Que ¿qué tengo?, que ¿qué me ocurre?, estas y otras parecidas han sido las preguntas que has formulado con un tono preocupado los últimos días, contesto que nada y tú no pareces convencido, y la verdad ni yo lo estoy.
Me escondo detrás de una sola palabra “nada”, y puede que tenga algo de razón si le agregamos unas cuantas dejando un “nada que quiera que sepas” y no es porque quiera excluirte de mi vida, no es que no quiera contarte mis pesares, al contrario, me temo que ahora quiero que formes parte de ella, sería feliz de contarte cada cosa que ocurre en ella para así tener una excusa y poder a tu lado estar más tiempo.
Me has visto pensativo y lo has malinterpretado, has creído que no estoy a gusto, que de alguna forma me siento decepcionada al estar a tu lado y no sé qué tantas cosas más han pasado por tu cabeza; quisiera borrarlas, que te dieras cuenta que no son ciertas, pero no encuentro la manera de hacer que te des cuenta de la verdad, por más que busco no encuentro la forma de que comprendas lo equivocado que estas sin decirte la verdad.
Has notado como niego suavemente con la cabeza al estar junto a ti creyendo que es porque de alguna forma me arrepiento de aceptar encontrarme contigo más de lo necesario, piensas que preferiría irme de ahí, alejarme, y no sé cuanta cosa más…
Te había dado largas diciendo que luego te diría, hasta que llegó el momento que no supe cómo evitarlo y tuve que decirte, solo que omití la parte más importante, aquella con la que comprenderías todo, perdóname por ocultártela y llenarte de confusión pero simplemente no puedo, no quiero decirla, no aun, me da miedo…
Dije que era que ahora yo era la mala del cuento para alguien, que sabía lo que la otra persona sufría o sufriría por mi culpa, ya que en una ocasión había pasado por ese dolor; dije eso porque eso era lo que sabia y creía, no dije la razón, ni quien era la otra persona, tal vez lo dedujiste, tal vez no.
Pero no puedo más, no puedo, temo que entre más me guarde esto mas crezca, y es que por más que lo intente no pude evitarlo, venciste todas mis resistencias tan rápido, tan fácil, cosa que otros han intentado desde tiempo atrás y no han conseguido, lo has hecho sin siquiera intentarlo.
No hiso falta mucho, solo platicas infinitas, cosas hermosamente alagadoras que me llegaron al corazón, detalles no precisamente tangibles, pero aun así demasiado bellos, tiempo a tu lado, oír tu voz, sentir tus cálidas manos alrededor de las mías, cálidos abrazos…
Simplemente por más que intenté no pude, comencé a enamorarme, y créeme que me resistí, y es que no hace mucho terminaste una relación que sé era muy importante para ti, una ruptura por la que sufrías aun hasta hace una semana, me acerque a ti desde de hace aproximadamente dos semanas porque no me gustaba verte así, tan decaído, tan vacio, tan roto, tan destrozado, quería estar ahí como un amigo para apoyarte, quería que sintieras la confianza de que podías contar conmigo, quería verte sonreír como antes, que te siguieras notando por la alegría que transmitías hacia un tiempo.
Pero, no sé qué pasó ni cuando ocurrió, tal vez en ese viaje que tuvimos que hacer juntos en ese autobús donde no conocíamos a nadie más, en ese autobús que no era el que nos correspondía donde teníamos ya pensado con quienes compartiríamos viaje, pero por cosas de desorganización o tal vez de la vida, destino o algo más poderoso ambos subimos al ser los rezagados, al habernos abandonado a nuestra suerte mi amiga y por quien llorabas; solo sé que fue un viaje maravilloso al poder estar sentado a tu lado, al poder acariciar tu rostro, al recibir esos abrazos que me proporcionaste, algo me hace pensar que fuese quien fuese con quien fueras hubieras actuado igual, pues tú tratas de manera linda a las personas en general, ese pensamiento duele, me destroza, pero siento que es la verdad.
Trate de mantener los pies en la tierra y no ilusionarme, no alejarme de la realidad, que en tu pensar no estaba yo, si no aquella a la que se notaba que tanto querías, pero no pude, no con las palabras que dijiste después, aquellas que el corazón se creyó por más que la razón dijera que no eran verdad.
Ahora estoy aquí escribiendo todo esto como si algún día te fuese a llegar, aquí estoy plasmando lo que no me atrevo a decir, escribo aun sabiendo que guardare estas hojas ocultándolas de ti, lamento no decirte la verdad, lo que realmente siento por ti, no decirte que aquella vez que el suave tacto de tus labios toco los míos sentí que nada importaba, que lo único que quería era seguir así por toda la eternidad, lamento terminar ese momento al dejar que la razón dominara dentro de mí.
Pero tengo miedo, miedo de que todo sea una falsa ilusión, de que duela la caída que sufriré, miedo de que lo que digas sea mentira, que ese beso realmente para ti no haya significado nada, siento que no serias capaz de hacerme eso, no conscientemente, pero mi temor se basa en que siento que aun la quieres, que quisieras fuera ella con quien hubieras compartido esos momentos, que en cuanto te diga lo que siento se caerá la venda de tus ojos y te darás cuenta de la verdad, de que para ti fue, es y será ella solamente.
Con probar tus labios una vez fue suficiente para desear sentirlos todo el tiempo, y eso es algo que me mata, pues no soy capaz de buscar más porque este estúpido miedo no me deja, tal vez debería arriesgarme y dejar de auto consumirme, pero prefiero ser un masoquista con todos estos pensamientos que ser un suicida que se lance a un precipicio del que desconozca el cruel fondo.