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Redención por Sorgin

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Notas del capitulo: Este fanfic creía que lo escribiría antes pero al final se me fue el shinigami al Enma. Espero que os guste y aclare todas las dudas.

Cuando dos almas comparten el mismo cuerpo poco a poco este pierde su energía llevando a su poseedor a la muerte. Cuando eres shinigami es más peligroso tu poder escapa de tu control y la fuerza te abandona; de esta manera te conviertes en un estorbo. El mejor shinigami del departamento Enma encargado del área dos, Kyûshû, esta sufriéndolo en sus propias carnes. Lleva dos meses intentado evitar que sus compañeros noten su debilidad pero cada vez se agota más rápidamente. Su compañero, quién duerme en su interior, lo nota y desea hacer algo para evitarlo.

 

-Solo un paso más, vamos Tsuzuki ya casi estamos.- La voz de Hisoka retumbaba en el interior del joven ojos amatistas. El olor a tabaco le hizo arrugar la nariz.- Tarezuma.

 

-Eh Tsuzuki, ¿te pasa algo?- Por lo general no se habría preocupado, pero desde hacía algún tiempo notaba  un olor raro en él. El aludido calló al suelo.-¡Wakaba!, llama a ese médico loco algo le pasa al payaso del área dos.

 

Tatsumi se acerco al oír el escándalo, el pecho se le encogió al darse cuenta de quién era el enfermo. Lo trasladaron a la enfermería, donde Watari le atendió. Salió de la habitación con una fingida sonrisa y despacho a los curiosos alegando que solo se trataba de un desmaya por falta de descanso. Una mirada le dio a entender a Tatsumi que no estaba siendo totalmente sincero.

 

-¿Qué es lo que sucede?.- El secretario se apoyó sobre la mesa.

 

-¿Te has dado cuenta de que lleva lentillas negras?.- El secretario asintió.

 

-Sí. Dijo que estaba harto de que le confundieran con un demonio.-Dedico una tierna mirada al que había sido su compañero.

 

-No me lo creo y menos después de haber visto esto.- Levanto delicadamente los párpados de Tsuzuki, dejando a la vista una amatista y una esmeralda.- Tiene un ojos de cada color. Ha realizado un hechizo de admisión. Creo que el alma de Hisoka esta en él.-Tatsumi le miro espantado.- Si no les separamos acabara consumiéndose.

 

-Sabes que se negara.- Watari asintió y después se encogió de hombros.

 

-Entonces morirán los dos. Iré a decírselo al jefe Konoe.- Los dos muchachos salieron del la enfermería y se dirigieron al despacho del jefe. Mientras Hisoka temblaba en el interior de Tsuzuki.

 

-Jefe todos sabemos lo que cuesta tener a alguien en el interior, Tsuzuki debería descansar más y aún así sería difícil.- El jefe les escuchaba atentamente.

 

-Los poderes de Hisoka tampoco ayudan mucho, el muchacho necesitaba dormir mucho para controlarlos. Ahora los posee Tsuzuki y no sabe controlarlos.

 

-Muy bien dudo que Tsuzuki quiera deshacerse de su compañero; así que tendremos que optar por otra opción. Llamad aWakaba.

 

Tsuzuki se sentía sonrojar mientras oía las explicaciones del jefe. Después de todo lo que había hecho para que no se enteraran y al final había sido en vano. Suspiró. Alguien en su interior le decía que era lo correcto, o mejor dicho alguien. Aunque por unos breves segundos noto como éste se asustaba.

 

-Muy bien le llevaré al mundo de las ilusiones.- Wakaba abrió la puerta y les envió.

 

Se encontraron separados, por primera vez en mucho tiempo pudieron mirarse a los ojos. Volaron hasta el patio del palacio Tenku dónde se abrazaron.

 

-Eres realmente hermoso.- Tsuzuki sujeto el mentón del muchacho y le dio un suave beso en los labios.- No quiero perderte.

 

-No me perderás.- Hisoka le sonrió dulcemente y se abrazó a él.- Pero si me quedo contigo podría pasarte algo malo y yo no quiero que eso suceda.-Los dioses ceremoniales les observaban desde una distancia prudente.- Márchate antes de que se preocupen.

 

-De acuerdo, volveré pronto. Te lo prometo.- Levito.- Hermana cuida de él mientras yo este fuera.- Hisoka sintió una mano en su hombro. Tsuzuki desapareció y el se giro llorando entre los brazos de Suzaku.

 

-Ahora si le he perdido para siempre.- Sus lágrimas sabían amargas.

 

-No llores mi niño, el volverá.

 

-Si pero por cuanto tiempo, crees que no encontrará a alguien allí fuera. Alguien a quién tocar, a quien amar.-Corrió hacía los jardines dejando a la señora del fuego en la amargura.

 

Mientras en la ciudad de Osaka un médico acababa de atender a su último paciente. Lavó sus manos y subió al piso superior dónde vivía. Penetro en la habitación, la luz del atardecer la bañaba con tonos anaranjados. Sobre la cama de sábanas escarlatas reposaba el hermoso cuerpo de un adolescente de pálida piel. Sus ojos verdes miraban al horizonte, vacíos.

 

-Cuanto más te miro más recuerdo por que te violé antes de matarte. Realmente eres un ser hermoso, casi tanto como tu compañero.-Retiró las ígneas sabanas.-  Tu rostro es tan suave y dulce como una mujer. Que gracia ni siquiera te había salido a barba. Realmente tienes muy poco vello por todo el cuerpo.- Lamió su cintura y deslizo su lengua hacía abajo.- No te preocupes pronto tu también disfrutarás con esto, no solo yo.- Le penetró de una sola envestida, haciendo que apareciesen unas marcas sanguinolentas en su piel.- En cuanto encuentre tu alma.- Sus cabellos plateados se pegaron en su frente por culpa del sudor.

 

En el mundo de las ilusiones Hisoka sentía arder su piel, las marcas de la maldición brillaban y los recuerdos de aquella noche volvían a hacerse presente. Byakko y Suzaku observaban la escena sin saber que hacer. Mientras en el edificio Enma un muchacho de cabellos castaños abría la puerta del despacho de Tsuzuki, quien hablaba con Watari. La conversación cesó de golpe y los dos se levantaron como si habrían visto un fantasma. El muchacho le tendió la mano y su camiseta se arremango mostrando unos tatuajes rojos en su antebrazo.

-¿Tsuzuki Asato?, el jefe Konoe me dijo que le encontraría aquí, Soy su nuevo compañero.- Tsuzuki cayo en la silla sorprendido.


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