No he sido infeliz. Me doy por satisfecho. ¿Es acaso la forma en que empiezan las cartas de suicidio? Suena a eso aunque no es eso en lo que estoy pensando. Tal vez sea porque no estoy precisamente feliz este día.
Tal vez porque estoy recordando todo el pasado que vivimos juntos. Las noches de amarnos, lo intenso del deseo. No es que haya dejado de amarlo. No es a eso a lo que me refiero si bien que todo esto se mantuviera oculto tal vez menguó mis ganas de proseguirlo.
Antes no me importaba. Ambos éramos jóvenes y teníamos cada uno su meta. El veía su futuro brillante y se dedicaba a su empresa y a su hermano. Jamás lo critiqué por ello porque es lógico que se dedicara a esas cosas. Tampoco le pedí jamás que desvelara nuestro secreto y tampoco necesite tal cosa.
Pero creo que los tiempos cambian o mas bien yo he cambiado. Hace años que pasamos por esto. Viéndonos en un hotel cercano a la sede de KC por si fuera necesitado estar en seguida. Jamás salimos a pasear o comer juntos porque eso hubiera atraído la atención sobre nosotros.
Ni siquiera pasamos una noche entera juntos porque él no podía faltar a su casa y lo entendí. Era lo lógico. También soporté que en las fiestas de mis amigos me preguntaran si no tenía a alguien y yo debía contestar que no. Ellos se fueron preocupando con los años e intentaron varias veces que yo ligara con chicas buenas. Inclusive intentaron hacerme reencontrar con May pensando que ella era la dueña de mis desdichas.
En el pasado no me importaba porque en secreto lo tenía a él que llenaba mis noches. En el pasado no me importaba que se condolieran por mí por estar solo porque en verdad no lo estaba.
Pero últimamente…
…el fantasma de la soledad está tocando a mi puerta. Al salir y ver a las parejas tomadas de la mano, o simplemente comiendo juntas, cosa que jamás podré hacer con él como pareja en un restaurant me di cuenta de que he cambiado.
Ha de ser porque he llegado a los treinta y todos mis conocidos están casados, incluso Tea y Tris esperan un bebé en diciembre. Tal vez verme reflejado en ellos a esta edad me hace sentir que lo mío con Seto no va a ningún lado. Y me hace desear más para mí mismo.
Sé que nunca me engañó con lo que ofrecía. Siempre fue franco y directo y yo acepté sin reservas. Pero… ahora es diferente.
Ahora necesito más. Necesito algo que no puede darme.
Debemos seguir adelante por separado. Sé que pronto me lo propondría él si lo espero. De seguro él quiere un descendiente que lleve su apellido y que herede su nombre y está bien claro que yo no puedo dárselo.
La ambición ha marcado su vida fuertemente, es posible que ser un huérfano que se encargó toda la vida de proteger a su hermano y que cumplió los exigentes estándares de su padre adoptivo lo haya vuelto la persona que es. Es muy posible. Pero eso mismo tal vez es lo que más nos separa porque yo no soy de esa manera y con los años se volvería un escollo insalvable aunque siguiéramos juntos que no lo creo.
Por eso he decidido que hoy es el día de dejar todo eso atrás y de poner un punto y aparte a nuestra relación. Hoy que es justo mi cumpleaños. Siempre que nos vemos en esta fecha él tiene un regalo que no conoce pues se lo encargó a su secretaria para un hombre joven de negocios. Siempre resultan corbatas costosas o útiles de oficina de marca. Un I Phone. Nunca escogió un regalo para mí porque los tiempos no le dan. Tal vez tampoco siente que sea tan importante. Después de todo así es él, pienso mientras el elevador de vidrio sube por las afueras del hotel. Subimos por ascensores separados. El me manda por mensaje de texto el número de habitación. Solo dentro de ella tenemos contacto visual.
Golpeo a la puerta y un segundo después esta se abre. Él no me abre la puerta hacia atrás y me recibe. La costumbre es que solo abre el cerrojo y abre un poco con el pestillo para que yo me encargue del resto.
Entro a la habitación con mi traje negro casual que una vez me compré para ocasiones especiales. Estoy formal porque esto merece serlo. Él esta adentro con cara de cansado. Últimamente es frecuente verlo así.
Veo una pequeña caja sobre la mesa del recibidor de la lujosa habitación del piso 21. Las cortinas están descorridas para que ningún cameraman fizgon pueda vernos.
Tomo la cajita y le doy las gracias. Él me mira y entonces de no sé donde me sale el valor para decírselo. Tal vez porque lo medité hasta el cansancio. Tal vez porque es mi regalo de cumpleaños que entiendo que merezco.
¡Seto! ¡Quiero hablarte de algo serio!—su mirada choca con la mía—He estado pensando que es hora de un cambio—le digo y después de tales palabras siento el frío del final que me recorre.
¡Que bueno que lo dices porque yo he estado pensando en lo mismo!—dice él y no me sorprende tanto aunque si me angustia un poco que no haya demostrado antes lo que pensaba decirme. Tal vez se estaba preparando para decírmelo hoy. Tal vez esperaba que mi cumpleaños pasara para ser menos cruel. Como sea yo ya lo he dicho.
¡Bien! ¡Como ambos estamos de acuerdo es mejor dejarlo hasta aquí!—le digo y le ofrezco mi mano. Después de todo hemos compartido tanto estos doce años que lo mínimo sería terminar caballerosamente.
¿Qué dices?—me pregunta algo sorprendido. De seguro pensaba que tendríamos una ultima noche juntos pero yo no deseo eso. Mis fuerzas para alejarme me fallarían si vuelvo a estar con él. Todo sería más doloroso ahora que sé que él también esta decidido a seguir su vida sin mí.
¡Verás! Yugi y los demás me esperan para celebrar. Este año pienso ir mas temprano que de costumbre si no te importa. No veo la necesidad de seguir con esto a estas alturas. No creas que siento enojo o algo. Ambos supimos todo este tiempo que esto iba a pasar. La pregunta era el cuándo y el cuándo es hoy—le digo mientras siento que el corazón se me estruja de la tristeza.
Es cierto que la decisión fue mía pero el ver que esto se concreta me duele por lo que quiero irme con rapidez y no pensar más. Con el tiempo ambos encontraremos a personas con las que ser felices.
Tengo que convencerme de ello. Tal vez Seto ya la ha encontrado y es por eso que pensaba en esto.
¡Abre tu regalo!—me ordena el siempre mandamás.
¡Lo abriré en casa donde nadie lo vea! No te preocupes por ello. Gracias. Lo…--digo con un nudo en la garganta. De pronto me agarra del brazo. En verdad se ve un tanto desequilibrado.
¡Que lo abras!—me vuelve a ordenar llegando a ser molesto. ¿Por qué siempre tiene que portarse como un CEO? Pero entonces veo en su mirada algo que me turba. Es esa una mirada que no le conozco.
¿Por qué la urgencia? Yo…--le digo para que se tranquilice. Tal vez tomó o ha trabajado demasiado y dormido poco. A veces se comporta de forma rara cuando está muy estresado.
¡Abrelo!—insiste y yo lo hago para dejar la fiesta en paz.
Dentro de la cajita hay un fino anillo de hombre en oro. Tiene gravados alrededor. Debe ser de una exclusiva joyería. Tal vez cree que este anillo valioso es un buen recuerdo para que yo no me sienta mal por como acabó todo.
Es muy lindo. Te lo agra…--trato de decirle y es sincero. Es un lindo gesto de su parte aunque posiblemente lo eligiera su secretaria. Él corta lo que digo.
¡Es de compromiso!—me anuncia muy serio y me lo quedo viendo sin entender. Después de un segundo miro la joya. ¿De que me está hablando?—Como dije estaba pensando que lo nuestro debía cambiar. No tenía idea de que tú pensaras en terminar…--
Siento que el mundo da vueltas mientras apenas oigo sus palabras y al oír lo último lo miro y le digo—Pero tú… ¿No querías un heredero?—
¿Para qué? Mokuba heredará todo lo mío si algo me pasa y él se encargará del linaje familiar—me dice.
Me siento tan horrible. Mientras lo estoy terminando él me está proponiendo…
Creí que era lo que tú querías. Lo que tú esperabas—le digo—Nunca quisiste que lo nuestro. Pensé que no era tan importante ya. Que nunca seríamos una pareja. Que no teníamos un futuro—suelto el chorro de mis pensamientos.
Entiendo que lo creyeras. Por un tiempo fue así para mí pero creo que en algún momento cambió. Sabes que no soy bueno para estas cosas—me dice mientras se recarga en la mesita, observo que su mano se agarra fuerte del borde, como un estudiante que se prepara para confesarse con la chica que le gusta.
Sonrío. ¡Este condenado idiota! ¿Cómo puede hacerme sentir tan desdichado y tan feliz en cuestión de minutos? Me pongo el anillo. El no me ve porque está mirando al piso hacia un costado de la habitación. Debe sentirse paralizado por el hecho de que debe decir lo que siente y no sabe muy bien como hacerlo sin sonar como un idiota.
Me pego a él y le doy un beso largo de los que tanto disfrutamos ambos.
Luego me separo y mostrando el dedo de mi mano le digo—¡Tranquilo! Yo te amo—