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Sentimientos desconocidos por Sigma

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Notas del fanfic:

Pokémon © Satoshi Tajiri.

Notas del capitulo:

¡Hola!

Ya había mencionado antes (en mi blog) que la pregunta de la encuesta pasada fue "¿De qué debería ser mi próximo fanfic?" y la respuesta más votada fue Pokémon. ¡Y aquí está el primer capítulo! Espero que les guste.

Trataré de publicar el segundo capítulo durante esta semana. Repito: trataré. En estas fechas no puedo dedicarle a mis fanfics tanto tiempo como me gustaría. ¿Por qué? Porque diciembre siempre ha sido un mes lleno de viajes para mí. Celebro Navidad con un lado de mi familia, después celebro Año Nuevo con… Sí, el otro lado de mi familia. No es que no tenga acceso a ninguna conexión a internet cuando estoy fuera de mi ciudad, es sólo que ya no cuento con una computadora portátil y escribir fanfics desde el teléfono celular me resulta incómodo… Por eso quiero avanzar tanto como pueda con este fanfic antes de que tenga que irme.

¡En fin! Nos leemos en las Notas Finales.

Capítulo 1.

Un par de jóvenes entrenadores Pokémon estaban viajando hacia la ciudad Fusube sin tener algún motivo en especial. Una tarde, la idea simplemente había salido de la cabeza de uno de esos entrenadores: Gold, un chico que tenía tez blanca, ojos de un intenso color dorado y lacio cabello negro cuyo fleco era más largo que el resto de su peinado. El entrenador que lo acompañaba, Silver, era un poco más alto que él y también tenía piel blanca, pero sus ojos eran de un precioso color plateado y su lacio cabello rojizo ya le llegaba un poco más abajo de los hombros.

Llevaban cerca de tres semanas viajando con descansos muy cortos y batallas Pokémon más o menos cada treinta minutos, pero por fin su destino estaba cerca.

—Ya casi llegamos.

—¿Ah, sí? Dijiste lo mismo hace una hora —se quejó Silver.

—Pero ahora sí puedo ver la salida —se defendió Gold, acomodándose su chaqueta—. ¡Está por allá! ¡Vamos!

El pelinegro comenzó a correr a toda velocidad a pesar del cansancio y a Silver no le quedó ninguna otra opción además de seguirlo, manteniendo en alto la esperanza de no perderse en ese camino de hielo que ya lo tenía un tanto fastidiado.

—¡Lo logramos, Silver! ¡Por fin llegamos a la ciudad Fusube! —Exclamó un muy emocionado Gold al momento de salir de la cueva, extender sus brazos hacia el cielo y comenzar a reír como un niño pequeño.

—No sé en qué estaba pensando cuando acepté venir contigo hasta acá —soltó el pelirrojo con un tono de voz que no dejaba en claro si estaba bromeando o si estaba hablando completamente en serio.

—¡Oh, vamos! ¡No seas así! —Volteó a verlo y le dedicó una débil sonrisa—. Admite que el viaje fue divertido y nos fortaleció, no sólo a nosotros dos, sino también a nuestros Pokémon. Aprendimos mucho… Además, no estarás pensando que este es el final. ¡Acabamos de llegar! Podemos descansar un rato y luego visitar la Guarida Dragón para entrenar un poco o simplemente pasarla bien. ¡Podemos hacer muchas cosas!

Con sólo mencionar un posible plan, sus ojos dorados ganaron cierto brillo. Parecía no estar consciente de la hora. Y todo eso se debía a que estar ahí en verdad lo alegraba mucho, aunque pensaba que lo más grandioso era poder contar con la compañía de Silver. No se atrevía a decir eso en voz alta… aún.

—Creo que te estás adelantando —el contrario intentó hacer que regresara a la realidad.

—¿Tienes hambre, Silver? —Preguntó de repente, ignorando su comentario anterior—. Yo sí. Creo que aún me quedan un par de Rage Manjū* en mi mochila.

—¡¿Todavía?! —Se sorprendió—. ¿Puedo saber cuántas cosas de esas compraste en el pueblo Chōji exactamente?

—No lo sé… ¿Unas veinte? Tal vez fueron más —le restó importancia al asunto y sacó las golosinas de su mochila antes de ofrecerle una al chico de ojos plateados.

Aunque mostró cierta resistencia ante la idea de comer un manjū, al final lo aceptó para mantener tranquilo a Gold. Incluso dejó salir un agradecimiento en voz baja antes de retirar la envoltura de la golosina.

—Mira, el cielo está demasiado nublado —comentó el pelinegro—. ¿Crees que comience a llover pronto?

—Es muy probable —suspiró—. Escucha, Gold… Sé que estás emocionado por finalmente haber llegado hasta aquí, pero hay que analizar las cosas por unos instantes, ¿quieres?

—¿Eh?

—El viaje ha sido muy largo, ya es tarde, estamos cansados, no dudo ni por un segundo que nuestros Pokémon también lo estén, pasamos casi todo el día congelándonos en una cueva, puede empezar a llover en cualquier momento y no hemos comido bien desde que salimos del pueblo Chōji esta mañana. ¿Por qué no dejamos los planes y todo eso para después?

—Tienes razón —admitió no muy animado—. Entonces… ¿Vamos a instalarnos en el Centro Pokémon de una vez?

—Sí, me parece la mejor idea por ahora.

—De acuerdo. Hay que darnos prisa.

Ambos jóvenes se dirigieron hacia el Centro Pokémon de la ciudad Fusabe y pidieron permiso a la enfermera Joy para poder descansar ahí junto con sus Pokémon, además de solicitar una revisión rápida para los mismos. La amable enfermera aceptó y guió a los chicos hasta una sala grande en la cual podían acomodar sus pertenencias mientras esperaban a que la revisión médica terminara.

—Hay cobertores en la estantería de la esquina —señaló la enfermera—. Siéntanse libres de agarrar todos los que necesiten, esta noche será algo fría a causa de la lluvia. De hecho, creo que llegaron justo a tiempo.

—Muchas gracias —dijo Gold.

—No es nada. Volveré en unos momentos para informarles cuál es la situación de sus Pokémon. Intenten descansar por ahora.

Sin más, Joy se retiró para seguir con su trabajo, dejando a Gold y a Silver a solas. El pelinegro se quitó su mochila y se envolvió en uno de los suaves cobertores antes de prácticamente dejarse caer encima del largo sofá.

—Cielos, esto se siente tan bien —sonrió—. Lástima que ya me acosté. Creo que todo sería perfecto si comprara un vaso de chocolate caliente en la máquina que está cerca de la entrada.

A pesar de haber escuchado cada palabra, Silver no dijo nada, sólo fue en completa calma a conseguir otro cobertor y después se sentó junto al cuerpo recostado de Gold. En verdad había sido un largo día.

El silencio entre ambos entrenadores era, curiosamente, agradable. Fue hasta varios minutos después que comenzaron a caer las primeras gotas de lluvia y el silencio se rompió.

—Oye, Silver… —Su voz era acompañada por el sonido del agua chocando contra el vidrio de la ventana—. Tengo frío. Creo que, después de todo, sí iré a comprar un vaso de chocolate caliente. ¿Quieres que traiga uno para ti también? —Ofreció.

—Sí, eso estaría bien —hizo una breve pausa—. Gracias.

Gold sonrió levemente y se incorporó.

—No tardaré mucho —fue lo último que pronunció antes de levantarse y salir de aquella sala.

Cada vez hacía más frío, aunque Silver aseguraba que no lo podía comparar de ninguna manera con lo que había experimentado tan sólo unas horas atrás en el camino de hielo.

Gold regresó pronto, tal y como había dicho que haría. Se acercó al pelirrojo y le entregó su vaso. Silver bebió un poco y suspiró, empezaba a relajarse poco a poco.

La enfermera Joy tocó la puerta media hora más tarde. Había finalizado con la revisión de los Pokémon que traían los entrenadores y era momento de darles noticias.

—Sus Pokémon se encuentran bien —comenzó—. Están agotados, pero no les sucede nada grave y no están en ningún peligro. Lo único que necesitan es una buena noche de descanso y una buena comida para recuperar sus energías. Yo me encargaré de ellos.

—Gracias por todo, enfermera Joy —habló Gold.

—Es un placer —sonrió antes de retirarse una vez más.

La lluvia no tardó mucho en volverse realmente intensa, así como la temperatura descendió de un momento a otro. Silver intentaba no moverse demasiado, aunque Gold supuso que ambos estaban experimentando el mismo frío y tuvo que levantarse para conseguir otro par de cobertores, quitándose todo sentimiento de culpa porque Silver y él eran las únicas personas en la sala.

—¿Sabes? —Habló el pelirrojo, incorporándose y rascándose la nuca con cierto nerviosismo—. Hará más frío. Creo que… dormir juntos funcionaría mejor.

—¿Eh?

—¡E-es sólo una idea! —Las mejillas de Silver estaban levemente sonrojadas—. Supongo que usar más cobertores también podría funcionar, así que… no importa qué decidas hacer.

Una sonrisa de lado se formó en los labios de Gold.

—No… Tu idea en verdad suena mejor.

Regresó hacia donde estaba el más alto y se acostó junto a él, pegándose a su cuerpo tanto como le era posible.

—¡Oye! ¡Tampoco exageres! —Lo regañó Silver.

—No estoy exagerando… Tu idea en verdad es buena si lo hacemos bien, podemos darnos más calor si estamos más cerca. No sé qué piensas tú, pero yo digo que estar así se siente muy bien justo ahora —cerró los ojos con la única intención de descansar—. Buenas noches, Silver.

—Como sea… Buenas noches.

Continuará.

*El manjū es un tipo de golosina tradicional de Japón. Hay muchas variedades, pero la mayoría tiene un exterior hecho de harina, polvo de arroz y alforfón; mientras que el relleno suele ser de una pasta de judías dulces llamada anko. ¿A alguien le suena familiar el objeto llamado “Rage Candy Bar” en los videojuegos de Pokémon? Bueno, ese mismo objeto se llama “Rage manjū” en japonés.

Notas finales:

Voy a trabajar en el segundo capítulo ahora mismo.

Siéntanse libres de dejar cualquier comentario. Yo lo leeré y responderé con mucho gusto.

¡También quiero invitarlos a participar en la encuesta actual que se está llevando a cabo en mi blog! Recuerden: su opinión vale mucho para mí.

¡Hasta luego!

Sigma Min.


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