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El renacer de un amor por SebbyPhantomhive

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Notas del fanfic:

Gracias por tomarse el tiempo de leer esta corta historia

Noviembre 1803.


Una funesta sombra demoníaca divagaba por la ciudad de Londres una fría madrugada del mes de noviembre, buscando ansioso una alma que devorar, su ser tenía hambre y una deliciosa alma era la que esperaba encontrar, aunque con mala cara se resignaba con algo de baja calidad, el hambre era mucha y no le importaba lo que hubiera. Caminó por las oscuras calles solo sus rojizos ojos destellaban atemorizando a los animales callejeros que de lejos lo alcanzaban a ver.


-No creo encontrar algo bueno esta noche... las almas de calidad a esta hora duermen.- Con una burlona sonrisa hablaba el demonio tratando de animarse. – Me quedaré con hambre por hoy.- Se dijo hastiado al ver solo a vagabundos sucios dormir en los callejones. Cuando de pronto sintió un aroma peculiar aproximarse por uno de los callejones, era un alma exquisita que se percibía aun cuando no estaba cerca, sus labios esbozaron una enorme sonrisa y su lengua los humedecía como muestra de la deliciosa comida que se le aproximaba. Aunque había algo raro en todo esto, un alma así no podría vagar con tanta libertad y mucho menos a esas horas cuando los demonios se paseaban, conteniendo su ansiedad se disfrazaba de humano para tantear la situación. Con cautela salió de aquel sucio callejón a cada paso que daba ese delicioso aroma lo atrapaba, aceleró sus pasos y al fin encontró a ese alguien de alma especial.


-No te acerques...- Musitó un niño de unos 14 años de forma aparente, difícilmente se podía distinguir su apariencia en la oscuridad y a todo esto estaba oculto con una especie de capa oscura.


-¿Qué es esa manera de saludar?- Replicó burlón y algo extasiado el demonio mientras se acercaba, pero a cada paso que daba el pequeño retrocedía como intimidado. -Pensaba irme ya...- Musitaba mientras agachaba la cabeza al sentir esa fría presencia acercársele.


-No temas niño... No te haré daño.- Le murmuraba el mayor cuando estaba ya frente a él, sorprendido lo miraba pues se dio cuenta que no era un humano, su ser era sobrenatural también.


-Claro... un demonio como tú, solo quiere hablar.- Alegó el muchacho levantando la cabeza pues se dio cuenta también de la naturaleza sobrenatural de ese a quien tenia en frente, su firme y profunda mirada azulina, hizo estremecer al demonio parpadeando no acertaba a descifrar porque su ser reaccionaba asi ante un ser que se suponía era su rival en los asuntos sobrenaturales.


-No deberías estar paseando por aquí a estas horas.- Dijo el demonio antes de que ese pequeño de blanca y delicada piel se diera cuenta de lo que habia provocado.


-Sabes que no puedes devorar mi alma.- Alegaba el joven de forma burlona al ver como el demonio lo miraba con fijación, no era para menos su belleza era digna de un ser como él.


-Lo sé... estoy muy desilusionado... ¿Ves mi cara? – Hablaba divertido el demonio como coqueteando con el pequeño ángel que se sonrojaba sutilmente por tener esta extraña conversación y más se sonrojó cuando este acercó su rostro al suyo.


-Tienes cara de idiota.- Murmuró con una risilla traviesa el pequeño, disimulando su vergüenza volteaba el rostro. Los dos se quedaron viendo y era como si el mundo se paralizara a su alrededor, pequeños copos de nieve comenzaron a caer, el ser oscuro tomo uno entre sus manos como para despertar.


-Me agradas.- Le dijo al jovencito que lo miraba tímidamente, este sonrió y observaron como la nieve comenzaba a caer poco a poco con más fuerza.


-Tengo hambre... no tendrás algún alma por ahí.- Hablaba el demonio con tono burlón, mientras le tomaba la mano caminaban hacia un lugar del que pudieran cubrirse de la nieve.


-No y si la tuviera ¿Crees que te la daría?- Le respondía el otro dejándose guiar por esa fría mano.


-Solo decía...- Se escuchaba decir al demonio de mirada carmesí, y llegaron a un parque donde había un pequeño techado en que cubrirse. Buscaron improvisados asientos y allí permanecieron por una extraña razón permanecían juntos en silencio mientras veían la nieve caer.


-Eres muy hermoso... no deberías estar solo por aquí.- Iniciaba conversación el mayor quien sentía que su mirada no debería apartarse de ese pequeño ser que no le soltaba la mano, y su mano era tan calida que tampoco quería que lo soltara.


-Sé que soy hermoso, gracias...- Irrumpió con un tono altivo el joven con una sonrisa. El otro sonrió también al escuchar tal jactancia, en su interior un extraño calor le embargaba.


- el cielo me aburre un poco, por eso me escapo a veces a visitar este mundo.- Dijo con más seriedad el angel con la mirada nostálgica al cielo


-Este mundo tampoco es gran cosa... los humanos son odiosos y egoístas.- Alegó el demonio que a veces se aburría de su existencia en sí, ni el infierno ni el mundo le satisfacía, pero estando junto a este ser de luz sus perspectivas parecían cambiar.


-Aun así te comes sus almas...- En forma de un leve regaño le habló el pequeño, luego le sonrió.


-Tienes razón.- Murmuró el demonio, no podia devorar el alma de ese ser pero necesitaba de alguna forma calmar su ansiedad, su hambre. Siguieron conversando por unos minutos más de cosas de sus mundos, su conversación era amena, como si se conocieran de ya mucho tiempo a pesar de recién conocerse.


-Puedo pedirte algo.- Decidido le hablaba el demonio, el pequeño estaba totalmente embelesado y solo asintió con la cabeza.


-Cierra los ojos.- Le ordenaba sutilmente el demonio, el otro lo cumplió sin refutar pero se sonrojó mucho cuando el aliento del mayor se percibían en sus labios.


-¿Qué haces?- Musitaba mientras sentía todo su cuerpo tiritar ante ese sensual acercamiento.


-Solo te ofrezco algo de diversión del inframundo.- Respondió el otro sobre sus labios y con una pequeña sonrisa seductora.


-¿Vas a corromperme?.- A modo de querer resistirse pero aquel contacto más cercano era lo que su ser anhelaba.


-A esto bajaste de tu glorioso cielo ¿verdad?.- Se le insinuaba el demonio de forma algo entre coqueto y perverso, esa alma pura que tiritaba entre sus brazos le llamaba a sus más bajos instintos.


-Claro que no.- Con falso enojo replicaba el joven que se sentía descubierto, pues ciertamente hace ya varios días venia observando al solitario demonio vagar por esos callejones, le despertó curiosidad y esa noche se propuso enfretarlo sin darse cuenta de que se habia enamorado de un ser de las tinieblas.


-Tus virginales labios lo piden, tu cuerpo que se estremece a mi voz y mis caricias me lo confirman.- Provocativamente le susurraba al oído al jovencito que sonrojado trataba de contenerse, pero su respirar errático solo evidenciaba como anhelaba ese beso prohibido.


-Déjame mitigar un poco mi hambre probando  tus labios. No devoraré tu alma lo prometo.- Decia el demonio embelesado de que sus labios probaran de alguna esa hermosa alma que en sus brazos se estremecía de forma deliciosa, el pequeño abrió los ojos y su profunda mirada azul le rogaba ese beso, el otro sonrió sobre sus labios y sin más que esperar con timidez se besaban en medio de esa fría noche donde la nieve era su única compañía. Pasaron varias noches en que se encontraban estos dos seres que traicionaban su naturaleza por tan solo estar cerca, pero eso no impedía que se mostraran su afecto de forma cariñosa.


Madrugada del 14 de diciembre  de 1803


-No debería, no es correcto.- Se escuchaba decir al pequeño ángel cuando sus ropas eran despojadas con lentitud. En medio de besos en un pequeño cuarto de la ciudad, la pareja estaría en intimidad por primera vez y de nuevo la nieve era lo que se veía fuera de la ventana.


-Has caído bajo el hechizo de un seductor demonio.- Le susurraba al oído para calmarlo pues estaban dando un paso muy peligroso a su relación, si alguien se enteraba, los dos tendrían un severo castigo pero ese detalle no mitigaba sus ansias, el demonio se quitaba su ropa también y recostaba al virginal muchacho en la cómoda cama. Sus besos subían la intensidad así como caricias que se regalaban en sus desnudos cuerpos, el jovencito se dejaba llevar por el experimentado demonio que lo hacia estremecer de placer, su cuerpo era corrompido de forma tan exquisita que no le importaba las consecuencias de este acto, por lo pronto lo disfrutaría. Su entrega fue sincera y por demás muy placentera para ambos. Al terminar en el éxtasis se refugiaron bajo las sabanas en un cálido abrazo.


-Me tienes cautivo... si creyera en el amor diría que me he enamorado.- Cariñoso como nunca le hablaba el demonio, hasta el mismo se sorprendía de su actitud de ahora, ciertamente se había enamorado de ese pequeño ser de la luz, quien emocionado al escucharlo lo besaba ansioso.


-Prométeme que estarás conmigo a pesar de todo.- Le decía el pequeño entre besos.


-Lo prometo... aunque nuestra situación es difícil.- Afirmaba su amante con una sonrisa melancólica. Ambos se quedaron callados al pensar en lo que habían hecho, habían profanado sus cuerpos y tal vez serian descubiertos, pero no tenían de que arrepentirse.


-Al contrario de ti, creo en el amor... y estoy perdidamente enamorado.- Con una pequeña lagrima confesaba el ángel de llorosa mirada azulina. -Mi alma se condena con cada beso, cada caricia que me das, con este sentimiento que me alivia y a la vez me hunde en la desesperación.- Seguía hablando como si cada palabra fuera lo más sincero de sus sentimientos y las lagrimas rodaban por sus sonrojadas mejillas.


-Tu torturada alma es mía, sé que cuando estamos juntos te reconfortas en mi presencia.- Trataba de consolarle el demonio que al contrario de él no podía explicar sus sentimientos.


-Nos reconfortamos bien, solo conmigo tu hambre se apacigua.- Con una sonrisa algo traviesa le hablaba el ángel, colocándosele encima comenzaba a besar su cuello, debía disfrutar su noche y no había tiempo de sentimientos tristes.


-Solo tu sabes calmar todas mis ansias.- Con una sonrisa hablaba el demonio sintiendo como esos pequeños labios le besaban con fuerza, sin dudarlo dieron rienda nuevamente a sus pasiones. Agotados recibieron la mañana, prometiéndose encontrarse por la noche con un beso se despedían cada cual retomando su camino a casa, mientras se alejaban se miraban y sus sonrisas se notaban a lo lejos hasta que se perdieron de vista.


-¿Qué sucede?- Cuestionaba el demonio cuando otros seres de la oscuridad lo agarraban con fuerza después de un par de horas de haberse despedido de su pequeño.


-Sabes muy bien lo que ha pasado. Mantener nuestra distancia del cielo es nuestra prioridad.- Le regañaba una voz profunda que provenía de un siniestro trono que no se distinguía bien en la oscuridad.


-¿cómo pudiste corromper a ese niño?- le preguntó molesto al demonio, quien se sintió descubierto tal vez había llegado el momento de enfrentar lo que su oscuro ser había experimentado o simplemente negarlo.


-Oh eso...- Murmuró con una pequeña sonrisa como tratando de no tensar más la situación.


-¡Esto es muy serio, estamos en un gran problema!.- Le gritó enojado aquella voz.


-siempre los resolvemos...- Dijo el demonio al notar que todo esto iba en serio y no pudo evitar pensar que en una situación similar en el cielo su pequeño estaría pasando lo mismo.


-Es cierto siempre lo resolvemos, por eso acércate...- Ordenaba esa voz tratando de calmarse el acusado para no complicar más las cosas así lo hizo.


-Hoy 14 de diciembre tus recuerdos serán borrados- Declaraba a modo de sentencia el que se suponía rey de los demonios, el acusado sentía que su cabeza era tocada.


-No pueden hacerme esto.- Replicaba tratando de soltarse, no quería olvidar a ese pequeño a quien amaba, no lo permitiría.


-Si puedo... y agradece que sea benevolente con mi castigo, al pequeño ángel que corrompiste le fue peor.- Con algo de burla le hablaba ese ser superior cuando otros súbditos calmaban la furia del demonio, que se paralizó en si al escuchar lo último... "peor"... se repetía en su mente.


-Hay que admitir que los castigos del cielo son peores que los de aquí.- Con una sonrisa burlona hablaba ese ser, el demonio se arrodilló como perdiendo las fuerzas ante esas palabras.


-¿Que le hicieron?- Murmuraba sintiendo como una fuerte opresión le llenaba el pecho de forma dolorosa.


-Solo le quitaron su vida por dejarse corromper, ya que no mostró ni un ápice de arrepentimiento.- Fue la respuesta tajante del otro que no le apenaba para nada lo sucedido en el cielo, el demonio al escuchar eso tan nefasto sintió un dolor que jamás había experimentado en su existencia.


-¿Estuviste ahí?- Cuestionó en medio de su dolor.


-Si... hace unos minutos, el pobrecillo ingenuo profesó ante todos que te amaba... y miraba como esperando que llegaras a rescatarlo.- Le contaba sin más ese ser que observaba como sufría su súbdito de mirada carmesí. -Cosa que no sucedió.- Terminaba de decir para causarle más dolor, el demonio se echó a reír como enloquecido y los dulces recuerdos con su pequeño ángel le embargaban la mente con dolor, dolor que no podía manifestar en lágrimas solo en una risa que lo llevaba a la locura, aun podía verlo en su mente atormentada como cuando lo vio por última vez en ese camino y su bella sonrisa que se alejaba, el frío desolador hizo que su risa callara.


-Deberías quitarme la vida también...- Dijo golpeando el suelo con sus puños como manera de desquitar su coraje y frustración.


-¿Escuché bien?- Se le burlaba el ser superior los demás demonios se unían en murmullas y risillas burlonas.


-Lo que oíste... este vil demonio se enamoró y no le dije cuanto lo amaba.- Gritaba el demonio con dolor, ese dolor que desgarraba su ser y una lagrima por vez primera rodaba por su mejilla.


-Vaya... vaya... esto se complicó.- Pensativo el demonio mayor se le acercó y colocó su mano sobre su cabeza, cada recuerdo le fue borrado así como los recuerdos de esta sentencia a los demás, era como si esto no hubiera pasado, el demonio despertó después en esa noche y aunque sus recuerdos fueron borrados sentía que una profunda tristeza y soledad le embargaba sin embargo poco a poco se acostumbró a esa sensación, años de vida sin sentido era lo que vivía hasta que...


14 de diciembre de 1889


-Feliz cumpleaños joven amo...- Se escuchaba decir al demonio que se llamaba Sebastian mientras seguía a su amo por uno de los pasillos de la mansión en esa fría mañana de diciembre.


-Sabes que me desagrada que me feliciten... si lo haces es por molestarme.- Le reprendía el jovencito con fingida molestia y seguía su caminar.


-Tiene razón...- Con una pequeña sonrisa nostálgica hablaba Sebastian, -Lamento ser una molestia.- Dijo con un tono triste que sorprendió al conde deteniendo su andar.


-No exageres...- Le regañaba su amo y siguió caminando, era como si hubiera querido decirle algo pero no pudo.


-No entiendo este sentir al estar cerca de él, de lo que estoy seguro es que prometo estar a tu lado hasta el final.- Murmuraba el mayordomo para sí mientras veía a su amo alejarse, y un extraño destello le hizo confundir porque vio a su amo como con unas alas, parpadeó pero esa alucinación ya no estaba. Con prisa se le acercó abrazándolo por la espalda, como arrodillándose y le susurraba algo extraño al oído ante la sorpresa del joven que se sonrojaba.


-Lo prometo estaré contigo a pesar de todo... lo prometo...- Eran las raras palabras de Sebastian que parecía decirlas con sinceridad y no dejaba de abrazar a su paralizado amo. Ciel sintió algo muy extraño resurgir en su interior y por inercia se volteó para ver a su demonio. Hace ya meses que en su corazón había despertado sentimientos por él y en su cumpleaños número 14 apenas podía reconocerlo, ¿era un regalo del destino?.


-Lo sé...- fue lo único que los labios del conde pudieron pronunciar en ese intenso momento, y lo próximo que sintió fue como su demonio de forma atrevida pero dulce lo besaba. Ambos sentían perderse en ese beso lleno de nostalgia, era como si sus seres se llenaran y esa soledad que los dos experimentaban se disipaba con solo un roce de labios, a partir de ese peculiar y significativo cumpleaños ellos iniciaron una sincera y afectuosa relación, prohibida todavía por los estándares sociales pero que no les impedían el amarse, un pecaminoso que perduraría a través del tiempo.


Dos seres de distintas naturalezas unidas por un solo sentimiento, el destino les permitiría el juntarse una y otra vez en diferentes vidas... porque su amor sobrepasaba cualquier límite inclusive de la muerte.


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Notas finales:

Muchas gracias por leer esta historia, bueno hace tiempo queria escribir una historia asi de angeles y demonios... y pues me decidi escribirla por el cumpleaños de mi amadisimo Ciel... espero haya sido de su total agrado, hubo una parte que me hizo llorar espero transmitirle ese triste sentimiento :'( 


 


en la pagina que orgullosamente administro pueden encontrar valiosos aportes de los fans para el hermoso conde dense una vuelta para ver ;)


https://www.facebook.com/Kuroshitsuji-no-Sekai-291726381018157/


besos


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