Observó el reloj frente a su escritorio, faltaban 5 minutos para las 4 de la tarde. Soltó un suspiro mientras acomodaba los reportes y la agenda de la tarde. Se levantó, camino al elevador y se detuvo al lado de la puerta.
A los escasos segundos, el sonido del elevador indicó que había llegado al piso.
El elevador se abrió mostrando a su ególatra jefe, Akashi Seijūrō, hijo del magnate Akashi Masaomi; próximo heredero de Akashi Corp. Con sólo verlo, mujeres y donceles caían rendidos a sus pies, era un hombre atractivo; no lo negaba. Sus facciones eran masculinas y su cuerpo lo mantenía muy bien trabajado, se podía catalogar como el hombre perfecto… Claro. Sólo tenía un problema. Su personalidad. Era arrogante, narcisista, ególatra, y lo peor, demandante. Todo lo que ordenaba se tenía que cumplir al pie de la letra.
Y eso era lo que odiaba de su jefe inmediato.
A veces se cuestionaba porque aceptó ese trabajo... Pero al recordar el porqué, no se arrepentía.
—Tiene una junta en 15 minutos con el departamento de ventas— informó —. Al terminar otra con mercadotecnia. A las 5 lo esperan en Finanzas para el reporte mensual. A las 6 está libre, y a las 7 tiene que ir a la oficina de Akashi-sama— dijo , entregándole los reportes que necesitaría para las juntas.
—¿Algún mensaje?— preguntó, después de escuchar las reuniones a las que tenía que asistir y hojear los reportes.
—Sí, Akashi-san. Es uno de Akashi-sama— respondió, apenado, le tendió la agenda al pelirrojo.
Tomó la agenda y leyó el mensaje… Miró al castaño y vio sus mejillas sonrojadas —Léelo— ordenó, después de haberle regresado la agenda.
—Pero…— trató de decir.
—He dicho que lo leas, Furihata ¿O quieres que te despida?— ordenó sonriendo.
—Está bien... maldito —eso ultimo lo pensó; aclaro la garganta y se dispuso a leer —, "Seijūrō la próximas vez que vengas a mi oficina asegura de no oler a sexo o traer sucio los pantalones. Sí te follas alguna de tus amigas, asegúrate de que no sea en la oficina ,y que sea después de que vengas a verme" — término de leer con sus mejillas y orejas rojas. Odiaba leer ese tipo de mensajes.
— Ya puede retirarse — dijo, satisfecho por la reacción del castaño. Aunque lo odiaba, le gustaba verlo con sus mejillas sonrojadas por la vergüenza.
Se disponía salir, cuando escuchó otra vez a su jefe.
—Furihata. Quiero, para las ocho, el reporte de estrategias— dijo leyendo uno de los reportes.
—¿Algo más?— preguntó antes de salir.
—Sí. Recuérdame, ¿por qué no lo he despedido?— observó como el semblante del castaño cambiaba a una mueca.
—Porqué hago de manera excelente mi trabajo— respondió, algo irritado.
—En ese punto tiene razón. Es el mejor asistente que he tenido. Pero...— observó de arriba abajo al castaño — Sin duda es el doncel menos... Agraciado, por no decir...— dijo con el ceño fruncido.
—¿El más feo?— sonrió de manera arrogante —No se preocupe, Akashi-san. Mi apariencia no implica en la manera de trabajar. Pero debo decir que de los pocos jefes que he tenido usted es el más... ¿Arrogante? Por así decir lo... Ahora, si me disculpa, tengo un reporte que hacer— dijo, y se marchó de la oficina.
—Ughh ¿Por qué siempre me desafía?— golpeó, con su puño, la msa.
Odiaba a Furihata pero admitía que era excelente en su trabajo. Los demás asistentes ni 15 días le duraban, y Furihata Kōki llevaba un año en el puesto. Lo peor de todo, era que no era un doncel atractivo. Esa ropa holgada y esos horribles anteojos de fondo botellas, sólo mostraban el doncel poco agraciado que era. Pero también tenía un punto a su favor, su trasero era uno de los más firmes que haya visto, y tocado… Pero el día que lo tocó, el castaño le había hecho una llave espectacular( que no concordaba con su tamaño, ni con fuerza) y lo envió a casa con una contusión...
—5 minutos— escuchó a través del comunicador.
Tomó los informes y salió de la oficina. Miró que el castaño estaba sumergido entre las carpetas y la computadora —Regreso en un par de horas.
—¿Eh? Ahh Si— respondió sin mirar.
Seijūrō sonrió. Siempre que el castaño trabajaba, lo ignoraba de esa manera. Retomó su caminar y abordó el elevador. Sería una tarde aburrida con tantas juntas.
—Al fin— dijo quitándose los anteojos, dejando ver unos hermosos ojos color chocolate; se restregó los ojos y continuó con su trabajo.
Había comenzado a trabajar en Akashi Corp desde hace un año.
Cuando volvió a ver al pelirrojo, su ansiedad regreso. Aún recordaba cómo había intentado cortar a Kagami Taiga —Ojalá y lo hubiese matado— pensó.
Cuando tenía 16 se había enamorado, en secreto, de Kagami Taiga.
En tres años en Seirin, no le había dicho nada, creyendo que Kagami y Kuroko mantenía una relación. Su sorpresa fue al enterarse, en la universidad, que Kuroko Tetsuya y Aomine Daiki mantenía una relación desde hace tres años.
Él había estudiado, para sorpresa de todos, sistemas. Sus sempais eran Hanamiya Makoto e Imayoshi Shoichi quienes siempre lo apoyaron y ayudaron. Cuando estaba en 4to semestre, lo invitaron a trabajar en su empresa. Aceptó pensando en distraerse del amor que le tenía a Kagami, pero mayor fue su sorpresa al ver que Kagami, Kuroko, Aomine y Sakurai también habían sido invitados, juntó con Izuki Shin y Hayama Kōtaro. Y, no sólo eso, creía que la empresa estaría ubicada en una pequeña oficina y no, fue todo lo contrario. Era un edificio de gran tamaño, perfecto para todos. Puertas para afuera, la empresa se dedicaba a comercializar software. Por supuesto, aquello era una pantalla para el verdadero objetivo, el cual consistía en...
—Departamento de estrategias— respondió al teléfono, que había sonado distrayéndolo de sus pensamientos —No se encuentra...Entendido.... Adiós Mibuchi-san— colgó y reanudó su labor.
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Faltando 10 minutos para las ocho de la noche, la puerta se abrió mostrando a su cansado jefe.
—Llamó Mibuchi-san. Lo espera para 'cenar' en su departamento— dijo cansado.
—¿Otra vez?
—Bueno... Siendo su 'amigo' es normal que quiera 'cenar' con usted— dijo en un tono irónico, y herido. A pesar de que odiaba al pelirrojo, porque lo odiaba, estaba enamorado de él. Le dolía que se acostará con quien le abriera las piernas, y nunca le tomara en cuenta. Después de todo ¿Por qué lo tomaría en cuenta? Si era un doncel feo como el pelirrojo siempre le decía.
—Otra vez— pensó al notar la voz y la tristeza en el semblante. Mordió su labio —Llama y dígale que tuve una cena con mi padre. Ya se puede retirar. Nos vemos mañana— dijo, antes de tomar el informe y entrar a su oficina.
—Entendido— dijo alegrándose pero su rostro no lo reflejó. Llamo a Mibuchi, tomó sus cosas y luego se marchó.
Seijūrō observó a través de la cámara de seguridad como el castaño tomó sus cosas y abordó el elevador —¿Por qué me niego a encontrarme con ellos?
Llevaba 6 meses rechazando a sus amigos/amigas con derecho, sólo por no ver ese semblante triste en Furihata —Joder ¿Qué me está pasando?— se preguntó pasando sus manos por el cabello.