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~My Sexy Maid; Spies in Trouble~ por MarLe514

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Notas del fanfic:

"Mi sexy sirvienta; espías en apuros"

 

Este nuevo proyecto tiene como fin salvar a la raza humana y erradicar la pobreza... Nah, ya hablando en serio, es puro entretenimiento. Espero que lo disfruten. 

Notas del capitulo:

 

Es la segunda temporada de la primera novela con el mismo nombre, tiene una línea de tiempo de diez años después, así que no es necesario leer la otra para entender esta. Pero, habrá leves menciones de la primera generación de personajes.

 

 

Enjoy <3

 

By: Alejandra

Provincia de Gangwon| Chuncheon

|Catorce de Octubre de 2019| 15: 30 horas.

 

— ¡Capitán, están respondiendo con fuego!

 

Y justo después de haber escuchado la voz entre grabada de su cabo al mando la detonación de una bomba estalló casi en sus oídos. Todos en la sala se miraron entre ellos, había solo enojo y preocupación en la mirada del capitán.

 

—¿Qué hacemo— La pregunta de uno de los cabos quedó en el aire.

 

El capitán tomo su casco y un arma tan grande como la dimensión de su brazo derecho.  

—No dejen a ninguno de esos malditos. Los quiero a todos y cada uno de ellos. — Y no necesitó decir algo más para que el gentío de soldados se abrieran paso haciendo ovaciones furiosas e histéricas.

Su grupo numeroso abandonó la base y salieron prácticamente a la batalla, el capitán apretó el gatillo tan rápido como su ojo detectó a su blanco.

 

¿Cómo había dejado que esto ocurriera?

 

¿Cómo habían permitido que se saliera de control?

 

La provincia de Gangwon había sido tomada por un cartel Ruso, que había perdido el maldito camino a casa, y se había atrevido a tomar a sus mujeres, a matar a sus hombres y a violar sus tierras sin un jodido propósito aparente.

 

Wu Han Qin, capitán de ese escuadrón no iba a dejar a uno solo suelto.

 

Guió a su equipo a la zona fuera de civiles y ametralló a todo aquel con ese maldito pañuelo rojo atado en el brazo izquierdo.

Rugió al sentir una bala traspasar su uniforme y rozarle el brazo. Sus oídos retumbaron en la detonación de otra granada.

 

— ¡Capitán! — Grito su cabo, resguardando perímetro.

 

Asintió y al cruzar por entre las casas ahora abandonadas, tomo la granada de piña y antes de que se detonara la aventó, haciendo volar a unos dos del cartel.

 

Había estudiado sus tatuajes, todos, y sin excepción portaban uno. Era el rostro a medias con llamas en las alas de un ave fénix. Si su memoria no fallaba pertenecía a un cartel del suroeste de Rusia: Renacer.

 

—Capitán, tenemos algo a las dos. — Escuchó desde su trasmisor.

 

—Lo tengo, proceda con precaución. — Soltó sus palabras raudas a la vista, pero con un tono único de preocupación. Ellos no eran simple ganado, ellos eran sus hombres, con familias, padres e hijos.

 

Siguió el camino, libre gracias a sus cabos y llego a una mina abarrotada. Su boca se abrió casi al momento de observar la enorme cantidad de mineral bruto.

 

El cartel había llegado, no de improviso, no de casualidad. Ellos sabían exactamente que hacer en ese lugar.

 

—Quiero un informe completo. — Dijo cortante, y los soldados asintieron.

 

—Esos malnacidos…— Dijo uno de ellos rechinando los dientes.

 

Han Qin sonrió casi fraternalmente. Ese chiquillo era toda una comedia, en realidad un chico revoltoso, pero confiable y noble.

—No es hora para eso, KiYong. — Reprendió con burla.

 

Todos rieron, incluso en un momento como ese.

 

El muchacho sonrió apenado y rascó su nuca. —Lo siento, capitán.

 

—Solo cubre mi espalda, chico.

 

En ese momento el grito de uno de los soldados de afuera de escuchó.

 

El suelo tembló, y el polvo se extendió.

 

Hicieron silencio absoluto.

 

Las bombas con censor se habían activado debido a un mal movimiento técnico de uno de sus hombres y el túnel estaba cayendo, piso a piso.

 

— ¡Demonios!

 

— ¡¿Capitán, que hacemos con todo esto?!

 

Han Qin lo pensó un segundo, aun con el techo viniéndosele encima. Esa era una prueba más que contundente del delito del cartel. ¿Lo dejaría hundirse simplemente?

Pero… ¿Y si le costaba más de una vida?

 

Ser el capitán, no era malditamente sencillo.

 

—Déjalo. Corre, ¡corre!

Y luego el techo se vino abajo.

.

.

.

—Mami, ¿dónde está papi? — Un pequeño de no más de diez años se acercó a su madre que miraba acongojada y con lágrimas en los ojos las noticias a la espera de alguna información.

 

La mujer tomo al infante en un abrazo reconfortante. —Sólo fue a comprar algo, cariño, ya volverá… ya volverá…— Dijo en la mujer intentando ser fuerte.

 

—Mami… ¿Por qué estas llorando?

 

—Mi amor, ¿quieres huevos con tocino? — Se puso de pie y fue a la cocina para secar sus lágrimas a escondidas.

 

El niño se sentía muy triste de ver a su madre así. Nunca la había visto tan infeliz por preparar huevos y tocino. Luego desvió su mirada a la TV que informaba el caótico momento en Gong won.

 

Escuchó a su madre sollozar y el niño corrió a la habitación de su progenitora, abrió cuidadosamente la puerta y tomo la fotografía de su papa. Era un hombre joven, con el uniforme de las fuerzas armadas. Acarició con sus pequeñas manos su rostro sobre el cristal.

— ¿Papi, que sucede como mamá?

 

 

En la cocina, Mei Li se abrazó a sí misma y chilló. — ¡Vuelve a casa, KiYong! Vuelve a casa con tu hijo…— Apoyó su espalda contra la alacena y se deslizó sin la fuerza para mantenerse en pie mientras el eco de las noticias fatales acerca de las perdidas en Gong won se oían.

.

.

.

 

Hizo una seña con sus dedos indicando a dos soldados de su equipo que lo cubrieran mientras el avanzaba hacia un pequeño bunker cerca del caos.

Su boca sangraba y su uniforme de oficial había perdido el color real debido al polvo de la primera explosión.

 

—Cúbreme la espalda. — Murmuró al soldado, y este sonrió como un niño.

Cuando recibió la confirmación, tiro del gatillo y de la boca del arma salieron disparadas treinta balas en cuestión de tres segundos, rompiendo la cerradura y dando una patada para abrir la puerta. En el interior había tres personas con los rostros cubiertos por una boquera, dos de ellos tenían la cabeza rapada y el que parecía el líder, tenía el cabello teñido de rojo.

Cuando los tres se pusieron en guardia apuntando con sus metralletas, Han Qin ya tenía a sus cabos ingresando por detrás y apuntando sus cabezas.

 

—i8;lk2;m3;l5;l0; k4;l9;km3; k4;k2;l9;! — ¡Jódanse todos ustedes! Bramó el calvo de ojos casi blancos ignorando la maldita pistola detrás de su cabeza y le disparó a uno de sus cabos.

 

Han Qin se lanzó al suelo evitando el tiroteo, y con la cara pegada a la mugrosa alfombra pudo ver casi en cámara lenta como la vida de su joven pupilo se largaba de su cuerpo con cada gota de sangre.

 

—Capi… capitán, lo siento… — Murmuró KiYong, como un lamento moribundo. ¿Qué edad tenía? ¿Veinte siete?

 

Cerró con fuerza los ojos y maldijo cuando volvió a la pelea. Empalaría a ese hijo de puta.

Dio un salto casi imposible en el que pateo la mesa en la cara del pelirrojo, cuando el desorbitado ruso batió a ambos lados para recobrarse, Han Qin le apunto justo en medio de las cejas.

 

No lo supo hasta entonces, pero era realmente el líder, ya que los dos rapados dejaron de luchar al momento en el que su líder fue apuntado con el arma.

 

Han Qin, miró de reojo sus pérdidas, habían superados los treinta hombres. Habían sido dos largas semanas de enfrentamientos entre su escuadrón y el cartel. Mordió con furia sus labios conteniendo sus ganas tremendas de volarle los sesos. Nadie lo sabría, a nadie en el país le interesaría si decoraba la puta alfombra con fluidos rusos. Pero, él era el capitán de la maldita misión, y no importaba cuanto quisiera vengar a sus hombres, él era la ley.

 

Casi le apuñaló con la mirada escrutadora, y no tembló cuando su índice froto el gatillo.

 

—Dile… a estas ratas… que si hacen otra cosa estúpida… Te meteré una bala por el culo. — Han Qin pronuncio tan lentamente como sus dientes castañantes le permitieron.

 

El pelirrojo le sonrió con sorna y arrogancia desmedida, pasó su lengua sobre sus dientes de oro. —k4;l6;k9;ll6;k8;k6;k2;km0;l9;n3; l7;lkl6;k6;l6;l3;km0;n. — Renacer para vencer, anciano hijo de puta. Y luego escupió en sus zapatos.

 

Han Qin no dudo en estamparle la cacha del arma en la cara.

 

.

.

.

 

|Una semana después| Seúl. Oficina de conferencias

 

—En otras informaciones, el Cartel Ruso: “Renacer para vencer” ha sido derrocado, gracias a la intervención eficaz del ejército.

 

—El ministro Oh Young Nam, dará unas palabras hacerca del atentado en Gongwon…

—Agradecemos la intervención de las fuerzas armadas de esta gran Nación…

 

Muchos de los reporteros informaban con una sonrisa victoriosa frente a sus respectivas cámaras

NNC, Central Plus, Seul Central. Todos los importantes noticieros habían asistido a esa conferencia de prensa.

 

Los jóvenes aspirantes a reporteros corrieron al frente cuando el ministro se hizo presente con sus respectivos guardias a cada lado.

 

Los flashes le segaron un momento pero supo prevalecer su sonrisa amable.

 

—Agradezco su presencia. — Mencionó en tono afable.

 

—Ministro Oh. ¿Qué puede decirnos acerca de la victoria de hace solo una semana? — Preguntó casi exasperada una periodista con el pin de: NNC.

 

Young Nam sonrió. —No diría que fue una victoria. Tuvimos perdidas, los ciudadanos de Gong won no podrán recuperase tan fácilmente…

 

—Pero se podría decir que fue un triunfo para nuestra fuerza armada. — Concluyó otro periodista. ¿Century News?

 

—Sé que los rusos tienen que ver en este asunto. ¿Qué hará con los prisioneros? — Replicó otro levantando su lapicera.

 

Young Nam negó. —Los extraditaremos, nuestra ley no aplica para los extranjeros. — Respondió con rapidez para que otra pregunta no sea lanzada. —En realidad, me gustaría que mi gran amigo y honorable Capitán de los detalles de este caso, ya que en teoría: si lo queremos llamar “Triunfo” él fue nuestro héroe.

 

Y tras una gama de aplausos, Han Qin se hizo presente con su respectivo traje.

—Yo responderé sus preguntas.

 

Una mujer desgreñada y furiosa se lanzó hacia el frente pero pronto fue retenida por los de seguridad, incluso mucho antes de que estuviera lo suficientemente cerca.

—¡¡Tú!! — Le apuntó con desdén. — ¡Lo conocías! ¡Mi esposo te admiraba! Murió por tu país, ¿esta gloria va a regresármelo? — Chilló saltándole una vena del cuello y con ojos inyectados. —Te ganaste una nueva medalla que colgar en tu uniforme. ¡KiYong, fue un buen soldado! ¿Qué recibo yo? ¿Su cuerpo y una carta de honor?

 

Han Qin detuvo a los guardias que la arrastraban fuera de la sala. —Espere. — Su tono de voz usual se suavizó. —Sí, conocí a KiYong. Yo lo vi morir, lamento esa falta tan grande de consideración, pero, no crea que no recuerdo a mis colegas. No piense que solo luzco estas medallas, y menos que no rezo por cada uno de ellos cada noche. El dio su vida por este país y su gente. Lamento su perdida. — Se quitó el sombrero y ella lloro en silencio.

 

La mujer asintió y su labio tembló. —Gracias… — Susurró antes de salir, por cuenta propia de la sala.

 

Young Nam se había mantenido al margen en todo momento. Su amigo tenía un enorme corazón.

 

—La fuerza armada, tiene bajo acato a Benduli Vlab, presunto líder del cartel “Renacer para vencer,” lo movilizaremos con los demás sobrevivientes en un bunker la mañana del sábado…— Hizo una pausa. —Me hubiese gustado mucho que sea juzgado bajo nuestras leyes, pero no será posible. Es todo.

 

—¡Disculpe!

 

—¡Ministro, que hará contra las represarías de los simpatizantes!

 

— ¡Es todo, la conferencia terminó! — Informó uno de los hombres vestido de negro y se llevó al ministro.

 

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Carretera 99| Seul — Aeropuerto|

 

En el Bunker dos suboficiales conversaban en la parte delantera, tan tranquilamente. Era el mismo protocolo de siempre. Tenían esposados de pies y manos a los terroristas en la capsula de atrás.

 

Nada extraño.

 

Nada fuera de lo normal.

 

—Y yo le dije: ¿Angelina Jolie o Megan Fox? — Contó con gracias el copiloto.

 

El que sostenía el timón viró los ojos exhausto del viaje y de su compañero. — ¿A quien eligió? — Preguntó resignado.

 

Pero el otro borro su sonrisa cuando miró al frente de la carretera. —¡¡Cuidado!!

 

En ese momento jaló el timón a la izquierda y las balas como lluvia de acero cayó sin duda contra el parabrisas. Los dos coches que los escoltaban habían volado justo tras ellos, piso el freno con tal ímpetu que la camioneta reforzada dio dos vueltas de campana. Los oficiales se agitaron dentro del vehículo cuando quedaron de cabeza.

 

El piloto había muerto, el otro sintió su costilla rota perforar su piel cuando intentó desatar su maldito cinturón. La maldita gasolina estaba derramándose como una cascada. Oyó los sonidos de unos pasos y desvió su vista a la boca de la metralleta.

 

El encubierto no había dudado en matarlo, caminó galantemente hacia la puerta trasera y la hizo abrir con ayuda de cuatro tipos encapuchados más.

 

Cuando comprobó su interior una mirada picara saltó de sus ojos, levantó su arma y con un silbido ordenó a sus hombres abrir fuego.

.

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.

 

Las noticas informan la matanza en la Carretera 99. Los presuntos miembros de un famoso Cartel Ruso fueron exterminados con la pérdida de un total de trece miembros de la fuerza.

 

En las pantallas se reflejó como se había visto la explosión y el perito de los cuerpos estaba desde un helicóptero, ya que las calles continúas habían sido cerradas debido al incidente.

 

—Esperamos respuesta de las autoridades, frente a este hecho— Justo en ese momento la TV fue desconectada.

 

—j9;m0;l6; ... l5;k l4;l6;k8;km0; k3;mm0;n. — Esto… no puede ser cierto.

.

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.

 

Organización Nacional de Gobierno Sur Coreano. ONG.

Presente| Quince de Marzo de 2023|

 

En una exuberante sala de juntas se encontraban los Masters y agentes más destacados de la Organización secreta.

 

Los pulcros asientos en grupo formaban una “u” frente a una enorme pantalla táctil.

 

—Como ya sabemos, el Dr. Oh Young Nam, ex ministro y candidato a la alcaldía, ha sufrido múltiples ataques de aspecto terrorista. — Explicó Leeteuk. —Este es un video obtenido desde una grabación en una conferencia, un disparo justo en el hombro. Afortunadamente se evacuó al doctor a tiempo.

 

El video se pauso y se repitió cuando la bala se estrelló en el hombro izquierdo del hombre.

 

— ¿Aun no tenemos a algún sospechoso? — preguntó un Master, que había anotado algunas cosas en su portátil.

 

— ¿Tal vez sea la contraparte? Sigue como candidato, digamos que tiene muchos detractores…— Sostuvo otra Master.

 

El Master superior de frondoso bigote, asintió hacia las imágenes mostradas en la pantalla. Le agradaba esa buena química de sus agentes.

 

Leeteuk sonrió.

 

—Estas son las imágenes del tercer y último atentado, fue obtenido por un francotirador de su guardia en un café. No tenemos más que, lo que sería un tatuaje en el hombro de este sujeto. — Amplió la imagen con sus dedos y mostró la garabateada imagen del presunto. —Conseguimos esta captura luego de que peritos nos la enviaran. Creo relacionar esta imagen con la de alguna mafia. — Acoto achinando los ojos para ver con más cuidado.

 

El revuelo de comentarios se abrió paso casi al instante.

 

—Creo que se trata de Japón. Siempre quieren causar más problemas de los necesarios.

 

— ¿No lo ven? ¡Es un águila! ¡Debe ser Canadá!

 

Pero todos desviaron sus miradas al pequeño alboroto que creció fuera de la puerta, para que luego esta se abriera de portazo.

 

—Ajam, hola a todos. — Dijo carraspeando, Yuri, la Master en jefe.

 

Dos de los agentes se miraron entre sí para luego virar los ojos.

 

Caminó hacia Leeteuk que se cruzó de brazos mirándola de pies a cabeza con esa sonrisa de suficiencia.

 

Ella observo a todos que la habían ignorado casi por completo, parlotear acerca del nuevo caso que azotaba la cuidad. Sopló su cerquillo y metió dos dedos en su boca silbando de forma tan fuerte que retumbó en las paredes.

 

Cuando por fin obtuvo su completa atención repartió de forma rápida y casi cómica unas carpetas.

 

— ¡Esto es imposible! — Retó Leeteuk al echarle un ojo a esos informes.

 

Yuri dio una patada voladora sobre su estómago antes de que pueda seguir hablando y lo mandó a sentar.

—Este trabajo — Dijo con una bonita y aterradora sonrisa. —Es para mis Juniors. 

 

 

 


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