Se encontraba recostado en una suave cama, quien sabe cuanto tiempo llevaría allí, al intentar moverse un terrible dolor en su espalda lo obligo a abrir los ojos los cuales cerro rápidamente al verse cegado por tanta luz. Luego de unos momentos pudo adaptar su vista y comenzó a descubrir que se encontraba en una pequeña habitación de paredes tan blancas como las sabanas que cubrían su cuerpo; intento nuevamente levantarse pero fue inútil el dolor en su espalda lo obligo a quedarse quieto y en ese instante su cabeza se lleno de preguntas: ¿Qué le había pasado? ¿En donde estaba? ¿Qué hacia allí? Y por sobre todas las cosas ¿Quién demonios era él? Al darse cuenta que no recordaba nada el rubio comenzó a gritar, cosa que atrajo a unos enfermeros que intentaron calmarlo y al no poder conseguirlo se vieron obligados a volver a sedarlo.
Se despertó al sentir unas cálidas manos recorrer su pecho, se encontró con unos ojos avellanas que lo miraban entre fascinados y curiosos, la doctora Jane Foster no pudo evitar sonrojarse al notar que se encontraba tan absorta acariciando aquel hombre y sus sonrojo fue aún mayor cuando lo escucho hablar.
- ¿Quién eres? – pregunto el rubio con una voz totalmente ronca.
El sonido de aquella voz rompió el encantamiento en que se encontraba sumergida y retiro rápidamente sus manos de él. Por unos segundos no supo que decir pero finalmente contesto.
- Soy la doctora Jane Foster, me encontraba haciendo mi ronda y … - La pobre ya no supo que más decir al notar la mirada azul totalmente desconcertada de su paciente.
Se quedaron mirándose unos momentos hasta que ella reacciono y pudo hablar nuevamente.
- Mark estas en el hospital San James, llevas aquí más de un mes, recuerdas algo de lo que paso antes del ataque? – Así que ese era su nombre, él no lo recordaba menos aun un ataque, en realidad parecía no recordar absolutamente nada.
Completamente aterrado sintió como en su garganta quedaba atrapado un grito de desesperación, no sabía quién era, donde estaba, no sabía nada su memoria era un borrador en blanco que debía ser llenado nuevamente. Intento decir algo pero lo único que consiguió fue balbucear algunas palabras sin sentido, la doctora noto el terror en su ojos e intento calmarlo pero fue en vano, el paciente parecía sufrir un ataque de nervios, lo mejor era que fuera sedado nuevamente, sin dudarlo la doctora lo hizo y se quedó mirándolo mientras el ranger volvía a caer inconsciente por segunda ocasión en ese día. Miro su reloj eran casi las 23:00, tomo la historia clínica y luego de ojearla por centésima vez hizo las anotaciones correspondientes y calculo que dormiría hasta la mañana siguiente.
Salió del hospital sin poder alejar de su mente el miedo que había observado en esos hermosos ojos azules, al parecer la incógnita de lo que había sucedido con el soldado debería esperar un día más. Ya había pasado un mes desde que había sido encontrado mal herido, nadie sabía nada de él excepto por la información de su placa de identificación militar, todo lo demás era un misterio que hasta el momento nadie pudo responderle. En su turno de la mañana siguiente esperaba encontrarlo despierto y tranquilo para poder comenzar a descubrir que es lo que había pasado con aquel pobre hombre, mientras tanto lo mejor era pasar por algo de comer camino a su casa y descansar todo lo que pudiera ya que seguramente mañana no sería un día fácil.