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Nada por PandoraBoxx

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Notas del fanfic:

Hola a tod@s, ¿cómo están? pues aquí su pseudo escritora molestandolos de nuevo con otro escrito, espero que lo disfruten...

 

Notas del capitulo:

Bueno, aquí comenzamos con esta aventura, los personajes, espero yo que no queden muy fuera de si.

Ya saben todos los personajes aquí usados son creación de Oda-sensei, unicámente los tomé prestados un ratito.

 

— Escuchen caballeros, señoritas. Mañana tendrán examen con valor del sesenta por ciento de la calificación final, joven… —Interrumpió el profesor ojeando en la carpeta, buscando el nombre en cuestión. —Eustass Kid, —Miró en todas direcciones tratando de ubicar al joven — ¿Dónde esta? …

Como siempre, o casi, el pelirrojo cerebrito en cuestiones de ingeniería no se encontraba en la clase de historia, según él no la necesitaba ya que lo pasado, pasado y, lo futuro, bueno eso no importaba mucho en realidad; lo que para él sí era fundamental eran los números y por ende, matemáticas marcaban toda su base y fundamento en todo.

Kid sobre pasaba sus limites humanos, incluso había noches completas en las que se quedaba en el taller de la universidad qué usaba como si fuese propio y al mismo tiempo cuidaba como tal. Sus estadías en tal sitio se prolongaban al grado de olvidarse de comer y dormir siquiera. De no ser por Killer, su compinche de toda la vida, ese chico caería en coma por el exceso de trabajo y la mala alimentación sin contar las pocas horas de sueño.

Pero en una ocasión de las ya mencionadas, un suceso fuera de lo cotidiano para él, lo pondría a prueba, una que, distorsionaría por completo su lógica y las matemáticas únicamente le mostrarían que su lado humano perdía validez ante su cerebro; Kid necesitaba reconocer con urgencia que de seguir así, su corazón moriría por completo.

 Llevando dos días completos en la elaboración de un pistón con medidas únicas y, demasiado importante para su motor nuevo. Se centró como siempre en el trabajo y comenzó a hablar solo, ya era costumbre verlo caminar y hacer ademanes mientras murmuraba palabras sin sentido—para los que escuchaban o estorbaban en su andar— y siempre, pensando a fondo, analizando y midiendo en su mente lo que necesitaría hacer.

Cuando se encontraba puliendo los últimos detalles de tal pieza, algo le distrajo de su labor. Alzando sus lentes protectores, miró en la dirección de donde una silueta atravesó rápidamente el taller para ocultarse detrás del inmenso generador.

No sería la primera vez que ahuyentaba a los ladrones que, en busca de la herramienta de la facultad entraban queriendo robar y a como siempre, al ver a un único hombre se atrevían siquiera a intentarlo; si algo hay algo que nunca se debe olvidar ni cuestionar en el pelirrojo es su agresividad y de esa, los intentos de timadores probaban de primera mano.

Luego de buscar por toda la nave con mucha atención, no encontró ningún vestigio de intrusos o alguna pista siquiera que mostrase lo contrario, pensó pues que necesitaba un descanso.

—Diablos, necesito algo dulce.

Sonreía mientras ajustaba sus guantes y gruesa chamarra de cuero, el invierno cruel azotaba el norte del continente ese año. Todo el exterior se cubría de blanco por la nieve, las calles congeladas para él no eran problema, aunque siempre se distraía con las chicas y no por su andar coqueto sino, por la misma interrogante que le atravesaba como rayo en  su curioso maquinar, ¿Cómo carajos pueden pisar semejantes zapatos sin caerse? Esa ecuación era uno de los grandes misterios que no lograba resolver, y todo porque no se pondría zapatos altos y menos con tacón tan fino, las chicas debían estar locas para pisar esas cosas con las calles forradas de hielo.

Distraído, recordaba una ocasión cuando una de ellas azotó de sentón sin meter las manos que sonrío maliciosamente mientras terminaba de ponerse bien la bandana en negro, al cubrirse  bien las orejas inició el enlistado de ‘Cosas imposibles’ para él.

“El café te mantendría despierto al mismo tiempo que calienta tu sistema, además, te ayudará a quitar la somnolencia que estás padeciendo.” Escuchó repentinamente.

Giró sobre sus talones ciento ochenta grados y, agudizó la mirada. Buscando, pensaba que quizás se trataba  de la misma persona que antes se ocultó en el taller, miró atento, escudriñando en similitud a fiera en acecho, esperando cualquier indicio de presencia, más no hubo movimiento alguno que delatara algo en especial.

Luego de unos minutos en los qué mantuvo la postura ruda, se rascó la cabeza,  frunció el ceño y negando se ajustó los auriculares para luego cerrar el enorme portón metálico a su espalda y dirigirse a la salida de la facultad.

Al momento de ir caminando por el solitario y enorme campus algo le obligaba a mirar de vez en cuando hacia atrás, su sentido de brabucón insistía en que lo seguían, por lo que discretamente bajó el volumen en su Smartphone y prestó demasiada atención al entorno. Mirando las arboledas perfiladoras —de los distintos edificios del plantel— forradas de blanco, las luminarias destellando en pequeños e individuales arcoíris y sobre todo, escuchar y sentir el viento gélido en esa noche como únicos compañeros le hicieron asentir y continuar con su camino aún con el mismo pensamiento.

Si se trataba de algún ladrón le daría la paliza de su vida, de eso no había duda, sin embargo, unos cuantos metros bastaron para mostrarle que no había nada detrás de él excepto la escuela en completa soledad (como casi siempre que se quedaba en el taller), que únicamente sus pisadas estaban impresas en la nieva y que seguramente, el cansancio le estaba cobrando la factura. Negando con sus muecas, subió una vez más el volumen de su reproductor y dejo que “Lacrimas Profundere” lo colmara con su estilo gótico.

Llegó hasta la tienda de convivencia, la que se encontraba mas próxima a la Uní y luego de entrar y sacudirse la nieve de sus hombros, buscó la despachadora de chocolate caliente, de nuevo el volumen fue mínimo por lo que logró escuchar como le recriminaban la bebida que eligió.

“Es mejor el café.”

Miró al dependiente en turno, arrugando las cejas y poniéndolo demasiado nervioso ¿Quién demonios era él para decirle qué tomar o qué no?

—El chocolate y unos cigarrillos.

Habló pagando ambas cosas.

—Serán cuarenta y cinco…

No prestó atención a la cantidad en sí, lo que lo sorprendió fue la voz, ese joven no le había sugerido el café antes ya que esa fonación no era la misma. La entonación anterior poseía un tono frío, calculador y meticuloso, sin embargo y al mismo tiempo, relajante y sobre todo sensual.

Recibiendo el cambio, aprovechó el movimiento de guardar el dinero en la bolsa para subir una vez más el volumen, caminó un par de cuadras por las avenidas solitarias, blancas y sobre todo ¡Extremadamente frías! para conseguir un taxi en la esquina siguiente, ya en la mañana decidiría si continuaba con las pruebas o descansaba todo el día sin embargo, en todo el trayecto analizaba y pensaba con lujo de detalles las recomendaciones de esa voz.

Llegó hasta el edificio compartido, ese en donde tenía su departamento en el ultimo piso, entró y al igual que en todas las veladas previas, la oscuridad le recibió, aunque duro poco ya que con encender la luz observó que todo estaba igual que siempre y sin cambios mínimos, después de todo, vivía solo y su única visita, entre semana casi no lo frecuentaba; se despojó de la chamarra arrojándola al sofá, en el trayecto a su  alcoba y únicamente se quitó la bandana, las botas y el IPod para esconderse en la caverna de cobijas y dormir un poco.

Las seis con quince minutos marcaba el despertador cuando inició sus labores y sonando fuertemente alentaba, o molestaba, a Kid con su fuerte sonido esperando que se levantara, aunque el pelirrojo ya tenía mas de media hora dando de vueltas en la cama sin la más mínima intención de despegarse de las cobijas y, en ese preciso instante aquella alucinatoria voz le dirigió nuevamente la palabra.

“¿No piensas apagar ese molesto sonido?”

A lo que el taheño se enderezó de prisa y observó por toda su alcoba. Ni con tan poca luz en los rincones más oscuros de su dormitorio se podría alojar a una persona, además ¿Qué mediocre ladrón alertaría a su victima del atraco sólo por el sonido de la alarma?

 La lógica lo obligaba a levantarse. Sin ponerse siquiera los calcetines, saltando alternadamente tratando de evitar el piso helado bajo sus pies recorrió la habitación; salió de ella sin nada más que sus pijamas y una ligera playera de tirantes, la ira de pensar que alguien estaba ocultándose en su casa le incitaba continuar con su búsqueda.

Sin omitir espacio alguno buscó por todo el departamento, escudriñó muy bien en el par de baños y sobre todo en el área de la regadera; no dejó de husmear a fondo en las alcobas extras de su casa, para  después de una buena pesquisa terminar en la cocina— estaba más que exagerando, ¿cuando se ha visto que alguna persona se esconda bajo el fregadero? —obvio, sin encontrar nada, se regresó a la sala y para matar un poco al silencio encendió la tv.

Analizó lo que estaba ocurriéndole, era la tercera vez que ese timbre de voz lo persuadía al extremo de casi obedecer lo que le insinuaba, pero lo que en verdad le sacudía el cerebro no era en sí la belleza de la fonación que le seducía, era la interrogante de: ¿En realidad estaba escuchando esa voz o meramente alucinaba?

— ¡Mierda! —Ya se encontraba demasiado molesto, frustrado y sobre todo extrañado.

Exhalando profundamente continuaba con la búsqueda y luego de mirar por espacio de minutos con mucha atención, se convenció nuevamente que no había nada y que esa voz era mero producto de su imaginación, pensaba en hablarlo con Killer, con quien siempre trataba cualquier aspecto de su vida, de hecho no tenía a nadie más para “molestar” con cosas tan triviales y cotidianas, pero seguramente éste le diría que descansara antes de que se volviera completamente loco.

Mirando el reloj en el microondas, notó que en realidad no pasaban a ser ni las siete de la mañana, estirándose y bostezando sintió la garganta seca así que completamente enojado se dirigió a  la cocina.

 Sin encender las luces del departamento se aventuró a cruzarlo con únicamente la luz proveniente de la televisión, como para la mayoría de las personas la oscuridad se convirtió en el talón de Aquiles o en este caso, el dedo meñique del pie, que fue golpeado en la esquina del sofá , enojándolo aún más.

— ¡Maldita sea! —Gritó al tiempo de brincar en un pie y llegar hasta su objetivo.

“Nada te costaba encender la luz.”— Escuchó.

Sosteniendo la jarra con agua miró en todas direcciones sin lograr ver nada aunque quizás si la leve luz de la pequeña cocina (única que acompañaba a la del televisor en la sala) habría notado algo más, quizás...

 —Ya estoy loco. —Enunció  rascándose la cabeza para luego beber del pequeño contenedor de vidrio. “No tanto como crees.”—Oyó de nuevo.

Casi se atragantó al escuchar una vez mas esa voz, — ¡Ya basta! —Bramó enfadado caminando en dirección del apagador en la sala.

 — ¡¿Qué rayos…?! ¡¿Qué demonios…?! —Enunció en completa sorpresa al observar, después de encender la luz, a una persona dentro de su casa, un hombre moreno de cabellera negra resplandeciente en azul, delgado y con el semblante serio, frío; quizás padecía de sus facultades mentales ya que para el crudo frío de ese año, vestía sólo jeans y una playera blanca ajustada que le permitía observar unos dibujos en manos y brazos.

— ¡¿Cómo demonios entraste a mi casa?! ¿Quién te dio permiso?

—No lo sé.

Respondió franca y secamente. Esa persona no emitió sonido alguno cuando lo siguió, además, si cerró bien la puerta (como siempre) y, las ventanas que señalaban a la calle,  todas en una sola pared del edificio,  también lo estaban y siendo estas  el único modo de entrar ¿Cómo irrumpió sin hacer ruido alguno?

Para un chico como Kid, escéptico por completo, eso simplemente no era real. Los fantasmas no existen, esos seres igual que los demonios, ángeles, brujas, Dios y todo lo demás eran meros cuentos que todos los humanos copiaban unos de otros con el afán de encantar a las personas en algunos casos y en otros, someterlos.

La lógica lo era todo, las matemáticas eran el alfa y el omega en todo lo que hacía a diario y por ende, las ecuaciones le mostraban que esa persona dentro debía ser de carne y hueso y siendo así, le daría la paliza de su vida hasta que las respuestas le satisficieran.

Se acercó con pasos agigantados e intimidatorios hasta ese tipo, levemente mas bajo que él y al tratar de sujetarlo por la playera, de nuevo su lógica y razonamiento se vieron abofeteados al grado de hacerle dudar de toda su ciencia base. Las manos de Kid atravesaron completamente a esa persona, por el impulso y fuerza que llevaba cayó al piso y girándose, permaneciendo sentado lo observó a lo alto.

Y justo como chasquear los dedos, desapareció delante de sus ojos dejándolo completamente sumergido en la incertidumbre, ¿Acaso soñó? ¿Era un sonámbulo y estaba dormido? Si, quizás y eso era, quizás necesitaba mucho descanso; reponiéndose rápidamente, se levantó, se dirigió a su cama, amplia, acolchada y tibia para dormir otro buen rato.

Ya a medio día el calor aumentó y con eso su animo, estirándose de nueva cuenta tomó aire, se levantó y recorrió una vez más todo su departamento; checó las ventanas que continuaban con los cerrojos puestos, la puerta de entrada se mantenía incluso con la cadenilla en su sitio y la entrada del techo (por ser un departamento en el tercer piso tenía acceso directo y privado a la azotea) se mantenía encadenada, nadie hubiese podido entrar o salir sin tener que romper cadenas o cristales eso era un hecho.

Luego de analizar por un largo rato y asegurarse de que estaba solo en la habitación decidió olvidar el incidente, total esa visión no estaba y ya no escuchaba esa voz, quizás y el vacío de su casa sí estaba haciendo de las suyas y tal vez y, sólo tal vez se sentía levemente solo.

Ya con la mente un poco  más tranquila, se enredó en una delgada pero caliente cobija, se puso sus pantuflas y se dirigió a la cocina, su estómago clamaba por atención; su cerebro continuaba analizando ese fantástico hecho en lo que se preparaba algo para comer.

—Como sea… —Musitó regresando todos los ingredientes de su sándwich al refrigerador, el jamón, el queso amarillo, mayonesa, mostaza, lechuga y tomate, en orden los acomodó, sacó un refresco de manzana y preparándose para desayunar-comer, algo de nuevo le interrumpió.

“¿Acaso estas pensando en comer eso? ¡Es asqueroso!”

Y así como esa oración llegó hasta él, esa “persona” se hizo presente también; la visión previa de Kid no falló en lo más mínimo la vez anterior, ese joven moreno lo estaba mirando una vez más y no sólo le miraba sino que le recriminaba la comida preparada.

— ¡Ya basta! ¡¿Cómo es que logras entrar?!

Poniéndose de pie el pelirrojo exigió respuestas y de nueva cuenta, trato de sujetarlo con violencia por la camiseta, sin embargo el resultado fue el mismo al anterior  su mano atravesó por completo a esa persona y en ese momento su cerebro le convenció de que en realidad estaba dialogando con… un fantasma.

— ¡I-imposible! ¡Los fantasmas no existen!

“¿Fantasma?”

Preguntó esa esbelta y bien definida figura masculina en frente. La sorpresa  plasmada en el rostro de Kid causó una risilla altanera y egocéntrica en ese ser.

“Los fantasmas no existen, ¿Cómo puedes decir eso? “ —Aclaró ladeando la cabeza, con tono meloso dirigiendo su mirar a ese chico que lógicamente estaba consternado.

—N-no… lo entiendo.

“Ni yo tampoco si eso te hace sentir mejor”— Declaraba ese ser caminando alrededor del pelirrojo, mirándolo fija y sagazmente, curioseándolo.

—No, no me hace sentir mejor, ¿Qué se supone que eres?

“No soy un “fantasma”  —Remarcó el moreno haciendo el ademan de comillas.  “Además si así lo fuera… “—Pronto la sorpresa le pegó en cara y en imitación barata del pelirrojo se quedó petrificado.

— ¿Si lo fueras? —Preguntó Kid mirando y analizando esa mueca.

El joven moreno no atinaba a responder y únicamente lo miraba, no le diría al pelirrojo que en definitiva no recordaba nada de nada, que sus recuerdos únicos eran los de haberlo visto ajustando sus lentes protectores en el taller  y que de ahí lo siguió, ni siquiera él comprendía como entró a la casa del taheño.

Trató de decir algo, pero sus palabras se quedaron en su boca, rehusándose a salir y un único resuello mostró la duda.

—Entonces, no me saldrás con un cliché de que no recuerdas nada, ¿Verdad? —Mencionó Kid regresando a la mesa y dando el primer mordisco a su comida, el verlo comer ese desagradable ingrediente regresó al momento al moreno.

“¡Eso es asqueroso!“

— ¿Qué lo es?

“Esa cosa que envuelve el jamón y demás “—Alzando su brazo señalaba el ingrediente.

— ¿Te refieres al pan? ¿No te gusta? ¿Cómo lo sabes?

Y de nuevo con la ultima pregunta, el moreno se quedó en trance, mirando y a la vez no; pero al mismo tiempo Kid se sintió ridículo de estar hablando con alguien se supone no estaba ahí.

— ¡¿Pero que carajos estoy haciendo?! No debo de estar hablando con alguien que no existe…

No hubo más charla. El fantasma se fue ofuscado y sin respuestas a muchas preguntas en su cabeza, alejándose del pelirrojo; con esa pausa él terminó su comida, bebió tranquilamente su refresco, se alistó y al final, salió a la universidad.

En todo el trayecto pensaba y analizaba como una proyección corpórea conversó con él, como incluso le reclamó lo que estaba por comer, lo que lo cabreaba al extremo, la misma pregunta se repetía en su cerebro al grado de hartarlo ¿No se supone que los fantasmas no existen?

Entró al aula de clases aún con el reproductor trabajando y ante todas las miradas de los compañeros ya que era extraño verlo en esa materia, bostezando, prestó atención y se centró en las palabras del “tocayo” pelirrojo tomando unos cuantos apuntes.

—Y es así chicos como se cobra el interés sobre interés…

“Deberías apagar tu reproductor para que prestes más atención a lo que dicen.”

De nuevo la voz del fantasma estaba distrayéndolo o intentando que tomara consciencia y sobre todo que prestase atención en la clase.

— ¡¿Tú de nuevo?! — Gritó atrayendo toda la atención delos presentes.

El maestro guardó silencio y se quedó parado viendo. Los demás estudiantes atinaban a mirar desde los distintos niveles del salón, con bancas ajustadas estilo teatro y él estando en el último nivel, el más alto, era sencillo observarlo. La curiosidad y sobre todo la incredulidad eran las principales responsables de esas miradas, a las cuales, él ignoraba completamente centrándose en el acompañante terco que lo seguía.

— ¡¿Qué se supone que estas haciendo aquí?! —Agregó en el mismo tono y poniéndose de pie al observar al moreno a un costado suyo.

“No quise estar solo en tu casa.”

— ¡No te quiero cerca de mí, no existes ¿Entiendes?!

Todos los presentes se quedaron sorprendidos y un tanto divertidos, — ¡Joven Eustass Kid! ¿Nos quiere compartir el chiste o la historia? —Preguntaba el pelirrojo profesor sonriendo.

“Anda, diles que estas hablando conmigo”

— ¡Claro y ¿Qué me pongan una jodida camisa de fuerza? no gracias!

— ¿Camisa de fuerza? No es mala idea joven, le advertí que tanto trabajo lo volvería loco. —Respondía el maestro, entrometiéndose en la conversación entre Kid y el fantasma y justo en ese instante, el temor o duda de ese par se hizo notar, sólo Kid lo veía.

—Necesito… salir.

Mencionó al abandonar el salón de clases ante las risillas y leves carcajadas de los estudiantes y demás, el profesor lo siguió de cerca y lo alcanzó antes de que abandonara el edificio.

—Aguarda Kid, espera… —Insistía Shanks, el catedrático veterano con la misma tonalidad capilar que el estudiante, sin embargo de un carácter mucho, muchísimo más agradable.

—Oye, ¿Estás bien? Luces mucho más pálido que lo usual.

—Estoy bien, es sólo que no he dormido mucho que digamos. —Respondía Kid mirándolo de frente, tratando de ignorar a la presencia morena al costado del catedrático, quien ni siquiera se percataba del ente.

“No has dormido nada, diría yo, se requiere como mínimo seis horas de sueño para que el cuerpo este sano y tú, no dormiste ni tres.” —Se entrometía de nuevo el moreno incitándolo al enojo y sobre todo, al nerviosismo.

—Escucha, puedo hablar con Shirohige para que te dé algún tipo de extensión en los exámenes, no te presiones.

Ese profesor trataba de apoyar a todos los estudiantes y Kid era uno de sus favoritos, uno que se tomaba muy enserio sus descubrimientos y uno que brindaba gran prestigio a la escuela ya que varios de sus diseños ya estaban en manos de empresas mundiales.

—No es necesario, profesor, en verdad. Necesito descansar un poco.

“Te vendría bien un antipsicótico…” —argumentaba el ente al mismo tiempo que el profesor le hablaba.

— ¿Me escuchas?— insistía el profesor obviamente preocupado por el estudiante que aparentemente estaba desorientado.

“Aunque agregado al café y, la mala alimentación tendríamos un loco agresivo en la calle haciendo de las suyas”

— ¡Quieres cerrar la puta boca de una vez!— exclamó el pelirrojo, hablándole al ente.

— ¡Claro Kid! No es necesaria la violencia, vamos chico, además, soy tu profesor y debes respetarme. —Gruñía el catedrático y portándose estricto, según él, claro.

—No se lo decía a usted.

— ¿Entonces?

“Anda, dile que hablas con una persona que, obvio no puede ver y veamos que hace.”

Las miradas fulminantes del pelirrojo al ojeroso obligaban al profesor a mirar en la misma dirección extrañándose de que no hubiese nada más que el cristal delimitante de la facultad, junto con el resplandor reflejado del sol en el piso blanco lustroso y las demás puertas de los otras aulas, eso en verdad era un comportamiento bastante peculiar en el joven genio.

—Eustass, en serio ¿Estás bien? ¿Te acompaño a la enfermería?

—No hace falta, con su permiso. — declaraba frotando sus sienes y negando.

Se alejó a paso rápido al mismo tiempo que refunfuñaba, y peleaba probablemente con su amigo imaginario ya que sus ademanes estaban dirigidos a un costado —Conseguiré las camisas y las tendré cerca, por si acaso. — Mencionaba en tono divertido Shanks alzando un brazo e indicando con su índice al viento.

Kid entretanto se dirigió a la cafetería y estando en la última mesa, la más escondida, bebía del refresco de cola y fumaba tratando de apaciguar sus pensamientos que ya le sobrepasan en el terreno de la cordura.

“Pareces un ferrocarril, debiste haber ordenado algo para comer.”

Suspirando miraba en otras direcciones, tratando de olvidar la molestia que lo acompañaba, cuando miró al patio, de nuevo, el moreno le obstruía la vista colocándose justo en enfrente.

“Anda, debes comer bien, ¿No tienes hambre? ¿No te sientes débil, con sueño, cansado?”

Y de nuevo, viró su cabeza, evitando ver a esa cosa que para no existir le estaba causando problemas reales,  miró al menú en lo alto de la cafetería, sin embargo ese ente no lo dejaría en paz, y colocándose detrás de él, se inclinó hacia en frente hasta estorbarle en la vista.

“Hay algo que te puede ayudar más que el refresco y el cigarrillo, mira la orden cuatro y verás.”

— ¡Deja de joderme la existencia y piérdete de una buena vez!

Una sonrisa altanera en el rostro del moreno apareció demostrándole que no le importaban mucho sus rabietas; para los demás comensales y los dependientes del sitio —que fueron cercenados de la burla con la mirada asesina del pelirrojo alterado— era demasiado extraño que ese chico actuara así, es mas ya de por si era raro que él fuera cuando  menos, a beber algo ahí sin Killer.

Tomó su mochila y salió del lugar, a paso veloz se alejó de la universidad para tomar el transporte urbano, aún era demasiado temprano por lo que era seguro pagar el camión en lugar del taxi habitual; Kid siempre disfrutaba de la música en cualquier trayecto ya que con ella se trasportaba a cualquier lugar que quisiera y sobre todo en el que encontrase algo de tranquilidad, y como siempre estaba solo disfrutaba de todos los panoramas posibles de apreciar, sin embargo, ese viaje no era ni lo uno ni lo otro y todo por el fantasma molesto que acomplejado de sombra, lo seguía a todas partes.

Extrañamente en el camino a casa no mencionó ni una sola palabra, se sentó a un lado y  miraba atento al recorrido del autobús, eso le llamó la atención al pelirrojo, pero como ya estaba fastidiado de hablar y hablar con ese ser, se quedaría con sus pensamientos para sí mismo.

Ya en casa las cosas cambiaron al momento de entrar y cerrar la puerta.

—No quiero que me estés siguiendo, es más, no sé que carajos se supone debo hacer o decirte para que te largues y no molestes.

“¿No me quieres cerca?”

Preguntaba altanero el fantasma viéndolo despojarse de la chamarra, gorro y guantes.

—Así es, soy feliz estando solo además, como ya te lo dije, las cosas como tú no existen y por tanto, no tienes que estar molestando.

“Si no existo ¿Cómo es que estas hablando conmigo?”

—Eso no lo sé y no me interesa, sólo deja de molestar o ve con alguien más. —Declaró Kid entrando al baño y azotando la puerta. Él tenía un típico y poco común modo de relajarse: Dándose un baño con agua tibia, de esa manera lidiaba con su estrés y lo apagaba un poco y, como en ese día su nivel ya había sobrepasado su límite, esa opción, era la única a su alcance.

“No puedo hacer eso, ya viste que sólo tu eres capaz de observarme y escucharme.” Respondía la figura fantasmal siguiéndolo de cerca y atravesando la puerta.

—Entonces, ¿Qué se supone que debo hacer? Ah, déjame responder  a eso, ¡Nada! No me interesa que hagas,  o lo que seas.

Suspirando entró a la ducha y se dedicó a relajarse con  su baño tibio a lo que el ojeroso también interrumpió mostrándose dentro del rango del agua, casi restregándosele al cuerpo.

— ¡¿Pero que diablos?!

Era el colmo que ni ahí lo dejase en paz, salió enredando la mitad inferior de su cuerpo y se quedó mirando como el agua e incluso el vapor, atravesaban a ese ser sin afectarle en lo más mínimo.

Para el moreno, mirar al pelirrojo así, le causaba un hormigueo extremo haciéndolo cuestionarse de muchas cosas, una de ellas, ¿Acaso él era gay? Porque ponerse nervioso por un similar tan atractivo como el estudiante, sentía él, no era fácil ni simple. Si algo que el fantasma supo discernir fue el sarcasmo en su interior y sobre todo la desfachatez, el descaro y el ego. Sentía ser una persona no superficial pero que, si de tener lo material lo presumiría a diestra y siniestra y sobre todo sin rectaos de ningún tipo ni contemplaciones;  por eso, cuestionarse tales cosas eran validas para él.

— ¡Esto es demasiado, tendré que tomar medidas drásticas contigo! No logró hacer que captes que no eres bienvenido, que no te quiero cerca, que debes irte y no regresar, que me molestas y sobre todo, alteras, ¿Comprendes?

“Entonces, ¿Quieres que me vaya?”

—Claro, ya te lo dije desde el inicio.

“Si lo hubieses pedido un poco más cordialmente lo habría pensado, sin embargo, a mí no me gusta que me digan que hacer, te veré más tarde, por lo pronto báñate que, creo,  buena falta te hace.”

Gruñendo, maldiciendo y sobre todo pateando el suelo, Kid demostró toda su rabia ante ese ser  que apenas observó los berrinches se desvaneció sonriendo burlonamente. Nunca en toda su vida había conocido semejante personalidad, aunque, analizándose a fondo, él nunca lidiaba con las personas, se centraba tanto en los estudios y trabajos que tenía que entregar que, de ningún  modo se daba el tiempo para socializar, de no ser por Killer estaría completamente solo.

Notas finales:

Bueno, espero les haya gustado y ya sé que tengo actualizaciones pendientes, trabajo en ellas... nos vemos luego.


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