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Pinocchio [SeTaoBaek] por LittleWolff

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Notas del fanfic:

Título: Pinocchio

Fandom: EXO

Pareja: SeTaoBaek [Sehun x Tao x Baekhyun]

Clasificación: NC-17

Género: One-shot, AU, fantasía, smut, slash

Advertencias: Contenido sexual explícito, trío

Núm. de palabras: 15,938

 

Sinopsis:

Tao es un simple joven que tras quedar huérfano se hace cargo del negocio de su padre: fabrica muñecos. Todos los muñecos que hace son para vender a las demás personas, hasta que se decide hacer su propio muñeco perfecto. ¿Podrá Tao lidiar con su perfecto muñeco y el milagro que un hijo de la mística luna azul le concedió?

Notas del capitulo:

No sabía qué puñetero título ponerle así que dejé del que me he inspirado. LOL

¡Es un muñeco de verdad!

 

Su nombre es Zitao. Huang Zitao. El joven que a sus 17 años queda huérfano cuando el barco donde sus padres viajaban naufraga en las aguas del pacífico. Nada quedó de ellos, y lo único que le llegó al joven Huang junto con la mala noticia es aquella porcelana importada que sus padres le enviaron antes de zarpar para que le fuera entregada un día antes de la llegada de sus padres.

La porcelana todavía la tiene, está guardada porque es lo último que supo de sus padres y es un recuerdo muy preciado. Pero, ¿para qué le enviaron sus padres dicho material al joven Huang? Sucede que la familia Huang ha estado por generaciones en el negocio de la fabricación de muñecos, que a pesar de estar en un pequeño pueblo es bastante famoso por su técnica y esencia única; y Zitao no fue la excepción para aprender del negocio familiar, teniendo un verdadero talento a la hora de trabajar la porcelana. Es el sucesor más joven en instruirse para el trabajo y también el más prometedor desde hace cinco generaciones.

Su nombre es Zitao. Huang Zitao. Alias: el fabricante de muñecos.

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El astro sol de la primera hora de la mañana se alza valeroso, opaca los faroles de las calles de piedra que cubren las áreas de la alta y media clase social, descubriendo los escondites de los que se habían quedado bajo las sombras. Los rayos del sol empapan la vivienda de un joven artesano fabricante de muñecos, su casa resalta de entre las demás porque el sol es más generoso con ella y le hace lucir más elegante la fachada; pero el sol es ambicioso y se cuela entre las ventanas hasta encontrar al joven que lo recibe gustoso y agradecido por despertarse con los primeros rayos de aquella mañana.

Se despabila de los restos de sueño, al menos ya no tiene las pesadillas que le atormentaban hace ocho meses atrás, cuando su tío –y único familiar vivo –murió. Por lo mismo realiza sus actividades con mayor esmero y se dispone a trabajar, esperando a que se vendan unos cuantos muñecos mientras el tiempo se escapa en lo que hace unos nuevos.

—¡Buenos días, Zitao! —saluda Chen entrando al local.

Zitao está haciendo una venta, la primera de la mañana. Siendo tan temprano, espera que sea una señal favorable y que el resto del día se siga vendiendo.

—Buen día, Chen —responde una vez que los clientes se van—. Han pasado tantos años de amistad y todavía no me quieres llamar Tao, a pesar de haberte dicho ya muchas veces.

—Qué te puedo decir. Soy terco, mi amigo.

—Lo he notado —dice Zitao. Ambos ríen.

Pasan el resto de las horas inmersos en el trabajo: Chen es quien muestra a los clientes las creaciones del Huang y cobra cuando es requerido, mientras que Zitao se dedica a realizar nuevos diseños que reemplacen los vendidos, la mayoría son niñas debido a que son las que más se demandan. Es un trabajo duro pero el chico no quiere contratar personal para ayudarle, mucho menos si es para que fabrique muñecos a su lado, prefiere hacerlo sólo por respeto a sus padres.

Chen siempre termina antes, es quien se encarga de cerrar el lugar con seguro al final de la jornada, Tao se encuentra tan ensimismado cuando se enfrasca en un proyecto que su amigo tiene que ir por él y recordarle qué hora es. Después de unos 25 minutos extras, Zitao y Chen se dirigen al pequeño recibidor de la casa Huang para charlar un momento antes que Chen se vaya.

—Te digo que te ves mejor últimamente, Zitao. Pero si sigues guardando esa porcelana, tarde que temprano perderá todas sus propiedades y ya no te servirá, entonces tus padres te la habrán enviado para nada.

El rosto de Zitao se apaga como siempre que tocan ese punto, para él sigue siendo doloroso aún si trata con todas sus fuerza que no le afecte.

—¿Cómo te atreves, Chen? Sabes que no me gusta que hablen de ellos, menos si hablas del material.

—Disculpa, amigo. Pero esa  porcelana es de la más fina y costosa que existe. Yo sólo creo que el deseo de tus padres era que hicieras uso de ella.

Por mucho que el fabricante aprecie a su amigo, en esos momentos lo que más quiere es que se calle o que ya tenga que irse a su casa. Antes del accidente de sus padres hubiese dado cualquier cosa por que Chen no se fuera de su lado, pero lleva tiempo hostigándolo con la misma cuestión una y otra vez.

—Conoces la razón. No puedo, Chen, es demasiado para mí.

—No lo es. El miedo está en tu mente. ¡Por Dios Santo, Zitao! Ya han pasado dos años, ni cuando hablamos de tu tío te pones así, y eso que es más reciente.

Las palabras se detienen junto a la respiración de Tao, porque es cierto lo que Chen dice más no puede evitarlo pues siempre fue muy apegado a sus padres; los adoraba. Le gustaba pasar tiempo con ellos, ayudarlos en lo que se pudiera, hasta ir de compras con su madre (incluso si se tardaban más de 3 horas en ello).

Extraña su cariño, su amor. Es lo que más duele, el no tenerlo de nuevo.

Chen, a pesar de ser su amigo, tiene su propia vida la cual atender, con 23 años los problemas de su amigo son diferentes y mucho más maduros que los suyos propios. Además, tiene un esposo cálido y un hijo adorable a los cuales darle tiempo y cariño.

Tao necesita cariño también, no obstante no se atreve ni se siente con el derecho de arrebatarle eso que no le pertenece; porque sabe que, como su mejor amigo, Chen podría adoptarlo en su hogar para evitarle el mal sentimiento de soledad.

Él quiere a alguien que lo haga sentir como Chen a su esposo. Le tiene envidia porque Tao perdió a toda su familia, se quedó solo con un negocio qué cuidar, en cambio Chen, que también vio partir a una parte de su familia, él ya estaba en aquel entonces formando una nueva con Joonmyun. Pero nadie puede negar que esté feliz por su amigo Chen, al menos verlo feliz unos momentos le ilumina parte del día.

El resto de las semanas pasan más pesadas que anteriormente. No logra sacar de su mente la plática que tuvo sobre la porcelana y sus padres, desde entonces está decaído y no encuentra el sosiego esperado al fabricar los muñecos por encargo de sus clientes. Inclusive Chen lleva a Joonmyun junto al pequeño Minseok para distraer con gratas pláticas y ligeros juegos al exánime Tao; que terminan por rendirse con una huella vacía cuando van varias veces más sin obtener un resultado favorable.

Lo que antes era el escape de Tao hacia el diseño del juguete, la textura de la tela, los colores cálidos o fríos que usaría para su vestimenta, la expresión que pintaría el rostro, el resultado final de su esfuerzo, todo su trabajo empieza a generarle ansiedad porque ya no siente la motivación suficiente para trabajar para otros.

Ya no puede ver tampoco una cara para cada nuevo muñeco cada vez que ve al cliente o dueño que lo va a adquirir. Ahora su mente vuela lejos, se pierde y delira con un único rostro que se implanta en lo más profundo de su visión; es un semblante hermoso que merecería ser fabricado con los más finos materiales y tratado con las manos más gentiles. Y, por supuesto, amado. Pero jamás llega el cliente que considere digno para tan majestuosa forma. Por ende no lo fabrica y ansiedad por fabricarlo se acumulan cada vez más porque en verdad desea ver una obra así, y sentirla y enorgullecerse de ella.

No es como si Huang Zitao se creyera un ser superior para juzgar a las demás personas o el trabajo de ellas; es simplemente que desde siempre ha sabido cuál será el mejor muñeco para cada persona. Es su don.

Así pasan un par de meses, entre creaciones que no convencen del todo su exigencia y visitas de la familia Kim. A eso se reduce por un momento su vida: despertar, fabricar, vender, conversar, no morir y dormir. Todo casi forzado por hilos invisibles que manejan su vida, siguiendo un infinito libreto que repite la misma página cada que el Astro Sol brilla.

—Ya estoy muy cansado para todo esto, Chen —cuenta Zitao un día.

Esa noche se queda en la casa de los Kim junto a Chen y Minseok, éste último en alguna de las fases del sueño tan profundo que siempre tiene. Ambos amigos aprovechan que Joonmyun sale de viaje por unos asuntos familiares para que esa noche jueguen con el menor Kim y cansarlo rápidamente.

—Tienes que seguir adelante, Zitao.

Tao.

—Como sea —dice quitándole importancia—… Pero te decía, todo esto que me comentas es tan claro que es una señal. Tienes que hacer el muñeco. Punto. ¿Cómo no puedes verlo? Hasta yo –que tengo las habilidades artísticas de una serpiente ciega –puedo intuirlo.

—No creo poder lograrlo. En mi mente se ve tan hermoso y diferente a todo lo que he hecho, éste es sublime, grandioso…, no se compara a nada que haya imaginado antes —expresa exaltado—. Así lo veo en mi mente, pero ¿qué tal si al hacerlo realidad lo arruino? Las últimas muñecas no han resultado muy interesantes.

Chen sacude suavemente la cabeza.

—¿Por qué eres tan negativo, Zitao? Eres un artista asombroso, el mejor que conozco, debo decir, y no sólo porque seas mi amigo. Joonmyun también lo cree. Tus trabajos son de una calidad increíble. Cuando tú los elaboras no son simples muñecos o adornos, son parte de tu esencia y de la que ves en las personas.

No es que el joven fabricante no quiera hablar, Chen lo ha dejado sin palabras porque no es un hombre que diga mentiras para hacer sentir bien a la gente; más bien se cataloga como una persona sincera, llegando a ser hasta franca, eso Tao lo sabe muy bien por experiencia. Eso le hace confiar plenamente en Chen, más no en él mismo. No por completo.

De todas formas, luego de una semana de meditaciones e insistencias de su mejor amigo, Tao se dispone a cerrar su tienda por los días en que trabaje su nuevo proyecto. Chen casi se infarta del susto pues cree que el negocio Huang cierra para siempre y que Zitao cae en una depresión profunda por su falta de inspiración; luego comprende que en realidad se va a encerrar en su mundo porque este nuevo muñeco es realmente importante para el fabricante. La última vez que se hubo encerrado de la misma forma fue cuando hizo un muñeco para sus padres por motivo de cumpleaños, hace aproximadamente 7 años atrás.

Día uno.

Chen ha hecho las ventas del día y ha informado del cierre temporal de la tienda para evitar las mayores quejas posibles, se disculpa en nombre de Huang Zitao por las molestias que aquello pudiera ocasionar pero que el fabricante no se encuentra disponible hasta nuevo aviso. Al final del día cierra y coloca un aviso en la puerta, así lo sabrán después quienes no se hayan enterado. Mientras espera paciente a que su amigo salga, prepara  algo de comida. Pero Tao no sale, así que le deja el plato sobre la mesa y se marcha.

Día tres.

Chen vuelve a visitarlo por la tarde, a la hora del crepúsculo que pinta el cielo de tonos naranjas, azules y morados realmente bellos. Entra sin avisar, como todo mejor amigo debe hacerlo; abre la despensa y toma el último paquete de las galletas favoritas de Zitao. No se enojará, piensa. Espera por su amigo en el comedor, frente al mismo plato que había dejado para que lo comiera, ahora ya con un olor putrefacto. No se da cuenta hasta entonces que todo está exactamente igual que hace dos días, una ligera capa de polvo –que no debería de estar –cubre la mayoría de los muebles de madera. Está por gritarle pero escucha el ruido de la habitación de trabajo de Zitao, donde realiza todas sus ideas. Golpea dos, tres veces. El ruido al otro lado de la puerta se detiene unos segundos para después seguir con lo suyo. Chen le grita a Tao que ya se va pero que debería salir a comer o se acabará sus galletas. No sucede nada. De todas formas Chen no le da mucha importancia, piensa que saldrá de un momento a otro cuando se haya ido.

Día cinco.

Dos, tres golpes. Nada. Quince minutos después y Chen ya ha dado más de cien golpes a la puerta y alrededor de veinte patadas. Huang Zitao ni siquiera se ha dignado a responder con alguna explicación. El único signo de vida de Tao que Chen percibe es el sonido de una melodía a todo volumen que sale del otro lado de la puerta. De no estar trabada con seguro, hace rato que hubiese entrado a darle los golpes y patadas a su amigo en lugar de la puerta. Chen espera por media hora más, sólo para ver que su amigo nunca sale por esa puerta. La higiene de los muebles está escondida bajo la capa de suciedad que ha aumentado de grosor. Chen, tan preocupado como enojado que está, se va a su casa a contarle a su esposo sobre la inquietud que tiene.

Siete días.

Siete días son los que tarda Huang Zitao en salir de su aislamiento voluntario. Lo primero que hace es ver qué de su despensa sirve para preparar algo medianamente decente y saciar el hambre enorme que tiene. Porque vivir a base de pan y agua no es buena idea ni saludable para nadie. Un cansado puchero se forma al no encontrar sus galletas favoritas, seguramente se confundió y se las comió todas mientras estaba encerrado, ahora no le queda más que comerse otro pan con leche, menos mal que la leche es de esa misma mañana.

Una vez saciadas sus necesidades fisiológicas, despierta de su estado zombi, ya más lúcido lo recuerda. ¡El muñeco! Corre a la habitación donde se encuentra su creación para comprobar que lo logró.

Ahí está.

El muñeco es perfecto, la creación más fascinante que ha hecho hasta entonces. Lentamente se acerca a él, admirándolo a cada paso. Ha tardado bastante en terminarlo pero cada segundo invertido ha valido la pena. Lo ha moldeado con tanto cuidado, cuidando cada detalle para que las facciones tengan la forma correcta, se ha esmerado mucho en la pintura imprimiendo mayor finura en los colores para que el acabado quedara magnífico. El ropaje del muñeco es de tela fina, los colores son brillantes y llamativos.

Es un muñeco como ningún otro. Inclusive el estilo es diferente. Huang Zitao siempre ha hecho muñecos que parecen bebés o niños, de ambos sexos; sin embargo, este es diferente, no luce como un pequeño con mejillas regordetas, definitivamente no luce como el pequeño y precioso Minseok. Tao ha hecho un muñeco casi adulto en miniatura, de proporciones casi perfectas, sólo la cabeza es ligeramente más grande (esto para darle ternura y belleza curiosa). Le ha puesto un conjunto que lo caracteriza como un pequeño príncipe, piensa que no merecía menos, incluso se las ingenió para hacerse con una corona y capa real, tampoco ha perdido el tiempo y le fabricó un trono de madera bastante lujoso.

Lo coloca en su pieza, receloso de que alguien más pueda verlo y que guiado por la envidia se lo hurte. Mejor prevenir, piensa. Así que le dispone el lugar más cerca a su cama para mantenerlo vigilado y apartado de las personas.

No sabe cuántas horas lleva contemplando a su muñeco, está tan sumergido que ni siquiera los agudos y furiosos gritos de Chen y Joonmyun lo sacan de su ensoñación. Siente la presión en sus hombros y una violenta sacudida que le hace despertar por segunda vez en el día, más alerta que asustado pues sabe que podrán ver su muñeco.

—¡Despierta, niño insolente! ¡¿Sabes cuánto tiempo estuve preocupado por ti?! ¡Siete días! Maldito malagradecido, serás… —Joonmyun lo separa antes de que Chen termine desmembrando a Tao en pedazos por tan rudas sacudidas.

—¿Chen? —fue todo lo que Zitao pudo articular.

Esto enciende más la furia de su amigo, quien se lanza contra Tao en un arrebato de ira, ignorando las advertencias de Joonmyun que miraba preocupado de que se hicieran daño alguno. Menos mal que ambos amigos caen en la blanda cama del menor.

—¡Déjame! ¡Chen, me aplastas!

—Esto te ganas por preocuparnos a mí y a mi dulce esposo, sabandija.

Aunque las mejillas de Joonmyun arden, no dice nada porque Chen tiene razón, toda la semana han estado preocupados por el extraño comportamiento de Zitao.

—Yo te dije que estaría ocupado.

—Sí, pero no dijiste por cuánto. Además ni siquiera salías a comer o beber agua, no quiero ni imaginarme cómo le hacías para… otras necesidades —dijo cruzándose de brazos.

Un suspiro escapa de los labios de Tao. Su  amigo es necio y mejor darle por su lado.

—Está bien, lo siento. No me encerré a matarme, metí provisiones y sólo salía al baño. Sí, dormía dentro pero el tiempo suficiente.

Bien, lo va logrando, el rostro de Chen dice que casi le cree, un tierno puchero como cierre de la discusión y su amigo caerá redondito.

—¿Qué has estado comiendo, entonces?

Oh, maldito Joonmyun que siempre se preocupa de más.

—Pan —responde cabizbajo.

Los ojos de la pareja se agranda por la sorpresa, se preguntan cómo ha sobrevivido hasta ahora si casi está en los huesos, por la emoción del momento casi no se han fijado en el estado físico de Zitao. Fácilmente pesa 5 kilos menos, los pómulos están más marcados, las ojeras más profundas que antes, y Chen puede reconocer que viste la misma ropa de hace una semana, sólo que algo más sucia.

Zitao recibe la reprimenda de su vida, una que ni sus padres cuando vivían le habían dado una igual. Hasta se siente como niño pequeño. Pero no le importa, terminó su muñeco. Mejor pedir perdón que pedir permiso.

A regañadientes les muestra su creación a sus amigos, quienes quedan fascinados con el trabajo de Zitao, alagándolo tras medio olvidarse de la tensión de antes. Zitao siempre consigue lo que quiere.

—¿A quién piensas venderlo? A cualquiera le gustaría, pero pienso que la señora Choi quedaría impresionada y pagaría muy bien por este muñeco.

Si las miradas mataran…, Joonmyun estuviera a las puertas del cielo ya mismo.

—No es para vender —responde Tao entre dientes—. Este es personal. Sólo mío.

—Ya, ya. Qué voluble estás últimamente.

—Chen, recuerda que Tao no ha dormido ni comido bien, la fatiga lo pone irritante pero hay que comprenderlo. Por lo menos podemos estar felices de que terminó el diseño que tanto tiempo trajo en mente.

El fabricante agradece el gesto de Joonmyun a pesar de que hace rato lo fulminaba con la mirada. Puede ser imprudente a veces, pero Joonmyun es un ángel, tan dulce y atento. La mayoría de las veces termina preguntándose cómo es que se enamoró de alguien como Chen, tan sincero como franco, impulsivo, ruidoso, mandón. No va a negar que tiene su lado, pero aun así…

Joonmyun es un ángel ciego.

—Oh, sí —exclama Chen momentos después—. Queremos invitarte al festival de la Luna Azul. Será dentro de cinco días pero hay que ir ayudando con los preparativos. Myunnie fue a las juntas previas y asegura que todo el pueblo asistirá, será espléndido. ¿Verdad, Myunnie?

—S-sí. Toda la planeación está bien organizada este año —responde con las mejillas rojas.

—Yo…

—¡Vamos! No nos puedes decir que no, Minseok te adora y se pondría muy feliz si fueras.

El joven fabricante se queda pensativo unos segundos antes de responder un sí no muy convencido, lo que da lugar a una plática sobre qué vestirán, si irán representativos a alguna divinidad, la hora a la que se verán, lugares que visitarán antes de la alabanza a la Luna Azul, si el pequeño Minseok representará a la Luna Azul o al Astro Sol (a lo que Joonmyun gana la discusión y se decide que su hijo irá como el Astro Rey pues sus mejillas regordetas le harán lucir más tierno así).

Al caer la noche sus amigos se despiden, han de pasar por su hijo a la casa de los padres de Joonmyun. Zitao los ve marcharse tomados de la mano, espiando por su ventana, divisa el íntimo beso que comparte la pareja bajo la luz de una farola. Apenas puede ver las siluetas, pero es suficiente para captar en él la confianza y apoyo que se tienen.

Ese momento es otro de tantos en los que siente una pequeña envidia de sus amigos, porque Huang Zitao también quiere a alguien así.

Alguien que le quiera y se lo demuestre, que lo cuide siempre a su lado, alguien que lo proteja y alguien a quien proteger, una persona hermosa por dentro y que posea carácter. Que si es bella por fuera, lo sea aún más por dentro. Alguien a quién decirle “te quiero”, alguien con quien despertar por las mañanas, alguien que lo llene de besos y compartan caricias. En fin.

Alguien con quien compartir su vida.

Con ese vacío formado por sus pensamientos, las lágrimas caen silenciosas por sus mejillas cuando su fuerza flaquea. Acurrucado en la cama sigue torturándose con aquellas cavilaciones poco sanas. Mira a su muñeco, su belleza disipa una parte de su auto-tortura, le está sonriendo con tal exquisitez que Zitao le devuelve la sonrisa pues para él, aunque el muñeco tenga un rostro algo frío, sabe que es sólo una fachada y que en realidad su muñeco es sensible y delicado. Se permite mentirse por unos momentos antes de dormir, tan siquiera para tener un sueño más tranquilo. Cómo desea que existiera una persona como su muñeco.

Los días pasan prácticamente volando con tanto trabajo por hacer. El fabricante jamás imaginó que luego de reabrir su negocio, este se llenara más y más de pedidos y ventas jugosas. Sonríe en respuesta a algunos comentarios que le dicen que extrañaron pasar a ver sus creaciones, que ya hacía días que querían hacer una compra, incluso había quienes pensaron que no volvería a abrir, ante ello Zitao les tranquilizaba comentando que continuaría con el negocio por un largo tiempo.

No recuerda la última vez que ha tenido el día lleno de actividades como hasta ahora. Por una parte le alegra que haya bastante trabajo pues de eso vive y se mantiene, pero también es algo desgastante, sin embargo está muy seguro que esa no es la razón por la cual el pequeño vacío sigue instaurado en su pecho, oprimiendo y hostigándolo sin avisar.

—¿Qué? ¿Qué tanto me miras? —cuestiona Tao al sentir unos ojos sobre él.

Es Chen quien lo observa desde hace rato, admirando al fabricante trabajar en los últimos detalles de un nuevo muñeco.

—Es que… te ves más relajado ahora. Me alegro que haya pasado eso que te tenía preocupado.

—… Sí.

La respuesta del joven Huang apenas convence a su amigo, y es que los últimos días efectivamente ha estado mejor pero sigue habiendo algo que no lo deja, no sabe qué es pues ya tiene al muñeco soñado –literalmente. Cada que lo mira no puede evitar que un suspiro se escape.

—Tao, ya me voy. Nos vemos mañana. ¡No lo olvides!

Su amigo se va y lo único que lo acompaña ahora es su soledad. Desde hace dos días descubrió que podía estar admirando su muñeco por varios minutos, incluso más de una hora, sin darse cuenta. Lo hace tan absorto que la primera vez pasó cerca de dos horas embelesado con la pequeña pieza de arte, sonriendo mientras lo hacía. Ahora que lo piensa da un poco de miedo, pero no puede alejar el hecho que lo volvería a hacer pues una placidez lo hechiza cada que lo hace.

Esa noche hace lo mismo. Se sienta en su cama a observarlo, sigue el mismo recorrido una y otra vez repetidas veces, como si ya se hubiese memorizado cada una de sus partes, no obstante siempre termina descubriendo algo nuevo en lo cual detenerse más tiempo del necesario. Esta vez son sus ojos. Sus ojos son los favoritos, le traen cierta nostalgia agradable con lo que se instala un calorcito en el pecho. Los ojos no son del todo alegres, pero le dan personalidad; simplemente son diferentes a los que ha hecho antes.

Luego de un lapso extenso, Zitao llega a creerse ridículo por lo que planea hacer, empero no detiene sus acciones. Decidido, se levanta de la cama y camina hasta situarse frente al muñeco para tomarlo entre sus manos y darle un abrazo reconfortante.

Necesitaba uno. Aunque sea uno falso, no correspondido porque ¿en qué mundo los objetos inanimados se movían por su cuenta?

Sin embargo, es lo mejor que ha hecho en la semana. Con ese sencillo abrazo puede olvidarse de todo aquello que lo aqueja, bañándose en una calma amena que se desprende de tan pequeño cuerpo, llega a sentir el calor casi humano que emana de él. Ríe porque eso es imposible, se recalca a sí mismo que su muñeco es un objeto inanimado, es decir, sin vida.

Ya es el día del tan esperado festival. Se ve a la gente de un lado a otro, saturando la plaza y los comercios circundantes para obtener el mejor lugar y las mejores prendas. Los negocios ambulantes comienzan a ubicarse desde temprano, compiten por cuál de ellos tendrá la mejor decoración y los colores más atractivos. Los juegos tampoco pueden faltar, son entretenimiento de los más jóvenes; incluso hay alrededor de 4 puestos con el juego favorito de Minseok. El festival será grande ese año.

Se puede apostar a que toda la gente del pueblo está fuera de sus casas haciendo los preparativos previos para la fiesta. Todos excepto Huang Zitao.

Se supone que a primera hora de la mañana debía de ir al hogar de la familia Kim para apoyar en lo que hiciera falta, también debía ir a colocar su espacio del negocio de muñecos pues en esa fecha era cuando más se vendía, sobre todo los muñecos en miniatura que representan a la Luna Azul y al Astro Sol. Pero este año todo es diferente. Ni coloca el negocio en la plaza principal, ni asistirá al evento más importante del pueblo, al parecer.

Recuerda que ese mismo día, más temprano, Chen apareció en su puerta preocupado porque Zitao no se presentó a ayudar a los Kim, ni tampoco vio el puesto distintivo del negocio Huang. Sin embargo, Zitao le prometió que no faltaría al festival. Y con eso se fue su amigo a seguir con las labores del festival.

Una promesa que no cumple pues no se presenta a la hora acordada en el lugar de siempre.

Mejor se queda en casa. Todos sus vecinos disfrutan del festival, de la comida que allí se sirve y las atracciones que se ponen. Zitao disfruta sumido en el silencio imperturbable de la noche, comiendo un pan con leche y sentado frente a la ventana. Faltan pocos minutos para que los fuegos artificiales iluminen el cielo, sabe que ya casi es hora porque la luna está empezando a cambiar a un color azul suave. Se apresura a sacar a su muñeco y sentarlo en su regazo, para compartir de la vista al cielo.

Y entonces el espectáculo comienza a colorear con mezclas furiosas de chispas y lenguas de fuego inofensivas a la distancia pero deleitantes para la vista, tal parecen danzar especialmente para él y su muñeco.

No se siente para nada solo, pero el sentimiento del vacío que flota dentro de él no se extingue ni con las lágrimas casuales que suelta en el momento. Sin saber por qué realmente. Tal vez llora porque extraña a sus padres, o porque no fue al festival con su amigo, o porque las estrellas artificiales combinan tan bien con la luna azul y regalan un panorama hermoso. Cómo sea, abraza fuertemente a su muñeco para brindarse un poco de calidez; aunque sea una falacia bella.

Pronto los fuegos centellantes terminan su acto y le ceden el escenario a la protagonista de azul. Su propio brillo es de un azul tan brillante que desafía la belleza del mismo zafiro. Lo admira silencioso, bañándose en su luz, y entonces ve uno de los destello de la luna caer tal como sus propias lágrimas lo hacían hace rato.

Baekhyun —piensa Zitao—. Así te llamarás, mi hermoso muñeco.

—Cómo desearía que no fueras un muñeco de porcelana —dice apretando más contra sí a Baekhyun—, sino uno de verdad, de carne y hueso, para que pudieras ser cautivado como yo por el resplandor de nuestra Luna Azul.

El fabricante se levanta de su lugar para dirigirse a su cama para tener un sueño donde conoce a alguien que le brinde cariño y le robe sonrisas, o eso espera. Por esa noche se permite acomodar su obra maestra junto a él en la cama. Justo como lo hacía con aquel viejo muñeco que su padre le regaló una vez en su preciada infancia.

 —Si existiera alguien como tú, realmente me enamoraría de inmediato. —Bosteza antes de continuar—. Estoy seguro que tendría todo lo que yo quiero en una persona… Pero es mucho pedir, ¿cierto? Yo no merecería alguien así…, ni de lejos.

Zitao es llevado a la inconsciencia, navega por las corrientes de ensueño donde todo es posible con un simple parpadeo. Entre sus brazos posee gentilmente al adorado muñeco, bautizado como Baekhyun.

El día de la mañana siguiente es inaugurada por los anaranjados rayos del Astro Sol, como siempre pasa después del día de la Luna, se cuelan bajo los párpados de Zitao quien al contrario de lo que piensa, se empapa con la tibieza de ellos. Ha dormido como nunca, fue tan reconfortante que se sienta sobre la cama y se estira sin pereza.

Presiente que será un buen día para que sea un gran día.

—¡Hola, mi hermoso muñeco! —saluda a Baekhyun.

Por un momento se asusta de no verlo en la cama junto a él, pero el suspiro que suelta es de alivio cuando lo divisa en su trono. Se pregunta cómo llegó allí, pero recuerda que él es sonámbulo y que debió dejarlo ahí en algún momento en medio de la noche.

El optimismo con el que se levanta le dura todo el día y todos lo notan, incluso Chen le pregunta si tomó alguna especie de hierba alucinógena, a lo que responde negativamente. Menos mal que Chen ha dejado pasar el desplante del festival porque jura que en mucho tiempo no había visto a Zitao así de contento, y no le iba a armar un numerito de amigo furioso para arrebatarle aquello que le ilumina el rostro; no, señor.

—¿Listo? —le pregunta Chen. Han terminado de cerrar la tienda y la casa—. Todavía es temprano, tenemos tiempo para comprar los víveres, ¿Qué te parece si vamos a comer primero?

Zitao ríe porque su amigo siempre tiene hambre a todas horas. Accede sólo porque está de muy buen humor, no porque haya sido convencido por el gracioso puchero de su amigo. Se dirigen al puesto de la señora Park, quien les sirve jugo con un plato enorme de verduras cocidas que huelen tan bien.

Terminan su tarea y cada uno se va a su casa. Chen le pide autorización para faltar al trabajo el día de mañana, irá a la reunión de la escuela de su hijo; Zitao le autoriza.

Para el final del día está cansado, la euforia ha ido mermando de su cuerpo y sólo quiere recostarse y descansar justo como la noche anterior.

—Ya llegué —murmura a la nada.

Es la costumbre que ha permanecido desde la partida de sus padres, aunque sabe que ahora no hay nadie que lo reciba con los brazos abiertos.

Está a punto de entrar a su habitación pero es detenido por un ruido extraño que no debería de estar ahí. Sus alertas se disparan y se apresura a tomar lo primero que puede de la cocina: un cucharón de madera. Sigiloso cual felino, se acerca a la puerta y pega su oreja a ella. Continúan los misteriosos sonidos, son como tenues quejidos de cachorrito, suenan tan inofensivos. Pero Chen le enseñó a no dejarse guiar por la portada de un libro, aun cuando en su vida ha leído o tocado alguno siquiera.

Armándose del poco valor que tiene, abre la puerta esperando que el chirrido de esta no delate su ubicación al intruso que esté dentro. La habitación está a oscuras, nadie ha salido a su encuentro pero los quejidos continúan con el mismo ritmo.

Enciende la vela de la mesita de noche, se horroriza al pensar que un bicho enorme sea el visitante indeseado. El fuego de la vela ilumina la pieza del fabricante, quien mira con pavor la ropa de su muñeco tirada en el suelo, algunas de las prendas dañadas.

Suelta el cucharón junto con un gritito sofocado con su propia mano. Alguien ha entrado y se ha robado a su hermoso muñeco, ¡y se lo ha llevado desnudo!

Hubiera empezado a llorar de no ser porque un bulto en su cama se mueve. Corre a tomar el cucharón del suelo sin apartar la vista del bulto envuelto en la manta de sus padres. Con la furia haciéndole cosquillas en sus extremidades, se acerca. Planea destapar al fisgón y golpearlo de ser necesario hasta dejarlo inconsciente por atreverse a hurtar en su morada.

Su plan sólo llega al punto de levantar la manta. No puede creer lo que ve.

Es el ser más hermoso que ha visto. Reconoce esa piel impecable y blanca, los labios delgados pero bien formados, las pestañas tupidas, la nariz pequeña y respingada. ¡Es su muñeco, es real!

Zitao está conmocionado. No puede ser cierto. ¿De verdad es su muñeco? Debería de ser imposible.

Es un sueño —piensa esperanzado—. Tengo mucho sueño y cansancio encima, cerraré los ojos y cuando los abra, mi pedazo de cielo soñado habrá sido sólo una ilusión efímera.

El fabricante hace lo propuesto, pero su sueño sigue en sus ojos, no se ha ido. No niega que tiene miedo porque es tan irreal lo que sucede. Prueba llamándolo por el nombre que le puso: Baekhyun. Al hacerlo el pequeño hombre (es demasiado más minúsculo que él) se remueve un poco y deja la piel de su hombro al descubierto.

Sin soltar el cucharón, Zitao se acerca al rostro del desconocido lo más que puede pero tiene que apoyar casi medio cuerpo en la cama para sostenerse y mirar bien. Escucha los ruidos de cachorrito, provienen del perfecto hombrecito, suenan tan graciosos que incluso piensa que es inofensivo el extraño sobre su cama.

Sin preverlo, el hombre se mueve en sueños y toma por sorpresa al fabricante, jala del brazo del que se sostiene y Zitao queda completamente recostado siendo aprehendido entre los delgado brazos del extraño con tremendo parecido a su muñeco desaparecido. Ahora puede ver mejor su rostro, está demasiado cerca como para contar sus pestañas y los lunares.

Oh, no.

El hombrecito está desnudo.

El extraño se despierta ante los insistentes forcejeos del fabricante para zafarse de su abrazo, y cuando Zitao se da cuenta de este hecho, se paraliza. Muy por el contrario, el otro se acurruca mejor sobre el alto y vuelve a cerrar los ojos.

Entonces escucha otro ruido, esta vez más extraño, y no puede evitar soltar una risa ya sea de nervios o porque el ruido lo hizo el estómago del extraño y resulta algo hilarante la situación. Quizá si fuese Chen quien estuviese allí, ya se estaría retorciendo de la risa y su amigo le daría un golpe en el hombro por ser tan escandaloso a la hora de carcajearse.

En un movimiento brusco, se aleja del hombre que se parece a su pequeño Baekhyun dejando destapada su desnudez, completamente despierto y confundido.

—¿Quién eres y qué haces aquí? —cuestiona Tao una vez recompuesto—. ¿Qué has hecho con mi preciado muñeco?

—Soy Baekhyun.

La voz de un ángel ha resonado en los oídos de Tao, tan suave y melódica, como miel para su sentido. Jura que si no es el muñeco que tanto soñó, definitivamente tiene que ser un ángel o arcángel caído del cielo directo a su cama.

O un encantador lucifer —piensa cuando su vista recorre el cuerpo menudo.

Reúne fuerzas para enfocarse nuevamente, no debe dejarse llevar por el hechizo del ser hermoso frente a él. Trata de recuperar su cordura.

—Dime la verdad —casi suplica.

—Soy Baekhyun.

—No es cierto. Dime quién eres.

—Tú me nombraste Baekhyun —repite—. Baekhyun tiene hambre.

Su mente viaja por una espiral confusa entre la realidad que vive y aquella que desea, quiere de todo corazón creer que la persona que se encuentra frente a él es su sueño hecho realidad y no una mera ilusión.

Recorre la habitación como león enjaulado bajo la atenta mirada de quien se hace llamar Baekhyun. Sopesa la idea de que de verdad sea su muñeco o un aprovechado sin hogar (pero sinceramente majestuoso), se pregunta cómo pasó aquello.

Y como si Baekhyun le leyera la mente, le responde.

—No me tengas miedo, no voy a hacerle nada a mi amo. Tú mismo lo deseaste, yo también lo quería, por eso el Espíritu de la Diversión de la Luna Azul lo concedió.

—¿Cómo? No digas tonterías.

—¡No son tonterías! Digo la verdad. —En su desesperación, el hombrecito que dice ser Baekhyun se levanta de la cama y da un paso hacia Tao.

—Pruébalo —desafía Tao.

El hombrecito se encoge en su lugar. Ahora que Tao ha avanzado los pocos pasos que los separaban, están a centímetros de que sus cuerpos se toquen, se da cuenta de lo indefenso que luce el pequeño ante él.

No es como si quisiera hacerle daño, ni por lejos, pero no quiere ilusionarse para que al final todo sea una mentira, un engaño más, un espejismo que lo abandonará igual que sus padres y su abuelo lo hicieron.

El gemido del más bajo le hizo voltear a verlo.

Llora. Está llorando.

La culpa lo invade. El otro no tiene por qué salir lastimado aunque Tao sólo quiera protegerse. Las lágrimas caen una tras otra, no deja de hipar y tallarse los ojos en un intento por detener aquello.

—L-lo siento… lo siento mucho.

Sólo eso basta para convencer a Zitao de que decía la verdad, que no era ningún delincuente abusivo, que no le haría daño (porque ¡vamos! luce y se comporta como un niño desamparado), que las lágrimas y la disculpa son reales. Sobre todo le dice que él no ha robado a su muñeco, porque ahora cree que él es su muñeco… de verdad.

Sin contenerse más, extingue la poca distancia que los separaba y rodea con sus brazos al cuerpo más menudo, siente las pequeñas convulsiones que sufre y escucha los hipidos. Fácilmente le saca una cabeza al pequeño, de esta manera puede oler la fragancia que desprende el cabello del hombrecito entre sus brazos. Pino y vainilla. Una combinación extraña que le hace cosquillas en la nariz.

—¿Quieres que me vaya? —dijo Baekhyun.

El más alto no quiere dejar de olfatear el dulce perfume, pero lo hace a regañadientes porque el bajo quiere mirarlo a los ojos al hacerle la pregunta, a pesar de que se todavía hay vestigios de gotas en los de Baekhyun.

—Contéstame algo —ignora la pregunta—, ¿de verdad eres Baekhyun, mi muñeco?

—No me crees, ¿verdad? —Baja la cabeza, pero Tao se lo impide tomándolo de la barbilla gentilmente.

—Sólo responde a eso. ¿Eres Baekhyun, mi muñeco, mi sueño anhelado?

Zitao espera paciente la respuesta del más bajo. Le mira directo a los ojos, donde podría adentrarse y perderse, y aun así no le importaría porque siente la calidez de su mirar.

—Sí —responde y a Zitao le sabe a delicia—. Soy Baekhyun, tu muñeco.

—¿Cómo te volviste humano?

Quiere abrir la boca pero la cierra porque lo único que saldría sería una mentira. Al parecer Baekhyun no tiene una respuesta a eso.

—No lo sé, yo…

—¡Fui yo!

Ambos cuerpos voltean automáticamente hacía la voz. Hay una luz muy brillante que flota sobre la cama, tan blanca. A este punto los acontecimientos del día han sido tan extraordinarios que un caso más no le sorprende.

De a poco el brillo se va extinguiendo y deja ver una silueta del tamaño promedio de sus muñecos, quizá un poco más alto, y tiene la complexión del Baekhyun muñeco; incluso llega a pensar que es el Baekhyun real y la persona que tiene enfrente es en realidad un impostor bien parecido. Pero entonces el brillo cesa por completo y aparece un ser diferente, definitivamente no es Baekhyun, sin embargo es igual de hermoso, posee un aura de frescura y soberbia medida.

—Hola, Baekhyun. —saluda el pequeño ser. Está sentado como se sientan los niños, “de mariposa”, la sonrisa que muestra está bañada en inocencia infantil también.

Luce adorable.

—¡Es él! Tao, Tao, él es quien me ayudó. —La emoción del joven más bajo se desborda en esas palabras, tanto que se aparta de Zitao y va junto a la pequeña criatura repitiendo lo agradecido que está con él y la alegría que le da al fin verlo.

Zitao no va a negar que la envidia le recorre la espalda varias veces ya que por culpa de la mística criatura el calor que desprende el cuerpo humano de su muñeco lo ha dejado de sentir.

—¿Quién eres? —cuestiona el fabricante.

—Ya te lo dijo Baekhyun. Soy el Espíritu de la Diversión, una parte de la Luna Azul. Soy Sehun.

—¿Qué eres? —Zitao sigue sin entender toda esta situación tan fantástica.

Quien dice llamarse Sehun se levanta y pide los brazos a Baekhyun, quien con gusto lo toma y acomoda.

Igual que un niño pequeño —reafirma Zitao.

—Soy un espíritu, ¿no quedó claro? —Al ver la negativa del fabricante, continúa—. Soy quien ha estado conversando con Baekhyun desde que fue creado, soy quien he visto tus sueños, soy quien ha estado observando tus bellas creaciones. —Hace una pausa y suspira—. Soy quien hizo de tu sueño una realidad.

Baekhyun confirmó lo dicho por Sehun, agradece infinitamente al espíritu por no dejarlo sólo en ningún instante con un beso en la mejilla. Así fue como vio que los humanos demostraban las gracias mientras estuvo en su forma de muñeco, bueno, así vio que el amigo de Zitao gratificó a su hijo también.

—Pero eres un niño. Debes de tener como 15 años. ¿Un niño puede desempeñar el cargo de espíritu? —No sabe si lo que dice tiene sentido De hecho, desde que optó por aceptar que Baekhyun es su muñeco en forma humana no sabe qué tiene sentido ni si todo aquello es real o no.

—Disculpa, pero no soy ningún niño, simplemente parezco casi de tu edad. En realidad tengo tantos años como los tiene la Madre Luna.

—Sigues pareciendo un niño.

—Pues tú te comportas como uno.

Baekhyun sólo mira el reto de miradas entre los otros dos. Él piensa que en realidad ambos se están comportando peor que un niño pues en ningún momento ha visto actuar así al pequeño Minseok (que es al único niño que ha visto hasta ahora). No puede evitar soltar una limpia carcajada por ese último pensamiento, a lo que los otros dos le miran extrañado y le preguntar la razón de su risa.

—Esto resulta tan hilarante —responde una vez calmado—. Ustedes dos peleando y acusando al otro de infantil pero no se dan cuenta de que están actuando igual.

Ninguno refuta aquello que saben es verdad. Hacen las paces por Baekhyun.

—¿Te puedo hacer una última pregunta? —interroga Zitao minutos después.

—Ya la estás haciendo.

Baekhyun le da un empujoncito. No quiere que vuelvan a discutir. Menos mal que el fabricante lo deja pasar.

—¿Por qué Baekhyun? ¿Por qué mi muñeco, por qué yo, por qué nosotros?

La pregunta es seria, Sehun lo entiende. ¿Por qué Zitao de entre tantas otras personas que necesitan de un milagro para que sus vidas se arreglen? En realidad la respuesta es sencilla, pero no sabe qué efecto tendrá en el joven fabricante; aun así cree que es mejor hablar con la verdad.

—Porque tú eras un pequeño niño cuando recién perdiste a tu abuelo a quien querías mucho, entonces una parte de ti se apagó. Luego, cuando perdiste a tus padres, tu alma casi se apaga por completo. No tenías a nadie, tu amigo ya empezaba a formar su propia familia y lo único que te mantenía vivo era prácticamente el realizar muñecos. —Sehun hace una pausa para saltar de los brazos de Baekhyun con una agilidad increíble y dirigirse a la ventana de la habitación para señalar a la luna—. Ella, la Luna Azul y yo te hemos observado con más atención desde entonces. Te has convertido en un alma solitaria que tiene una base para vivir muy frágil. Habíamos tratado de todo para que se fortaleciera: tu amigo Chen, el negocio, los muñecos, que la porcelana llegara a salvo…

Sehun odia relatar, se le parte el alma porque le duele recordar cómo estaba Zitao en aquél entonces.

Baekhyun odia escuchar el relato, su corazón se oprime al imaginar cómo la pudo haber pasado su amo, su creador, sin alguien a su lado. Sólo puede observar con pena al más alto.

Zitao se aflige al recordar las palabras de Sehun, su alma le llora por las memorias que ya no puede volver a vivir y por aquellas tan tristes que vivió en la soledad.

—Desde que la Luna Azul te vio llorar, me encomendó a ti. Pero desde que yo te vi llorar con ese sentimiento ante la Madre Luna la noche de su festival,  supe lo que debía hacer, a pesar de que Madre no lo permitía.

—¿No permitía qué?

—Hacer lo que hice. Ahora fui desterrado por desobedecer… pero no me arrepiento —murmura con la cabeza gacha.

El espíritu sacrificó su hogar, su poder, por la felicidad del fabricante. Alguien a quien no conocía en persona, en cambio empatizó desde un primer momento con las emociones que se guardaba. Ninguno de sus hermanos lo apoyó ni defendió, recuerda con tristeza que le dieron la espalda; no apelaron por su perdón cuando él hubiese dado todo por cualquiera de ellos. Ni siquiera Donghae, su hermano más cercano, el Espíritu del Equilibrio, a quien en varias ocasiones le había auxiliado con algunas tareas difíciles muy importantes de cumplir.

Zitao se tienta el corazón. Durante mucho tiempo pensó que a nadie le importaba, cuando en realidad alguien velaba por él con tanto esmero. Olvida la pequeña disputa que tuvo con Sehun y se traga el orgullo para acercarse al Espíritu y agacharse a abrazarle. Es lo menos que puede hacer por alguien tan lindo.

Baekhyun no se queda atrás y decide hacer un abrazo grupal. Se siente muy bien, ser humano cada vez le gusta más.

—Agradezco de corazón tu bondad infinita. No la merezco, mucho menos si por mi culpa te viste afectado de esa manera. Mi casa no es muy grande, lo menos que puedo hacer es ofrecerte un humilde espacio en ella para que te quedes, si lo aceptas. Y ya que supongo que Baekhyun también vivirá aquí —Baekhyun asintió—, no me sentiré solo de ahora en adelante.

Esa noche se convirtió en el cierre del capítulo de la vida solitaria de Zitao para dar lugar a una apacible, empezando por dormir todos en la misma cama a falta de otra. Y aunque la cama era demasiado pequeña, incluso para una persona, lograron meterse todos a ella. Al día siguiente Sehun amaneció encima del fabricante meciéndose de arriba abajo con la respiración ajena, con uno de sus pequeños piecitos en la cara de Baekhyun.

El primero en despertar fue Baekhyun, por culpa de una patada que el pie de Sehun le acaba de brindar. El golpe duele sólo un poco, pero aunque doliera más no se atrevería a enviarlo a dormir al trono en miniatura que le pertenecía a Baekhyun (porque obviamente el antes muñeco ya no cabe en él).

Ya que recién es humano, no sabe nada sobre cómo debería de comportarse, cómo actuar frente a alguien, qué consideran bueno o malo, qué es interesante y qué no. Porque, para Baekhyun, absolutamente todo le es nuevo e interesante. Incluso se pregunta si él mismo es alguien interesante –o atractivo siquiera –para Zitao, porque el fabricante sí es alguien atrayente y piensa que el más alto se aburrirá de su presencia si no cumple con lo anterior.

Sabe que no es feo, Sehun ya se lo dijo de forma amable. Y, de hecho, Sehun tampoco es mal parecido, sino al contrario; es un ser muy interesante y encantador; lo descubrió mientras lo acompañaba en su forma de muñeco, mientras le platicaba un poco de él mismo, de su intención y las repercusiones que tendría. A Baekhyun le encantó la idea de Sehun desde el principio a pesar de sentirse culpable por las consecuencias que le traería al espíritu; incluso así aquello le pareció demasiado lindo por parte de Sehun, por lo que rápidamente le tomó un cariño especial.

Sabe que tanto Sehun como Zitao son lo que llaman un ser querido, o él supone que así debe de sentirse estar con uno: una llama en el pecho que le permite suspirar, un redoble de tambores cuando está cerca de ellos, que los tum-tum le llegan hasta los oídos y recorra su cuerpo transformado en corriente. Ha sido poco y nada el tiempo que ha estado con ambos pero la estima llegó casi inmediata, y contra ella no puede hacer nada. Es bastante nuevo para él.

Para cuando Zitao se despierta, hay dos cosas que lo sorprenden mucho. La primera es Sehun, dormido abrazado a su cuello, consciente de que su respiración le hace cosquillas, se ve tan sereno mientras duerme que hasta luce mucho menor de lo que ya parece. Con toda la pena del mundo lo despierta para ir en busca de Baekhyun, le preocupa que haya decidido salir de la casa y se haya perdido, o peor aún que haya decidido escaparse porque ya no quiere estar ahí. Lo segundo que le sorprende es precisamente Baekhyun, quien está en la cocina haciendo un desayuno que más bien parece una masa grumosa y oscura; en pocas palabras: nada comestible.

Baekhyun ve entrar a su fabricante con un Sehun sentado en sus hombros. Qué adorables, piensa. Algo en aquellos seres le resulta tan seductor, que lo atribuye a que ambos pusieron su grano de arena para formarlo a lo que es ahora. Quiere demostrarles a ambos lo agradecido que está con ellos pero no sabe de qué manera los humanos demuestran aquello. Busca en su memoria alguna imagen de la demostración de gratitud que no sea la del pequeño Minseok porque ni Sehun ni su creador son niños; lo que encuentra es el recuerdo cuando lograba ver parte de la tienda donde dos abuelos compraban un regalo para su nieta, luego la abuela le daba las gracias al abuelo y juntaban sus labios.

Pues fue lo que hizo.

Sin dar tiempo a que respondan los demás, camina –más bien se abalanza –hacia ellos y estampa con fuerza sus labios contra los de su fabricante, la fuerza fue tal que les duele a ambos, Zitao incluso gime durante el beso.

Sehun está sorprendido, y lo está más cuando es su turno de ser besado. Este beso es más cuidadoso a comparación del que le dio a Zitao, pero la sensación es la misma, no es para nada desagradable el sabor de los labios ajenos. Ambos tienen sabor a miel y arándanos, una perfecta combinación.

—¿Qué… fue eso? —El primero que sale del estupor es Zitao.

—Creo que lo llaman besar —responde inocente.

Dulce, dulce Baekhyun, pobre ingenuo.

Sehun no lo quiere admitir pero para él, la sensación de ser besado también es nueva. No es ignorante, sabe lo que es un beso, lo ha visto por años cómo la gente demuestra amor, deseo y demás con un simple beso, ha visto los diferentes significados que lo definen; pero sólo los ha visto más nunca vivido uno en carne propia. Y es la impresión más placentera que ha sentido en toda su existencia. Quiere repetirlo; tiene que repetirlo.

El espíritu mágico se lanza a probar los labios ajenos de nuevo. El repentino movimiento desconcierta a Baekhyun. ¿De qué le agradece Sehun?, es su interrogante.

—¡Hey, Sehun! ¿Qué haces? —Zitao se apresura a quitárselo de encima—. ¿Qué te sucede?

—No lo sé —contesta una vez fuera de Baekhyun—. Me siento apenado. Lo lamento.

—No me pasó nada, no te preocupes. Pero dime de qué quieres agradecerme si según yo no me debes nada.

—¿Agradecer?

—El beso. Yo te lo di a ti y a Tao por agradecimiento por formarme. Así es como los humanos se lo demuestran, ¿no?

El espíritu y el fabricante se voltean a ver, seguido sueltan una carcajada limpia por la inocencia de Baekhyun.

—¿Cuántos años se supone que tienes, Baek?

—Uh… No lo sé.

—Baekhyun aparenta veinte años físicamente, pero si hablamos de la edad mental se podría decir que tiene la mitad.

El chico del cual se burlan hace un puchero. No entiende qué es lo gracioso si él lo único que quería era mostrarles lo agradecido que estaba. Hace amago por alejarse a zancadas pero el brazo de Zitao lo detiene y le pide disculpas por la burla y le explica detenidamente de qué va aquello.

Para cuando terminan de contarle lo que un beso significa, Baekhyun está con las mejillas ardiendo. Se reprocha por no haber preguntado primero antes de actuar; pero lo hecho, hecho está.

Luego  de aquello la plática se vuelve más seria, a Zitao le preocupa cómo vaya a reaccionar su mejor y único amigo ante su historia tan fantástica. Probablemente se desmaye dos o tres veces antes de entender por completo, reconoce que su amigo es exagerado y dramático.

Llegan a la conclusión de que se lo tienen que decir de todas maneras y no hay otra forma más que de forma directa.

a89;a90;a89;a90;

Los días pasan rápidamente, lo que no pasa es el apetito por esos labios que Sehun quiere saborear de nuevo, pero desearía estar de tamaño normal porque en su actual forma todo en él es demasiado pequeño –o todo lo demás es muy grande –y sus diminutos labios no alanzan a captar toda la esencia de los otros labios. Porque sí, ha probado de nuevo del elíxir de la miel mientras que los otros duermen. Y no sólo de Baekhyun, sino que se dio cuenta que Zitao también tiene buen saborcillo.

Entre algunos roces que a veces pide uno y otro los otorga, ya no se les hace tan extraño desde que Baekhyun los pide por capricho, argumentando que es su forma de agradecimiento. Esa es la excusa que usa, en realidad sólo quiere volver a sentir el cálido confort que se genera en su pecho cada vez que lo hace.

Es una noche de luna llena cuando le reza a su madre por primera vez desde que fue desterrado, busca un milagro por parte de ella, que tiene la esperanza de que lo cumpla por el aprecio que una vez le tuvo.

Al amanecer esa mañana, los jóvenes están más apretados que de costumbre pero no le dan importancia hasta que Zitao siente un peso mayor sobre él y Baekhyun una patada más fuerte que las que está acostumbrado a recibir. Ambos implicados despiertan al mismo tiempo y se asustan del enorme bulto que está entre ellos. Advierten que es Sehun, aunque no entienden lo que pasó si antes medía menos de 50 centímetro y ahora debe medir más del metro sesenta.

—Sehun, despierta. Algo te pasó.

Una vez despierto, se aterra porque todo lo percibe más pequeño que antes, y al pararse por completo piensa que es un gigante y que en cualquier momento derrumbará la casa por su estatura.

Claramente está exagerando, pero eso Sehun no lo sabe. Está como loco mirando el suelo, luego al techo, de vuelta al suelo y luego a sus brazos, se toca el cuerpo para cerciorarse de que su mente no le juega una mala pasada. Esto es real.

—¿Qué me pasó?

—Sehun, has crecido —señala Zitao.

—Ya lo sé, ya lo sé, eso puedo verlo… ¿Pero cómo pasó?

—¡No es justo! —Baekhyun exclama. Los otros dos voltean a verlo porque no entienden a qué se refiere—. Eres más alto que yo y luces como un bebé.

A pesar del shock inicial, ninguno puede evitar reírse ante la preocupación del más bajo ahí. Sehun pasó del tamaño de un muñeco a uno real en una noche y lo único que a Baekhyun le importa es que ahora es el más pequeño ahí. Zitao se da cuenta que desde que aquel par llegó a su vida, se ha reído y divertido más que como solía hacerlo.

Más pronto que tarde a Sehun le llega la respuesta a su pregunta: quien una vez fue su madre le ha concedido el deseo que hace tiempo pidió. Sehun le agradece en silencio, es demasiado evidente lo feliz que está ahora, la sorpresa inicial lo había cegado antes pero con su revelación jura que le dejará todas las noches una vela como gratitud a su Madre (incluso si ella dejó su último suspiro de aprecio con aquel milagro).

—Zizi, ¿por qué tu amigo dinosaurio no ha venido últimamente? —pregunta Baekhyun mientras desayunan. Otra vez el desayuno es preparado por Zitao quien no quiere arriesgarse a que el antes-muñeco se queme –o incendie la casa o los envenene sin querer.

El fabricante sabe que se refiere a Chen, pero duda si  lo de “dinosaurio” es porque su amigo es mayor que él o porque realmente parece un dinosaurio.

—Oh, cierto. Hace tiempo que no se aparece por aquí. No nos has presentado con él. ¿Cómo crees que reaccione cuando le expliques sobre nosotros?

Bien. El fabricante no pensó mucho en aquello hasta que Sehun lo menciona ahora. Su amigo es un poco escéptico en ocasiones y no cree en los milagros ni en las cosas mágicas, ni siquiera cuando era un niño, así que tendrá qué pensar cómo decírselo a Chen sin que suene a una broma de mal gusto; por un momento teme que su único amigo deje de hablarle, sin embargo sabe también que si mira a Baekhyun le creerá.

—Se fue de viaje. Siempre lo hace después del festival de la Luna Azul y el del Astro Sol, se va con su familia, a veces a las playas del Sur y otras a las montañas del Noreste. Siempre me invita, pero desde que tiene a Joonmyun y a Minseok me niego a obstaculizar sus vacaciones familiares.

—Qué lindo —murmura Baekhyun para sí. El único que lo escucha es Sehun, quien no podría estar más de acuerdo porque Zitao es un ángel que ha pasado por cielos oscuros sin manchar su pureza.

Y como si la Luna Azul hubiese escuchado las palabras de los jóvenes, al crepúsculo del día, Chen llega a tocar a la puerta del hogar Huang, sorprendiéndose de las personas extra que hay dentro cuando la puerta le es abierta por alguien que no es Zitao.

—¿Quién eres? —cuestiona desconfiado.

—Eh… Mucho gusto, me llamo Sehun. ¿Buscas a Taozi? Iré a hablarle.

El nerviosismo del chico extraño es evidente para Chen, se pregunta si es el nuevo ayudante de su amigo para reemplazarle el tiempo que estuvo fuera; y si es así, ¿qué hace tan tarde en su casa? Hace un par de horas que la tienda cerró y el único que debiera quedar allí es su Zitao.

—¿Chen? ¡Hola, amigo! ¿Cómo te fue en tus vacaciones? Regresaste un poco antes, ¿cierto?

El nombrado piensa que es extraño que su amigo esté igual o más nervioso que el chico que le abrió en un principio, ha dicho las palabras tan rápido que tuvo que hacer un esfuerzo para comprenderlas en su totalidad. También se le hace extraño el hecho de que el tal Sehun esté varios metros detrás de Zitao, y que pareciera que hay otra persona más escondiéndose junto a él, como si tuviesen miedo a salir.

—Sí, regresamos antes. Minseok cogió un resfriado, ahora debe de guardar reposo.

—Oh, pobre chico. Luego le llevaré de las galletas que tanto le gustan.

—Sí, se pondrá tan contento. Pero en general nos la pasamos bien, aunque hubiera preferido que fueras, extraño que vayas también, sobre todo mi hijo te echó de menos.

—Para el próximo año, tal vez.

Chen hace una mueca ante la contestación porque Zitao siempre responde lo mismo desde que su esposo también lo acompaña de vacaciones; incluso después de Minseok, puede contar con los dedos de una mano las veces que su amigo ha aceptado.

No obstante, no es esa promesa de la que sabe que no cumplirá lo que en esos momentos le llama la atención, sino el hecho de que otras personas se encuentren en su casa (probables trabajadores, piensa Chen) y Zitao no lo ha presentado siquiera.

—Tao, perdona si es imprudente de mi parte pero ¿quiénes son ellos? —susurra en confidencialidad acercándose al oído del fabricante.

—Ellos son… bueno…

Chen al menos espera un aviso por parte de su amigo antes de que este último se levante del sofá donde están sentados y salga de la sala.

Se está comportado muy extraño —piensa Chen.

A los pocos minutos regresa Zitao con las dos personas desconocidas, uno de ellos escondido detrás del más alto.

—Chen, ellos son Sehun y Baekhyun. Chicos —dice dirigiéndose a los presentados—, él es Chen, mi mejor amigo.

Chen les sonríe tratando de inspirar confianza, no quiere que su presencia los intimide, mucho menos con el honorífico con el que le llamó Zitao. Ambos chicos debían de ser demasiado jóvenes, inclusive más que Zitao.

—Mucho gusto. Ustedes deben de ser los nuevos empleados, ¿cierto? Sigan trabajando duro.

—Uhm, Chen, ellos no son mis empleados.

—¿Ah, no? —se sorprende Chen—. Entonces no entiendo. Y dile al pequeño de ahí que deje de esconderse que no muerdo. Me pone ansioso.

Baekhyun está a punto de salir pero Zitao le detiene.

Primero le explica a Chen que debe confesarle quiénes son realmente, cómo los conoció y qué hacen ahí. Su amigo accede, y se mantiene callado todo el tiempo que Zitao habla, no le interrumpe más que para hacer preguntas ocasionales. Su expresión es difícil de leer que ninguno ahí presente puede decir si está molesto o en shock.

La ligereza y el alivio invaden al fabricante cuando termina de contar hasta la última palabra, debía decirlo a alguien o explotaría. Es bastante difícil guardar un secreto por tanto tiempo.

El silencio toma las riendas de la situación, envuelve el tenso ambiente que rodea los cuerpos, los llena de incertidumbre. Todos esperan a que Chen diga algo, una palabra, o lo que sea, por lo menos que los mire porque una historia como esa es increíble y surgen muchas preguntas acerca de ello. Ni siquiera ha mirado a Baekhyun desde que se mostró por fin y lo vio.

—Chen, di algo ya —expresa Zitao desesperado por el mutismo de su amigo.

Tarda un rato en responder pero al fin lo hace.

—¿Qué quieres que te diga? No puedo asimilarlo tan rápido, incluso si esta persona —comenta señalando a Baekhyun—… es sin duda tu muñeco. Simplemente estoy desconcertado porque no creí que volvería a ver algo igual en mi vida desde…

—Espera, ¿qué? —interrumpe Zitao—. ¿Volver a ver?

—Sí. Nunca te lo dije porque seguramente me etiquetaría como un loco. Hace tiempo, cuando tus padres…, bueno, el señor Huang me regaló una vez un muñeco cuando era niño. Me dijo que debía cuidarlo muy bien porque era un regalo especial. —Suspira—. Cuando me casé con Joonmyun, ambos estábamos emocionados con la idea de ser padres que lo platicábamos a menudo y soñábamos con ello, pero nos dimos cuenta que no podíamos tener hijos, eso nos entristeció bastante. Y sin esperarlo, un día el muñeco que siempre tenía en  la repisa de la habitación se había transformado en un bebé de verdad, durmiendo en una canasta junto con una nota diciendo que era de nosotros.

—Y así nació el pequeño Minseok —concluyó el fabricante.

—Sí, así nació. —Sonríe nostálgico—. Nunca hubo problemas porque jamás sospechaste, ni nadie lo hizo, pero Joonmyun y yo estábamos contentos por tener un hijo al fin.

La noticia que acaba de relatar Chen es impresionante hasta para el antes espíritu. Alguien realizó lo mismo que él tiempo atrás y no llegó a enterarse de quién fue, probablemente alguno de sus hermanos que no conoce porque de conocerlo se hubiese enterado. Incluso sospecha de alguno de sus hermanos menores, ya que no siempre convivía con todos y era demasiado difícil aprenderse tantos nombres cuando lo único que quería era divertirse en aquel entonces, no le importaba demasiado nada más.

—¡Eso es asombroso y lindo! —exclama Baekhyun.

—¿No me tenías confianza para decírmelo? —la tristeza en Zitao amarga su tono de voz. Baja la mirada pensando que su mejor amigo probablemente no lo ve como alguien en quien apoyarse.

—¡No es eso! —se apresura a decir—. Pero entiende que todo esto es muy raro, incluso puedo asegurar que también te debatías entre decirme o no.

Ante aquello el fabricante no puede negarlo. Chen lo conoce tan bien.

Después de un par de horas de anécdotas y explicaciones, de risas y asombros, Chen les asegura que ambos chicos le agradan y que es buena idea que Zitao ya no pase más tiempo solo. Promete volver con su esposo y su hijo para que los conozcan personalmente (además que Zitao prometió galletas para su hijo).

—Tu amigo es realmente amable.

—Me simpatiza, es casi de mi altura, no me siento tan enano a su lado.

—Muchas gracias a ustedes, por estar a mi lado y animarme a platicarlo con Chen.

Zitao escucha a ambos decir al unísono que no tiene por qué agradecer. Son tan lindos cuando se sincronizan sin ponerse de acuerdo. Rememora las veces en que Sehun le agradece por el desayuno, o cuando Baekhyun le gratifica por auxiliarlo a conseguir algo fuera de su alcance (por la altura).

Ahora es su turno de demostrarles lo agradecido que él está con ellos, obviamente lo manifiesta de la forma en que los otros dos sólo saben.

Y con un sello casto pero cargado de cariño terminan el día, al cual le siguen los demás amaneceres que tienen un transcurso diferente pero que finalizan con lo mismo de siempre.

a89;a90;a89;a90;

Es la vigésima mañana de octubre cuando Baekhyun escucha una noticia espectacular: la luna más hermosa del año se alzará con gala esa noche, y no sólo eso, sino que será la más grande y brillante de los últimos 50 años, ni siquiera el festival pasado en su conmemoración estaría tan bella como lo estará esa noche. Y Baekhyun, tan optimista como es, les anuncia la noticia a Sehun y Zitao, diciéndoles que quiere ir a ver la gran luna que se presentará.

Inmediatamente a Zitao le encanta la idea que el entusiasmo de Baekhyun le genera. Para el medio día ya están todos organizando y preparando las pertenencias que necesitarán para un día de campo, porque según Zitao: un espacio natural y puro aumenta el porcentaje de belleza a cualquier otro elemento admirable.

El fabricante no les dice adónde van. Tampoco les dice que para convencer a Chen y a Joonmyun de prestarles la humilde carroza de este último, lo que hizo fue prometerles que realizaría un muñeco con el cuidado más extremo para su adorado Minseok. Claro que ninguno se negó y accedieron al trato. Por lo tanto, antes de tener que ponerse a trabajar, Zitao concluye que tomará los siguientes dos días de descanso en la naturaleza aludiendo que le servirá como inspiración para su arte.

Cuando llegan al lugar destinado, el fabricante se embelesa con la admiración de los otros dos, dos pares de ojos brillan de emoción por el impresionante paisaje frente a ellos. Su corazón da un vuelco cuando se dice a sí mismo que quiere mantener aquella fascinación y alegría en el corazón y alma de sus acompañantes. Y se da la razón; reconoce que ese paisaje sólo realza la buena estética de Baekhyun y Sehun, que el perfil que tienen debería ser tallado en un lienzo que no merece la más mínima equivocación (y que incluso así no haría justicia a la gracia que portaban aquellos dos seres perfectos).

—Este lugar era un secreto entre mis padres y yo —relata el fabricante una vez instalados—. Solíamos venir aquí cada primavera e inicio de otoño, es cuando el clima es más agradable. Pero ahora quiero compartirlo con ustedes también porque en tan poco tiempo me han enseñado a vivir por mí nuevamente y a vivir por lo que me gusta, en lugar de vivir porque nací. Gracias.

El corazón del más bajo de los tres se siente explotar de felicidad y ternura. Las cosas que dice Zitao son tan lindas que no quiere más que apachurrarlo entre sus brazos y llenarle el rostro de besos a su fabricante; a su creador; a su dueño.

Por su parte, Sehun sonríe sincero y el corazón fundido y ardiendo que se esparce por todo el pecho, llenándolo de un cálido soplo gozoso. También quiere llenar el rostro de Zitao con abundantes besos, pero lo que más quiere es desgastar esos labios y dejar que el calor del pecho le recorra de pies a cabeza, como pasaba cuando robaba roces tímidos mientras los otros dormían.

Mientras que el más alto se pierde en la lejanía profunda de sus pensamientos, Baekhyun y Sehun aprovechan para armar un plan contra Tao por su descuido y su buen corazón.

Entre charla y charla el tiempo pasa volando frente a ellos sin darse cuenta, y para cuando abren los ojos el sol ya está puesto y la llama que Sehun encendió es lo que les brinda calor.

—¡Mira! ¡Qué hermoso!

Todos voltean hacia donde Baekhyun señala, se maravillan con lo que ven. El cielo está pintado con tonos azules y morados oscuros sin legar a ser negro, la imagen salpicada con millones de estrellas de diferentes tamaños –¡y colores! –abren paso a la enorme Luna Azul que más bien parece plateada, situada en medio de aquel mar luminiscente. Todo en la escena es espectacular, tan inefable que algunos de los presentes se sienten fuera de lugar pero honrados por presenciar tal maravilla.

—La última vez que vine aquí mis padres seguían vivos. No recordaba lo sorprendente que es este lugar —murmura Zitao con nostalgia impregnada.

Nostalgia que Sehun percibe y suelta un rítmico “ow” que lo alarga el tiempo suficiente como para que Baekhyun se una a él. Como si se hubiera puesto de acuerdo, abrazan con sintonía al fabricante que tiene un par de goteras melancólicas en lugar de ojos.

—No estés triste, lo bueno es que tú vives y que tienes que buscar tu propósito en la vida —anima Sehun—. Tus padres fueron, son y serán muy importantes para ti, pero ellos ya forman parte del pasado –al menos en forma física –y tú tienes que seguir adelante.

Tao no lo menciona, pero tiene bien definido ese propósito de vida que Sehun menciona, lo tiene claro desde la vez que encontró a Baekhyun en su intento de cocina rápida. Debe de cuidar de ellos dos; quiere cuidar de ellos dos.

Durante unos minutos más se mantuvieron en la misma posición: Zitao en medio de los otros, sin dejar de estrecharlo con un brazo cada quien; juntos.

Mirando el firmamento como estaban no podría ser más perfecto, según el criterio de Baekhyun. La noche anterior que también vio la noche en el cielo no hubo tantos puntitos blancos y azules como ahora, la diferencia entre el cielo del pueblo y el del campo libre era abismal como su curiosidad y entusiasmo. E impulsado por uno de sus arrebatos, juntó una vez más sus labios con los de Zitao, moviéndolos torpemente, haciendo notar su inexperiencia.

—¿Y ese por qué fue? —menciona cuando el beso termina.

—No sé… tenía ganas de hacerlo.

Es una suerte para Baekhyun que la hoguera está encendida para que ninguno sospeche que las mejillas lamidas de rosa del más bajo son en realidad provocado bochorno y no por el tenue resplandor de las llamas. Nunca se ruborizó cuando daba los besos anteriores, sin embargo, este se siente diferente quizá porque no es por agradecimiento sino por mero gusto.

Momentos después, Zitao pierde la noción del tiempo cuando pequeños y efímeros besos que parecen mariposas son depositados por todo su rostro, algunos ocasionalmente en sus labios, otros más atrevidos por su cuello, hasta que en un descuido siente unas mariposas más traviesas hacer un tornado dentro de su propio estómago.

El cúmulo de sensaciones lo embargan, no es sólo Baekhyun el que las provoca, Sehun también se unió al juego y le gusta. Le asusta porque ambas caricias le deleitan, ambos sabores de labios son hechizantes, el aroma de las dos personas junto a él lo embriagan; y todo en su conjunto se siente tan placentero que al ver una estrella fugaz atravesar la bóveda celeste desea que nada de eso acabe.

—No…, espera —masculla un poco más lúcido.

Nadie le obedece, en cambio siguen con su tarea de grabarse cada rincón de Zitao a como dé lugar.

Shh… No hables —ordena Sehun sobre el cuello del fabricante—. Te queremos, Taozi.

—Eres tan lindo y atento con nosotros. Déjanos regresarte un poco de esa satisfacción que nos brindas.

En un abrir y cerrar de ojos los tres pueblerinos estaban dentro de la sencilla e improvisada tienda de campar, sobre las pocas mantas que Zitao había traído de su casa –las únicas que tiene, en realidad.

La noche es magia en esencia, las cosas pasan tan rápido como cuando repentinamente todas las prendas están esparcidas por todo el lugar, pero también pasan muy lentas como cuando les da tiempo a regocijarse con cada roce, adivinando cuál rastro de corriente deja cada quien.

Una suave risa burbujeó de los labios de Baekhyun, embelesando a sus acompañantes con aquel acto tan limpio y puro a diferencia de los sonidos excitantes que suenan tan sucios pero adictivos cada vez que las lenguas chocan tras una respiración pesada.

El aire también se siente pesado dentro de la tienda, la frescura de la noche no llega a enfriarlos ni un poco, el único aroma que flota es el de cuerpos sudorosos frotándose entre sí. Pero lo que más sienten que está presente –porque cada uno de ellos lo demuestra y no lo niegan –es el cariño que está impreso en cada acto que llevan a cabo.

 —Sehun… no.

El rostro pintado en carmín de Zitao se le antoja adorable a Sehun. Convivir con él le ha hecho saber muchas facetas tanto del fabricante como del antes muñeco, pero sin duda su favorita hasta ahora es la que muestra en ese preciso momento con la boca entreabierta, ojos cerrados, respirando fuertemente y los gemidos escapando uno tras otro por el dedo que acaba de enterrar en Zitao y por la fricción que mantiene Baekhyun al unir su miembro con el del fabricante.

—Eres muy lindo, Zizi. Dices que no, pero en realidad vemos que no es así —susurra Baekhyun en el oído del fabricantes antes de bajar a propinarle una mordida al cuello. La mordida dejará marca que se confundirá con las otras que ya se están empezando a formar; Baekhyun sonríe por ello aunque fue más un impulso que otra cosa.

Tampoco es como si lo que Baekhyun hubo dicho estuviera equivocado, porque, de hecho, Tao pedía a gritos ser llenado por Sehun y marcado por Baekhyun; ese fue el mismo pensamiento que capta el más bajo al ver la mirada lujuriosa y oscurecida de su adorado creador. Y es cuando ve los ojos de Sehun (a quien se atreve a llamar co-creador, por darle vida) llenos del mismo deseo que lo embarga, es cuando sabe que eventualmente Tao tendrá lo que quiere.

A los pocos minutos Sehun retira sus dígitos, Zitao ya está preparado, las ansias lo consumen por la anticipación. Lentamente lo toma de la cadera para posicionarlo en su regazo y bajarlo hasta que está lleno de él. Ambos jadean por el contacto caliente de sus pieles, murmurando el nombre contrario en un suspiro.

Baekhyun, a pesar de que le fue apartado gentilmente del fabricante, no se siente desplazado u olvidado, sabe que llegará su turno y espera con ansias a que llegue y pueda vivir al fin lo que lo humanos llaman “hacer el amor”, al fin y al cabo él también es humano ahora. Ya Sehun le ha explicado sobre ello en casa del fabricante, y la idea le pareció apasionante.

—Eres tan hermoso, Taozi —jadea Sehun, moviéndose ya contra su amante—. No hablo sólo del exterior —dice y da una estocada profunda que deja sin aliento a Tao—, hablo de tu corazón… Es muy grande, puro e inocente. Eso en un principio me gustó de ti.

Las palabras que le dedica Sehun derriten por dentro al más alto, convierten sus músculos en gelatina y provocan una oleada de satisfacción que arrasa con su cordura. Cada palabra en susurro es un brinco doble para su corazón, cada caricia de patrones al azar en su espalda son un sinfín de jadeos que a Baekhyun le cautivan.

Están en la cima del paraíso, casi puede sentir tocar el edén con sus dedos; pero el único que llega es Sehun, gruñe el nombre de Tao contra su oído.

La culminación del ex-espíritu estalla primero en millones de estrellas que le dejan sumergirse entre ellas, logra tocar algunas y repentinamente baja de aquella espiral sideral. Queda agotado, y exhausto, y sudado, y lleno de un sentimiento placentero que tiene la esperanza de volver a repetir muy pronto; pero por ahora sale del interior con un último roce de carnes y un casto beso depositado sobre los bien marcados labios de Zitao, mientras el fabricante solloza por la sensación de vacío que deja Sehun e él.

—Sehunnie... ¿ya es mi turno? —susurra alto para el nombrado. Baekhyun detiene sus caricias para mirar con ojos suplicante a la persona que yace recostada por su emotiva actividad.

A Sehun esa mirada se le antoja tierna, y pura, y sumisa, y como cordero remojado pidiendo refugio a su amo.

Luego de fantasear con el millón de situaciones -y posiciones -en las que a Sehun le gustaría tener esa mirada sobre él, asiente en dirección al antes-muñeco y junta sus labios con los contrarios justo como lo hizo con Tao segundos antes.

—Zizi, espero no ser un torpe y arruinarlo. Yo también te quiero mucho.

—Baek, yo no creo…, que seas un torpe, jamás podría pensar eso de ti.

Ambos son un par de inexpertos que sólo desean dar lo mejor de sí y transmitir sus sentimientos tan claramente que no se necesiten palabras sino miradas, no lo más lujoso sino caricias y besos sabor a concordia; y gritos, muchos gritos que lleven los acordes del nombre de su amante.

Baekhyun está listo para recibir a su dueño. Ama esa palabra porque es real en más de un sentido; y lo afirma con el jadeo que le arrebata cuando por fin se convierte en su amante (oficialmente).

Los cuerpos danzan al compás más primitivo del mundo; uno que para Baekhyun es una nueva experiencia que como muñeco no podía llevar a cabo, y que para Sehun  (que a pesar que había pasado cientos de años admirando la belleza de este juego) jamás como espíritu se le habría permitido jugar... hasta ahora.

El pacto de cariño sincero queda sellado finalmente por los tres, con el firmamento de testigo nadie puede negar nada. Y que no se atrevan a decir que Zitao no hizo delirar a Baekhyun; ni que Sehun no ayudó al más bajo a sostener sus caderas; tampoco que el fabricante no creció en excitación con las liosas melodías del son de sus impulsos.

Pero sobre todo, nadie puede negar que por unos segundos sus percusiones se mantienen en perfecta sincronía hasta que el clímax los abruma por completo y les baja las estrellas hasta que pueden tocarlas y explotan cual burbujas que dejan todo oscuro y confuso.

Lo siguiente que saben es que ya todos los testigos se han ido y el sol se alza sospechando de lo sucedido en su ausencia.

No precisan palabras. No son necesarias para entender; sus corazones por sí solos lo saben (menos mal que sus cerebros también cooperan y no les llevan la contraria, o están todavía exhaustos como para discutir).

Sin embargo, ni Tao se siente solitario; ni Baekhyun sin sentimientos; ni Sehun sin vida. Y es todo lo que necesitan saber. Que se complementan.

a89;a90;a89;a90;

—Entonces, Zitao, ¿qué es eso tan importante que tenías que decirnos? —Luego susurra—: Aparte que perdiste una rueda de la carroza quién sabe cómo.

—Primero que nada, ¡lo siento mucho! Prometo reponerlo en cuanto pueda.

—No es necesario —soltó una carcajada Joonmyun—. Mejor cuéntanos de una vez, que nos carcome la intriga.

Zitao lo meditó un poco. Esa misma tarde que regresaron del pequeño viaje se encargó de llevar el carruaje y los caballos a Chen, tenía demasiada vergüenza pero entre antes le dijera sería mejor, pensaba. Aprovechó para disculparse por la pérdida de la rueda y expresarles que “tenía algo muy importante que debían saber”, a lo que el buen corazón de Joonmyun lo invitó a pasar al hogar Kim, incluso si no conocía a los acompañantes del fabricante; por ello estaban todos ahora reunidos en la sala, incluido al adorable Minseok jugando con Baekhyun.

—¿Y bien? —inquiere Chen.

—Bueno…, yo… —alarga la última palabra. ¿Con qué expresión le hablaría para que no sonara tan extraña la noticia que le tiene?

Es en esos momentos de apuro cuando desea que sus padres lo hubiesen metido en una escuela pues él sabe que las escuelas tienen la obligación de hacer aprender a los niños que asisten a ella; de esa forma quizá y le enseñaban a resolver ese tipo de conflictos situacionales por el que pasa en ese momento. Porque así es la escuela, ¿cierto? ¿Cierto?

No resulta tan sencillo decir aquello a pesar de haber estado todo el camino de regreso meditando lo que diría y cómo lo diría, ignorando por momentos las suaves caricias de unas finas manos sobre su cabello y los fugaces besos sobre sus hombros y mejillas de un par de abultados labios; esa forma de recibir apoyo es su favorita desde ahora.

Y justo como en la escena de la carreta, siente ese mismo apoyo por parte de las dos personas que han aceptado pasar el resto de sus vidas con él en un simple tacto de manos, un enlazamiento que no pasa desapercibido para los ojos de la pareja frente a ellos.

Con un poco más de fuerzas y coraje, decide enfrentar de una vez aquello, porque aplazarlo sólo creará más confusión y malentendidos que prefiere evitar.

(Y simplemente porque ya no puede ni quiere callar lo que siente).

—Bien, Chen… Lo que tengo que decir podría parecer demasiado extraño para ustedes, tal vez no lo vean normal, o común, o natural, o permitido —dijo lo último en un susurro y apuntado con su vista al suelo que de repente se presentaba tan interesante—… Pero quiero que sepan que mis sentimientos son reales, no hay falacia en mis palabras, y podrá parecerles rudo lo que diré pero incluso si no les agradan mis decisiones no cambiaré mi determinación.

Toma unos segundos de inhalaciones profundas para prepararse ante las posibles respuestas (buenas o malas) de sus amigos. Los ve a los ojos, esos que siempre han sido cariñosos y comprensibles con él, a pesar de que fue una carga cuando era más pequeño nunca le abandonaron, estuvieron a su lado cuando más los necesitaba, cuando los intentaba apartar de su lado, y desea no perderlos todavía porque son su única familia y dolería como mil muertes seguidas el que después de tanto tiempo ya no lo aceptaran. Y después de sopesar la idea se atreve a pensar que si lo peor pasara, él los dejaría en paz, respetaría su decisión y les agradecería todo su apoyo. Y se marcharía.

Pero mejor decide hablar antes de que se haga líos él solo en su cabeza y comience a llorar por lo que ni siquiera ha pasado.

—Saben que siempre les he tenido un cariño infinito, son mi familia más que amigos, jamás terminaré de agradecerles, y porque respeto nuestro vínculo es que quiero que más temprano que tarde sepan esto. —Siente un apretón en su hombro derecho; es Sehun; y continúa—: Hace poco tiempo conocí a estas dos personas que llegaron de la nada a mi vida. Chen ya lo sabe y de seguro te contó cómo sucedió, ¿cierto, Joonmyun?

—Sí —ríe el nombrado—. Chen no se guarda nada. Discúlpalo.

—Lo siento, Zitao. Sabes cómo soy —se disculpa Chen.

—Já. No se preocupen, ya me hacía a la idea que mi amigo no te guarda nada, yo sabía que pasaría y lo preferí así. Pero bueno…, lo que quería decir es que las cosas se fueron dando solas y… yo… decidimos que nuestro amor y cariño es tan grande por los tres que no podemos solamente excluir a uno.

Ninguno se mueve. Ninguno aparta la vista del fabricante. No saben si Zitao ha terminado de hablar, o de decir un trabalenguas que acaba de aprender; siempre le pasa cuando está nervioso.

Por su parte, Baekhyun da un beso calmado en la mejilla que tiene un efecto terapéutico casi automático, y con Sehun sobándole la espalda no puede quejarse; no podría haberle caído mejores personas a su vida. Se la han endulzado por completo (aunque admita que suena un poco cursi).

—¿Y ellos qué dicen? —es lo único que articula Chen, con un semblante tan serio que Zitao cree que en cualquier momento lo correrán de esa casa y no le permitirán ver al pequeño Minseok. Se encoje ante esa idea.

—Estoy muy seguro que hablo por Baekhyun y por mí cuando digo que los sentimientos que Taozi tiene son plenamente correspondidos. No son palabras vacías, ni acciones sin valor; son tan reales como lo somos ahora. Conozco muy bien a Baekhyun, por ello tengo la confianza en hablar por él, también conozco de sobra a Taozi, lo suficiente como para decir que me ha maravillado su persona y lo menos que querría hacer es dañarle. —Pasa la vista a todos los presentes, deteniéndose más tiempo del necesario en sus amantes, les dedica una dulce sonrisa que les trasmite serenidad y confianza—. Como sea, yo antes era un espíritu, yo no puedo mentir, no está en mi naturaleza. Pero si ustedes me creen o no, no es algo sobre lo que yo pueda actuar.

—Y yo —toma la palabra Baekhyun—… tal vez antes fui un muñeco común, igual a todos, irrelevante para muchos…, pero fue Zizi quien me creó y Sehun quien me brindó la vida; pero son ambos quienes me enseñaron a vivirla y disfrutarla. Me formé gracias a que desde un principio tuve un lugar en el corazón de ambos. No pretendo ser alguien que los deje de lado, que los abandone; porque ellos en ningún momento hicieron eso conmigo.

De nuevo la habitación se inunda en un silencio que nadie sabe interpretar, es espeso, es caliente, pero también es necesario para drenar las preocupaciones y dejarse envolver por él. Pasan los minutos y el único que hace ruido es Minseok con su cochecito y sus repetitivos “broom broom” sobre el pie de Baekhyun.

La densidad desaparece de a poco y el lenguaje no verbal comienza a verse relajado, aliviado. La pareja Kim tiene una sonrisa sincera en su rostro y Zitao ya sabe que lo han entendido y no lo desprecian. Nada ha cambiado salvo que su familia ha crecido. Aprieta el agarre sobre las manos ajenas y las siente relajarse al tiempo del afloje de estas. (¡Qué bien que saben leerse sin verse directamente!)

Una sonrisa ladina se asoma en la comisura de los labios de Chen, y pronto Tao se encuentra rogando porque no suelte nada imprudente en ese momento. Pero el karma es un desgraciado que hace lo contrario que Tao quiere, ya es tarde para detener cualquier cosa.

—Que vivo me saliste, Zitao. Acaparando a dos bellezas sólo para ti. Eres un ambicioso.

—¿No se te hace raro? No es normal que digamos —vuelve a reiterar el fabricante. Sabe que ni a Chen ni a Joonmyun le importa realmente, pero un poco de la desconfianza lo ataca y no puede evitar preguntar.

—Tienes razón, no es muy común. Pero el hermano de Joonmyun también… la tuvo difícil para decidirse por una persona, así que simplemente escogió a ambos. Igual que tú.

—Oh.

Oh —repite Chen en tono burlón.

—¿Y cómo se llama tu hermano, Joonmyun? —Tiene curiosidad por saber, así al menos habrá otro bicho raro igual que él (sin ofender al hermano de Joonmyun).

—Kim Seo-

—¡Hola! —interrumpe una aguda voz junto con el estruendo de un gran objeto estrellarse (seguramente la puerta que ha sido abierta de golpe y su impacto contra la pared).

Hacen su aparición unas personas desconocidas para tres de la sala. Visten ropa casual y sencilla, pero el rostro de ellos les da un toque elegante a las prendas que portan.

—Lo siento, Joonmyun —dice uno de ellos—, pero siempre es lo mismo con Jin y no se puede corregir. Ya sabes cómo es él —se encoge de hombros.

—Ni siquiera regalarle aquella bufanda rosa funcionó con él —habló otro—. Era buena idea, Jiminnie, no es tu culpa.

La persona que responde a nombre de Jin, (la escandalosa, a ojos de Sehun), forma un puchero sin importar quién le mire o señale, aunque nadie en la sala lo haría de todas formas.

—Me gusta saludar así a mi hermano mayor, no hay nada que pueda hacer. —Se cruza de brazos, aun con el puchero sobre él.

—Seokjin, compórtate —reprende Joomyun en un tono maternal pero autoritario—. Hola, Jiminnie, Namjoon —saluda a los otros dos que responden con una inclinación.

Por un momento todo pasa tan rápido entre discusiones de las personas recién llegadas, intervenciones fallidas de Joonmyun y ligeras risas de Minseok y Chen (de tal padre, tal hijo); incluso les es hilarante a Baekhyun y Tao. Hasta que un grito mayor se hace escuchar.

—¡Nooo! ¿Es en serio? ¿Jimin? ¿Jiminnie el de la moralidad?

Todos los presentes se quedan estáticos ante el grito que se alza sobre las voces de los demás, y eso es decir mucho porque prácticamente más de tres personas gritaban al mismo tiempo.

Por enésima vez en el rato que han estado reunidos, la habitación queda paralizada y sólo la respiración superficial mancha el pulcro silencio, denotando la agitación de algunos por su anterior discusión.

—Sí. ¿Y tú eres? —responde con desconfianza. ¿Quién es él para preguntar por su nombre y de dónde le conocía? No se le hace familiar al menos.

—¡Jiminnie! ¿Qué haces aquí? —exclama Sehun soltando el agarre del fabricante y dando unos pasos demasiados atrevidos para el gusto de Jimin, quien todavía no sabe de las intenciones del otro.

—Perdón, ¿te conozco?

—¿No me recuerdas? —pregunta más calmado Sehun, o más bien cabizbajo.

—Lo siento, pero n-

—Soy Sehun —interrumpe con la esperanza de que pueda recordarlo—. Sehun el Espíritu de la Diversión, ¿no te recuerda a nada?

Jimin se queda dubitativo unos segundos antes de correr y lanzarse a los brazos del más alto ante la atenta mirada de todos, incluso de aquellos a quienes les pica un sentimiento que se niegan a aceptar que sean celos.

Deshacen su abrazo y Sehun despeina las hebras castañas del menor mientras el otro ansiaba sentir de nuevo una mano familiar sobre su cabeza. Ambos, de hecho.

—¿Qué ocurre aquí? Jiminnie, ¿lo conoces?

Los recién abrazados se separan conservando la sonrisa en sus labios; es el nombrado quien se dirige a Seokjin a responder rápidamente a la pregunta formulada, manteniéndose sereno pues conoce esa mirada que le envía, una que huele a celos y posesividad. Piensa que a veces la actitud de Jin y su dulce cara se contradicen tal como ahora.

—Él es Sehun.

—¿Y cómo lo sabes si no los han presentado aún, huh?

Joonmyun cierra los ojos y posa una mano en su rostro, niega suavemente ante el comportamiento infantil de su hermano, no siempre le desagrada pero cuando se pone pesado es algo molesto y vergonzoso. Aun así quiere escuchar la respuesta que den porque también se le hace extraño que esos dos se conozcan y se traten tan familiar.

Jimin por su parte suelta un suspiro, se recuerda que ama a Jin y que esto sólo dura un par de minutos antes de que se aclare y vuelva a la normalidad.

—Jin, él y yo somos lo que tú y Joonmyun son —responde despacio—. Es mi hermano de cuando era espíritu. Ahora también es humano, como yo.

La declaración deja a todos asombrados, excepto a Minseok que no se entera de nada y continúa con su juego sobre hadas y ogros y hechizos de colores.

—¿Es así, Sehun? —rompe el silencio Baekhyun.

—Sí. No creí que me fuese a encontrar con alguno de mis hermanos, son pocos los que hemos caído a la tierra.

—¡Papa! —grita repentinamente Minseok y salta hacia el regazo de Chen que suelta una risa. Su hijo se ve tan adorable y pellizca suavemente sus redondas mejillas.

—Somos una familia extraña, ¿no es así? —Es más una afirmación la que Chen hace.

Zitao observa a Minseok ser mecido por Chen, pasa su mirada de cara en cara, no olvida ninguna, se detiene en Chen un momento y le sonríe, después observa los serenos ojos de Baekhyun y los serios de Sehun, encuentra amor en ellos.

—Sí. Somos una familia extraña, no pude haberlo dicho mejor.

Porque tanto Chen como Tao se consideran de la familia, una familia que para entonces ya es numerosa y unida, que seguirán compartiendo alegrías y tristezas, seguirán viviendo momentos y recordando aventuras. Porque no son únicamente los lazos de sangre los que definen a una familia; y eso tanto Chen como Tao lo saben.

Ahora su familia creció y cierto fabricante de muñecos de una tierra muy lejana ya no volverá a estar solo jamás.

 

Notas finales:

Dato curioso: Hay un juego de palabras cuando Sehun llama a Jimin, “Jiminnie, el espíritu de la moralidad”. Recordemos a Pepito Grillo, (en inglés, Jiminy Cricket), la consciencia de Pinocho, quien le instruía sobre el bien y el mal. Ambos se pronuncian igual.

 

Bueno, este es el final. Chán. El fanfic ya lo tenía escrito de hace tiempo pero necesitaba revisión y por uestiones de estudios y trabajos y proyectors, etcétera, no había tenido tiempo de revisarlo (lo sé, es sólo un capítulo pero ni tiempo para eso tenía TT.TT). Como sea, también lo subí a Wattpad porque ahí fue que una persona lo pidió; la historia ya la tenía en mente, solo faltaban los personajes, que creo que me salieron un poco (mucho) OoC, but anyways YOLO

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