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Hello por Ari_123_love

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Notas del fanfic:

Leer fics angst a las 3 de la mañana lo único que me provoca es escribir historias sobre el destino u.u Pero no lamento haber desperdiciado mis vacaciones así. Esta historia me tomó un poco de trabajo, pero me alegro de haberla terminado.

Notas del capitulo:

Quisiera aclarar el por qué del título de la historia, que realmente no se apega mucho con ella. 

Estaba escuchando la versión japones de Hello, cuando me percaté que el rap de Minho, en ese idioma, coincidía con varias cosas que iba a poner en la historia. Por eso decidí bautizarla de ese modo ^-^

Si son como yo, y les da pereza buscar la canción, pondré en las notas finales lo que dice el rap de Minho :D 

Una flor amarilla. Una flor de las que encuentras a mitad de camino, en las áreas que no están construidas aún. Una de las más sencillas flores, no pretendía ser más que un ser destinado.

 

Al igual que ella, cada ser en el mundo tenía un destino. Se podía ver en sus ojos, el aura era perfectamente visible para todos, como si una luz resplandeciente les acompañara todo el tiempo, atenuándose o intensificándose dependiendo del estado del ánimo de la persona. Incluso, cuando se hallaba a ese alguien especial, podía llegar a cambiar de color.

 

Tan sólo, si hubiese un camino escrito. Quizás la única deficiencia de saber que había un destino para todos, era que ese destino realmente no estaba escrito; se podía sobre escribir, y muchas de las veces una persona contaba con diferentes parejas para poder enlazarse por la eternidad. Todo dependía de las circunstancias, y de qué manera era tomado por las personas en cuestión.

 

Por eso, las personas con la habilidad de leer el futuro, eran tomadas más que en serio. Realmente no solía ser gran cosa, sólo que lograban entender a la perfección las muchas llaves que había para abrir el futuro, y que significaban cambios. Casi siempre, dando predicciones, esas personas lograban dar a escoger a las personas el destino que más les convenía. Aunque, otras veces, las personas se entercaban en obtener un destino que simplemente no les haría felices.

 

 

~*~

 

 

 

-¿Por qué lo hiciste?- Minho golpeó el casillero. Ya ni le importaba estar bañado en refresco, lo único que maldecía era haber perdido la oportunidad de hablar con Hyuna.

 

-Porque se me dio la gana.- Taemin se cruzó de brazos, con la cabeza en alto se negaba a retractarse de la travesura que le había hecho al mayor. Lo admitía, lo había hecho por celos, le encantaba Minho, y saber que él estaba interesado en la fácil de Hyuna le había hecho rabiar.

 

-No eres más que un niño mimado.- Masculló entre dientes. –Ni siquiera sé por qué soy tu amigo, me tienes harto con tus rabietas y berrinches. No sabes controlarte, y sinceramente, eso no es algo que me agrade.- Le dejó ahí, cansado de tener que estar peleando con el chiquillo que le seguía a todos lados desde el día que se conocieron.

 

Taemin se quedó ahí, de pie, más por orgullo, que por haber aceptado lo que Minho le había dicho. Él ya no quería ser su amigo…Le dolió el pecho, Minho jamás le querría. Tragó cualquier lágrima que quisiese traicionarle, puesto que su imagen ante Minho cambiaria de ahora en adelante.

 

 

~*~

 

 

 

Taemin jugaba con el cabello de Key, Sulli decoraba sus uñas con un esmalte mientras que Amber, Jonghyun y Minho discutían algo que realmente se les hacía poco interesante a los otros tres. No solían hacer más que perder tiempo cuando estaban juntos, pero después de todo, muchas amistades eran así.

 

Después de un rato, Onew y Luna llegaron, con planes ya perfectamente tramados. Taemin les miró dejando escapar un suspiro, les envidiaba, ellos dos juntos eran de un perfecto color dorado, y quizás los únicos que no se daban cuenta que estando juntos resplandecían de ese modo.

 

-¡Chicos! Luna quiere que vayamos a ver a la pitonisa que está cerca del bulevar Chungmuro.-               Se veía tan emocionado como si hubiese dicho que fueran a júpiter.

 

-Y ¿por qué tenemos que ir nosotros?- Sorprendentemente, fue Key el que preguntó, arisco a la idea de ir a preguntar por su futuro.

 

-Vamos, será divertido.- Luna insistió. –Además, no tenemos nada mejor que hacer.

 

Amber dejó escapar un largo suspiro, encogiéndose de hombros, entendía que aunque fueran seis contra dos, no iban a poder ganarle al par de idiotas enamorados. Se puso en pie, indicándole a los demás que no valía la pena intentar seguir discutiendo.

 

Rápidamente los demás la imitaron. Ahí iban todos, directo a Chungmuro, para mal gastar el dinero con una pitonisa, que quizás no les diría más de lo que ya sabían con respecto a los destinos entrelazados. Sulli se había colocado a la izquierda de Taemin, mientras que Key iba a su derecha. En todo momento, evitando que se rezagara y que por algún motivo quedara cerca de Minho. Lo habían notado, desde hacía días que cuando esos dos estaban juntos, sus auras se tornaban rojas, señalando peligro. No se hablaban, más que cuando había terceros, en conversaciones largas, y no siempre era de buena manera. Nadie entendía qué les había pasado, pero tampoco iban a inmiscuirse en algo que simplemente les atañía a esos dos.

 

Llegar al lugar, y darse cuenta que la gente que entraba y salía eran felices, terminó de convencer a algunos que quizás había sido una buena idea ir a ver a la pitonisa. Se decidieron a entrar, observando el lugar. La mujer –porque se veía joven- tenía ojos grandes, cabello rizado, y más pinta de tener ascendencia gitana, que coreana. Les sonrió, indicándoles que lo mejor sería tomar la consulta de dos en dos, puesto que tantas puertas abiertas sólo podrían confundir a todos. Rápidamente se dividieron, Sulli con Amber, Key con Taemin, y Minho con Jonghyun.

 

-Hyung, ¿no piensa entrar?- Taemin preguntó a su hermano mayor.

 

-Minnie, sabes que no me gustan esas cosas.- Onew dijo como si no fuese gran cosa.

 

-P-pero, ¿y unnie?- Sulli se giró a ver a Luna.

 

-Yo vine hace rato, por eso pensé que sería buena idea que vinieran.- Dijo risueñamente. -¡Anden! No me hagan esperar.- Se cruzó de brazos.

 

-¿Algún día ustedes dos tendrán remedio?- Amber puso los ojos en blanco. –Vamos, Sulli, no los hagamos esperar por más tiempo.

 

Ellas fueron las primeras en pasar, siendo más rápidas de lo esperado. Amber se veía feliz, sin embargo Sulli había salido algo molesta. Eso le causo risa a Taemin, que rápidamente empezó a llenarle de preguntas acerca de lo que le habían dicho, y lo que le depara el futuro.

 

Mientras tanto, Minho y Jonghyun entraron al cuarto. Tenía un extraño color café en las paredes, cubierto de miles de amuletos y plantas extrañas. La mujer les saludó, con una extraña sonrisa de felicidad al verles. Era como si hubiese notado algo interesante en uno de ellos dos.

 

Les sirvió una taza de té.

 

-Bébanlo.- Les ordenó, haciéndoles saber que no debían deshacerse de las hojas que probablemente se acumularían hasta el fondo.

 

En cuanto lo hicieron, la mujer les retiró las tazas examinándolas por un segundo, y regresándola a sus dueños de inmediato.

 

-¿Qué desean saber, muchachos?- Habló con un tono casi misterioso.

 

-¡Destinos entrelazados!- Jonghyun proclamó, ganándose un golpe de Minho. Él no quería saber de eso, y ahora estaba obligado a escuchar sobre los destinos entrelazados, por culpa de Jonghyun.

 

La mujer rio. Rogó por que cada uno tendiera su mano izquierda, leyendo cada línea en las palmas de ambos chicos. Realmente se veía entretenida, sobretodo con la mano de Minho. Parecía hallar algo muy interesante en lo su futuro deparaba, y Minho empezaba a incomodarse con eso. No le gustaba el hecho de saber que esa mujer podía ver sus posibles futuros, y que no estuviera comentando nada.

 

-Así que destinos entrelazados…Usualmente jóvenes de su edad preguntan por la riqueza que tendrán, no por el amor de su vida.- Pareció burlarse. –Está bien.- Suspiró, mientras buscaba cosas en alguno de los varios cajones que había. –Tú, el chico de suéter, sólo veo un posible destino entrelazado para ti.- Le señaló, mientras sacaba algo del cajón. –No veo caras, menos nombres. Pero las esencias se pegan a los objetos que significan algo en la relación, o que demuestran la personalidad de la persona.- Explicó.

 

Minho y Jonghyun se voltearon a ver, lo que esa mujer decía era quizás lógico, pero a la vez extraño.

 

-Y tú…- Ahora señaló a Minho. –Cariño, veo dos caminos para ti. Puedes elegir uno…- Se sentó de nuevo, enfrente de los muchachos. Colocó un espejo en frente de Jonghyun, y dejó una flor amarilla (tomada de uno de los ramos de plantas que tenía) en frente de Minho. De inmediato, colocó un trozo de madera, tallado en forma de tecla de piano, a lado de la flor. –Ambos ya conocen a las personas que les estoy señalando…

 

Jonghyun empezó a reírse. Tomó el espejo, con cuidado, como si fuera a romperse. Mentiría si dijera que no sabía que Key siempre llevaba un espejo consigo. Suspiró, calmándose, era increíble lo que le decía el destino. Siempre había gustado de él, pero no para volverse loco y perseguirle. Tal vez, insistirle un rato, les llevaría a algo mejor.

 

En cambio, Minho observaba sus objetos…Dos caminos…

 

-¿Tengo que elegir uno?- Preguntó.

 

-Así es cariño…Tal vez no rechaces la oportunidad del otro, pero si deberías enfocarte en uno de los dos…- Hizo una mueca, señalándole los objetos.

 

-Me parece increíble que ya conozcas a ambos…- Jonghyun le sacó de sus pensamientos. -¿Una tecla de piano y una flor amarilla? Sé de quién podría ser la tecla…- Sí, Im Yoona era amiga cercana de Minho, y además de tocar bien, se le daba la música. No podría ser nadie más que ella. -…pero, ¿y la flor amarilla?

 

Minho suspiró. Conocía la procedencia de la flor amarilla. Felicidad, es lo que suelen decir del color amarillo. Lo recordó, como si hubiese pasado horas antes.

 

Había tomado otro camino a casa, tal vez quería tardarse, tal vez necesitaba estar a solas por un rato. Además, siempre le habían gustado las flores amarillas que llenaban el prado que cortaba el camino.

 

Se dispuso a cortar una, cuando una mano la tomó primero. Un chico, que caminaba agachado, cortando las flores. En cuanto se irguió, al notar que había intercedido en su camino, le sonrió. Ese chico era prácticamente un niño, a comparación de él. Llevaba un ramo de flores amarillas, todas recién cortadas. El cabello, destartalado por el viento, se le enredaba en el rostro.

 

-¿Era tuya?- Estiró su mano, ofreciéndole la flor. –No fue mi intención tomarla.

 

-La has cortado primero.- Se negó a recibirla.

 

-Pero pensabas cortarla para ti.- Insistió. –Yo ya tengo más que suficientes, por una no pasará nada.- Prácticamente le obligó a tomarla, entonces se giró, y siguió con su camino.

 

Minho se despabiló, siguiéndole el paso.

 

-¿Son para tu novia?- Le preguntó. Extrañamente le picaba de curiosidad saber por qué tomaba tantas flores.

 

El chico rio, de manera caprichosa, convirtiéndose en el único sonido que podría existir en la tierra en ese momento.

 

-No…Me gustan las flores amarillas.- Dijo, quizás algo egoísta, al hablar de sí mismo. –Las llevaré a mi habitación, para que iluminen mi escritorio.

 

-Ya veo…A mí también me gustan.- Minho sonrió. Encontraba encantador el hecho de que el chico fuera tan egocentrista.

 

Mirar al pasado no le hacía bien. Taemin era un total egoísta, caprichudo, que realmente no sabía controlar sus emociones. Por ningún motivo aceptaría terminar con su destino entrelazado al de él, o alguien como él. Sería la peor decisión del universo.

 

Tomó la tecla, apretándola entre sus dedos.

 

-He decidido.- Se veía serio.

 

-Cariño, no tienes que negar por completo el otro. Algunas veces el destino es más fuerte que las decisiones que tomamos y…

 

-Jamás le aceptaré.- Afirmó. –Jamás buscaría estar con él.- Entonces la taza en donde había bebido té se fracturó, a casi nada de estallar. -¿Q-qué ha sido e-so?

 

-Cariño, esa ha sido tu decisión.

 

Después de haber salido, Minho miraba los trozos de lo que fue su taza. La pitonisa había insistido en que se los llevara. Todos solían salir con su taza en mano, Minho llevaba pedazos, esquirlas de un destino al que se negó aceptar.

 

-Minho, ¿en serio sentías lo que dijiste?- Jonghyun preguntó, preocupado. Le había notado tan serio, quizás enojado. Minho no era bueno tomando decisiones cuando estaba enojado.

 

-Sí…- Contestó seco.

.

.

.

Taemin observaba su taza…No tenía deseos de beber el contenido…No quería saber nada, se sentía tan mal, sabiendo que fuera lo que escuchara, tendría algo que ver con Minho. Y él seguía tan enojado…Suspiró, mientras se obligaba a beber el té. Odiaba tanto el té, por culpa de Jonghyun jamás sería capaz de disfrutar de nuevo una taza de té caliente.

 

Sintió escalofríos al terminar de pasar por su garganta el líquido. La mujer tomó su taza, ya había examinado la de Key, y ahora le tocaba el turno a la suya. La mujer pareció entristecerse un poco. Tomó su mano en cuanto soltó la taza. Con cierto cariño acarició cada línea de su mano izquierda, mientras las leí expertamente. Pareció que dejó escapar un suspiro.

 

-Niños…- Los miró con ternura. –El destino no está escrito, puede cambiarse.- Habló en plural, pero su mirada sólo se dirigía a Taemin. Colocó una extraña pieza de rompecabezas delante de Kibum. –No importa cuán complicada sea la persona, o la relación. Debes de darle una oportunidad.- Parecía regañarle, con ese tono maternal que resaltaba la diferencia entre su oficio y su voz. –No seas rudo con él ¿de acuerdo?

 

Kibum puso los ojos en blanco. ¿Era mucho pedir que no se tratara del idiota de Jonghyun? Definitivamente él era la persona más complicada que conocía. ¿Qué no fuera rudo con él? Le sacaba de quicio todo el tiempo, ¿cómo no serlo? Dejó escapar un largo suspiro. Haría su mejor esfuerzo.

 

Taemin agachó el rostro, ¿qué le diría a él? Quería irse, no había sido un buen momento para ir. Sintió unas repentinas ganas de llorar, que tuvo que contener en el fondo de su garganta.

 

-Dulzura…- La mujer le llamó. Había colocado dos objetos enfrente de él. –Tienes dos posibles destinos.

 

Los miró. Una galleta y una flor amarilla…Un nudo se formó en su garganta.

 

-Tienes que tomar uno…- Arrulló.

 

Su corazón latía fuerte. Siempre lo supo, Minho estaba en su destino. Quiso tomar la flor, pero en cuanto la tocó, esta se marchito…

 

-Lo siento…Él rechazó el enlace que tienen…- Ella trató de explicar, para que Taemin no se asustara con lo que había pasado.

 

Algo se rompió dentro de su cuerpo. Minho le había rechazado…Le sorprendía, pero a la vez no le sorprendía. Minho no le quería como algo más que un amigo…No, ya ni siquiera eso…Simplemente le soportaba, porque Onew era su hermano y le tenía respeto. No soltó la flor, a pesar de saber que ya no significaba nada. Miró la galleta. Una lágrima se escurrió por su mejilla.

 

-No puedo escoger…- Alcanzó a decir sin que se lo rompiera la voz. –No le conozco, y si esa persona después busca saber algo de mí, y descubre que le he rechazado sin saber quién es…No soportaría saber que causé el mismo dolor que siento.

 

La mujer sonrió. Increíble que un chico tan joven hubiese entendido que no se puede rechazar algo que quizás era más fuerte que nada. Asintió, mientras quitaba la flor y la galleta de su vista. Le tomó de las manos, ofreciéndole un consuelo con su tacto. Él debía ser alguien sensitivo…Se preguntaba si tal vez algún día él sería capaz de ver esos caminos que ella veía…

 

Les despidió sabiendo que esos dos destinos tenían un camino marcado, y sería muy difícil separarlos, por más que se negaran a estar juntos, su propósito era estarlo.

.

.

.

Taemin salió, con el aura casi apagada por completo. Todos le miraron, era extraño verle y que no brillara con esa luz que solía tener siempre. Corrió a los brazos de su hermano mayor y se echó a llorar.

 

-¿Qué pasó, Minnie?- Se preocupó. -¿Qué te ha dicho? ¿Qué le has preguntado?- Insistió.

 

-Estoy bien.- Negó con la cabeza. Se propondría estar bien. Aceptaría la decisión de Minho, si  no quería estar a su lado, le respetaría, por mucho que eso le doliera.

 

Onew suavizó su expresión. Taemin siempre había sido alguien sensible. Tal vez ir con la pitonisa no había sido tan buena idea, los más disconformes habían sido los menores, Sulli y Taemin. Ellos eran muy jóvenes aún, a pesar de que si les decía eso, ellos dirían que para la edad de los 16 años ya eran lo suficientemente maduros.

 

-Será mejor que nos vayamos…- Alzó la voz.

 

-Tienes razón.- Kibum le arrebató a Taemin de los brazos, abrazándole con cariño. –Llevaré a Taemin con Heechul, los alcanzamos después.- Sabía bien que Heechul le haría sentir mejor.

 

-Los acompaño.- Jonghyun se les pegó.

 

-No, gracias.- Le miró frío. –No quiero hablar contigo, por ahora.

 

-Pero…- Le miró sorprendido, Key no se veía alegre de saber que sería su pareja. Se rio, le conocía, sólo quería hacerle sufrir. No se daría por vencido, le perseguiría todo el tiempo que fuera necesario.

 

 

~*~

 

 

 

Minho hizo una mueca. Lo admitía, extrañaba platicar con Taemin, y le había estado tratando muy mal las últimas semanas. Además…Le rechazó como pareja…Pero eso era algo totalmente diferente, Taemin era su amigo y extrañaba pasar tiempo con él. Sabía bien que, con una disculpa, Taemin le abrazaría y le sonreiría de la misma manera. Siempre conseguía que Taemin le perdonara por cualquier cosa que le hiciera.  Tal vez tenía que empezar a sentirse mal por siempre salirse con la suya con respecto a los sentimientos del chico, pero no lo haría. Le gustaba pasar tiempo con Taemin, y le parecía un chico divertido, a pesar de los años de diferencia que había entre ambos.

 

Decidido se dirigió al salón del menor. Mientras veía a las personas salir, se encontró con ese par de ojos castaños que usualmente le mirarían con felicidad. Se veía tan vacío, como si hubieran roto la inocencia dentro de su existencia. ¿Qué le había pasado? Ahora se sentía peor. Una cosa era estar enojado con él, pero le había tratado mal, y se había desinteresado de su vida. No saber qué había pasado con Taemin le mortificaba.

 

-Tae…- Quiso acariciarle y protegerle de lo que fuera que le había causado ese daño. Jamás llegó a imaginar que había sido él mismo. -¿Podemos ha…

 

Le quitó la mirada de encima. Taemin había pasado de él, como si sólo fuera un retrato más en el corredor de la escuela. Le vio responder su teléfono, se oía cansado, y obviamente seguía indignado por aquella ocasión que discutieron. Minho no pudo llegar a entender que Taemin simplemente había asimilado su decisión, en el peor de los escenarios. No le volvería a hablar, a pesar de nada que pudiese ocurrir alrededor de ambos.

 

 

~*~

 

 

 

Iba a llegar tarde al trabajo. Odiaba el tráfico, detenía también al transporte público. Odiaba que su auto estuviera en el taller, por reparaciones, y simplemente odiaba todo de ese día que estaba viviendo.

 

Se detuvo, ya no pensaba correr, necesitaba un descanso de esa vida de locos que estaba llevando. Tan sólo respirar, en paz, como lo había hecho, le hizo notar que se había detenido enfrente de una florería. Enormes flores amarillas le saludaban con emoción. Sonrió, habían pasado los años, pero nunca le dejaron de gustar las flores amarillas…Ni olvidó el recuerdo de Taemin. ¿Qué habría pasado de ese chico? Él nunca le volvió a hablar, y en cuanto ambos terminaron el instituto, Taemin desapareció por completo de su vida. Quizá no olvidarle había sido su peor castigo, no se sentía tranquilo sabiendo que tal vez ese chico pudo haber sido su pareja enlazada. Subió la mirada, observando los grandes edificios que le rodeaban. Era tan insignificante, el destino hacía lo que quería con todos, hasta aplastarlos. Giró un poco la cabeza, dándose cuenta que en la acera de enfrente había un edificio, del cual colgaba el enorme nombre en una pancarta con forma de flor…amarilla. Bajó la vista, dándose cuenta que del edificio salía un llamativo chico. Un llamativo Taemin.

 

Destino.

 

Salió de su estupor, con los ojos abiertos de la sorpresa decidió llamarle. Cruzó la calle, sabiendo que era peligroso no fijarse si los carros ya tenían permitido el paso.

 

-¡Taemin!- Le llamó. –Taemin ah…- Insistió, observando como el chico se detenía, atento por si volvía a escuchar su nombre. –Lee Tae Min.

 

Entonces se giró, sorprendido de que alguien le llamara por su nombre completo. Sus ojos también se abrieron por completo al verle. Sonrió, como lo hacía antes, mucho antes de que dejaran de hablarse.

 

-Choi Min Ho…- Pronunció cuando Minho estuvo lo suficientemente cerca. -¡Eres tú!

 

Minho supo que Taemin reprimió las ganas de tocarle, como siempre hacía cuando veía a alguien que no había visto en mucho tiempo. Además, Taemin llevaba cargando algo, que probablemente pronto le haría perder el equilibrio.

 

-Hola...Sí...- Dijo, súbitamente cohibido de haberle llamado. -Por un momento dudé que fueras tú, sería horrible cometer ese tipo de equivocación y quedar en ridículo ante un desconocido.

 

Le escuchó reír con su comentario, esa risa algo destartalada. Siempre sonó caprichosa, como si fuera el único merecedor de reír. Después de tantos años, Minho seguía considerando algo adorable lo egocentrista de esa risa.

 

-Yo no tuve duda...No importa cuántos años hayan pasado, te sigues viendo igual Choi Minho.- Sonó como un cumplido, Minho quiso creer que el chico le había hecho un cumplido.

 

-Me encantaría poder decir lo mismo, pero te ves tan diferente.- Si seguía viéndole por más rato quedaría embelesado.

 

-Ugh, lo sé.- Arrugó la nariz. -No tengo idea qué tomé en el supermercado, pero estoy seguro que no era un shampoo normal. Cambió el color de mi cabello.

 

Minho suprimió una risa, eso sonaba totalmente natural en Taemin. Sin embargo, el color le quedaba adorable, no se veía como un alienígena tratando de personificar a un humano.

 

-Siempre fuiste algo despistado.- Comentó, casi con ternura, del pasado. Había olvidado cuándo había sido la última ocasión en la que hablaron tan amenamente, antes de que sus constantes discusiones iniciaran, y que dejaran de hablarse.

 

-No me gusta mantener la cabeza en un sólo lugar...Por ejemplo encima de mis hombros.- Se excusó, empujando suavemente su paquete, para cargarlo mejor. –Supongo que siempre habré de ser víctima de ese tipo de circunstancias.- Se encogió de hombros, inmediatamente volviendo a acomodar su paquete.

 

-Te ayudo.- Minho se ofreció a cargarlo, prácticamente tomándolo antes de que Taemin respondiera a su ofrecimiento. -¿Qué es esto? ¿A quién mataste?- Vaya que era pesado.

 

-...No es un cuerpo humano.- Contuvo la risa. -¿Me ayudarías a llevarlo a mi auto?- Preguntó, haciendo una mueca, probablemente inconsciente de eso.

 

-Por supuesto.- No podía negarse. -Y dime, ¿qué ha pasado con tu vida?

 

-Realmente mucho.- Murmuró tras una risilla. -Ahora estoy vuelto loco con los preparativos de mi boda y...

 

-Espera. ¿Te vas a casar?- Minho le miró sorprendido. Si sacaba cuentas, Taemin no debía de tener más de veinticinco años, ¿por qué rayos estaba hablando de planes de boda?

 

-Oh, sí...- Sonrió. -Me voy a casar con mi novio, después de cinco años de estar con él.

 

Minho le miró. Cinco años, era obvio que no conociera al chico, para entonces ya no hablaba con Taemin. Todo parecía colorearse con una perspectiva diferente; no sabía nada de la vida del chico, y aun así no podía dejar de pensar en lo que sería tener una vida enlazada a la suya.

 

-Aquí está mi auto.- Taemin se detuvo. Corrió rápidamente a abrir el maletero.

 

-¿En serio?- Minho se burló. -¿Estás seguro que no mataste a nadie?- Dirigió la mirada al maletero.

 

-¡Aigo!- Rodó los ojos. -No es un cuerpo, Choi Minho.- Recalcó.

 

Minho rio, sabía que no debía de desesperarle, pero era algo tan natural entre ambos. Dejó el paquete en el maletero, para después descubrir que en realidad ya no tenía otro motivo para estar ahí.

 

-¿Tienes algo que hacer?- Preguntó vacilante, simplemente no quería despedirse aún.

 

-No...

 

-Te invito a tomar un café.- ¡Perfecto! Así podría pasar más tiempo junto a él.

 

-Por supuesto.- Asintió.  Buscó en el maletero y tomó su bolso. Cruzó la correa por encima de su pecho.

 

Estaban en el centro de la ciudad, había muchas cafeterías de donde escoger, pero Minho se negó a perder más tiempo. Por practicidad, terminaron yendo a la cafetería más cercana, a pesar de no conocerla.

 

-Dime, ¿qué fue de ti después de la escuela?- Tenía la vaga necesidad de saber todo lo que hubo pasado en esos seis años que no habló con Taemin.

 

-A ver...- Lo pensó por demasiado tiempo, como si hubiesen pasado varios lustros en vez de sólo unos años. -Al terminar el instituto, empecé la carrera. Después, cuando estuve haciendo el servicio social hice algunos contactos. Al terminar, ellos me ayudaron a conseguir trabajo y ahora estoy iniciando mi propia empresa...Claro con su ayuda.- Soltó una risita.

 

-Son demasiadas cosas en tan poco tiempo.- Minho se echó hacia adelante, para mirarle a los ojos. -¿Y tu boda? ¿Cómo llevas cinco años con alguien?

 

-Neh...A Jong In lo conocí por casualidad.- Rio. -¿Recuerdas la fiesta de cumpleaños que le organizamos a Key hyung, antes de que ustedes se graduaran?

 

Minho asintió. Lo recordaba, había sido una buena fiesta sorpresa; pero, hubiese sido mejor sin las frías miradas, y los silencios que Taemin le dedicó.

 

-Yo fui por el pastel.- Mordió su labio inferior. -Jong In trabajaba en la panadería por las tardes, así que le tocó atenderme.- Volvió a reír. -Él astutamente buscó y guardó el teléfono del cual marqué para hacer el pedido.  Así que días después me llamó.

 

Minho le miró. Taemin se veía tan diferente, pero también había madurado. Era tan equilibrado y su aura resplandecía brillantemente. El brillo que expedía ya no era el arrebatado y alegre de antes, ahora se veía como una suave y cálida luz que ilumina todo a su alrededor. Como una luz de lectura, Taemin aumentaba su resplandor cada vez más mientras contaba su historia.

 

-...Entonces a los dieciocho decidimos casarnos cuando fuéramos mayores de edad.- Explicó la razón de por qué se iba a casar siendo tan joven. -Pero necesitamos de un año para los preparativos.

 

-Entonces empezaste a salir con él a los diecisiete y a los dieciocho se comprometieron...- Minho repitió absurdamente. -Deben de estar locos el uno por el otro.

 

-Algo así.- Cubrió su boca para evitar reírse por vergüenza. -Él es mi pareja enlazada.

 

Algo dentro de Minho tembló. ¿Taemin también tenía dos posibles parejas para enlazarse? Nunca lo había pensado, pero ahora que sabía, la idea le desagradaba. Había encontrado el camino del otro, sus destinos se habían entrelazado y estaban a punto de unirse. Suspiró, tal parecía que siempre se quedaría con la duda de cómo habría sido su vida a lado del chico.

 

-Ya hemos hablado mucho de mí, ¿qué hay de tu vida?- Le dio un sorbo a su café, haciéndole ver estilizado.

 

-Pues...también, hice la carrera, pero a diferencia de ti, yo no tuve tantos contactos, ni tan generosos.- Bromeó. -Por ahora estoy trabajando en una gran empresa.

 

-¿Y qué hay de tú pareja?- No era secreto que Minho se había juntado con su otra posible pareja, todos en la escuela lo supieron; excepto que Minho no supo que los demás sabían.

 

-Ella...ella tenía a alguien más.- Suspiró. -Al final le escogió.- Mentiría si dijera que no le dolió, pero realmente no fue tan malo como cualquiera imaginaría.

 

-Lo siento, Minho, no debí preguntar.- Se movió ligeramente hacía atrás.

 

-Está bien...- No sabía si mentía o no. -Si está feliz, supongo que por mi está bien.

 

-Eso es muy amable.- Taemin le sonrió. -¡Ya sé! Deberías venir a mi boda.- Comentó alegre. -Tienes suerte de que hace poco haya ido a recoger las invitaciones.- Rebuscó en su bolso, para sacar una tarjeta cuyo envoltorio no era más que un listón de encaje hecho moño. -Estimado...Choi Minho,...está...cordialmente...invitado...a...la boda...de...Lee Taemin y Kim Jong In.- Escribió con muy pulcra letra. -Ten.

 

-Oh, Tae...No es necesario...- Trató de rechazar aquella invitación.

 

-Pero, te vas a divertir, y además irá gente que ya conoces.- Sus ojos se abrieron como si hubiese recordado algo. -¡Maldición! Tengo que reacomodar las mesas.- Ante la mirada de desconcierto que Minho le dio, no le quedó de otra más que explicarse. -Key hyung me dijo que si irá a la boda con Jonghyun hyung, y quiero sentarlos donde hagan menos daño posible.

 

Minho rio. Vaya problemas que tenía Taemin. Él era tan recatado, pero sus problemas sonaban absurdos, casi como de niño mimado.

 

-¿Por fin le dijo que sí?- Preguntó.

 

-Realmente no te has puesto en contacto con nadie, ¿no?...- Minho imaginó ver algo de esperanza en las palabras de Taemin. -Por supuesto que no.- Rio. -Es gracioso, recuerdo que aquella mujer le dijo que no fuera rudo con Jjong hyung, pero Key hyung no ha de entender lo que eso significa...

 

Minho le miró, Taemin había mencionado a la pitonisa. Aún la recordaba. Recordaba tan bien ese día. Nunca fue bueno tomando decisiones enojado, y ahora se daba cuenta de lo que dejó escapar. Suspiró, mientras el ambiente se llenaba de una extraña tensión. Se distrajo observando la invitación que Taemin le había dado.

 

-Es para dentro de dos meses...- Notó la fecha de la boda.

 

-Ah...sí...- Recogió su cabello detrás de su oreja. -Nos gustaron esas invitaciones, así que las compramos antes de que las quitaran de las posibilidades.- Sonrió, sonrojándose. -Hemos planeado todo, no hay nada que nos falte, excepto que llegue el día.

 

Minho contuvo la respiración. No le gustaba hacia dónde se dirigía esta conversación. Obviamente no quería seguir escuchando sobre la boda de Taemin. Él era tan joven, no debería estar casándose; y no debería estar casándose con alguien más. Tras un silencio que fue incómodo para Minho, carraspeó la garganta.

 

-Entonces...¿De quién es el cuerpo?

 

Taemin volvió a poner los ojos en blanco. Dejó escapar una ligera risa, echando los hombros hacia adelante, acercándose a Minho.

 

-No es un cuerpo, es una estatua.

 

-Claro. Eso explica la forma humana que tiene, pero ¿por qué lo escuché quejarse?- Volvió a burlarse. -Dime, ¿para qué quieres una estatua?

 

-Es como una escultura. Es de una amiga, me pidió que la recogiera por ella.- Admitió. -Está de vacaciones y su oficina a lado de la mía, no me costaba nada.

 

Minho asintió. Podía verlo, todo lo diferente en este Taemin. Él había crecido, había encontrado a alguien a quien amar, y tenía todo su camino tan bien trazado. No supo a qué se debía la amargura que sentía al final de la garganta, pero no le era para nada agradable.

 

-¿Bueno?- Le observó contestar su celular. -Neh, no lo olvido...Por supuesto que estaré ahí...Si, adiós...También te amo.- Terminó la llamada con una boba risita de enamorado.

 

-¿Tienes que irte?- Preguntó, preocupado de saber que su tiempo platicando con el chico haya terminado.

 

-No, aún. Dentro de media hora voy a ir a comer con mis suegros.- Terminó de beber su café. -Jongin teme que se me olvide...Creo que me he ganado esa fama, mi memoria es tan larga como la de un pez dorado.

 

-Los peces dorados son adorables...

 

Taemin rio. Por un segundo, mientras escuchaba esa risa, Minho pudo creer que todo estaba bien, que nunca se habían peleado, y que las cosas eran como antes. Quería a Taemin de vuelta en su vida. Extrañaba a ese caprichoso niño que le hacía reír, y a quien hacía reír.

 

Después de platicar por un rato, llegó la hora de que Taemin se fuera. Tras pagar la cuenta, hacer una reverencia de despedida y caminar apenas unos pasos hacia donde su auto estaba estacionado,  se giró, con una sonrisa en el rostro.

 

-Fue bueno verte de nuevo, Minho.

 

-También me agradó verte, Taemin ah.

 

 

~*~

 

 

 

Key miraba con algo de desaprobación a Taemin. Le había estado ayudando a reorganizar la disposición de las mesas, mientras escuchaba del menor los pequeños cambios que iba a haber con respecto al número de gente.

 

-¿Y por qué tenías que invitarlo?- Parecía algo indignado con la decisión del chico.

 

-Porque era lo correcto.- Trato de concentrarse en el dibujo que tenía del lugar donde iba a estar las mesas. -Estuve todo el tiempo hablándole de mi boda desinteresadamente, y cuando se me ocurre preguntarle por su novia, él me dice que terminaron. Me sentí como un idiota.

 

-No lo eres Tae.- Key le acarició. -Sin embargo eres excesivamente amable. Pero bueno, dime ¿qué dijo Kai de que le hayas invitado?

 

-Aún no le digo...- Sonrió apenado. -No he tenido tiempo, y sé que lo entenderá...

 

-¿Estás seguro de que no se va a molestar? Él conoce tu historia.

 

-Estoy seguro que no se va a molestar por que haya invitado a Minho a la boda...

.

.

.

-¿Qué hiciste qué?- Kai se cruzó de brazos, esperando a que Taemin explicara lo que había dicho.

 

-Jongin ah, no me mires así.- Taemin le dio la vuelta a la mesa, para quedar del otro lado. -Tuve que hacerlo, era lo correcto.- Esa tarde, llegando a casa, le había contado sobre la pequeña modificación en el número de invitados que hubo.

 

-¿Lo correcto? ¿A quién le importa lo correcto?- Jadeó. -Él es la razón por la que yo te vi llorar tantas veces. No debiste haberlo invitado.

 

-Oh, vamos. Si no hubiese llorado contigo, jamás hubiese descubierto que eres a la persona que siempre dejaré que vea mis sentimientos.- Trató de excusarse.

 

-Tae...- Rezongó molesto. -Cariño, sí, pero ¿crees que me es agradable saber que por su culpa, tú no querías saber nada del amor? ¡Y ahora lo invitaste a nuestra boda!

 

-Te esforzaste demasiado conmigo, tienes tu recompensa, estoy locamente enamorado de ti. Te amo.- Taemin hizo un puchero. -Sólo traté de ser amable.

 

-Tú siempre eres amable.- Kai rio, le tendió la mano para que Taemin se acercara y así pudiera abrazarle.- Entonces te vuelves un monstruo y te comes los corazones de la gente que engatusas con tu amabilidad.- Le hizo cosquillas, mientras definía su forma de ver la actitud traviesa de su pareja.

 

-Basta, Kai...- Taemin se retorció de risa. -¿No estás enojado?- Le regaló un beso en los labios.

 

-...- Kai suspiró. -...No, amor.- Puso los ojos en blanco. -Pero, en cuanto se dé la oportunidad, quiero conocerle. ¿Quedó en claro?

 

Taemin rio traviesamente, asistiendo. Entonces se soltó del agarre de su novio y empezó a hacerle caras, tentándole para que le persiguiera por toda la casa.

 

 

~*~

 

 

 

Taemin se bajó del auto, buscó las llaves dentro de su bolso, mientras se acercaba a la puerta de su casa. En cuanto encontró las llaves, alzó la vista para abrir la puerta. Una sonriente flor amarilla le saludaba a los pies de la puerta. Se agachó un segundo, para recogerla. Era adorable, con un brillante color amarillo, llamaría la atención de todos. Sonrió, mientras se preguntaba cómo habría llegado esa flor ahí.

 

-Hey…Hola…- Minho estaba en la entrada, a lado del buzón, le saludaba algo tímido.

 

-¿Es tuya?- Taemin evitó reírse, mientras olía el perfume de aquella flor.

 

-¿Aún te gustan las flores amarillas?- Preguntó, notándose algo nervioso.

 

-Neh…Nunca dejarán de gustarme.- Murmulló. –Y ¿a ti?

 

-También…- Sonrió de medio lado.

 

-¿Cómo supiste donde vivo?- Miró de reojo la cara de culpabilidad de Minho.

 

-Jonghyun…- Sobó la parte de atrás de su nuca.

 

-Tendré que regañar a hyung luego…- Amenazó de broma.

 

-Tae…-Minho debía estar mordiendo el interior de su mejilla, se notaba por la mueca que hacía. -¿Es muy tarde para pedir perdón?

 

Se sorprendió, no imaginaba cuál era el motivo por el cual Minho le había llevado una flor. Rio, suavemente, mientras recordaba esa absurda e infantil pelea que habían tenido, y por la cual se habían dejado de hablar.

 

-Los dos fuimos responsables…

 

-No debí decir lo que te dije, fue grosero.- Explicó.

 

-Y yo fui infantil.

 

-Taemin, por favor, yo era el mayor, no debí tomar esa posición.- Dejó en claro.

 

-Bueno, si tanto te importa…

 

-Por supuesto que me importa, eras mi mejor amigo. Dejarnos de hablar por una tontería fue algo que jamás debí dejar pasar.

 

No pudo evitar ver a Minho con una mirada cálida. A pesar de todo el tiempo pasado, él se veía muy arrepentido, y no iba a estar tranquilo hasta que le dijera que le perdonaba; a pesar de que eso, era algo que había superado años atrás.

 

-Si digo que sí te perdono, ¿fingiremos que no nos ignoramos por seis años?

 

Minho sonrió, con alivio en su mirada. Realmente Minho no había cambiado mucho, seguía siendo tan sincero en cuanto a sus sentimientos y emociones. Le sonrió de regreso, sabiendo que sería una tarde agradable.

 

-¿Te gustaría pasar?- Le preguntó. –Debemos de ponernos al corriente de muchas cosas.

 

Minho asintió, siguiendo al menor dentro de la casa. Era extraño para ambos, no habían hablado por tanto tiempo, y ahora empezarían a actuar como lo que fueron, mejores amigos. Taemin dejó la flor en un jarrón cerca de la ventana.

 

-¿Quieres algo de beber?- Le ofreció amablemente. –Bueno, de lo poco que tengo, no he tenido tiempo de hacer las compras.

 

-¿Tienes tiempo para llevar esculturas, pero no para comprar la despensa?- Rio. –Agua, está bien.

 

Taemin evitó reírse. Sabía que seguía teniendo sus prioridades en desorden, pero era algo que simplemente jamás podría corregir de su forma de ser. Le sirvió un vaso de agua, y después se sentó en el sillón personal que quedaba justo en frente de donde Minho había decido sentarse.

 

-Se siente extraño, ¿no?- Inquirió, con una risita en la voz. –Han pasado seis años, ¿qué tanto no pasó en ese tiempo?

 

-Podrías empezar por decirme algo de tu hermano, ¿dónde está Jinki?

 

-Onew hyung…- Suspiró. –Se fue a vivir a Japón con Luna.- Hizo una mueca. –Cuando se fueron me di cuenta que era muy dependiente de ellos.- Jadeó. –Maduré bastante después de darme cuenta que ellos me trataban como un niño pequeño, pero que ya no estarían aquí para seguir consintiéndome.

 

Minho asintió, como si él fuese capaz de entender lo que se había sentido crecer varios años en un lapso tan corto como un mes. Suspiró, mientras echaba una mirada a la repisa con las fotos de su hermano y cuñada. Los extrañaba más de lo que aparentaba. Sin embargo, sonrió, sabiendo que ellos estaban felices con sus respectivos trabajos en Japón, y que valía la pena ese viaje en su vida.

 

-Dime tú, ¿cómo ha estado Tiffany noona?- Sonrió, recordando la graciosa prima de Minho.

 

-¿Qué puedo decir? Siempre fue tan mimada como tú.- Se burló. –Ella no ha cambiado, a pesar de que se casó hace poco.

 

-¿En serio?- Sus ojos se abrieron con grata sorpresa. –Me alegro mucho por ella. Era demasiado linda conmigo.

 

-En exceso, diría yo.- Minho carraspeó su garganta. –Va a tener un hijo.

 

-Vaya…- Sonrió hasta reducir sus ojos a un tamaño inferior al normal. –Nunca la imaginé de madre, será algo ¿atípica?

 

-No está lista.- Se quejó. –No sé qué tan loco quedará ese niño, al tener una madre tan loca.

 

-Yah, noona no está loca.- Y a pesar de todos los años, la seguía defendiendo. –Ella es bastante feliz con su forma de ser.

 

-Olvidaba por qué ustedes se llevaban tan bien.- Aclaró su garganta. –Siempre la defendiste.

 

-Ella me agradaba.- Sonrió. A pesar del tiempo, a Minho aun le molestaba lo bien que hablaba de su prima. –Y era divertido molestarte. Por eso siempre lo hacíamos enojar.

 

-Y vaya que lo lograban…

 

Así pasaron toda la tarde, rememorando las cosas que pasaron en los últimos años. Poco a poco empezaron a sentirse más cómodos, casi como si el lapso de tiempo no hubiese existido. Tal vez ambos habían crecido, y verse después de tanto tiempo sólo les daba una perspectiva diferente de aquel absurdo problema. Volverse a llevar bien, actuar como antes, era celebrar algo que iba más allá que ellos mismos. No lo sabían aún, pero volverse a encontrar no había sido cualquier coincidencia, sino su destino.

 

 

~*~

 

 

 

Minho frunció los labios, Taemin le había pedido que conociera a su novio. Realmente no tenía ganas de hacer eso. En los últimos días, había recuperado la hermosa amistad que tenía con el chico, y habían regresado los deseos de no querer compartir con nadie el buen humor de Taemin, incluyendo sus travesuras. Ahora, estaba algo fastidiado con el pedido de Taemin, realmente quería negarse, pero si le veía hacer un puchero más sucumbiría ante la petición.

 

-¿Y por qué tengo que conocerle?- Se quejó.

 

-Minho, ignorando el gran lapso de tiempo en que no nos hablamos, tú eres mi mejor amigo, o eso se supone.- Le recriminó con la mirada. –Y vas a ir a mi boda, al menos debes de saber con quién me voy a casar.- Torció los labios, suplicando.

 

¡Era como si Taemin supiese que con ese puchero iba a terminar de convencerle! Apretó el tabique de su nariz, buscando alguna otra excusa, ya le había dicho todas, hasta las que no eran excusas inventadas. No quería conocer al maldito novio de Taemin.

 

-Tae…

 

-Por favor…¿hyung?- Usó el tono de voz más dulce que tuvo.

 

Minho le miró, sin palabras; desde que se habían reencontrado Taemin no le había llamado hyung, como si se hubiese olvidado de todo el respeto que le tenía antes. Le trataba como su amigo, claro, pero no existía esa conexión entre ellos, de complicidad, y alguna que otra jugarreta. Taemin había usado esa palabra como chantaje, sabiendo que le convencería.

 

-Está bien, Tae...- Suspiró.

 

-Me alegro, porque está por llegar.- Sonrió.

 

-Pero, Tae, ten en cuenta que debo de ir a una junta y...

 

-Sí, sí, sí…- Le interrumpió. -Eso me recuerda que debo de ir a revisar el horno.- Salió corriendo.

 

Minho puso los ojos en blanco, eso también le molestaba. Había ido a visitar a Taemin, pero cuando llegó le encontró cocinando. No le hubiese molestado, si Taemin no hubiese mencionado que la cena era para su novio. Iban a tener una tonta y absurda cena romántica juntos. Frunció el ceño de nuevo. Tras suspirar, le siguió, encontrándose con una adorable imagen de Taemin cocinando con un delantal puesto.

 

Debía admitir que de cierto modo se sentía algo celoso, pero trataba a retribuirle al hecho de que conocía por más tiempo a Taemin, y realmente no quería compartirle con nadie. Pero, sabía, que si le decía eso a Taemin, sólo se ganaría una risa y las palabras de Taemin diciéndole que no era hora para comportarse como su hermano mayor. Jadeó, molesto, porque lentamente empezaba a comprender lo que le estaba pasando en cuanto a Taemin, y los celos no eran cosa fácil de digerir. Mejor trató de distraerse, ayudándole en lo que fuera.

 

Nada les interrumpió, hasta ese momento donde se escuchó el ruido de alguien entrando a la casa. Taemin corrió a la puerta, alegre. Minho pudo imaginar que terminó saltando encima de su novio. No quiso ni asomarse a ver si sus inferencias eran ciertas.

 

-Me alegro de que ya hayas llegado.- Les escuchó desde la cocina.

 

-Tenía que verte pronto, amor.- Escucharles hablar así de acaramelados le dio asco.

 

-¡Ven, Kai! Quiero presentarte a Minho.- Escuchó que el menor dijo.

 

Minho alcanzó a poner los ojos en blanco rápidamente, antes de verles llegar. El novio de Taemin le tomaba por la cintura, y eso era algo que ciertamente no le gustaba. Se veían tan felices y no era algo que le hiciera feliz. En cambio, ellos juntos tenían un aura de tantos colores, brillante, interactiva, como si a todo momento definiera un sentimiento diferente que alguna vez llegarían a sentir juntos. Gruñó.

 

-Jong In ah, él es Minho.- Taemin los introdujo. -Nos conocemos desde que yo iba a la escuela elemental.

 

-Creo que por eso me he ganado el título de tu mejor amigo.- Comentó amargamente.

 

-Neh, es cierto.- Taemin ignoró su actitud, sonriendo cándidamente. -Minho, te presento a mi novio. Kim Jong In.- Fue formal.

 

-Es un gusto conocerle, Minho.- Oficialmente Taemin no fue capaz de notar que a Kai tampoco le caía muy en gracia Minho.

 

-Igualmente...

 

-¿Así que conoces a Taemin desde que era pequeño?- Minho quiso poner los ojos en blanco. No soportaba oírle hablar. -¿Cómo era Taemin en ese entonces?- Y Kai pudo notarlo, así que decidió hacerle rabiar. Apretó el agarre con el cual tomaba a Taemin por la cintura, y le besó en la mejilla. -Apuesto a que era un niño precioso.

 

-Ciertamente, aunque yo resaltaría más el hecho de que era mimado, caprichoso y travieso.- Se cruzó de brazos, molesto.

 

-¿Siempre has sido así, amor?- Kai tomó por el rostro a Taemin, coqueteándole.

 

-Tal vez...- Ese chico era demasiado ingenuo como para notar la situación. Estaba en las nubes. -Minho siempre se enojaba, porque siempre conseguía lo que yo quería, ¿no es así, Minho?

 

-Neh.- Fue tajante. –Taemin, es tarde, debo de irme.

 

-Oh, por favor quédate.- Kai comentó, con el propósito de correrle. –Estaríamos encantados de que cenaras con nosotros.

 

-Tendrán que disculparme, pero no puedo.- Sonrió forzadamente. –Debo de ir al trabajo.- Explicó, aclarándole a Taemin que no se iba por gusto.

 

-Está bien Minho…- Taemin hizo una mueca. –Supongo que será otro día, ¿no?- Asintió. –De cualquier modo, gracias.

 

Minho sonrió, Taemin era tan educado, y dulce. Quería quitárselo de las manos, porque estaba seguro que ese tipejo en realidad no entendía la dicha de tener a Taemin como lo tenía. Él le había extrañado por tanto tiempo, y reencontrárselo para descubrir que simplemente las cosas ya no iba a ser igual, le hacían volverse loco. Hizo una reverencia, despidiéndose, para después irse, obligado a no regresar y llevarse a Taemin consigo. No quería dejar a Taemin con su novio, porque le hacía mal, le daban celos, y alcanzaba a comprender que todo eso, después de tanto tiempo, era porque le quería. Siempre le quiso, desde que eran amigos, y todo lo que hubo pasado entre ellos solo fueron pequeños brotes de lo que debió haber sido su futuro juntos…Pero eso ya no pasará…

.

.

.

-Creo que no le agrado.- Kai comentó sarcástico, mientras se giraba, volviendo a pasar su brazo por los hombros de su prometido.

 

-Yah, no pienses mal.- Taemin golpeó suavemente el vientre del menor. –Llegó enojado, tenía que ir a arreglar desperfectos, en una junta que fue de improvisto, por eso estaba tan malhumorado.- Explicó. –Pero Minho es totalmente genial, hace reír a cualquier persona, y se interesa por los demás de manera ciega.

 

-Aish, odio que hables tan bien de alguien que no sea yo.- Fingió temblar, quitándose de encima algo inexistente.

 

Taemin puso los ojos en blanco, antes de soltar una ligera risa. Había veces en que Kai era celoso, realmente pocas, así que se le hacía gracioso cuando le veía actuar así. Sin embargo, llegaba a entender por qué tal resentimiento ante Choi Minho, obviamente no le sería fácil llegar a entender que a pesar de todo, Minho seguía siendo ese Minho que alguna vez hubo sido su mejor amigo.

 

 

~*~

 

 

 

Minho miraba con una mueca de medio lado a la gente que pasaba caminando libremente por los corredores del centro comercial. Había decidido que era buena idea acercarse de nuevo a sus antiguos amigos, y ya que Jonghyun era el único que le había recibido con los brazos abiertos, en vez de un regaño por haber sido tan descuidado por varios años. Jonghyun había ido a comprarse un café, mientras que él se dedicaba a mirar a la gente, y pensar…

 

-Hey, ¿en qué piensas?- Regresó, sacando a su amigo de sus turbios pensamientos.

 

-¿Nunca has creído que algo tan pequeño puede arruinar las cosas por completo?- Le volteó a ver, con la misma mueca. –Como cuando un pintor tiene su mayor obra, y entonces un punto, una mancha, arruina todo por completo.- Se quejó.

 

-Minho, no hables de ese modo.- Trató de hacerle que parara, o sabía que podría llegar a tocar fondo.

 

-No quiero que Taemin se case.- Sentenció.

 

-¿De qué estás hablando?- Por supuesto que se sobresaltó al escuchar eso, ¿qué motivos tenía para no querer que Taemin se casara?

 

-¿Recuerdas ese día que fuimos con una pitonisa?- Sonrió amargamente. –Se trataba de Taemin, el chico a quien rechacé…Me arrepiento tanto de eso…- Entonces su voz se cortó.

 

-Minho…- Le tocó el hombro. –No puedes arrepentirte ahora. Ni siquiera sabes si realmente fuiste tú. Tal vez fue el destino el que quiso que discutieran y tú le rechazaras. Tal vez en realidad no estaban hechos para estar juntos.

 

-No…- No lo quería creer. Prefería culparse, y sufrir con lo que ya no tiene entre las manos. –Me odio a mí mismo, al pensar que por mis acciones se alejó de mí…Así que pensar que todo eso ya estaba planeado solo me hace sentir una gran…frustración.- Exhaló.

 

-¿Qué piensas hacer con esto?- Jonghyun le miró preocupado.

 

-Aún no lo sé…

 

 

~*~

 

 

 

Taemin apagó el televisor, frunciendo los labios, no había nada bueno en el televisión.

 

-Jongin ah~ ¿quieres jugar conmigo?- Preguntó dulcemente, obligando a su novio a prestarle algo de atención y dejar de lado la revista que leía.

 

-¿Qué clase de juego?- Alzó una ceja, no confiaba en los juegos de Taemin, eran muy raros.

 

-¿Quieres saber cuántos hijos tendrás?- Preguntó traviesamente.

 

Kai dejó escapar un largo suspiro, había veces en las que en realidad creía que Taemin había perdido la cabeza por completo. Se hecho hacia adelante, acercándose al lugar donde su futuro esposo estaba sentado, indicándole que se explicara y explicara cómo era el juego.

 

-¿Alguna vez te conté de ese verano que fui a hablar con una pitonisa?- En la mesa que sostenía la lámpara de lectura tenía un cajón, de donde sacó una aguja e hilo. -Nunca seré como ellos, pero soy más sensible que mucha gente.- Rio. -Es algo de la producción química del cuerpo, no me creas loco chagia.

 

-No te creo loco, amor, pero me estás confundiendo.- Kai rio, probablemente más de nervios que de algo más. -¿Por qué tienes aguja e hilo? Creí que odiabas coser.

 

-Lo odio, pero debo de hacerlo si sigo estropeando mi ropa tan seguido.- Hizo un mohín. -Extiende tu mano.- Colgó la aguja en el hilo y la suspendió sobre la mano de Jongin. La aguja seguía el constante movimiento de pequeños circulos, hasta que se detuvo. -Vaya...es interesante...

 

-¿Qué es interesante, Tae?- Kai le invitó con una seña que se sentara a su lado.

 

Taemin no lo pensó dos veces, corrió a los brazos de su novio, sentándose en su regazo, en vez de a su lado.

 

-Tendrás una niña...O al menos eso quieres.- Sonrió.

 

-¿Ah, en serio?- Le acarició una mejilla con el dorso de su mano. -¿No será que el que quiere una niña eres tú?- Cuestionó.

 

-Tal vez...- Rio culpable. -Jongin ah~, te amo.

 

-Yo también te amo, Taemin ah.

 

 

~*~

 

 

 

-¿Minho?- Taemin frunció la boca, no le molestaba que le visitara, pero obviamente Minho se veía algo…¿Compungido? -¿Qué haces aquí?

 

-Tae, necesito hablar contigo.- La frustración en su voz eran suficiente para causar preocupación.  –Por favor…

 

Taemin le miró fijamente, había algo en su mirada, como si Minho realmente ardiera en deseos de decir algo. No tuvo las fuerzas para decirle que no, a pesar de presentir que algo estaba a punto de suceder dentro de esa plática.

 

-¿Qué pasa, Minho?- Tocó suavemente el hombro del mayor, interrogándole con la mirada.

 

-Tae…- Se calló, la mirada  del mayor causaba una gran interrogación provocando rasgos de preocupación en el rostro contrario. Taemin se veía tan mayor, actuando de acuerdo a su edad. -No te cases...- Rogó, con la mirada más triste y profunda del mundo.

 

-¿Qué?- Taemin le miró estupefacto. ¿Qué le había pedido? Se sintió rígido, como si las palabras de Minho fueran un gran balde de agua fría. -Minho no tiene sentido lo que me dices, ¿a qué se de...

 

-No te cases, por favor no lo hagas.- Le rogó de nuevo, sintiendo esas palabras tan lastimadas.

 

-No quiero escucharte.- Taemin se cubrió los oídos, mientras escapaba a la cocina, suplicando por que Minho no le siguiera.

 

-Tae...- Pero sí, Minho le siguió, y le hizo bajar las manos. -Escúchame. No puedo permitir que te cases, no quiero que lo hagas.

 

-¿Por qué dices eso?- Interrogó, encontrando preocupación en su propia voz.

 

-Taemin...A mi me gustas.- Se confesó, pero Taemin no podía hacer más que mirar sin palabra alguna a quien había dicho eso. -¡Maldición! Me di cuenta que me gustas, y siempre he sido lo suficientemente idiota como para no notarlo, hasta ahora...

 

-No digas eso...Yo no te puedo gustar...- Se ofuscó, girándose para sostenerse de la barra donde estaban acomodados algunos aparatos de cocina. -Me rechazaste, yo no te puedo gustar...- Murmuró inconscientemente.

 

-¿Tae, lo sabías?- Quiso acercarse, y preguntarle por todo lo que supiera.

 

-Por supuesto que lo sé.- Alzó la vista, ya un poco húmeda. -Aún antes de que fueramos con esa mujer, yo sabía que tú y yo estabamos destinados...- Jadeó. -Pero la flor se marchitó, en cuanto la toqué.- Limpió su rostro antes de que se notara alguna lágrima.

 

-Oh, Tae, nunca fue mi intención...

 

-¿Qué? ¿Rechazarme?- Se quejó amargamente. -Por supuesto que no, hyung. Sólo me rechazaste con cada signo posible.- Suspiró. -Yo estaba tan loco por ti, y tú siempre persiguiendo a alguien más...

 

-Nunca me lo dijiste...- Susurró. Parecía confundido por enterarse que Taemin había gustado de él.

 

-¿De qué hubiese servido? ¡Me rechazaste! No te dignaste a darme una oportunidad cuando supiste que yo podía estar a tu lado...- Cerró los puños, tratando de tranquilizarse.

 

-¡Perdón! Fue un gran error.- Gritó frustrado. -Jamás en mi vida he tomado buenas decisiones...No quiero perderte...

 

Entonces Taemin cambió la expresión en su rostro. Había madurado tanto.

 

-No me vas a perder, Minho.- Le tomó por las mejillas. -Eres mi mejor amigo.

 

-Taemin ah...

 

-Siempre has sido amarillo...- Comentó con algo de dulzura. -El resplandor de tu aura, cuando estás conmigo es amarilla.

 

-Cuando estás con tu novio la tuya es multicolor...Sin embargo, cuando estás conmigo es azul...- ¿Qué tanto daño le había hecho. -Te amo...

 

Taemin se apartó, conteniendo el aire. Hubiese esperado toda una vida por escuchar esas palabras provenir de ese ente, si tan solo aquella vez la flor no se hubiese marchitado. Minho había tomado su decisión, sobre todas las cosas, y ahora debía atenerse a las consecuencias.

 

-Minho, yo lo siento...

 

-Tenemos un posible destino juntos...- Insistió.

 

Taemin suspiró, abriendo la gaveta que había encima de la barra. Sacó una taza...La taza de aquella vez.

 

-Minho...el destino es como esta taza.- Minho miró el objeto de Taemin, era idéntica a la suya, a excepción que esta sí estaba completa.

 

-La mía se rompió.- Masculló.

 

-Exacto.- Taemin envolvió la taza con las manos de Minho, sosteniéndolas entre las propias. -El destino es esta taza. Nuestras vidas eran el té que se sirvió en ella.- Explicó. -El destino contiene a nuestras vidas, y tomamos forma alrededor de él. Pero, si pones mucha presión, lo rompes.

 

Minho le miró. Taemin estaba tan serio, y a la vez se veía comprensivo. Asintió. Entendía lo que le había dicho, lo que él mismo había hecho con sus vidas. Era un monstruo.

 

-¿No existiría otro contenedor? Así como otra taza.

 

Taemin suspiró. Eso era algo que él no podía responder. Simplemente negó con la cabeza. ¿Por qué pasaba todo esto ahora? Su boda estaba tan cerca, a menos de un mes ya, y esto no era algo bueno.

 

-Ya entiendo...- Jadeó Minho. Taemin le había confesado que en algún tiempo estuvo enamorado de él, y eso le dolía ahora. -Realmente ya no me amas...

 

Taemin hizo una mueca, parecida a una sonrisa, pero más cálida. Si fueran otras personas, tal vez sus vidas hubiesen tenido arreglo.

 

-...Gracias por entenderlo...- Susurró.

 

-Lo siento, Tae...Creo que no podré llegar a tu boda.- Habló entrecortado.

 

Taemin simplemente asintió ante aquel hecho. Minho hizo el intento de devolverle la taza, pero el menor se negó.

 

-Quédatela. Después de todo, mi destino siempre estuvo en tus manos.

 

Y eso fue lo que más le dolió a Minho, saber qué él era el causante de que sus vidas se hubiesen separado de tal manera. Taemin había encontrado más que consuelo junto con aquella otra alma que podía entrelezarse con la suya. Y su propia vida se encontraba ahora a la deriva, herida por haber perdido algo tan valioso...

 

 

~*~

 

 

 

-Tímido y Temerario…Esas dos palabras, cuando las escuchan juntas, puede que no las encuentren congruentes, ¿cómo algo que provoque timidez en alguien, podría ser tan insignificante, pero con cosas mayores provocar temeridad? Yo pensaba lo mismo, hasta que conocí a Lee Taemin. Tímido y Temerario. Nadie se imagina que alguien puede ser tímido y temerario a la vez. Pero, la prueba de que esas dos cosas se pueden juntar, y que hacen una perfecta mancuerna, está aquí ante mis ojos, y se ha convertido en mi esposo.- Se escuchó un gran suspiro en la sala. –Tal vez esa fue la razón por la que me enamoré de Lee Tae Min…O tal vez fue la sonrisa que pone cada vez que ve comida.- Entonces todos rieron, incluso Taemin, quien golpeó suavemente el vientre de su nuevo esposo.

 

-Si, y yo me enamoré de sus galletas.- Comentó con humor. La sala volvió a llenarse de risas.

 

Kai tomó asiento, después de haber dado su breve discurso. Le sonrió a su esposo, Taemin tenía una sonrisa particularmente enorme desde hacía rato, y eso le hacía feliz.

 

-Gracias, Jongin ah, por enamorarte de mí.- Le susurró al oído.

 

-No, gracias a ti por dejarme entrar en tu vida.- Enredó su brazo con el del menor, para que ambos tomaran de sus respectivas copas. -No pienso separarme de ti nunca.

 

-No me dejes...- Rogó.

 

-Jamás, amor mío.

 

 

~*~

 

 

 

El mundo era gris. Siempre con ese matiz que cubría todos los demás colores, y esta vez Minho sabía que no era culpa de las nubes que se cernían amenazadoramente sobre todo. El frío de los primeros meses del año calaba, pero no se comparaba en nada a los días húmedos como este. Suspiró, pensando si alguna vez vio el mundo de otra manera. Por supuesto que sí, era tan sólo que ahora todos los colores se habían disuelto en su propia amargura y pesar. ¿Cuántos años habían pasado de eso? Tres, tal vez ya se habían cumplido los cuatro.

 

La necesidad de verle nunca se fue, simplemente aprendió a ignorarla, para así poder sobrevivir día con día. Pero, mantenerse al margen no significaba que no sintiera dolor.

 

Entonces, entre tanto dolor, entre una vida monótona, ver que por donde caminaba había una floristería con muchas flores en exhibición, donde las únicas que no se veían marchitas por su tristeza eran las de color amarillo. Esas flores le saludaban alegremente, gritándole por que prestara atención a lo que estaba sucediendo justo ahora.

 

Amarillo. Miró desesperadamente a su alrededor, sabiendo que lo único que le daba tan alegre color era Taemin. No tardó en entender. Justo enfrente el cementerio se notaba particularmente llamativo, a pesar de no ser de colores. Perdió el aliento. ¿Taemin? Cruzó la calle sin fijarse, sin que nada más le importara, hasta llegar a las puertas de aquel funesto lugar. ¿Debía de preocuparse? No podía evitarlo. Buscó con la mirada, corrió por cada camino, hasta que logró hallar aquella familiar figura.

 

Se acercó con cautal, mirándole como nunca lo hizo antes. Si alguna vez creyó haber visto la tristeza en Taemin, estaba tan equivocado. Aquel chico lloraba amargamente en silencio, frente a una lápida. No se movía, simplemente ahí de pie, lloraba.

 

Sentimientos encontrados se revolvieron dentro de Minho. Taemin vestido de negro, era una imagen que jamás imaginó ver, al menos en esas circunstancias. Se movió, haciendo un ligero ruido, que llamó la atención del menor. Taemin se heló, sólo para voltear a verle y al descubrir de quién se trataba, correr a sus brazos y llorar en su hombro.

 

-Hey...Hola...- Suspiró, mientras acariciaba con cuidado la espalda del chico que lloraba con el corazón roto. Dejarle llorar era lo correcto, pero no ahí, no desprotegido. -...Ven, te llevaré a casa.- Le arrulló.

 

Taemin miraba desconsoladamente el camino, mientras las lágrimas corrían cuesta abajo. Era tan desconsolador mirarle así. Minho no quería verle así.

 

-¿Hace cuánto sucedió?- Preguntó con cuidado, mientras se acercaba a la dirección que Taemin le había indicado.

 

-Hace dos meses...- Su voz se quebró. -En un accidente automovilístico...

 

Minho suspiró. Taemin perdió la voz, para después recostarse contra el vidrio de la ventana. No tardaron mucho en llegar; Taemin se bajó del auto, mirando la casa en la que había estado viviendo los últimos dos meses solo. Minho mordió su labio inferior, también bajándose del auto, sólo para acompañarle hasta la puerta. No quería dejarle, pero quedarse tampoco sería hacer lo correcto. Limpió las lágrimas que corrían por las mejillas de Taemin, y le sonrió suavemente. No, no podía quedarse, porque amaba demasiado a Taemin como para perjudicarle en este momento.

 

-Todo va a estar bien…- Se lo prometió, antes de insistirle que entrara a casa, y que se recostara un momento. Taemin simplemente asintió, estaba tan cansado, que pensar le era imposible.

 

Minho le miró entrar, sabiendo que ese chico era lo único que realmente quería en toda su vida.

 

 

~*~

 

 

 

Taemin abrió la puerta, encontrándose con el hombre que le había estado llevando flores a su domicilio diariamente. Bueno, primero habían sido diariamente, una flor por día, todas amarillas. Después, empezaron a ser semanalmente, ramos con más de veinte flores, atados con listones rojos que creaban moños enormes. Sabía de quien eran, no necesitaban carta de presentación para hacer presencia. Habían pasado seis meses desde la última vez que había visto a Minho, aquella cruda vez que le encontró en el cementerio. Suspiró, aún le dolía un poco, pero ya habían pasado casi ocho meses de la muerte de Jongin…Y las flores amarillas eran un sutil consuelo.

 

Firmó como entregado, antes de despedirse de aquel hombre que hacía su trabajo. Otro ramo de flores más. Siempre frescos, semana con semana, para que nunca tuviese flores marchitas. Las arregló, acomodándolas en un florero, que se postraba en la mesa central de la sala de estar. Había días en que esas flores eran lo único alegre a su alrededor. Suspiró, sin dejar de sentirse solo…

.

.

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Taemin volvió del trabajo, despertando de aquella cosa que le lograba distraer de vez en cuando. Se dejó caer en el sofá, exhausto. Su mente había estado tan cansada desde hacía tanto tiempo. Miró las flores, estúpidas flores, incapaces de sentir, ¿por qué rayos también se veía esa luz alrededor de ellas? Estaba seguro que la luz que le rodeaba era la más opaca existente.

 

El timbre sonó, provocándole un sobresalto. No solía dejar que le visitaran, odiaba las palabras de consuelo que siempre le ofrecían. De hecho, al único que podría esperar sería al hombre de las flores, pero no era día en que se las llevara, apenas dos días atrás le había llevado el ramo de la semana. Con pereza y disgusto absoluto se acercó a la puerta, abriéndola molesto.

 

Un enorme ramo, mucho más grande que cualquier otro que recibió, con flores tan amarillas, que era imposible no verlas desde lejos. Era, ciertamente, hermoso, pero eso no le importó a Taemin.

 

-¡Minho!- Se abalanzó sobre aquel hombre que en este momento significaba mucho más consuelo que cualquier otra cosa.

 

-Hey…Hola…-Minho rodeó con un brazo el torso del menor, que seguía sin soltarle. –Vas a asfixiar las flores.

 

-Lo siento…- Se alejó, tomando el ramo. –Me emociona verte.- Admitió.

 

-¿Cómo has estado?- Preguntó sincero, entrando a la casa, después de que Taemin se fuera a buscar un lugar dónde ponerlas en agua.

 

-Yo…- Taemin suspiró, frustrado. Sus sentimientos nunca antes estuvieron tan desordenados como ahora. Por mucho tiempo odió a Jongin, por prometerle no dejarle nunca, y al final, lo hizo, le abandonó, se murió. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Odiaba recordarle, porque entonces se daba cuenta que ese odio sólo era el enojo que sentía hacia el destino. -…me cansé de sentir…- Se limpió el rostro. –No ha sido fácil, cuando cada vez que alguien intenta consolarme, lo único que hace es provocarme rabia.

 

-Tae…- Le abrazó por los hombros, mientras el chico se recargaba sobre su pecho para dejar escapar un largo suspiro. –Todo va a estar bien…

 

-Eso me dijiste antes…- Murmuró. -¿Por qué te fuiste ese día, Minho?

 

Minho suspiró, había pensado en ese día por tanto tiempo. ¿Por qué desperdiciar un perfecto momento en que Taemin estaba vulnerable, y solo? Sabía la respuesta, no se trataba de ser un gandaya, sino de ser lo que Taemin esperaría que fuera.

 

-Porque sabía que no me iba a poder detener…- Le obligó a tomar asiento en una de las sillas altas que había en la cocina, para de ese modo tomarle suavemente por el mentón. –Trataría de acercarme a ti, y no sería hacer lo correcto. Te hubiese faltado el respeto, también a la memoria de Jongin…- Le miró sinceramente. –Quiero hacer las cosas bien.

 

Taemin asintió, mientras bajaba suavemente el rostro. Minho se había comportado como todo un caballero con eso.

 

-Siempre es una alegría volver a verte…Minho…- Comentó, sin mucho ánimo.

 

Minho se rio, sin muchas fuerzas, alegrando un poco el aura que había entre ambos.

 

-Te creo, Tae…- Le acarició el cabello. –Ya no eres azul.- No, Taemin le había recibido con un bello color amarillo. -¿Has notado que siempre que nuestros destinos se juntan, hay flores amarillas?

 

Taemin sonrió de medio lado, sí, lo llegó a notar. Era por eso que aquella vez, hacía muchos años, el objeto que demostraba su posible enlace fue una flor amarilla. Eran hermosas, y siempre le habían gustado…Si tan sólo Minho…

 

-Sí…así supe que las flores eran tuyas…

 

-Tae, escucha.- Le obligó a fijar su mirada con la de él. –No me importa si no me amas, o si no me vuelves a amar en tu vida. Nuestros destinos están entrelazados.- Dejó en claro. –Te prometo que a partir de ahora me encargaré que todos los días haya una flor amarilla entre nosotros, para asegurarme que nuestros destinos no se vuelvan a separar.- Le acarició la mejilla. –No tengas miedo, ni estés inseguro, porque yo me encargaré de todo.

 

-Minho…- Soltó casi como un suspiro.

 

-No quiero saber cuál es mi futuro, por qué yo sé que tengo que estar a tu lado, no importa cómo, siendo tu amigo, o tu amante…No te obligaré a nada, tan solo no me dejes, como yo no te dejaré ir.

 

-G-gracias…- Taemin evitó llorar, su destino siempre estuvo en las manos de Minho, y que el hiciera esa promesa era lo único que necesitaba.

 

-Te amo.- Le miró serio. –Te amaré siempre, y sea lo que sea, te amaré lo suficiente como apoyarte en cualquier decisión que tomes.- Le besó la frente. –Te prometo que todo va a estar bien.

 

Fin

 

Notas finales:

En fin, en la versión japonesa de Hello, el rap dice:

Hola, nuestros destinos están entrelazados.
No hay necesidad de sentirnos inseguros, no te sientas así.
Desde ahora no hay necesidad de saber cómo serán nuestros futuros.
No seas tímida, no te dejaré ir.
Si estás allí, sin duda será mejor.
¿Quién sabe? Aquí está el amor.

Me gustó como encajaba. 

Gracias por leer n.n Me encantaría saber su opinió sobre la historia ♥ Hasta luego, ¡besos!


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