Y cada vez que lo miraba, el suspiraba profundamente.
Muy en silencio. Como siempre.Por su mente solo pasaba la palabra “te amo”.
Miraba detenidamente a aquel hombre de “increíble belleza”, aquel Dios encarnado, intentando acallar esa voz en su interior que gritaba: “TE AMO”. Luchando contra el impulso de abrazarlo y besarlo, solo para poder apreciar mejor a aquella divinidad.
Observaba su rostro. Sus pestañas alargadas que lo hacían lucir mas sensual pero infantil de lo habitual. Esos ojos color negro oscuro que no dejaban de mirarlo fijamente y hacerlo sentir “graciosamente”. . . bien. Su perfecto cabello color negro. Sus mejillas coloradas, de un color rosado al igual que sus delgados y finos labios, que, “resaltaban” con algún brillo natural y no dejaban de provocar que mas de un hombre (y ocasionalmente mujeres) desease el plantarle un beso a tan hermosa "bestia".
Bajo la mirada. Bajo por su exquisito cuello. Lo admiro. Sin más, se lleno de un gran deseo y una enorme excitación. Quería besar y morder ese cuello tan bellamente escondido en su usual chaleco deportivo. El olor de su perfume natural solo lo incitaba más. En secreto, el siempre había querido probar aunque fuese un poco de la sangre de ese cuello. Curiosamente, el no quería lastimarlo.
Casi instintivamente continúo bajando hacia sus pectorales. Antes, miró esa playera color
verde bajo su chaleo, aquella que cubría su desnudes, recordando aquel deleitable abdomen bien formado, que muy pocos habían tenido la oportunidad de mirar. En su rostro se dibujaba una sonrisa de felicidad. En su mente recordaba aquella imagen suya en la que tocaba con total suavidad su pecho y miraba atentamente como se endurecían sus pezones de aquel "genio del esfuerzo". Recordó su piel blanca que solo podía ser admirada bajo su ropa y la suavidad de su piel. Oh! Esa piel… tan tersa y tan suave….
Parpadeo y volvió en si, sin darse cuenta, siquiera, de que aun bajaba la mirada tan cuidadosa y naturalmente, evidentemente para ver sus piernas. Al igual que con la parte superior de su cuerpo el seguía embelesado. Pero al estar cubiertas por el estorboso pantalón que el llevaba solo pudo encontrar confort en sus recuerdos. Visualizaba sus piernas, que, aunque eran muy largas no carecían de forma o de sensualidad. Acompañadas por un trasero que parecía haber sido diseñado, esculpido si prefieres. Sencillamente hermoso.
El era un Dios por completo. Perfecto de pies a cabeza. Realmente no hay forma de describir tan asombrosa belleza, que, haría palidecer a cualquier otra "diosa". Tenia suerte de estar frente a el.
El estaba completamente perdido en esa belleza infinita. En su mirada se veía sus sentimientos hacia el. Se podía notar que lo deseaba con gran intensidad.
De repente oyó algo.
-¡Gaara! –grito, el – ¿Qué te pasa? ¿Estas bien? ¿No me pusiste atención, verdad?
Rápidamente él levanto la cabeza y dijo:-Perdóname, Lee, es que me perdí en tu belleza.-
-!No exageres! – contesto, el mientras fruncía el seño, provocando que sus abundantes cejas casi se vieran como una sola - ¿Qué pensabas?-
- En lo hermoso que eres-
-¡Ah! No mientas-.
-¿Fin?