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Baloncesto callejero por Fullbuster

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El despertador sonó a las seis de la mañana y ambos chicos abrieron los ojos como platos mirándose unos segundos antes de salir corriendo de la cama empezando su propia competición para ver quién acababa antes de arreglarse. Aomine salió por el pasillo lavándose los dientes mientras se colocaba un pantalón. Akashi al verle por el pasillo en calzoncillos sonrió y acercándose a él cogió su miembro empotrándole contra la pared lamiendo su cuello.

 

- ¿Tenemos tiempo para esto? – le preguntó Aomine con cierta ironía.

 

- Déjame comprobar sólo una cosa – le dijo Akashi sonriendo con cierta perversión tocando su trasero, metiendo ligeramente un dedo en su interior – seguro que tu trasero aún está lleno de mi esperma, lo tendrás dentro unos cuantos días pero tranquilo… esta noche repetiremos, quiero que siempre esté bien satisfecho y lleno de mí – le comentó mordiéndole el lóbulo de la oreja.

 

- Eres un pervertido maniático – le sonrió Aomine – esta noche me toca a mí. Seré el próximo jugador de la NBA.

 

- Vuelve a la cama y sigue soñando que un día me vencerás, encanto – le susurró soltando su miembro finalmente y marchándose por el pasillo.

 

Aomine sonrió y salió hacia el comedor cogiendo su bolsa para irse. Ambos fueron juntos en el coche aunque Akashi no le dejó conducir al moreno debido a los nervios que llevaba por la prueba. Una plaza para la NBA no era una tontería, era la oportunidad de sus vidas, se marcharían a Estados Unidos a jugar, podrían ganar mucho dinero y hacer todo lo que quisieran en la vida. Daba igual quién de los dos lo consiguiera, podrían estar juntos y una vez allí, optar el que se había quedado fuera a otro equipo, podría hacer más pruebas.

 

Al llegar al edificio de la prueba se dieron cuenta de la cantidad de aspirantes que se habían presentado, por suerte no estaba ninguno de sus amigos de la generación de los milagros, todos sabían lo importante que era para ellos esa plaza y les habían dejado el camino libre apoyándoles y animándoles a conseguir la plaza.

 

Ambos se metieron en el vestuario para cambiarse. No quisieron hablar con el resto de compañeros, sólo ellos dos eran lo que necesitaban, se apoyarían el uno al otro, cómplices y rivales. Akashi subió el pie en el banco de madera del vestuario para atarse la zapatilla y vio cómo Aomine le miraba la pierna de forma seductora, por lo que Akashi sonriendo le guiñó el ojo.

 

- En casa te daré lo tuyo – le susurró al oído – ahora ganemos a todos estos.

 

Aomine sonrió calmándose y se ató las zapatillas también saliendo junto a su novio a la cancha. Las primeras pruebas para ellos fueron como un juego de niños. Les pidieron varios ejercicios para comprobar cómo controlaban el balón y eso podrían haberlo hecho hasta con los ojos cerrados. Tras mirar su resistencia y pasar algunas pruebas médicas, finalmente llegaron a la última de las pruebas, el partido entre los últimos seleccionados.

 

Cuando miraron la lista de los equipos se dieron cuenta que ambos estaban en el mismo, aquello les hizo sonreír con complicidad, nadie podría vencer a dos de la generación de los milagros juntos, ahora todo dependía de quién de los dos gustase más a los seleccionadores.

 

- Bueno suerte – le deseó Akashi a su novio.

 

- No la necesito, soy el único que puedo vencerme a mí mismo.

 

- Otra vez con eso… tendré que hacer algo más drástico para quitarte esa maldita frase de la boca – le dijo sonriendo.

 

Se colocaron en sus posiciones y Aomine se fue al centro para el saque inicial, era el más alto para llevarlo a cabo. El pitido dio el inicio y el árbitro lanzó el balón para que alcanzase la altura alejándose de ambos chicos que daban el primer salto inicial. Aomine fue quien rozó la pelota con sus dedos y la arrastró hacia atrás hasta las manos de Akashi que con rapidez se dirigió a canasta pasándole en el último momento a Aomine que estaba tras él quitando del medio a dos de los defensas consiguiendo que su compañero realizara uno de sus tiros imposibles encestando los dos primeros puntos para su equipo.

 

Aomine se acercó hacia Akashi que le aproximaba su puño y lo chocaron sonriendo. Eran raras las ocasiones en las que podían jugar codo con codo pese a estar en el mismo equipo universitario, su entrenador no solía tenerlos al mismo tiempo en la cancha para poder darle una oportunidad al equipo rival. Ni siquiera cuando jugaban con sus amigos en el parque estaban en el mismo lado, eran los dos mejores jugadores y para equilibrar equipos siempre los separaban.

 

- Buen pase – le dijo Aomine.

 

- Buen lanzamiento – le susurró Akashi sonriendo.

 

Aomine siguió corriendo hacia la defensa cuando Akashi detuvo en seco la carrera viendo a su padre en las gradas con cara de enfado. Recordó su conversación. Sabía que si Aomine ganaba esa plaza, su padre no se lo perdonaría jamás, era capaz de desheredarle y no estaba dispuesto a permitir algo así. Miró hacia los seleccionadores que miraban interesados a Aomine por el lanzamiento que había realizado y sonreían apuntando algo en sus cuadernos. Podía tener una opción a ganarle y sentirse menospreciado a ojos de su padre era algo que aún no podía afrontar.

 

Desde que su madre murió, se había sentido en la necesidad de ser suficiente para su padre, de ser su orgullo y había luchado mucho para serlo. Su padre siempre estaba ocupado, tenía poco tiempo para él pero aún así, él seguía sintiendo la presión de tener que ser el mejor para que su padre se sintiera orgulloso. Miró a Aomine y entendió algo, esa plaza para la NBA tenía que ser suya y no para su pareja. Él podría acompañarle a Estados Unidos y buscar algo allí. Haría lo que fuera necesario para conseguir esa plaza.

 

Recordó entonces la lesión de Aomine, hacía unos meses se había hecho un pequeño esguince en el parque, una tontería que le llevó unas semanas de recuperación y aunque ya estaba prácticamente bien, si le forzaba un poco en los pases para que tuviera que llegar a cogerlos, seguramente su tobillo no resistiría. Tendría que eliminarse él mismo por lesión, sólo era forzar un poco, hacer que corriera más, que estirase y cargase sobre ese tobillo hasta que el dolor le impidiera jugar. La plaza tendría que ser suya de forma fácil.

 

Así lo hizo, cada vez que tenía el balón alargaba el pase forzando a Aomine a tener que correr más para llegar a él. Unos cuantos pases y Aomine empezaba a resentirse aunque no dejaba de jugar.

 

- ¿Qué te pasa? – preguntó Aomine – no me das ni un buen pase.

 

- Serán los nervios – dijo Akashi – lo siento, intentaré llevártela a las manos la siguiente vez.

 

- Vale – dijo Aomine.

 

- ¿Te duele? – preguntó Akashi hacia su tobillo viéndole cojear levemente.

 

- Un poco, creo que se me está abriendo la lesión. No pasa nada, falta poco para terminar, puedo aguantar.

 

- Genial – dijo Akashi sonriendo maldiciéndose por dentro.

 

El partido continuó pero cansado de todo, Akashi al ver a Aomine cerca de él empujó al defensa que le bloqueaba tirándolo encima de Aomine. Aprovechó aquello para encestar y ganar el partido llamando la atención de los seleccionadores pero al girarse, se encontró a Aomine tirado en el suelo quejándose por el dolor teniendo al otro jugador más robusto que él encima de su pierna. Se dio cuenta en aquel momento que había traicionado a la única persona que le quería y miró a las gradas viendo a su padre sonriendo. ¿Era eso lo que había querido siempre? ¿Que le hiciera daño a Aomine y sacarlo de su vida? Akashi fue enseguida a ayudar a Aomine a levantarse pero cuando le tendió la mano, Aomine la golpeó rechazándola.

 

Los seleccionadores se llevaron a Aomine a la enfermería mientras otro se acercaba a darle la buena noticia a Akashi. Había conseguido la plaza para jugar en la NBA.

 

- Akashi Seijuuro, ¿cierto?  - le preguntó y Akashi asintió sin dejar de mirar cómo se llevaban a su novio - Enhorabuena, eres el elegido para irte a Estados Unidos y formar parte de la liga profesional de baloncesto. En unos días te daremos el contrato y volarás con nosotros en el jet privado para unirte a tu futuro equipo, así que aprovecha estos días para despedirte de tus familiares y amigos.

 

Siempre había soñado con esa oportunidad y pensó que estaría radiante de felicidad cuando se hiciera real, debía sentirse dichoso por la noticia pero no lo estaba. Su mente no dejaba de pensar en Aomine y en lo que le acababa de hacer, estaba muy preocupado por su lesión y quería ir cuanto antes a ver cómo estaba y disculparse por su comportamiento.

 

Observó cómo los labios del seleccionador seguían moviéndose sin parar, seguramente explicándole más detalles del acuerdo pero ya no le escuchaba. En ese momento, su padre se acercó hasta ellos y le sonrió satisfecho antes de ponerse a hablar con el otro hombre.

 

- Hola, soy Akashi Masaomi, el padre de Seijuuro – le saludó estrechándole la mano.

 

- Derek Bishop, encantado – le devolvió el saludo - Tenía entendido que aquí no se saludaban de esa forma.

 

- No lo hacemos pero quería ser cortés con sus costumbres.

 

- Ah, gracias – le dijo sonriendo – Debe estar muy orgulloso de su hijo, tiene mucho talento y ha jugado muy bien. Le estaba comunicando que ha sido el elegido...

 

Pero Akashi ya no pudo escuchar más. Aprovechó que los dos adultos charlaban para escabullirse e ir hacia la enfermería. No aguantaba más sin saber el estado de Aomine, esperaba no haberse pasado demasiado y que su lesión no fuese irreversible. Ahora se arrepentía mucho por haberse dejado llevar por las palabras de su padre, debería haber seguido jugando limpiamente y en equipo junto a la persona que amaba.

 

Abrió con aparente tranquilidad la puerta de la enfermería aunque por dentro era un manojo de nervios, culpabilidad y arrepentimiento. Se introdujo en su interior y vio cómo terminaban de vendarle el tobillo a su novio. Dio unos pasos hacia la cama en la que estaba tumbado pero se quedó detrás de la cortina a escuchar lo que le decía la enfermera.

 

- Toma, ponte esto para que baje la inflamación – le dijo pasándole una bolsa de hielo – Aquí no podemos hacer mucho más por lo que deberás ir al hospital para que te hagan radiografías y ver la extensión de la lesión.

 

- Gracias – le contestó Aomine.

 

La enfermera se levantó de la silla en la que estaba sentada. Al pasar al lado de Akashi, se inclinó levemente a modo de saludo y salió de la enfermería dejando a la pareja a solas. El pelirrojo corrió la cortina y vio que Aomine se había sentado en la cama calzándose de nuevo y colocando la fría bolsa sobre su hinchado tobillo.

 

Al darse cuenta de la presencia de su capitán, sólo pudo fruncir el ceño y torcer el labio en señal de desaprobación.

 

- ¿Qué quieres, Akashi? ¿Has venido a rematar la faena? ¿O a restregarme que has conseguido el puesto gracias a tus miserables jugadas? - le preguntó enfadado.

 

Que su chico le llamase por el apellido no era una buena señal, indicaba que estaba muy molesto con él.

 

- Quería saber cómo estabas y de paso disculparme.

 

- Trágate tus disculpas, maldito tramposo – le echó en cara - Has jugado muy sucio, me has atacado sin miramientos forzando esos pases para que me resintiera por mi esguince, el cual sabías perfectamente que no estaba totalmente curado. Eres de lo más ruin y rastrero. ¿Tanto deseabas entrar en la NBA que te ha dado igual herir a la persona que dices amar? ¿Por qué has hecho algo así? - le preguntó alterado.

 

Akashi se sintió aún peor tras escuchar aquella recriminación por parte de su novio.

 

- Lo siento, mi padre...

 

- Cómo no. ¿Por qué no me habré imaginado que él estaría detrás de todo esto? Lleva su nombre escrito por todas partes – soltó sarcástico.

 

- Daiki, sé que no debería haberle hecho caso pero...

 

- Estoy harto de tu padre y de tu maldita obsesión por acatar cada una de sus órdenes solamente para tener su aprobación sin importar nada ni nadie más cuando ni siquiera se preocupa por ti ni se molesta en saber qué es lo que tú realmente quieres. Nunca te darás cuenta que sólo se mueve por su propio interés.

 

Aomine intentó ponerse de pie, no aguantaba más estar cerca de ese pelirrojo. Akashi se acercó veloz hacia él para ayudarle pero el otro joven le apartó de un manotazo.

 

- No me toques - alzó la voz.

 

- Déjame ayudarte, no puedes caminar solo hasta el coche – le dijo intentando acercarse a él para cogerle y que así le usase a él como apoyo pero Aomine le empujó.

 

- ¿Y de quién es la culpa de que no pueda caminar bien por mí mismo? - le recriminó.

 

- Daiki... vayamos a casa y hablemos con tranquilidad de lo ocurrido. No seas cabezota y déjame que te ayude.

 

- Prefiero romperme el pie antes de que un miserable como tú me ponga un dedo encima - le dijo muy serio – Y no te preocupes, ya he llamado a Tetsu para que venga a por mí y me lleve al apartamento. No me apetece seguir viendo tu cara.

 

Aomine se marchó cojeando por su cuenta dejando solo a la nueva incorporación de la NBA sumido en la culpa y el arrepentimiento.

 

Una hora más tarde, Akashi llegó a su casa y al abrir la puerta vio un par de maletas en la entrada. Se extrañó de aquello. ¿Tan enfadado estaba su novio como para prepararle ya el equipaje y que se marchase a EEUU? Fue hasta su dormitorio y vio a Aomine terminando de guardar cosas en una bolsa y a Kuroko a su lado ayudándole. El jugador fantasma de la generación de los milagros al darse cuenta de su presencia le miró con desaprobación y el pelirrojo supuso que su pareja ya le había contado lo ocurrido.

 

- Aomine, iré a bajar las maletas y subiré para ayudarte a bajar – le informó antes de salir de la habitación.

 

- Espera... ¿te vas? - le preguntó al entender que las maletas de la entrada no eran suyas sino de su novio.

 

- Creo que está bastante claro – le contestó mientras seguía guardando algunas de sus cosas en la bolsa.

 

- No puedes irte... ¿Qué pasa con EEUU? ¿No íbamos a marcharnos juntos?

 

- ¿Crees que después de lo que has hecho vamos a continuar esta relación y te voy a seguir hasta otro continente? - le soltó cabreado.

 

Akashi sintió como si alguien le retorciese y estrujara el corazón al entender que sus acciones habían tenido unas consecuencias más graves de lo que se había imaginado.

 

- ¿Estás rompiendo conmigo? - le preguntó serio.

 

- Sí, no puedo estar con alguien a quien no le importa sabotear y herir a su pareja sólo para satisfacer a su retorcido padre.

 

Le dolían sus palabras y le mataba saber que había perdido a la persona que amaba por culpa de su estupidez.

 

- No tienes por qué irte, es tu casa también y yo... me marcharé a Estados Unidos dentro de unos días. Puedo quedarme en un hotel mientras tanto...

 

- No es mi casa, es la tuya. Está a tu nombre y no quiero saber nada de ti ni de tu familia. No quiero tener nada que esté relacionado con ella.

 

Aomine cerró la cremallera de la bolsa y se la colgó al hombro comenzando a caminar como podía para salir de allí. Cuando llegó a la puerta, se detuvo un instante apoyándose en el marco y se giró para mirar al que había sido el amor de su vida.

 

- Yo también deseaba esa plaza pero jamás se me hubiese ocurrido traicionarte para conseguirla y eso es lo que tú me has hecho a mí. Si hubieses ganado jugando limpio, habría estado muy feliz y orgulloso de ti pero tu traición y que me hicieras daño adrede es algo que nunca podré perdonarte.

 

Como había ocurrido una hora antes, Aomine salió de allí dejando a Akashi solo pero, a diferencia de la vez anterior, no volverían a verse de nuevo.

 

 


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