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Opportunity por mOny-san

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Notas del fanfic:

Los chicos no me pertenecen y asi~

Notas del capitulo:

Espero que les guste esto que escribi en un momento de depresion(?)

Nos vemos abajo y me pegan lo que quieran.

Primer encuentro.

 
No era por demás mencionar que estaba harto de todo lo que decían a mí alrededor. Estaba contento, sí, pero simplemente no podía hacerme a la idea de que finalmente el estuviera con alguien más que no fuera yo mismo. Yo sabía que su sonrisa no era sincera, que todo esto estaba hartándole a él también porque ambos sabíamos que no podíamos estar lejos uno del otro…
...

Recordaba con esmero aquella vez que sin más, había dicho todo lo que necesitaba, de golpe. Ambos habían quedado shockeados por la sorpresa reflejada en la cara del otro, pero que podían hacer, los sentimientos de ambos eran iguales uno del otro, mas sin en cambio uno lo tenía bastante claro y el otro aun con miedo negó rápidamente.

Por supuesto que el más alto no tenía la más mínima necesidad de pensar las cosas, lo había soltado a los cuatro vientos, en plena calle. El otro agradecía con desenfreno que la avenida estuviese despoblada por la hora, y vamos, que esto no podía tomárselo enserio si el otro estaba más que ebrio, y aunque sabía que el alcohol no le afectaba, trataba de hacerse a la idea que todo era una estupidez de un hombre borracho.

- ¡¿Acaso no te das cuenta en que circunstancias te encuentras?! – Elevo la voz - ¿Podrías decirme, porque carajos no aceptaste a que ninguno de nosotros te acompañara? –

El castaño estaba harto. Había sacado al otro de la tienda rápidamente antes de que comenzara a gritar dentro del establecimiento. Apretó el puente de su nariz con enojo, dejando que el otro terminara de decir lo que tuviera que reclamar.

- ¿Has terminado ya?

- Saga, estoy hablado enserio. – reclamo con cansancio. – Tú no tenías por qué venir solo. Pudiste pedirme que te acompaña…

- ¿Para qué? ¿Para qué estuvieras igual que ahora reclamando por lo mismo de siempre? – interrumpió.

Ambos se miraron con enojo. Por supuesto que no era la primera vez que discutían por una tontería como esta, pero para saga comenzaba a ser una molestia. Le quería mucho, tanto que incluso le asustaba pensar de esa manera, y aunque cada minuto que pasaban a solas era divertido, este tipo de momentos lo sacaban de quicio. El más alto no se retractaba de esa mirada que le daba a todo aquel que giraba a mirarles.

- Estoy contento de que te preocupes por mí. – Continuo – realmente les agradezco a todos ustedes, pero yo ya no soy un niño. Puedo ir y venir a donde me plazca.-

- Eso es lo que odio de ti.

- ¡¿Si tanto lo odias que carajos haces aquí?!

- Sabes uy bien porque lo hago.

- No me interesa saberlo…

El más alto agacho la cabeza.

¿Qué podía hacer al respecto? Quería abrazarle, decirle que le perdonara por hablarle de esa manera, que el también sentía lo mismo… Aunque no de la misma manera, el no podía, no debía pensar así, era, antinatural. Lo único que hizo fue pedirle que se fuera a casa y que razonara todo lo que había dicho y lo que había hecho, y que se repitiera en la cabeza que debía dejarle hacer su vida porque nada de esto le interesaba.

Y claro estaba que a Tora le dolía, le dolía tanto que se reía de sí mismo por estar enamorado de una persona como el, de aguantar todo lo que le dijera, de que le provocara uno celos que nunca antes había sentido por nadie.  Lo único que podía hacer era irse a casa y razonar que no podía volver a comportarse de esa manera, de crear un discurso para el día siguiente pedir disculpas como se debía. Estaba tan encerrado en ese sentimiento que no se daba cuenta que estaba haciendo todo lo que el otro le pedía.

Aun así, le amaba con una locura inimaginable.

Al día siguiente, después de no haber podido dormir lo suficiente, marcando una grandes ojeras en su rostro se presentó en el estudio. Gracias a los ángeles que la grabación no era con la banda si no, tenía una junta con Shou para ponerse de acuerdo como dúo que ahora formaban en su banda alterna.

- ¿Paso algo Amano?

- No realmente -  suspiro moviendo su cabello hacia atrás – Solo no podía dormir anoche. –

- Hmm…

El vocalista estaba atento a las palabras escritas en el papel que sostenía con la mano derecha. De reojo podía notar el ánimo de su amigo y compañero, vamos, que le conocía lo suficiente como para deducir desde cuándo, y como era que había comenzado con ese estado deprimente.

- ¿La persona que te gusta, aun no da su brazo a torcer?- pregunto sin interés.

- No sé qué más hacer.

- ¿Qué está pasando contigo Shinji? Tú eras de las personas de las que si se lo proponen lo pueden lograr. ¿Acaso ya no te tienes confianza? – El pelinegro negó con la cabeza.

- No es eso. – Suspiro – Solo que ya no sé qué hacer para no joderla como siempre.

- Estas perdido, amigo.

- Ya me comprenderás cuando estés como yo.

- No soy tan imbécil como para dejarme llevar como tú lo haces. – Elevo una ceja sin dejar de ver los papeles – Nadie puede ser igual de estúpido como lo son tú y Saga. Tan idiotas que no se dan cuenta de quienes le miran a su alrededor. –

Un escalofrió recorrió por todo el cuerpo del guitarrista, y no es que le diera miedo el que lo supieran, eso era algo que una vez más, no le importaba. Y bueno, era más que obvio que el vocal se diese cuenta de todo si era una persona demasiado observadora, a pesar de ese aspecto que tenía.

- ¿Crees que no me había dado cuenta que tu damisela es Saga? – Bufo riendo bajo - ¿Quieres un consejo de hermano? Ve y dile lo que sientes. Ambos son tal para cual. –

Y con eso, la charla de ambos finalizo al haber llegado un miembro del staff arruinando todo.
Tora seguía ido.



Segundo encuentro.

Sorpresivamente me encontraba con un hilo apretando mi garganta desde el interior. Sabía que era mi culpa el que Tora estuviera de aquella manera tan deplorable. Que sus espantosas ojeras destruyeran esa personalidad alegre y perfecta con la que siempre caminaba. No sabía que decirle, como podía acercarme si sabía que estaba en mi limite. Tenía la necesidad de abrazarlo, de tocar aquel masacrado  rostro, de dibujar sus labios con mis dedos, de besarle hasta quedarme sin aliento…


Estaba preocupado. Por más que le llamaba no le hacía caso, simplemente respondía con un “ah, sí, si” ¿Qué bedia hacer para llamar su atención? De verdad que necesitaba que por lo menos le preguntara: “¡¿con quién estuviste anoche que no respondiste a mi llamada?!” porque había recibido una llamada pero había optado por rechazarla presionando el botón rojo del teléfono de su casa. De eso habían pasado más de dos días, tres o cuatro tal vez.

-Shinji… - susurro una vez estando los demás fuera.

Había jalado al más alto hacia atrás regresándolo a la sala, arrastrándolo hasta el final del cuarto posicionándose frente a su cuerpo. La mirada que hizo Saga provoco que Tora se derritiera poco a poco, que le dieran tantas ganas de lanzarse sobre él aunque el castaño no correspondiera a ello.

- Discúlpame por no contestarte aquella vez. – Prosiguió – estaba algo ocupado, tuve visitas y no podía dejar de atenderles. – Tora negó sin decir una palabra. – Oye, ¿estás bien? –

- Me duele la garganta.

Saga abrió los ojos en señal de sorpresa al escuchar como aquella ronca voz picaba hasta en sus oídos. Tora sobaba su garganta desviando la mirada. Y es que él había tenido la culpa de que se encontrara tan mal. Había estado bebiendo y fumando por dos días seguidos y ahora su garganta estaba experimentando una sequedad y picazón insoportable. El castaño había casi salido disparado hacia su bolso y sacado unas pastillas mentoladas.

- Abre la boca.

Por supuesto que Tora obedeció rápidamente abriendo lentamente la boca, sintiendo el dedo de Saga quien le empujaba la pastilla lentamente entre sus labios. Ninguno estaba consciente de la cercanía o de cómo es que sus miradas se habían encontrado dejándolos atónitos. El pelinegro reacciono acercándose un poco más cuando la mano de Saga comenzaba a alejarse, tomándola y jalándolo hacia su cuerpo.

- ¿Shinji?...

- No lo soporto.

- ¿He? – la suavidad de sus voz hizo que Tora tragara saliva.

- Ya te has dado cuenta ¿verdad?

- ¿Q-Que?

- No quiero ser el único que sienta esto. – con lentitud, el pelinegro levanto el mentón del otro dejándolo a una distancia considerable como para terminar de volverse loco. Se acercó a tal grado que Saga comenzaba a flaquear, sintiendo la respiración de ambos – Me tienes loco – susurro – Tan enamorado de ti… – y sin más, Tora untaba sus labios mientras su estómago se estrujaba de felicidad.

Saga no podía creer que el otro lo estuviese diciendo directamente. Su cuerpo temblaba mientras correspondía despacio a ese beso tan cálido. Sentía el miedo en el otro y es que esos delgados labios se movían tan despacio con si tuviesen pavor a lastimarle, como si besara un dulce de esos que con el simple contacto se derretiría inmediatamente.

- Espera. – Le detuvo – Yo, yo no puedo hacer esto. – Saga se separó despacio – No debo. No podemos, somos hombres… -

- Pero yo…

- No quiero escucharlo. No quiero saberlo.

El sentimiento que se apodero en ambos fue indescribible. Saga salió rápidamente y Tora golpeo la pared a tal grado de sangrar sus nudillos. Temblaba de miedo, su cuerpo sudaba frio y es que nunca se imaginó que el rechazo le doliera a tanto como para sentir que el lugar comenzaba a hacerse más pequeño, a tener una ansiedad enorme y una desesperación terrorífica.

“Date por vencido” le repitió su cabeza por horas, tantas que comenzó a reír delante de todos dejándolos asustados.

La mañana siguiente era normal, soleada, con una ligera ventisca refrescante. Sus dedos llevaban un pequeño vendaje y al parecer no podría tocar el día de hoy porque comenzaba a resentir el golpe anterior. Al llegar a la compañía el primero que le miro preocupado fue el líder. Mordiéndose los labios mientras caminaba de un lado a otro. Shou corrió al verle salir del hospital. Para el pelinegro había sido una pérdida de tiempo el su amigo le llevase y se preocupara de mas, sinceramente odiaba ser una carga para los demás y bueno, el dolor que sentía en dos de sus dedos se lo tenía bien merecido.

- ¿Qué te ha dicho el medico? – pregunto preocupado.

- Con dos días de descanso estarán mejor.

- ¿De verdad?

- Pregúntaselo tú mismo si no me crees.

Ambos subieron al coche en el que habían llegado y maneando despacio, el vocal suspiraba. Estaba preocupado, no por la mano del otro si no, por esa lejana mirada que perdida se centraba fuera de la ventana. Sabía que si preguntaba el otro le contestaría con otra interrogante y no podría ser capaz de sacarle nada aunque quisiese. Suspiro despacio afligido.

-Lo he estado pensando toda la noche. – Shou giro rápidamente a mirarle cuando este comenzaba a hablar. – tal vez tenga razón. A la mejor no debo sentir esto que siento, no por i bien si no por el suyo. ¿Es patético que aun piense en su bienestar más que en el mío? – Rio mientras Shou negaba despacio, sin palabras – Lo quiero tanto que no sé qué hacer conmigo mismo para cumplir su capricho de no sentir esto que siento. –

Shou se limitó a seguir maneando mientras el otro agachaba su mirada. Le vio morder su labio tan fuertemente que comenzó a sangrar, le observo mientras sonreír distante, mientras dejaba salir unos suspiros que si no es porque le estuviera mirando pensaría que estaba destrozado llorando.

-…Tanto que dejare de sentir esto que siento.

A pesar de no haber escuchado la primera frase, Shou movió la cabeza afirmativamente. Ver a su amigo de esta manera no era tan normal, incluso no sabía que decir para hacerle sentir mejor. Estaba tan desesperado que su cabeza no le daba respuestas a una palabra para confortar al otro.

- Sé que no debemos, pero ¿podría tomarme una semana? – Pidió – Necesito tiempo para pensar un poco, además, así podre dejar que mis dedos descansen un poco. –

- ¿Estarás bien?

- No voy a morir por esto.

- Me preocupas. – Tora sonrió ante estas palabras.

- Estaré en casa de mis padres, no hay de que preocuparse. Solo, no lo digas a los demás.

Shou asintió dando el permiso y cambio de dirección el camino.


Tercer encuentro

Estaba nervioso, preocupado, intolerante a todo porque necesitaba una mínima pista de que estaba pasando a su alrededor. No podía salir corriendo a preguntar dónde estaba porque nadie le daría razón, porque a decir verdad nadie estaba consciente de donde podría estar ese estúpido guitarrista. Había estado pensando las cosas y había dado en el clavo que, incluso el pudiese tener un sentimiento más grande que los del pelinegro. Había querido aclarar las cosas pero cuando había llegado a la compañía no había rastro del otro. “No dijo a donde iría” escucho de los demás.

Con este, era el quinto día que no sabía nada, el quinto día que había estado hecho una mierda porque sabía que todo esto era su culpa. Al llegar a la compañía subió rápidamente el ascensor y se dirigió con la misma velocidad hacia su sala. Pero se detuvo en seco al escuchar voces dentro. Se paralizo su cuerpo y su corazón comenzó a latir con rapidez.

- Ya te lo dije. – Escucho decir a su vocal – está en casa de sus padres, llame hoy por la mañana con él y dice que está mucho mejor, pero aún estoy preocupado. –

- ¿Porque no lo dices a los demás? Incluso Nao esta más preocupado que tú.- hablo el guitarrista más bajo – no sé qué es lo que pasa, pero merecemos saberlo. – reclamo.

- No es asunto nuestro, y yo no puedo decir nada, lo prometí a Shinji.

Su corazón seguía latiendo, estaba contento de que el otro estuviera bien, de que nada de esto le hubiese afectado, que su mano ya estuviera mucho mejor y que las lágrimas que ahora estaba dejando salir tan lentamente, no las estuviera viendo. Salió casi corriendo al baño mientras tallaba su rostro con su antebrazo. Se sentía tan mal no por el otro, sino por sí mismo. ¿Acaso no era idiota? Claro que lo era. Viéndose ahora llorando porque no sabía qué hacer, hacia donde salir corriendo o que decirle cuando le viera.

Ese día no entro a la sala y se limitó a mandar un mensaje al líder pidiendo disculpas por su ausencia, inventando que no había despertado muy bien y que tenía un dolor de estómago terrible. El buen líder había aceptado pidiendo que se cuidara mucho y que descansara de igual manera.

Subió a su coche y disparado se dirigió a aquella dirección que sabía de memoria, tarde un largo rato en llegar pero una vez haberlo hecho estaciono perfectamente su carro y bajo con todos los nervios acumulados desde hace días. Trago saliva mientras presionaba el timbre.

- ¿Takashi? Que sorpresa – la voz ronca del padre de Shinji provoco una sonrisa sincera en sus labios.

- Perdón pero ¿se encuentra Shinji aquí?

- ¿Shinji? No, salió con su madre a hacer las compras. Pero pasa, pasa, no te quedes ahí.

- Esta bien, lo iré a buscar.

- Me alegro que vinieras – le detuvo con su voz – Shinji está un poco raro, pero supongo que tu visita le alegrara mucho. –

Saga asintió con una sonrisa. Era extraño que Tora dejara que sus padres supieran de sus problemas si lo que menos quería el guitarrista era preocuparlos. Se dirigió despacio por la calle mientras su mirada se distribuía hacia muchos lados buscándole. A pesar de que sabía a donde era la tienda que la mama del guitarrista frecuentaba, tenía esa necesidad de buscarle por todos lados. A la media hora de andar caminando y de no haberles encontrado en ninguna tienda, opto por regresar. Guardo unos minutos fuera de su coche hasta que se paralizo al ver como el otro con bolsas en ambas manos caminaba junto a aquella amable señora.

Tora tuvo que parpadear varias veces para aclarar su vista ¿era Saga? ¿Quién estaba fuera de su casa era la persona que no quería ver precisamente en estos momentos?

- Oh, Takashi, ¿qué te trae por aquí? – La señora había caminado más rápido y con una sonrisa se colocó frente al otro – Que agradable sorpresa. Pero pasa, no te quedes aquí. –

- Gracias, pero solo he venido a hablar con Shinji.

- Mama, ¿puedes entrar y dejarnos solos?

La señora bufo bajo, y es que como Saga o cualquiera de Alice Nine era como un segundo hijo para ellos. Aun así accedió, tomo sus bolsas y entro rápidamente no sin antes dar una palmadita en el brazo del guitarrista.

Saga sintió que su corazón se desbocaba, que con el simple hecho de verle sus preocupaciones desaparecían como el viento. Tuvo la intención de acercarse pero el otro le detuvo con la mirada. Estaba tan contento que no sabía cómo empezar a hablar sin que el otro no malinterpretara sus palabras. Quería dejar bien en claro sus sentimientos y aunque sabía que Tora los tenia claros, quería que estuviera seguro que el también sentía lo mismo. Que desde la primera vez que la mirada de Tora había cambiado cada que se trataba de él, cada que le hablaba, que le miraba, había entendido sin entender que le encantaba de maravilla que lo hiciera. Que cuando su voz había comenzado a ser más ligera cuando se trataba de él, le había vuelto loco. O como aquella ocasión en que saliendo de la compañía, lloviendo, Tora se había quitado su chaqueta y la había puesto sobre su cabeza para que no se mojara. O como aquella vez que le abrazo cuando no había nadie y sin más se habían besado.

Su felicidad se reflejaba.

- Shinji yo…

- No sé cómo supiste que estaría aquí, pero será mejor que te vayas.

- Pero...

- Tú fuiste el que lo pidió – interrumpió por segunda ocasión – Yo solo estoy tratando de hacerlo. –

- Yo no dije que no quería verte – hablo desesperado – Yo no dije que te fueras. –

- Eso lo decido yo, no tengo porque darte explicaciones de a dónde voy o que hago, tú mismo lo has dicho, a mí no debería de importarme lo que haces, entonces a ti no te importa lo que yo haga.

- Yo, estaba preocupado porque no…

- ¡¿Qué parte de no quiero verte no comprendes, maldición?!

Saga tuvo que aguantar de pie cuando el grito se escuchaba fuerte y claro. Tora simplemente había chasqueado los labios con frustración. A ambos les dolía esto, a Saga porque era obvio que Tora no quisiera verle y a Tora porque odiaba de sobremanera tratarle de esta manera. Su corazón se destrozaba, no solo el de uno sino el de ambos. Sus labios buscaron articular palabra pero nada salió de ellos. Saga camino rápidamente a la puerta del carro abriéndola y cerrándola rápidamente, encendiéndolo y acelerando sin mirarle. Tora se llevó una mano al rostro mientras que extendiendo la otra tenía la necesidad de alcanzar al castaño. Ambos lloraron, tanto, que no sabían cómo lograrían detener esas lagrimas tan dolorosas.

 

 

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Notas finales:

Espero les haya gustado. Estoy corrigiendo algunas faltas ortograficas que se me pasaron D:

Ya tengo en proseso el siguiente capitulo y pues ya me pondre al corriente con los otros :v

 

No olviden pasar por mi blog donde publico antes que aqui: http://only-littleobsession.blogspot.com/

Nos vemos pronto


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