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Destination Unknown por Miny Nazareni

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Notas del fanfic:

Pues....

Que el yaoi esté con ustedes!!! Que así sea!! ;)

Como algunos de ustedes ya sabrán (y si no ahora se enterarán) estoy muy emocionada con esta historia. Pero antes de comenzar, necesito hacer varias advertencias (si eres nuevo, con ello sabrás a qué atenerte)

Para los que me conocen, saben que disfruto hacer drama, me gusta muchísimo cómo los personajes superan cada adversidad y por ello soy predilecta a hacer drama. Muy bien, aquí va la advertencia. Esta historia está cargada de sufrimiento, en serio, se avecinan muchas cosas para el protagonista, así que de una vez lo aviso, si no te gusta el drama y ver sufrir a los personajes, debes ser consciente de que eso es lo que haré y será tu decisión (yo encantada con que le den una oportunidad, pero sé entender) Habrá muchas cosas que no entenderán y me querrán matar y probablemente la mayor parte del fic me odien, pero como siempre lo digo, sin importar cuanto sufrimiento haya, prometo que les daré un final feliz, todo parecerá perdido, pero creánme, ya está friamente calculado y al final todo estará bien. :D

Otra cosa. Es una historia completamente distinta a lo que he venido haciendo. Está ambientada en otra época y maneja elementos fantasticos, pero no la juzguen sin conocerla, es especial y yo en verdad estoy muy deseosa de escribirla. Nació de una vieja idea que hice cuando tenía 13 años (en su momento lo explicaré) y por ello es que es de ese estilo. Trataré de apegarme lo más posible al género y cualquier cosa, obviamente estoy lista para saber.

Una más. Esta historia busca demostrar muchas cosas, entre ellas el hecho de romper con el clásico paradigma de que los ukes son lindos, tiernos y deben ser protegidos, que jamás pueden hacer nada. No, aquí no será así, aquí el protagonista sufre a horrores, pero toma el mando de la situación. Él también puede proteger, él también es fuerte y capaz y basicamente esa es la idea.

Y creo que eso es todo en cuestión introductoria al fic, si recuerdo algo más, lo iré mencionando. Espero de verdad que le den un chance y les agrade.

Mil gracias y pues... bienvenidos.

Notas del capitulo:

Y es momento de comenzar.

He de decirlo, pero dividiré la historia en tres bloques (como siempre tus traumas con los bloques) así que ahora comenzamos con el capítulo 1 del primer bloque. 

Cada capítulo y cada bloque tendrá una canción como cita que quizá explique (o quizá no) lo que vendrá en el mismo. Las canciones vendrán citadas, no me golpeen, es la música de mi agrado y son canciones que elegí precisamente por su relación a los sentimientos de los personajes.

No sé qué más explicar, pero cualquier duda, aquí estamos.

Sin más... se los dejo y de nuevo gracias!! ;D

PD: Ya recordé qué más. Sólo para quedar claros, tengo un severo enamoramiento con Terrance Place, así que discúlpenme si a veces pierdo la cabeza. Amo a ese hombre!! Arghh!! Ok basta, me iré lentamente para que disfruten el capi ;)

 

BLOQUE 1: TAN FELIZ PORQUE CASI LO LOGRAMOS

¿Es este el destructor? ¿O es el creador?

Con las cenizas ardientes del odio…

Agitamos nuestras espadas…

¿Es este nuestro destino?

¿O es esto nuestra voluntad?

Pelearemos…

Hasta que el aire quemante nos quite las alas.

(Shingeki no Kyojin OST, Sawano Hiroyuki)

 

&&&&

 

Capítulo 1: La visión de la nodriza.

Oh el rey, ha enloquecido en su sufrimiento

…llamó para que alguien le alivie.

Alguien que cure su dolor…

Su único hijo fue asesinado, pero ganó la batalla.

¿De qué sirve?

Cuando todo lo que queda es dolor.

(Queen of peace, Florence and the Machine)

 

El sonido de la guardia oriente y su trompeta le despertó de cualquier cosa que estuviese soñando. Nunca podía recordar con precisión las cosas que evocaba en sus sueños, pero sabía que no eran los clásicos cuentos de hadas que debía tener a sus diez años. Era un niño muy diferente a los otros. Mientras el resto de los niños del orfanato brincaba en sus camas y revoloteaban en el patio de juegos, él miraba por la ventana el movimiento de los árboles, arreglaba su litera y trataba de comer en paz. Nadie se le acercaba, no tenía amigos y él lo prefería así, los niños eran demasiado enérgicos e ingenuos, como si no recordaran que eran el desperdicio de lo que los mayores no habían querido.

Nunca tuvo curiosidad de conocer a sus padres, no llamaba su atención, aún si Zulma, la niña con la que compartía litera, le contara en las noches sus anhelos de algún día encontrarlos. Él siempre le decía que era una tontería, buscar a unas personas que no te quisieron no te daría las respuestas. Obviamente Zulma se sentía ofendida con su franqueza, esa era otra de las razones por las que estaba solo todo el tiempo.

El viento agitó las ramas del árbol que colindaba con su ventana. No sabía con certeza qué clase de árbol era, pero le parecía que no podía dar frutos ni flores. Le daba igual, los árboles eran de las pocas cosas que el reino de Chamel había conservado después de las duras batallas con el reino de Soria. Sus pergaminos de historia no mentían, antes de la guerra, Chamel era esplendor y vitalidad, ahora sólo quedaban migajas, y si bien, Soria y Chamel llegaron a acuerdos de paz, el reino no volvió a ser el mismo. Sólo los que vivían en el Sector  4 y en los asentamientos que dividían a los sectores del Castillo de Ishi, podrían considerarse afortunados en la opulencia.

                —Niños, niños… ¿Ya están listos?—la voz de la nodriza le despertó de su atención a las ramas de su árbol.

La nodriza Edel, de brillantes ojos turquesa, con su cabello escondido en su cofia al igual que todas las cuidadoras en el orfanato, su hábito de color gris con blanco y sus pulcras manos cubiertas con guantes como lo mandaban las reglas del reinado en Chamel. Todas las mujeres en edad casadera, ya fuesen libres de ordenamiento o consagradas como ella, debía portar guantes que protegieran la “virtud” de sus manos. Sólo cuando realizaban las labores del hogar podían quitárselos, pero en el exterior estaba prohibido.

Dio un bufido ligero. No le desagradaba la nodriza Edel, en realidad era muy dulce y cariñosa con los niños y todos la adoraban como si fuese una diosa. Ese era el problema, a veces, la nodriza Edel dejaba volar demasiado su imaginación, todo con tal de regalarles a los niños del orfanato un cuento de hadas en su lúgubre vida. Si tan solo la nodriza Edel no se lo tomara tan en serio.

                —Nodriza Edel… díganos… ¿Qué nos espera en este viaje?

Los demás niños sonrieron emocionados, él preparó sus cosas para la salida que les esperaba, ignorando los cuentos que la nodriza estaba por inventar. No necesitaba vivir en fantasía, él estaba completamente habituado a la realidad.

                —Aventura y emoción—respondió la joven, ganándose gritos de júbilo y risas emocionadas por parte de los niños.

Zulma, aún enfadada con él por haber mermado sus deseos de conocer a sus padres algún día, le miró con malicia y después, fingiendo inocencia, tomó la palabra con la obvia intención de molestarle.

                —Nodriza Edel, Terry no cree que usted pueda ver el futuro.

Todos los niños voltearon a verle y él detestó por un breve instante a Zulma. Si había algo que le fastidiaba más que el hecho de escuchar cuentos inventados, era ser el centro de atención de los demás niños. Comenzaron a burlarse de él, llamándolo con múltiples palabras que para cualquier adulto no son ofensivas, pero para un niño pueden llegar a ser dolorosas.

Para cualquier niño excepto él.

                —Es verdad, me disculpo Nodriza Edel, pero yo no creo que usted tenga poderes de “vidente” como tanto asegura.

Los murmullos no se hicieron esperar, las malas miradas menos, pero interesantemente, la joven nodriza no se sintió ofendida, al contrario, casi parecía mirar con curiosidad al pequeño Terrance, llamado por la mayoría de las hermanas como “Terry”.

                —Apuesto a que dices eso porque la nodriza Edel vio tu futuro y es aburrido. Sí, eso debe ser—razonó uno de los niños y los demás le siguieron la corriente.

La nodriza Edel negó tratando de poner orden con una conciliadora sonrisa. Se alejó del grupo de niños hasta quedar a la altura de Terry. Acarició con mucha dulzura su mejilla y le miró como si fuese una encantadora madre para todos esos niños, incluyéndole.

                —Claro que no, Terry tiene un futuro fascinante, me encuentro plenamente interesada en él—sonrió como si guardara un secreto para sí misma y después se dirigió a él—. Y para demostrarte que no miento, te diré lo que ocurrirá contigo el día de hoy.

                —Aún si me inventa cosas maravillosas me costará creerle—declaró el niño, pero no quiso seguir siendo grosero—. Aunque claro, intentaré hacerlo.

Ella besó su frente. En el fondo la nodriza Edel era demasiado maternal, capaz de darle cariño a un niño solitario como él.

                —Muy bien. Lo que veo es sencillo. Hoy conocerás a una persona muy especial, una persona que repercutirá en tu destino. Hoy conocerás… a tu mejor amigo…

La pequeña Zulma bufó cruzando los brazos y el resto de los niños se burló. No podían creer que Terry el solitario pudiese tener un mejor amigo. A su vez, el propio Terry tuvo sus dudas, pero la nodriza Edel sonaba tan convencida que no quiso contradecirla.

                —De acuerdo, ya le contaré al finalizar el día si fue así.

                —Ya verás que sí—aseveró y se colocó de pie para dar indicaciones—. Muy bien, nos hemos retrasado y la carroza no ha de tardar en llegar. Niños, los quiero ordenados en una sola fila en la entrada. Esta excursión será inolvidable para ustedes, se los aseguro.

El coro de risas y alegría inundó el lugar y Terry, aun pensando en su predicción, simplemente tomó sus cosas y obedeció a la nodriza, haciendo una fila y olvidando en lo más profundo de sus pensamientos, esa idea. No conocería a nadie especial, estaba convencido de ello.

La nodriza Edel le guiñó un ojo en complicidad haciéndole ver que no mentía.

****

El Castillo de Ishi era impresionante. Era la única palabra que venía a su mente a sus diez años de edad. Le gustaba leer muchísimo, era de sus pasatiempos favoritos, pero contrario a lo que la mayoría de los niños de su edad leía, a él le gustaba ilustrarse con pasajes históricos sobre Chamel, sus leyendas y biografías. Se sabía de memoria la cronología de Reyes y príncipes que habían pisado el sitio en el que vivía y estar ahí, en el Castillo que había resguardado a todas esas personas, le parecía demasiado surreal.

No le importaba que los demás niños estuviesen bostezando o haciendo ruidos molestos, él se sentía fascinado con cada parte de la excursión, aunque nunca lo demostraría en su rostro, claro estaba. Para ser tan joven, le gustaba tener control de sus emociones.

La Nodriza Edel había tenido que pedir muchos permisos a sus superioras, pero creía que era bueno para los niños salir del orfanato y conocer un poco más de Chamel. El opulento Castillo de Ishi, donde vivía el Rey Zhasced Alí junto a su primo, el Conde Guram y su hijo de 12 años, el pequeño príncipe, le pareció una buena idea. Los niños estaban maravillados con todo lo que había en el Sector 4, la forma de vida de la clase media alta, la plazuela en la calle principal y los paisajes.

Terrance amaba más las pinturas en las paredes, los manuscritos y reliquias expuestas. Cada dos semanas, el rey accedía a abrir las puertas del Castillo y permitir las visitas guiadas. El encargado de las mismas era el joven pupilo Amira Sao, un muchacho de 22 años que había sido rescatado por el rey cuando tenía 15 años. Le debía su lealtad completa y se sentía orgulloso de servirle por lo menos de algún modo. Aún si era una cosa tan sencilla como ser el encargado en las visitas guiadas.

                —¿Quién me puede decir la constitución político-social de Chamel? Vamos niños, se ganarán un dulce—declaró el joven Amira con una sonrisa.

Todos parecieron reaccionar con tal propuesta y comenzaron a levantar sus manos, hablando de los puentes y ciertas cosas que habían captado en lo que poco que escucharon de la visita guiada. Terry resopló por supuesto, indignado ante la poca educación que sus compañeros de viaje tenían. Era obvio que sabía la respuesta, pero a él no le gustaba hacer alarde de sus conocimientos, aún si se trataba de algo tan sencillo.

Chamel era una ciudad circular, divida en cuatro secciones que marcaban los estatus sociales de sus habitantes. En el centro del círculo estaba el Castillo de Ishi, majestuoso e imponente, rodeado de asentamientos en los que vivía la clase alta, aquellos que podían presumir de sirvientes, joyas, comodidad y lujos. Incluso la clase alta podía entrar al Castillo con regularidad, pues tenían el estatus suficiente como para estar a la par del Rey.

Un extenso bosque  separaba a esa zona del Sector 4, donde vivía la clase media alta. Las personas de este lugar no vivían en abundancia, pero podían tener un ritmo de vida bastante acomodado y bien pagado. Era la zona más popular de Chamel, a diferencia de la zona aledaña al castillo, cualquier persona podía ingresar al Sector 4, incluso si no tenía el mismo rango social. La Plazuela del pueblo se encontraba justo en ese lugar y era ahí donde los voceros daban las noticias referentes al reino.

Dividido por un canal de agua que servía para los cultivos, se encontraba el Sector 3, donde la clase media vivía y en donde había un mayor flujo de población. Ahí se desarrollaba el comercio y la agricultura, además de los eventos populares de recreación para todas las personas, independientemente de su clase.

Un pequeño, pero imponente barranco dividía al Sector 3 del Sector 2, lugar habitado por la clase media baja. Las condiciones no eran tan malas, no se podía comparar con el Sector 4, pero por lo menos era un sitio digno. En el Sector 2 estaba el “Orfanato Cedria”, lugar donde Terry y los demás niños, junto a su amable Nodriza Edel vivían.

Y finalmente, separados por un muro circular, estaba el Sector 1, la clase baja, donde la precariedad y escasez abundaban, mostrando que incluso en un reino tan estable y poderoso como Chamel podría existir la pobreza. Las personas del Sector 1 habían aprendido a luchar con garras y dientes por sobrevivir, no tenían estudios y tenían prohibido acercarse a los demás Sectores de Chamel. El Sector 1 era marginado vilmente por las leyes del reino, pero nadie parecía percatarse de ello. Para tales fines existía el muro, de ese modo, los demás fingían no darse cuenta de la miseria que les rodeaba, curiosamente.

Cuando el joven Amira terminó de explicar los rangos sociales de Chamel, Terry estaba fastidiado. Mirando a otro sitio de la exposición que el muchacho hacía, se percató de una silueta que se movía por los pasillos contiguos al suyo. Parpadeó un poco pensando que había sido producto de su imaginación y la silueta se volvió clara, mostrándole a un niño rubio que le llamaba con urgencia.

Terry se señaló a sí mismo para corroborar que se trataba de él y cuando el rubio asintió, se olvidó por completo de la excursión y las órdenes precisas de la Nodriza Edel, quien les había pedido no separarse de su grupo en ningún momento. Se alejó de todos con pasos ligeros y cuando estuvo frente al extraño desconocido, éste tomó su brazo con fuerza y le arrastró perdiéndose en todos los salones del Castillo.

                —Espera… ¿A dónde me llevas? Oye… ni siquiera te conozco…

Tales palabras hicieron al otro niño detenerse y mientras se erguía con propiedad, una muy propia de alguien que había sido educado desde el nacimiento, carraspeó mostrando sus modales.

                —Tienes razón, te pido una disculpa, mi nombre es Kirei.

Le extendió la mano esperando recibir un saludo en respuesta. Terry la tomó asintiendo mientras daba su nombre al igual que el rubiecito.

                —Soy Terrance, pero todos me llaman Terry—Kirei sonrió emocionado como nunca y aquello le pareció extraño—. Dime una cosa Kirei. ¿A dónde planeabas ir? ¿Es muy necesario que vaya contigo? La Nodriza Edel nos dijo…

Le silenció con su dedo en sus labios y volvió a tomar su muñeca como prisionera. Terrance se dejó conducir a expensas de no tener idea de los planes del otro niño, quien se mostró reacio a decirle algo hasta que estuviesen en su destino. No le quedó otro remedio que aceptar y esperar. Le parecía impresionante que un niño como él pudiese andar en el castillo con tanta libertad, casi como si fuese su casa. Quería preguntarle quién era exactamente y por qué parecía tener dominio completo de las zonas en las que andaban cuando Kirei se detuvo al fin señalando con su dedo.

                —Amira siempre se reserva lo mejor para sí mismo. Esas historias y reliquias expuestas en la visita guiada son aburridas. Esto es lo verdaderamente interesante Terry. Sólo mírala.

Ciertamente, él se había sentido fascinado con todo lo que veía gracias al joven Amira, pero ahora que se daba cuenta de la belleza que Kirei le estaba mostrando, la visita guiada le parecía un insulto a los visitantes del Castillo de Ishi.

En el centro, resguardada por una caja de cristal sobre una tarima y un elegante salón que mostraba su importancia, se encontraba una hermosa piedra de color azul, resplandeciente y con un cordón de plata que le daba un aspecto esplendoroso, casi digno de un príncipe.

O una princesa…

                —Es preciosa, demasiado. ¿Por qué no está incluida en la visita guiada?

                —¿Es que acaso no conoces la leyenda?—exclamó sin creerlo el rubio y Terrance se sintió avergonzado. Decía ser un fanático de la historia y las leyendas de Chamel y al parecer no sabía lo suficiente. Negó agachando la cabeza y la sonrisa de Kirei le obligó a levantar la mirada. Éste continuó—. Bueno, es sencillo. Lo que tienes frente a ti es la famosa piedra mágica llamada “Menouseki”.

                —¿Mágica? Pero la magia no existe—replicó incrédulo Terry y Kirei negó.

                —Claro que sí, está en todas partes Terry, incluso al respirar, todos tenemos un poco de magia. Pero lo que importa es que esta piedra es mucho más poderosa que toda la magia que ha existido. Dicen que está maldita, en su interior alberga un espíritu malvado, el espíritu de una princesa que fue condenada por el MOM hace mucho tiempo. Una princesa que juró regresar de la muerte para recuperar su trono y vengarse—dio un brinco entusiasmado—. ¿No te parece increíble?

Asintió hipnotizado ante la piedra “Menouseki”. Jamás imaginó que escucharía las palabras “princesa” y el “MOM” en una misma oración. Y tenía sentido. El MOM o Ministerio Omnisciente de Monjes era el consejo real de Chamel. Ellos asesoraban al Rey en todas sus decisiones y casi se podrían considerar la ley en esa ciudad. Que en su momento ellos hubiesen condenado a alguien perteneciente a la familia real le parecía impactante.

                —¿Por eso la esconden? ¿Porque está maldita?—dedujo Terry y Kirei dio un suspiro.

                —Así es, temen que algún día una persona lo suficientemente desesperada la libere. Menouseki necesita un sacrificio, un alma dispuesta a perderlo todo, sedienta de venganza y marchita con rencor. Sólo entonces, el espíritu será libre, tomando todo el control.

El brillo que poseía, la fuerza que irradiaba y la belleza que encantaba le parecieron una combinación peligrosa. ¿Quién en su sano juicio sacrificaría a la humanidad entera por un deseo?

                —Sin duda es lo mejor que he visto hasta hoy—susurró sin quitarle los ojos de encima.

Justo entonces, una voz enfadada sonó en la distancia.

                —¡Ustedes! ¡Qué hacen ahí! ¡Es una zona restringida!

Kirei ensanchó los ojos susurrando un “Estaré perdido si me descubren” y una vez más tomó la muñeca de Terry para salir de ahí. Esta vez le siguió con la misma urgencia, si también le atrapaban sería vergonzoso, eso sin contar lo mal que de por sí le iba a ir cuando la Nodriza Edel se diera cuenta de su ausencia.

Corrieron en los pasillos y gracias a su tamaño y rapidez lograron despistar al guardia que les había encontrado. Terminaron en el jardín principal del Castillo de Ishi, Terrance nunca imaginó que un lugar tan intimidante pudiese tener una zona tan bella. Había una fuente en el centro con agua demasiado cristalina, enredaderas por doquier, flores, naturaleza y algunas mariposas. Le parecía una de las cosas más bonitas que había visto en su vida y Kirei se dio cuenta cuando le sonrió señalando la fuente.

                —¿Quieres jugar a lanzar piedras? La fuente no tiene fondo, las leyendas dicen que en su interior vive una bruja.

                —¿Una bruja?—se sorprendió Terrance—. ¿Cómo es que logras saber tantas historias?

                —Amira me las cuenta antes de dormir—respondió el rubio. Sus pequeños ojos verdes resplandecieron—. Cuando sea mayor me casaré con alguien como él, ya lo verás.

Terry encogió los hombros, nunca se había tomado la molestia de pensar en esas cosas. Cuando fuese mayor… ¿Qué sería de él? No podía imaginarse tomando la mano de una chica y pidiéndole matrimonio. Las niñas le detestaban y a él no le interesaba agradarles. Decidió no seguir el tema y accedió a jugar con Kirei cambiando sus preguntas y resolviendo sus propias curiosidades.

                —¿Tú vives aquí Kirei? ¿Quién eres?

                —Vivo aquí, soy el hijo de la concubina—respondió como si nada mientras levantaba algunas piedras para jugar.

                —¿Qué es una “concubina”?

                —Ya lo sabrás algún día—guiñó un ojo e hizo sus preguntas—. ¿Y tú Terry? ¿Qué haces en el Castillo de Ishi?

Bajó la mirada recibiendo las piedras en sus manos. Sería demasiado vergonzoso que Kirei supiera que era un huérfano del Sector 2, cosa extraña, pues él no sentía pena de ser lo que era ante nadie. Quizá porque aun siendo hijo de la servidumbre, Kirei vivía en el Castillo, cercano al Rey, cercano a la gente importante. Incluso sus ropas eran mejores que las suyas, pero el rubio parecía no ser consciente de esa diferencia de clase.

                —Visita guiada. Vivo en el Sector 2, no soy como tú.

A Kirei le pasó desapercibido ese tono que utilizó para marcar sus diferencias sociales y simplemente lanzó una piedra a la fuente con anhelo.

                —¡Asombroso! Vivir fuera de las paredes del Castillo de Ishi debe ser emocionante. ¿Volveré a verte algún día?—Terrance negó, no creía volver a tener una excursión así de nuevo, la Nodriza Edel había hecho demasiado, no era posible que se repitiera. Kirei no se desanimó ante esa respuesta—. En ese caso yo te visitaré, eres el primer amigo que hago, los demás niños siempre son molestos conmigo.

                —Creo que también eres el primer amigo que hago. Sería agradable volverte a ver.

                —Entonces es una promesa—extendió su mano dispuesto a entrelazarla con la suya—. Seamos amigos para siempre Terry.

Sonrió con sinceridad mientras aceptaba su mano, eran pocas las ocasiones en las que Terrance se permitía ser así de cálido con los demás, pero Kirei le despertaba demasiada confianza, quería ser su amigo en verdad, le parecía alguien dulce y que no se fijaba en las diferencias. Así debía ser, los niños no tenían por qué vivir marcados con los estereotipos sociales de Chamel. Frente a la fuente del jardín de la bruja, Kirei Alí y Terrance sellaron su amistad, una amistad que atravesaría las fronteras, el tiempo y las dudas, una amistad que, irremediablemente, les acompañaría hasta su último día.

                —¡Al fin les encuentro!—la voz profunda de Amira les hizo reaccionar en su pacto y se soltaron de las manos. Terrance se sintió nervioso y Kirei demasiado confiado, como si supiera que no estaba en problemas cuando se trataba de Amira—. Me imaginé que estaría con usted joven Kirei. La Nodriza le ha estado buscando desesperadamente.

Señaló a Terry y éste se alarmó creyendo que tendría una buena reprimenda. Amira sonrió con amabilidad y se inclinó hasta su altura. Kirei tomó la palabra entre los tres.

                —Bueno, él estaba a salvo conmigo, no hay nada que temer, Terry es mi amigo.

                —Eso me parece fenomenal, pero me temo que la aventura se ha terminado—señaló una de las puertas del jardín mirando a Terry—. La Nodriza se encuentra detrás de esa puerta, esperando encontrarle, puede ir, le prometo que volverá a ver al joven Kirei.

Kirei bufó, por supuesto que lo haría, lo había decidido y no planeaba permitir que le quitaran lo que ahora era suyo, su mejor amigo. Terrance asintió agradecido y se despidió del rubio con una sonrisa, prometiendo que le escribiría, Kirei le despidió deseoso de leer esas cartas que aún no eran materializadas y así, en la distancia y miradas fugaces, Terrance desapareció en la puerta. Amira contempló al pequeño con cariño y acarició sus cabellos.

                —Me alegra que al fin haya decidido darle el título de “amigo” a una persona.

                —Los demás niños no se lo merecían, Terry es especial, a él no le importa de quien soy hijo, me agrada demasiado.

Amira tomó su mano entre la suya instándolo a entrar en otro pasillo para ir a cumplir sus actividades. Una de las cosas que Amira hacía, además de conducir la visita guiada, era cuidar al pequeño Kirei Alí. Él estaba fascinado con tal tarea, adoraba a ese niño, le parecía encantador y Kirei le tenía en un pedestal, después de todo, era el único que lo trataba sin ninguna diferencia o discriminación desde que su madre había muerto hacía ya tanto tiempo.

                —Es hora de tomar la merienda.

                —De acuerdo, iremos, pero antes de la merienda quiero que me cuentes otra historia. ¿Lo harás por mí Amira?

El mayor sonrió enternecido y asintió con demasiada dulzura, pero sin perder su lugar.

                —Como usted deseé, mi joven príncipe.

Kirei sonrió dichoso y se olvidó por un momento de que era el hijo de la concubina del Rey.

****

Saboreaba el dulce que la nodriza Edel les había dado como postre mientras continuaban con su excursión. Ahora estaban en la plazuela principal del Sector 4, escuchando a los voceros contar las noticias y pormenores de Chamel. Era bastante raro ver a un grupo de niños comiendo dulces en el centro de la misma, pero la Nodriza Edel expedía dulzura y alegría, logrando que nadie se atreviera a juzgar a esos niños que, a simple vista, se notaba que no pertenecían a ese lugar.

                —Deberías sentirte avergonzado de haber preocupado a la Nodriza Edel—le reclamó Zulma sentándose a su lado y el niño no la miró concentrado en su dulce.

                —Y tú deberías avergonzarte de ser una soplona.

Zulma frunció el ceño y cruzó los brazos mirando a otro lado.

                —Es imposible, uno quiere ser amable y linda contigo, pero simplemente te portas peor que un marginado del Sector 1.

Terrance se enfadó, odiaba esas comparaciones sociales. La gente del Sector 1 ya tenía demasiado que sufrir para todavía aguantar la discriminación. Se puso de pie apuntando a Zulma con su dedo, pero entonces se distrajo al contemplar a la distancia la imagen responsable del inicio de una nueva aventura en su vida.

Un trío de niños más altos y más fuertes que él, pateaban a otro niño que parecía ser menor a 8 años. Frunció el ceño, aquello era injusto por donde lo vieras, tres contra uno y siendo más fuertes. Miró a Zulma, quien más o menos se había percatado de su atención e hizo una petición.

                —Te regalaré este dulce si no le dices a nadie lo que voy a hacer. ¿De acuerdo?

Con dudas, Zulma asintió y observó cómo Terrance colocaba el dulce en sus manos antes de alejarse del grupo en dirección a la pelea. La niña dio un suspiro y se comió el dulce ajeno mientras se mezclaba con sus amigas. Terrance le estaría eternamente agradecido por ese gesto, a pesar de desagradarle, Zulma sabía cuándo debía callar y cuándo ser una soplona.

Dejó de mirar en su dirección y en cuanto estuvo cerca de los chicos, pudo comprender más o menos la naturaleza de la pelea. El menor tenía en sus brazos un costal de manzanas y los mayores le reclamaban por haberlas robado. Bien, era cierto que estaba prohibido el robo en todo Chamel, pero de ahí atacar a un pobre niño indefenso entre tres, era una bajeza. Y se los hizo saber.

                —¡Hey ustedes! ¿Por qué no se meten con alguien de su tamaño?

Los mayores le miraron enarcando una ceja y se acercaron a él sólo para derribarlo en el suelo.

                —¿Quién te has creído escoria inferior? Nosotros podemos hacer lo que queramos con esa basura del Sector 1.

Con mayor razón Terrance se enfadó, alguien más que discriminaba por sectores. Sin importarle su tamaño y el hecho de que seguramente le darían una paliza, Terry se puso de pie y pateó en la entrepierna al líder. El niño de las manzanas le observó sorprendido y el resto lo sostuvo de los hombros para darle una buena reprimenda.

Le pegaron en su estómago y le lanzaron al piso una vez más. Tal acción le provocó una herida en la frente que comenzó a sangrar, pero ni así se dio por vencido. Pataleando a diestra y siniestra, dio unos cuantos golpes más a los otros niños. Mientras la pelea subía de tono y Terry perdía fuerzas, el niño que había sido golpeado en primer lugar, dio un fuerte chiflido y se puso de pie.

Así entre golpes y humillaciones, pudo contemplarlo bien. Era pequeño, delgado y de cabellos rojizos. Estaba sucio, sus ropas andrajosas y rotas, pero le miraba como si fuese su héroe. Y por esa razón no podía fallar. Dio unas patadas más, recibiendo más golpes en su cara y cuerpo. Justo cuando creía que quizá lo matarían a golpes, un par de piedras le dio de lleno en la nuca a uno de sus agresores, y fue como si una lluvia de piedras comenzara, pero ninguna dirigida a él.

Los niños salieron corriendo sin comprender mientras el pelirrojo se acercaba con prisa a él aferrando las manzanas a su pecho como si fuesen el mayor tesoro de todos.

                —¿Estás bien?—preguntó angustiado y Terrance se hizo una autoevaluación.

Exceptuando un par de rasguños en la cara, unas ligeras nauseas a causa de los golpes en el estómago y la herida sangrante de la frente, se podría decir que estaba bien. El niño frente a él no lucía justamente en buen estado, seguramente esos malnacidos llevaban tiempo golpeándole.

                —Sí, lo estoy… ¿Pero qué fue…?

Sus palabras fueron interrumpidas cuando desde uno de los muros del callejón en el que estaban, saltó un niño a toda prisa llevando una especie de resortera en las manos. Ahí estaba el responsable de las piedras, lo miró fugazmente sólo para poder describirle. Más alto que ambos, de cabellos negros como en los cuentos de las brujas y unos ojos azules que en su vida había visto, ni siquiera los de la Nodriza Edel eran tan enormes y peculiares. El recién llegado se colocó al lado del pequeño pelirrojo e hizo una reverencia.

                —Lamento muchísimo la tardanza Todd—le miró directamente y sonrió mientras le extendía su mano—. Y te pido que me perdones también. Mi nombre es Des, Desmond Place.

Terry se quedó mirando la mano extendida hacia él y reaccionó tomándola al instante mientras se presentaba y se ponía de pie, tratando de limpiar el desastre que era. Seguramente lucía horrible frente a ese niño de impresionantes ojos. No era como si su apariencia le importara, considerando que a simple vista, ambos niños pertenecían al Sector 1, pero estar frente al dueño de semejantes ojos le provocaba ganas de estar un poco más presentable. Y había que admitirlo, ahora mismo era un caos.

                —Soy Terrance… pero todos me llaman Terry.

                —Muchas gracias Terry—el niño pelirrojo se lanzó a sus brazos sin soltar aún las manzanas—. Soy Todd, gracias por ayudarme, no tenías que hacerlo, pero gracias.

                —Así es, muchas gracias, la pandilla siempre te lo agradecerá—respondió con una sonrisa el niño Des, la cual se esfumó al instante al percatarse de la herida en su frente—. Pero mira eso, estás sangrando. Será mejor que te llevemos con Aldo, él sabrá qué hacer.

Rasgó un trozo de su playera y lo volvió un paño para colocarlo en herida, de ese modo dejaría de sangrar. Terry lo apretó con fuerza y Des tomó su mano entre la suya para guiarle. Seguirle no fue difícil, esquivaron a los miembros de la guardia y a los oficiales de Chamel. Era un precepto establecido, los habitantes del Sector 1 no podían estar en los demás sectores, violaba las reglas de Chamel. Sin embargo, Terrance les siguió por todos los senderos y cuando llegaron a la entrada de las cañerías de la ciudad, se percató de que había más niños y algunos adolescentes esperando.

El mayor de todos ellos, quien no podría tener más de 15 años, se acercó inspeccionándole de reojo mientras los demás cuchicheaban.

                —¡Aldo! ¡Hemos regresado! ¡Y mira! ¡Traje manzanas para el camino!

El aludido miró con ternura al pelirrojo mientras aceptaba dicha ofrenda.

                —Te metiste en problemas por estas manzanas… ¿Verdad?

Todd enrojeció con ganas ante lo acertado de las palabras del chico que se hacía llamar Aldo. Terry no sabía ni qué hacer o decir, era obvio que nadie podía hablarle por desconfianza. Des se colocó frente a él y miró a Aldo con firmeza. ¿Cuántos años podría tener el chico de los ojos impresionantes? A lo mucho 12, era lo que le calculaba. ¿Cómo podía tener el valor de enfrentarse a un chico que le llevaba tres años y parecía ser el líder?

                —Aldo, este chico ayudó a Todd cuando nadie quiso hacerlo. No le importó si somos del Sector 1 o si le golpeaban de igual modo. De hecho, eso hicieron, tiene una herida muy fuerte en la frente y quisiera que lo ayudáramos, es lo menos que debemos hacer en agradecimiento.

El silencio que se hizo entre todos fue aplastador, Terry no sabía si era buena idea, no quería que Des se metiera en problemas por su culpa. No hizo nada extraordinario, sólo lo que era justo y correcto. Después de minutos de tensión, Aldo sonrió conciliadoramente y chasqueó los dedos antes de dar su orden.

                —Muy bien, consigan agua limpia y un paño.

Dos chicos obedecieron con rapidez mientras Aldo se acercaba a él. Des aún con dudas, lo permitió sin soltar su mano, lo que le hizo sentir raro. ¿Por qué el chico de los ojos azules le protegía tanto?

                —Bienvenido, mi nombre es Aldo Kuhn. ¿Cuál es el tuyo?

                —Soy Terry—dio un suspiro exponiendo su opinión—. No es necesario que se molesten, no hice nada del otro mundo y estoy bien, ni siquiera me duele.

                —No digas eso Terry, eres el héroe de Todd y nosotros como pandilla siempre agradecemos a quienes nos ayudan—explicó Aldo con una sonrisa que denotaba su autoridad y comprensión—. Cuando necesites ayuda, ahí estaremos para ti.

Terrance asintió agradeciéndolo y casi en cuestión de segundos, los chicos aparecieron con el agua limpia y las telas, blancas y pulcras. ¿Cómo le habían hecho para conseguirlo? Era mejor no preguntar. Des tomó los paños y llevó a Terry a un lugar con más luz para limpiar la herida con detenimiento. Era su responsabilidad al ser quien lo había llevado. Todd repartió las manzanas a todos y le guardó la más roja para que pudiese comérsela. Era impresionante la forma en la que todos consideraban unas simples manzanas como algo sagrado, pero tomando en cuenta que el Sector 1 era miseria y precariedad, entendía que no debía sorprenderle.

                —En serio, creo que están exagerando—habló en un suspiro mientras Des curaba su herida.

                —Nada de eso Terrance… ¿Puedo llamarte así? Es que pienso que tu nombre completo es curioso. Llama mi atención—se rascó la nuca avergonzado—. He dicho muchas tonterías, lo siento.

                —Está bien, puedes llamarme por mi nombre completo, sólo si tú me dejas hacer lo mismo… Desmond…

Se sonrieron al mismo tiempo y Desmond asintió. Había algo especial y diferente en él, a pesar de que era un completo desconocido. La forma en la que hablaba, la manera en la que le trataba, le hacía pensar a Terrance que se conocían desde toda la vida. Quiso negar ante sus pensamientos y Desmond terminó su labor enredando el paño limpio sobre su cabeza.

                —Ya está. Como nuevo.

                —Gracias, será mejor que ahora me vaya, aunque no tengo ni la más remota idea de dónde estoy.

El oji-azul se burló cálidamente con una sonrisa mientras negaba. Se puso de pie, instándolo a hacer lo mismo y se acercó al grupo, quienes seguían compartiendo los “botines”. Aldo le dedicó su completa atención y después de lanzar varios suspiros, asintió. Desmond le agradeció con una reverencia y se acercó a él para tomar nuevamente su mano.

                —Bien, Aldo me ha dado permiso de llevarte a tu hogar, prometo que nadie me verá. Tus padres deben estar preocupados y yo quiero que llegues sano y salvo.

Las palabras de Desmond le hicieron volver a su realidad. Era un niño del Sector 2 que estaba en una visita guiada. A juzgar por la hora, la misma seguramente ya había terminado y lo más probable era que la Nodriza Edel estuviese desesperada por encontrarle. No ganaba nada con seguir en el Sector 4, lo mejor era volver a su “hogar”, tal y como lo llamaba Desmond.

                —No te preocupes y gracias, gracias a ti y a toda la pandilla.

Desmond guiñó un ojo y le sacó de ese horrible lugar para cualquier otra persona, pero cálido para él. Podía ser la cañería del pueblo, pero había personas maravillosas ahí dentro y aquello era mucho mejor que la abundancia y soledad que se respiraba en el Castillo de Ishi con su amigo Kirei. Tenía que contarle esa aventura, aunque no tenía idea de cómo. Todo había sido tan espontáneo, que ahora no sabía cómo contactarlo. Dio un gran suspiro lamentando su torpeza y Desmond se le quedó mirando.

Ahora que estaban en la superficie, se pudo percatar de lo tarde que era. Sin duda estaba en graves problemas. Afortunadamente para ambos, la guardia ya no era tan meticulosa por las noches y un niño del Sector 1 podían deambular perfectamente en todo Chamel, además, ir de la mano con Terrance le daba ventajas, pues con todo y los golpes, él lucía mucho más acomodado que todos los niños de la pandilla.

                —¿Dónde vives exactamente Terrance? Espero que tu casa no esté muy lejos.

                —Vivo en el Sector 2—Desmond le miró sin creerlo y ante su cara, Terrance continuó—. Y… no tengo propiamente una casa… ¿Has escuchado del Orfanato Cedria?

                —¿Vives en ese horrible lugar? Dios Terrance, tienes que venir conmigo, sin duda alguna.

Contuvo una risita ante la reacción de Desmond. Era de esperarse, para los sectores bajos e incluso algunos altos, el Orfanato Cedria tenía mala reputación. Si bien, cuando era más chico, las cosas en el lugar no eran muy bonitas, desde que la Nodriza Edel llegó, todo cambió para bien.

                —No es tan malo, no tengo amigos ahí pero… no es malo…

                —Pues esos niños son unos tontos, porque tú eres increíble Terrance.

Enrojeció, no estaba acostumbrado a tantos cumplidos y lo dejó ver en su nerviosismo al rascar ligeramente el paño de su herida.

                —Pues gracias, tú eres genial, nos salvaste, llegaste casi de la nada y esos bravucones huyeron de ti. No me extraña que estés rodeado de tantas personas buenas.

Desmond apretó su mano sin saber qué decir con las orejas rojas y emprendieron el camino hacia las fronteras del Sector 4. Atravesar casi Chamel tomados de la mano no tendría que ser raro, considerando que no llevaban ni un día de conocerse, pero Terrance estaba agradecido con tantas atenciones y conmovido por la personalidad de Desmond. El camino fue en silencio, entre miradas fugaces y unas cuantas risitas. Después de darle las indicaciones necesarias, lograron dar con el Orfanato Cedria.

Aún sin quererlo, Desmond hizo un gesto aterrador al estar frente a la fachada y Terrance giró los ojos antes de soltar su mano lamentándolo. Sus dedos se habían acostumbrado a los suyos demasiado pronto. No quería que se marchara, pero así debía ser. Desmond debía volver con la pandilla y él a su mundo.

                —No me mires así—se adelantó Desmond antes de que él dijera algo—. No vamos a despedirnos, pienso verte todos los días hasta convencerte de que abandones este tétrico lugar.

Sin poderlo evitar, se rio ligeramente y negó. Desmond se le quedó mirando y no comprendió por qué tenía tantas ganas de seguir viendo a ese niño. Si bien, había hecho algo único y especial, no podía entenderse a sí mismo y sus ganas de ser su amigo, de cuidarlo y estar a su lado. Se acercó a él guiñando un ojo mientras se despedía. Terrance correspondió la despedida haciendo lo mismo.

                —Nos vemos entonces… Desmond.

                —Hasta pronto… Terrance.

Comenzó a caminar de regreso a su entorno agitando su mano como un adiós que no sería duradero. Terry le vio partir y después de suspirar ligeramente, se encaminó hacia la entrada del orfanato, sabiendo que le esperaba una buena tunda.

Pero no importaba, porque acababa de conocer al chico más asombroso de todos.

****

                —No entiendo tu afán de escabullirte Terry, pudo ser peligroso—regañó la nodriza Edel mientras inspeccionaba la herida de su frente, comprobando que estuviese bien.

                —Lamento si le preocupé, pero todo está bien.

Ella le miró con escepticismo ante el golpe. Se había dado un baño antes de cenar completamente solo, pues todos los niños ya estaban en sus camas descansando. Había sido un viaje agotador para todos, más para él que había deambulado demasiado por casi todo Chamel.

                —Ya lo creo, apuesto a que mi visión se hizo realidad. ¿Cierto?

Hasta ese momento, Terry no había sido consciente de lo acertadas que eran las palabras de la Nodriza Edel. Pero no podía seguirlo negando, ella le dijo que ese día conocería a su mejor amigo. El único asunto a meditar era que no le dijo que serían dos.

                —Pues conocí a dos chicos, uno de ellos en el Castillo de Ishi, su nombre es Kirei y sabe de muchas historias—jugueteó con sus manos con nerviosismo al recordar a Desmond—. El otro es… más allá de lo increíble, su nombre es Desmond… Desmond Place. Creo que a pesar de que quizá puedo confiar en sus visiones, se equivocó un poco Nodriza Edel.

La nodriza sonrió con complicidad negando con uno de sus dedos.

                —Nada de eso, es sólo que no prestaste la debida atención. Yo dije que conocerías a tu mejor amigo, conocerías a tu “persona especial”. Son dos, nunca mentí.

                —¿A qué se refiere con “persona especial”?

                —Sencillo, la persona que amarás.

Terrance no comprendió. Ambos eran chicos, Kirei y Desmond. ¿Dónde estaba la lógica en algo así? Le miró confundido y Edel estuvo a punto de burlarse con ternura ante sus dudas, las cuales eran entendibles.

                —Pero… yo tengo entendido que los niños aman a las niñas.

                —Tienes mucho que aprender sobre el amor, pequeño Terrance—acarició sus cabellos y se acercó a su rostro—. Y yo tengo mucho que decirte sobre tu futuro, no lo he visto por completo. ¿Quieres saber un poco más?

Asintió sin negarse más, la nodriza Edel tenía un don y no era nadie para seguir fingiendo que no era real. Se acomodó mejor en su silla y mientras la joven de los ojos turquesa inspeccionaba que nadie más la escuchara, besó dulcemente sus pequeñas manos, llenando de amor maternal a Terrance.

                —Quiero saber si Kirei y yo seremos amigos como lo prometimos… y quiero saber si de verdad volveré a ver a Desmond.

                —De acuerdo, entonces… es hora de saberlo.

Se quitó el guante de su mano derecha y colocó sus dedos en su frente mientras cerraba sus ojos. Terry contempló el ritual sintiéndose extraño. Hacia unas horas no creía en nada de eso y ahora estaba ahí, dejando que la Nodriza Edel leyera su futuro. Después de varios minutos de silencio, abrió sus ojos regalándole una sonrisa.

                —¿Y bien?

                —Les espera una hermosa amistad al joven Kirei y a ti.

Sin querer expresar su júbilo sólo retorció sus manos mordiendo sus labios y Edel volvió a colocar sus dedos para saber cuál era su futuro con respecto al pequeño Desmond Place. La joven dio un gran suspiro, arrugó los ojos y comenzó a negar como si lo que estuviese viendo no fuese agradable. Terrance no entendió su reacción y justo cuando estaba por preguntar, la nodriza abrió sus ojos y se alejó de él asustada en demasía.

                —¿Qué pasa? ¿Qué fue lo que vio?

Ella no le quitó los ojos de encima, respirando con dificultad, sin poder creer que algo tan horrible se cerniera sobre un niño tan joven y bueno como lo era Terrance. Contuvo sus ganas de llorar y negó, mintiendo por primera vez con respecto a sus predicciones.

                —Nada… no he visto nada…

Y salió de ahí a toda prisa, dejando al pequeño Terrance confundido y sin saber qué pensar. ¿Cuál había sido la visión de la Nodriza? ¿Y por qué le había afectado tanto?

Quizá… más pronto de lo que pensaba… tendría esa respuesta.

Notas finales:

Alguien huele el shota?? jajaja ok no, pero a poco no son súper lindos cuando son niños?? 

Ok me debo de calmar.

Aquí es cuando comienzan mis preguntas. ¿Qué tal les pareció? ¿Lo odiaron? ¿No piensan que Terry es amor? Ok no, olviden eso.

Y empiezan las apuestas... ¿Quién creen que sea la persona especial de Terry? ¿El caprichoso, pero encantador y dulce príncipe Kirei? ¿O el intrépido y aventurero Desmond Place? Hagan sus apuestas (me imagino que la mayoría ya lo sospecha). En el próximo capítulo se develará la verdad.

Espero que haya sido de su agrado y me den la oportunidad de continuar, el próximo capítulo sería igual en sábado, misma hora y mismo lugar ;)

Mil gracias y nos estamos viendo ;D


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