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Song of sex. por Akudo

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Notas del fanfic:

Los personajes son de Fujimaki Tadatoshi.

Notas del capitulo:

La alorgasmia consiste en excitarse al tener sexo con alguien mientras se piensa en otra persona.

Mi último fic del año.

No era cualquier concierto, era EL concierto. Como todos a los que asistía con el rostro de Tatsuya impreso en su boleto. Desde el primero en el que vivió más emociones durante una hora y media que en toda su vida, viéndolo, oyéndolo, idolatrándolo desde su lugar, se obsesionó con él.

Debía ser lo mismo que sentía cualquier otra persona con su actor o artista favorito, o cualquier figura pública a la que le profesaran su amor. Sin embargo, esta sensación que quemaba en cada átomo de Kazunari era solo suya, un romance único y silencioso entre él y ese hombre que nunca estaba fuera de sus pensamientos.

Desde esa primera presentación en vivo a la que lo invitaron y en la que fue musicalmente desvirgado por la voz de Tatsuya empezó a trabajar doble y ahorrar, no solo para la siguiente vez, sino para todas las veces que vinieran y lo persiguió por todo el país, siempre atento en su computadora para ser el primero en comprar su boleto. Se descargó todos sus discos y no había día en que no tuviera los audífonos puestos para que sus oídos fueran deliciosamente follados por las líricas del chico del lunar.

Sabía que Tatsuya tenía muchos fans que desesperadamente le enviaban su amor en cartas como él lo hacía, pero no le importaba, porque no había manera de que otra persona lo adorara igual que él, y se preguntaba qué cara pondría Tatsuya al leer lo que le escribía. Siempre era terriblemente honesto y descriptivo en sus palabras, relatándole los sueños que tenía con él, la forma en la que se tocaba diciendo su nombre, queriendo que fueran las manos del mayor las que lo manejaran como hacía con sus guitarras.

No le interesaba destacar ni presumir que lo veneraba más que otros fans, porque era simplemente eso, un fan más; pero toda esa explosión de capricho y fascinación que bailaba en su cuerpo al compás que Tatsuya marcaba solo podía disfrutarlo él, y le encantaba.

Como ahora, incapaz de despegar sus ojos de ese íncubo que lo seducía desde el escenario y se alimentaba de sus secreciones de placer. Tatsuya iba de punta a punta jugando alrededor de los demás chicos de la banda, interactuando con el público sin despegarse del micrófono que hacía que su voz llenara todo el recinto, acompañado del coro de todas las personas presentes saltando y agitándose como langostas en agua hirviendo. Un infierno de ardentía, empujones y gargantas afónicas del que nadie quería salir, y su rey estiraba su mano libre hacia ellos para regalarles un segundo del roce de su ser.

Le fastidió no haber conseguido un lugar más cerca esta vez, sin embargo, a Kazunari no le importó mucho si podía seguir sintiéndolo tan cerca a pesar de la distancia, tan dentro suyo hasta donde su lexía cadenciosa llegara, obligándolo a temblar excitado. Porque ese estímulo era tan vívido en su carne como una penetración anal, así de juguetón se ponía su cerebro.

Cuando se quitó de la frente su flequillo húmedo notó lo sudado que estaba y lo ajustada que tenía la ropa por tanta transpiración, lo que le daba una idea de lo poco que faltaba para que su empíreo terminara. Tatsuya subió el pie a uno de los amplificadores echándose el cabello hacia atrás y haciendo que todas las chicas gritaran igual que las gónadas de Kazunari, anunciando su canción final.

Hazme perder la cordura, con esa forma que tienes de decirme “ven”

Enredemos nuestras piernas, vamos, que esta cama grite “¡sí, otra vez!”

Song of sex empezó y los labios de Tatsuya recitaron el baile de dos cuerpos a los que el amanecer los descubrió moviendo la cama, provocando gemidos que como la lava, eran imposibles de detener.

Kazunari quería entrar en cada letra y cerró los ojos, dejándose llevar por la multitud que se apretaba y se lanzaba hacia el proscenio. La oscuridad, los gritos, el calor de todos los cuerpos alrededor, el sudor le recorrió como si fueran los dedos de Tatsuya que miraba desde el escenario, tocándose, siseando erotismo. Al principio no lo tomó en cuenta, pero fue demasiado insistente como para tratarse de una casualidad; una entrepierna se frotaba contra él y estaba dura, seguramente de algún pervertido al que le emocionaban las multitudes.

Abrió sus ojos de cristal y la mirada de Tatsuya iba hacia todos, sin embargo quiso imaginar que el cantante lo veía a él, que observaba lo obsceno que era, y le gustó cómo se sentía, echándose hacia atrás para pegarse a ese torso masculino. Parecía ser más alto, quizás tanto como Tatsuya, quizás era él. Esa idea lo prendió, y al mismo tiempo que Tatsuya empezó a mover lentamente sus caderas adelante y hacia atrás bajando la mano por su pecho, otra se deslizó por el cuerpo de Kazunari hasta su rígido miembro. No le sorprendió su propia erección, le pasaba cada vez, pero ahora dolía más que nunca.

La canción seguía y la mano de Tatsuya se hundió en sus pantalones, dejando a la imaginación de todos el toque de sus largos dedos sobre su propio falo. La mano que asediaba a Kazunari presionó con fuerza y el chico apoyó la parte trasera de su cabeza en el hombro del extraño sin intenciones de mirar su rostro, solo necesitaba el de Tatsuya dibujado en sus pupilas dilatadas.

Si me miras con ese delirio que se derrama como tus dedos en mi piel,

¿puedo hacer la prueba de cuánto de mí cabe en ti, bebé?

Gimió deseando más.

— Ahh, hah… sí, fóllame. Lo quiero.

Su miembro estaba en llamas, tanto que temió que saliera humo cuando aquel sujeto le abrió el pantalón. Fue gratamente tocado en el estrecho espacio que dejaba su ropa interior y sus jadeos morían entre el ruido general, pues incluso si gritaba de placer probablemente nadie voltearía la cabeza. Aquellos dedos fueron más profundo y entraron en él, a la vez que Tatsuya pasaba la lengua por el micrófono.

Takao gimió, gruñó extasiado y se lamió los labios salivando en extremo, aferrado a los brazos ajenos mientras dos dedos lo forzaban y un aliento agitado le calentaba la oreja.

— Mm, hazlo ya…

Fue abandonado solo algunos segundos mientras el otro se preparaba sin despegarse de él y aprovechó para bajarse más la ropa. Llevaba una camisa de baloncesto encima de una playera y le quedaba lo suficientemente larga como para cubrir sus partes, aunque el borde se levantaba por culpa de su erección. Se la tocó por encima de la tela, percatándose de lo mucho que dolía por la sensibilidad.

El hombre volvió a rodearlo con su brazo y Kazunari vio hacia el centro de las luces donde Tatsuya hacía sonidos en el micrófono que sonaban como gemidos. Estiró su mano hacia él susurrando un “mírame” antes de abrir la boca al máximo cuando un falo lo penetró; grueso, firme, dando golpes húmedos algo incómodo por la posición, pero no por ello fue menos satisfactorio.

Tan rápido como gozoso, Takao acabó en su mano y parte de la falda de la chica que saltaba frente a él, alcanzando a ver a Tatsuya apretando una botella de agua a la altura de su entrepierna para mojarlos como si eyaculara sobre todos, tan potente y caliente como el orgasmo que salpicó en su interior.

Todo terminó y bajaron la iluminación mientras los chicos le agradecían al público por ir a verlos y se iban del escenario, para que en unos minutos más los de seguridad los hicieran desalojar a todos. El chico de ojos claros se arregló sin prisas, aun vibrando por el clímax que tuvo y cuando giró ya no había nadie en su espalda.

Sonrió, esperando con ansias el próximo concierto.

Notas finales:

Qué puto es Takao, a saber quién fue el que se lo gozó.

Bye.


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