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Candy Flip! por Shinkai Seiji

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¿Cómo era posible que jamás se hubieran dado cuenta antes de esa tensión sexual? Pero ahí estaban, besándose; Gyro Zeppeli siemplemente no pudo seguir esperando a que él tomara la iniciativa por lo que se acercó para besarlo.

Johnny lo alejó sin mirarlo, parecía algo avergonzado.

¿Qué era? ¿Acaso se equivocó? De seguro había leído mal las señales. Se maldijo así mismo, él y su estúpido ego que lo hacía creer que otros se morían por tenerlo en su cama.

Johnny agachó la cabeza y moviendo su silla de ruedas se dirigió hacia la puerta.

-Hasta mañana, Gyro.- Cerró la puerta tras él.

El muchacho quedó a solas en la sala de recepción en la cual siempre se reunían a converzar.

La noche se le hizo eterna, no había manera de dormir. Pensaba en los años en que conocía a Johnny Joestar en las veces en que lo cargó en sus brazos para llevarlo a su habitación, las noches en vela, las batallas vividas... Era un idiota. No había nadie más en aquella época, no había nadie más que le ayudara, él solo quería agradecerle por la ayuda.

Su visión egocéntrica del mundo se derrumbaba cada vez que Johnny estaba cerca, aquel que parecía tal débil que con solo un viento fuerte podía romperse y que sin embrago no era así. Gyro lo había conocido bien y sabía que era mucho más fuerte, tanto así que si quisiese podría mata a alguien.

"Hasta mañana, Gyro" le había dicho.

Sus pensamientos melodramáticos se detuvieron por unos momentos y comenzó a pensar con claridad. Él quería verlo al día siguiente. Quizás no estaba tan equivocado como él pensaba.

Sí, él debía sentir lo mismo. ¿Quién se podá resistir a un hombre joven, guapo, extrovertido y con sentido de la moda? De hecho, él debía sentirse orgulloso de que Gyro Zeppeli se hubiera fijado en un debilucho como Johnny.

Quería besarlo de nuevo.

Luego de llegar a aquella conclusión pudo dormir tranquilo.

Al siguiente día, más calmado y con muy buen animo salió temprano hacia la mansión de Johnny.

El mayordomo lo condujo hasta el jardín en donde se encontraba el joven guapo y rubio dueño de casa quien miraba a los caballos correr por el prado. Al ver que se  acercaba hizo que su mayordomo lo llevara hasta una mesa en donde se habían preparado algunas cosas para comer.

-¿Cómo sabías que venía a esta hora?

-¿Por qué preguntas?

-Por esta mesa.- le dije Gyro mientras se sientaba.

-Es solo una pequeña merienda, ¿acaso quieres acompañarme? -Se encogió de hombres mientras comenzaba a comer una magdalena.

-¿No tendrás algo más... apetitoso? ¿Pizza? ¿Pasta?

-Sí, claro. ¿Algo más, señor?

Sarcasmos y más sarcasmos. Eso era lo único que recibía de ese estúpido en sillas de ruedas. ¿Cómo podía gustarle alguien así?

Johnny se acercó a él con su silla.

-Veo que no puedes estar lejos de mí. -Le sonrió seductoramente.

-¿Eh? Aquí llega mejor el calor del sol. -Extendió su mano en busca de otra magdalena.

Los minutos pasaron y ninguno habló, poco a poco el ambiente comenzó a tensarse. Solo se escuchaba el sonido del lejano galope de los caballos y el sonido del viento al mover las ramas de los árboles.

Sí, Johnny tenía razón, el calor del sol era agradable en aquel lugar. Calor otoñal, los primeros vientos que hacía bajar la temperatura y sin embargo era delicioso como una caricia.

Caricia... quería alargar su mano y tocarlo, aunque fuese un momento.

Sientió el jalón de la ropa.

Johnny lo había atraido hacia él para besarlo, estaba vez tenía los ojos cerrados.

Sí, el calor de sus labios eran parecidos al que sentía en ese momento. Lo acarició, le besó el cuello y sintió humedad en sus pantalones. Solo con un beso había eyaculado.

Le pidió perdon a Johnny pero este se levantó de su asiento para ponerse en cuclillas y comenzar a limpiar aquel desastre.

Era bastante hábil con la lengua, sus besos era lo que deseaba, pero al mismo tiempo quería que él siguiera en esa posición, lamíendolo.

"Se levantó por mí, se levantó por el poder de nuestro amor... se levantó"

Abrió sus ojos.

Maldito y estúpido inconsciente que le hacía ilusionarse de más. Juró que algun día haría que ese bastardo le lamiera hasta la última gota.

Al llegar a la mansión de los Joestar, él parecía sorprendido.

-¿Qué haces aquí?

-Ayer dijiste que querías verme

-Ah, sí, lo acabo de recordar.- Le dijo sin prestarle mucha atención.

-Johnny, sobre lo de ayer...

-Sí, lo sé, solo es un simple error. Lo entiendo Gyro, estuvimos mucho tiempo ahí en el desierto y sin mujer alguna, pero lo siento pues tengo pene.

Se alejó de él cerrando el asunto completamente.

Almorzaron juntos, Johnny había mandado a hacer Pizza, la favorita de Gyro. Le regaló un sombrero nuevo y antes del atardecer hizo que se fuera.

Había pasado un bonito día con el idiota ese que le daba señales confusas, primero lo rechaza de la peor manera y luedo lo mimaba antes de que dijera nada.

Lo odiaba...

Suspiró.


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