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I love you, Hiro-san. por Otogi Rinkaku Nishimura

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Notas del fanfic:

Esta ha de ser una pareja que me ha de gustar bastante, y me gustaría explorar esta y dar a verla desde mi punto de vista, so...Espero lo disfruten~

Los ensayos realmente eran algo bastante tedioso, mas los hacía con su animo de siempre, sonriendo de oreja a oreja a cada momento, haciendo bromas entre sus compañeros de banda; según todos, él era el alma de la fiesta, que siempre daba ánimos en todo momento, al que los fans coreaban su nombre cuando hacía una idiotez, claro que era el alma de la fiesta...Pero lo que nadie sabia, es que esa alma de la fiesta lloraba al llegar a su casa.

 

Cada día luego de terminar su trabajo como guitarrista, no hacía nada mas que llegar a su casa y encerrarse en su habitación, llorando de manera desconsolada, todos pensaban que al sonreír demostraba su felicidad, mas la verdad, era que con sus sonrisas intentaba ocultar toda la molestia y tristeza que llevaba sobre sus hombros.

 

Y aquel día no fue diferente, solo le basto con entrar a su departamento y deshacerse de todo lo que portaba para ir camino a su habitación, su siempre notoria sonrisa había desaparecido, mas una mueca de curiosidad le invadió al notar una luz que recordaba haber apagado, mas no pudo cuestionarse al sentir unos fuertes brazos rodear su cuerpo, el cual relajo al notar a quien pertenecían.

 

 

—Hiro-san...He dicho que me avise cuando venga a visitarme.

 

 

—Y yo te he dicho que prefiero consolarte de manera sorpresa, Satoshi.

 

 

Esas palabras terminaron por derrumbarle, volteándose para lograr abrazarse al fornido cuerpo del vocalista de Nokubura, dejando su rostro oculto en el pecho de este, en tanto pequeños sollozos llegaban a salir de sus labios, notando como los dedos de la persona que le abrazaba acariciaban con cierto cariño su cabello.

 

Sus manos se aferraban a aquellos amplios hombros, clavando sus uñas en esto, siempre preguntándose el porque el vocalista no se quejaba, mas solo llegaba a una conclusión que el mayor le confirmaba con sus palabras y actos, Hiro-san le amaba.

 

Muchos se preguntarían el como es que aquel hombre de aspecto fornido y atractivo había llegado a enamorarse de un guitarrista tan común como él, y bueno, hasta él mismo se lo preguntaba, cosa que no dudaba en preguntar centenares de veces a su acompañante, mas siempre recibía la misma respuesta.

 

 

—Amo tu sonrisa, y amo tus lágrimas, amo tus risas y amo tus gritos, amo todo de ti, Satoshi.

 

 

Esa respuesta siempre haría que su cuerpo temblara, besando a continuación aquellos labios que le aceptaban con gusto, ¿Quién pensaría que todo había iniciado por una casualidad? Aquella casualidad en que el vocalista entraría de sorpresa a su vivienda y le viera llorar, corriendo a su lado para fijarse que tenía, le había gritado, empujado, e incluso había llegado a arañar su rostro, el cual al día siguiente el vocalista se excuso diciendo de que había sido su felino; solo desde ese momento el vocalista había optado por visitarle de sorpresa, siempre calmándole en sus llantos, diciéndole palabras de aliento en tanto le abrazaba con fuerza como si no quisiera dejarle caer...Y lo amaba, amaba que esa persona hiciera todo por él, sin importarle nada, mas siempre tenía el temor de aceptar aquel amor que profesaba por el de oscura cabellera.

 

 

—Tengo miedo, Hiro-san...

 

—No te preocupes, yo te protegeré de todo.

 

 

Además de amarle, también le odiaba, porque solo él podía hacerle sentir tan fuerte y tan débil a la ves, esa debilidad que tenía solo con escuchar la voz del ajeno cerca de su oído, haciendo que su piel se erizara por completo, jadeando el nombre del contrarío cuando este besaba su cuello con devoción, tratando su cuerpo como si de una pieza de porcelana se tratara, evitando romperla cuando pasaba sus fuertes manos por su delgado cuerpo.

 

Quien los viera, dirían que solo eran buenos amigos, siendo completamente diferentes, él como un guitarrista algo alocado y él otro, un vocalista con aspecto bastante serio, eran como el agua y el aceite, blanco y negro, una combinación bastante rara, pero que a la vez ambos disfrutaban al máximo.

 

Sin duda, todo había ido cambiando desde que el mayor iba a su casa a consolarle, ayudándole con el peso que cargaba en sus hombros, siendo por la noche un gran sostén, mientras que en el día, mientras su amplia sonrisa se hacia presente, el mayor se prendía en hacer cosas meramente idiotas con él.

 

Solo con aquellos pequeños actos que el otro hacía, hacían que su mundo entero retumbaba, siendo una felicidad que ni con Lycaon había sentido, disfrutando la calidez del cuerpo que esa noche se encontraba acostado a su lado, y al fin estando seguro de todo lo que el mayor le provocaba.

 

 

—Hiro-san...

 

—¿Si, Satoshi?

 

—I love you, Hiro-san.

 

 

Notas finales:

¡Espero les haya agradado, y si es asi, espero dejen rw! ~


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