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An entire month with you (& ur luv) por BombayLove

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Notas del capitulo:

Volviendo del ensayo, Ryuhei desvía el camino que estaba tomando junto a Shota, para satisfacer sus necesidades... alimenticias.

¿Es necesario leer el capítulo anterior?: No.

La colina por la cual debían regresar a la pensión estaba más inclinada que lo usual. O había utilizado sus fuerzas aún más de lo normal.

Amaba la guitarra, pero tener que sostenerla todo el día, atentaba negativamente contra sus fuerzas.

Lo único que evitaba que saliera corriendo, era el muchacho morocho a su lado, que pese a tener un año más que él, se lo notaba un poco más cansado, pero con una cuota de alegría en sus jadeos y las palabras auto estimulantes que se repetía a sí mismo.

— También estás cansado, ¿no, Maru? — Le dijo Shota.

— ¡Por supuesto que sí! ¿Quién no lo estaría? Lo único que quiero es llegar a casa y dormir.

— Si estás así a los dieciséis — Bromeó su compañero.

— ¡Ey! — Se quejó Ryuhei, empujándolo levemente con uno de sus brazos, ya que mantenía ambas manos dentro de los bolsillos de su campera —. Que Sho-chan tampoco es mucho más joven que yo.

— Pero bien que te gustaría estar en mis quince — Ambos sonrieron. Shota entrelazó su brazo al de Ryuhei y metió su mano en el bolsillo del pantalón —. Vamos, un paso a la vez.

— ¡¿Me estás tratando de viejo?! — Exclamó Ryuhei, sin poder evitar sonreírle.

— Claro que no — Susurró Shota en voz baja.

— ¡¿Qué dijiste?!

— ¿Puedes dejar de gritar? — Le preguntó el aludido.

— Ah. Perdón — Respondió Ryuhei, en voz baja —. ¿Ahora adónde vamos?

— ¿A la pensión?

— No. Yo quiero un helado.

— ¿Qué? — Preguntó Shota mientras sonreía.

— Sí, quiero un helado. ¿O acaso no nos lo merecemos?

— No quiero que mañana me regañen cuando no pueda cantar…

— Vamos. Será sólo uno. Acompáñame, Sho-chan, por favor — Canturreó, intentando convencerlo.

 

Desviándose de su camino original, Ryuhei llevó a su compañero por una angosta calle. Aunque Shota ya le había rezado a todos los Dioses conocidos (y algún que otro inventado), Ryuhei le decía que se calmara, que por aquella calle no pasaba ni un solo alma (y Shota podía dar fe de eso). Mientras el camino se hacía cada vez más y más brillante, Shota pensó que era una broma: en medio de aquella calle, donde sólo se encontraban los fondos de las casas que estaban en aceras opuestas, había una máquina expendedoras de helado.

Al llegar frente a la misma, Shota se preguntaba de qué forma llegaban los productos allí, ya que en su recorrido no encontró ninguna calle lo suficientemente ancha como para que cupiera un camión que repusiera los productos faltantes. 

Ryuhei se zafó de su agarre y se colocó en cuclillas frente a la luz de aquella máquina, pose con la que empezó a contar cuántas monedas tenía guardadas en su campera.

— ¿Te alcanza? — Le preguntó Shota, antes de fijarse en el bolsillo de su campera si conseguía un par más de monedas. El bolsillo resultó ser más pequeño de lo que pensaba, un poco incómodo, así que, cuando intentó sacar su mano, no más de una docena de monedas terminaron dispersas en el suelo y, por el susto ocasionado, mezclándose con las de Ryuhei, quien lanzó las suyas por el estrepitoso sonido de las monedas de Shota cayendo al suelo —. ¡Ah! Lo siento mucho, Maru — Se disculpó su acompañante, arrodillándose a su lado para juntar las monedas. Cuando la mayoría visible volvió a la palma de Ryuhei, éste las contó.

— Nos alcanza para uno solo — Dijo el aludido, con una media sonrisa.

— Perdón — Repitió Shota, imitando su gesto.

— No te preocupes — Lo calmó Ryuhei, poniéndose de pie —. De todos modos, creo que tampoco llegábamos para dos con lo que teníamos. ¿Qué sabor quieres?

— Frutilla estaría bien — Dijo Shota, mirando todos los sabores a través del grueso vidrio de la expendedora.

— Entonces…, será frutilla — Dijo Ryuhei, en voz baja, oprimiendo luego el botón que enviaría fuera el helado de mencionado sabor. Al hacerlo, Shota lo agarró y se incorporó.

— Aquí tienes — Le dijo.

— Gracias — Dijo el aludido, deshaciendo luego el papel que envolvía al helado, al cual le dio una mordida y, le extendió luego a Shota.

— ¿Está frío? — Le pregunto el aludido al ver que Ryuhei cerraba los ojos con fuerza. Al instante, asintió, haciéndolo sonreír. Ya que no estaba seguro de la temperatura del helado, lamió apenas un poco, sintiendo que si dejaba su lengua pegada por más tiempo, no podría despegarla de ahí jamás —. Está… Olvídalo — Al igual que Ryuhei, quien ya repuesto del efecto obtenido por la mordida del helado y lo miraba atentamente, le dio una pequeña mordida. Sintió su temperatura acabando con todas sus papilas gustativas, con su lengua, sus dientes, sus encías: todo. A diferencia de su acompañante, sonrió, dedicándole una mirada —. ¿Sucede algo?

Ryuhei se sonrió y negó con la cabeza.

— Nada. Está bueno, ¿no?

— Sí. Sí que vale la pena venir hasta aquí — Reconoció, volviendo a agarrar el brazo de Ryuhei de la misma forma en que lo había venido haciendo —. Pero, tengo frío.

— Sí, mejor regresemos.

Aunque todo indicaba que Ryuhei iba a empezar a caminar, no lo hizo. Se quedó mirando el cielo. Shota lo miró y luego levantó el rostro.

— ¿Qué sucede?

— Parece que va a llover…

A pesar de la noche y el color especial con el cual estaba teñido el cielo, pronosticando una lluvia que llegaría más tarde que temprano, ambos se quedaron un rato mirando el lento recorrido de las nubes, sin decirse nada, simplemente mirando el cielo.


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