Atenea... Eres mi diosa, y mi señora... Pero aun así te odio. Aun resuenan en mis oídos tus palabras, a pesar de los centenares de años que han transcurrido. Las sigo escuchando, como una sentencia de muerte.
"Vigilaras la Torre donde Hades esta encerrado, Dokho, ese será tu deber"
Y eso significaba alejarme de él, aceptar que tal vez jamas volvieran a cruzarnos. Él, sería el Patriarca, y yo, el Guardián. Durante todas estas noches, durante mas de doscientos años, no he parado de culparme por acallar todos los sentimientos que albergaba por él. Le deje marchar. Le deje escapar, cuando lo único que deseaba era retenerlo entre mis brazos...
¿Cuándo comenzó todo esto? El amor es como una chispa... Antes de que te des cuenta todo a tu alrededor esta ardiendo, por una diminuta chispa... Algo así debió de pasarme con Shion... Nos conocíamos desde niños, compartíamos juegos, bromas, alegrías y tristezas, hasta que nuestros caminos se separaron por primera vez: Ambos partimos para convertirnos en caballeros. Temí por él. Sentí el miedo de regresar y descubrir que el no lo había conseguido.
Tal vez allí empezó todo.
Regrese al santuario, vistiendo la armadura de oro de libra, el mayor honor que podía concebir. Y allí estaba Shion, mi mejor amigo, vistiendo la armadura del carnero. Y el corazón se me paro de golpe
Estoy seguro de que entenderás lo que sentí en ese momento, Atenea, mi señora y diosa, pues te has reencarnado en cuerpos mortales, y el amor no te será ajeno en ninguna de sus formas. Comprenderás que mis ojos solo eran capaces de mirar Shion, con su sonrisa al verme, con su expresión de bienvenida en sus labios que tanto ansiaba acariciar
Le ame con todas mis fuerzas desde aquel instante. Se convirtió en la familia que perdí, en mi amigo, y en mi platónico amor. Me enamore. Como un loco. Jamas se lo dije, ¿cómo decirle a Shion, con quien había jugado, reído, y llorado, que le amaba? Supongo que fui un cobarde, pues me sentí incapaz de decírselo, pensando que tal vez, mi declaración solo le haría daño... ¡Me conformaba con verle feliz...! ¿Que me importaba si no me quería de la misma forma en que yo le hacia? ¿Que me importaba si no podría nunca abrazarle, besar su boca, y amarle? A su lado me sentía el hombre más feliz que pudiera existir en este mundo... ¿Qué mas podía pedir?
Entonces, me obligaste a separarme de lo que era todo para mi. Y yo lo acepte, pues es mi deber servirte, Atenea.
Ahora, Shion, esta muerto...
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