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Tiempo por Rikka Yamato

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Notas del fanfic:

Yo solo quería participar y esto fue lo que salió. 

Era una fiesta, como cualquier otra fiesta universitaria. Música a todo volumen, alcohol de todo tipo y marcas, el intenso olor a cigarrillo y otras sustancias, aquellos misteriosos chocolates –de los cuales se aseguraría no probar ni uno- y lo que nunca podía faltar los escotes extravagantes y las faldas en extremo cortas.

Para muchas era una lástima que a él y su mejor amigo no les interesaran las últimas dos cosas, pero para otros era todo un premio, como por ejemplo el novio en turno de su amigo, con quien las cosas parecían ir más serias de lo que pensaba.

— ¿Dónde está Seung Hyun?—comenzaba a impacientarse por el retraso del mayor.

— No lo sé, dijo que antes de llegar necesitaba pasar por su primo— Ji Yong dio una calada a su cigarrillo y volvió a checar su teléfono.

— ¿SeungRi?—levanto la voz para ser escuchado y el contrario solo asintió. Trato de controlar su pulso, y no pensar en el pasado.

— De alguna manera convenció a Seung—otra calada y el cigarrillo terminó bajo sus zapatos—Mira, ya llego— el de cabellos castaños camino contoneándose hasta llegar a su novio para darle un beso.

—Hola—mientras trataba de ignorar la faena que su amigo daba escucho una suave voz a su lado.

Y pudo verlo, después de casi dos años de no haber tenido contacto. Dos años desde que se había confesado al menor, el mismo tiempo en el que no había recibido respuesta alguna. Sintió un punzada en el corazón y como aceleraba el ritmo de sus latidos.

¿Tenía que verse tan hermoso? ¿Por qué le tenía que sonreír de esa forma?

—Hola— no supo cómo fue que su voz salió tan normal cuando sentía un nudo en la garganta.

— ¿Cómo estás?— el mayor suprimió un grito indignado y sonrió amablemente.

—Bien, gracias…—no quería hablar, no con SeungRi, y para su suerte justo cuando iba a abrir la boca para soltar una patética escusa llego Kang Dae Sung.

—Bae, tengo rato buscándote— el chico de hermosa sonrisa le abrazo tan rápido como llego y sintió un alivio al poder poner un pretexto para alejarse del pequeño panda.

¿Hace cuando que no le decía de esa forma? ¿Cuánto tiempo había pasado desde que le hablara cariñosamente?

—Los demás te buscan—

Y como llego aquel ángel también desaparecio, pero acompañado de lo que parecía ser un cazador, dejando con la palabra en la boca al chico.

. . .

Tenía toda la intención de disculparse en cuanto lo viera, había logrado convencer a su primo de que le llevara a la fiesta.

Tenía apenas una semana desde que había regresado a la ciudad y quería verlo en cuanto le fuese posible, pero sabía que aquello sería una dura tarea.

¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Cuándo había sido la última vez que había escuchado su voz? ¿Cuándo fue la última vez que estuvo entre sus brazos?

Dos años, para él dos largos y dolorosos siglos, donde no se pudo comunicar con nadie, y de eso se encargó su padre. Su progenitor se aseguró de alejarlo de aquello que era simplemente dañino, aquello que le estaba llevando por el mal camino y retorciendo su vida.

Todo lo que su padre hizo fue alejarlo de su primer amor. Aquel chico de hermosa sonrisa y bellos ojos, que le profesaban un amor eterno.

Si, se había enamorado de un chico, de alguien de su mismo sexo, algo que para su padre fue la deshonra más grande que pudo haber cometido, cuando el hombre se enteró de eso se encargó de que su hijo entendiera, a punta de golpes, que aquello no estaba bien, pero el joven no le hizo caso y le grito al mayor todo lo que tenía años guardando, siendo de esa forma, la cabeza de la familia Lee había mandado a su hijo a otro país al día siguiente de aquel altercado.

Al día siguiente después de que Dong Young Bae le confesara sus sentimientos a Lee Seugn Hyun, este había partido a otro país sin dar respuesta al moreno.

Ahora que era mayor de edad, y había conseguido la emancipación de su familia, había pedido a su primo, con quien compartía nombre y a quien quería como un hermano, alojamiento en lo que conseguía un empleo y algo de dinero.

Dejaría las cosas en claro con Bae en esa fiesta de Halloween a la que había insistido tanto a su primo para que le llevara.

Se aseguraría de que Young Bae tenga en claro lo que siente por él.

. . .

El tiempo había transcurrido en aquella noche del dos de noviembre, el clima se había puesto frío, en las calles se escuchaba un poco de ruido y las personas en esa casa estaba a punto de perder el conocimiento por tanto alcohol ingerido, a excepción de unos cuantos.

SengRi había buscado por dos horas seguidas a Bae, pero no lo había encontrado, casi a nada de rendirse lo vio, conversando con aquel chico que se lo había arrebatado antes.

Y le vio sonreír, haciendo que sus ojos se convirtieran en dos líneas sobre su rostro. Bea seguía siendo tan guapo como cuando le había conocido. No, se equivocaba, era aún más guapo que la última ocasión que lo vio, y su corazón latió como cuando tenía diecisiete y le vio, también, en una fiesta de Halloween.

—Bae— no fue consiente de cuando fue que llego hasta donde el mayor se encontraba y mucho menos cuando le tomo de la mano para que le viera.

— ¡Ah! Me asustaste Ri—una sonrisa nerviosa se posó en los labios del mayor— ¿Sucede algo?—

Ri se armó de valor para sujetar con firmeza el brazo del mayor y arrastrarlo fuera de aquella casona y llevarlo hasta un lugar en el patio donde nadie les viera.

— ¡SeungRi! ¡Suéltame!— el de mohicano forcejeo pero le menor no le soltó.

— ¡No hasta que me escuches!—

Bae acepto de mala gana, más porque no quería pelear que otra cosa, y dejo hablar a Ri sin interrumpir, cuando el menor termino sintió que todo era un broma, por una parte podría golpear al padre del menor por idiota y manipulador, y otra por que aquello era demasiado irreal para poder creerlo.

¿Acaso estaban en una novela para que sucediera algo como aquello?

—Lo siento—el menor había comenzado a llorar al no recibir respuesta alguna del moreno.

Un monstruo extraño y peludo paso junto a ellos junto con lo que parecía ser una bruja y les distrajo.

Si, aquello era demasiado surreal. Bae observo a su alrededor, duendes y hadas, vampiros y cazadores, algunos chicos se habían esmerado en sus trajes de ese años, pero lo más importante y lo que no había dejado de observar desde que lo volvió a ver era ese pequeño panda.

Si, SeungRi se había vestido de panda, unos pantalones negros y una playera eran el conjunto principal, como accesorio tenía una rama de bambú en la mano. Algo muy tierno para la fecha, pero también muy Ri.

Y Bae no pudo más, al ver al chico llorar, haciendo que el maquillaje se corriera y sus ojos enrojecieran acepto su realidad. Nunca había dejado de pensar en el de ojeras, por más pequeño que fuera el detalle le recordaba, cada expresión, sonrisa y mueca de su rostro.

—     Te amo Ri— le susurro mientras le abrazaba. 

Notas finales:

Pues... ya... fin. 


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