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A broken love story por Sawako_chan

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Notas del fanfic:

¡Hola!

Aquí me tienen de nuevo después de un año más o menos de no publicar ningún escrito ni dar señales de vida. El 2015 fue un año de muchísimos cambios, pero no quería despedir este ciclo sin comenzar una nueva historia. 

Ya saben, será algo sencillo: nada de guerras, nada de villanos ni superpoderes. Simples humanos con defectos (muchos defectos) pero también muchas ganas de amar.

Este proyecto será pequeñito, espero algunos 10 capítulos porque realmente no he planeado una trama muy enredada, sólo tenía ganas de regresar x3

No puse ninguna otra pareja en el resumen porque serán secundarias, pero quiero que algunas sean sorpresas.

Me inspiré en muchas cosas que he estado leyendo y viendo por ahí. Leí unos fics buenísimos de los que luego les pasaré los títulos por si los quieren leer.

¡Los amo!

Notas del capitulo:

Ahora sí vamos con el primer capítulo de la historia. Espero que les guste este giro que le he dado a la forma en que hago la narración, es algo nuevo que quise probar. 

Disfruten la lectura y abríguense que hace frío :3

 

 

Capítulo I.

Eres un idiota.

Tony mira su botella de wisky balanceándose en su mano derecha y bebe directamente un trago más.

¿Qué clase de Stark eres?

Sus ojos se oscurecen y su garganta quema con cada sorbo.

Mereciste perder a tu familia.

Se gira bruscamente sobre sus pies y frente a él encuentra el espejo de cuerpo completo que cuelga perezoso sobre la pared más grande en su taller. Mira su cuerpo reflejado, y se estudia detenidamente: la barba descuidada, el cabello revuelto, las profundas ojeras. Su ropa sigue manchada del aceite de hace tres días y sus manos conservan aún la sangre reseca de los pequeños cortes que con frecuencia se hace mientras trabaja.

De repente es él. Entonces ya no. Hay alguien más reflejado ahí. Alguien que se está destruyendo por dentro, a quien no le importa morir en este momento. Es su cuerpo, sí, pero su mente parece estar en un trance de impotencia, de aborrecerse a él mismo. ¿Qué clase de monstruo es?  

Eres escoria.

Tira de sus cabellos como si con esa simple acción pudiera rescatar algo de su cordura. El hombre en el espejo le mira ésta vez inexpresivamente, con esos ojos de acero que tantas veces lo han traspasado. Los suyos. Tony constantemente se rechaza, se juzga… se odia.

María está muerta. Howard está muerto. Has decepcionado a todas y cada una de las personas que confiaban en ti.

Lleno de impotencia, arroja la botella con toda su fuerza y rompe el espejo. Entonces se avienta contra la pared donde había estado el espejo y comienza a golpear con sus puños, sin importarle que sus pies descalzos se corten con los vidrios, y que de sus manos salga la sangre que brota con cada golpe dado.

—¡Tony, por dios!—ni siquiera hace caso a la voz ajena. Sigue golpeando con todo su dolor y furia. Las lágrimas están atascadas detrás de sus ojos pero él no deja que salgan. Siente las manos delicadas de alguien tomarlo de los brazos y jalarlo hacia atrás para que no siga haciéndose daño. Se deja hacer como un niño pequeño. Sus ojos se desvían hacia la mujer que balbucea cosas frente a él mientras llora, con su impecable traje blanco ahora manchado con su sangre, con su inmundicia. Trata de decirle que está bien, que no es nada importante. Que a veces tiene estos episodios. Que hay días en que se odia más que otros. Pero ella no escucha. Marca un número en su celular con dedos temblorosos mientras se muerde el labio inferior tratando de hablar sin que su voz se escuche cortada.

Bendita Pepper y su autocontrol.

Un ligero zumbido resuena a través de él. Mira sus manos ensangrentadas y le sonríe tranquilizador antes de desmayarse sobre su propia miseria.

 

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Le duele la cabeza como el infierno. Como si hubiera tenido una noche loca de juerga y ahora tuviera una profunda resaca. Lo peor del caso es que no es ese el motivo.

Cuando se obliga a abrir los ojos—porque no puede fingir más tiempo que está dormido y lo mata la curiosidad de saber dónde carajos se encuentra—lo primero que alcanza a distinguir es un par de cuerpos hablando del otro lado de la habitación en voz baja. Suspira resignado y se prepara internamente para el sermón. Genial.

Ellos se dan cuenta que está despierto porque Tony carraspea para llamar su atención y enfrentarse de una maldita vez a lo que sea que vayan a decirle. Pepper casi corre a su encuentro y se abraza a él tan fuertemente que le saca el aire. Él pasa una mano, vendada en su totalidad y temblorosa, por su largo cabello rubio para tranquilizarla. La coleta alta que habitualmente usa, ha sido reemplazada por una trenza descuidada. Su ropa siempre elegante es ahora un par de jeans y una camiseta que Tony le ha visto contadas veces en la vida. Ella llora largo y tendido sobre su hombro y se niega a dejarlo ir incluso cuando Obadiah se acerca y le pone una mano en la espalda para que lo deje respirar.

Se limpia las lágrimas con un pañuelo y luego le lanza la mirada más desaprobatoria que Tony ha visto. Está a punto de hacer un comentario sobre su roja nariz y sus pecas marcadas por la falta de maquillaje, pero mejor guarda silencio y dignamente tiene que apartar la vista al sentir el peso de sus actos. Alguien más pasa una mano suavemente por sus mechones y es Obadiah quien le sonríe ligeramente mientras se inclina lo suficiente para darle un pequeño beso en la boca y sostener su mano derecha con un ligero apretón.

Tony espera un regaño por parte del hombre, alguna palabra, algo. No esto. Y le sorprende el hecho de que Obadiah esté aquí cuando debería estar en Dubái arreglando un importante contrato. Guarda silencio y une los cabos sueltos cuando la puerta de su dormitorio se abre revelando a una persona que ésta vez no esperaba: Bruce.

Viste ropa cómoda pero formal—demasiado para su gusto—y una libreta con un bolígrafo. Maldita sea, no por favor. Hoy no.

—¿Cómo estás, Tony?—le mira comprensivamente y el castaño se alegra un poco de que sus ojos no reflejen lástima o algún tipo de sentimentalismo que no necesita.

—¿No me ves, Doc? Estoy perfectamente —pero la sonrisa que dibujan sus labios no alcanza sus ojos. Pepper se aleja y saluda al recién llegado, sentándose ambos en un sillón cerca de la cama donde Tony reposa. Obadiah solamente asiente con la cabeza en modo de saludo pero no se mueve de su lugar. Tony se remueve lentamente hasta quedar con su espalda semi apoyada en el pecho del hombre.

—Voy a ser sincero, —comienza a decir Bruce, pasándose una mano nerviosamente por el cabello, gesto que hace cuando lo que va a comunicar es incómodo o serio— los resultados de los estudios no son buenos, en absoluto. Tu consumo excesivo del alcohol te está llevando a ser un potencial candidato para desarrollar cirrosis, Tony. Por si fuera poco, está afectando tu vida diaria provocándote ansias e insomnio cada vez más frecuente. Incluso, en algunos casos, se puede desarrollar la demencia. —la mirada del doctor recae en el castaño y éste evita sus ojos, como si la pared de su costado fuera más interesante que ayer. Bruce suspira y sigue hablando:— No te alimentas correctamente y tienes indicios de anemia que, por suerte, se pueden tratar. —

—¿Qué podemos hacer, Bruce?—la calmada voz de Pepper trae de regreso a Tony de sus pensamientos. Anemia, cirrosis, un paro cardiaco. Banner se quita sus gafas y se frota el puente de la nariz antes de colocárselas y mirarlos a todos antes de revisar su libreta, donde ha hecho algunas anotaciones.

—Como tu doctor personal, y por lo que he visto tanto en tus hábitos como en tu deterioro, lo recomendable es que te internen en una clínica de apoyo para alcohólicos. —el aire se le escapa de los pulmones a Tony al escuchar aquello, ¡y una mierda! No va a permitir eso. Antes de que pueda si quiera reclamar, Bruce vuelve a tomar el control de la charla— Por supuesto, te conozco. Así que he tomado algunas alternativas que puedes seguir para mejorar. —mira a Pepper y Obadiah alternativamente— Tony debe alejarse un poco del trabajo, el estrés de la vida que lleva en conjunto con la bebida lo están llevando a su límite. Mi recomendación es que se tome algún par de semanas libres, si es posible más tiempo, y que practique alguna actividad que lo mantenga ocupado.

—Puedo hacerme cargo de eso. —Pepper asiente, comprendiendo la situación— Buscaré un entrenador para que venga aquí y-

—No, no me estás entendiendo. —Bruce corta suavemente las palabras rápidas de la eficiente mujer que es amiga y asistente de Stark— Tony debe salir de esta casa cuanto antes. Debe convivir con otras personas, respirar otro aire, rodearse de otra gente y abrirse a nuevas experiencias. Estar aquí no funcionará.

—Sabes que la prensa no dejará que Tony practique ninguna actividad al aire libre sin que salga en primera plana en las revistas de chismes. —Obadiah abre la boca por primera vez, barajeando las posibilidades de que alguien pueda importunar a Tony. Así de vulnerable, éste podría agredir a los fotógrafos y ganarse una demanda. No gracias. A la empresa no le conviene en absoluto ahora que están a punto de firmar contratos de millones de dólares.

— De igual forma, estaría bien que te fueras a vivir solo. —Bruce comenta directamente a Tony, con el ceño un poco fruncido porque nunca le ha caído bien ese hombre y jamás lo hará, hay algo en él que no le agrada y Tony lo sabe pero no le importa porque a estas alturas de su vida no se podrá a considerar si estar con Obadiah es bueno o no. Claramente este comentario sutil recae en Obadiah, quien le lanza una mirada de acero al doctor que él fácilmente ignora.

—Brucie, en Nueva York ningún lugar es tranquilo.—Tony rebate con la voz un poco ronca. El pecho le arde un poco al toser porque ésta vez la intoxicación ha sido la más alta que ha tenido en años. Pepper le mira pensativamente y él sabe con certeza que ella ha encontrado una alternativa porque Pepper siempre encuentra la solución, porque su cerebro es como una máquina de ideas que a Tony le hubiera gustado crear, porque es Pepper y ella es como la madre/hermana que no tiene.

—Shield. —responde la rubia sin muchos preámbulos. Bruce alza una ceja porque el nombre le suena bastante extraño pero por alguna razón, conocido. Tony la mira alarmado y siente como su piel se eriza con el simple y mortal nombre— No me veas así, Tony. La casa de tu abuela a las afueras de ese pueblo es la mejor opción. —si hay una salida para no internar a Tony, que así sea. Ellos lo tomarán sin pensarlo— Es un lugar tranquilo y está a sólo veinte minutos del pueblo a pie. Además, hace muchos años que no visitas ese lugar y sería un buen reencuentro, ¿no lo crees? Apuesto a que esa casa necesita pintura nueva y algunos arreglos en los que puedes ocupar tu tiempo. —

—No pienso volver allí, Pepper. Ese lugar… no me gusta. —se excusa de forma barata como si fuera un crío de cinco años, porque si bien la rubia no conoce ese alejado pueblo, sí ha escuchado hablar del lugar cuando él solía acostarse en sus piernas y le contaba cómo es que el aire era más puro, las estrellas se veían hermosas en las noches y el ambiente era tranquilo y amable. Maldita sea Pepper y su excelente memoria. Han pasado años desde que él dejo de hablar de ese pueblo porque le trae a la memoria personas que… que no quiere—ni necesita—recordar en este momento.

—No vas a opinar en esto, Tony. No voy a dejar que una vez más te salgas con la tuya con esos pretextos. Además es perfecto; la prensa jamás va a encontrarte.—ella parece convencerse a sí misma de la idea, cruzando una mirada con Obadiah como advertencia para no ponerse de parte del millonario. El castaño se siente un poco ofendido al no ser tomado en cuenta para la elección pero no hay mucho que decir y esa es la triste verdad. No puede negarse a la propuesta si no quiere ver la mirada de decepción de Pepper. No podría soportarlo.

Es posible, de hecho, que en el pueblo ya no viva la misma gente de entonces.     

—Muy bien, entonces. —Bruce parece satisfecho por la propuesta de la rubia— De ser posible, me gustaría que Tony se movilizara en estos días para comenzar el tratamiento.—se acerca a su cama del lado libre y le coloca una mano en el hombro—Tony, voy a mandarte un correo con una dieta saludable y recomendaciones de actividades deportivas. Nada de trabajo; nada de la empresa y tu taller. Debes dormir y alimentarte sanamente, Tony. Mira cuán preocupada tienes a Pepper. —lo mira seriamente y Tony tiene un pequeño atisbo de memoria y se le viene a la mente Howard— Esta congestión alcohólica te ha traído severos daños y no debes permitir que vuelva a suceder, ¿entendiste? No quiero medicarte. —el castaño asiente ligeramente, tarareando una canción en su mente tratando de ignorar esa mirada de decepción porque las emociones fuertes no son buenas en estos tiempos—. Sabes que lejos de ser tu doctor de confianza, soy tu amigo y me preocupa lo que te pasa. —Tony aprieta la mandíbula y después sonríe como cuando quiere quitarse a los reporteros de encima.

—Sí, bueno. La hora de la misa se ha acabado y este monaguillo necesita dormir. —les dice con ese tono jocoso y cínico que todos odian tanto. Pepper rueda los ojos pero es la primera en abandonar la habitación. Bruce le dispara otra mirada pero ésta vez alza la comisura de los labios para hacerle ver que todavía cree en él, antes de abandonar el cuarto.

Obadiah suspira moviendo ligeramente la cabeza porque está claro que no está de acuerdo con Bruce pero Pepper se ha puesto de su lado y contra ella todavía no hay nada que él pueda hacer. Tony siempre la obedece. Se pone de pie, pero antes de irse se inclina y le da un beso en la boca a Tony. Uno largo pero casto y lleno de sentimientos. Cuando se separa, acaricia su barbilla en un gesto íntimo y le sonríe con cariño.

—Te amo.—

A Tony le duele el corazón.

 

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La noche para Tony transcurre tan solitaria como cualquier otra.

Obadiah se la pasa hablando por teléfono hasta altas horas de la madrugada, sobándose el cuello porque el estrés de la vida empresarial está acabando con su paciencia y Tony quiere invitarlo a ir con él a ese maldito pueblo del que no quiere saber nada. En serio que quiere hacerlo pero no abre la boca cuando Obadiah por fin se acuesta a su lado y le da un beso en la frente y se queda dormido casi de inmediato. No sabe porqué hay palabras que simplemente no ha podido decirle en todo ese tiempo que llevan juntos. No sabe porqué no ha sido capaz de ofrecer la posibilidad de llevarlo sin que Bruce ni Pepper se enteren. Se moja los labios y cierra los ojos porque cree que así podrá conciliar el sueño más pronto, pero una hora después se da por vencido y sabe que esta será otra noche de insomnio.

Sale de la recámara sin hacer ruido para no despertar al hombre que duerme pacíficamente y se lanza a la cocina por una taza de café.

—Jarvis, querido. Prepara café. —parece que le dice a la nada en la oscuridad de la fría mansión, pero una pequeña luz eléctrica parpadeante se enciende en la esquina del cuarto.

—Como usted ordene, señor. Pero si me permite, no creo que el café a las cuatro y media de la mañana sea la mejor opción para contrarrestar el insomnio. —aún con todo y el comentario de la voz robótica que parece venir de todas partes, la cafetera se enciende y el café humeante comienza a caer en una taza de cerámica.

Tony se recarga en la encimera de la cocina y se muerde el pulgar mientras barajea las oportunidades que la vida le ha dado, y también las que le ha quitado.

Se pregunta, por primera vez en muchos años, si casarse con Obadiah fue realmente la decisión correcta.

Se quita los pensamientos de la cabeza cuando bebe el café recién hecho y cierra los ojos. Se permite pensar que todo podría ser diferente si hubiera sido menos cobarde antes, si hubiera sido menos testarudo y se hubiera permitido abrir el corazón. Simplemente es algo que ya no está entre sus posibilidades porque el hubiera es un maldito aviso del destino burlándose acerca de lo que pudiste hacer y no hiciste por miedo.

Dos manos se deslizan por sus hombros y él podría saltar del susto si no supiera de quién son. Se mueven por los músculos de su cuello y le dan un ligero apretón. Un cuerpo grande se repega contra su espalda y puede sentir el corazón de Obadiah, retumbando como un tambor. Se obliga a sentir algo, pero lo único que siente es lástima por el hombre que le ha entregado todo a cambio de nada y que él por desgracia no puede amar.

—Vuelve a la cama, Tony. —le susurra mientras desliza una de sus manos debajo del elástico de su bóxer y acaricia su miembro con ansias—. No quiero que te vayas sin despedirnos adecuadamente. —le besa el hombro y lo gira. Tony puede ver en sus ojos el amor que le tiene y se siente mal por no profesar el mismo sentimiento, pero no puede contener el gemido que se le escapa cuando el mayor toma más firmemente su pene y le masajea la cabeza casi con gula. Sus manos recaen en los hombros de Obadiah y se aferra a él mientras éste le acaricia con las manos que le han tocado por años. Se entrega al placer que no es ajeno en su cuerpo.

Es conducido hasta la recámara nuevamente y cae entre las suaves sábanas sabiendo que lo que se avecina es una noche de sexo duro que no estaba esperando pero que no está mal. Porque Tony jamás se negará a una noche de placer porque es la única maldita cosa que le hace olvidarse del mundo por un rato. Cuando es girado con brusquedad y su mejilla choca contra la sábana blanca y la lengua de Obadiah se pasea por sus nalgas desnudas, comienza a mover las caderas para indicarle lo que quiere. El hombre se ríe bajito y mordisquea su oreja.

—Eres tan travieso. —y mete un dedo en su entrada sin avisar y Tony gime mezclando el dolor y el placer. No le gusta el sexo sin lubricante y así de rudo pero a Obadiah sí y parece que disfruta verlo sufrir y retorcerse de dolor mientras posee su cuerpo. Se prepara para la intrusión porque con el dolor físico puede disminuir el dolor mental y es algo que agradece. Otro dedo se introduce sin saliva y aunque no está tan duro y deseoso como otras veces se esfuerza por hacer parecer que le gusta lo que Obadiah le está haciendo a su cuerpo.  

Lo único que quiere es quedar agotado y poder dormir.

Sin embargo, Obadiah saca sus dedos y lo gira, dejándolos frente a frente. Entonces el hombre acaricia su mejilla y le besa lentamente, para sorpresa de Tony. Se deja caer a su lado y le pasa un brazo por la cintura atrayéndolo más cerca. Se dedica a acariciar su cuerpo sin prisas y Tony no quiere esto y quiere decir basta. Odia el romanticismo y el cariño que le profesa, odia que lo quiera tanto a pesar de todo, odia que Obadiah lo ame. Pero más odia que sólo lo demuestre cuando vea que Tony se está rompiendo. Porque si lo hubiera demostrado desde siempre, quizá él podría haberse enamorado y la historia sería distinta. Pero su corazón está frío y seco y lo único que siente es rabia.

—No quiero que te vayas, Tony. —se sincera y es quizá la primera vez que Tony puede distinguir la vulnerabilidad en esos ojos de acero—. Quisiera poder ir contigo pero Bruce tiene algo de razón en esto. Además el contrato con los inversionistas en Dubái requiere la presencia de alguno de los dos…— su mano acaricia su mentón y lo levanta ligeramente—. Quiero que te portes bien. —aquello suena como los tiempos pasados. Como cuando él era niño y hacía travesuras y era Obadiah quien siempre estaba ahí para ponerle un alto. Es justo como ahora.

Es como si estuviera desnudo en la misma cama durmiendo su padre. Y maldita sea si aquello no le da escalofríos de sólo pensarlo.

—¿Quién crees que soy? —bromea con una sonrisa sarcástica tirando de su rostro. Entonces decide que ya es suficiente— Estás enojado, ¿cierto? Por lo que hice, ya sabes. Lo noté. —y cuando el mayor intenta rebatir con esa mirada condescendiente que tanto hace, Tony no se lo permite y sigue hablando, ahora dolido:—Ya basta, Obi. No soy el niño pequeño que solías cargar. No soy el adolescente al que le intentabas dar consejos... no quiero ni necesito tu lástima ni la de nadie. Estoy harto de sus miradas, de sus reproches silenciosos. Estoy cansado de tratar de alcanzar un listón que ustedes han puesto muy alto. Deja de intentar consolarme como si fuera un estúpido huérfano que ha perdido todo… No creas que no sé porqué te has quedado esta noche. —su respiración se torna rápida mientras se levanta de la cama y busca sus calzoncillos que han quedado tirados por ahí. Se los pone mientras el silencio reina en la habitación.

—Lo hago por tu bien, Tony. Me preocupas. —y son esas palabras las que en verdad le calan profundo porque está cansado de escucharlas siempre, cada que alguien quiere ocultar la lástima que le tiene. Porque la cama ha estado vacía de su lado todas las noches que él puede recordar y ahora sale con la excusa barata de que le importa.

—Deja de pensar que soy un estúpido y que me estoy autodestruyendo. —le ruge en voz baja con un nudo pesado en la garganta. Tony lo sabe. Todas estas muestras de cariño son falsas, Obadiah pocas veces es así con él, y cuando lo es, es gracias a los episodios de alcoholismo que tiene. Pareciera como si pensara que si no se queda, él puede suicidarse.

—Entonces deja de actuar como un maldito mocoso sin sentido y sé el adulto del que tanto te jactas de ser frente a los medios. —le dice abierta y crudamente y Tony escucha un portazo en la habitación y es la señal de que ha llevado a Obadiah al límite. Probablemente duerma en la habitación de huéspedes. Posiblemente se largue a Dubái en ese mismo instante; y eso, la verdad, le importa un carajo.

Para su suerte, o para su desgracia, Jarvis le avisa que son las seis de la mañana y él se va a su taller a intentar trabajar porque está agotado emocionalmente y porque no tiene ni una pizca de sueño.

 

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—Mi querida señorita Potts, ¿podrías por favor dejarme trabajar? Aún tengo que hacer algunos arreglos y tu voz no me está ayudando a concentrarme. —murmura y sigue en lo suyo: soldando un par de piezas que se han puesto flojas en uno de sus misiles nuevos— Hey, Dummy-E, tráeme el café que dejé sobre mi escritorio. —le exige a un pequeño brazo de robot que se desliza torpemente por el laboratorio.

—Se supone que saldrías a las 7am y son las 11am, Tony. Happy tiene cuatro horas esperando en el coche. —y él asiente vagamente esperando que ella se harte y se largue de una vez, porque en serio—en serio—le dará una jaqueca terrible si sigue hablando.

Dummy-E se acerca por su lado derecho y al tratar de alzar la taza de café para ponerla sobre la mesa de trabajo de Tony, la vacía por error sobre unos planos que a simple vista se ven importantes.

—¡Ey! —le frunce el ceño molesto a la pequeña máquina tras el accidente. Suspira frustrado—. Si sigues haciendo eso te desarmaré y te donaré pieza por pieza, ¿entiendes?  —cuando el pequeño robot gira buscando un trapo para limpiar, la voz de Tony le detiene—. No se te ocurra tratar de arreglar este desastre. ¿ves la esquina de allá? Ese será tu lugar en lo que resta del día. —

Pepper se cruza de brazos porque es lo único que puede hacer. Y porque no puede evitar que un halo de cariño se desprenda de su interior cada que ve a Tony actuar como un padre con sus creaciones. Habrías sido un excelente padre, Tony. Piensa. Carraspea para borrar imágenes de su cabeza.

— Creí que ya te habías ido. —le dice sin siquiera voltear a verla. Pepper alza una ceja y aunque Tony no la ve, adivina el gesto, porque suelta sus herramientras y se quita la protección del rostro: — Muy bien, tú ganas. Iré a ese maldito pueblo, pero no hoy, quizá mañana. Sí, mañana será un buen día. Asunto resuelto. Apúntalo en la agenda y vete, tengo mucho trabajo. —a veces se siente un poco mal por ser grosero con ella, pero hay días donde no quiere ver a nadie. Y ella es terca y él también. Pero alguno de los dos tiene que ceder y sabe que Pepper es más dura que un cangrejo.

—Espero que estés listohoy mismo porque tus maletas están ya hechas y esperando en el coche. —le responde sin inmutarse por las palabras de su jefe/amigo. Tantos años de conocerlo la han hecho insensible a sus ataques de irritabilidad.

—¿Cuál es el chiste de tener un chofer si no puedo irme a la hora que yo quiera? —se pasa una mano por el rostro con gesto exasperado. Debió haberlo previsto. Ella siempre va un paso adelante.Ella siempre sabe lo que hará y dirá porque lo conoce mejor de lo que se conoce él mismo.

—Te esperaré quince minutos, y si no llegas le diré a Happy que se adelante. Entonces tendrás que comprar un boleto de autobús y viajar como la gente común.—y antes de que Tony abra la boca para soltar algún reproche alegando que odia a la gente, ella lo acorrala con su jugada maestra: —. Esta mañana hablé con Bruce y está de acuerdo en que debes irte. Supongo que no te gustaría ocasionarle un disgusto más al Doctor. —se da la media vuelta y le echa una ojeada al laboratorio de su jefe—. Nos vemos en unos minutos.

Y mientras los tacones de ella hacen eco alrededor del lugar, a Tony no le queda más que sudar la gota gorda tratando de meter a Dummy-E en una caja para llevarlo consigo, y programando a Jarvis para que pueda acceder a él en el pueblo.

 

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Muy bien, oficialmente odia el lugar.

Cuando se baja del lujoso cochelo único que hace es una mueca entre el asco y la hostilidad que le carcome estar aquí.

Happy baja las maletas y las deja en el descanso de la puerta principal mientras silba con sorpresa mirando a su alrededor. Le da dos palmadas en el hombro y mueve la cabeza con compasión.

—Jefe, creo que tienes mucho trabajo por hacer aquí. —le dice y tira de las maletas un poco más adentro de la casa. La madera cruje por su peso y el chofer casi siente que el piso podría abrirse y tragárselo. Tony gruñe de mala manera y se cruza de brazos.

—Si ese es tu único comentario, lo mejor es que te vayas antes de que tu salario disminuya en un 75%. — le amenaza pero Happy sabe que no habla en serio porque Tony puede ser muchas cosas pero jamás será injusto con sus empleados. No es un tirano. Así que ni se inmuta, simplemente toma a Tony del brazo y tira de él en un gesto que no ha hecho desde la muerte de Howard: lo abraza.

—Estarás bien, jefe. Yo confío en ti. —le guiña el ojo y sale rápidamente sin esperar ninguna respuesta y cuando Tony se asoma por la ventana de la casa, el coche ya va lejos y lo único de lo que le da tiempo es de sonreír porque Happy nunca ha juzgado sus acciones y probablemente nunca lo hará y eso es lo que más le gusta de él. ¿Amigo? Puede ser.

Pepper se ha quedado en Nueva York convertida en un mar de lágrimas pero con esa mirada esperanzada que le hace creer que puede lograr salir de este abismo. Así que se decide dejar el pesimismo de lado y comenzar con lo que sea que haya venido a hacer aquí.

El refrigerador está vacío pero la lista de cosas saludables que Bruce le envió en la mañana está en su laptop por lo que puede ir al mercado y comprar las malditas cosas porque lo único que tiene en el estómago es ese maldito café de las 4:30am., y se está muriendo de hambre.  

Cuando observa mejor, se da cuenta que necesita empezar por limpiar todo el polvo que se ha acumulado a lo largo de tantos años. Luego hace un inventario y no vale la pena porque no hay nada que pueda ser salvado; el mobiliario está casi destruido por las polillas. Así que tendrá que comprar muebles nuevos, ventanas, pintura. Se fija que detrás de la casa hay un pequeño jardín y a su mente viene María y sus recuerdos y es por eso que odia volver a los lugares donde ella estuvo porque de inmediato se acciona el botón de sus tiempos felices y la extraña como extraña pocas cosas en la vida. Se pone a pensar un momento y decide que plantará algunas flores y quizá un árbol porque María solía escuchar sus historias debajo del roble que está seco y partido en dos.

 

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Se le va el día en limpiar la vieja casa de dos pisos, entre el polvo, las maldiciones y la instalación de Jarvis para no sentirse solo. Por suerte Pepper no ha descubierto la maleta extra que ha llevado, de la cual saca a Dummy-E y otros inventos que necesitan actualizaciones. Porque es un genio y si ella pensaba que se va a olvidar de su vida estas semanas está equivocada. Supone que ella sabe lo que ha hecho porque por supuesto que ella sabe todo.

Cuando se da cuenta la tarde está cayendo y apenas le da tiempo de bañarse con la poca agua fría que cae de la bañera. Se pone ropa cómoda y se quita el anillo de boda porque le estorba y le hace torpes las manos para trabajar. Está a punto de abrir sus planos para entretenerse en algo pero su estómago ruge y recuerda que no ha comido nada en todo el día y no es como si en ese pueblo hubiera un servicio de Pizzería. Quizá ni internet haya.   

Son veinte minutos caminando desde la vieja casa que la abuela le heredó a su madre hasta el centro del pueblo. Se decide a buscar un buen lugar para cenar y ya mañana se preocupará de la despensa y los muebles. Por lo mientras sólo quiere llevarse algo a la boca y largarse a descansar.

Las calles están pavimentadas y parece que todo ha cambiado mucho desde la última vez que estuvo aquí hace más de una década. Vaga sin rumbo con las manos en los bolsillos de su sudadera y los lentes que lleva le hacen sentir que pasa desapercibido aunque es obvio que aquí nadie le conoce porque ni siquiera se giran a verlo. Los lentes no son un gran camuflaje, a ciencia cierta.

Es el olor lo que le hace girar inmediatamente y encontrar un bello y gran local dos cuadras abajo en un pequeño callejón. Pareciera como si sus pies tuvieran vida propia y entra porque los pasteles y las donas en el mostrador lo tientan a comprar y comer todo lo que ve. Se sienta en una de las mesas más apartadas y se sorprende un poco porque a pesar de ser algo noche el lugar está casi lleno. Una tenue musiquilla algo empalagosa para su gusto inunda el lugar y el ambiente rústico le da la sensación de que es un lugar modesto pero de calidad. El menú posee veinte tipos diferentes de café y una gran variedad de postres, pero Tony no se quiebra mucho la cabeza y se decide por un café Americano fuerte y una dona de chocolate amargo.

El mesero llega casi de inmediato a su mesa, pero él no alza la vista y sigue viendo la decoración de la carta.

—Bienvenido a Howling Commandos, soy el Capitán. ¿Qué vas a ordenar? —y es el tintineo en la voz, es la candencia de las palabras. Es la chispa que hace saltar su corazón y él se niega a alzar la vista porque tiene miedo de la persona que está parada a un lado de él esperando su orden. Se moja los labios y sonríe para sí mismo porque si la vida lo quiere ver jodido, está seguro que esto es el comienzo. Alza el mentón y sus ojos se encuentran con las mismas gemas azules que parecen guardar el mar más pacífico que haya visto jamás. El hombre rubio que sostiene la pequeña libreta entreabre los labios con sorpresa y sus cejas perfectas se elevan un poco. Es alto de hombros anchos y figura esculpida. Tiene un rastro de harina en la mejilla reciente que Tony distingue gracias a la ligera capa de sudor que tiene por todos lados. El hombre se inclina un poco como si quisiera tocarlo, pero se da cuenta rápidamente que el hombre sentado no es una aparición—¿Stark?… ¿Tony Stark? —murmura como si tuviera miedo de que alguien más le escuche por si se equivoca. Pero cuando el susodicho asiente una vez todavía conmocionado por lo tanto que ha cambiado Steve Rogers, éste forma poco a poco una mueca que se convierte en una sonrisa de reconocimiento y sus ojos azules brillan ligeramente.

Tony tiene miedo y quiere salir corriendo de ahí y jamás volver, pero ha esperado este momento tanto como ha deseado que nunca llegue.

 

 

Notas finales:

Recuerden que comentar me hace feliz y estaré gustosa en respoder y saber sus opiniones. La historia apenas comienza y me gustaría saber que alguien la apoya para continuarla.

Felices fiestas.


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