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El Hijo de Jafar por LILITH_HIWATARI

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Notas del capitulo:

Y aqui esta el segundo capitulo, espero que no sea necesario aclarar que esto es un fic dentro de la pelicula ok bueno seguimos.

Capítulo 2: El Genio más poderoso de la tierra.

 

“Ni sherezada ni Alí Babá pudieron nunca imaginar

La suerte que mi amo mostrara, con la gran magia que lo hará triunfar.

Que a sus puños brinde gran poder,

Un arsenal tremendo poseer.

Y vaya que sorpresas va  tener solo la lámpara debe frotar,

Le diré.

Mi amo Aladdín, ¿qué es lo que va a pedir?

Tomaré su orden por que usted tiene un amigo fiel en mí…”

 

“Acéptalo Jafar tu jamás serás más poderoso que el Genio”

 

Aquel hechicero poso la mirada en su enemigo para luego en la del genio, entrecerrando los ojos, comprendiendo aquella lógica, tenía razón el jamás sería tan poderoso como un genio, pero obviamente había ciertas desventajas,  ser conectado en una lámpara, atrapado a voluntad de otros, si actuaba por impulso le traería problemas.

Una sonrisa inundo su rostro mientras el agarre de su víctima se hacía más fuerte, con un crujido termino con aquel jovencito que tramaba arruinar su plan, el genio observo como el último intento de su amigo era totalmente inútil. Sus últimas palabras fueron desperdiciadas solo para darle nuevas ideas a su enemigo.

Aladdín el ladrón, la rata callejera que intentaba salvar a la mujer que amaba moriría aquel instante a manos de un ser cruel y despreciable, desde aquel día nadie volvió a enfrentarse al nuevo Sultán, el castillo quedo sobre aquellas montanas en un recordatorio de su superioridad, Jazmín nunca volvió a ver a su verdadero amor con vida, afortunadamente no lo vio morir, pues momentos antes de eso ella luchaba contra las arenas del reloj, sin embargo en cuanto Jafar le dejo libre le mostro el cuerpo inerte de su amor su alma se quebró, toda la esperanza, las fuerzas para seguir luchando se desvanecieron aceptando su destino.

Jazmín se convirtió en reina al lado de un asesino, su padre fue su punto de presión, el seria aquel ser por el que se inclinó ante los deseos del hombre, del hechicero.

No paso mucho tiempo antes de que Jafar pidió su último deseo, fue precavido, encontró a un tonto lo suficientemente manipulable para que le liberara, no sin antes demostrar su poder al mundo, de dejar en claro el alcance a sus enemigos si se atrevían a desafiarle. Jafar pasó de ser un poderoso hechicero al genio más maligno de todos.

Su lámpara aquella que representaba lo que alguna vez fue, se colocó con cuidado en una cámara especial una donde nadie podía entrar, en cuanto la del genio, bueno esa nunca fue encontrada Jazmín la busco desesperadamente pero fue como si la misma tierra la hubiera reclamado nuevamente.

*************************

El cumpleaños número 16 se acercaba y aun cuando ya había pasado un par de meses en aquella odiosa escuela mentiría si no aceptara el hecho de que realmente era entretenido  ir a ella,  como era costumbre una gran celebración se llevaría a cabo dentro de aquel reino, todos beberían y comerían felices dentro del palacio por el cumpleaños de príncipe heredero, Jay abandono la escuela esa semana, las invitaciones para su celebración año tras año dejaron de llegar para los demás miembros de la realeza, nadie dentro de Auradon deseaba tener que ver con el reino de Jafar, todos aquellos príncipes desaprobaban  enormemente  el gobierno del ex genio, ponían en duda su justicia y criticaban sus métodos, cuando ellos empezaron a enviar disculpas por no asistir a la celebración Jafar  se aseguró de que su pequeño entendiera que aquellas ausencias se debían a su origen, lleno al pequeño con historias de envidia ante su corona, con susurros negativos contra los de Auradon, era tal vez por eso que a Jay aun cuando la escuela no le iba tan mal le era increíblemente difícil hacer amigos, excepto por Ben, ese príncipe que debía ser totalmente engreído y petulante resulto ser un completo misterio, parecía como si realmente quisiera ser amigo de Jay.

Lamentablemente años y años de  ideas en contra de esos príncipes no se pueden desvanecer en los pocos meses que estuvo en aquella escuela, por lo que nuevamente ninguno de los otros miembros de la realeza asistiría a su celebración.

Aquella fiesta fue espectacular para Jay, regalos fueron traídos de todas partes del  mundo para mimar al príncipe, doncellas bailaron para su deleite y los más finos platillos fueron disfrutados por él y sin embargo Jay, el joven heredero se sentía vacío, el recordatorio de su padre aquella noche sobre su futura reina solo dejó un gran vacío en su estómago.

La reina aquella que solía animarle lo intentaría nuevamente, le llevo por los jardines alejados de todo bullicio y conto una de sus tantas historias, leyendas llenas de genios, de magia fantástica, de alfombras voladoras, le conto la historia de una chica cuyo amor murió en un intento vano de salvarle, Jay no entendía en ese entonces que su madre le contaba su propia historia, el solo suspiro creyendo que era una lección sobre el amor verdadero, pero para él, un joven que lo tenía todo prácticamente el amor no era una prioridad, o eso le decía siempre su padre.

Cuando los festejos terminaron, cuando aquel reloj conto las doce y todos en sus camas dormían aquello comenzó, el dolor dentro del vientre de Jay se extendió por todo su cuerpo, su madre al escuchar los sollozos de su hijo corrió  para él, Jafar entro justo en el momento en el que una nube de humo formo una pequeña lámpara negra  junto al chico mientras este se retorcía de dolor en el suelo.

Jay era un genio o al menos parte de él, aquella magia  había al fin madurado y manifestado en aquellos 16 años, una magia que podría llenarle de poder, hacerle invencible, hacerle inmortal, Jafar no pensó en el dolor que su hijo sufría en aquel momento estaba mucho más ocupado pensando en lo que podría lograr con él.

Jazmín acuno a su hijo que aun lloraba por el dolor de aquella magia explotando en su interior, mas al ver la mirada de Jafar tomo la lámpara de inmediato, ella cumpliría su promesa y no dejaría que nada le dañara.

-          Dame la lámpara – ordeno el sultán ante la visión de su hijo aun recuperándose del dolor.

-          No –abrazo a un más la lámpara.

-          Dámela ahora maldita mujer – se acercó para  sacarle del abrazo a su hijo y aventarle con fuerza.

-          Padre no – intento persuadir a su padre aun cuando estaba exhausto por el dolor.

-          Siempre has sido una estúpida – le tomo de sus cabellos para levantarle y obligarle a entregarle el objeto.

-          Padre por favor – suplico levantándose lentamente – para.

-          Oh Jay realmente has caído en su juego… niño estúpido – soltó a la mujer aventándole contra el suelo  logrando que la lámpara se resbalara en el piso hasta los pies del joven. – ahora dame la lámpara y empezaremos un nuevo orden mundial.

-          Jay no… no lo hagas – susurro su madre con dolor aun en el suelo, sangre goteando de su nariz.

-          ¿Padre? – murmuro tomando la hermosa lámpara negra observando como un rubí adornaba la tapa de esta - ¿Qué significa esto?

-          Eres un genio Jay, el poder corre por tus venas, todo aquel poder que algún día poseí ahora es tuyo –  se acercó lentamente a él, pero el joven solo retrocedió unos pasos - dame la lámpara y juntos lograremos…

-          No Jayden no lo hagas – interrumpió su madre en un sollozo.

-          ¿Madre? – intento acercarse, más el cuerpo de su padre lo impido.

-          Maldición Jay crees que a ella le importas… nunca te ha querido, no como yo hijo mío – se acercó nuevamente – tu madre nunca deseo tu nacimiento ella intento matarte mucho antes de que vinieras al mundo.

-          Mientes – le miro confundido el chico, alternando la mirad entre ambos – ella no…

-          ¿Por qué crees que no tienes hermanos? – sonrió el hombre cada vez más cerca de el – tuve que mantenerla cautiva para que tu pudieras nacer, incluso después intento asesinarte…

-          ¡Ella me ama! – exclamo totalmente histérico y asustado.

-          ¿Amor? …. Eres realmente estúpido ella te ha manipulado para ponerte en mi contra, para que dudes de mi hijo… yo siempre te eh querido, dado mi aprobación recuerdas. – sonrió en un intento de manipularle – yo siempre me eh preocupado por ti.

-          ¿Madre? – preguntaste en un susurro buscaste una negativa de ella, mas su silencio y la manera en la que desvió la mirada te dio tu respuesta, en aquel momento algo dentro de ti se quebró

 

-          Solo piénsalo Jay, tú y yo  seremos los dueños del mundo, tomaremos todo lo que merecemos, seremos invencibles. – tu padre seguía intentando convencerte, aquel que insistía en que tu madre nunca te amo y manipulo, aquel  que realmente nunca mostro satisfacción ante cualquier acto a menos que fuera uno mandado por él, aquel hombre que realmente te usaba.

-          ¿juntos?.... padre – le miraste sin expresión alguna, convirtiendo todo aquel olor, toda aquella soledad en ira pura.

-          Juntos hijo mío – sonrió  el ex genio tendiendo su mano, en un intento de convencerle para ser parte de su plan.

-          Jay no – murmuro su nade desde su posición – tú no eres como el – suplico  al ver como aquel joven tomaba la mano de su padre, como se acercaba a el haciendo la sonrisa de Jafar cada vez más ancha.

-          ¿Jay? – aquella enorme sonrisa del sultán se desvaneció en un instante - ¿Qué… di…diablos?- murmuro  casi sin aliento.

-          Estate orgulloso Padre – escupió las palabras con verdadero veneno, su inexpresivo rostro se deformo a uno lleno de ira y odio puro – o lo has olvidado, no existe equipo en el yo – murmuro para termina de retorcer con más fuerza en el estómago del hombre aquel puñal que  invocaste con tu magia, aquella magia heredada por tu padre.

Lo último que vio Jafar antes de morir fue el rostro de su hijo, la expresión sin remordimiento por tomar su vida, él era un excelente padre había logrado su cometido, aquello que jazmín se esforzó por evitar se cumplió, Jay era su perfecto heredero, la pequeña sonrisa que se deslizo por sus labios fue inevitable.

Aquella sonrisa se quedaría grabada en la memoria del joven, aquella ultima burla de su padre, un claro signo de sus palabras, Jay al final si consiguió que su padre estuviere orgulloso de él, ahora era tan ruin como Jafar.

Los siguientes días transcurrieron como un sueño para el encerrado en su habitación, ignoro a su madre y no tomo parte en los arreglos para el funeral de su padre, el peso de la corona había caído en el pero al mismo tiempo su pequeña vida normal se terminaba.

Él no podría regresar a la escuela, ahora era un sultán, su tierra le necesitaba debía gobernar con justicia o al menos eso era lo que había aprendido en aquella escuela a la que fue forzarlo a asistir. Donde muchas veces intento  entender el significado de gobernar, teniendo en cuenta que incluso Ben no había como responder a su pregunta de ser un buen gobernante, ambos chicos estaban perdidos, pero si algo estaba claro para el  heredero del reino de Auradon era que haría lo mejor posible por ser justo como su padre.

Pero el, Jay no tenía un justo rey al cual seguir, su padre fue un tirano, el tirano que le enseño a gobernar con mano dura y cero tolerancia, el opresor que le dio todo lo que deseo, que lo mimo y acepto sus equivocaciones, que festejo sus “travesuras” y alentó su mal comportamiento, como podría él llega a ser un mejor sultán, si todo lo que tenía era  un dictador para seguir de ejemplo.

Su madre había intentado sacarle, convencerle de hablar con ella más el rencor dentro de él, el saber que su madre no le amaba solo alimentaba aquella voz interna, su madre solo le daba aquel amor para manipularle, para asegurarse que nunca se uniera a Jafar. En su cabeza Jay no dejaba de pensar en cómo le mintieron en como todo aquel amor que le fue mostrado por ella no era más otra forma para mantenerlo en control.

La ira se hizo cargo de el nuevamente, la incertidumbre al enterarse de los engaños alimentaron el odio en su alma, el saber que posiblemente fue solo una marioneta por ambos lados de sus padres. Las pertenencias de su habitación pronto fueron esparcidas en el suelo, destrozadas en un arranque que de ira, gracias a eso la encontró, al tratar de arrebatar una lámpara fija en la pared aquella se movió. Un pasaje se abrió frente a él, el camino hacia lo desconocido y sin pensarlo más  lo siguió, camino sin importarle el destino, invocando una antorcha cuando la oscuridad  le envolvió usando su más   reciente y descubierta magia, cuando el camino se separó en diferentes pasillos se limitó a seguir aquella energía que le llamaba, aquella fuerza extraña.

Al final de su caminar, cuando el pasillo dejo de serpentear, después de bajar escalones casi interminables una pequeña sala se exponía ante él, una catacumba oculta debajo del palacio, entre las entrañas de aquella montaña donde residía, si Jay hubiera tenido más control en su magia, se hubiera dado cuenta que aquella energía era el hechizo de su padre, aquel que solo podía ser penetrado por alguien de su misma sangre, Jay sin querer rompió el primer encantamiento de su padre, aquel que mantenía oculto aquella cámara secreta.

La magia de Jay aun le era extraña más al ser reconocida por aquel lugar inmediatamente aquella habitación se llenó de luz, antorchas se encendieron de inmediato a su voluntad para dar una mejor vista del lugar. Muros de roca tallados desde el interior le recibieron, un simple altar en medio de esta  siendo la única decoración, sobre él una lámpara llena de polvo se colocaba cuidadosamente  sobre una alfombra deslucida.

Esa debió ser la lámpara de su padre, aquella que le dio poder, un poder que él no deseaba y no necesitaba, de inmediato se dio vuelta para salir de ahí, para regresar y sumergirse en su miseria para seguir repitiéndose que ahora era un prisionero de la corona.

Al igual que el genio de la lámpara.

El ser que le dio el poder a su padre, aquel que causo todo eso, que ayudo a su padre a cometer sus crímenes aquel que tenía la culpa de….no, Jay entendió que al igual que él, el genio solo había sido usado, era un esclavo de los deseos ajenos, el joven sultán se dio cuenta que no podía dejarle, no podía abandonarle y que todo ese poder fuera descubierto por cualquier otro que tuviera acceso al pasaje, aquello podría ser peligroso.

-          Salam alaykum  sayyid – la voz del genio sonaba sin emoción alguna – ¿en qué puedo servirle amo? – pronuncio esa última palabra como una pregunta para saber la identidad de aquel que froto la lámpara, si Jay lo hubiera conocido antes sabría que aquello solo era una sombra del vibrante y enérgico genio que una vez existió.

-          Soy Jay… hijo de Jafar… Sultán de Agrabah – tal fue el hecho de querer observar la reacción del genio ante su nombre o  asegurarse de que aquello sería una disculpa retardada en nombre de su padre, por lo que fuera Jay le dejo en claro quién era y de quien descendía.

-          Entiendo… ¿Cuáles son tus deseos amo? – pronuncio nuevamente con algo de sorpresa inicial, suspirando abatido preparándose para cumplir con la voluntad del hijo de aquel ruin hombre.

-          Deseo tu libertad – las palabras del joven sorprendieron al ahora ex genio.

-          ¿Qué?

-          Eres libre… no necesito un genio – murmuro entregándole la lámpara luego de que esta perdiera su más reciente brillo, después de que los grilletes alrededor de las muñecas del hombre azul cayeran al suelo en un ruido sordo.

-          ¿Por qué? – desconcertado el ex prisionero de la lámpara  se atrevió a preguntar cuando le vio darse vuelta para partir.

-          Mi madre – mintió evitando la verdad aquella que gritaba enérgicamente el desear también ser libre de aquella odiosa responsabilidad – ella lo hubiese deseado.

-          BarakAllahu Feekum  – respondió con alegría tomando entre sus manos aquella deslucida alfombra sacudiéndole intentando traerla a la vida – te lo agradezco jamás pensé que el hijo de Jafar  fuera…

-          Esta muerto – murmuro el joven aun sin mirarle dándole la espalda – ya no hay nada que te preocupe – y sin más comenzó su camino de regreso, sin molestarse en mirar atrás, evitando todo intento de charla de aquel hombre. Regresado  a tomar sus responsabilidades en serio.

*************************

Jafar pudo convertirse en el ser más poderoso del universo un ser que debía obedecer y servir, por lo que al ganar su libertad era de esperarse que perdiera mucho de este poder, por eso acepto la alianza, a regañadientes dejó que el Rey de Auradon   lo incluyera en sus estúpidos planes para retener a los “villanos” y traer paz a sus reinos.

Aquello le enfermaba, obviamente no iba a ceder su reino a alguien más por lo que el tratado fue claro, Jafar seguiría gobernando en Agrabah, seguiría siendo el sultán y el Rey Adam no tendría autoridad ni mucho menos podría  inmiscuirse en sus asuntos, a cambio el con sus poderes de  genio ayudo a construir la isla, una prisión para todos sus enemigos jurados, donde la escoria  seria recluida para mantener a aquellos príncipes y princesas estúpidos tranquilos, cuando termino, cuanto trajo a la vida a cada uno de esos villanos que fracasaron en su plan, no pudo evitar cumplir un último capricho solo para él, después de todo en ese lugar se suponía que enviarían a todos los que interfirieron con su final feliz…

 

 

Notas finales:

Notas:

Sé que aún no han aparecido los demás chicos pero en mi defensa este es un fic sobre Jay, el titulo lo dice, así que paciencia en el siguiente ya aparecerán… no me odien u.u.

Salam alaykum  es un saludo formal en árabe y  sayyid  es señor intente juntarlos para tratar de darle sentido… ignórenlo si está mal.

BarakAllahu Feekum (que Alá te bendiga)

En la traducción latina de la  película Jay dice “solo importo yo” pero en ingles la traducción es “No existe equipo en el yo” lo deje así porque supuse que sonaría mejor.

La canción nuevamente es  de Aladdín - Un amigo Fiel les aviso por si no lo han notado que cada capítulo estará acompañado de una canción… esperemos que solo sean de Disney pero si alguna otra canción me inspira un capitulo pues igual la incluiré.

A cierto el Link https://www.youtube.com/watch?v=qe323WmbxsY

Dudas?

Comentarios?

Galletas??

 


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