Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ano toki no you ni... por metallikita666

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

El presente relato es, respecto de su trama, un crossover entre la Saga de Trunks del Futuro (Mirai Trunks) de Dragon Ball Z (en realidad, más conocida como la Saga de Cell y los Androides), y el juego de rol que he desarrollado junto a mi novia desde hace más o menos tres años. Asimismo, cabe mencionar que para no variar, tal crossover comenzó como una broma entre nosotras, y se transformó en una bonita y útil excusa para poner a prueba mi narrativa con el juego de líneas temporales, la introspección, la analogía dragonballesca con sus símbolos, y mis propias consideraciones sobre la familia y el amor fraternal. Ahora bien, la genealogía de los personajes necesita ser explicada previamente, pues de otra manera al lector le sería confuso entender las relaciones familiares implicadas.

La pareja matriarcal está conformada por Tommy y Kenzi, quienes son padres de Takayuki y Ruki. A su vez, en la casa de esta familia viven Tatsu, Tadashi, Taiji y Baki. Tatsu y Baki son pareja no estable, mientras que Tadashi es novio de Morrie y Taiji sale con Naoki, el mejor amigo de Kenzi. En el futuro, Taiji y Naoki adoptan a Gara; y Morrie y Joe a una niña, Kuroneko. En el pasado al que Yuki y Ruki se devuelven durante la historia, no obstante, Taiji ya se ha ido a vivir con su novio Naoki al departamento de este último, pero no tienen hijos aún. Por último, en el futuro, Gara y Ruki conformarán otra pareja.

Seguidamente, dejo los créditos completos de cada músico con un papel principal en la historia. Los de los incidentales serán indicados con nota al pie a lo largo del texto.

Hiroshi “Dynamite Tommy” Tomioka. (COLOR, Sister’s no Future. Fundador de la Free-Will Records)

Kenji “Kenzi” Ishii. (Kamaitachi, Anti Feminism, Sister’s no Future, the Dead Pop Stars)

Takayuki (Tomioka, en la historia). (the Piass)

Takanori “Ruki” (Tomioka, en la historia. Aunque en realidad, Matsumoto). (the Gazette)

Tatsuya “Tatsu” Shinozaki. (Gastunk)

Tadashi “Crazy Cool Joe” Masumoto. (Rajas, Dead End)

Taiji Sawada. (X-Japan, D.T.R., Loudness)

Masahiko “Baki” Isowaki. (Gastunk)

Motoyuki “Morrie” Ohtsuka. (Dead End)

Naoki (Endo). (Decameron)

Makoto “Gara” (Endo, en la historia. Aunque en realidad, Asada). (Merry)

Akiko “Kuroneko” (Ohtsuka, en la historia. Aunque en realidad, Kunimoto). (Onmyo-Za)

 

Los créditos de las canciones utilizadas son:

Cassis, de the Gazette. Del álbum Nil.

Miseinen (“Menor de edad”), de the Gazette. Del single del mismo nombre.

Forever (“Para siempre”), de the Piass. Del EP “Geki” “Hana” Kyousaki…

Ano toki no you ni… (“Como en aquel tiempo…”), de the Piass. Del EP Dolei.

 

En el caso de las dos primeras, la romanización y la traducción al inglés fueron tomadas de jpopasia.com, mientras que la versión en español la hice yo. Y para las dos restantes, romanización y traducción al español fueron tomadas de un video del canal de youtube del usuario fxckmelxveme. Todas las fuentes fueron corroboradas con mi escaso conocimiento del japonés, para crear las versiones finales.

Notas del capitulo:

Este fanfiction es un manifiesto contra la familia heteronormativa hegemónica, así como contra todas aquellas consideraciones que admiten que únicamente pueda estar conformada por individuos que comparten lazos sanguíneos. De la misma manera, se opone a las ideas que privilegian una perfecta normalidad psíquica, la cual es imposible e inexistente, porque todos tenemos al menos un tornillo flojo, y no por eso somos peores personas, o incapaces de dar amor, aprender de los demás y enseñarles cosas valiosas. Pretende esparcir la idea de que los padres o tutores no están en la obligación de enseñárnoslo todo a la perfección y sin errores de método -porque de nuevo, eso es imposible- sino que su función debe radicar en abrirnos los ojos, el pensamiento y el criterio lo suficiente como para que podamos aprender a discernir por nosotros mismos.      

Finalmente, y al igual que el resto de mi obra, es un relato disruptivo en muchos otros aspectos, desde los literarios hasta los morales.

I

 

“Imprudentemente, buscaba algo

Está bien tropezar, pero hay que seguir adelante

Sé que solía verme como un estúpido

queriendo sólo correr hacia el frente sin arrepentirme.” Miseinen

 

No teníamos tiempo que perder. Mi madre había estado trabajando casi que sin descanso durante todas esas noches, gracias a la ayuda de las galletas verdes[1], las cuales tanto yo como mi prima le suministrábamos sin que mis tíos o mi padre lo supieran. Eso, porque sólo a Takanori y a Neko les conté acerca de mis intenciones, y ni siquiera les di razón de todas ellas. Únicamente les dije que gracias a aquel artefacto, quien se colocara en su interior podría viajar en el tiempo… Que yo tenía intención de hacerlo, y que para eso se lo había pedido a mamá, pero ni mi hermano ni mi prima intentaron averiguar para qué exactamente deseaba volver a nuestra infancia, ni yo lo explicité. Había considerado conveniente informarles porque para mí sería imposible encubrirles mi ausencia con cualquier excusa, además de que en realidad no deseaba hacerlo. Básicamente y desde que nos convertimos en hermanos, jamás les había mentido por una causa que no lo ameritara de forma estricta.

Ahora bien, una vez que Ruki y yo nos concertamos para regresar en el tiempo unos nueve años (luego de que él me prometiera solemnemente no decirle ni una palabra del asunto a Makoto), y sabiéndolo únicamente nuestra madre de entre los adultos, la dejamos encargada de anunciar que nos habíamos ido de campamento. Bueno… En realidad, esa no era la historia.

Lo más usual por aquellos días era que yo pasara la mayoría del tiempo en la calle, en el sello y en las casas de los demás, rodeado de mis compinches y compañeros de banda (los últimos iban y venían de entre los primeros, y eran todos conocidos de la gente que había firmado mamá, si no es que eran músicos de sus bandas, directamente). Ello debido a que el colegio se me hacía extremadamente fácil, y me sobraba muchísimo tiempo para dedicarme a la guitarra y a mi grupo: los cuales eran –tal cual se podrán imaginar y tomando en cuenta la familia de la que provengo- los únicos intereses reales en mi vida. Así que, como les decía, dejamos encargada a mamá de informarles a los demás, incluido su marido, que nos habíamos ido con mi pandilla unos días. Y antes de que se les haga poco creíble que alguien como Ruki pudiera siquiera acercársele a un grupo de peligrosos chinpira[2] sin salir robado ni lastimado, he de consignar que mi hermano mayor, además de tener mi absoluta protección, contaba con un privilegio que nadie jamás podría sustraernos: nuestro apellido.

Hecho el acuerdo con quienes sabían nuestro secreto, Takanori y yo fuimos a vestirnos para partir en el tiempo. Ambos deseábamos presentarnos de la manera que mejor simbolizara nuestro presente, por lo cual yo me decidí por un traje bosozoku[3] de color blanco y grandes kanji rojos, azules y negros bordados[4]. Por otro lado, él se atavió con un pantalón a rayas negras y blancas, delgadas; una camisa sin mangas de color negro, y un chaleco hecho a base de retazos de telas igualmente oscuras. Los antebrazos los llevaba cubiertos con accesorios de la misma tela del pantalón[5]. Para entonces, mi hermano usaba el cabello rubio rojizo, mientras que el mío seguía siendo de colores.

-¿Estás listo… gordita?- Le pregunté con una sonrisa pícara mientras lo tomaba de la mano protectoramente, evitando lastimarme o lastimarlo con un apriete demasiado fuerte sobre sus grandes anillos. A Takanori siempre le había fascinado la joyería, y cuanto más grande y estrambótica, mejor. No por nada portaba un candado en el collar hecho de gruesos eslabones, y otro en la argolla más grande de su oreja derecha.

-Ugh… enano…- Farfulló de mala gana, sabiendo que desde que habíamos alcanzado la pubertad, no tenía ninguna autoridad para insultarme con aquel apodo. –Sí, vámonos ya.- Agregó, dando un paso para subirse en la plataforma de la máquina del tiempo; acción que imité a los segundos. –Mamá, por favor, cuídate mucho y no te preocupes.-

-Neko-chan se ocupará de vigilar los reportes de la máquina, y de darte más galletas en caso de que tengamos alguna emergencia y necesitemos que nos traigas por la fuerza.- Añadí yo, mirando a nuestra inteligente prima, la cual asintió ante mis palabras. -Si ese fuera el caso, no dudaré en emitir una señal con el control remoto.- Proseguí, señalándome una especie de reloj que mamá me había dado para que me colocara en la muñeca.

Posteriormente, tomé la portezuela del aparato con intención de terminar de cerrarla, movimiento ante el cual tanto mamá como Kuroneko se tensaron. Pude notar cómo la mayor rompía el contacto visual que había sostenido con Takanori tras las últimas palabras de este, para dirigir su mirada hacia ambos. Por reacción instintiva, y sin dejar de observarla a los ojos, oprimí más la mano de mi hermano mayor, y él me correspondió el gesto.

 -Sé que tú no recordarás nada apenas se te pase el efecto, pero para eso la tienes a ella.- Dije, dirigiéndome a la rubia, pero refiriéndome finalmente a la jovencita de largos cabellos negros que era de mi absoluta confianza, y que respondió a mi postrero parlamento con una media sonrisa y un leve asentimiento de cabeza.

Tras cerrar por completo, Neko ajustó la perilla del lapso temporal y presionó el botón de encendido bajo la mirada supervisora de mamá, quien permanecía con las manos en los bolsillos de su gabacha blanca. Instantes después, se volteó hacia nosotros, atenta; de pie sobre sus pantuflas verdes de Flippy. Finalmente, antes de que los innumerables rayos coloridos que aparecieron produjeran un resplandor enceguecedor, la mayor levantó la mano en señal de despedida, frunciendo el ceño muy tenuemente mientras se podía observar cómo se le cristalizaban los ojos, y en sus labios se formaba una sonrisa indescifrable. Sentí una ligera punzada en el corazón cuando me acordé de que era altamente probable que mamá, junto con lo de la existencia de la máquina del tiempo, no recordara nada acerca del motivo de nuestra ausencia apenas las galletas dejaran de influir en su organismo, por lo que paradójicamente ella también sería una de las engañadas con la excusa del “campamento”.

No obstante, no podía detenerme a reflexionar en voz alta, o a comentar aquellos pensamientos con Takanori en ese momento. Ambos permanecíamos con los ojos bien cerrados, tal cual mamá nos había pedido, inmóviles y tomados de la mano; esto último más por un asunto de cobrar agallas y valor mutuamente. Según lo previsto, el cambio temporal no tomaría más de unos segundos, y nosotros no tendríamos por qué experimentar ningún tipo de efecto en nuestros cuerpos. Empero, podía sentir a través de las pulsaciones de su mano que él estaba temblando un poco, así que decidí romper mi silencio para tranquilizarlo, tal cual había hecho muchas veces antes con mayor o menor parsimonia.

-No te preocupes. Yo estoy aquí contigo…-

Momentos después, el ruido de la máquina se detuvo, y cesaron también los resplandores. Yo fui el primero en levantar un poco uno de mis párpados, para cerciorarme de que los espectros luminosos en verdad hubieran desaparecido. Acto seguido, y al comprobar aquello, le indiqué a mi hermano que podía develar su vista[6].

-¿Dónde estamos?- Preguntó él, mirando a su alrededor una vez que abrimos los ojos por completo.

-No lo sé con certeza… Pero tengo la sensación de que conozco este sitio.- Repuse, notando el parecido que guardaban ciertos árboles de un parque que se hallaba en diagonal a donde estábamos nosotros. -Al menos, creo que mamá no se equivocó en sus cálculos y nos transportó a Osaka, justo como nos lo había prometido.-

Naturalmente, si estábamos regresando en el tiempo a nuestra infancia, no era de esperar que nos acordáramos de todo con inmediatez, por mucho que aquellos paisajes hubieran sido parte de la cotidianidad de nuestras vidas en aquel entonces. La mente guarda ciertos recuerdos, y sobre todo los más importantes o los que llegan a marcar decisivamente la propia existencia, pero no así elementos tan banales como todas y cada una de las calles de una ciudad tan grande.

-Creo que nos encontramos cerca de donde quedaba nuestra primaria.- Continuó Takanori, tras unos segundos de inspección. Siendo que él era el mayor, tenía más razones para fiarme de su memoria que de la mía. –Yuki… ¿No has pensado en lo extraño que resultará si nos encontramos a Tatsu-ojisan[7] o a mamá yendo por nosotros al colegio? Es decir… Es obvio que sabíamos que pasaría, pero todavía no me has comentado si tu intención es decirles a todos quiénes somos, y cómo y para qué llegamos aquí.-

Finalmente, aquella pregunta. Por supuesto que la había visto venir, y por supuesto que me la esperaba. De hecho, había estado meditando acerca de ese tema desde muchos días atrás, pues en un principio, ni siquiera yo sabía cuál sería el mejor método a seguir.

-No creo que sea buena idea decirles a todos quiénes somos, y mucho menos para qué vinimos. Por mi parte, solamente me interesa que lo sepa mamá, nosotros mismos (porque sé que es casi impensable que yo no me dé cuenta de qué ocurre, y corra a contártelo), Tatsu-nii y tal vez otra persona más…-

-Taiji-ojisan, ¿verdad?...-

En ese momento, fijé mi atención en el autobús que se acercaba, notando que era justamente uno que nos servía para llegar a casa. Por lo que, pasando por alto aquel murmullo, corrí hacia el vehículo, siendo imitado de inmediato por Ruki, quien permanecería en silencio durante el resto del viaje.

 

  II

 

“Los momentos que pasaste jugando,

deslizándote y cayendo en el parque

Y los instantes en que estuviste conmigo

No te olvides de ellos, ¿sí?...” Ano toki no you ni…

 

Al arribar a nuestra calle, y si bien íbamos caminando uno a la par del otro en silencio, yo sabía perfectamente que mi hermano continuaba pensando en cuál sería la mejor manera de presentarnos ante aquellos a quienes les contaríamos la verdad. Y si he de ser sincero, por supuesto que aquel era un asunto que a mí también me preocupaba: viéndolo de forma objetiva, para los habitantes de nuestra casa nosotros solamente éramos un par de chicos desconocidos que llegaban de la nada, y que, extrañamente, tenían los mismos nombres de los niños que había sido adoptados por Tommy-san y Ken-chan… Con cuyos padres también se daba la rarísima coincidencia de que se llamaran así… y vivieran ahí…

-Primero que todo, hay que buscar a mamá.- Indiqué de la nada, evidenciando toda la perorata interna que había estado teniendo hasta el momento. Con ello, atraje la admirada atención del mayor.

-¿Y qué pasará si está adentro, jugando con sus peluches, como suele hacerlo? Lo más probable es que, mientras intentamos dar con ella desde fuera, alguien más nos vea. Y sería peligroso. Especialmente, si esa persona es Tada-nii, Morrie-san o Nao-ojisan, que son muy desconfiados y cuidadosos.-

Ruki arrugó un poco el entrecejo, mostrando una preocupación más que justificada al reflexionar sobre lo último. Definitivamente, merodear cerca de la casa no era una buena idea.

-Hmm… ¿qué hora es?- Le pregunté, esperando que consultara su reloj de pulsera Gucci (todo un lujo que, de nuevo, a quien no supiera sobre nuestro vínculo, le sería imposible entender por qué seguía en su lugar. Oh, vamos; en realidad, estoy omitiendo lo de la gente espantada cerca del parque, en el autobús y en las calles aledañas. No así en la nuestra, ya que eran usuales las visitas de los músicos pertenecientes a los sellos de papá y mamá), pues aunque en el artefacto que yo portaba se podía ver el dato, no acostumbraba llevar reloj normalmente, y por eso no me acordé. –Si es hora de ir por nosotros al colegio, resulta mucho más posible interceptar a doña Ken-chan aquí afuera…-

-¡Ja, ja, ja, oye! ¡No le digas así! Suena horrible.- Rio el mayor, golpeándome levemente en el hombro segundos después (otra acción que dejaría descolocado por completo a cualquier espectador desconocido). –Y siento desilusionarte, pero… Son las cinco de la tarde. Ya tú y yo estamos adentro de casa desde hace bastante rato.-

-Mierda…- Me quejé. –Bueno, en ese caso, no nos queda de otra.- Y corriendo hacia la tapia que bordeaba el patio trasero de nuestra vivienda, comencé a escalarla.

-¡Takayuki! ¿¡Pero qué carajos crees que estás haciendo!?- Gritó mi hermano mayor, tomándome de una pierna y aferrándose a esta como si su vida dependiera de ello. –¿Ya se te olvidó la alarma de papá? ¡El alambre de navaja electrizado; la sirena! ¡Bájate de ahí! ¡No seas estúpido!-

-Tsss, ¡suéltame, rosquilla azucarada!- Le contesté, sacudiendo la extremidad. - ¡El menso eres tú! ¿Acaso no recuerdas que esas cosas las instaló cuando teníamos como doce y catorce años? ¡Fíjate! ¡Ni siquiera hay alambre de navaja del común!- Agregué, señalando la cima de la pared; la cual, justo como yo decía, carecía de remate alguno. Posteriormente, trepé hasta asirme del borde, pero sin asomar la cabeza todavía. Takanori en realidad estaba más preocupado por mis fachas que por cualquier otra cosa. Le daba pavor que papá me viera y que, confundiéndome con un forajido, decidiera probar su puntería con aquella escopeta que guardaba cerca de la falsa chimenea que había en la sala.

-Pe-pero… de todas maneras… ¿¡qué demonios piensas hacer!? ¡Porque ni creas que yo voy a subir por ahí!...-

-No, señorita; no. Esa no es mi idea.- Ante la respuesta, el mayor hizo puchero y se cruzó de brazos. –Voy a ver si estoy por ahí, molestando a Kyo-chan[8]… Diablos. De verdad que eso sonó bastante idiota.- Y sonriendo por el divertido pensamiento, acabé de asomarme. Efectivamente, mi yo niño salía en ese momento al patio con una cubetita llena de pintura color verde loro y una brocha, mientras que el can rubio tomaba una siesta. Creo que no es necesario que explique puntualmente qué cosa me aprestaba a hacer en aquellos instantes.

-¡Psss, ey, Taka-chan! ¡Takayuki, oye!-

-¿Cómo? ¿Le vas a hablar así no más?- Inquirió Ruki desde abajo, jaloneándome nuevamente del pantalón.

-¡Que sí, carajo! ¡Eso es lo que voy a hacer! ¡Y ya deja de tironearme de la ropa!-

Obedeciendo mi queja, el pelirrojo me soltó. No obstante, no cejó en su empeño de detener mi acción.

-¿Y qué le vas a decir, a ver? “¡Hola, mocoso! ¡Fíjate que yo soy tú y tú eres yo! Ja, ja, ja, ¿no te parece increíble?”- Ruki imitó hasta mi tono de voz con aquel tonto parlamento, lo cual me hizo sonrojar y me ganó momentáneamente. Así fue que, disminuyendo la fuerza en mis brazos, bajé hasta que ya fue seguro dejar caer mis pies sobre el suelo. Segundos después, lo encaré.

-¿A ti qué se te ocurre que le puedo decir, entonces? Porque si esperamos a que tú salgas de la casa, podemos irnos preparando para pasar una linda noche en la calle. Yo no tengo problema, pero tú…- No terminé la oración porque no fue necesario. Con sólo la sugerencia, Takanori se tensó visiblemente y en su cara se dibujó un gesto de espanto.

-Ugh… ¡Es que no se me ocurre cómo podríamos llamar tu atención de una manera efectiva!- Respondió el mayor después de un momento, mordiéndose una uña a causa de la preocupación. –Especialmente, si estabas a punto de cambiarle el color al perro, al pato o a la iguana…- Ruki miró mi cara. -¿En eso estabas, no?- Una inconfundible sonrisa maquiavélica fue toda su respuesta. -¡Niño malvado! ¡Siempre fuiste un bruto!-

Luego de unos instantes de risas por parte de ambos, me quedé pensativo de nuevo.

-¿No traes alguna chuchería en los bolsillos?-

-Por dios, Yuki. ¡Tú nunca fuiste un niño que se dejara convencer fácilmente con dulces! Ehh, bueno, en realidad sí… Pero no por demasiado tiempo. Fíjate a ver si el pequeño te acepta la golosina y luego te deja hablando solo.-

-¿Me crees capaz?- Pregunté, alzando una ceja con un mohín estúpido, a propósito. A los únicos en el mundo que me gustaba hacer reír  y para lo cual no me reservaba recurso alguno eran mamá, Takanori y Taiji-nii, pero en situaciones muy diferentes. -¿Sabes? Ya hasta me está agradando esto de tener un doble y poder decir que las cosas que él hace, las hago yo… Pero volviendo a lo que estábamos… ¿Qué pusiste en esa riñonera?-

Me refería, por supuesto, al pequeño bolso negro y con tachas que por lo general mi hermano cargaba en su cintura.

-Lo de siempre.- Dijo él, abriendo la cartera en cuestión y sacando sus cosas. –Labial, un paquete de Pocky, espejo, mi caja de sombras, dinero, y… ¿Qué hace esta muñeca aquí?-

-Ohh, ¡pero si es Meru-chan!- Exclamé, tomando la muñeca en mi mano. –Creí que Neko se la había dejado, pero al parecer, ella la puso en tu bolso. Tal vez pensó que la podríamos necesitar.- Mi hermano se encogió de hombros, evidenciando total desconocimiento del asunto. –No importa. ¡Igual está genial! ¡Esto funcionará!- Lo más importante de todo es que, para entonces, Meru no se le había aparecido todavía a mamá en aquella tienda, por lo cual, la muñeca con vida propia sí sería una novedad para el chiquillo que se encontraba en el patio[9].

Así fue que, volviendo a subirme por la pared, alcancé de nuevo la cima y llamé al pequeño, confiando –o mejor dicho, rogando- que a este no se le ocurriera informar a algún adulto ante mi súbita aparición, en vez de entablar conversación directamente conmigo. En teoría, prever esto no debía costarme tanto, pues lo único que tenía que hacer era preguntarme qué habría hecho en una situación semejante, a mis siete años. Pero la verdad era que la vestimenta bosozoku que había elegido para imponer respeto y miedo podía surtir un efecto totalmente contraproducente en determinadas ocasiones… Como por ejemplo, aquella.

-¿Quién eres tú?- Me contestó el niño, acercándose a la pared por donde yo resaltaba, con la brocha en la mano y unas cuantas salpicaduras de pintura en la ropa, los bracitos y la cara. El perro, por su parte, dormía plácidamente todavía, ignorando que para entonces era mitad can y mitad guacamayo. Lo peor de todo es que para ese tiempo, Kyo-chan ya era la voz de Dir en grey. -¿Y por qué llevas el cabello como yo y sabes mi nombre?-

Ahí estaba la respuesta a mi duda. Mi yo infante se había sentido atraído por nuestro parecido, además de que realmente se le hacía muy extraño que un chico que él no conocía lo estuviera interpelando tan familiarmente.

-Ehhh… verás. Yo soy alguien que te conoce muy bien, pero tú a mí no. O, bueno, no todavía…- Observé cómo mi interlocutor levantaba una ceja con un dejo de sospecha, lo cual me hizo sentir un poco nervioso, por lo que decidí ir más al grano. –Me llamo Takayuki, igual que tú. Y quisiera hablar con tu mamá o con tu tío Taiji…-

-¿Y qué me vas a dar si los llamo para que vengan? Ah, aunque en realidad todavía no has contestado las preguntas que te hice.-

Ante semejante réplica, me sentí totalmente abrumado. ¿De verdad yo había sido así de niño? Definitivamente era eso, o que mi yo adolescente ya no estaba para seguirle los jueguitos a un chamaco majadero. Los brazos empezaban a cansárseme, y era obvio que el holgazán de Ruki no me daría una mano con ofrecerme sus hombros para que me apoyara en ellos.

-Uysh… mocoso del demonio…- Redoblando esfuerzos, logré pasar una mayor porción del cuerpo del otro lado de la tapia, descansando las costillas sobre el borde. –¡Mira, Yuki-kun! ¡Tengo algo que puede gustarte!- Y tomando a Meru con la mano derecha, la miré a la cara. –Meru-chan, por favor. ¡Necesito tu ayuda! Ruki y yo nos quedaremos aquí afuera si tú no logras atraer la atención de este niño. Anda, haz algo que le interese. ¡Tú me conoces bien!- Y tras decirle aquello a la muñeca, se la lancé al pequeño.

-¿Una muñeca? ¡Oye, yo no soy Ruki! ¡A mí no me llaman la atención estas tonterías, oniichan[10]!-

Pero antes de que pudiera replicarle algo al chiquillo, sentí un fuerte golpe en el muslo.

-¡Ayyy!... Y ahora, ¿¡a ti qué te pasa!?- Me quejé, volteando para ver a Takanori que me miraba enojado desde abajo. -¡Eso lo dijo él, no yo!-

-¡No te hagas el idiota! ¡Los dos son el mismo!- Gruñó el mayor. -¡Y cómo se ve que te encantaba andarle hablando mal de mí a todo el mundo!-

Sabiendo que de entonces en adelante tendría que responsabilizarme por todo lo que el mocoso impertinente que tenía en frente dijera, volví a dirigir mi mirada hacia el interior del patio, tras un bufido.

-¡No es una muñeca común, pequeño! Tómala y háblale. Se llama Meru-chan. Pídele que haga algo; ¡lo que tú quieras!-

El niño dudó un par de segundos, pero ya fuera por su infantil ingenuidad (que no creo que haya sido eso), o porque no perdía nada, dejó la brocha a un lado y se caminó hasta donde estaba Meru. Se agachó y la recogió del suelo, mirándola atentamente antes de hablarle. Esperanzado, yo observaba anhelante: era altamente probable que de aquella interacción con la muñeca dependiera nuestra entrada a la casa.

-Muy bien, Meru-chan. ¡Quiero que me des un millón de yenes!-

Por poco me voy al suelo tras semejante pedido. Y conmigo, Ruki mismo y hasta la pared entera.

-¡Ja! ¡Enano ambicioso! ¡Eres tan horrible como tu padre!- Le contestó Meru, soltándose de su agarre para ponerse de pie sobre el suelo. El mocoso, que no se esperaba aquello, se asustó bastante. –¡Vamos, sé más creativo! ¡Que no creo que eso sea lo que en realidad pueda hacerte feliz!

-¡Waaaaaa!... ¡Ah, ah! ¡No estabas m-mintiendo, oniisan!- Dijo el menor, quien había caído de nalgas al piso luego del susto. Empero, tras el breve momento de desconcierto, pareció comenzar a reponerse, pues miraba a la muñeca de manera inquisidora; sobre todo, tras las últimas palabras que esta le dirigiera. Era obvio: empezaban a entenderse.

-…¡Tienes razón! ¡Quiero que me ayudes a hacerle travesuras a Naoki-ojisan!- Al escuchar al nene decir aquello, no pude evitar una media sonrisa que, afortunadamente, Ruki no pudo ver. Pero también experimenté un pequeño pesar muy dentro de mí. -¡Así que para eso vendrás conmigo!-

Dicho lo último, el infante se abalanzó sobre Meru para atraparla, y aunque aquello no habría sido suficiente para capturar a la muñeca embrujada si ella no lo hubiera consentido, logró mantenerla quieta. Acto seguido, se volteó con intención de encaminarse al interior de la casa.

Desesperado, descuidé el tono de mis voces.

-¡Takayuki, no! ¡Espera! ¡No te vayas! ¡No te olvides de lo que te pedí!- Estaba a punto de caerme ya fuera hacia adelante o hacia atrás, a causa del desbalance que me producía el movimiento y la manera en que luchaba por mantenerme siempre sobre la cima de la pared. –¡Ruki, ahhh! ¡Acércate! ¡Ayúdame!- Le dije a mi hermano, y sin esperar a que se acomodara demasiado, apoyé los pies en sus hombros, sacándole con ello un quejido. –¡No protestes! ¡Que este condenado mocoso está a punto de abandonarnos, y además se está llevando a Meru-chan consigo! ¡AGH, TAKAYUKI, TE ESTOY HABLANDO! ¡Vuelve aquí de inmediato!-

El pelirrojo intentó advertírmelo, pero no fueron necesarias las palabras. Desde el interior de la casa se escuchó una voz profunda y amenazante, y el sonido de las municiones al cargarse.

-¿¡Quién anda ahí!?-

-¡Ay, no! ¡Es papá! ¡Tenemos que escondernos! ¡Tenemos que ponernos a salvo!-

Ruki, al moverse bruscamente de donde estaba, dio conmigo en el suelo; pero no habiendo tiempo para absolutamente ninguna discusión, solo atinó a devolverse para tomarme de la mano, tirar de mí y huir. Ambos estábamos blancos como un papel y con el corazón en la garganta, y es que no era para menos: segundos después de nuestro atropellado escape, papá, escopeta en mano, disparaba a lo loco por los alrededores de la casa, pues ya le había pedido a todos en la familia que se quedaran dentro (eso lo sabíamos porque lo habíamos vivido más de una vez, por supuesto). Y si de todas maneras Morrie-san,  Baki o Nao-ojisan habían salido a comprar algo, le daba absolutamente igual no poder advertirlos.

-¡Ahh, ahh! ¡Dios mío!- Jadeaba el mayor, aferrándose a una pared una vez que, luego de correr varias cuadras, nos pusimos fuera de peligro. -¿¡Te das cuenta de que papá… está chiflado!? ¡Casi nos mata, y no solamente del susto!-

-¡Sí, bobo! Ahhhhh… ¡Eso ya lo sabemos!...- Repuse, dejándome caer de espaldas contra la pared yo también, mientras intentaba normalizar mi respiración. –¡Siempre lo hemos sabido! Aunque lo peor es… ¡que crecimos viéndolo con total normalidad!-

-¡No, yo no!- Interrumpió él. –¡Yo siempre me asustaba mucho, y apoyaba a Tatsu-nii cuando lo regañaba por hacer esas cosas!- El mayor aprovechó uno de esos cubreantebrazos que llevaba como parte de su atuendo, para secarse el sudor de la frente. -Es más… ¡Si mis cálculos no fallan, en este momento debe de estar reprendiéndolo por semejante alboroto!-

-Y mamá debe de estar reclamándole por no haberla llamado para darle su merecido a los ladrones ella misma, mientras que Taiji-ojisan y Tada-nii se esfuerzan en hacerla entender que no se trata de un juego. Y Morrie-san, sin duda, cavila cómo llevarse a Tadashi de nuestra casa, porque “ese sitio es un manicomio”…-

Ruki y yo nos miramos, haciendo una pausa conjunta que de ninguna manera pudo ser premeditada, pues instantes después continuamos hablando.

-…al tiempo que Baki-san busca la manera de hurtar los pastelillos que Taiji nos preparó a ti y a mí para la merienda.- Dijimos los dos al unísono, sonriéndonos a partir de la mitad del parlamento. El gesto se ensanchó todavía más cuando comprobamos que habíamos pensado en exactamente las mismas palabras.

-Esto es increíble. Nos estamos riendo a tan solo minutos de haber podido ser dejados como colador por el demente de don Tommy y su escopeta. ¡Qué ironía!- Comenté, siendo apoyado por mi hermano mayor de inmediato. No obstante, poco después él me miró con renovada preocupación.

-Yuki-chan… ¿Qué vamos a hacer? La verdad es que ya me da miedo que intentemos volver a acercarnos a la casa…-

-¡Y ese crío infeliz se quedó con Meru, y me dejó hablando solo!- Takanori me miró con su expresión de “te lo dije”, y yo no pude más que darle la razón con mi silencio. Era verdad. Ya me lo había advertido.

-Ah, y también eso. Sí.- Dijo el pelirrojo, de la nada. Ante lo cual, por supuesto, yo me extrañé. -Que si me vas a preguntar si de verdad eras así de atorrante cuando niño… ¡La respuesta es “sí”! ¡Ya tú mismo lo comprobaste!- Exclamó el mayor, con un dejo triunfal en la voz. –¡Y espera no más para que veas las que me hacías a mí! Oh, bueno… Si es que conseguimos hablar por fin con alguien de la familia…-

Nuevamente, volvimos a preocuparnos ambos, y a causa de ello enmudecimos.

-Creo que vamos a tener que acercarnos otra vez, pero sin hacer ruido, y quedarnos ahí hasta que alguien salga y podamos hablarle.- Repuse, finalmente. –A mí tampoco me agrada demasiado la idea- proseguí, tras mirar la expresión en la cara de Nori a causa de la propuesta –porque deseaba que el primer contacto se diera con mamá. Por su forma de ser, ella no habría tenido problema en creer nuestra historia, aunque al resto le pareciera un disparate (como asumo que es lo normal y esperable), y nos daría más crédito al inicio, permitiéndonos demostrarle que no la estamos engañando. Pero… en este momento no se me ocurre otra cosa… Perdóname.-

Al tiempo que disminuía el tono de voz de forma paulatina, agaché la mirada, rompiendo el contacto visual que sostenía con el pelirrojo. Él, por su parte, colocó su mano en mi hombro, deslizándola después hasta tomar las mías entre las suyas. Debido a ese gesto, volví a alzar la vista.

-No te preocupes; está bien así. No es tu culpa. Nos quedaremos cerca de la puerta, sentados contra la pared del antejardín sin hacer ruido. Tal vez topemos con suerte, y Tatsu-nii o Taiji-ojisan, si es que ha venido hoy a casa, abran la puerta para sacar las bolsas de basura al cesto.-

Una vez que el mayor calló y en sus labios apareció una cálida sonrisa, asentí con la cabeza, disponiéndome a volver junto a él hacia la parte frontal de nuestro hogar. Por precaución, hicimos el acercamiento cuidando que, en la medida de lo posible, nadie se diera cuenta de nuestra presencia.

 


[1] Galletas de elaboración casera que se cuentan dentro de las escasas recetas originales de Ken-chan, las cuales inventó el día en que Takayuki le facilitó aquella misteriosa bolsita con yerba que se encontrara a la orilla del camino. En este rol, además, dichas galletas tienen la facultad de brindarle cualidades opuestas a su forma de ser a quien las ingiera. Por ende, el pequeño baterista se vuelve tan inteligente que hasta resulta científico.

[2] Los chinpira son yakuza de bajo nivel, es decir, matones callejeros que dan sus primeros pasos dentro la jerarquía de esta mafia.

[3] En fics anteriores toqué los temas tanto de los yakuza, como de los yankii y los bosozoku, por lo que ahora solamente me permitiré recordar que se trata de mafiosos, rebeldes callejeros y rebeldes motorizados, respectivamente. No obstante, en este relato se utilizan estos términos con un grado de sinonimia, pues resultaba cierto que con los miembros de estas tribus muchas veces se daba un continuum.

[4] Atuendo de Tetsu en xxDolei.

[5] Atuendo de Ruki en Reila.

[6] Tal y como se puede apreciar, esta máquina del tiempo es distinta a la de Mirai Trunks porque no es un vehículo en el que ambos hermanos viajan, sino un aparato que los hará aparecer en otro tiempo y lugar. Por su parte, el reloj-control que porta Yuki cumple la misma función, una vez en la dimensión ajena.

[7] Literalmente, “el tío Tatsu”. Los Takas llaman a sus tíos ya sea con los honoríficos comunes, o los apelativos de “tío” y “hermano mayor”.

[8] Recordemos que, en el universo de este rol, Tooru “Kyo” Nishimura es un perro. Y sí: no por ello su carrera artística se ve imposibilitada.

[9] Tokyo Meru (o Mel) es una idol producida por Kenzi. En el rol, es una muñeca embrujada que Ken-chan encuentra en una tienda, se lleva porque le gusta, y posteriormente se la regala a su hijo menor. Takayuki y su prima Kuroneko la convencen/extorsionan para que les ayude a hacer travesuras, y sólo los niños saben la verdad sobre sus poderes.

[10] Literalmente, “hermanito mayor”. Los japoneses llaman a los desconocidos con apelativos familiares de acuerdo con el parentesco que podrían tener con ellos; así, los muchachos mayores son hermanos (mayores); las señoras, tías; y los ancianos, abuelos, por ejemplo. Aquí hay que tomar en cuenta también que la elección del Yuki niño es más familiar de la cuenta (oniichan, en vez de oniisan), lo que entraña una cierta ironía.

 

Notas finales:

Ojalá y estas dos escenas hayan sido de su agrado. Muchísimas gracias por leer. 

En total, serán nueve actualizaciones.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).