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An entire month with you (& ur luv) por BombayLove

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Notas del capitulo:

Shota decide pasar un tiempo a solas con Ryuhei, llevándolo a un onsen. Pero, lejos de disfrutar las aguas termales, terminan vestidos como una ardilla voladora y un unicornio.

Día 11: con kigurumi.

¿Es necesario leer el capítulo anterior?: No.

Había sido la última vez que aceptaba salir con Shota. Aunque no  podía negar que el disfraz de ardilla que él tenía le quedaba mal. Y tampoco podía decir que el suyo, de un unicornio, era malo. Hasta le parecía cómodo, pero la realidad era que nunca jamás iba a volver a salir con él.

— ¿Qué sucede? — Le preguntó Shota en un susurro, acomodándose la capucha para que sólo él lo viera.

Al menos era de noche, aunque tuvieran que regresar caminando.

— Nada — Soltó Ryuhei, sonriendo. Sabía perfectamente por qué había aceptado aquella fracasada salida: porque lo amaba, y porque cada momento que vivían juntos, parecía eterno.

— ¡Mira, mamá! ¡Un unicornio! — Exclamó una niña que caminaba por aquella desierta calle en sentido contrario al suyo. Tanto Ryuhei como Shota se miraron y sonrieron. Terminaron cantando una canción infantil e improvisando una coreografía para ella. La niña en cuestión, aplaudía fascinada por la secuencia. En cambio, su madre, aunque sonreía, no estaba tan segura de las intenciones de dos personas en trajes de kigurumi a esa hora de la noche —. ¡Un unicornio!

— Gracias, gracias — Exclamaron ambos al unísono, dedicándole una reverencia antes de seguir su camino.

— Sabía que ese traje iba a tener más fama que el mío — Reconoció Shota, levantando sus brazos para que se vieran las alas del traje de ardilla voladora que tenía puesto.

— Para mí, Sho-chan — Le dijo, abrazándolo pasando su brazo alrededor de su cuello, ocasionando que la capucha de su traje se hiciera hacia atrás —..., estás hermoso — Reconoció, dándole un suave beso en la frente.

A lo lejos, se oyó un griterío, por lo cual ambos se separaron rápidamente y miraron hacia adelante, encontrándose a un grupo de muchachos que de seguro no estaban volviendo de una biblioteca.

— ¡Miren, chicos! ¡Un unicornio!

— ¡Es tan esponjoso que voy a morir! — Exclamó otro sujeto.

— Son tan raros — Dijo una muchacha, mirándolos de arriba abajo.

— ¿Dónde es la fiesta de disfraces?

El grupo se echó a reír a carcajadas. Ryuhei y Shota se miraron, recordando ambos la forma en que terminaron vestidos así.

 

Había empezado el día viendo a Shota sentado en el sillón que estaba en el living comedor, con un libro de viajes, lo cual le llamó muchísimo la atención.

— Buenos días — Le dijo, intentando acomodar su cabello con una mano y terminar lanzándose sobre el sillón, a su lado.

— Buenos días, Maru — Lo saludó el pelirrojo, girando su cabeza para recibir un beso de buenos días, pero Ryuhei estaba más concentrado en saber qué estaba haciendo con aquella guía turística, en vez de besarlo.

— ¿Qué buscas? — Le preguntó, con la cabeza apoyada sobre uno de los hombros del más bajo, más dormido que despierto.

— Nada en particular. Un onsen cerca de aquí.

— ¿Para qué? — Volvió a preguntarle, acomodándose para poder mirarlo.

— Bueno…  No siempre vamos a poder encontrarnos para salir… Tú siempre tienes la agenda tan ocupada — Suspiró, con un fingido tono dramático —… y no tienes tiempo para mí.

Extrañado, Ryuhei se sentó correctamente y tomó el rostro de Shota entre sus manos.

— Eso es mentira, Sho-chan…

— Lo sé, pero me gusta hacerte sentir mal — Reconoció el pelirrojo.

— Eres malo…

— Tú lo eres — Dijo el más bajo, sonriendo —. ¿Qué te parece esta? — Le preguntó, enseñándole la fotografía de un onsen.

— Lo que tú prefieras, para mí está bien — Respondió Ryuhei, jugando con el cabello de Shota.

 

El lugar elegido fue un onsen relativamente nuevo. Al llegar al lugar, se dieron cuenta que aún no estaba funcionando en un cien por ciento, pero al mismo tiempo, notaron el por qué de su precio promedio.

Fueron guiados por el personal del lugar hasta los baños, enseñándoles a ambos las salidas de emergencias y dándoles algunos consejos.

Recién cuando la mujer se fue, ambos pudieron estar solos. Se miraron y sonrieron al mismo tiempo, optando, sin siquiera haberlo comentado antes, por sacarse la ropa dándose la espalda uno al otro.

Cuando Ryuhei se giró, vio a Shota esperándolo en el umbral, con la vista puesta en el vapor del agua termal que entraba sin permiso al lugar.

— ¿Vamos? — Le preguntó Shota cuando lo vio cerca suyo.

— Claro — Dijo Ryuhei, tomándole la mano.

Sin mediar demasiadas palabras, ambos se asearon antes de entrar a las termas.

— ¿Qué sientes? — Le preguntó Shota, sentado relativamente cerca de Ryuhei.

— ¿Ahora?

— Cuando nos tomamos de las manos…

— Me siento la persona más feliz del universo — Reconoció, mirándolo fijamente.

— Te sonrojaste — Dijo Shota.

— Claro que no.

— Que sí.

— Que no… Bueno…, quizás un poco…

Shota se acercó frente a él y se agarró de sus hombros. Ryuhei se dio cuenta que había sido para poder flotar al ver sus talones asomando desde el agua.

— Te quiero…, Maru — Le susurró, dándole un suave beso en los labios. Si cuando nada más se tomaban de las manos, Ryuhei se sentía feliz, ahora que lo estaba besando, sentía que tenía una temperatura todavía más alta que la de las aguas termales. Inconscientemente, quizás siguiendo los designios de su corazón, Ryuhei lo agarró de la nuca y volvió a sellar sus labios contra los de Shota, quien poco a poco fue volviendo a su posición original, para no seguir flotando y ser besado en tal incómoda posición.  Al instante en que lo hizo, Ryuhei lo atrajo hacia él con fuerza. Lo que sentía cada vez que sus labios tocaban los del más bajo, era inexplicable —. Maru…, espera… ¡Espera…!

— ¿Qué? — Susurró el aludido. Abrazado a él, Shota miró a sus lados, como si quisiera asegurarse que estaban solos ellos dos en aquel lugar. Ryuhei se sonrió —. Yo también, te amo, Sho-chan.

El aludido lo miró y le sonrió, sintiendo sus mejillas ardiendo a causa de la vergüenza que le daban sus palabras. Cuando se puso en puntas de pie para besarlo, sintió que había movido una piedra en el fondo de las aguas termales. Cuando se separó de Ryuhei, sintió que una fuerza sobrenatural los arrastraba fuera por debajo del onsen y los hizo rodar colina abajo, hasta terminar en un sendero en medio de una arboleda.

— Ay — Se quejó Shota, sentándose en el suelo. Al levantar la vista vio el débil rayo del sol que, desapareciendo poco a poco, se colaba entre las copas de los árboles. Al girar un poco el cuerpo, vio a Ryuhei sobándose la cabeza —. ¿Estás bien?

— Sí, pero — Antes de seguir su oración, miró hacia arriba, dándose cuenta de lo que había ocurrido —... ¿Cómo llegamos hasta aquí?

— No lo sé…

— ¿Eh? ¿Se encuentran bien?

Caminando por el sendero, una señora entrada en edad se acercó a ellos. Llevaba consigo una canasta de mimbre, y su mirada que parecía estar levemente aumentada por el grosor de sus anteojos escudriñaba la de alguno de los dos muchachos que habían aparecido allí como por arte de magia.

— Eh… Sí…, ¿no? — Afirmó Ryuhei, girando lentamente su cabeza para mirar a Shota, quien se hincó de hombros con una leve sonrisa —. La verdad es que no entiendo cómo llegamos hasta aquí.

— Vienen del onsen, ¿cierto? — Les preguntó la anciana.

— Parece, ¿no? — Repreguntó Shota, con una sonrisa.

— Vamos, vengan a mi casa.

— ¿A… su casa?  — Preguntó Ryuhei, levantándose del suelo.

— ¿Adónde queda? Tenemos que regresar al onsen por nuestras cosas…

— ¿Y piensan irse así? No, no. Claro que no. Acompáñenme, no queda tan lejos.

Dándose cuenta, individualmente, que no tenían otra alternativa, ambos decidieron seguir los pasos de la mujer que se había topado con ellos.  Luego de mucho caminar, vieron una hermosa cabaña hecha de madera, como si fuera un oasis en medio del desierto.

— ¿Crees que estaremos bien? — Le preguntó Ryuhei a Shota, en voz baja.

—No podemos hacer otra más que confiar en ella.

No del todo seguros, ambos muchachos entraron a la cabaña, encontrándose con una decena de disfraces perfectamente acomodados dentro del lugar.

— Ah, disculpen el desorden. Estoy preparando algunos disfraces para una reunión — Reconoció la mujer, mientras sus invitados observaban la impresionante cantidad de disfraces ya terminados o a medio terminar —. ¿Quién beber o comer algo?

— Eh… No… En realidad — Dijo Ryuhei, en forma pausada —… Nos gustaría saber si tiene algo para que podamos… vestirnos — Finalizó, con una tímida sonrisa.

— Por supuesto — Dijo la mujer, sonriendo cálidamente —. En la habitación de arriba hay algunos kigurumi en desuso. Espero que les sirva — Agregó, señalando una escalera al costado del living.

— Muchas gracias — Dijeron Ryuhei y Shota al unísono.

Al subir al segundo piso, vieron casi cuatro estantes repletos de kigurumi, tal y como la mujer que los salvó, les había dicho.

— Wow…

— Cuando dijo que habían algunos, erró el cálculo, ¿no? — Preguntó Ryuhei, con una sonrisa.

— Y tú que desconfiabas de ella — Dijo Shota, mirándolo de refilón.

— Nunca dije eso — Murmuró el aludido.

 

— Y así fue como terminamos con estos trajes —Dijo Shota, al grupo que antes se había burlado de ellos.

— Bueno… Quizás nos pasamos un poco con las bromas — Dijo quien aparentaba ser el líder —. Lo menos que podemos hacer es acompañarlos de regreso al onsen, ¿qué les parece?

— ¿En serio? — Dijo Shota.

— ¡Por supuesto, ardillita!

— ¡Muchas gracias!

La pandilla empezó a cambiar, seguidos de sus nuevos integrantes, pero Ryuhei no parecía estar demasiado contento. Shota se dio cuenta al verlo unos pocos pasos detrás del grupo, por lo cual aminoró el paso hasta llegar a su lado.

— ¿Qué sucede?

— No quiero que te acapare alguien que no sea yo — Reconoció, sorprendiendo al pelirrojo, quien al pasar su brazo por debajo del de Ryuhei, entrelazó su mano a la suya.

— Sabes que eso nunca va a suceder — Le susurró, caminando con su cabeza apoyada sobre el hombro de Ryuhei —. Nadie va a acapararme del modo en que tú lo haces — Reconoció, dándole un suave beso en la mejilla, volviendo a hacerles compañía al grupo frente suyo.

Ryuhei pestañeó, sin despegar su mirada de la espalda de Shota. Sonrió tiernamente, debido a la vergüenza que sentía por las afectuosas palabras del pelirrojo.

Notas finales:

¡Gracias por leer! ♥ ^3^ *chu~*


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