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Ladrón por HakudiNN

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Notas del fanfic:

Familia cibernética preciosa de mi corazón de pasa arrugada!!!

Les traigo un one shot (¿?) de algo que soñé, o al menos imagenes aisaldas y fiuuum me dije: o escribes o la escribes, Hakudi

Y pues aquí está!

Aviso Parroquial: Familia pasé el examen para un curso e inicio mañana!!!! Bailemos con el baile del triunfo!!!!! Muchas gracias por sus buenas vibras y sus buenos deseos, de verdad gracias.!!!

Durante el mes que dure mi curso no podre actualizar nada, asi que me despido temporalmente pero volveré con nuevas noticias!!!!

Los quiero, familia!

Notas del capitulo:

Aqui traigo el fanfic y bueno espero que les guste!!

Sugerencias musicales inocentes: Rammstein (amo esa banda, que puedo hacer) sobre todo y al final Mein herz brennt en su versión piano!!!!!

Sin más a leer!!!

Por cierto: es un one.shot de mi personaje favorito: Matt.... pero déjenme saber de quien más :D!

Se removió debajo de las mantas, sintiendo la desagradable humedad pegarse a sus piernas. Gruñó y optó por sacarse los pantalones de pijama, botándolos a algún punto de su oscuro cuarto. El frescor se deslizó por su piel y, decidido a pasar una noche mucho más agradable, se desabotonó la camisola, respirando firmemente el aire caliente que se acumulaba en su habitación. Estaba considerando seriamente dormir desnudo.

Dio un par de vueltas más sobre el colchón, metió un brazo debajo de la almohada y se acomodó para esperar a Morfeo bajar de su paraíso para llevárselo lejos. Aspiró hondo, clavando los ojos en las figuras fantásticas que creaban su ropa y el amueblado de su habitación cuando apagaba las luces. Cuando era niño se asustaba con facilidad cuando creía que la sudadera de invierno y el escritorio había decidido fusionarse y convertirse en un horrible monstruo. Solo era un niño. Acostumbraba meterse debajo de las mantas, cubrirse la cara y asomarse de vez en vez hasta que el sueño le ganaba la batalla y se sobreponía al miedo.

Ahora creía que se trataba de una imaginación bastante productiva que se había estancado apenas descubrió los videojuegos y sus maravillosos portales a la ficción. Ahora, cada vez que Matt creía ver una forma escondida entre la penumbra se imaginaba sacando un sable luminoso de Star Wars y usarlo para decapitar al zombi. La etapa de temerle a la oscuridad y a los monstruos que lo vigilaban al dormir,  la superó con la edad y con sus deseos febriles por vivir él solo, y a pesar de que todavía no cumplía eso último, ya no estaba en casa de sus padres.

Matt contra los monstruos de la oscuridad, lástima que no podía hacer nada contra el asfixiante calor veraniego que se estancaba en su habitación, haciéndolo sudar debajo de las sábanas. Solamente le quedaba una opción: deshacerse de toda cobija, pateándola hasta el suelo y buscar la mejor posición sobre el colchón. Estaba a punto de dejarse vencer por el sueño cuando escuchó el inigualable sonido de la ventana al ser cerrada, se incorporó para echar una ojeada, su habitación estaba quieta, callada y a oscuras. Matt suspiró cansinamente, quizás el abuelo Quilish sufría de la misma oleada de calor que él y buscaba refrescar el ambiente con un poco de brisa nocturna, asentado eso, el muchacho volvió a recostarse.

Los párpados le pesaron hasta que los dejó cerrados. Transcurrió un momento de silencio antes de que los pasos ahogados por el pasillo lo obligaran a abrir los ojos. Se acomodó sobre los codos para mirar la puerta, pétrea. Silencio en el pasillo.

Matt entornó los ojos, Quilish no era de esos viejecitos que anduvieran por la casa a horas pesadas, de hecho…no recordaba haber oído el automóvil haber vuelto y estacionarse dentro del garaje. Se removió incómodo aunque pronto se convenció de que el residencial cobraba demasiado por la vigilancia como para que tuviera un motivo para preocuparse. Además no era un niño, mucho menos un adolescente, tenía dieciocho años…casi cumplidos. Con ese pensamiento en mente, Matt se tendió sobre el colchón. Aspiró hondo y cerró los ojos.

Oyó el ulular del viento, silbando contra la cortina. Giró sobre su otro hombro, clavando la mirada en el muro oriente, su ropa efectivamente seguía con su misma forma-aún en medio de la oscuridad-estaban también sus herramientas con las que reconstruía el motor de la  Suzuki negra de Mello.

Algo crujió afuera, Matt volvió la mirada incorporándose de golpe. Prestó atención, aguzando todos los sentidos para adivinar si quizás había alguien más en la casa. Se puso de pie con el mayor silencio que pudo, acercándose hasta la ventana, afuera todo se veía tranquilo, oscuro pero en calma (las luces de las lámparas se habían fundido). Obvió ese hecho pero no pasó por alto que no logró ver el auto de su primo a través de la ventanita del garaje. Quilish y Elle siempre volvían juntos del trabajo.

El chico se mordió los labios, un crujido proveniente de la casa le sacó un respingo. Tamborileó los dedos sobre sus muslos reconociendo su corazón latir con mayor frecuencia conforme se iba inquietando. Se debatió entre llamar con el móvil a la policía o simplemente salir a ver. Quizás era una de las andadas de su primo…No. Que va, ese hombre nunca tenía andadas. Por fin, ante el sonido de la perilla de una puerta abriéndose, Matt retrocedió sobre sus pasos, subiéndose a la cama para alcanzar alguna de las llaves de mecánico.

Un simple click lo detuvo al instante. No fue cualquier sonidillo que lo distrajera, oh no, ojalá así hubiera sido. Fue el ruidito que provoca un arma al ser cargada, lista para disparar.

Matt, todavía con la mano estirada hacia sus herramientas, volvió el rostro  hacia la puerta, encontrándose con la apenas distinguible silueta de…alguien. Apenas podía diferenciarlo de la oscuridad con toda esa indumentaria oscura: pantalones y sudadera con capucha negra. Su primer impulso fue pensar que estaba frente a un personaje de leyenda urbana o hasta una creepy pasta. ¿Jeff has venido por mí?

Aunque descartó esa idea. Pasó saliva al reconocer que el intruso le miraba desde algún punto oscuro debajo de esa capucha y que, toda la extensión del brazo forrado de negro, le amenazaba con un arma que seguramente apuntaba a su cabeza.

El corazón se le aceleró. Lo más sensato era demostrarle que no iba a poner resistencia mientras se dedicara a robar sus posesiones, así que alzó ambas manos, conciliador. El intruso ladeó la cabeza de forma extraña. Como un predador curioso con las acciones de su presa.

--No te muevas—oyó hablarle. Una voz grave, potente y ronca. Matt aspiró el aire caliente tratando de concentrarse en controlar los latidos de su corazón. Luego, hizo algo que en realidad consideró una locura: alcanzó la lámpara de noche y la encendió. A pesar de que la habitación se iluminó apenas, también explotó un pedazo de su colchón, llenándolo de su esponjoso contenido.

Matt contuvo el aire, mirando el agujero donde la bala se había encajado: en medio de sus piernas. Luego, alzó los ojos, el intruso usaba un arma con silenciador integrado, motivo por el cual lo único que se escuchó fue su corazón asustado. Y, aunque sonara ridículo, lo peor no era aquello sino que el ladrón llevaba un antifaz negro que cubría más de la mitad de su rostro, sobresaliendo un par de cuernos cosidos justo por la parte del frente. En medio de la sombra de la capucha apenas se distinguía su piel blanca. Unos labios finos y sellados en una mueca de frialdad.

--Levántate—le ordenó. Matt tragó saliva tardando un minuto en mover el cuerpo y deslizarse por el colchón. Lanzó una mirada fugaz a la ventana, esperando que algún vecino se asomara por casualidad… o si era mejor arrojarse. Comenzaba a sentirse en un peligro que lo sobrepasaba.

--Oye…vamos…--se atrevió a hablar, luchando para controlar su tono—No es para tanto—alzó las manos a los costados de la cabeza.

--Silencio—le dijo y Matt obedeció al instante. Vaya que el incentivo era bueno: el sujeto cargó el arma de nuevo. El intruso ladeó el rostro de nuevo, un sudor helado le recorrió la espalda y se sintió profundamente apabullado. Hasta entonces recordó que solamente llevaba puestos los boxers y la camisa abierta del pijama. Bien, al menos no se había desnudado para dormir…

El sujeto solamente lo miraba. Matt tragó saliva, percibiendo que las manos comenzaban a vibrarle, y, en vista de que nada ocurría decidió que era buen momento para abotonarse la camisa. El ladrón ladeó el arma como un aviso o al menos eso creyó Matt, por lo que, abandonó la idea y permaneció semidesnudo frente al sujeto. Luego de lo que pareció una eternidad, el ladrón disfrazado de demonio avanzó hacia él con pasos calmados, oscilando sobre una línea imaginaria. Matt se encogió en su sitio, retrocediendo al mismo tiempo que lo veía avanzar.

El miedo se desató entonces con toda su fuerza: si quisiera robar lo hubiese hecho…pero no. Ese sujeto buscaba algo más. Cerró los ojos, oyendo su pulso palpitar detrás de sus orejas y luego el frio metal se apoyó en su garganta. Le faltó el aire.

--Ábrelos.

Obedeció lentamente, consciente de que con un ligero movimiento de su pulgar, ese tipo lo podía mandar al otro mundo. De cerca la imagen que presentaba el intruso era todavía más espeluznante: el antifaz carecía de agujeros para observar, por tanto, era difícil ver el color de los ojos detrás de la malla negra cosida a la máscara. El cañón del arma se apoyó contra la piel de su cuello, bajando lentamente por la base de su garganta, presionando conforme dejaba una estela fría. Matt olía el metal y la pólvora estancada. La boca del arma siguió por su pecho, apartando la solapa de la camisa, dejando por completo al descubierto el torso del chico. Bajó por el abdomen, rasguñando la piel del vientre. A Matt se le erizó la piel, sudaba frío y comenzaba a hiperventilar.

Y además de asustado, furioso…estaba avergonzado.

El cañón se detuvo en sus boxers, presionando ligeramente. El chico cerró los puños, concentrándose en que solamente quería asustarlo y que, si soportaba lo suficiente no tendría que hacer una tontería (como golpearlo) y terminar muerto. Dio una calada honda de aire y disimuló su temblor. Luego, la mano enguantada libre voló hasta su nuca, atrayéndolo de forma brusca y obligándolo a caminar. El ladrón se hizo a un lado al empujarlo. Un nuevo escalofrío recorrió la espalda de Matt cuando el cañón se apoyó en su nuca, y con un empujoncito del arma lo obligó a andar.

Con pasos trémulos Matt avanzó hasta salir de su habitación, uniéndose a la oscuridad del pasillo, guiado por el demonio, siguió caminando hasta llegar a las escaleras, más de una ocasión se planteó echarse a correr (que importaba si salía en ropa interior) o en escabullirse. Sin embargo, sentía el frio metal enterrarse en su piel con cada paso: si intentaba correr iba a recibir un proyectil. El tipo se movía con el silencio propio de una sombra.

Bajaron por las escaleras, quebraron por el corredor a la izquierda y se detuvieron frente a la puerta del despacho de su primo.  Un nuevo empujoncito del arma le instó a que abriera la puerta. Adentro todo estaba sumido en penumbras como era de esperarse.

Sin que mediara otra orden de por medio, Matt se encaminó hacia el cuadro que camuflaba la caja fuerte de su primo. Si el tipo quería dinero, iba a dárselo. Matt estaba tratando de recobrar un poco de control para no olvidar la combinación cuando los dedos del sujeto atraparon su hombro, tirando de él con violencia para volverlo.

Hundió la garra en el brazo del chico y lo remolcó hasta el otro lado del despacho, arrojándolo contra una de las vitrinas repletas de libros, Matt se resintió el golpe y agradeció que el vidrio no se hubiera roto.

--Abre.

Matt se tragó su furia y asió la mano para abrir la puertecilla. Nada. Lo intentó de nuevo sin éxito. Su respiración se descontroló de nuevo ante la inminencia de lo que pasaría. ¿Por qué cojones su primo cerraría con llave  un simple librero?

--Dispárale—dijo apenas, tratando de mantener su vida.

Silencio total. Su corazón estaba bombeando con fuerza.

Su torso se estrelló contra el cristal de la vitrina, Matt iba a apartarse cuando el peso del otro sujeto lo aprisionó donde estaba. Sintió el pecho pegarse a su espalda, las piernas enredarse en las suyas y el arma pegarse a un costado.

La total humanidad del sujeto estaba pegada a él desde atrás. Quiso liberarse, el tipo inmovilizó su cabeza contra el cristal; Matt cerró los puños al sentirse acosado por la cadera del tipo.

Lo oyó aspirar junto a su cuello, su aliento caliente jugar contra su nuca. Se le erizó el vello.

--Ábrela—susurró contra su oído. Le recorrió un estremecimiento.

Los dedos del tipo abandonaron su cabeza para desliarse por su hombro, meterse entre él y el cristal, obligándolo a pegar el cuerpo al torso de su captor. La mano bajó por su abdomen hasta el borde de sus boxers.

Matt ahogó un gruñido y quiso escapar. El corazón se le estaba descontrolando, de la misma forma que su calma.

El tipo no parecía incómodo con la posición.

Pero para Matt … sus nervios estaban llegando a la exasperación.

El sujeto coló la mano dentro de los boxers.

--¡No sé cómo hacerlo!—gritó Matt, removiéndose para escapar.

Otra vez sintió la nariz del demonio aspirar su aroma. Se estremeció.

Cerró los ojos y luego, nada. Lo liberó.

Tardó unos segundos en comprender que se había despegado de él, abrió los ojos y se fijó en la llave que el tipo había introducido entre su piel y el resorte de su ropa interior.  La garganta le ardía

La sujetó con dedos temblorosos, y, sin atreverse a mirar atrás (porque sabía que seguía ahí) introdujo la llave en la cerradura, la giró y ¡lotería! El librero se abrió.

No puedo evitar preguntarse por qué el intruso tenía en su poder una llave que abría una de las vitrinas de su primo Elle.

--Yo…---trató de hablar, aunque su voz se oyó tremendamente sumisa. Odió eso.

Una mano de su captor lo aferró por el pijama, llevándolo contra el suelo. Matt alzó la cabeza, recibiendo por respuesta el cañón pegado a su frente. Pasó saliva.

El demonio parecía mirarlo desde su posición. Imponente enredó el metal en el cabello del muchacho, luego lo bajó por su mejilla, acariciándola y por fin, introduciéndola en la boca del chico, mientras apoyaba la culata en su propia entrepierna en una insinuación demasiado macabra para que el chico comprendiera lo que estaba dándole a entender.

Matt cerró los ojos, oyendo su respiración descontrolarse, su pulso ir y venir al punto del infarto. Tenía miedo.

--No te muevas—habló, luego extendió una mano para tomar un libro de la vitrina, abriéndolo y dejado caer a un costado un par de pastas gruesas. Se quedó con lo que había dentro: una especie de libreta negra.

Matt pegó la espalda al muro cuando el demonio se agachó a su altura, sacando de golpe el arma de su boca. El pulso se le volvió a precipitar en una carrera acelerada cuando se sentó a horcajadas sobre su regazo, presionando sobre su miembro.

Se le escapó un jadeo.

--Mi abrigo—habló el demonio, todavía sin apartar la amenaza de la cabeza de Matt—ábrelo—repitió con menos paciencia.

La mano del chico se acercó hasta el cierre de la sudadera negra, tirando del carrito. El tatuaje de un rosario le dio la bienvenida desde el torso del demonio, quien, metió entre su piel y la chamarra la libreta, ajustándola y ordenándole con un movimiento de mentón que Matt regresara el carrito a su sitio.

Se removió encima de él, causando que el chico apartara la mano y volviera a retroceder. El sujeto pesaba sobre su sexo, y oscilando como estaba haciéndolo, iba a haber un resultado biológico inminente.

Matt se encogió en su sitio.

El tipo pasó el arma por la sien del chico, invadiendo con la otra mano su pecho, apartando de sus hombros el pijama, dejándolo caer sobre la alfombra. Matt aspiró hondo, mirando a un rincón.

--Tus ojos…son verdes—le dijo al tiempo que se agachaba para rozar con la punta de su nariz (medio piel medio antifaz) su garganta, logrando que el muchacho vibrara. Siguió oliendo hasta su oreja, ladeando el camino por su mentón tenso, luego por los labios, rozándolos apenas lo suficiente como para que éstos se entreabriera con un ligero temblor.

Matt seguía empotrado contra el muro, sintiendo el hormigueo que le provocaba la piel del sujeto al rozarse. Un ligero cosquilleo que lo obligó a cerrar las manos en puños en un intento por alejarlo.

La pistola abandonó entonces la amenaza, despegándose de su piel, siendo sustituida por la otra mano del intruso, que se talló en su costado hasta rodear su cuerpo y atraerlo hacia sí.

Matt temblaba, rehuyendo el contacto hasta que el tipo sujetó su mentón para obligarlo a que lo mirara.

Su corazón le dolía contra el pecho. ¿Iba a besarlo?

--Me gusta…--dijo el demonio, con los labios rozando los suyos—como luces…cuando—presionó sus labios a los de Matt --…duermes…

Los ojos de Matt se abrieron de golpe. El aire le faltó de golpe y la habitación se volvió demasiado pequeña, asfixiante.

Le dedicó una sonrisa extraña antes de cubrirle los ojos con la mano que le sostenía por el mentón. Matt se sumió en una nueva oscuridad, recibiendo con un respingo el filo de los dientes del demonio sobre sus labios, presionando hasta que su piel cedió con un dolor vergonzoso y la sangre brotó.

Su corazón se desbocó ante el contacto. Cerró los ojos debajo de la palma. Y tras un segundo, dejo de sentirlo.

Abrió de golpe los ojos, sintiendo la humedad se su sangre resbalar por su barbilla.

Y estaba solo. Completamente solo en medio de la oscuridad.

Notas finales:

Gracias por leer, familia!!! :D!!!!!

RR??? Me gustaría saber su opinión y recibir sus tomatazos y claaaroooo diganme quien es el "demonio" perfecto!!!!!!

Bshosss

tronadhozzzzzzzz

y

triunfadorezzzzzzzzzzzzzzzzzzz


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