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Give me love por Allure

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Notas del capitulo:

Ni Supernatural o sus personajes me pertenecen y todo eso...

 

Espero me perdonen por no subir el capitulo de "Let there be love", pues tengo un bloqueo de aquellos gggrrr

 

 

-Nuestras acciones subieron por lo menos… ¿Cass, estás oyéndome?-

El aludido levanto la vista de la mesa y observo fijamente al hombre vestido con un traje gris que se encontraba al otro lado de la habitación, al lado de una pantalla en la que aparecían varios gráficos de colores. Sam no se veía exactamente feliz mientras le daba una mirada confundida y se acercaba a él. Pasó al lado de las sillas perfectamente alineadas frente a la mesa de juntas y se aproximó al hombre de ojos azules vestido con un traje de color negro que lo observaba.

-¿Sabes? No soy tan tonto como para no darme cuenta que te pasa algo-se sentó en la silla más cercana y se aflojo la corbata de color verde limón con dibujos de piñas que resaltaba sobre su camisa de color blanco. Una pequeñísima sonrisa se dibujó en el rostro del otro-no te rías de mí, sabes que a Gabriel le gusta elegir mis corbatas—

—No me rio de ti, es solo que me alegro de que tengas a alguien a quien amas tanto como para ignorar su total falta de buen gusto—una pequeña carcajada abandono los labios del hombre de ojos azules—no te enojes, estoy un poco adolorido pero de verdad estaba prestándote atención—

— ¿Adolorido? ¿No te habrás metido en alguna pelea? No, es broma, es obvio que tu no haces nada divertido como eso—Sam se estiro mientras Castiel se ponía de pie— ¿te has enfadado por mi sugerencia de que tu vida es aburrida?—

—No, tus bromas dejaron de afectarme hace tiempo. Más tarde podrás mostrarme esos gráficos, recordé que tengo una reunión con algunos inversionistas extranjeros y no quiero llegar tarde—

—Castiel, esta vez te lo diré en serio: tu vida es aburrida y monótona—Sam se levantó de la silla y se acercó al hombre que en esos momentos estaba a unos cuantos pasos de la puerta—prácticamente no tienes vida privada, te lo he dicho antes pero sé que tienes una dura cabeza y que probablemente no me has oído pero me preocupas, aparte de ser mi jefe tu eres mi amigo—

— ¿Qué debería hacer? Esta empresa estaba en la ruina cuando mi padre me la heredo y me niego a que eso vuelva a pasar, tengo a trabajadores que dependen de mi—dijo Castiel al tiempo que llevaba una mano a su cuello y lo frotaba con un gesto de dolor—no hay nadie que pueda ayudarme en esto—

—Sabes que puedes confiar en mí, Cass, no soy tan inútil como tú piensas—un gesto de tristeza ensombreció el rostro de Sam que desvió su mirada hacia la ventana—solo me preocupo por ti porque eres mi amigo—

— ¿Eh?...dios, Sam, lo siento, es solo que estoy demasiado estresado por mi reunión con esos inversionistas. Sabes perfectamente cuanto confió en ti, pero estos días no me he sentido muy bien—Castiel movió la cabeza y Sam oyó un pequeño crujido—ni te imaginas cuanto me duele la espalda y el cuello—

—No me lo imagino, puedo oírlo ¿sabes? Conozco a alguien que da unos masajes increíbles—la verdad es que Sam sabía que Castiel no se refería a el antes, pero estaba dispuesto a manipular un poco a Castiel para ayudarle a su hermano mayor. Desde hacía algún tiempo, Dean, estaba pasando por algunos problemas económicos y gracias a su inútil orgullo no aceptaba su ayuda. Castiel necesitaba a alguien que le ayudara a desestresarse y Sam no conocía mejor masajista que a su hermano, no es que lo dijera solo porque fuera su familia pero su hermano era muy bueno en lo que hacía—déjame llamarlo y arreglare una cita para la tarde—

—Lo siento, Sam, no tengo tiempo para ese tipo de cosas pero gracias por preocuparte—Castiel iba a abandonar la habitación cuando Sam se apresuró en alcanzar la puerta antes que él e interponerse entre ambos—¿Qué estás haciendo? No tengo tiempo para esto, llegare tarde a la reunión—

—Lo sé pero en verdad estoy preocupado por ti. Necesitas un masaje, me encargare que la persona venga aquí a las cuatro y así tu no tendrás que ir ¿bien?—esa era una jugada arriesgada pero era obvio que su jefe y amigo necesitaba sacarse de encima ese estrés—no me moveré de aquí hasta que digas que sí, solo estoy preocupado por tu salud—

—Bien, dile que venga pero solo será una prueba, si no me siento relajado le diré que ya no vuela ¿está bien?—Castiel no comprendía bien la preocupación de Sam, si, le dolía mucho la espalda pero eso era un precio que debía pagar para mantener su empresa—ahora muévete que llegare tarde a ese almuerzo. Nos vemos a las cuatro—

Sam se hizo a un lado y dejo que Castiel abandonara la sala de juntas. Regreso a su oficina, cerró la puerta y se dirigió a su escritorio. Después de sentarse tomo el teléfono y marco el número de su hermano.

—Hola, masajes a domicilio ¿en qué puedo ayudarle?—

—No sabía que mi hermano había contratado a una recepcionista, debes ser muy guapa, cariño—un gruñido al otro lado de la línea le hizo saber que su hermano no había tomado bien su broma—oh…Dean ¿eres tú? No reconocí tu voz—

—Sí, claro, tu estúpido novio debe haberte contagiado sus patéticas bromas ¿Qué quieres?—a duras penas Sam contuvo la risa, no era bueno hacer enfadar a su hermano cuando tenía que hablarle de algo tan serio—si solo llamas para molestarme te pediré que…—

—No te pongas tan dramático, solo llamaba para decirte que te conseguí un buen cliente. Necesito que vengas aquí a las tres y media—Sam se movió en la silla y paseo su mirada por todas las fotografías que adornaban su escritorio, deteniéndose varios segundos en una donde se encontraban dos adolescentes frente a una playa—mi jefe necesita de tus manos milagrosas—

— ¿Tu jefe, el idiota que se marchó de tu cumpleaños apenas puso un pie en tu departamento?—Sam había olvidado eso. Esa noche Dean se había esmerado en hacerle una cena especial que Castiel no pudo probar, pues tuvo que salir corriendo a solucionar unos problemas. Desde esa noche su hermano mayor pensaba que Castiel se marchara porque no considero digna de él tan pobre cena, obviamente él le había explicado eso pero Dean era un cabeza dura—dile que mis manos no son dignas de tocar su piel de porcelana—

—Sabes que Castiel no se marchó por eso, me pidió disculpas por no poder probar la cena. Bien, si tienes otro trabajo a esa hora conseguiré a alguien más—un resoplido en el teléfono le indico que su hermano había pensado mejor sus palabras y si conocía a Dean sabía que el odiaba eso, era orgulloso pero también necesitaba dinero—vamos, Dean, él te necesita y sabes que no confiaría en nadie más…hazlo por mi ¿bien?—

—Eres rastrero, pero está bien…llevare mis cosas—

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A pesar de haber almorzado en uno de sus restaurantes favoritos, Castiel, no se sentía del todo bien. Quizás se debiera a que sus acompañantes fueran demasiado serios o que Sam estaba en lo correcto al decirle que estaba muy estresado, pero lo cierto era que cuando entro en su oficina no se sintió demasiado feliz de ver una especie de camilla portátil al medio de su oficina. De repente recordó las palabras de Sam, al parecer había cumplido su amenaza y había llamado a alguien que le diera un masaje. Se acercó lentamente a la camilla, deslizando sus dedos por la suave superficie hasta llegar al agujero donde debía poner su rostro, para el ese tipo de camillas no eran desconocidas, hacia algún tiempo estuvo asistiendo a un centro de masajes pero para su mala suerte, el sujeto encargado no era muy bueno en su trabajo y lejos de aliviarlo Castiel había adquirido cierto desencanto por los masajes. Si se encontraba frente a otra camilla era exclusivamente por su amigo Sam.

Se quitó la chaqueta notando que la temperatura de su oficina era un poco más alta que la de la calle. Iba a ponerla sobre el respaldo de su silla cuando oyó como la puerta de su oficina se abría, imaginando que se trataba de Sam se volteo con una sonrisa que desapareció cuando se dio cuenta que el hombre parado a unos pasos era un desconocido. Si le preguntaban el tipo era un auténtico bombón pero se aseguró de dejar eso en segundo plano, el sujeto era un desconocido y eso no le agradaba nada.

— ¿Quién es usted?—intento que su voz no se oyera tan fría pero supo que había fracasado al ver el enfado en la cara del otro—no recuerdo que mi secretaria me hablara sobre una cita…—

—Claro que tenemos una cita, soy el masajista que mi…digo, Sam contrato—había estado a punto de llamar “hermano” a Sam, ciertamente lo eran pero no estaba seguro si el menor querría que su jefe se enterara de su parentesco—soy Dean, por favor quítese la ropa y recuéstese sobre la camilla para que empecemos—

— ¿Qué me quite la ropa…toda la ropa?—el hombre se veía algo enfadado, sabía que debía quitarse la ropa pero él no haría eso frente a un desconocido—Bien, pero necesito algo de intimidad primero—

—Como usted diga, señorito—dándose media vuelta Dean abandono la oficina cerrando suavemente la puerta tras él.

El tipo tenía mala actitud, de eso estaba completamente seguro pero no podía despedirlo antes que le diera un masaje, Sam no iba a creerle que el tipo era mal educado. Iba a esperar a probar sus habilidades antes de despedirlo, con esa mala actitud que tenía era muy obvio que no debía ser tan bueno como Sam dijera. Comenzó a quitarse la ropa lentamente y la doblo cuidadosamente antes de dejarla sobre el sillón de su oficina, luego enrollo alrededor de su cintura la toalla de color blanco y se dirigió a la camilla cubierta también por otra toalla. Subió en ella lentamente y se tendió sobre la toalla cuidando que la que cubría su cintura no se cayera, metió el rostro en el orificio de la camilla y espero. Segundos más tarde la puerta volvió a abrirse y cerrarse, estuvo seguro que el masajista era el responsable, desde su actual posición no podía ver demasiado pero sí pudo ver unos pies calzados con zapatillas de color negro moverse cerca de él.

—Voy a empezar, si le duele algo por favor hágamelo saber. Hare a un lado su toalla—hasta el momento todo iba bien, pero Castiel no podía estar seguro hasta que las manos del rubio empezaran a moverse—comenzare con su espalda y seguiré con su cuello—

Castiel sintió un escalofrió cuando lo que el supuso era aceite fue derramado sobre su espalda, segundos más tarde la sensación se fue al olvido cuando las cálidas manos del otro comenzaron a moverse sobre su espalda. Quizás la actitud de Dean no fuera tan buena pero lo que fuera que estuviera haciéndole era lo mejor y más placentero que sintiera en un largo tiempo. Sus dedos hicieron un camino por su espalda, masajeando sus tensos músculos logrando que soltara algunos sonidos de auténtica satisfacción. Quería decirle a Dean que lo estaba haciendo muy bien pero de alguna forma el sueño estaba comenzando a ganarle. Se acomodó un poco y cerró los ojos mientras el tipo que antes quisiera despedir lo trasladaba al cielo.

Estaba muy seguro que había soñado con algo, pero por alguna razón que desconocía no podía recordar nada. Era la primera vez que se dormía mientras le daban un masaje, pero supuso que eso se debía a que había subestimado al sujeto que en esos instantes estaba masajeando lentamente sus pantorrillas. Un gemido de satisfacción se escapó de sus labios cuando Dean rozo sus tobillos.

—Creo que esta mas estresado de lo que parecía—Castiel sintió sus mejillas enrojecer, no podía creer que gimiera en las manos de un desconocido— ¿quiere que regrese mañana?—

—S—Sí, claro—estuvo a punto de decirle que eso ya no era necesario pero cuando se incorporó y noto que el dolor que solía tener en el cuello había casi desaparecido se dio cuenta que a pesar de su actitud Dean era un excelente masajista—ven a la misma hora, dime cuanto te debo—

Tras arreglar la parte monetaria de su trato y recoger sus cosas, Dean se marchó de la oficina de Castiel. Mientras caminaba por el pasillo una puerta se abrió y su hermano menor salió de lo que parecía su oficina.

— ¿Cómo te fue? ¿Cass dijo que vinieras mañana?—Sam estaba al tanto de la actitud que a veces tenía su hermano mayor con quienes no le agradaban, Dean era alguien encantador cuando lo quería pero cuando no…esperaba que eso no hubiera sucedido—dime que no lo trataste mal, sé que no empezaron con el pie derecho pero mi jefe es un gran tipo—

—Aun creo que ese Castiel es un idiota pero dijo que viniera mañana a la misma hora—respondió Dean desviando su mirada hacia el ascensor, por un segundo Sam hubiera podido jurar que su hermano se veía algo nervioso pero aquella expresión desapareció sin dejar ningún rastro—no le dije que tú eres mi hermano, no creí que fuera buena idea—

—Yo también pienso eso, bien supongo que nos veremos mañana—

—Gracias por conseguirme este trabajo—Dean le dio una pequeña palmada amistosa en el hombro a Sam antes de caminar hacia el ascensor—adiós, Sammy—

Después de ver las puertas del ascensor cerrarse, Sam se dirigió a la oficina de Castiel. Suponía que ya debería estar vestido pero de todas maneras golpeo suavemente la puerta y espero a que el otro le dijera que podía pasar. Al traspasar el umbral vio a su jefe sentado en el sillón con una mirada muy parecida a la que el tenia después del sexo con Gabriel, aquello le produjo una serie de dudas y la primera de ellas era ¿Qué había hecho Dean con él para que Castiel tuviera esa expresión? Su hermano era gay, eso lo sabía pero no estaba seguro de la dirección a la que Castiel apuntaba.

—Te ves mejor, supongo que Dean hizo un buen trabajo—se sentó a su lado intentando ver algún moretón en su cuello—me encontré con él en el pasillo y me dijo que tú le pediste que viniera mañana también—

—La verdad es que tiene una actitud terrible pero es un gran masajista, ni me di cuenta cuando me dormí—Sam freno su risa al oír la opinión que su jefe tenia de su hermano, Dean no era un mal sujeto pero cuando estaba molesto era un verdadero dolor de cabeza—de alguna forma creo que él me odia, me llamo señorito—

—El suele comportarse así con la gente al principio, pero estoy más que seguro que cuando se conozcan mejor serán grandes amigos—le dio una palmada amistosa en la pierna al otro y se puso de pie—te ves más relajado, sé que odias cuando te digo: “te lo dije” pero ya sabes…te lo dije—

—Tienes razón, odio cuando dices eso y también tienes razón en lo otro, intentare caerle bien a Dean o solo lo ignorare—una sonrisa se dibujó en el rostro del ojiazul mientras Sam abandonaba su oficina.

Cuando se quedó solo se levantó del sillón y camino hacia su escritorio. Aun notaba el olor del aceite que el rubio usara para su masaje, flotaba a su alrededor recordándole las increíbles sensaciones que lo embargaran mientras Dean deslizaba sus manos por su cuerpo. Era totalmente extraño sentirse tan a gusto, suponía que incluso ya se había acostumbrado a sentirse estresado pero también tenía otra sensación deslizándose por todo su cuerpo, una que era demasiado placentera. Su trabajo le había arrebatado la mayor parte de su vida personal, había tenido una pareja pero esta lo había abandonado cuando todo su tiempo fue consumido por su lucha por levantar la empresa que su padre fundara. No se arrepentía de haber logrado su objetivo pero no podía negar que se sentía solo. Mientras Dean trabajaba en su cuerpo había tenido un sueño con una persona que no podía reconocer, alguien que lo tocara y besara de una forma que deseara toda su vida.

Lo que fuera que hubiera sucedido esperaba que se repitiera mañana cuando Dean regresara.

 

Notas finales:

Continuara...


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