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Lycaon in Wonderland por Iratxe

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Notas del fanfic:

Bueno, aquí va otra de esas ideas mágicas de "solo quiero una excusa para tener a X personaje vestido de X cosa"

 

Satoshi for Mad Hatter.

 

Espero que os guste ^^

Notas del capitulo:

Y listo, este es el comienzo de la historia, en la que vamos a ubicar a todos los personajes con los personajes de Alicia...pero sin seguir la historia de Alicia en realidad...

 

algo un poco más...a mi estilo, supongo.

 

Esto es muy experimental así que no sé muy bien qué puede salir, pero espero que os guste!! :3

Desperté sin recordar dónde había caído dormido, encontrándome completamente solo de madrugada en mitad de un bosque cuyas ramas me resultaban extrañas y donde los animales ululaban como humanos más que como bestias. Caminé y caminé abriéndome paso entre las raíces, esquivando las zarzas que amenazaban con rasgar mi vestido azul. Los roedores caminaban a mi lado como si yo fuera uno más, y tras una última capa de árboles coral...el castillo apareció ante mis ojos. Sus muros de piedra se alzaban por encima de lo que podía ver, y el agua del foso, guarida de monstruos marinos en la que no quería adentrarme, parecía no tener fondo.

 

Llamé dos veces a la puerta principal en busca de cobijo para pasar la noche; pero no obtuve respuesta alguna. Bordeé la fortaleza; y un viento huracanado, acompañado de una presencia cuya velocidad no podía ser humana, pasó por mi lado y me hizo detenerme. Un hombre con el pelo color luna y traje de chaqueta intentaba abrir una pequeña puerta -cuya existencia jamás percibí- mientras observaba su reloj de bolsillo, nervioso.

 

—Va a ser la hora...va a ser la hora…—le escuchaba murmurar

 

Me acerqué a él, pero en cuanto consiguió entrar al castillo su figura se desvaneció en la oscuridad del interior. Solo la puerta abierta quedaba ante mí...y me aventuré a dejarme envolver también por la penumbra, mucho más llamativa que los aullidos de los lobos del bosque, cuya rutina de caza comenzaba ahora. No había nada que pudiera alumbrarme; caminé a ciegas con mis manos pegadas a las paredes del estrecho pasillo, intentando no tropezar con mis zapatos de charol. Los muros finalmente se abrieron y llegué a un cuarto iluminado solo por la tenue luz de las velas, en el que una imponente mesa repleta de manjares captó de inmediato mi atención; provocando ruidosos borborigmos que provenían de  mi estómago.

 

Aquellos dulces parecían decir “cómeme”, aquellas copas “bébeme”. Tomé una de aquellas enormes galletas que parecían insignificantes a comparación de la bandeja completa y me la llevé a la boca.

 

Nadie lo notaría, ¿verdad?

 

—Qué haces.—me di la vuelta, con la boca repleta de masa de galleta y vacía de palabras

 

Ante mí se encontraba un joven alto, diferente al chico del reloj, con rasgos gatunos y una camiseta corta que dejaba a la vista tanto su musculatura abdominal como la perforación de su ombligo. Su pelo largo y negro caía por sus hombros como si fuera tela muy fina…

 

—Yo...lo siento.—me excusé, y comenzó a reírse

 

—Está bien, puedes comer lo que quieras, este es mi castillo.—me tranquilizó

 

—¿En serio?—tragué antes de hablar

 

—Claro.—me tendió la mano—Soy Hiro.—se la estreché—Mucho gusto, Alicia.—un beso en mi mano

 

—Me llamo Yuuki.—me extrañó su gesto

 

—Disculpa.—su sonrisa se ensanchó, hasta un punto en el que pensé que su mandíbula no podía ser real—Come y bebe lo que gustes, me encargaré de ti esta noche.—me entregó una de las copa, me di la vuelta para coger otra galleta y había desaparecido

 

Supuse que habría ido a disponer una habitación para mí, así que me quedé comiendo, pero en cuanto la última gota se deslizó por mi garganta...todo se tornó negro. Desperté agarrado por los hombros, siendo arrastrado a través de un pasillo por un captor que desconocía.  

 

—¡Suélteme!—grité

 

—Te has colado en el castillo, ahora tendrás que vértelas con el rey.—me advirtió sin soltarme en ningún momento

 

—¡Ha sido un malentendido!—no me prestó atención; simplemente me llevó hasta una enorme puerta hacia la que me lanzó, y caí al suelo de rodillas

 

Frente a mí una larga sala se extendía como un campo de fútbol, y al fondo...el trono. Pero no era Hiro quien lo ocupaba, sino un muchacho con tono cordón rosado en el cabello y expresión aburrida.

 

—¡Este es el intruso majestad!—gritó el hombre que me había traído

 

—Acércalo.—pidió, y fui arrastrado frente al trono, donde mantuve mi posición arrodillado—O sea que...te has colado en mi castillo...y has atacado la mesa de tentempiés para el té.—

 

—Ha sido un error, ¡Hiro me dijo que estaba bien si comía!—

 

—¿Hiro?—fue entonces cuando vi a aquel ente gatuno materializarse junto a Hiyuu, mirándome burlón, apoyando su codo en el trono—Hiro es solo mi gato.—

 

Y de repente se convirtió en uno.

 

—...no…—

 

—¿Mm?—aquel supuesto rey acariciaba al gato que hasta hace unos segundos podía percibir perfectamente como persona—¿Tienes algo más que decir en tu defensa?—

 

—Lo siento…—hice amago de levantarme, pero el criado volvió a bajarme al suelo al instante—¡Ah!—

 

—¿Qué hacemos Hiyuu-sama? ¡Que le corten la cabeza!—

 

Miré directamente a los ojos de aquel hombre, pidiendo clemencia sin palabras...y levantó la mano.

 

—No Ichiro. Está bien.—

 

—Gra...gracias enseguida me voy…—

 

—No tan rápido.—movió sus dedos, indicándome que me acercara, y así lo hice, subiendo las tres escaleras que nos separaban—Mm…—su mano en mi mentón, y me agaché un poco, suponiendo que querría decirme algo en voz baja—No te vas a librar tan fácilmente...tienes suerte de ser de mi gusto…—

 

—¿Ah? ¿A qué se refiere?—

 

—Servirás en el castillo a partir de ahora.—

 

—Ah nononono eso no puede ser yo solo me había perdido…—me incorporé

 

—¿Prefieres la opción de la cabeza?—me miró de reojo, y me tuve que quedar callado—Bien. Puedes retirarte por ahora, pero no vayas muy lejos...—sonrió por primera vez—Tendrás que acudir a mi llamada.—

 

—...—me di media vuelta y bajé las escaleras, dando pasos largos hasta la puerta y sintiéndome perdido una vez la hube cruzado

 

—¿Problemas?—una voz que conocía detrás de mí, y aquella sonrisa inhumana cuando me di la vuelta—Hola.—

 

—¡Hiro! ¡¿Por qué me dijiste eso ayer?! ¡Casi me matan!—intenté golpearle pero se desvaneció

 

—Lo siento.—su voz en mi oído, estaba detrás de mí—Pensé que sería divertido ver qué ocurría cuando Hiyuu se enterara.—sus brazos a mi alrededor—Y todo está saliendo a pedir de boca…—su lengua ardiendo por mi cuello, y lo aparté—Nos vemos pronto, Alicia.—volvió a su forma gatuna y desapareció a través de una puerta que cuando intenté abrir me llevó directo a una pared de piedra como el resto de los muros

 

—...—cerré de un golpe

 

Salí del castillo atravesando la misma puerta por la que había entrado la noche anterior, pensando en volver por donde había venido pero…

 

No quedaba rastro de aquel bosque en el que había despertado, solo un enorme jardín y un laberinto de rosales que se extendía hasta donde alcanzaba mi vista. Dudando ya de mi juicio me dirigí hacia él, y no fue hasta que mis dedos empezaron a sangrar -maltratados por las espinas- que me di cuenta de que aquello que veían mis ojos era real. Me di la vuelta y me percaté de que el foso se trataba ahora de un estanque de agua clara, y que un pequeño camino de piedra lo bordeaba. Empecé a seguirlo, observando las rocas que lo conformaban, y cuando alcé mi vista del suelo el camino se había desviado, y otro peculiar personaje se encontraba ante mí… Un muchacho recostado sobre un diván -el cual estaba en un pedestal de cinco escaleras cuya función no comprendía muy bien- que llevaba un traje azul con una gran cantidad de tela que caía sobre la hierba, dejando ver sus caderas, su abdomen…

 

Una cachimba gigante reposaba a su lado, y él se aferraba a ella como si fuera un gusano, sin apartar la boquilla de sus labios. Sus ojos se posaron sobre mí, y no supe qué decirle:

 

—Esto...hola...disculpe…—dio una calada con su mirada aún fija en mí, dejó escapar el humo entre sus labios lentamente, y no pronunció una sola palabra—¿Está usted bien…?—pregunté

 

—El conejo blanco te trajo aquí...ten cuidado.—me advirtió, y no volvió a abrir la boca

 

Emprendí mi camino de vuelta hacia el jardín de rosales, confundido por lo que acababa de ocurrir, y en esta ocasión me aventuré a entrar en el laberinto, no aguantaba un segundo más en aquel lugar. Caminé y caminé intentando memorizar el recorrido que estaba realizando, pero las rosas crecían cada vez más altas y acabé perdido de nuevo. Ni un solo sonido perturbaba el silencio del laberinto; hasta que llegó aquella melódica risa. Una risa alegre y macabra al mismo tiempo...y la seguí.

 

Un pequeño claro apareció ante mí, un remanso de paz rodeado por las plantas, y en el centro una larga mesa repleta de dulces, tazas de tés de distintos tamaños y distintos aparatos mecánicos, en la que el único comensal gastaba un enorme sombrero de copa lleno de cintas y plumas que incluso tenía una tetera sobre el ala. Se reía mientras servía el té a sillas vacías y conversaba con muñecos de trapo.

 

—¡Oh, aquí estás! ¡Vamos ven a tomar el té!—me invitó, y antes de que pudiera negarme lo tenía detrás de mí, empujándome hacia donde él quería—Siéntate.—ya me estaba agachando cuando me apartó—¡No, esta está ocupada!—me tiró sobre la silla contigua, pero ambas estaban vacías—¡Toma!—puso una taza frente a mí—¿Azúcar?—asentí ante su ofrecimiento, y lanzó tres pequeños objetos dentro de mi té, que al principio no reconocí, pero al levantarlos con mi cucharilla pude ver que eran púas de guitarra—¡Bebe, adelante!—me animó, parecía no tener tono medio

 

Se sentó de nuevo en su lugar, vació el “azucarero” en su taza y empezó a beber, pero yo me abstuve de hacer lo mismo.

 

—¿Quién es usted?—pregunté

 

—¡Ah, no me he presentado!—se levantó y agitó mi mano unas cinco o seis veces—¡Soy Satoshi!—

 

—Yo...Yuuki.—

 

—¡Feliz no cumpleaños Yuuki-chan! ¡Felicitarle todos!—miró emocionado hacia las sillas vacías, que por suerte no respondieron, y tampoco aquellas ocupadas por muñecos—Yuuki-chan.—su tono se volvió serio de repente—No te he oído darles las gracias.—

 

—Gra...gracias…—le hice una reverencia al aire, y Satoshi volvió a su estado natural—Esto...Satoshi… ¿Tú sabes cómo salir de aquí…?—

 

—Sí.—una campanilla comenzó a sonar—Pero más te vale averiguarlo por ti mismo, Hiyuu te está llamando.—

 

—¿Ah? ¿La campana?—

 

—Sí.—me levantó y me empujó fuera del claro—Ha sido un placer haber tomado el té contigo.—se quitó el sombrero y me dedicó una última sonrisa de locura antes de que un muro de rosas y espinas se alzara entre nosotros.

 

Ya no podía regresar allí, no sabía cómo salir del laberinto para volver al castillo y tampoco conocía la ruta a casa. Las palabras de Hiyuu volvieron a mí en aquel momento:

 

—Bien. Puedes retirarte por ahora, pero no vayas muy lejos...—sonrió por primera vez—Tendrás que acudir a mi llamada.—

 

Quién sabe lo que podría hacer conmigo si no acudía. Intenté volver sobre mis pasos pero las ramas me resultaban extrañas y ninguno de los caminos parecía el adecuado.

 

—¿Perdido?—esa voz que ya se me había hecho habitual, ahí estaba Hiro

 

—¡Hiro! Ayúdame a salir de aquí vamos…—

 

—¿Quieres que te ayude?—se acercó a mí, dejando sus labios a milímetros de los míos—Ruégame.—

 

—No voy a hacer eso, solo dime por dónde se sale…—ladeé mi cabeza para no tener que mirarlo a él

 

—¿Y yo qué me llevo a cambio?—

 

—¡No tienes que llevarte nada!—

 

—Entonces me voy.—dio unos pasos atrás y comenzó a hundirse entre las rosas, pero me agarré de su mano antes de que desapareciera—¿Mm?—

 

—Llévame contigo…—me agarré a él, y sonrió

 

—Por supuesto.—me abrazó por la cintura y nos fundimos con los muros del laberinto

 

Lo siguiente que recuerdo es estar apoyado en el pecho de Hiro, y sus uñas rodando por mi espalda.

 

—Ya estamos, Alicia.—

 

—¿Dónde…?—miré a mi alrededor sin poder reconocer esa parte del jardín, e inconscientemente me agarré a la camiseta de Hiro al verme desorientado

 

—Mira a tu izquierda.—me susurró

 

Allí estaba Hiyuu, sentado en una silla más modesta que su trono, pero mirándome con el mismo deje de superioridad típico en la realeza. A su lado, alguien estaba sirviéndole el té con una calma envidiable.

 

...era el chico que había entrado al castillo la noche anterior, aquel al que había seguido.

 

—Te presento al conejo blanco.—me susurró Hiro, y la advertencia del hombre vestido de azul empezó a dar vueltas en mi mente

 

“Ten cuidado…”

Notas finales:

y hasta aquí, en el próximo capítulo todo el meollo de la situación -que aún no tengo bien planteado PEEEEEEERO BUENO-

 

Espero que os haya gustado no olvidéis dejar un rw si es el caso ^^

 

¡Nos vemos en la segunda y última parte!


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