¿DULCE O TRUCO? [HUNHAN] [VIÑETA] [HALLOWEEN]
Corremos por las calles de Seúl, perdidos en nuestras risas y embriagados por todo el dulce que habíamos comido durante el transcurso de todo el día. Al parecer hemos perdido a todos los demás, pues sólo te escucho a ti junto a mí, sin contar a las demás personas que están disfrazadas jugando en puerta en puerta al dulce o truco.
Dejamos de correr cuándo llegamos a una casa que se veía completamente terrorífica.
Sigo sin saber cómo es que al final me convenciste en salir hoy, en Halloween, disfrazado de un tipo de ángel sexy. Odio Halloween, y tú estás ahí, amándolo con tu alma, capturando las miradas de muchas chicas y algunos chicos gracias a tu disfraz de demonio que deja mucho a la imaginación.
Si fuera por mí, me hubiese quedado en casa viendo una maratón de películas de terror por ser 31 de Octubre; pero tenías que llegar tú a persuadirme en salir a disfrutar tu fecha favorita del año. Y yo, como siempre, me dejo llevar por lo que me dices, pues el amor que siento por ti no me hace pensar en lo que yo realmente quiero, ya que tu sonrisa es lo único que necesitas mostrarme para que yo acceda a todas tus peticiones.
Y, agh. Es irritante.
Me miras con aquellos ojos brillantes y rebosantes de promiscuidad. A tus cortos quince años no puedo creer lo juguetón que aún sigues siendo; pero, aquella lascivia que hay en tus ojos los puedo percibir desde kilómetros a la distancia. Y me asusta. Ni yo, a mis veinte años, he tenido ese tipo de mirada; o al menos eso creo.
Corres hacia la puerta de esa casa que al parecer está abandonada desde hace mucho tiempo y entras ahí; ahora entiendo el por qué me dirigiste esa mirada hace unos segundos. Suspiro con pesadez cuando entiendo que debo ir a buscarte. Camino a paso lento, a paso preventivo; nunca se sabe qué chico quiera intentar cualquier travesura gracias al hecho de que puede hacerlo por ser la noche de brujas, la noche en la que todos los niños son libres de hacer lo que quieren.
Miré la puerta frente a mí y con suavidad toqué la puerta malgastada de madera unas tres veces, cómo se dice en la web que se debe hacer en la noche de las almas y monstruos sedientos de sangre, retando a la santísima trinidad: padre, hijo y espíritu santo.
— ¿Dulce o truco? —dije avergonzado. Si alguno de mis amigos me llegase a ver aquí, en esta situación, me molestaría eternamente.
Escuché tu risa al otro lado de la puerta y luego ésta, se abrió.
Sentí cómo me tomabas fuertemente del brazo y me jalabas dentro de ese espeluznante lugar rodeado de oscuridad. Me acorralaste en una de las mohosas paredes y te acercaste a mí con lentitud, sentí tu aliento sobre mi rostro. A pesar de ser menor que yo, eres de mi misma estatura.
Sonreíste y mi interior se revolucionó como un caótico campo de mariposas.
— Truco —dijiste, y sin esperar mucho tiempo, me besaste.
Pero esto está mal.
Eres mi hermano menor.
Está completamente mal esta situación; sin embargo, para nuestra suerte, esto es sólo un truco de Halloween. Porque al final, me respondiste la pregunta que te hice.
Y entre dos opciones, elegiste hacerme un truco. Era la ley de este día; pues sólo se basaba en dos variantes.
Sonreí entre el beso, y simplemente me dejé llevar.
Al parecer no era el único que sentía al diablo adentro.
FIN.