LEGALMENTE CACHORRO

¿QUE PASARÁ CUANDO SETO CONOZCA A LOS NUEVOS?

¿Como se llevarán estos tres?

Gaishin, literalmente extranjero, en japón es una forma despectiva de trato.

¿Quien recibirá una lección?

Canciones utilizadas:

Sukuteki kenzan y

4th avenue café

solo partes aisladas no versos completos

ambas son canciones del anime Rurouni Kenshin o Samurai X como se lo conoció en españa y en latinoamerica

¿Cuantas preguntas puede traer consigo Joey Wheeler?

Seto y Yami fueron llamados por Pegasus para una reunión en el Hotel Royal, los socios tendrían una reunión y Seto como mano derecha del representante y Yami porque su padre lo quería así fueron a dicho lugar. Joey se despidió de Yami convidándolo a una noche de pizza y pelis con Tea y Tris.

Onodeo Katsuya miró a Joseph Wheeler que estaba ante él mientras sopesaba el pedido que este le había hecho.

¿Por qué me formulas esta petición?—preguntó el más anciano.

Seto dijo--¿Pero qué…?—

Mientras el criminal de la parte trasera preguntaba--¿Quién diablos eres tú?—mientras comenzaba a levantar su arma.

Durante cuarenta y cinco minutos los jefes lo halagaron y miraron con incesante curiosidad después de saber la noticia. En especial el doctor Pegasus. Joseph bromeó y pareció no percibir sus miradas aunque el castaño estaba seguro de que lo hacía. A ese tipo no se le escapaba nada.

Era hora de irse, se dijo el rubio mientras salía del edificio. Miró al cielo con las manos en los bolsillos y luego empezó a caminar.

Si no se conocieron así. ¿Cómo es que…?—preguntó Seto a Yami al saber que no por ser compañeros se habían conocido.

Atem lo miró un momento nuevamente decidiendo si contaba o no esa parte de la historia y volviéndose a sentar detrás del escritorio le preguntó a su dueño--¿Sabías que yo no era hijo único hasta hace un año?—

Joseph estaba parado mirando la piedra con las letras y fechas inscriptas. El día era gris y amenazaba lluvia pero eso no le importaba.

Estaba solo en silencio mirando la tumba que siempre dejaba un hoyo en su corazón. Su cara no demostraba dolor o ansiedad. Tenía la mirada vacía de los que están cansados y no quieren más.

¿Qué haces aquí?—preguntó el castaño.

El otro le mostró una sonrisa sardónica—Pescando y veo que obtuve uno bueno—

¡Pescarás una expulsión como sigas entrando a mi oficina sin tocar!—le gritó el ojos azules.

Con que no has perdido tu motivación para con él. Creí dejarte en claro que te quiero lejos de él—dijo el ojos amatistas.

Prometí no perseguirlo más, nada dije de dejar de averiguar sobre su pasado. Como tu amigo dijo deberías saber usar mejor las palabras porque somos abogados—dijo el ojos azules sin levantar la vista de su trabajo ante la intempestiva entrada de Atem.

¿No-vio?—preguntó el ojos mieles atrayendo su atención. Seto lo miró por unos segundos antes de que el rubio se pusiera a sonreír—Creo que has malinterpretado toda la situación. ¡Así no la llevamos Yami y yo!—agregó.

¡Te he dicho que no me llames gatito! ¡Que apodo más imbécil se te ha ocurrido! Si sigues con eso voy a empezar a llamarte perro y eso no te gustará—le gritó Seto olvidada su simpatía por el otro.

¡Prefiero cachorro!—dijo el ojos mieles.

¿Ah?—preguntó sorprendido el castaño.

De pronto el deseo lo consumía, su espalda tocaba los estantes de su biblioteca legal, atrás de su escritorio, nunca había probado unos labios como esos, sentía que algo estaba creciendo en su interior con rapidez mientras sus manos apresuradas abrazaron fuertemente el cuerpo del otro para atraerlo hacia el suyo.

Seto estaba ofuscado y como todo hombre cercano a los treinta buscó la salida más obvia para toda esa frustración que sentía. Terminó en un bar cercano al bufete un club nuevo y elegante. Pensando con furia en aquel que se había burlado de él llegó a la obvia conclusión de que no iba a pasar la noche solo porque el otro lo hubiera dejado así.

Entonces miró el lugar en busca de alguien y después de eso cometió un grave error.

Escuchar eso fue algo que dejó estupefacto a Kaiba.

“Es mi amante” dijo el otro sin pensar en todos lo que lo oían.

¿Eh? ¿En serio?—preguntó ahora el pelirrojo.

¡Claro que lo haré! ¡Quítate la parte de abajo!—dijo el castaño, quizás por la bebida la precognición de lo que podía suceder no estaba en él en ese momento solo lo que su cuerpo le exigía le importaba.

¿Aquí?—preguntó sorprendido de su impulsividad, tomó su rostro entre sus manos y mirándolo fijo le preguntó--¡Piénsalo! ¿Quieres que un conocido nos vea? ¿Quieres que así siga tu carrera? ¿Rumores en la oficina? Ya de por sí es malo que nos vean entrar a un hotel pero que nos pesquen en la calle…--

Seto rodó para ponerse al lado de Joey y este aprovechó para poner su torso sobre el de otro--¿Lo disfrutaste?—preguntó apoyando el mentón en una de sus manos que tenía sobre el pecho del otro. El otro volteó su cara. El efecto del alcohol había pasado en su mayoría gracias al sexo y se sentía un poco raro consigo mismo y con todo—¡Estuviste bien! Fue tu primera vez con otro hombre. ¿Cierto?—eso era embarazoso para el ojos azules que ahora no se atrevería a mirarlo--¡Estuviste muy bien!—lo halagó el otro y de pronto Seto lo volteó para ponerse encima.

La luz de un cartel entraba por la ventana y alumbraba la tez del rubio. Seto lo veía con los ojos entrecerrados mientras sus labios no se separaban y su cuerpo lo embestía. El ojos mieles permanecía con los ojos cerrados mientras su piel se perlaba con el sudor del ejercicio físico y los calores aunados de ambas pieles.

Estaba en la casa señorial de antaño esperando en la puerta del estudio de Onodeo Katsuya. Su secretario le ofreció políticamente sus disculpas por la demora mientras lo dejaban entrar.

Admiró el amplio estudio que como toda la casa lucía un aspecto tradicional.

Yami pasó por la azotea que tenía el edificio donde  mucha gente iba a fumar y ahí lo encontró. Joseph estaba solo, acodado en la baranda mirando sin ver el poniente.

Entiendo que quieras hablar conmigo pero… ¿Por qué justo tenía que ser aquí?—preguntó Seto delante de la casa de sus padres esa tarde de navidad con una venita saltándole en la sien.

¿Lengua? ¿De que habla?—preguntó la impresionada madre de Seto.

Hablo de su manera de hablar—explicó el rubio con una sonrisa a todas luces divertida para el castaño. Se estaba divirtiendo a sus costas el muy idiota—Se nota que es su hijo pues es instruido de manera suma en su forma de dirigirse a los demás—agregó Joseph dejando halagada a la señora—Yo disfruto de la lengua de Seto con placer—dijo el rubio sin que la señora entendiera el doble sentido que por supuesto el ojos azules si captaba.

Sus labios urgieron al otro mientras sus lenguas bailaban una dulce danza. Era imposible para los dos separarse y ambos querían seguir estando juntos en ese privado lugar. Seto bajó hasta la clavícula mientras sus manos subían por debajo de la remera del otro. Los gemidos del rubio comenzaron a hacerse notar por lo que los labios del ojos azules acudieron a silenciar esa boca.

¿Qué te sucede?—preguntó Atem mientras tomaba café en la cocinilla de la oficina con su amigo—Te ves algo preocupado—

El rubio sonrió un poquito—Nada de importancia—dijo.

¿Se trata de Kaiba, no es así?—preguntó el ojos amatistas.

Seto cruzó el umbral de la comisaría donde tenían detenido al rubio. Dentro una multitud se arremolinaba a su alrededor. Había caras amargas y aburridas, caras desesperadas y con esperanza. La suya no dejaba adivinar sus pensamientos aunque se dejaba ver un ceño fruncido que podía traslucirse como hastío.

Señor Kunai. ¡Dígame! ¿Usted vio al sospechoso en los alrededores la noche del asesinato del señor Katsuya?—preguntó Kaiba al secretario personal de Onodeo sentado en el banquillo de los testigos junto al juez. Doce personas lo observaban desde el palco del jurado mientras Joey permanecía en la mesa de la defensa, el fiscal en la de la acusación y el público detrás. Había prensa, mirones y por supuesto Yami.

¿A que se refiere?—preguntó sospechando Seto.

No tiene por que saberlo—dijo Yato, solo debe darle estos papeles a su defendido. Si él acepta lo que aquí esta explicitado mi parte consistirá en aportar las pruebas para su liberación.

Estaban ante el tribunal. Seto con un traje del mismo color que sus ojos mientras su defendido esposado lucía un traje gris pizarra. El ojos azules se dirigió al juez.

Su señoría, solicitamos a la corte que escuche a un nuevo testigo—dijo.

Los cuerpos de ambos se fundieron en un beso ni bien traspasaron el umbral de la puerta del apartamento de Joey. Seto aflojó la corbata de Joseph y arrancó los primeros botones para aspirar su aroma. Sus manos ansiosas subieron por los costados de la camisa pues la chaqueta terminaba de ser abierta y se detuvieron en las costillas para dirigirse a los sensibles pezones.

Entró al edificio de la corporación como cualquier visita mientras los empleados en la recepción comenzaban a voltearse a su paso y a saludar con profundas reverencias. Joseph les dirigió una amable sonrisa que fue correspondida con obvia simpatía por la mayoría y algún sonrojo por parte de las jóvenes que trabajaban ahí. Subió al ascensor sin que nadie le dijera nada directamente pero él escuchó los murmullos.