En otra vida.
Es verdad, que nuestro pasado nos persigue y en mi caso me condena, pero no hablo del pasado de esta vida sino de otra.
Tuve la fortuna de nacer en una familia real, aunque ustedes pensaran que detrás de ello hay grandes responsabilidades y peligros, pero hasta no cumplir los veintiuno a mi me deba lo mismo las responsabilidades. El reino de mis padres se encontraba rodeado mitad por una cadena de montañas empinadas y por un mar que era prácticamente imposible navegarlo, es que no pasaban dos días sin que una tormenta se manifestara, pero aun así amaba vivir aquí. Nuestro palacio estaba en un acantilado que siempre ame, nadie se acercaba a el como yo, que me sentaba a observar el mar embravecido.
Mi familia era conformada por mis padrea los reyes, mi hermano mayor Bogdan, Borislav el siguiente, mis cinco hermanas, que realmente no vale la pena nombrarlas porque vivían su mundo, preparándose para ser las mujeres de algún rey de un reino cercano. Bueno al final yo Blazh, si es un nombre muy patético ya que significa dulce, que era lo que menos me describía. Con solo catorce años sentía que este reino me quedaba pequeño, desde el palacio del cual nunca había salido, me parecía conocer todo el pueblo y el muelle, ya me era aburrido.
Yo era alguien bueno, trataba mayormente de no ser una molestia para mis padres ni para nadie, pero por tal razón pasaba la mayor parte del tiempo solo. Mi pasatiempo era la química, podía pasar horas y horas inventando pócimas, remedios, cualquier cosa que me distrajera de mi soledad.
Mi hermano Borislav era el mas cercano a mi, pero cuando cumplió la edad necesaria se lo llevaba de batalla en batalla, mas de una vez notando mi soledad me traía alguna chica de mi edad, pero a penas se iba yo la dejaba ir, realmente no me interesaban las mujeres, yo pensaba que mas adelante me casaría con una como era lo habitual, pero para pasar un rato, prefería que no.
Los días en aquel solitario palacio pasaban muy lentos, solo deseaba cumplir veintiuno, casarme y tener mi propio palacio, para salir a donde yo quisiera.
En aquel ultimo tiempo prefería estar encerrado en mi cuarto, debido a una pesadilla no podía dormir bien y me encontraba de mal humor.
Estaba sentado en el borde de la ventana mirando el pueblo.
-Príncipe ¿no va a salir hoy? Es un día muy agradable (comprendase esto como un día nublado y temperatura media)
-El día que haya sol saldré.
-Vamos príncipe, aproveche que no están sus padres, podría ir a dar un paseo al pueblo.
Me gire sorprendido por la idea, jamas nadie me había instado a desobedecer a mis padres. Era claro, una sirvienta nueva.
-Disculpa ¿te conozco?
-Oh claro que no-sonrió amable-Soy una nueva sirvienta...dulce príncipe
El que me llamara de esa forma no me molesto y aunque era la primera vez que alguien lo hacia me parecía familiar.-¿Como supones tu que saldré? El palacio esta rodeado de guardias y esta la orden de no dejarme salir.
-Bueno si usted lo desea puedo ayudarlo.
-¿Hablas en serio?
-Por supuesto dulce príncipe, sus deseos son ordenes para mi.
-Bien. Quiero hacerlo.
-A la atardecer cuando haya cambio de guardias juntemonos en el acantilado.
-Esta bien.
Podría jurarles que ese día se me hizo eterno. Cuando llegó el atardecer al cambio de guardia fui al acantilado.
Allí estaba la extraña mujer.
-Bien dime ¿como lo hago?
-Todo estará bien.
-¿No vendrás tu?
-Usted encontrara el camino-en eso me dio un empujón muy fuerte de manera tan sorpresiva que ni siquiera pude gritar, solo veía como cada ve me alejaba mas del borde, mire al cielo que ya aparecían estrellas y cerré mis ojos resignado a que iba a morir. Sentí el golpe del agua y luego como me rodeaba e iba cayendo, pero entonces sentí como algo me sujetaba. Ese algo me saco a la superficie haciéndome reaccionar, abrí mis ojos viendo a un chico de una extraña apariencia, me estaba sujetando por la cintura, por el miedo lo alejé, pero comencé a ahogarme.
-Tranquilo todo estará bien-se acercó a mi tomandome nuevamente de la cintura. Fue entonces que sentí algo extraño, fue como si su voz hubiera echo eco en mi alma y la hubiera calmado. Llegamos a la playa totalmente agotados por el esfuerzo.
El chico se recupero primero que mi y se puso de pie ofreciéndome su mano, yo acepte la ayuda y me levante. El chico era casi de mi porte, solo un poco mas grande, de cabello negro de apariencia sedosa a pesar de estar desordenado, sus ojos negros como dos cavidades infrahumanas y su piel pálida, casi blanca, sus labios morados, es como si hubiera estado mucho tiempo en el agua. Dio un par de pasos mirándome, yo embobado estaba quieto.
-¿Vendrás?-me preguntó ofreciendome su mano. Yo lentamente me acerque tomandosela, lo miré a los ojos y fue algo tan familiar, como si ya hubiera estado con aquel chico.
Comenzamos a caminar adentrándonos en el bosque, olvide por completo todas las leyendas, las historias de terror del bosque, todo por estar de la mano con ese extraño chico, el me hacia sentir seguro.
-¿Cual es tu nombre?-susurré
El se detuvo mirándome de manera triste, con algo de nostalgia, corrió un mechón de mi rostro delicadamente.
-Marshall, mi nombre es Marshall Lee.
Entonces sentí que mi corazón se quebró, desbordando una gran tristeza porque comencé a llorar desconsoladamente, no podía controlarme, tuve miedo entonces, pero Marshall me abrazó conteniendome, yo me aferre a el como si no hubiese nada mas en el mundo. Era como si mi alma lo hubiera buscado por mucho tiempo y al fin lo hubiera encontrado.