Estaba ante él de nuevo. No me rendiría fácilmente.
¡Quiero un duelo!—le grité--¡No me iré hasta que me lo concedas! Te demostraré que no soy ningún improvisado—
¿De que me serviría? ¿Qué ganaría yo con esto, perro?—preguntó Kaiba sin darme importancia mientras ojeaba unos papeles en su despacho. Mokuba me había hecho pasar como su amigo que soy y no desperdiciaría esa ansiada oportunidad.
¡Yo, haría lo que sea si aceptas!—dije y esas fueron las palabras que marcaron mi destino para siempre.
¿En serio, perro?—preguntó el con su mirada ganadora que me hacía querer estrangularlo a la vez que me daba cuenta en que me había metido. Aunque no del todo.
Ven aquí entonces—me dijo él y yo me acerqué al escritorio no muy seguro de lo que quería—Ven a este lado—me dijo impaciente y yo me acerque algo inseguro de lo que en verdad querría Kaiba. En cuanto estuve a su alcance me haló y me puso contra el escritorio de espaldas a él. Temí una golpiza por un momento hasta que sentí sus manos bajarme el pantalón y por fin comprendí lo que quería.
¿Qué crees que…?—traté de preguntar sorprendido y agitado.
¿No dijiste que harías lo que sea por un duelo? Bueno, esto es lo que sea. Normalmente estoy muy atareado, mi médico me dijo que el sexo alivia el stress pero debido a la compañía no tengo el tiempo necesario para buscar compañía. De este modo ambos obtenemos lo que queremos. ¿No te parece razonable? ¿O es que ya estás asustado cachorrito?—preguntó Seto Kaiba sabiendo que me cabrea que me llame así.
Muy bien. ¡Un polvo por un duelo!—dije tratando de aparentar que en verdad no me incomodaba la situación.
Muy bien, un duelo por cada polvo—dijo él.
¿Por cada…?—pregunté atónito mientras mi corazón asustado galopaba.
Tengo mucho stress y estoy seguro que en un duelo no podrás vencerme—dijo el jactancioso de ojos azules riéndose de mí. Iba a quitarle esa sonrisa a como diera lugar.
De pronto me sorprendí de mí mismo estando en esa situación con ese tipo y me sorprendí de que ese creído se atreviera a ponerme en esa situación. Por un momento pensé ser el blanco de una broma cuando mi pantalón y bóxer fueron jalados hasta la rodilla y una de sus manos a tocar cierta zona de mi ser. Me asusté. Me asusté mucho por lo que iba a pasar pero no quería demostrarlo mientras el movimiento que el otro imprimía a mis caderas hacía que mi miembro rozase su escritorio y los papeles que sobre él estaban.
¡Kaiba! ¡Tus papeles!—le dije mientras mi camisa era desprendida y halada de modo que las mangas llegaran hasta los codos.
¡No tiene importancia!—dijo él con la respiración entre mi hombro derecho y mi cuello, sonaba como apresurado y pensé que tendría trabajo pendiente. Esos tipos siempre afanados con la oficina—Son copias sin importancia hechas para mi lectura únicamente—
De pronto un dedo se hundió entre las nalgas que exploraba y se me subieron los colores. Por suerte él no podía verlo. Intenté sacarme la camisa del todo pero al parecer a él no le gustó la idea.
¡Déjatela así y relájate!—dijo él mientras esta cubría aun parte de mi espalda y de pronto sentí sus dientes sobre mi piel, afilados y finos como los de un tiburón, dando pequeños mordiscos en mis omóplatos y dejando marcas por toda mi espalda. Para mi asombro eso no me disgustó sino que obró diferente en mí--¿Acaso es la primera vez que te lo hacen?—preguntó él. Podía oír como se reía de mí con esa frase.
¿Primera vez? ¿Yo? Pero si me he follado a unos cuantos—le digo con una autosuficiencia que no tengo para que ese idiota no se entere. La verdad jamás he follado con un tío pero ni de milagro quiero que él lo sepa aunque como es tu tipo tan inteligente y todo eso. Pero me esforzaré y él jamás se enterará.
¡Que bueno! Así que sabrás manejar lo que viene ahora. ¿No es así, perro?—me dice con cierto toque de malicia y me siento un tanto asustado. ¿Manejar? ¿Ahora?¿No se referirá a…?
Entonces algo duro y caliente se apodera de mi entrada y retengo la respiración—Para un tipo con experiencia como tú debe ser fácil soportar esto. ¿No es así Wheeler?
Empieza a embestirme, con ganas, con fuerza, mis manos buscan asideros pero el mueble es muy grande, está tocando… tocando algo en mi interior, mi boca esta abierta a más no poder y de pronto me encuentro disfrutando de eso.
El toma mis manos y las fija sobre el escritorio mientras me dice al oído—No te estoy escuchando gemir tan rápido como quisiera—
¿Qué le pasa a este hombre? ¿Ni en la cama deja de ladrar órdenes? Mis ojos están cerrados, descubro que no puedo abrirlos por el puro placer que provoca cada vez que llega a ese punto en mis entrañas al que jamás nadie había accedido.
Empiezo a gritar que “no” cuando siento que me voy a venir pero él lo malinterpreta.
Eso es, grita que “No”, cachorrito, es mejor cuando no lo deseas aunque te guste—me dice de nuevo al oído con su aliento en la base de mi cuello donde pega con mi transpiración pero es caliente por lo que me provoca otra sensación que puede hacer que me venga ahora, antes que él. Ignoro por que pero su voz me esta empezamdp a parecer sexy y no lo aguanto.
“¡Yo no soy gay!” Es mi último pensamiento antes de venirme.