Prologo:
Despertar.
Los primeros rayos de sol se asomaban por la ventana y un suave viento acariciaba las cortinas haciendo que estas bailasen de un lado a otro, poco a poco se iba iluminando la habitación con una luz dorada y cálida, y ahí estaba él, sentado en un rincón de la cama, recostando su espalda en la pared, lucia cansado, su piel pálida, las ojeras oscuras que reposaban bajo sus ojos, su aspecto dictaba que no había dormido esa noche, la mirada penetrante del general se había situado en un libro de color blanquecino, con sus hojas platinadas, y desgastadas por el paso del tiempo, titulado: “Loveless”, que, pese a aborrecer tal libro, este hacia aparecer la imagen de su amado pelirrojo, haciéndolo tener toda clase de pensamientos sobre él, desde pensamientos lascivos, hasta los más dulces y tiernos que podría imaginar.
Al cabo de un rato de pensamientos grises sobre su amado, frunció el seño y se incorporó de la cama, imponente y altivo, como era de esperar, sus hermosas y finas hebras de cabello platinadas se fundían espléndidamente con los rayos de la luz dorada que atravesaban la ventana, pese al agotamiento que tenía por no haber podido dormir, sus pasos eran firmes y fuertes, los de un altivo general; antes de salir de la habitación, miró de reojo nuevamente el libro, y salió con indiferencia de la habitación, ni sin antes formar una sonrisa ladeada en la comisura de sus labios.
Saliendo de la habitación, un agradable aroma llego hasta sus sentidos, atrayendo su atención. Casi hipnotizado por aquel exquisito olor cruzó con rapidez y agilidad el salón, si llegar a mostrar ni una pizca de afán, estando allí se percató de quien estaba haciendo deleitar sus sentidos, y sonriendo sutilmente pronunció:
-Angeal.
-Oh, Sephiroth ¿Eh? ¿Dormiste bien? –Contestó
-Estupendamente –Con indiferencia y frialdad mintió.
Su atención estaba fijada en lo que el moreno estaba cocinando, este se percató y soltó una leve carcajada.
-Ya va hombre, que todavía no está –Comentó con una sonrisa en el rostro.
-Hmph –Añadió este, volteando un poco el rostro y con una sonrisa amarga dibuja en él –Pues bien, me retiro.
-Bajaras para desayunar ¿no? –Aun manteniendo la sonrisa.
Sin siquiera mirarlo, levantó una de sus manos, signo de afirmación en el dialecto escaso del general, cuando se disponía a retirarse a su habitación nuevamente, se detuvo abruptamente frente a las escaleras, y sin subir ni un escalón, su mirada se fijó en un portarretrato grande de marco dorado, y elegantemente lustrado, tras el cristal limpio y libre de manchas , se encontraba una fotografía, en ella habían tres hombres, era un día nublado, a lo lejos se podía divisar una mansión grande, de aspecto lúgubre y viejo, rodeada con pinos, robles y demás, no muy lejos de ella, estaba los tres hombres, en el extremo izquierdo, había un hombre moreno y de cabellos oscuros, con los ojos azul verdoso y con una amplia sonrisa en el rostro, llevaba puesto el distintivo uniforme del SOLDADO, y con una enorme espada a sus espaldas, su brazo estaba situado en los hombros del hombre que estaba a su lado, a diferencia de este, su piel era blanca, ojos azul cielo, y cabellos rojizos difuminados con café, llevaba una chaqueta de cuero roja con hombreras negras, llevaba un suéter de cuello tortuga negro con dos cinturones en el pecho cruzados en forma de equis, pantalones negros ajustados y botas de correa negras, en sus manos, portaba un libro blanqueció de hojas plateadas levemente desgastadas, éste, a diferencia del de su lado, sonreía levemente, era una sonrisa cálida y cómoda, como si disfrutara plácidamente de la compañía de esos dos hombres, al extremo derecho, se encontraba el último hombre, recostado en un poste de madera, con sus brazos cruzados y con la cabeza hacia abajo, con los ojos cerrados y una sonrisa ladeada en sus labios, su piel era blanca, llegando a ser casi pálida, sus cabellos platinados caían a sus caderas, llevaba una capa negra con hombreras blancas, bajo ésta, se encontraba su pecho desnudo, con dos cinturones negros cruzados de igual forma a los del pelirrojo, pantalones negros ajustados y botas de correa negras también, Sin embargo la mirada de Sephiroth solo se situó al pelirrojo, con sus ojos delineaba cada fracción de éste, recordando todos los momentos que habían pasado juntos, incluso el de esa fotografía, una misión sin ninguna dificultad, que hasta le había parecido gracioso, que mandaran a los tres SOLDADOS de primera clase; pero la había disfrutado, después de todo, había pasado tiempo con Génesis, y también con Angeal, pero eso no tiene relevancia por ahora, su mirada se perdida recordando cada parte del pelirrojo, su voz, su risa, sus gritos de combate, las caras que hacía al estar feliz, cuando estaba emocionado, al degustar la comida de Angeal, cuando estaba triste, decaído, enojado, extrañado, divertido, todo, todas las expresiones le encantaban, y realmente deseaba ver las demás, cuando estaba excitado, acalorado entre su propio sudor, su cara suplicante al pedir más, y por supuesto su cara cuando llegara al clímax, su cara de orgasmo.
sucumbido en sus pensamientos, Sephiroth reaccionó unos segundos después, dándose cuenta que había perdido la noción del tiempo al imaginar las facciones que le gustan de su pelirrojo, al subir las escaleras, sus pies inconscientemente lo llevaron a una puerta blanca y con pequeños rayones café, evidencia del paso de los años, posó con inseguridad una de sus manos al pomo dorado de la puerta, y la abrió cautelosa y lentamente, entrando tras de sí la puerta se cerró, suave e inaudiblemente, el cuarto no era muy grande, tenía un ventanal lo suficientemente grande como para divisar el paisaje completo de el bosque tras su cristal, que estaba tapado con una cortina oscura que no hacia ningún movimiento a la ausencia de viento, había una estantería de libros, con una par de sillones cafés a sus lados, con una pequeña mesa de madera frente a ellos, donde reposaban varios libros y una taza de café inexistente, a los costados se encontraba una cómoda, y mesas de noche, con lámparas apagadas sobre ellas, un armario café oscuro a l otro extremo de la habitación, y, frente al ventanal se encontraba una cama, semidoble, con sabanas blancas, levemente desordenadas; en las almohadas descansaba una cabellera rojiza con un tono de café, y al no poder divisar al la persona que yacía allí, Sephiroth se acerco al las cortinas y las abrió un poco, para evitar que se despertara, al poder ver mejor, se acerco a la cama y agachándose hasta llegar a la altura del pelirrojo, examino con detalle el rostro de éste, mirando sus ojos cerrados, con cortos cabellos en ellos, sus labios rojizos entreabiertos, ver la cara inocente de Génesis cuando dormía, le hacían sentir pequeñas cosquillas en su entrepierna, se acercó un poco más al rostro de Génesis, rosando sus labios con los cabellos de su frente, le regaló un dulce beso, en son de protección.
Sus instintos le gritaban que lo hiciera suyo en ese lugar, que lo tomara por la fuerza, penetrándolo de forma salvaje y lasciva, haciéndolo gemir y gritar su nombre una y otra vez, hasta quedar ronco, hacerlo pedir más y más, y ver la cara al llegar al clímax juntos, pero, si Sephiroth solo quisiera sexo, ya lo habría hecho hace algún tiempo, lo que en realidad el general desea, era ganarse el amor y aprecio de Génesis, que sólo lo mirara a él, quería brindarle protección, amor y cariño, por supuesto recibiendo también de él, y nuevamente haciendo caso omiso a su cordura, se dejó llevar por su instinto, y nuevamente depositó un dulce beso en Génesis, esta vez, en sus labios, tomando su mentón levantándolo suavemente hacia él, aprovechando que sus labios estaban entreabiertos, se abrió paso de entre a estos, explorando detenidamente cada parte de la boca de Génesis, intentando recordar cada sabor de ésta, jugueteando con la lengua de Génesis, le causaba un sentimiento indescriptible, haciéndole cosquillear la entrepierna, nuevamente sus instintos tomaron el control, e involuntariamente sus manos empezaron a tocar todo el cuerpo, desde la punta de los pies, subiendo por sus piernas, haciendo una fugaz parada en su entrepierna, subiendo por el abdomen, el pecho hasta llegar a su cuello, bajando por su hombro, hasta llegar a su mano, y entrelazando sus dedos con los de Génesis, el beso se intensificaba, lamiendo, succionando suavemente sus labios, mordiéndolos y volviendo a entrar, cada vez con más fuerzas, esto podría haber durado un poco más, de no ser porque Génesis se estremeció, asustando fuertemente a Sephiroth quien de un solo brinco, saltó lejos de él, con el ritmo cardiaca sumamente acelerado, y al ver que Génesis nuevamente caía dormido, un suave suspiro de alivio se escapó de los labios del general, mientras posaba uno de sus finos y largos dedos sobre sus labios, y dejó salir una sonrisa victoriosa, que hace unos segundos amenazaba con salir; cerrando firmemente su puño miró con determinación al pelirrojo.
-Lo he decidido, serás mío, Génesis. –Susurró, casi ronroneando, mientras frotaba suavemente la rosada mejilla de Génesis.
Sin más, salió de la habitación, la sonrisa de victoria se había borrado, como si nunca hubiera estado ahí, le regaló una última mirada, delineando con los ojos todos los lugares que habían tocado sus manos, unos minutos atrás, y sonriendo para si mismo, suspiró y se retiró de la habitación del pelirrojo.