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Cómo conquistar a tu Rei-chan por MikaShier

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Éste es un fanfic original basado en Free! Iwatobi Swim Club, Free! Eternal Summer y High Speed!

Los personajes no son de mi autoría. Pertenecen a las series anime y la novela anteriormente mencionada.

 

Advertencias: Este fanfic es de temática Yaoi (homosexual). Si no te gusta este género, te recomiendo que no leas.

 

Título: Cómo conquistar a tu Seme

 

Autor: MikaShier

 

Personajes principales: Ryugazaki Rei; Hazuki Nagisa;

Notas del capitulo:

Historia paralela a Cómo robar un Uke

¿Por qué las cosas eran tan difíciles?

 

Amor y desamor. Eran cosas tan caóticas que podían poner al mundo de cabeza. Guerra, disputas, desacuerdos... Sí, era desamor, porque si todos se quisieran, aquello no existiría, ¿no?

 

Según los informes, había aproximadamente siete billones de personas, o más. En realidad no recordaba el número. Pero, si había aquella cantidad y el amor existía para todos, entonces todos intentarían encontrar a quién amar.

 

Y estaba la teoría del hilo rojo. Aquello le parecía divertido. Nacer con un hilo rojo, invisible ante los mortales, amarrado al meñique y que te unía a tu persona destinada, sumándole la aparente irrompibilidad del mismo, era una idea agradable y que le hacía pensar en ello todo el día.

 

De aquellas siete billones de personas, ¿a quién estaba unido por un hilo rojo?

 

─Es una tontería ─había dicho Rei en cuanto compartió su "interesante descubrimiento"─. No hay lógica alguna en un hilo rojo e invisible. De existir, entonces lo imposible sería la nula capacidad de romperse. Y aunque en ello se desafiase a todas las leyes físicas y lógicas del universo, yo no siento nada en el meñique.

 

─Eso es porque quizá Rei-chan no tiene un destino junto a alguien ─musitó Nagisa con molestia.

 

Se dejó caer en la cama, rebotando algunas veces debido al peso. Rei se recargó en el respaldo de la silla donde yacía sentado.

 

─Es ilógico. Has dicho que todos están hechos para alguien.

 

─ ¡Lo ilógico es que sigas hablando de ello si ya dijiste que es imposible! ─exclamó alzando los brazos y dejando caer uno sobre sus ojos─ Rei-chan, eres terrible. Estaba tan ilusionado pensando en que en este momento mi futura novia o novio está respirando por ahí.

 

─Bien, lo siento, Nagisa-kun ─el rubio bufó y se sentó sobre la cama para después terminar por pararse.

 

─Mis hermanas dejaron algo de comida antes de ir a molestar a alguien en el mundo... ¿Tienes hambre, Rei-chan? ─el peliazul asintió algo contrariado─ ¡Bien, traeré algo!

 

─ ¿Necesitas ayuda? ─el rubio asintió.

 

─Está bien si vienes conmigo.

 

El más alto siguió al rubio por el largo pasillo que conectaba todas las habitaciones hacia la escalera. Bajaron en silencio y así mismo caminaron hacia la cocina. Nagisa revisó por todos lados en busca de comida preparada, pues juraba haber visto algo en cuanto llegaron de la escuela. Rei carraspeó.

 

─Nagisa-kun, hay una nota ─el aludido, con una leve sospecha de a qué vendría aquella nota, se acercó a Rei.

 

"Aliméntate con lo que puedas preparar tu solito, hermanito.

 

Atentamente: Tus queridas hermanas"

 

─Siempre hacen lo mismo ─musitó Nagisa mientras hacía una bola con aquella nota─. Solo para molestarme... Bien, no importa. Hoy comeremos... ¡Helado, crema batida, fresas, chocolate, nueces y yogur de piña! Es delicioso.

 

─Es poco nutritivo. Por no decir que realmente la nutrición no entra en ese platillo.

 

─ ¡Lo llamo "revolución de ricura" y lo como todos los lunes!

 

─Revolución de ricura... ¿Por qué sería una revolución?

 

─ ¡Delicioso!

 

─Nagisa-kun, deberías balancear tu alimento. Eres un nadador y... ─el rubio se encogió de hombros.

 

─Lo como porque me gusta, ese es mi régimen. Así que ayúdame con los platos y volvamos a mi cuarto.

 

Era viernes por la tarde y Nagisa había invitado a Rei a quedarse a dormir por ese día. Tenían un trabajo en equipo y además al más bajo le parecía algo divertido pasar más tiempo con su compañero de clase.

 

El rubio admiraba al ojimorado en secreto. Su condición física, forma de cuidarse, conocimiento y razonamiento lógico lo embelesaban. Pero, conociendo a Rei, aquello solo podría subirle el ego, pues sabía también que el peliazul se consideraba alguien "hermoso". Por no decir "perfecto".

 

A saber la definición que el ojimorado tenía de la hermosura.

 

Se sentó sobre la cama de un brinco y dejó caer ahí las cosas mientras Rei se sentaba frente a él y colocaba los platos con cuidado. Nagisa no tardó en servir la nieve en ambas vajillas, quitar las hojas a todas las fresas y ponerlas también en ellas para después bañarlas con la crema batida y echar encima trozos de chocolate y nueces. Abrió el bote de yogur y lo vertió sobre aquella cosa que aún no había parecido tan mala, más el líquido amarillo sabor a piña estropeó cualquier valor estético que aquello llegó a tener.

 

Rei observaba a Nagisa mientras éste hacía aquél desastre. Los mechones rubios caían por su rostro mientras el chico seguía preparando lo que comerían ese día. Se veía inocente de cierta manera. Su pequeña y rosada lengua sobresalía por la comisura de sus labios en señal de concentración mientras sus ojos rosas observaban la comida con atención y sus manos se movían rápidamente.

 

Era hermoso.

 

El peliazul se encontró desviando la mirada hacia el escritorio. Nagisa era nada más que su mejor amigo y la persona en quien más pensaba y confiaba. No más. No podía pensar que él era hermoso.

 

─ ¡Listo! ─El ojirrosa tomó una cuchara y, juntando las manos, exclamó: ─ ¡Gracias por la comida!

 

─Gracias por la comida ─balbuceó Rei tomando la cuchara que Nagisa le ofrecía.

 

Aquella comida, al ser más del tipo chatarra que otra cosa, acabó muy rápido, no estaba tan mal, pero al peliazul seguía preocupándole el valor nutricional de aquello. El rubio tomó los platos y los dejó en el escritorio para después acercarse a Rei.

 

Era tan... No sabía con que palabra describirlo, solo podía decir que le había gustado desde aquél día en el vagón en que lo encontró leyendo la teoría física de los saltos. Y, a pesar de esa personalidad tan extraña que poseía, Nagisa había terminado por enamorarse. Estaba mirando al piso, pensando en que tal vez Rei podría ser el destino de su hilo rojo. Levantó la mirada y su corazón dio un vuelco.

 

Una pequeña y traviesa mancha en la comisura de su labio.

 

Oh, Rei, era tan insensible como para no sentir aquello, ¿verdad? La excusa perfecta llegó a su mente. Decidido, se acercó al más alto y se acomodó en su regazo, recibiendo una mirada confundida del contrario.

 

─ ¿Qué estás...? ─el rubio lamió aquella mancha de crema batida y sonrió. No había tiempo para vergüenza. No cuando tenía esa clase de oportunidad.

 

─Rei-chan, leí que no hay necesidad de una relación para la satisfacción ─musitó sonrojándose mientras rodeaba el cuello del más alto con un brazo y retiraba los lentes del mismo─. Sé que no le encuentras lógica al amor, pero esto...

 

No es amor.

 

Eso era lo que Nagisa estaba por decir, a pesar de que ambos corazones latían acelerados por aquél sentimiento caótico. No era amor, porque no había lógica en algo tan siniestro. Porque era ilógico que eso existiera entre ellos.

 

Pero las necesidades humanas y el funcionamiento del cuerpo de esa misma raza así como la de todas las demás, daban por hecho que, si bien el amor podía no tener lógica, los besos, abrazos, caricias, en sí el sexo, sí que tenía lógica.

 

─No compromisos ─dijo Nagisa, a pesar de que aquella oferta dolería profundamente.

 

─No compromisos ─aceptó Rei, a pesar de que aquél hecho terminaría con su racionalidad y quemaría en su alma gravemente.

 

Pero no importaba ya, porque sus labios se unieron mientras se abrazaban el uno al otro en la solitaria propiedad de los Hazuki y daban un uso distinto a aquella crema batida que en un momento formó parte de un alimento improvisado y ahora era testigo de un amor que no planeaba ser aceptado. 


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