Aomine bajó sus cosas de la cajuela del taxi, cerró la puerta y le pagó al conductor antes de girar y suspirar al mirar su casa. Habían sido una largas semanas desde que estuvo ahí, ser basquetbolista profesional a sus 24 años lo hacia tomar largos viajes y estar ausente de su hogar y lejos de su familia.
Se colgó su bolso y con la otra mano tomó su maleta, luego se encaminó a su casa atravesando el jardín. Buscó sus llaves en sus bolsillos pero no las encontró. Chasqueó la lengua y buscó en su bolso, tampoco.
-Demonios
Las había perdido otra vez. Gruñó molesto pero cuando iba a tocar el timbre, la puerta se abrió primero y sintió algo aferrarse a sus piernas.
-¡Papá!
Aomine sonrió como rara vez se le veía y cuando el pequeño niño se aparto, se inclinó soltando sus cosas para quedar a su altura y acariciar su cabello azul, como el suyo.
-Hola campeón, ¿cómo te has portado?
Ikki, su hijo de 5 años, sonrió de oreja a oreja y sus ojos azul plateado, como los de su madre, brillaron con emoción.
-¡Muy bien! Tetsu-chan me a dado una estrellita por mi buena cond… ¡Oh! ¡Ven! ¡Te voy a mostrar mi dibujo que hice hoy!
Aomine amplió su sonrisa y se dejó arrastrar por Ikki a la sala dejando olvidadas sus cosas en la entrada. Ikki le extendió una hoja.
-¡Te dibuje jugando basket! ¿Te gusta? Tetsu-chan me ayudo
Daiki sintió su corazón estremecerse al ver el dibujo que su hijo le hizo y lo que decía. “Te extraño papá, regresa pronto”. Se agacho y cargo al niño estrechándolo contra su cuerpo. Como odiaba alejarse de su pequeño.
-Es hermoso Ikki, ¿me lo puedo quedar?
Ikki asintió y le beso una mejilla.
-Oi Ikki, ¿y en donde esta…?
-Satsuki-chan esta en la cocina
Aomine asintió y se sentó en un sillón con el niño en las piernas. Ikki le conto de todo, con lujo de detalle, lo que había hecho esas semanas que el estuvo ausente, aunque todos los días se llamaban por teléfono y hacían videollamadas, y después comieron de lo que Satsuki hizo antes de irse a su trabajo, Satsuki ya sabia cocinar y comida comestible. Se volvieron a sentar en la sala para ver la televisión y volteo a mirar a Ikki cuando este le llamo.
-Papá, ¿me puedes contar tu historia con mamá? ¿de como nací? Es que…-bajo la cabeza-como mamá no esta y unos amigos me contaron los de sus papás, yo no se la de ustedes…
Aomine enarco una ceja y suspiro. Apago la televisión y se acomodo mejor en el sofá.
-Supongo que esta bien, ya estas grande y puedes entender
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Aomine jamás se hubiera imaginado que en esa fiesta su vida cambiaria para siempre.
Estaba empezando su tercer año de preparatoria y terminando iría a la universidad donde seguiría jugando basket pero profesionalmente. Quería llegar muy lejos y sabia, como todos los demás, que lo lograría. Después de todo era el As de la Kiseki no sedai, de la Academia Too. Dueño de la frase “El único que puede vencerme, soy yo mismo”.
Satsuki lo había arrastrado a la fiesta y no tenia ni idea de quien era. Estaba en una de sus tantas típicas discusiones con Bakagami cuando lo escucho. A Takao. El chico que siempre estaba como pulga siguiendo a todos lados a Midorima. Takao estaba buscando personas para jugar a la botella y cuando miro que una chica guapa de copa D se unía, el también lo hizo. Había un grupito de 12 personas, mitad y mitad y solo conocía a Takao aunque muy rara vez se dirigían la palabra. Se sentó enfrente de la chica de copa D deseando que le tocara con ella. Pasaron las rondas pero nada y cuando le toco, se llevo una grata sorpresa.
Se tenía que besar con Takao. El pelinegro lo miro con picardía como retándolo con la mirada a que no se atrevía y el nunca se rajaba y echaba hacia atrás. El era Aomine Daiki. Lo tomo con fuerza de la nuca jalándolo al centro del círculo y lo beso de forma apasionada y demandante. Se sorprendió cuando Takao le beso de igual forma, nadie antes había logrado llevarle el ritmo y eso le gusto. El beso se volvió mas intenso y cuando se separaron con la respiración jadeante, sintió un calor caliente apoderarse del ante la expresión del otro.
Mejillas ruborizadas, un pequeño hilito de saliva recorriendo por la barbilla y ojos brillosos por la excitación. El juego continuo y en otro ronda le toco con la chica copa D pero no sintió lo mismo que con Takao. Cuando acabo cada uno se fue por su lado. Aomine por su parte no pudo sacarse de la mente ese beso y la expresión candente de Takao y su imaginación hizo de las suyas, creando escenas donde se lo follaba, duro, rápido y profundo, por lo que salió afuera para enfriar la cabeza pero no lo logro.
Takao estaba ahí. El pelinegro estaba recargado en una pared con la vista en el cielo nocturno. Ninguno dijo nada, duraron unos minutos así hasta que hicieron contacto visual y simplemente volvieron a besarse. Aomine lo acorralo contra la pared estrujando con sus manos ese firme trasero mientras Takao con su piernas enrolladas en su cintura, se restregaba contra el. Al escuchar el suave gemido que soltó el pelinegro, sintió que un bulto comenzaba a formarse y jalo del cabello del chico para verlo a los ojos.
-¿Seguimos en mi casa?-pregunto con la voz mas grave de lo usual
Takao solo le sonrió como respuesta. Se fueron casi corriendo a la casa del mayor sin despedirse de nadie y Takao solo le mando un mensaje a Midorima avisándolo que ya se iba. Al llegar no tardaron mucho en continuar en donde se habían quedado.
Aomine se lo devoró y no solo una vez sino toda la noche. Todo en Takao era erótico. Sus gemidos agudos, su lengua jugando con su miembro, sus manos tocando por todo su cuerpo, la forma en que se estremecía con cada embestida, sus besos, sus ojos llenos de lagrimas a causa del placer, su voz entrecortada rogando por más (más fuerte, más rápido, más profundo), sus uñas rasgando su espalda, sus dientes mordiendo toda piel a su alcance, esa sonrisa incitándolo a continuar una vez más. Erótico y provocativo. No iba a tener suficiente de el en una sola noche.
Así todo comenzó. Siguieron viéndose casi siempre en la casa del mayor, ya que sus padres casi nunca estaban y Momoi estaba muy ocupada con la escuela, y desataban sus deseos carnales. Esa era “su relación”, solo conocidos que se reunían para tener sexo, uno muy bueno y con protección, Takao era un doncel.
Y ese día llego. Ya llevaban casi dos meses y en los últimos días miraba a Takao mal, como si estuviera enfermo aunque el pelinegro insistía en que estaba bien. Aomine no le tomo importancia mientras siguieran con lo suyo.
Esa tarde estaba saliendo de los entrenamientos cuando miro a Midorima junto a su novio Akashi en las puertas de la Academia. Verlos ahí la verdad le sorprendió por lo que no tardo mucho en acercarse. Tan solo dijo sus nombres como saludo cuando sintió el puño de Midorima que lo derribo.
-Espero que te hagas responsable Aomine-espeto Midorima
Aomine no pudo reclamarle algo o regresar el golpe porque Midorima ya estaba dentro de la limosina de Akashi. El moreno miro al pelirrojo en busca de respuestas por el golpe y las palabras. ¿Hacerse responsable de que?
Akashi lo miro con su siempre expresión seria y ojos filosos.
-Cuida muy bien de tus palabras Daiki y no lo lastimes
Y se fue sin más dejándolo todavía mas confundido que antes. ¿A que se referían con todo eso? ¿Por qué no podían ser claros y no hablar en clave?
Minutos después recibió un mensaje de Takao donde le pedía reunirse porque tenia que decirle algo en el mismo lugar de siempre y en menos de quince minutos llego a su casa y miro a Takao esperándolo afuera sentado. El pelinegro parecía nervioso pero sobre todo asustado. Entraron y se sentó enfrente de el mirándolo fijamente para que hablara. Takao en ningún momento había levantado la mirada para verlo y cuando lo hizo, Aomine se sorprendió un poco al ver sus ojos llenos de lágrimas.
-Yo…y-yo-respiro hondo-Estoy embarazado Mine-chan
Ninguno dijo, Aomine solo pudo verlo en shock a causa de la sorpresa. ¿Había escuchado bien? ¿Takao estaba embarazado? Takao aparto la mirada y las lágrimas recorrieron sus mejillas, su cuerpo temblaba.
-Yo lo siento Mine-chan, se que esto es… ¡Ah! Lo siento, venia preparado para esto con un discurso pero olvide todo así que estoy diciendo lo que viene a mi cabeza.-rio secamente-Estoy asustado pero a pesar de todo yo tendré al bebe, esa es mi decisión y como esto fue un error, posiblemente un accidente por uno de los condones rotos, no te pido nada, no te exigiré que te hagas responsable y entenderé si no quieres ser parte de esto porque no tengo el derecho de hacerlo, después de todo ni siquiera amigos somos, no somos nada y porque a pesar de todo, yo me enamore de ti. Tal vez no me creas pero me has gustado desde que Midorima nos presento y cuando en esa fiesta se presento la oportunidad, no la desperdicie. Eres el único con quien he estado para que no dudes, era virgen y contigo la perdí. Solo te pido una cosa, si en el futuro el o ella quiere conocerte, no le niegues su deseo porque a pesar de todo, también es tuyo y serás su padre
Takao guardo silencio, no se escucho nada durante unos minutos, solo sus respiraciones hasta que el pelinegro se levanto limpiándose las lagrimas. Volvió evitar tener contacto visual con el. Aomine se mantenía inmóvil.
-Solo quería que lo supieras. Tengo el apoyo de mi padre y mis amigos, el o la bebe tendrá todo lo que necesite, así que no te preocupes
Aomine sintió una punzada en el pecho ante el sarcasmo de la última frase.
-Adiós Mine-chan
Takao se acerco y le dio un superficial beso en los labios antes de darse media vuelta y salir de su casa sin voltear atrás. Aomine cerro los ojos sintiendo las palabras hacer efecto y se quedo ahí sin dejar de pensar en eso. Takao embarazado. De él. Un bebe. Suyo. De ambos.
Se llevo las manos al rostro y resoplo frustrado. Ahora entendía lo de Midorima y Akashi, a esto se referían. Pero a pesar de todo no podía creerlo de todo, el embarazo y la confesión de Takao. ¿El a estado enamorado de el desde hace dos años?
Esa noche no pudo dormir. Su cabeza no lo dejaba en paz. La mañana lo encontró despierto y quemándose la cabeza, jamás había pensado tanto en su vida como ese momento y ante su confusión, hizo lo que nunca se había imaginado. Pedir consejo a Bakagami. El y Kuroko tenían un bebe de unos meses. Se reunieron en el Maji Burger y le conto todo, desde como iniciaron sus encuentros y lo de ayer. Kagami solo escucho en silencio y luego suspiro.
-Realmente eres un idiota Aomine
Aomine arrugo el rostro pero no replico nada porque tenía razón.
-Ponte en el lugar de Takao y ponte los pantalones y actúa como un hombre Ahomine, para que ese bebe existiera se necesitaron de dos personas y no puedes dejarlo solo, Takao te necesita a su lado aunque no lo diga, no puedes dejarlo, tal vez no como pareja pero si como el padre de ese bebe, el no tiene la culpa de nada. Se que estas asustado, yo también pase por eso pero-respiro hondo y sonrió-al final vale la pena cuando lo tengas en tus brazos
Guardo silencio y siguió comiendo lo que ordeno, cuando termino se levanto y puso una mano en el hombro de Aomine quien tenia la vista perdida.
-Una cosa mas, puede que a veces sea un poco ingenuo y no mire las cosas pero piensa un poco en la relación que tenías con Takao, creo que existía algo más y que Takao no es el único con sentimientos de por medio
Y se fue dejándolo todavía mas confundido. Daiki sentía que su cabeza iba a explotar y se fue a las canchas más cercanas para jugar y así poder aclarar su mente saturada pero no lo logro. No podía dejar de pensar en Takao, en todo el tiempo que estuvieron juntos y entonces entendió lo último que le dijo Kagami. Se congelo y soltó la pelota.
-Me gusta Takao
Si, así era. Desde esa fiesta había sido con la única persona con lo que había intimidado cuando antes se acostaba con cualquier doncel o chica que le abriera las piernas. Le gustaba más que el sexo, despertar al lado del chico, dormir sintiendo entre sus brazos al pequeño pelinegro, la cabeza de este recargada en su pecho, sus manos acariciando su corto pelo azul oscuro, sus sonrisas y sus risas. Conocía cosas del chico, sus gustos, lo que no le gustaba, sus gestos, sus sueños y aspiraciones. Sabia que sus padres se divorciaron cuando tenía 5 años, que su madre se volvió a casar y tenía una hermana menor de 6 años, que su padrastro no le caía del todo bien y que tenia una relación muy estrecha con su padre. Que tenía una obsesión por el chocolate y muchas cosas más.
No solo era sexo, Kagami tenía razón. Realmente ese chico le importaba, no, le gustaba e iban a tener un bebe. Aomine iba hacer padre y por ese sentimiento que lo embargo, tomo una decisión. Saco su celular y marco un número que nunca antes había usado.
-Akashi, necesito un favor
En menos de media hora se encontraba enfrente de la puerta de la casa del sr. Takao, el padre del pelinegro, y toco con algo de nerviosismo. Escucho el grito de Takao diciendo que ya iba y la puerta se abrió. El rostro sonriente de Takao cambio por uno de sorpresa e ironía.
-¿Mine-chan?
Aomine respiro hondo intentando parecer como siempre para ocultar sus nervios.
-Yo, Takao
Takao enarco una ceja pero se hizo aun lado para dejarlo pasar sin embargo Aomine no se movió. Tenía que hacerlo o ya no podría.
-Quiero ser parte de esto, de nuestro bebe
“Nuestro bebe”, se sentía bien decirlo. Takao puso los ojos en blanco por el shock y sus ojos azul plateado se llenaron de lágrimas por lo que Aomine aparto la mirada incomodo.
-Por que me gustas y quiero intentarlo…