no sé… ¿Un shogun? – Minato sonrió.

 

Esta noche tengo planes, lo siento, cielo. Pero… ¿Qué te parece mañana?

 

Me apetecía hoy – comentó Naruto entristecido - ¿No quieres jugar conmigo porque soy malo haciendo estrategias? Sé que tú eres el mejor estratega de la villa pero…

 

No es eso Naruto… es que…

 

¿Es que, qué?

 

Tengo una cita – dijo de golpe sentándose – no quería comentártelo por si te sentaba mal. Hace mucho años que yo no he… bueno, ya sabes, no he salido con nadie desde la muerte de tu madre y… Creo que va siendo hora que lo supere.

 

¿Sales con una mujer?

 

No – le dijo su padre.

 

¿Un ninja? ¿Hombre?

 

Sí. Yo no podría ser capaz ahora mismo de estar con una mujer, Naruto. El recuerdo de tu madre es demasiado intenso, no podría sustituirla y mucho menos comparar lo que viví con ella con una desconocida, prefiero que sea un hombre. Tampoco me disgusta el sexo con hombres.

 

¿Cómo puedes estar seguro si nunca lo has probado? – preguntó Naruto alterado.

 

No lo sé, pero siempre hay una primera vez para probar las cosas.

 

¿Dejarías que te la metiesen?

 

¿Por qué no? Quizá sería interesante probar tanto a dejarme dominar un poco como a dominar yo.

 

No esperaba que te doblegases ante nadie, tú eres… eres el Hokage, maldita sea… no puedes dejar que cualquier tío vaya por ahí metiéndotela.

 

No será cualquier tío, es un ANBU.

 

¿Y por eso tienen que ser buena gente? No me fío.

 

¿Por qué? Ni siquiera le conoces.

 

Es posible pero… yo no necesito nada más que estar contigo papá, no quiero extraños por casa, ni que toquen las cosas de mamá. Ella era dulce, pura, inocente, algo rebelde y te amaba.

 

Naruto sentía a su madre muy cerca de él, ambos se habían enamorado de la misma persona, ambos eran exactamente iguales y sólo buscaban la felicidad del mismo hombre, buscaban que Minato Namikaze fuera el hombre más afortunado del mundo. Quizá a veces se sentía un poco culpable por haberse enamorado de él pero era imposible no hacerlo, era su padre pero a la vez… era el amor de su vida. Su madre y él eran tan parecidos que… ¿Cómo no iban a enamorarse del mismo hombre maravilloso que tenían delante? Era imposible.

 

Cómo me recuerdas a tu madre cuando hablas así, Naruto – le dijo Minato sonriendo acariciándole el cabello.

 

Minato aprovechó para sentarse justo detrás de su hijo y abrazándole por la espalda hundió su cabeza en el hombro de Naruto. Naruto no podía verle pero sentía aquellos fuertes brazos agarrados a su cintura, sentía la respiración de su padre en su cuello y se sonrojó mientras notaba la excitación crecer en él al sentirle tan cerca.

 

P-papá – susurró Naruto completamente rojo sintiéndose en el cielo al sentir los labios de su padre sobre su cuello pese a que sólo estuviera apoyado y entonces notó algo correr por su clavícula. ¡Estaba llorando! Lágrimas caían de sus ojos y resbalaban por la clavícula.

 

Su padre lloraba y se había quedado detrás para evitar que su hijo le viera en ese estado aunque aún así podía sentir su dolor desgarrarle. Los ojos de Naruto se habían  abierto como platos al darse cuenta que era lágrimas lo que sentía correr por su piel y ocultó su mirada bajo su flequillo agachado levemente la cabeza.

 

No llores, por favor – le dijo Naruto empezando a llorar él también – te quiero demasiado para verte llorar.

 

No puedo evitarlo – dijo Minato con la voz temblorosa – eres lo único que me queda en la vida. Sabes que siempre te protegeré, ¿verdad?

 

Lo sé.

 

Eres igual que tu madre. Has sacado su carácter, su temperamento, su sonrisa…

 

No… he sacado tu sonrisa, papá – le dijo Naruto – me gusta verte sonreír y me duele verte llorar. Por favor, no llores más.

 

Vale – dijo tratando de limpiar las lágrimas – lo siento, me he puesto un poco sensible.

 

Minato se levantó limpiándose las lágrimas con la manga de su chaqueta grisácea y empezó a caminar. Naruto le siguió. Era extraño ver a su padre sin aquella capa de Hokage pero rara vez la utilizaba a menos que estuviera en la oficina. Naruto creía que era porque añoraba hacer misiones fuera, añoraba ser un ninja y combatir, por eso siempre volvía a su ropa de ninja cuando no tenía que estar en la oficina encerrado.

 

Naruto miró la espalda de su padre, caminaba tras él sin atreverse a decir nada y sólo un pensamiento surcó su mente. ¿Cómo alguien podía desear utilizarle? Tenía un corazón enorme, era amable siempre con todo el mundo, protegía a todos en la villa, era la persona más maravillosa que había conocido en la vida y un imbécil quería follárselo por mero placer y destrozarle luego haciéndole sentir como un trapo viejo y usado. ¿Qué derecho tenía ese ninja a hacer algo así a su propio Hokage? ¿Al que daría su vida por él y por todos los de esta villa? Todos hablaban y susurraban sobre la escasa vida sexual del Hokage y nadie era capaz de entender su dolor. Naruto supo en aquel momento que si alguien debía hacer disfrutar a su padre… era él, era el más parecido a su difunta esposa, era el que más le amaba en esta maldita villa, él jamás le traicionaría. Sólo quería volver a verle sonreír, quería quitarle sus penas, quería ser su alegría y quería compartir su cama y sus noches, quería que gimiera por él, que dejase de masturbarse solo en un cuarto de baño escondido como si hiciera algo malo, no era malo, tenía necesidades y Naruto estaba dispuesto a complacerle en todo con tal de ver sus sonrisas.

 

Aquella noche Naruto vio a su padre arreglarse y ponerse nervioso por no saber cómo ir a una cita, hacía al menos dieciséis años que no había ido a una cita, justo desde que su esposa falleció, desde que Naruto había nacido.

 

¿Qué harás esta noche, Naruto? – preguntó su padre.

 

He quedado con el teme – le dijo Naruto sin mucho ánimo mirando un libro sin leerlo.

 

De acuerdo. Tened cuidado.

 

Sí, papá. Creo que te preocupas demasiado, no saldremos de la villa, además el Teme es muy aburrido, no creo que tarde en volver a casa. ¿Quieres que te preste un par de preservativos? – preguntó Naruto y su padre que estaba en la cocina escupió el agua que estaba bebiendo.

 

Naruto – gritó rojo como un tomate su padre.

 

¿Qué? Tú siempre dices que tome precauciones. Tengo alguno en la habitación.

 

No quiero ir tan rápido, sólo es una cita.

 

¿Y eso se lo has explicado a tu cita?

 

Lo sabe – dijo Minato y Naruto sonrió incrédulo sabiendo perfectamente lo que había escuchado aquella mañana.

 

Papá… eres tremendamente atractivo, seguro que intentará meterte mano – le dijo Naruto y su padre se sonrojó.

 

No digas esas cosas, Naruto.

 

¿Te da vergüenza que diga que eres guapo? – preguntó Naruto.

 

Sí – dijo su padre – un poco, no estoy acostumbrado a que digan esas cosas.

 

Su padre acabó despidiéndose y marchándose a la cita, momento que aprovechó Naruto para salir tras él y seguirle. Quería saber a qué restaurante iban a ir y estropear la cita de ese ninja, claro que consigo llevó en su pequeña bolsa Ninja todo lo necesario para arruinar citas. Sólo él tocaría y haría disfrutar a su padre, nadie más. “Minato era sólo suyo”.

 

Observó desde el tejado cómo aquel ninja llegaba a la cita tras haber hecho esperar a su padre durante más de quince minutos. El muy idiota pensaba que encima de follárselo tenían que esperarle. Cuando estuvieron por entrar, fue cuando Naruto bajó hasta la calle y poniendo cara de decaído se acercó hacia su padre pasando de largo, claro que su padre al verle, reaccionó y se preocupó por el motivo de que estuviera triste. ¡Así era su padre y nadie le conocía mejor que Naruto!

 

¿Qué te ocurre, Naruto? – preguntó su padre agachándose frente a él obligándole a levantar el rostro.

 

Es que… Sasuke no ha aparecido, tenía una cita. Ha preferido salir con una chica antes que conmigo – mintió Naruto descaradamente para hacerse la víctima y que su padre sintiera lástima, luego estornudó preocupando más a su padre que tocó su rostro enseguida.

 

Estás helado – le dijo Minato y claro que lo estaba… se había frotado con hielo para estarlo.

 

Esperé mucho rato pero él no apareció – dijo estornudando de nuevo fingiendo más.

 

¿Te importa si lo llevo a casa? No se encuentra bien, podríamos cenar otro día.

 

No, papá, quiero que tengas tu cita – le dijo Naruto – pero… si te quedas más tranquilo podría cenar con vosotros – comentó y el otro ninja al verse pillado y querer follarse a su padre, tuvo que aceptar.

 

Entraron los tres al restaurante, claro que Minato ya estaba al lado de Naruto constantemente preocupado por su supuesta enfermedad. El camarero les indicó que esperasen un momento hasta que preparasen su mesa y cuando Naruto vio a Kiba sirviendo una de las mesas, se disculpó enseguida diciendo que tenía que ir al baño. El susto que se llevó Kiba al ver cómo le cogían a la fuerza y le metían tras una planta.

 

¿Naruto? – preguntó – ¿Pero qué haces? Estoy trabajando.

 

Ya veo. ¿Por qué trabajas aquí?

 

Porque necesitaba ganar dinero rápido para comprarle un regalo a mi novia – dijo muy seguro – ahora deja que siga trabajando.

 

Espera, necesito tu ayuda.

 

¿Para qué?

 

Es que mi padre ha venido a una cita y no quiero que ese tipo acabe acostándose con él.

 

Naruto… ¿Quién no quiere acostarse con tu padre? Hasta yo lo haría si pudiera.

 

Kiba – le dijo Naruto con ojos de enfado – ese ninja quiere utilizarle, le hará daño, le escuché decirlo.

 

Eso sí que no. Una cosa es una vida sexual plena y satisfactoria y otra muy distinta que le utilicen – se quejó – cuenta conmigo entonces. ¿Qué necesitas?

 

Naruto le pasó algunas cosas y volvió a salir junto a su padre para ir a la mesa que les habían asignado. Cuando el ninja fue a sentarse, Naruto le dio una patada a la silla tirando al suelo al ninja creyendo que estaba la silla. Claro Minato enseguida se preocupó y preguntó si estaba bien mirando por encima de la mesa al ninja en el suelo mientras el resto del salón reía y susurraba.

 

Naruto, ten cuidado – comentó su padre con dulzura.

 

Uy, lo siento, me he tropezado. Siempre he sido algo torpe – le dijo Naruto haciéndose la víctima – déjame ayudarte.

 

Naruto le dio la mano para ayudarle y cuando la agarró, sacó fuerzas apretando su mano y obligando al otro ninja a aguantar la cara de dolor al sentir cómo aquel rubio de dieciséis años destrozaba su mano. Naruto aprovechó para acercarse a su oído.

 

Sé lo que pretendes… y no lo harás con mi padre. ¿Te enteras? – le preguntó - ¿Quieres joderle? Yo sí que te voy a joder pero bien – le amenazó poniéndole en pie y soltando su mano para sentarse en la silla al lado de su padre.

 

El ninja miró a Naruto con cara de asombro al verse descubierto por aquel crío pero aún sacó más genio para querer quitárselo de encima, algo que Naruto no pensaba hacer. Ese ninja le infravaloraba. Él era Naruto Namikaze y había aprendido del mejor estratega de la villa… su padre. De ahí no iban a moverle.

 

Quizá deberíamos llevarle a casa – comentó – estaría más a gusto en la cama reposando.

 

Oh, qué amable que te preocupes por mí – comentó Naruto tosiendo levemente – pero tranquilo, no quiero que mi padre se pierda está encantadora cita… sólo acaba de empezar. Puedo aguantar hasta finalizar la cena.

 

En el primer plato que pidieron, Kiba se encargó de echarle el picante necesario en la comida de aquel ninja y algo de laxante para que fuera más suave al baño en unas horas, al menos no podría acostarse esta noche con su padre, no se lo iba a permitir de ninguna de las formas posibles.

 

El ninja no se atrevió a mencionar palabra sobre su comido y Naruto no podía aguantarse la risa de las caras que ponía debido al picante y cómo trataba de calmar el picor con el pan y el agua siendo imposible. Kiba había hecho un buen trabajo. Minato al escuchar a su hijo toser de vez en cuanto no hacía otra cosa que tocarle la frente tratando de comprobar su temperatura por si tenía frío, consiguiendo así Naruto mantener toda la atención sobre él en vez que estuviera en su cita.

 

Cuando se levantó a preguntar al recepcionista si tenía alguna medicina, Naruto aprovechó para coger su vaso y tirárselo encima de los pantalones al otro ninja, claro que no pudo decir mucho cuando vio aparecer a Minato, tuvo que conformarse con mirar enfadado a Naruto.

 

Lo siento – dijo Naruto divertido – estoy un poco mareado y no vi el vaso.

 

Ya – exclamó el ninja – iré al baño.

 

Cuando se marchó, Naruto también aprovechó a ir al baño con la excusa de disculparse aunque al entrar, cerró el cerrojo encarándose a aquel ninja.

 

¿Así que el niñato quiere guerra contra mí? – preguntó divertido secándose.

 

Aléjate de él, no te lo avisaré más veces. No vas a tocar a mi padre.

 

Mira, chico… acostúmbrate de una vez, tu padre no siempre estará soltero.

 

Es posible, pero no estará con alguien como tú.

 

Yo o cualquier otro… que más te da.

 

Ve a correrte en la boca de otro – le dijo Naruto enfadado demostrándole al ninja que sabía lo de su conversación.

 

Así que me escuchaste. Mala suerte para ti, porque no voy a renunciar a él.

 

Si lo harás – sonrió Naruto – yo conozco a mi padre mucho mejor que tu. Sé cómo conseguir que ni te mire.

 

Eso lo veremos.

 

No me pongas a prueba.

 

Pues lo estoy haciendo.

 

Naruto salió de allí sonriendo pero en cuanto llegó hacia la mesa, empezó a fingir estar mareado y a pedirle a su padre si podía acompañarle a casa. Allí acabó la cita de aquel ninja aunque se las arregló con la excusa de que estaba muy preocupado por el estado de salud de Naruto para quedarse en casa. Menos mal que Naruto había optado por ponerle el laxante en la comida y se pasó la mitad de la noche en el baño sin poder hacer nada con su padre. Por si acaso al ninja se le ocurría algo, Naruto siguió fingiendo toda la noche estar enfermo para que su padre no se moviera de la habitación al menos hasta que entró la madrugada y se fue a su cuarto. Al menos supo que con el laxante… no pudo hacer nada aquel individuo con su padre y eso le relajaba.

 

Fin Flashback.

 

 

 

Minato apenas había pegado ojo aquella noche, entre su supuesta cita que no paraba de entrar y salir del aseo y Naruto que estando enfermo era lo más pesado del mundo requiriendo siempre cuidados y atenciones, estaba agotado, sentía que su cuerpo pesaba y ni siquiera quería moverlo. Menuda noche había pasado y se suponía que hoy aún tenía que acabar algunos informes que ayer había dejado inconclusos para entrenar con su hijo.

 

Se dio la vuelta en la cama tratando de volver a dormir un rato más pese al sol que entraba y no le permitía ni siquiera abrir los ojos. Hundió su rostro en la almohada y se relajó hasta que sintió cómo alguien besaba su cuello y medio sonrió al darse cuenta que allí volvía su cita. ¿Cuánto tiempo llevaba así? Intentaba provocarle y luego salía corriendo al baño. ¿Cuánto iba a durar esa vez?

 

- Me haces cosquillas – comentó Minato sonriendo.

 

- Shh – escuchó del ninja y se mordió el labio intentando aguantarse.

 

Los labios de aquel chico eran tan duces y sensuales. Rozaba cada centímetro de su cuello con aquellos labios haciéndole gemir con suavidad. Aquel chico era tierno y cariñoso. Sentía cómo sus manos pasaban bajo sus axilas agarrándole de los hombros con firmeza mientras su pecho se recostaba sobre su espalda y sus dientes mordisqueaban su oreja con suavidad para lamerla con dulzura provocándole mil sensaciones.

 

- No esperé que fueras tan dulce – comentó Minato sin parar de reírse – los ANBU no suelen serlo.

 

Minato empezó a reírse cuando la mano de aquel ninja pasó bajo la sábana tocando su pecho, rozando sus sensibles pezones y provocando aún más gemidos. Por un momento, Minato sentía que el sueño desaparecía y su miembro empezaba a despertar excitándose por el momento pese a que sus ojos se negaban a abrirse con tanta luz, estaba demasiado cansado. Al sentir que el peso desaparecía de encima de su espalda y los besos cesaban junto a las caricias, se dio cuenta que ahí volvía a irse al baño. Pensó en lo mal que le había tenido que sentar la cena de aquel restaurante.

 

En aquel momento es cuando escuchó la ducha, el agua caía y abrió los ojos al instante recordando que le había dicho que se iba a duchar, ni siquiera le había prestado mucha atención por lo cansado que estaba, incluso llegó a pensar que lo había soñado pero al escuchar el agua lo recordó. No era precisamente su ANBU el que estaba quitándose la camiseta frente a él, sino su propio hijo y se sobresaltó.

 

- ¿Naruto? – preguntó confuso – ¿Pero qué…? ¿Qué diablos haces?

 

- Lo que he deseado desde hace mucho – le señaló con ojos tiernos acercándose hasta él y uniendo sus labios a los de Minato.

 

Minato estaba tan confuso, no entendía qué estaba ocurriendo, por qué su hijo estaba encima de él besándole y trató de alejarle cuando Naruto con rapidez cogió sus muñecas con el cinturón que llevaba y se las ató al cabecero de la cama para que se estuviera quieto.

 

- Naruto, para ahora mismo – le dijo su padre pero Naruto sonrió.

 

- Te amo – le dijo Naruto descolocando a su padre por completo – lo siento… sé que no está bien pero no puedo evitarlo, te he amado desde los doce años, no puedo verte como mi padre – dijo llorando – lo he intentado, te prometo que he intentado alejar estos sentimientos de mí pero no soy capaz. No sabes las cosas que dijo ese desgraciado – comentó señalando hacia el cuarto de baño donde se encontraba el otro ninja – yo sólo quiero verte feliz y que disfrutes. Te veo masturbarte solo cuando crees que nadie te ve, veo cómo lloras y no lo aguanto más. Yo… yo quiero ser quien alivie tus penas.

 

- Naruto… suéltame – le ordenó Minato pero Naruto no podía dejar de llorar sentado encima de su cuerpo - hablaremos esto.

 

- Por favor… déjame ser a mí quien llene ese vacío que te dejó mamá – dijo volviendo a unir sus labios a los del indefenso Minato.

 

Pese a la sorpresa de Minato por encontrarse a su hijo encima de él y el enfado que tenía en ese momento por lo que estaba haciendo, tampoco negaba que su cuerpo reaccionaba tal y como Naruto estaba deseando. No podía creerse que su hijo de dieciséis años hubiera aprendido a ser tan dulce y cariñoso, que hubiera aprendido cómo tratar a una pareja simplemente por haberle pillado un par de veces llorar tras masturbarse. ¿Cómo era posible que su hijo hubiera guardado aquello tanto tiempo sin que él se diera cuenta?

 

Minato estaba completamente rojo de saber que su hijo le había pillado más de una vez masturbándose en silencio, a escondidas, estaba absorto de darse cuenta todo lo que guardaba su hijo y jamás le contó y sobre todo… estaba aterrado por si aquel ninja salía y veía la escena, a su hijo encima de él con las manos atadas al cabecero de la cama.

 

- Naruto, detén esto, hay gente en casa – le dijo Minato.

 

- Se está duchando – comentó – intentemos ser silenciosos entonces… si es que puedes, te he escuchado gritar más de una vez, quiero volver a hacerlo.

 

Ni siquiera le dejó hablar a Minato cuando Naruto ya había metido sus manos bajo el pantalón tocando el miembro de Minato que no dejaba de mirar de vez en cuando hacia la puerta del aseo con miedo en sus ojos por si salía el otro ninja.

 

- Parece que no soy el único que deseaba esto – comentó sonriendo levemente al ver el miembro de Minato completamente excitado.

 

Naruto se agachó llevándoselo a la boca succionando y lamiendo con celosía. Sabía que siempre sería suyo y puede que fuera posesivo pero no quería que nadie le tocase excepto él. Minato gimió tratando de aguantar los gemidos, mordiéndose el brazo para evitar gritar por el placer. Naruto sabía muy bien lo sensible que era su padre a esas cosas.

 

Escuchaba a su padre aguantarse las ganas de gritar y no podía evitar sonreír mientras continuaba dándole placer. Le gustaba sentirse fuerte, sentirse que por primera vez… alguien dominaba al Hokage, al hombre más fuerte de la villa. Cuando le vio incapaz de aguantarse más se detuvo provocando un leve gruñido por parte de su padre que estaba totalmente sonrojado y apenas se atrevía a mirarle.

 

- Lo siento – dijo – sé que tienes ganas de correrte pero no puedes hacerlo, no aún.

 

Naruto se acercó hacia el rostro de su padre y este le giró levemente el rostro apartando sus labios de los de Naruto.

 

- Por favor… bésame.

 

- No – le dijo Minato.

 

- ¿Por qué no? Sé que lo deseas.

 

- No, Naruto, eres mi hijo. ¿No lo entiendes? Esto está mal.

 

- ¿No te excito? ¿No soy suficiente para ti?

 

- Claro que me excitas – dijo Minato para no herirle – pero está mal, no puedes hacer esto conmigo, soy la única persona con la que no puedes hacerlo.

 

- Eres la única persona con quien quiero hacerlo – le dijo Naruto – mucha gente me criticará, pero te amo, no puedo evitarlo. Yo… sólo quiero hacerte feliz, eres la persona que más me importa.

 

Aún así Minato se negó a besarle y Naruto algo entristecido acabó metiendo sus dedos en su propia boca lubricándolos para luego introducirlos en su entrada dilatándose. Minato le insistía en que aquello debía detenerse pero Naruto no quería escucharle y continuó hasta que estuvo preparado, entonces cogió el miembro de su padre y posicionándolo lo introdujo en él sentándose lentamente mientras escuchaba los jadeos de su padre.

 

- Córrete en mí – dijo Naruto subiendo y bajando encima de él – siempre seré tuyo, córrete – le volvió a decir excitando aún más a su padre, sintiendo cómo su miembro aún crecía dentro de él provocando gemidos en el menor.

 

Con un grito ahogado, Minato acabó corriéndose dentro y aunque sabía que aquello estaba fatal, no podía negar que su hijo era demasiado sensual, demasiado dulce, demasiado atrayente. Naruto sabía que aquello iba a traerle problemas y tras levantarse subiéndole de nuevo el pantalón a su padre, salió de allí. Minato trató de decirle que se quedase, que hablarían del tema, pero su hijo no quiso escuchar y se marchó.

 

Minato se miró las manos aún atadas y trató de soltarse cuando por la puerta apareció aquel ninja que al verle tan seductor, con la manos agarradas al cabecero, sin la camiseta dejando ver su escultural cuerpo y aquella erección entre las piernas que bajaba lentamente, se quedó petrificado colocando una sonrisa juguetona.

 

- ¿Tantas ganas de jugar tienes? – preguntó – Sólo tenías que habérmelo dicho.

 

- No tengo ganas de jugar – comentó Minato – Desátame.

 

- ¿Eso es parte del juego? – comentó sin enterarse y Minato le miró enfadado.

 

- No, he dicho que me desates.

 

- Ya entiendo… te gusta fingir que no quieres para que me excite más.

 

- ¿Eres idiota? – preguntó Minato y al final utilizando su chakra cortó el cinturón soltándose él mismo.

 

Minato se levantó de la cama para ir hacia el armario y buscar su ropa. Empezó a vestirse y le dio igual si el otro ninja miraba o no. Ahora estaba preocupado por su hijo, por la forma en que le había visto llorar, por las dudas que tenía sobre ese amor imposible que sentía por él, quería hablar con su hijo, él era lo más importante, lo único que le quedaba en la vida. Lo adoraba y tras ese momento juntos… tras saber cómo había soñado alguna vez con él pensando que era un enfermo por ver de esa forma a su hijo… sentía que una gran parte de él le quería y no de la forma en que un padre quiere a un hijo, le quería de una forma más carnal igual que Naruto le amaba a él y se lo había demostrado. Se colocó la capa de Hokage notablemente enfadado con la situación y el otro ninja lo miró con sorpresa.

 

- ¿Dónde vas? – preguntó el ninja.

 

- A buscar a mi hijo.

 

- ¿Por qué?

 

- Porque es mi hijo y tú… largo de mi casa – comentó cabreado.

 

- ¿Qué he hecho?

 

- ¿Qué has hecho? ¿Aún tienes la cara de preguntármelo? Mi hijo te escuchó perfectamente y aunque no me ha contado nada, le ha afectado lo que dijiste de mí, créeme que me enteraré de tus palabras y te arrepentirás de ellas hasta el último de tus días. Por cierto, voy a pedir otro ANBU para mi escolta personal, así que no hace falta que vuelvas por mi oficina.

 

Minato salió corriendo en busca de su hijo pero no hubo forma de encontrarle y eso que preguntó por todos lados. En su búsqueda le dio mucho tiempo a pensar las cosas, aceptaba que incluso él había pensado en su hijo alguna vez cuando se masturbaba pero intentaba quitarse esas ideas. Su hijo había pasado de ser un crío a un adolescente con temperamento, a un hombrecito hecho y derecho que tomaba sus propias decisiones, hasta su cuerpo había cambiado como para hacer algo como lo que había hecho. Seguramente sería un error y no sabía qué hacer con este asunto.

 

No fue sino hasta el anochecer cuando por fin encontró a Iruka de camino a su casa y se detuvo al momento frente a él.

 

- Irukia – le llamó - ¿Has visto a mi hijo?

 

- Sí… bueno, no lo he visto en todo el día pero tenían una misión con Kakashi a las afueras. La verdad es que Kakashi me dijo que vendría esta noche por casa pero ya es algo tarde y no sé nada de él. Quizá haya ocurrido algo.

 

Aquello no le gustó a Minato, Naruto no tenía la cabeza en este momento para hacer misiones, estaba preocupado y pensando en las consecuencias y repercusiones que tendrían sus actos, eso le despistaba y podría ponerle en peligro. ¿Y si les había ocurrido algo?

 

Salió de la villa a toda velocidad y le dio igual ir con la capa de Hokage y que pudieran reconocerle, sólo le importaba llegar a tiempo a por su hijo, tenían que arreglar todo esto y cuanto antes. Estaba demasiado preocupado, la misión a la que debían ir no tendría que durar tanto, ya tendría que estar ese chico en casa y no por el bosque. Algo malo estaba ocurriendo. Si le hacían algo a Naruto se iban a arrepentir, él jamás permitiría que nada malo le ocurriera a su hijo.

 

No podía ver a nadie en el bosque pero notaba el chakra de algunos, notaba el de su hijo debilitándose. No le quedó más remedio que utilizar la técnica del dios del trueno teleportándose hasta los sellos que le colocó de niño a su hijo. Llegó hasta él haciendo sentir a Naruto un fuerte viento tras él y observando cómo caía un kunai clavándose en el suelo delante del ninja que iba a atacarle. Naruto abrió los ojos al ver aquel característico kunai de su padre y cómo éste aparecía bloqueando el ataque enemigo con semblante serio metiéndose en medio del ataque que iba para su hijo.

 

- No te atrevas a tocarle – le dijo Minato enfadado al ninja que había lanzado el ataque quien al reconocer al Hokage intentó huir espantado.

 

- ¿Papá? – preguntó Naruto con los ojos llenos de lágrimas – yo… lo siento.

 

Minato desapareció en una nube de humo lanzándose al ataque frente a un asustado Naruto por las consecuencias. Sabía que su padre estaba enfadado con él, por lo que había hecho, por haberle dejado allí atado, por haber hecho que se corriera dentro de él, esperaba las consecuencias. Desde luego aquellos ninjas pagaron la frustración y la ira que Minato llevaba dentro, no dejó a ninguno en pie.

 

- ¿Dónde está tu equipo? – preguntó Minato – No deberías estar solo.

 

- Nos separamos – le dijo Naruto – Deben estar buscándome.

 

Minato se acercó caminando con seriedad hacia su hijo y Naruto cerró los ojos aún arrodillado como estaba en el suelo, temblando sin poder parar, llorando como lo hacía intentando limpiar las lágrimas con la manga de su chaqueta.

 

- Lo siento… - repitió llorando sin atrever a mirar a su padre – lo siento mucho, yo… no quería pero…

 

Minato tomó entre sus dedos el mentón de Naruto que aún lloraba en el suelo y sonrió. Le obligó a apartar su mano de los ojos y a que le mirase fijamente justo antes de acercarse a él para besarle. Fue un beso dulce y cariñoso, ni siquiera metió la lengua pero Naruto se sorprendió cuando lo recibió, no lo esperaba en absoluto, esperaba más bien una charla, un buen enfado y un castigo para el resto de su vida pero no un beso.

 

- ¿Por qué? – preguntó Naruto confuso.

 

- Porque me lo pediste y tú eres lo más importante en mi vida. Sigue estando mal, Naruto pero… admito que algunas veces no he podido verte como mi hijo. Has crecido, te has convertido en un ninja increíble y mis ojos… mis sentidos al completo te han deseado en algún momento. Nunca me atreví a decir nada, eras mi hijo, eres mi hijo, Naruto.

 

- No quiero serlo – dijo Naruto – sólo quiero ser tuyo para siempre… que me ames, quiero que te dejes amar.

 

- Te amaré, si dejas de ponerte en peligro. Ya perdí a tu madre, no quiero perderte a ti también, por favor… deja de ser tan impulsivo y de correr riesgos innecesarios.

 

- Lo haré – dijo sonriendo tomando a su padre de la nuca y acercándole a él para besarle de nuevo, esta vez profundizando el beso, colando su lengua en la boca de Minato y jugando ambos con sus lenguas.

 

Mucha gente en la villa iba a sorprenderse de aquello, incluso Minato se sorprendía a sí mismo de esto pero no podía negar el vínculo tan fuerte que compartían. Aquella noche cuando llegó el equipo de Naruto volvieron todos juntos a la aldea, aunque Kakashi se sorprendió de ver allí a su maestro, al mismo Hokage que había salido para ayudar a su hijo.

 

Minato ayudó a Naruto a sentarse en el sofá y fue a por el botiquín del aseo para ayudarle a curar las heridas que tenía. Tenía moratones y cortes por todo el cuerpo. Naruto trataba de hacerse el fuerte y no quejarse mientras Minato trataba de no sucumbir a sus más bajos instintos al ver lo seductor que podía ser su hijo hasta para quitarse una camiseta mostrando perfectamente su musculatura tensarse incitando al mayor.

 

Curó las heridas de Naruto como pudo y pasó a su fino rostro. Al pasar la gasa por el labio partido de Naruto éste no aguantó más y se quejó echándose hacia atrás un poco causando una sonrisa en Minato.

 

- Lo siento – le dijo Minato.

 

- No me ha dolido – dijo Naruto sonrojado fingiendo.

 

- ¿En serio? Porque yo sé cómo arreglar el dolor – le dijo acercándose a él lentamente.

 

- ¿Ah, sí? ¿Hay un sistema para que no duela? – preguntó inocentemente Naruto sin entender nada.

 

Minato sonrió aún más y se acercó a los labios de su hijo rozándolos con extrema delicadeza provocando a su hijo, llamándole con la sensualidad que sólo Minato sabía sacar, con esa perversión propia hasta que Naruto sin aguantar aquella lenta tortura agarró el labio inferior de su padre besándole con pasión pasando su mano tras su nuca, evitando así que su padre siguiera provocándole y jugando a ese molesto juego de “pillar al otro”.

 

Naruto disfrutaba de la boca del Hokage, disfrutaba uniendo una y otra vez su lengua a la de él dejando fluir finalmente todos los sentimientos que tantos años había guardado en secreto, dejando que su corazón se abriera enamorándose cada vez más de aquella persona que tenía delante y a la que prometió jamás herir, no podía aguantar ni una lágrima más de aquel ángel rubio que cuidaba de toda la villa. Naruto quería ser todo para aquel chico y por fin lo había conseguido tras soñarlo todas las noches, finalmente le tenía con él tal y como quería, enamorándole sin importar los lazos sanguíneos.

 

Minato al ver cómo su hijo volvía a tomar el control igual que aquella mañana, decidió hacer algo más de fuerza con su pecho hasta que le tumbó en el sofá colocándose encima, metiendo una de sus manos bajo el pantalón de su hijo tocando su miembro mientras la otra mano se centraba en sus pezones, todo sin dejar de jugar con su lengua, entrando y saliendo de la boca de aquel chico que empezaba a gemir haciendo realidad sus sueños más perversos.

 

Abrió el pantalón de Naruto con sutileza dejando ver la erección del menor y la tomó entre sus manos para lamer aquel miembro que lentamente despertaba.

 

- ¿Qué haces? – preguntó Naruto sonrojado al ver cómo su padre se metía su miembro en la boca.

 

- Shh – le dijo su padre igual que Naruto le había dicho aquella mañana – disfruta.

 

- Pero… tú eres el Hokage, no puedes rebajarte a algo así – dijo Naruto sin entender nada.

 

- Pero tú eres lo más importante, además… esto no es rebajarme, es hacerte disfrutar. Si no pudiera hacerlo sí que sería una deshonra para mí – dijo Minato – relájate, Naruto y disfruta, tú sólo… piensa en correrte.

 

- ¿Qué? – preguntó aún más alarmado y su padre sonrió continuando succionando su miembro creando más gemidos en un Naruto avergonzado que evitaba correrse a toda costa, no quería hacerlo en la boca de su padre.

 

El cuerpo de Naruto temblaba como nunca por el placer, sus gemidos eran imposibles de controlar y pese a su inmenso esfuerzo por contenerse, acabó derramándose en la sensual boca de su padre. Se incorporó corriendo para ver cómo goteaba por un lateral de aquellos labios parte de su semen y cómo los ojos azules de Minato le miraban con dulzura mientras se relamía y se limpiaba la esencia de su hijo.

 

- Yo… - intentó articular Naruto pero estaba absorto, ver así a su padre tan inocente bebiéndose su líquido le había vuelto loco.

 

- Tú… vas a ser mío – comentó Minato sonriendo dando la vuelta a Naruto e introduciendo sus húmedos dedos en la entrada de Naruto.

 

- Quiero… probar tu velocidad – le dijo Naruto sonrojado – siempre he deseado ver cuán rápido puedes llegar a ser.

 

- Mucho – dijo Minato sonriendo.

 

- Házmelo entonces, quiero volver a correrme contigo. Quiero que disfrutes de mi cuerpo.

 

- Tu cuerpo es simplemente perfecto – le dijo Minato entrando en él despacio – eres profundo, estrecho, placentero, suculento, eres increíblemente seductor y me excitas demasiado, es imposible no correrme en ti, sólo pienso en dejar toda mi esencia impregnada en ti. – le susurró al oído excitando a Naruto.

 

Ninguno de los dos podía dejar de gemir y pese a saber que era un peligroso juego y que la gente comentaría cosas raras de ellos… estaban más unidos que nunca, eran todo el uno para el otro y no podían ni querían tener que separarse. Naruto complacido como estaba y queriendo dar más placer a su padre, creó otra copia suya haciendo que acariciara el cuerpo de su padre dándole el doble de placer hasta que acabó corriéndose dentro de ese chico rubio que sentía como el líquido invadía con su calidez cada centímetro de su interior.

 

Los dos acabaron durmiendo en el sofá, con las cosas del botiquín por ahí tiradas, con una pequeña manta tapando a ambos y muy acurrucados el uno junto al otro dándose calor mutuo de sus cuerpos desnudos. Hoy… era el primer día de muchos en su nueva relación.

 

Fin


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