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I'm waking up por LILITH_HIWATARI

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Notas del fanfic:

En vista del buen recibimiento de mi anterior fic estoy subiendo este otro que ya eh publicado en otra pagina, cabe decir que este esta terminado pero le subire por partes ok.

 

Notas del capitulo:

Termine esto para calmar mi necesidad de sangre en Hallowen espero lo disfruten tanto como yo al escribirlo. 

Chapter 1: Radioactive

 

I'm waking up, I feel it in my bones
Enough to make my system blow
Welcome to the new age, to the new age
Welcome to the new age, to the new age
I'm radioactive, radioactive
I'm radioactive, radioactive

Decir que todo era normal sería mentir, las personas de Auradon aun les trataban igual, casi nada había cambiado desde la coronación de su nuevo Rey. Miradas de desconfianza, susurros maliciosos, toques bruscos por parte de los más audaces eran cuestión de todos los días,  no es que esperaran que sean aceptados  con los brazos abiertos, pero habían arriesgado no solo su vida para salvarles, ellos  pusieron en juego su futuro, uno donde la ira de sus padres caería sobre ellos si fracasaban, si creían que serian piadosos o tener algo de consideración una vez que les conquistaran se equivocaban, no había nada más que un villano odiara  que a un traidor.

La decepción en sus rostros, todo el martirio vivido hasta ahora en sus propios “hogares” seria nada comparado con lo que les harían al haberles traicionado. Solo el hijo de Cruella lo pensó con detenimiento, tratando de imaginar el infierno que caería sobre el al aceptar el bien y darle la espalda a todo en lo que se supone debía creer y por aquellos segundos, aquellos en los que dudo seguir a sus amigos lo imagino, estremeciéndose, deseo poder tener el “valor” suficiente y arrebatar aquella varita de la mano de su “amiga” y entregársela a Maléfica, hacer lo necesario para mantenerse seguro para no hacer enfadar a su madre.

 

Por eso mientras se aseguraba de que sus padres no les alcanzaran, mientras miraba el rostro sonriente de sus amigos, mientras el ahora rey le tranquilizaba y el accedió al bien se repitió una y otra vez que esta era la decisión correcta, después de todo quien no quiere vivir  libre.

Ojala se hubiera dado cuenta de su error…

Si él hubiera elegido el mal, tal vez aquello no pasaría…

Si hubiera pasado sobre todos y ofrecerle la varita a Maléfica todo estaría bien…

Si tan solo ninguno de ellos hubiera olvidado su objetivo aquella maldición jamás caería sobre ellos.

Nadie sabe como empezó pero algo era seguro cuando Jay salió a correr aquella mañana como siempre  en el bosque que rodeaba la escuela supo de inmediato que algo andaba mal. El frío aire como agujas chocaba contra sus mejillas como advirtiéndole que algo malo pasaría, el silencio casi sepulcral del bosque debió darle una indicación de que algo realmente estaba mal, aquel lugar jamás estaba tan silencioso,  incluso en la isla el ambiente no era tan pesado como el de aquella mañana, la ausencia de animales debió ponerle alerta.

Fue una suerte para el que la noche anterior mientras tenia una de sus acostumbradas peleas de dominio con su pequeño compañero dañara su teléfono, claro que le había culpado y gritado pero ese pedazo de entretenimiento era fácilmente sacrificable si con eso tenía unos minutos de contacto físico totalmente no homo claro está con su mejor  amigo.

Es posible que el iniciara intencionalmente la pelea y que deja  su celular  sobre la cama solo en caso de que aquel juego les llevara a rodar sobre ella y que Carlos accidentalmente callera sobre la pantalla de su móvil y lo destruyera, ocasionando así que el pequeño aceptara compensarle y hacer sus deberes por una semana, está bien a quien engañaba era obvio que el intencionalmente lo provoco todo solo para observarle mientras el pequeño revisaba toda su tarea, para que él se deleitara  con aquellos pequeños gestos de concentración, y si ocurría que él se ofrecería a darle tutoría para que salvara su semestre quien podía culparle por  disfrutar de la compañía del  hijo de Cruella.

No supo en qué momento aquel pequeño paso de ser un blanco fácil a su mejor amigo convirtiéndose rápidamente a algo más. Tal vez fue en aquella estúpida aventura para recuperar el personal de maléfica, en aquel momento cuando descubrió que tal vez si hay algo más importante que el oro o cuándo al elegir el bien Carlos aun temía por su madre y el castigo que injustamente recibiría, tal vez fue en el momento en el que se paro frente a ella y...

Un suave gemido seguido por los arbustos moviéndose le sacaron de sus pensamientos dirigiendo la mirada de inmediato a ellos y deteniendo se rutina escaneo el lugar en busca de algo, un hombre salió dentro de ellos y por la forma lenta de su andar y el balanceo torpe parecía como si necesitara asistencia, por un segundo pensó en irse y olvidar aquel asunto pero recordó de inmediato que ignorar ese tipo de cosas no era algo que alguien “bueno”  haría, tal vez perdería valiosos minutos al ayudarle y no estaría presente justo cuando Carlos saliera de la ducha con sus mejillas sonrojadas por el vapor y… o cierto ser bueno y verificar si aquel hombre necesitaba ayuda.

-     ¡Hey! – llamo para hacerse notar - ¿Todo bien? – continuo al no escuchar respuesta  para lentamente acercarse y tratar de ayudarle, cuando noto que toda la camisa del sujeto se encontraba empapada de sangre se preocupo  acercándose de golpe.

Si Jay no se hubiera criado en la isla de los perdidos tal vez no estaría acostumbrado a ser ataco de repente, afortunadamente para él las miles de palizas que recibió al ser engañado por personas que parecían realmente merecedoras de ayuda le sirvió para esquivar aquel ataque.

-     ¡Pero qué demonios! – jadeo cuando sintió como aquel hombre se abalanzo sobre el, resistiendo el instinto de propinarle un golpe por intentar atacarle – mierda… - murmuro al ver al fin el rostro de lo que parecía ser un hombre.

Una mandíbula babeante casi desencajada  emitía gruñidos molestos por perder a su presa, sus ojos totalmente rojos y sin vida le miraban con intensidad, un brazo tan pálido y seguramente frio al tacto trataban de alcanzarlo. Jay casi cae al intentar alejarse de aquello logrando solamente que el hombre o lo que fuera aquello saliera mas, fue ahí cuando noto el por qué de su andar tan lento, su pierna una de ellas o lo que solía ser estaba totalmente al revés, trozos de carne parecían  haber sido arrancados por dientes  la sangre aun parecía brotar de las heridas  incluso pequeños pedazos de carne colgaban de finos tendones y nervios. El shock tan grande que recibió pudo dejarlo indefenso afortunadamente años de entrenamiento para mantenerse alerta le hizo retroceder con seguridad, poco a poco los ruidos del exterior fueron filtrándose a sus oídos y el sonido familiar del caos y gritos  reactivo su conciencia, pero estaba en Auradon y aquellos sonidos no debían ser familiares.

Un grito desgarrador en particular fue lo que le trajo de vuelta, no tenía idea de quién era el dueño pero le agradecía traerle de regreso a la realidad y sin perder un minuto más retomo su camino a la institución con un solo pensamiento en la mente. El patio lleno de caminantes errantes, el grito de sus compañeros siendo atacados y devorados frente a sus ojos le dieron la bienvenida a la escuela, el infierno se había desatado, debía encontrar a Carlos.  

~~~~~

 

Carlos de Vil amaba los sábados, no tanto como los Domingos pero definitivamente amaba  el poder levantarse tan tarde, sobre todo después de pasar toda la noche revisando los deberes de su pronto a ser ex - mejor amigo  conocido como Jay, le había tendido una trampa primero empezando una estúpida riña para obligarle a hacer sus deberes, no importaba cuanto se esforzara el hijo de Jafar no parecía estar contento con nada de lo que hiciera,  las pequeñas peleas eran cada vez más frecuentes y terminaban en casi el miso resultado el siendo sometido  por el adolecente más grande mientras le suplicaba dejarle en paz.

No es que en la isla fuera diferente,  terminar sometido por sus atacantes era casi una constante, claro que sabia defenderse, a su modo, pero él nunca fue mucho buscador de peleas, prefería perderse en sus invenciones y dedicarse a trabajar más su cerebro que sus músculos, lo cual le costaron un montón de palizas en donde él era el principal perdedor, hubiera pensado que al empezar a  tener como “amigo” al chico más imponente de la isla, después de Mal obviamente ganaría un poco de respeto, sin embargo lo único que logro fue ser el blanco fácil de su nuevo  “amigo”.

Sus luchas casi diarias eran una constante, parecían más bien un juego más que nada  sobre todo porque aquellas iniciaban cuando Jay realmente quería quitarle algo de valor, lo que por lo regular era comida, Carlos no era muy abierto al robo, eso era el fuerte de Jay y Mal ya que ambos tenían cierta reputación, sin embargo La hija de maléfica se favorecía por su madre mientras que Jay de su ingenio y destreza. Eso y que la comida realmente buena era escasa en donde vivían por lo regular les obligaban a tomar medidas extremas,  por eso a veces cuando su madre  le castigaba por no terminar sus deberes correctamente o simplemente por no haber cumplido alguno de sus ridículos deseos el pequeño tenía que pasar hambre y si hay algo  de lo que estarás de acuerdo es que el hambre es casi imposible de ignorar.
Entonces las veces que Carlos podía hacerse con un pan o algún otro alimento para satisfacer a su estomago luego de varios días de vivir de prácticamente nada  Jay aparecía como si le vigilara todo el tiempo para tomar su comida, luego de empujarle y burlase de el salía corriendo agitando su premio, al principio le dejo pasar, sobre todo cuando no se conocían bien, Carlos no era un idiota y la reputación de aquella serpiente gritaba paliza segura si se resistía, sin embargo luego de la aventura a la que casi fue obligado a asistir tomo el valor suficiente para lanzarse a perseguir al ladrón y tratar de recuperar o al menos pelear por lo que le pertenecía. Claro que nunca fue un gran luchador y definitivamente termino siendo aplastado por el adolecente mayor, para ser específicos el pequeño Carlos siempre terminaba boca abajo en la tierra mientras un felizmente Jay sentado en su espalda devoraba la comida, sin embargo aquello empezó a cambiar lentamente, pronto paso de ser observar como devoraban su comida a obtener algo de ella, al principio Jay terminaba dejándole solo las sobras tirándoselas encima mientras se marchaba, muy pronto después de derribarlo partía por la mitad lo que fuera y se sentaba junto a él a comer, en algún momento  el mejor ladrón de toda la isla solía tirarle  frutas magulladas (todo un manjar) mientras rodeaba sus hombros con un brazo y caminaba junto a  él.

Un día particularmente bueno Jay llego a ellos con una enorme cesta de duraznos  casi en perfectas condiciones argumento que no podría comerlo solo  antes de que terminaran por pudrirse y claramente les obligo a hacer algo por él, sus deberes más que nada y solamente a él y Evie, puesto que Mal solo rodo sus ojos tomando una pieza de fruta y empezó a comerla sin mirar a ninguno de ellos. Fue en aquel momento cuando Evie disfrutaba de la fruta evitando que el jugo resbalara por la comisura de sus labios como toda una princesa, mientras Jay  retiraba sus inventos con todo el cuidado que podía tener para recargarse  en una de las paredes de su casa del árbol y Mal que trataba de esconder con simple indiferencia la emoción de tener comida gratis que el sonrió suavemente, había sido aceptado por el joven ladrón, era parte ahora de ese grupo tan peculiar y aun que tal vez no quisieran admitirlo ellos eran sus primeros amigos de verdad.


Es por eso que la actitud tan repentina de su ahora si amigo le perturbaba, después de todo el fiasco de la varita y Maléfica, se habían vuelto más cercanos, hasta que Jay decidió empezar a tratarlo como al inicio de  conocerse, lo cual le ponía algo triste, tal vez al fin se había dado cuenta de lo débil y totalmente innecesario que era, aquello solo le entristecía mas, claro que estaban en un lugar diferente y aunque quisiera nuevos amigos Jay era el único que realmente deseaba conservar, no es que se molestaría si de pronto  tuviera un montón de chicos con quien divertirse o hablar horas y horas de sus inventos o proyectos pero sin Jay las cosas le parecían muy tristes, muy aburridas.

Los rayos de sol filtrándose por su ventana le advirtieron que se levantara  pero al ser sábado y tener practicas con el equipo hasta más tarde se acurruco mas en sus mantas intentando resolver el misterio de por que su mejor amigo nuevamente Jay parecía molesto con él, sin embargo un pequeño gemido salido de un hocico totalmente peludo le hizo levantarse.

Dude tenía hambre y para ser sinceros el también, por lo que a pesar de sus ganas por permanecer acostado se levanto y preparo para el día que tenia frente si, una rápida ducha, su sudadera favorita, un par de short  negros y sus acostumbradas botas negras  después salió de su habitación seguido del pequeño perro en dirección a las cocinas, pensó en llevar algo para su compañero de pelo largo, después de todo luego de su ejercicio matutino  Jay estaría hambriento y tal vez solo tal vez  pudiera ser perdonado, aun que no supiera  por que.

Si Carlos no se hubiera acostumbrado a la familiaridad de aquella rutina tal vez no le hubiera tomado por sorpresa, pero en su defensa dirá que aquello no era un escenario muy usual.

En el momento en el que colocaba un pequeño plato con comida para su  mejor amigo canino claro está, la puerta se abrió de pronto con un agitado estruendo y así tan rápido como se abrió volvió a cerrarse para revelar a un muy asustado conocido.

_ ¿Chad? – Le miro confundido al tener frente a si a un muy agitado y nervioso hijo de cenicienta – ¿Qué… estas herido – la pregunta murió en sus labios cuando noto la enorme herida en su brazo izquierdo, aquella de la cual brotaba sangre.

Inmediatamente se acerco a él tomando su brazo herido, jalándole con las fuerza de la necesaria le llevo hasta el lavabo donde intento lavar y desinfectar la herida lo mejor que pudiera,  froto con fuerza la carne maltratada examinando con detenimiento la herida, aquello parecía haber sido causado por dientes, y aun cuando las ganas de preguntar eran enormes, se limito a atenderle ignorando los  gruñidos de dolor del adolecente, necesitaba contener la hemorragia mientras  rogaba por que Chad saliera del shock que seguramente tenia ya que no dejaba de balbucear sobre cosas sin sentido.

Tomando una servilleta de tela limpia vendo la herida asegurándose que la venda estuviera lo suficientemente apretada para evitar la hemorragia,  pronto la sangre empezó a llenar el vendaje improvisado pero aquello tenía que servirle por ahora hasta que pudiera llevarlo a la enfermería donde alguien más calificado le atendería, no es que el pequeño de Vil no pudiera hacerse cargo, pero por lo regular eran sus propias heridas lo que atendía, fue así desde que su madre empezó a perder cada vez más el control y era víctima de toda la ira reprimida de esta.

-     Sera mejor que te lleve a la enfermería – murmuro tomando al peludo amigo en sus brazos mientras caminaba a la puerta.

-     ¡No! – jadeo empujando mas aquella barrera de metal para evitar que se abriera – es horrible… ellos están… no podemos salir – sus palabras salían con terror evitando firmemente que el pequeño saliera del lugar.

-     Estas herido, necesitas ayuda y yo tengo que regresar a mi cuarto, quítate Chad – no quería sonar tan grosero al final pero no es como si fueran amigos, además mentiría si no aceptara que su actitud empezaba a ponerle nervioso.

El joven aun se negaba a dejarle pasar por esa puerta mas para protegerse que por otro cosa, pero él no se daría por vencido, el era un De Vil y aun que le costara admitirlo la terquedad de su madre, sobre todo si algo se ponía en su camino para obtener lo desea le había sido heredado, así que con unas renovadas fuerzas tomo al muchacho de su brazo herido teniendo en cuenta en apretar muy cercanamente el vendaje para hacerle sangrar otra vez y le saco de la puerta. Satisfecho de haber ganado empezó a desbloquearla y abrirla no sin antes girarse y despedirse de su “amigo”.

-     Ve a la enfermería Chad o se pondrá peor… - sin embargo antes de poder continuar una mano se poso sobre su hombro exprimiéndole con fuerza.

Años y años de abuso por parte de su madre le enseñaron una cosa o más bien  entrenaron su cuerpo para una cosa, que cuando alguien  te toma con aquella fuerza innecesaria debía prepararse para un castigo seguro eso y que cuando Dude empezó a ladrar con fuerza se sacudió  pateo con fuerza a su atacante para liberarse.

Solo le tomo unos segundos darse cuenta por que Chad estaba aterrorizado mirándole paralizado del miedo, el chico que le había atacado había caído de bruces con fuerza contra el piso su sangre pronto empezó a brotar manchando el pulcro piso de la cocina, por un milisegundo pensó en ayudarle sin embargo cuando aquella helada mano se apodero de su tobillo empezó a entender lo que el rubio intentaba decirle.

El agarre de aquella cosa era demasiado fuerte jalándole mientras levantaba su rostro o lo que quedaba de él, ya que su nariz estaba destrozada, sus ojos inyectados en sangre le miraban con hambre  intentado acercarle a su boca,  si le preguntaran después cual fue su primera impresión al ver esas cosas por primera vez el negara que un grito de terror fue lo primero que hizo, sobre todo después de que fue derribado por esa misma cosa.

Su pierna esta cada vez más cerca de el, mientras su fiel mascota ladraba con todas sus fuerzas al intruso, Encanto estaba totalmente paralizado en una esquena de la cocina totalmente asustado.

De inmediato y tras recuperarse al menos un poco de la impresión el pequeño Carlos empujo con toda su fuerza  su pesada bota contra la cara de aquello, se dijo mentalmente que no tendría remordimiento de causarle daño a eso que lo había atacado primero. Aquello le dio el suficiente tiempo para alejarse y levantarse, lamentablemente   por la puerta entraban mas de esas cosas  al menos un par a paso lento intentando pasar sobre su compañero que aun no se levantaba del todo y tenia, gracias a Carlos la quijada desencajada  colgándole únicamente  de un pedazo de musculo del lado izquierdo.

Ellos estaban acorralados y aun que aun no entendiera bien que eran aquellas cosas algo estaba seguro no eran nada amigables, dios iba a morir,  y no sería como aquellas veces en las que después de que su madre le golpeara por no atender una de sus tareas y se acurrucaba en una bola sollozante pensando que moriría, no él iba a morir en manos de esas cosas ya que estaba seguro que al menos uno de ellos causo la herida de Chad, el terminaría muerto en una cocina, al menos no era un armario eso si seria irónico, pero moriría ahí en Auradon donde se suponía todo sería mejor.

~~~~~~~~~

El ladrido de un perro conocido o mejor dicho el único perro que aquella institución permitía le hizo corre a las cocinas, el grito de horror de Carlos le dio fuerzas para sostener con firmeza la barra de metal que funcionaba como arma defendiéndose de aquellos caminantes, golpeándoles con firmeza en la cabeza mas de una vez, las necesarias para que no se levantaran de nuevo, esas cosas no importaba cuánto daño les causaran se levantaban una y otra vez, solo destruyendo su cabeza aprendió y a la mala casi tras ser mordido, otra vez.  Cortar la cabeza y el cuerpo caerá, nunca creyó que algo que aprendió en clases sería tan útil en esa situación, y aún que sabia que aquello era una metáfora, bien poda aplicarse a lo que vivían.

Deseo con toda el alma tener al menos su machete con él, pero no, al venir a este lugar donde supuestamente estarían mejor había tenido que  dejarlo atrás esa cosa fue muy útil en su última aventura en la isla y seguramente lo seria mas ahora, por el momento tenía que improvisar afortunadamente encontró  ese gran tubo y con suerte me refiero a que tuvo que arrancarlo de las gradas cuando hacia su camino a la escuela.

Un, dos, tres golpes mas y  su objetivo dejo de moverse casi pasa de sobre el cuerpo que impedía cerrar la puerta  causando que se cayera, por suerte golpeando con fuerza contra la cabeza de aquella cosa termino con su vida, si es que tuvieran una, gracias a  dios por  seguir usando sus enormes botas en todo momento, incluso para ir a correr o seguramente no hubiera causado el daño que hizo en aquel ser.

Su atención fue capturada de inmediato por aquello dos seres que se cernían sobre lo que el imagino era Carlos, un destello de pelo blanco confirmo su teoría y de inmediato desato toda su ira contra esas cosas, golpeando con fuerza  observando su mejor amigo se acurrucaba en una bola intentando proteger a su pequeña macota.

-     Carlos – susurro su nombre  aliviado de que aquel chico estuviera bien, de inmediato fue recibido por uno enorme ojos marrones  llenos de emoción.

-     ¡Jay!- el pequeño casi se abalanza sobre el adolecente conteniéndose  únicamente por estar sosteniendo a su perro, mas el otro le calmo colocando inmediatamente una mano sobre su hombro  apretándole suavemente reconfortándole y si había rastros de lagrimas en el rostro del pequeño nadie lo comento.

-     ¿estás herido? – inmediatamente empezó a revisarle con la mirada mientras el joven solo negaba con la cabeza.

-     Estoy bien, Chad sin embargo no, fue mordido antes de llegar aquí – señalo él.

Fue entonces que la atención del mas alto giro en torno al otro adolecente en el lugar, Chad Encanto aun estaba congelado por lo sucedido, ese maldito bastardo, en palabras de Jay, no había movido ni un musculo por para ayudar a Carlos, la ira se hizo presente dentro de él al pensar en lo que hubiera pasado si no hubiera llegado a tiempo.

Afortunadamente para Chad el murmullo rápido de otro joven entrando a la cocina y cerrando suavemente la puerta, no sin antes quitar el cuerpo ahora sí sin vida de aquella cosa del camino le distrajo lo suficiente.

Un simple ademan les hizo guardar silencio mientras la atención regresaba a su cuerpo preparándose para cualquier cosa, los gruñidos detrás de la puerta  hicieron eco entre las paredes, el golpeteo incesante de algo claramente queriendo entrar casi hace gritar al único príncipe del lugar, el más joven del lugar solo alcanzo a cubrir su mascota en brazos para evitar que gruñera antes de que todo se quedo en silencio otra vez, uno que era demasiado estremecedor.

-     Creo que se han ido – murmuro el joven solo entonces Carlos noto que se trataba de Taylor uno de sus compañeros de Tourney.

-     ¿Qué demonios son esas cosas? – exploto finalmente el príncipe rompiendo el nuevo silencio que se instalo por el lugar.

-     No lo sé – murmuro su compañero – solo sé que están matando a todos… dios les vi devorar al entrenador – comento horrorizado ante aquel recuerdo.

-     ¿Jay? – el más joven al fin hablo tomando la manga de su sudadera para llamar más la atención.

-     Están por todo el campus, atacan todo lo que se mueva y haga ruido – empezó a recitar información  con una calma bien ensayada – saldremos en orden y llegaremos a las chicas entonces…

-     ¿Qué? – interrumpió indignado su majestad- de ningún modo voy a ir con ustedes a buscar a sus amigas, tal vez esto es una maldición causa por Mal – acuso señalándoles.

-     Toma lo que puedas usar como un arma, llegaremos a Mal y Evie, después iremos con el hada madrina ella sabrá que hacer – ignoro por completo aquel comentario centrándose únicamente en aquellos ojos chocolates que le miraban con miedo no pudiendo aun procesar toda esa información – estaremos bien Carlos… unidos recuérdalo – ahora ambas manos le sostenían por los hombros en un intento de asegurarle sus palabras.

-     Estas escuchando iremos por el hada madrina… - hablo mas fuerte al  verse ignorado por todos en el lugar.

-     Iremos por las chicas antes y luego el hada madrina Chad y si no te agrada puedes quedarte aquí o ir tu solo – Jay dirigió su atención por un momento al idiota que interrumpía su momento – me da igual lo que hagas – soltando el agarre de los hombros de Carlos no sin antes frotar sus pulgares suavemente para tranquilizarle aun mas – golpea con fuerza y siempre a la cabeza, en cualquier otro lugar no servirá de mucho – termino alejándose de el mientras retomaba su tubo de la mesa donde le coloco momentos antes y se acercaba a la puerta en silencio.

Asomándose con cuidado y tras verificar que el pasillo estuviera despejado salió haciendo una señal para que fuera seguido, Carlos fue el primero que camino tras él, después de  tomar a Dude colocarlo dentro de su sudadera para protegerle y tomar el sartén más pesado y resistente que encontró con ambas manos, seguido por  Taylor  su compañero de equipo que Jay encontró en medio del campo de entrenamiento, juntos había hecho el camino hasta ahí.

Chad, él fue el último en seguirles, Encanto podía ser un idiota pero no estúpido, sabía que sus posibilidades de salir de esto eran más altas si se quedaba con Jay, el definitivamente era más  fuerte y al parecer tenia experiencia derribando personas que el, y aún que consideraba que Carlos era un estorbo, tal vez funcionaria de distracción si tuviera que escapar, no es que pensara aventarlo directamente, pero todos sabían que Carlos De Vil era el más débil de los cuatro, el más vulnerable y seguramente el más mimado por todos. De muy mala gana y tomando igualmente algo con que defenderse salió detrás de los chicos, dispuesto a ponerse en el lugar más seguro, en medio aun que eso significara estar cerca del odioso amante de los perros.

~~~~

Tal vez fue el hecho de que era fin de semana, o que Ben estuviera ocupado tan temprano en la mañana  con el hada madrina que no la vería hasta tarde, o el simple hecho de que Evie le había desvelado toda la noche mientras miraban una de esas estúpidas películas para princesas remilgadas que decidió seguir acostada en su cama, podía ver como su mejor amiga seguía durmiendo cómodamente “debo recuperar mi sueño de belleza Mal” le había llamado una vez cuando se encontró en una situación similar, por lo que esa mañana no se levanto de costumbre a ir a la biblioteca a devorar los libros de magia a los que ahora tenía acceso, tal vez el que su madre hubiera irrumpido en la coronación si trajo algo bueno, el hada madrina confiaba en ella y le ayudaría a entrenar su magia para evitar que explotara en algo peor.

Por eso se sorprendió cuando la puerta se abrió de golpe y una muy asustada Lonnie entraba cerrando y bloqueando de inmediato la puerta, iba a tener que hechizar la entrada para evitar que alguien más interrumpiera su sueño, tal vez solo dejando entrar a Jay y Carlos, pensándolo mejor Jay solía levantarse muy temprano para correr y podría ir a molestarle, no iba a bloquearla para todos y también eliminar el ruido que al parecer aquella mañana era demasiado, aquellos gritos insensatez y caos que venían principalmente desde la ventana, maldita sea porque tenían que ser tan molestos desde temprano, esperaba que su madre se levantara pronto y les gritara  para poder… Mal recordó entonces que no estaba en la isla y el ruido incesante del caos no era algo común.

Ignorando al intruso en la habitación corrió a la ventana más cercana solo para ser recibida por una vista que jamás imagino ver en Auradon, para ser sinceros tampoco esperaba verla en la isla o en algún momento de su vida y sin embargo ahí estaba gente corriendo y gritando por todas partes del campus, peleando unos contra otros, desgarrando sus pieles con sus dientes, casi al pie de su ventana un par de estudiantes desgarraban a otro de sus compañeros devorando sus entrañas.

Su rostro se contrajo en una mueca de horror al darse cuenta de lo que pasaba, seguramente por eso la hija de Mulan tenía esa cara al entrar, tal vez está siendo perseguida, por ellos y… maldita sea Jay, el corría en el bosque temprano, sus ojos de inmediato buscaron a lo lejos tratando de encontrarlo en vano, y Carlos… debe estar aun en su cuarto o peor en el campo de entrenamiento para ese maldito torneo.

Dándose vuelta de inmediato camino a la puerta pero el férreo control de la oriental le impidió abrirla.

-     Hazte a un lado Lonnie- casi gruño la joven intentando arrancarla de la puerta.

-     No puedes salir Mal, están por todas partes – intentaba en vano hacerla entrar en razón.

-     Necesito encontrarles… – la miro con furia contenida cambiando inmediatamente sus ojos a un color verdoso, un acto que solía usar para intimidar.

Pero la joven no se movía intentando evitar que ella saliera lastimada por sus “compañeros” agresivos, todo aquel jaloneo y gritos que fácilmente subieron de tono despertaron a una dormilona princesa.

-     Sabes que necesito mi sueño de belleza Mal – murmuro levantándose la joven de pelo azul  pero al verse ignorada mientras las jóvenes peleaban por abrir la puerta se levanto muy molesta para empujarles con fuerza haciéndoles caer en el suelo y así poder abrir la puerta – ¡Fuera necesito dormir! – señalo la puerta abierta.

De inmediato la hija de Mulan se levantó de golpe para correr a cerrar la puerta, sin embargo cuando estaba a punto de lograrlo un cuerpo se impacto con fuerza contra esta.

El pequeño grito de la ahora totalmente despierta hija de la reina malvada estuvo totalmente justificado, cuando una cabeza  junto a un brazo se colaban por la puerta para poder entrar, largos y pálidos dedos intentaban alcanzarla para acercarla a su boca jadeante de saliva y sangre, unos ojos desentonados inyectados en sangre le miraban con hambre. Paralizada ante aquella versión tan grotesca de lo que imagino alguna de sus compañeras de clases retrocedió unos pasos sin darse cuenta que aquella criatura se abría paso dentro de la habitación.

De inmediato y como si el grito de su mejor amiga fuera una señal  Mal se levantó para empujar con fuerza la puerta con Lonnie, un golpe fuerte de algo golpeando el marco de la puerta y un grito asustado  seguido de la lluvia de sangre hacia la única chica que estaba frente a aquel ser después la puerta estaba cerrada, habían golpeado y explotado la cabeza de aquella cosa en un intento de sacarla y lamentablemente Evie había recibido todo el contenido de aquella explosión, al igual que la alfombra y parte de la pared pero eso no era importante.

Evie hubiera comenzado a gritar aun mas si no fuera porque Lonnie corrió a consolarla, acariciando su pelo tras limpiar su rostro con un pañuelo, afortunadamente para ella para mayor parte de la sangre y sesos cayeron en su ropa y poco en su cara, solo su mejilla derecha y parte de su nariz estaba empapada con los restos asquerosos de aquel ser. Mientras ella era consolada Mal se paseaba por la habitación peinando sus cabellos con sus dedos en un intento por tranquilizarse y entender lo que pasaba.

Personas que se devoraban unos a otros casi parecían muertos, ¿una maldición tal vez? , ¿Algún hechizo de un estudiante que salió mal?, pero la magia estaba prohibida en Auradon, con sus excepciones y más importante ¿quién sería tan ruin como para aventar aquella maldición?

Maléfica

Su mirada de inmediato se poso en el pequeño terrario a un lado de su cama, una pecera de cristal que contenía a su madre, aquella salamandra diminuta que no había crecido ni un centímetro desde que había sido transformada, luego de la coronación no vieron ningún daño en dejar que se quedara con ella, Maléfica no tenía ningún poder ahora, en palabras del Hada madrina toda su magia había sido o bien encerrada en su interior al reducirse o dispersado en aquella nube por el aire.

Y sin embargo al mirarla fijamente parecía como si se burlara de ella, es como si aceptara toda la culpa de aquel incidente, pero entonces ¿por qué ahora?, habían pasado semanas desde la coronación y esta cosa, solo tenía unas horas, tal vez una noche a lo mucho de empezar, alguien más tenía que estar detrás de todo eso.

El golpeteo incesante de la puerta le hizo dirigir la atención de su madre a sus dos amigas que intentaban aferrarse una a la otra en terror puro por lo que fuera que intentara entrar, se acerco a ellas y tras susurrarles que guardaran silencio busco por toda la habitación algo que pudiera defenderlas, pero el ruido era muy insistente, demasiado insistente, pronto Evie grito mas fuerte recordando aquel horroroso ser que intentaba tomarla.

-     ¿Mal, Evie? – la voz de Jay les hizo soltar un suspiro de alivio contenido y de inmediato corrieron a abrir la puerta, un par de cuerpos se encontraban esparcidos alrededor del pasillo, el sobrante de lo que intento entrar aun estaba contra su puerta y un muy agitado Jay le sonreirá con alivio entrado al cuarto, cuando vieron a un Carlos aferrado a un sartén ensangrentado como si su vida dependiera de ellos, con el rostro lleno de total terror  Mal se dio cuenta de algo, aquello realmente estaba pasando, alguien lanzo una maldición, una que seguramente su madre conocía, una que destruiría todo Auradon.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Caminaron en silencio por aquellos pasillos los cuales se encontraban demasiados desiertos, demasiado tranquilos, como si fuera una invitación, una trampa aguardándoles para atraparles. Su instinto gritaba peligro, cada uno de sus sentidos estaba alerta esperando a que cualquiera de esas cosas saltara  y atacara, les arrastrara lejos y devorara, alternando su atención en el frente para evitar posibles amenazas y a su espalda para observar como su pequeño amigo no se desarmara en un manojo de nervios intentaba liderar el camino.

El terrible miedo crecía en la base de estomago, le asustaba aquella situación, no sabía que pasaba, cuando había empezado o como detenerlo, aferrándose únicamente a la idea de tener que mantener a sus amigos juntos, no a su familia unida, el intentaría protegerlos, mejor dicho el los protegería sin importar el costo. Algo pequeño se arrastro a sus pies sobresaltándole un poco y tras patearse mentalmente por distraerse, eso puedo causar su muerte o peor aun  la muerte de Carlos, hablando del pequeño este había salido casi de inmediato corriendo frente a él.

-     Maldita sea Carlos – tu grito salió mucho más  fuerte de lo necesario y de inmediato corriste detrás de el para detenerle, a tu espalda escuchaste los pasos de tus otros compañeros o al menos eso creías o estarías en problemas, cuando al fin le hallaste un grupo de esas criaturas estaban a escasos centímetros de ustedes.

Carlos estaba agachado, olvidando completamente su improvisada arma en un intento de alcanzar a Dude a sus pies, quien ladraba insistente a aquellos caminantes que se acercaban para atraparlo, una sombra pronto cubrió al pequeño que ahora se paralizaba de miedo al tener tan cerca ese ser, asimilar aquel incidente había tomado más tiempo para el de lo que hubiera preferido, corriste de inmediato blandiendo tu arma como una espada para lanzar la cabeza de aquel monstruo lejos de tu pequeño amigo, tu pierna se levantó inmediatamente después para empujar con fuerza tu bota sobre el pecho de un segundo atacante que casi te derriba.

-     Por aquí – llamo alguien abriendo de inmediato una puerta al azar y sin pensarlo dos veces capturaste la cintura de tu amigo que al parecer sostenía de nuevo a su mascota y arma para levantarlo metiéndose dentro de la habitación.

De inmediato cerraron la entrada con fuerza utilizando sus cuerpos como peso contra la madera para evitar que ellos llegaran a ustedes, cuando al fin cesaron de su lucha por mantener aquella puerta cerrada suspiraste de alivio  dejando caer tu frente sobre el hombro de tu mejor amigo. Tu firme agarre no se había aflojado ni un poco desde que le tomaste en el pasillo temiendo por su seguridad, le mantenías cerca de ti asegurándote que se mantuviera a salvo y si no fuera por su voz llamándote seguramente no lo hubieras soltado nunca.

-     Jay…- murmuro aquel joven intentando alejarse o al menos despegar su espalda de tu pecho – Jay está bien… se han ido – trato de tranquilizarte al creerte temeroso de aquellas cosas, si tan solo entendiera que la razón por la que temblabas en aquel momento era por que casi le perdías – se han ido… estamos a salvo… Jay – bajando con cuidado su única arma el dueño de aquellos profundos ojos marrones coloco su única mano libre sobre la tuya, aquella que aun le sostenía en su lugar, aquella que le apretaba con fuerza- está bien – volvió a repetir sosteniendo tu mano mientras su voz empezaba a quebrarse dándote cuenta así que tal vez aquellas palabras tranquilizadoras no solo eran para ti.

-     ¿pero qué demonios De Vil? – su momento se vio interrumpido cuando un muy molesto príncipe se acerco a ustedes- casi haces que nos maten… ¿eres un  idiota? – al fin el fuerte agarre de tu protector se fue desvaneciendo – salir corriendo así quieres que nos…

-     Cállate Chad – hablo finalmente el hijo de Jafar deshaciendo el abrazo  para alejarse de la puerta y acercarte más a la fuente de luz de habitación, aquello bien era un dormitorio y al notar por las cortinas llenas de sangre junto a la ropa esparcidas por todas partes ya había sido atacado – estas bien Carlos – susurro suavemente examinando tu rostro, acariciando tu mejilla con cuidado, contando cada una de tus pecas, buscando algún indicio de que algo no fuera bien.

-     Si – respondiste – Dude… el… lo siento Jay – desviaste la mirada avergonzado, Chad tenía razón, casi haces que les maten –salió corriendo y yo... tenía que…

-     Un maldito perro – el rubio príncipe ya se estaba cansando de ser ignorado – ¡casi morimos por un maldito perro! – ahora si estaba gritando

-     Está bien Chad tranquilízate – el cuarto miembro del grupo y aquel que les empujo al cuarto intento aligerar el ambiente- lo importante es que todos estamos bien.

-     ¿Bien?... Taylor, bien – ahora miraba a su compañero de equipo furioso – este Villano arriesgo nuestras vidas por un maldito perro y tu quieres que me calme, vas a hacer que nos maten De Vil… todos aquí moriremos por ti… - siguió gritando el joven, vertiendo todo el miedo en forma de palabras hirientes para el más joven del grupo – Nunca llegaremos con vida con el hada madrina sí Jay sigue poniéndote sobre todo – hablaba para sí mismo – vamos a morir y será tu culpa por ser el más débil.

-     Dije que te callaras Chad – gruño al fin el moreno que intentaba resistir el impulso de golpearle – Carlos se equivoco pero estará bien… el no necesita que lo protejan – termino dedicándole una mirada de lo mas aterradora que hubieran visto – seguiremos el plan a menos que tengan otro comentario inteligente que decir – miro a sus tres compañeros y se encamino nuevamente a la puerta.

-     Espera  - murmuro malhumorado el príncipe rascando el vendaje que cubría su herida, había estado molestándole cada vez más y esperaba refrescarla con un poco de agua por lo que se dirigió al baño de la habitación -necesito… - pero antes de que pudiera terminar su frase un cuerpo se abría paso desde el baño  abalanzándose contra el primogénito de Cenicienta.

-     ¡Chad! – grito blandiendo su sartén con fuerza Carlos, el único que estaba lo suficientemente cerca para ayudarle, restos de carne ensangrentada volaron, dientes y saliva llenaron toda la superficie de aquella improvisada arma que derribaban al atacante – puede que sea el más débil de mi familia – murmuro empujándole para pisar con fuerza la cabeza de aquel ser con su bota y destrozarla – pero olvidas que crecí en la isla también… – levantando la mirada del cuerpo ensangrentando para cruzar miradas con el príncipe – no me subestimes – termino para alejarse a recoger a su perro y asegurarlo ahora si dentro de su sudadera.

La mirada que  Jay le dirigió a nuestro pequeño amigo estaba llena de orgullo y un poco de alivio, tal vez solo tal vez lograrían llegar a salvo con las chicas y buscar la forma de arreglar eso, después de todo era hijos de Villanos y si algo aprendió en la Isla fue a sobrevivir.

Dos puertas mas y el dormitorio de las chicas les esperaba, el pasillo desierto les llamaba con falsa seguridad, por lo que caminaron aun mas despacio, esperando no hacer mucho ruido, un cuerpo casi destrozado alerto al líder de la pequeña empresa, preocupándole por estar tan cerca de la habitación de aquellas  a las que había llegado a considerar sus hermanas, trato de apresurar el paso pero el gemido de uno de sus amigos le hizo girar la cabeza.

-     ¿Chad? – murmuro su compañero de torneo – vamos amigo ¿qué pasa? – se acerco preocupado al verlo estremecerse en una bola de rodillas al suelo.

-     Chicos por favor ya casi llegamos – murmuro Carlos manteniéndose alerta pero aun preocupado – hay que ayudarle – sugirió a su compañero el cual asintiendo paso un brazo por debajo de los hombros del príncipe y le ayudo a levantarse.

Un par de pasos fueron aquellos que alcanzaron a  dar cuando entendieron la magnitud de aquello, el por qué esas cosas parecían estar muertas  atacando todo lo vivo y seguir siendo cada vez mas.

En el momento en el que Taylor ayudo a Chad este ya no existía, un fuerte agarre le tomo por sorpresa y unos blancos dientes desgarraron su garganta no sin antes poder soltar un pequeño grito.

Carlos y Jay giraron de inmediato para ver como el príncipe se cernía sobre la garganta de su compañero devorando su carne, el más joven se aferró a su arma aun sorprendió por aquel repentino cambio, por suerte para el Jay no pensó demasiado y de inmediato golpeo a su majestad en la cabeza en repetidas ocasiones para terminar con él, y si tal vez disfruto un poco al destrozar la cabeza de su compañero nadie tenía que enterarse, aun no le había perdonado por lo de Evie y por el hecho de que siempre hablaba mal de ellos, sobre todo de Carlos.

-     ¿Cómo paso esto? – murmuro el amante de los perros observando  como el cráneo de lo que era Chad era destrozado.

-     Debió infectarse…  el fue mordido…-susurro casi para sí mismo  desviando la vista de aquella única víctima de Encanto, la garganta ensangrentada y los ojos sin vida de su cuarto compañero – sigamos – termino ignorando el sentimiento de culpa, la ira de no poder prevenir eso pero sobretodo el miedo de saber que si era mordido o alguien de sus amigos  era igual a ser una de esas cosas.

Aquello lo estaba volviendo loco, no sabía cómo les protegería de lo que fuera  que sucedía.

Llegaron de inmediato a la puerta de su familia, aquella que habían adoptado cuando llegaron a Auradon, intentaron forcejear la puerta pero al encontrarla cerrada era difícil entrar, esto le dio algo de esperanza, después de todo si alguien sobreviviría a esta locura esa seria Mal y Evie, estaba casi completamente seguro que estas no se pondrían a llorar o al menos eso creyó cuando al abrirse la puerta después de llamar a las chicas, fue recibido por una Evie en brazos de Lonnie llorando desconsoladamente y cubierta de sangre.

 

El miedo de que estuviera herida de inmediato se apodero de él, la culpa de haber llegado demasiado tarde por lo que pasando de largo a Mal quien le bombardeaba con preguntas e ignorando a Lonnie saco a la que consideraba una hermana menor y la abrazo con fuerza para tranquilizare, mientras buscaba signos de heridas en su cuerpo, afortunadamente descubrió que solo su hermoso camisón era la única víctima del lugar, la sangre no parecía ser ella y tras examinar la habitación noto las marcas de sangre en la puerta.

Algo había intentado entrar y las chicas de alguna forma se las arreglaron para impedirlo, tal vez la cabeza de aquella cosa exploto y ensucio a la chica en sus brazos, aquello era un alivio Evie estaba a salvo, su familia estaba segura, al menos por ahora.

-     Jay ¿Qué demonios está pasando? – el tronar de unos dedos frente a su rostro y una mirada furioso verdosa le saco de sus pensamientos.

-     No lo sé Mal – suspiro después de soltar el agarre de la joven que se limitó a sentarse sobre la cama más cercana – una de esas cosas me ataco y… ¡no sé qué diablos pasa! – exploto al fin aquel joven, toda la tranquilidad que Carlos le vio tener en el transcurso de su jornada hasta esa habitación había desaparecido – están matando a todos, comiéndose entre sí… es el infierno – murmuro cubriendo su rostro con ambas mano en un intento de tranquilizarse.

-     Yo estaba en el patio cuando mire a Zac devorar el brazo de una chica – murmuro la hasta ahora callada oriental.

-     Eso no importa ahora - el más joven de todos intento tranquilizarlos.

-     ¡No importa!- grito la chica del tatuaje del doble dragón – esto es una maldición realmente diabólica… como vamos a revertirla si no sabemos cómo empezó.

-      Carlos tiene razón – se levanto inmediatamente el joven – no ganaremos nada aquí discutiendo y peleando,  iremos a buscar al hada madrina… - miro fijamente a sus amigos – si esto es una maldición o algo similar sabrá que hacer.

Todos dentro de aquella habitación asintieron, Evie corrió al baño para limpiarse un poco y cambiarse de ropa, Mal simplemente se cambio ahí obligando a sus amigos a darle la espalda en ese momento no había tiempo para tener estúpidos protocolos de sociedad, su cabeza aun estaba llenada de preguntas, su mirada aun se dirigía a su madre en aquella prisión de cristal quien la miraba con intensidad, casi burlándose de ella.

Si bien la hija de Grimhilde apenas había salido vestida con su acostumbrado atuendo principesco la puerta se estremeció nuevamente, algo intentaba entrar a la habitación, de inmediato Jay se alejó de la ventana donde se mantenía viendo el desastroso caos que ocurría a sus pies, tratando de darle sentido a lo que pasaba para colocarse frente a sus amigos.

El pequeño De Vil se levanto de la cama donde acariciaba a un muy asustado perro para tomar su arma, Mal busco con la mirada su libro de hechizos sin saber si le ayudaría de algo, Lonnie se escondió detrás de uno de los postes de a cama de las chicas y Evie  ella se estremeció congelándose en su lugar aferrándose al espejo en su mano donde se miraba segundos antes.

Cuando el bloqueo de la puerta cedió una figura familiar se adentro a la habitación cerrando con fuerza después.

-     Ben – suspiro con alivio la chica de pelo morado, lanzándose inmediato hacia adelante, pero la postura del árabe no se relajo ni un instante, el acostumbrado pulcro traje  del Rey estaba manchado en sangre incluso algo desgarradas.

-     ¿te han mordido? – el fuerte agarre de Jay detuvo el avance de la hija de Maléfica, sosteniéndole con fuerza.

-     Jay ¿Qué demonios suéltame? – forcejeo mas la joven en un intento inútil de correr a su novio  que recién entraba.

-     He visto lo que sucede cuando eso pasa – utilizando toda su fuerza  se coloco frente a sus amigos, no su familia protegiéndoles con su propio cuerpo – no lo repetiré otra vez Ben – levanto su arma contra aquel a que debía venerar como su Rey, aquel tubo metálico cubierto de sangre seca – ¿te han mordido? – le miro directamente a los ojos esperando una respuesta positiva, mientras a sus espaldas Carlos detenía a la chica del cabello violeta negando con la cabeza, estremeciéndose ante el recuerdo de lo ocurrido.

-     No – mostros sus brazos  libres de heridas – estoy limpio Jay – poco a poco el árabe tuvo que bajar el arma no sin antes asegurarse con la mirada de que aquello fuera cierto, una joven al fin pudo correr a abrazar a su novio y un respiro de alivio compartido disipo la tensión del momento, ahora solo faltaba ir por el hada madrina.

 

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 Con el éxito de integrar a su sociedad a los hijos de sus enemigos más peligrosos el ahora nuevo Rey tenía la intención de traer a nuevos jóvenes, solo unos pocos, para esto tena que consultar  los nombres con el hada madrina e ir a la escuela tan temprano, teniendo que cancelar sus planes con su novia, ser rey no era nada fácil y mucho menos uno de 16 años.

Con cero ánimos de tener una aburrida charla con el hada madrina quien seguramente le hablaría sobre la historia familiar de cada uno de los candidatos para  salir de la isla, en un intento de disuadirlo, y que ahora sabían que los villanos veían ese programa como la oportunidad para apoderarse de la varita y ser libres se encontraba en camino al lugar.

Puede que Maléfica estuviera ahora indefensa, pero aun quedaban muchos hechiceros o villanos lo simplemente malvados para poder usar el poder de la varita, sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando la limosina en la que se transportaba se vio  detenida de golpe, intento llamar a su chofer pero este simplemente le indico quedarse dentro, cuando abrió la ventana para observar lo que fuera que les detuviera, un pálido brazo bañado en sangre intento atraparle, de golpe cerro la ventana solo para observar como la ventanilla que comentaba con la cabina del conductor se abría lentamente revelando a su chofer siendo devorado por un ser que se internaba  desde la ventana, el parabrisas estaba totalmente cubierto de seres igualmente ensangrentaos intentando entrar, algo terriblemente malo sucedía.

Reprimiendo un grito ante aquel espeluznante escena noto como el conductor ahora sin vida era dejado de lado por la criatura, quien de inmediato le noto, aquella cosa iba a matarle, sin esperar a ser atacado el hijo de Bestia presiono un botón para abrir el compartimiento superior de la limosina, agradeciendo a su amigo Chad por enseñarle como accionarla, de inmediato intento salir solo para darse cuenta que está casi completamente rodeado, y no solo eso, si no el campus escolar, aquel que no estaba tan lejos se encontraba en una situación similar, si salía ahora estaría muerto seguramente, necesitaba un arma.

Sentándose nuevamente en la limosina, mientras vigilaba como aquella cosa intentaba entrar por la pequeña ventana que les conectaba busco algo que le sirviera de arma, gracias a Merlín por tener la grandiosa idea de llevar a Mal a jugar Beisbol o ese bate no estaría ahí, puede que no fuera nada romántico, pero sabía muy bien que a su chica aun le incomodaban los gestos extremadamente cursis, en sus palabras no de él.

Salió nuevamente con el bate en manos a tiempo de ser agarrado por la criatura en el interior, parándose en el techo de su vehículo busco una salida, sin pensarlo dos veces golpeo la cabeza de una se esas cosas importándole poco manchar sus estúpidamente caros zapatos nuevos, tal vez debería ser como sus amigos y usar botas de combate todo el tiempo, era como si ellos estuvieran listos para correr en todo momento y tal vez lo estaban, definitivamente la vida en la isla no debió ser nada fácil.

Esquivando de esas cosas, golpeando con fuerza, incluso golpeándolas con sus puños y gracias a la fuerza heredada por su padre, Merlín bendiga al hada que maldijo a su padre transformándolo en Bestia ya que gracias a eso parte de esa fuerza le fue heredada se abrió paso hasta la institución, para ser exactos a los dormitorios, corrió con rapidez, derribando todo lo que tenía enfrente, pero buscando a quien ayudar logro abrirse paso hasta la habitación de su novia, se sintió un poco culpable cuando su primer instinto fue  buscar a Mal y olvidarse de sus padres o de cualquiera de sus amigos,  pero la desecho de inmediato al encontrar a su novia.

Un Jay muy enojado le amenazo nada más entrar a la habitación, por suerte para el todo se tranquilizo y tras discutir la situación todos se pusieron en marcha con el hada madrina.

Casi es derribado por una de esas cosas, si no hubiera tenido su bate como escudo contra su pecho seguramente le hubieran desgarrado la garganta nada mas al salir de la habitación, santo cielo ese era Taylor.

-     Abajo – grito su novia ordenándole agacharse, en cuanto lo hizo un enorme tubo de metal golpeo a cabeza de su atacante dándole tiempo suficiente para empujarle lejos.

-     Taylor… pero… - susurro el más joven al salir de la habitación mientras Jay destruía su cabeza – creí… Chan le mato – murmuro impactado.

-     ¿Qué? – la atención del rey se centro en el joven y de inmediato al cuerpo de su compañero, y ahí lo miro, delante de el  más atrás del cuerpo ahora destrozado de Taylor estaba Chad o lo que quedaba de él, su amigo estaba muerto.

-     Si te muerden o mueres regresas como uno de ellos – hablo sacándole de sus pensamientos el joven del tubo de metal – tengan cuidado… Carlos – llamo a su amigo para indicarle seguirlo de cerca.

-     ¿Ben? – el llamado de su novia le saco de sus pensamientos y de inmediato siguió a sus amigos hasta el hada madrina.

 Llegar hasta la oficina del hada madrina no fue nada fácil, mas de tres ataques después y que Lonnie casi fuera asesinada por una de esas cosas, por suerte Evie se había recuperado de su shock inicial y gracias a el antiguo Rey Bestia por poner armaduras decorativas en el pasillo por el que ahora caminaban, la hija de la reina malvada demostró porque tenían que temerle. Tomando una  maza de la armadura más cercana derribo al atacante de la joven oriental, aquella cosa debía pesar un montón y Lonnie mentiría si no se sentía impresionada por la fuerza de la joven princesa.

Abriéndose paso hasta la oficina donde debería estar presente el hada, Ben aseguraba que le esperaría en ese lugar para su reunión de esa mañana, mas no fue una bondadosa hada lo que les recibió, abalanzándose contra ellos una mujer, la que el Rey reconoció como secretaria del la directora se tambaleo hasta ellos, tenía el brazo mordido y su pierna destrozada, había estado intentando derribar la puerta del armario cuando se giro para atacarles, el Rey Ben no tardo en entrar en acción derribando a la mujer, murmurando una disculpa mientras terminaba con su “vida”, de inmediato  Carlos se acerco al armario pensando que tal vez estuviera escondida ahí, lo cual explicaría por qué la criatura insistía con entrar.

Una muy asustada Jane aferrada a Audrey  gritaron al ver abrir la puerta, el amante de los perros intento tranquilizarles, pero no fue hasta que el hada madrina les hablo suavemente las chicas salieron con ella del armario.

Mal corrió a acercarse a ella intentando buscar en vano una explicación, sin embargo el hada madrina estaba muy confundida.

-     Es la magia de tu madre no cabe duda – hablo mirándole a los ojos mientras mantenía sus brazos cruzados – sin embargo, es imposible que ella lanzara esta maldición – suspiro confundida – alguien debió utilizarla, tomo la magia que se libero durante la coronación y espero el momento para lanzarla, traer la muerte a Auradon…

-     Pero puedes revertirla – la voz esperanzada de su hija  le hizo negar con su cabeza – no sin mi varita, aun esta en el museo, luego del incidente decidimos dejarla ahí… parecía el lugar más seguro pero…

-     Pero no es una buena idea ahora – comento sarcásticamente Jay al darse cuenta que debían arriesgarse todo el camino hasta el estúpido museo, solo porque la directora creía que era lo mejor.

-     Estará bien – trato de tranquilizar las cosas el Rey – solo tenemos que ir, recuperar la varita y el hada madrina podrá arreglarlo.

-     Es una buena idea – sonrió con tranquilidad la mujer – vayan  por ella  yo esperare aquí.

-     ¡Entiende que sería suicidio salir afuera con estas cosas y todavía espera que regresemos! - exclamo cada vez más molesto el hijo de Jafar – Chad y Taylor murieron de camino aquí, ¿espera que  solo uno de nosotros regrese? – la actitud poco cooperativa de la  directora empezaba a fastidiarle – por qué no usa su magia y se aparece – la ira casi se desbordaba.

-     Jay está bien – el toque tranquilizador de Carlos le hizo detenerse de cometer una locura.

-     Lo lamento – murmuro el hada con verdadera pena- se que no es fácil pero yo no les seria de ayuda, sin mi varita estoy indefensa solo sería una carga… pero si la consiguen Mal puede lanzar el hechizo en mi lugar – sonrió tranquilizadoramente.

-     Yo no podría – murmuro la implicada dando un paso detrás del hada.

-     Nadie más que tu está familiarizada con la magia de tu madre… si alguien puede revertirla serias tu Mal – se acerco a la joven para tranquilizarle – yo te diré que hacer, por favor… ellos te necesitan.

-     Yo me quedare contigo madre – murmuro su hija.

-     Yo  no pienso salir de aquí- termino la hija de la más bella del lugar.

-     Todos deberían ir… sería mucho más fácil…

-     Que nos maten a todos  - murmuro mal humorado Jay que ahora vigilaba la puerta, a su lado Carlos que sostenía a su perro en brazos le dio una mirada reprobatoria por su comentario, mas al reconocer la ansiedad y miedo en el joven suspiro recargando su frente contra su pecho en un intento de tranquilizarle.

-     Estará bien – susurro el para evitar otro arrebato de ira del hijo de Jafar, quien se limito a asentir y acariciar su hombro con dulzura.

Fue Evie quien noto únicamente este intercambio entre ambos jóvenes sintiéndose por primera vez desde que aquello comenzaba sola, incomoda por presenciar un momento de lo que ella calificaba como intimo. No era un secreto que en la isla la soledad y necesidad de sentir contacto humano daba pie a los dichosos acuerdos, sin embargo ninguno era tan intimo como aquel, mostrar ese tipo de comportamiento, el cuidado ajeno era símbolo de debilidad, por eso al mirar como una simple caricia, una cálida mirada le hacía recordar el hecho de que estaba sola en ese momento. Desde que eso comenzó no había pensado en Doug, el pobre chico al cual aun tenía cierta reprensión por aceptar.

No era su culpa que años de crianza arraigados en su piel aun le hicieran rechazar al chico que más le importaba, todo por el pequeño detalle de no ser un príncipe. Un maldito príncipe que su madre insistía en que merecía, la principal razón por la que pasaba horas y horas frente a su espejo desde muy niña prendiendo como maquillarse “la belleza es dolor Evie, un príncipe no se fijara en ti si pareces una vulgar campesina” aun podía escuchar a su madre reprendiéndola  cuando la sorprendía comiendo de mas aquel día, aun cuando todo el alimento que obtuviera fuera un bollo rancio de pan y un vaso de agua.

Las marcas rojas de su piel tras tallarse diariamente miles de veces al lavar el maquillaje de su rostro. Su madre nunca estaba conforme con la apariencia de ella, con la forma en que ella era. La voz de su madre recordándole que no era hermosa y jamás llegaría a serlo tanto como ella lo fue, tanto como la reina malvada decía ser, sin importar cuánto bajara de peso, cuánto dolor tenía que soportar, cuantas veces se desmayo deambulando por los pasillos de su castillo debido al hambre siempre estaba mal, cuanto maquillaje utilizara, siempre se veía horrible, que tan bien hiciera los deberes o sus modales fueran pulcros, jamás seria una verdadera princesa a los ojos de su madre.

Evie sería una completa decepción, lo había sido desde que no nació hermosa, cuando perdió la oportunidad de recuperar el personal de Maléfica, cuando no fue lo suficientemente fuerte para escapar de su atacante en la isla, cuando perdió lo que su madre llamo “lo único valioso en ti”, cuando se hizo amiga de la hija de la enemiga de su madre, cuando eligió el Bien en lugar de todo lo que era, cuando  se había enamorado de un chico que no era un príncipe.

Ella estaba rota… quebrada por dentro sin poder aceptar que era merecedora de el amor puro de Doug, el amor de alguien que no era un presuntuoso príncipe.

-     Evie – la voz preocupada de Lonnie  la saco de sus pensamientos, traicioneras lágrimas amenazaban por correr por su rostro destrozando su maquillaje - ¿estás bien?

-     Todo está bien – se obligo a responder con voz firme aferrándose a su Maza, tragando su dolor como acostumbraba hacer, ella era una princesa la hija de gran  Grimhilde una de las más crueles villanos de la historia y no se derrumbaría en esa situación no otra vez.

Su amiga iba a discutir su respuesta pero afortunadamente para ella  el grupo se reunió en la puerta, Jay había  salido asegurándose que el camino estuviera despejado aguardando en la salida para que todos  siguieran adelante, fue el rey quien encabezo al grupo esta vez aferrándose a su bate, detrás de él una muy asustada Audrey se pegaba a su espalda en un intento de estar protegida.

Su atención se centro en Jay quien con un simple ademan le indico seguir, Evie se encamino detrás de los jóvenes seguida de Lonnie que aun estaba indefensa sin ningún arma, fueron seguidas por una llorosa Jane quien era sacada de los brazos de su madre por Carlos, le había dado a Dude para que la joven tuviera algo a que aferrarse, algo que le trajera algo de paz en aquel caos. El hijo de Cruella tomo su improvisada arma con ambas manos y salió detrás de ella mientras Jay seguía esperando a Mal.

Casi había dado vuelta para seguir a su mejor amigo cuando algo le llamo la atención, el hada madrina susurro unas palabras a Mal quien se estremeció por un segundo antes de asentir y salir corriendo del lugar, un último vistazo a la mujer a quien había gritado hace un momento le hizo comprender por qué les enviaba solos a este peligroso viaje.

El hada madrina dejo caer su  mano, aquella que se aferraba con fuerza a su ante brazo  revelando una herida, ella había sido mordida, solo Mal y el al notar que nadie reacciono por ese hecho lo sabían. La directora les había fallado en mantener a salvo a todo Auradon, solo le quedaba eso, quedarse lejos para no lastimarles más al parecer ella sabía lo que vendría después, tal vez aquella mujer que estaba en la oficina sufrió lo mismo que Chad.

Salió inmediatamente detrás de Mal asegurándose que el no dejaría que eso pasara, el se encargaría que todos llegaran  salvo con la varita, confiaba que Mal revirtiera la maldición y todos se salvaban, lo haría sin perder a nadie. Si hubiera  visto el rostro de su mejor amiga cuando el hada madrina le susurro sabría que aquello apenas empezaba.

 

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El trayecto a el museo fue literalmente lo peor que habían vivido ese día, afuera no había donde ocultarse, no había paredes  para protegerse ni armas para defenderse,  salieron a paso lento tratando de no llamar la atención, ignorando  lo pequeños gritos que se escuchaban detrás de ellos en la escuela, tuvieron que morderse la lengua para no gritar de desesperación, para no alertar a mas de esas cosas, los pocos que se encontraron en el camino fácilmente había sido derribados  por ellos.

Encontraron a Doug justamente antes de salir del edificio, pero cuando Evie intento acercase a él algo terrible sucedió, el que antes era su amigo se abalanzo contra ella, cualquiera se paralizaría de miedo, dudaría en atacarle, pero no ella, se había prometido no causarle molestias a  sus amigos, por eso mientras el que antes fue el amor de su vida intentaba atraparla ella levanto su arma para destruir su cabeza, un par de golpes fueron suficientes para derribarlo, un par de golpes  terminaron por quebrarla, sus lagrimas corrieron por su rostro, los sollozos inundaron la habitación.

Le había matado, destrozo al ser que amaba y ni siquiera había tenido la oportunidad no ella nunca tuvo el valor para hacerle saber a ese chico que le amaba como nada en la vida, había tenido tanto miedo a seguir decepcionando a su madre que ignoro aquel sentimiento, le hizo a un lado y ahora era demasiado tarde.

Sus amigos miraron con horror como la joven se hacía cargo de Doug, como con cada golpe contra el atacante lagrimas cubrían sus mejillas, y ella seguía golpeando, incluso cuando todo termino, una y otra vez,  solo Lonnie atino a acercarse para detenerla, solo ella tuvo el valor de abrazarle  con fuerza mientras la joven volvía a romperse en sus brazos, como la Hija de la reina malvada  renegaba por primera vez de su madre, después de todo era difícil despojarse de viejos hábitos.

Ese no fue el único ataque la siguiente vez, Carlos había perdido su arma, por suerte para él la escuela tenia hachas contra incendios en ella, esa era mucho más útil a la hora de atacar, se la ofreció a Jay ya que era el principalmente junto al Rey quien derribaba a las criaturas, pero este se negó, un hacha era mucho más un arma que un tubo de metal y el árabe jamás se perdonaría quitarle la ventaja a su pequeño amigo.

El próximo ataque cobro una víctima más, una pequeña y peluda víctima, en un descuido Jane le había soltado y este había corrido lejos ladrando, alejando a los caminantes de ellos, Jay tuvo que sostener a Carlos para evitar que este corriera tras el perro, arrastrarle por el camino para llegar a un lugar seguro, aprovechando la pequeña distracción, cuando las puertas de aquel museo se cerraron tras de sí  el joven se derrumbo.

Lloro amargamente tratando de salir, golpeo con fuerza el pecho del que lo sostenía, mientras la joven se disculpaba una y otra vez.

-     Carlos…  lo siento tanto… lo siento tanto  - murmuraba la joven vestida de celeste.

-     Déjame salir Jay – imploro aferrándose a su camisa llena de lagrimas – debo ayudarle… por favor – suplicaba mirándole con aquellos enormes ojos marrones, pero el moreno no cedió.

-     Estará bien Carlos – trato de tranquilizarse soltando su arma para abrazarle contra su pecho – Dude es inteligente no se dejara atrapar.

-     Tu no lo entiendes Jay… necesito salvarlo… déjame ir por favor.- ahora su rostro se encontraba entre su pecho ahogando gemidos de dolor.

-     No… es peligroso – le alejo de su cuerpo para mirarle fijamente a sus ojos – no te dejare ir y es mi última palabra.

-     ¡Te odio! -  grito el joven sin atreverse de mirarlo a los ojos alejándose de el sin notar el daño de aquellas palabras, tomando su hacha del suelo y acercándose a Evie lo mas lejos del joven, ignorando a una suplicante Jane y negándose a hacerle frente.

Carlos De Vil no sabía que muy pronto se arrepentiría de esas palabras.

-     ¡La varita chicos! – Mal decidió tomar el liderazgo ya que todos estaban  sin ánimo, cansados y con muy bajas esperanzas, empujándoles por el edificio para que caminaran.

-     Es como un deja vu – comento felizmente Evie para aligerar el ambiente, sin embargo nadie más contesto su broma.

No fue mucho lo que avanzaron cuando aquello paso, en un instante caminaban por las vacías salas del museo y al siguiente corrían a toda prisa para tomar la varita, algo había activado la alarma, tal vez el guardia en su desesperación intento tomarla, o una criatura fue atraída por el campo de fuerza activándola, lo que fuera había traído la activación de la sirena, y era cuestión de tiempo para que aquel lugar se llenara de esos seres.

Tenían que actuar ahora tomar la varia y lanzar el hechizo, mas al llegar al lugar, cuando finalmente Mal pudo tomarla del campo de fuerza, tras deshacerse de aquel caminante que chocaba una y otra vez con el campo la esperanza se perdió.

No había magia, la varita era totalmente inútil en las manos de Mal, intento con todas sus fuerzas agitarla, usarla, pero no podía sentir ni una chispa de magia.

-     El campo de fuerza – murmuro Ben acercándose a su novia – lo olvide después de lo de Maléfica y tras decidir traer nuevos estudiantes se coloco otro campo de fuerza.

-     ¿Eso qué significa? – pregunto desconcertada Evie.

-     Significa que… la alarma funciona como una barrera… mientras este activada bloquea todo tipo de magia – miro desesperado a sus amigos el Rey.

-     Debemos desactivarla – empezó a reír el más joven ante aquellos nervios – pudiste decirlo antes... ya sabes cuando estábamos en la entrada… para este momento estará lleno de esas cosas – la desesperación empezó a hacerse presente.

-     La contraseña – murmuro el árabe – dame la contraseña Carlos… se que la sabes la ultima vez tú la desactivaste – se acercó al más joven ignorando el hecho de que era odiado por él.

-     Estás loco esas cosas van a matarte si regresas tu solo – respondió aun molesto por lo sucedido – iré contigo tal vez la cambiaron y necesitas…

-     Dame la maldita contraseña De Vil – escupió su nombre con desprecio – soy el más rápido de todos será fácil para mí – entre cerro los ojos al mirarle para darle énfasis a sus palabras.

-     Tal vez necesitamos un mejor plan – intento tranquilizar el Rey del lugar – pensemos en…

Mas el insistente ruido de algo acercándose les sorprendió,  de pronto un sinnúmero de cuerpos se acercaban por las escaleras para atacarles de inmediato corrieron en dirección opuesta, buscando la segunda salida del lugar llegaron a una sala donde nunca habían estado una llena de figuras de cera de las princesas, buscando un lugar donde ocultarse  las dos chicas mas asustadas del grupo buscaron una puerta o alguna otra habitación de lo contrario estarían atrapados  y sin una puerta que aislara la sala estaña  perdidos.

-     Maldita sea estamos atrapados – chillo desesperada Audrey – vamos a morir.

-     Nadie va a morir – tranquilizo el Rey del lugar – solo necesitamos.

-     Hay una segunda escalera… solo tengo que regresar unos metros y podre llegar a la sala principal –  recito  nuevamente el hijo de Jafar – dame la contraseña Carlos y estarán a salvo.

-     ¡Estás loco eso es suicidio! – le miro horrorizado el joven – no voy a dejar que vallas y mueras.

-     No es como si te importara – rodo los ojos ante sus palabras.

-     Claro que me importas… no te daré nada.

-     Chicos no levanten la voz yo... – trato de interrumpir el otro hombre en la habitación

-     Hace unos minutos gritaste que me odiabas.

-     Encontré un armario – chillo emocionada la hija de Mulan tras inspeccionar el lugar – es lo suficientemente grande para… ¿Qué está pasando?

-     Nada, todos al armario nos ocultaremos y cuando se vayan saldremos, ya pasaran – ordeno la hija de maléfica  - Carlos,  Jay – les llamo cuando todos se dirigieron al lugar menos ellos dos que aun se miraban fijamente.

-     No lo repetiré otra vez… la contraseña -  insistió el al ver como el chico de pelo blanco se dirigió a esconderse con sus amigos.

-     No insistas Jay -  respondió entrando al armario – ya oíste a Mal y…

-     Estas cosas no se irán, no es como antes el ruido atraerá a todos y cada uno de ellos, este lugar estará infestado  y terminaremos muertos… esta es la única oportunidad – le detuvo justo en la entrada de su improvisado refugio – solo dame la contraseña por favor – susurro sosteniendo su brazo y mirarle a los ojos.

-     5-6-8-2-0-4 – murmuro Ben acercándose un poco a los jóvenes, como el Monarca de aquel lugar sabia como desactivar el campo de fuerza que rodeaba la varia, al principio pensaba ir él, era su deber mantenerlos  a salvo, pero si le costó tanto llegar hasta Mal él solo, ir y regresar seria todo un desafío, de nada serviría que  muriera si aquello no funcionaba, debía quedarse a proteger a todos.

-     ¡Ben! – le reprendió su novia.

-     Jay tiene razón esas cosas no se irán y si alguien tiene oportunidad es el… - miro directamente a los ojos del moreno, quien le dirigió la misma mirada en una súplica silenciosa para que cuidara de su familia -buena suerte amigo – animo al adolecente, asintiendo a su petición, prometiéndole cuidar de ellos.

-     Jay no – ahora fue el turno de Carlos para aferrarse de la sudadera  de su mejor amigo – pensaremos en otra cosa… por favor no vayas… no… no puedo perderte – suplico con aquellos ojos que tanto le gustaban – no a ti – termino en un susurro bajando la mirada, comenzando a derramar lagrimas.

Aquello le tomo por sorpresa, el Carlos que hace unos momentos que  le gritaba odio ahora le suplicaba quedarse, fue entonces que comprendió por que el hada madrina les oculto aquella información, porque empujo a su hija en aquella misión,  por que el cuidado era una desventaja.

Uno hace cosas estúpidas por amor.

Armándose de valor y renovabas fuerzas se inclino hacia el pequeño, jalándole para que  sus ojos se encontraran entonces le beso, aquello solo duro unos segundos, apenas una presión entre ambos labios, una declaración silenciosa, una promesa rápida de todo su amor por él, de que la única razón por la que lo hacía era para él, para mantenerlo a salvo.

-     Ni yo a ti – murmuro contra sus labios empujándole contra sus amigos que miraban sorprendidos aquel repentino cambio del joven.

No le dio tiempo de levantarse, de evitar cerrar la puerta, Carlos De Vil solo observo como la madera se cerraba y un fuerte estruendo de algo golpeándola aterrizaba del otro lado, cuando intento abrir la puerta esta estaba bloqueada, Jay seguramente encontró algo con que sellar la entrada, tal vez una de las figuras de cera o algún estante, lo único seguro era que él le había perdido, Jay no regresaría y por más que golpeo la puerta, grito su nombre  hasta el punto de casi desgarrarse la garganta el no recibió respuesta alguna.

Lagrimas inundaban su rostro enterando sobre aquella puerta, sus golpes aun seguían acallados por la sirena del lugar, ni siquiera los brazos de la que consideraba su hermana le calmaron un poco, Evie no sabía que más hacer, solo abrazarle con fuerza, solo intentar reconfortarle un poco.

Cuando fue consciente de sus propios gritos, cuando el sonido de sus golpes comenzaron a resonar por toda la sala  se dio cuenta que Jay había llegado a su destino, en la lejanía escucho a Mal recitar unas palabras, agitar una varita, intentar salvarles. Mas al abrir los ojos al levantarse desde donde se encontraba arrodillado lo noto, ya no estaban en el armario, ni siquiera estaban en el museo, frente a él se encontraba el vertedero aquel al que iba a buscar suministros cuando era más joven junto a otros chicos, lo necesario para sobrevivir en la isla, mas allá se extendía el mar y mas allá como solía recordarlo Auradon… estaban en la Isla de los perdidos.

La maldición de Maléfica era demasiado poderosa para revertirse, el hada madrina lo sabía, por eso susurro a Mal un hechizo muy especial, uno que desactivaba la barrera y les transportaba junto a todo aquel que no estuviera infectado, el  único lugar libre de ella era ahí en la isla, la misma barrera que les mantenía atrapados había  salvado a ese lugar de ser atacado por la maldición, irónicamente los  residentes de Auradon o lo que quedaba de ellos ahora tendrían que vivir en la  prisión de sus enemigos.

Carlos miro el horizonte, hacia el antiguo lugar que había empezado a llamar hogar y lloro, gimió de dolor al darse cuenta que lo había perdido todo, su madre tenía razón era un inútil, nadie podía amarlo, no merecía ni un gramo de bondad, Carlos De Vil era un ser despreciable que destruía todo lo que tocaba, el ahora estaba solo.

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La primera vez que le mordieron  se sintió como el infierno, ni siquiera la vez que Maléfica le atrapo intentando robarle fue tan doloroso como eso.

La segunda  estaba más ocupado abriéndose paso entre ellos como para notar una mordida más en su brazo.

La tercera vez ignoro el dolor en su pierna para desactivar lo más rápido posible la alarma.

La cuarta y última vez fue antes de encerrarse un una pequeña oficina alejado de esas cosas, puede que fuera a morir pero no dejaría que le devoraron o peor aún, no quedaría libre donde pudiera dañar a otros, donde pudiera dañar a Carlos.

Carlos, su Carlos, aquel pequeño que le miraba con adoración  desde la aventura en la isla, aquel chiquillo buscaba instintivamente su tacto, Carlos  lo único que realmente quería robar y conservar para sí.

Observo como un  espeso humo azul saliendo por todas partes  de la ciudad  desde su ventana le hizo darse cuenta que Mal lo había logrado, ellos estaban a salvo, un pequeño ladrido algo familiar se escuchó a la lejanía, después todo se volvo negro.

Notas finales:

Y bien???? quieren el final?


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