The Door. [EunHae] [Drabble] [Halloween].
DongHae, apenas se bajó del auto, miró a su alrededor, asustado y confundido.
Miraba hacia su casa como si esta fuera la cosa más interesante del mundo. Simplemente no podía dar crédito a lo que estaba observando.
Comenzó a caminar a paso lento, alerta. Nada lograría tomarlo por sorpresa. Nada.
La decoración de Halloween que tenía en su casa la hacía resaltar mucho más que cualquier otra de su vecindario; pues él era uno de esos amantes obsesionados con la noche de brujas, y no le daba vergüenza demostrarlo.
Se detuvo cuando estaba a menos de un metro de distancia de la puerta. Con cuidado, la empujó levemente, afirmando toda sospecha que él ya había hecho antes. Estaba abierta.
Un alarido de miedo recorrió su garganta pero no salió por su boca, lo retuvo, por si acaso. Quizás alguien hubiese entrado y lo estaría esperando. Quizás con un cuchillo en mano. O quizás, con un arma de fuego debajo de los pantalones. No lo sabía.
Entró con lentitud, y aquel aroma peculiar de su esposo EunHyuk, invadió sus fosas nasales. El olor era fétido y asqueroso, no pudo evitar hacer una mueca. Pensó en que debería hacer algo con ese hedor, y pronto.
Abrió los ojos de sobremanera cuando por su mente cruzó la probabilidad de que a su esposo le hubiese sucedido algo. Cerró la puerta con rapidez y miró entre la oscuridad todos los rincones de su casa que él conocía de memoria. No había nada extraño, absolutamente nada. Todo estaba en su lugar, tal y como él lo había dejado antes de salir de casa esa mañana.
Quería suspirar con alivio, pero no lo hizo; primero tenía que cerciorarse de que su esposo estaba bien, que lo estuviese esperando como siempre en su enorme cama.
Subió las escaleras, esta vez ya un poco más relajado. Si alguien había entrado en su casa, probablemente ya se hubiera ido. Caminó por el pasillo que conducía a su habitación y abrió la puerta. Allí el olor era mucho más fuerte, así que sonrió.
Su esposo estaba bien, estaba ahí, dónde debe de estar.
Encendió la luz y se quedó un momento admirándolo. Para él, EunHyuk era una obra de arte, así como estaba. Tenía una expresión de horror en su rostro que hasta ese momento no se le había quitado, su piel no tenía color alguno y sus ojos sin vida le fascinaban. La sangre seca y coagulada aún estaba en las sábanas. Podía recordar perfectamente la sensación de calidez que le provocó sentir la sangre del rubio en su piel desnuda, muy cerca del orgasmo.
Volvió a apagar la luz. Debatiéndose mentalmente el por qué la puerta estaba abierta cuándo llegó. Si nadie había entrado, entonces sólo pudo haber sido una cosa; algo tan improbable e imposible para él, que le dio gracia.
DongHae, había dejado la puerta abierta.
Se rió un poco. Sorprendido, hasta a él le podía ocurrir ese tipo de cosas.
FIN.