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En un cielo de lágrimas por Thiara

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Notas del capitulo: ¡Saludos de nuevo! Antes que nada, gracias a todas aquellas personas que leyeron mi primer fanfic y firmaron. Me alegro de que les gustara. Aquí os presento mi segunda obra xD, esta vez de FullMetal Alchemist. Espero que os guste y que disfrutéis leyendo. ¡Arigatooo!

 


 

El Coronel Mustang se entretenía firmando los papeles que tenía encima de su mesa. De pronto, alguien llamó a su puerta.

   - Adelante…- contestó Roy Mustang de mala gana.

Por la puerta se asomó un mechón dorado acompañado de un ojo del mismo color.

   - Ah… Alquimista de Acero, eres tú. ¿Qué quieres pedirme ahora? ¿Otra expedición en busca de la Piedra Filosofal?

Edward Elric, Alquimista Nacional, abrió del todo la puerta y entró con parsimonia y ligeramente mosqueado por el comentario del Coronel.

   - Iré al grado Coronel Mustang, como ya ha dicho necesito que me dé permiso para hacer otro viaje. Creo que estoy muy cerca de la piedra filosofal y…

   - ¿Y sólo por eso te crees con derecho de gastar tontamente el dinero del ejército? Antes que nada, eres un perro del ejército, no lo olvides, debes cumplir con tus responsabilidades de Alquimista Nacional por encima de cualquier cosa. Ese fue nuestro trato, ¿recuerdas?

   - Lo sé, lo sé, pero…

   - Siento mucho decirte que no será posible realizar ese viaje, tengo una nueva misión para ti.

   - Pero… ¡Coronel!

   - No hay nada más que discutir, mañana a primera hora cogerás un tren con destino a Dabris para investigar ciertos asuntos que me tienen preocupado.

   - …

   - Por tu silencio debo deducir que te has resignado a ir, ¿no es así?

   - Que remedio… tendré que acatar sus órdenes Coronel…

   - Algo te llevas entre manos… Pero mientras hagas tu trabajo bien hecho, no me importa en absoluto lo demás. Puedes retirarte.

Edward Elric salió del despacho del Coronel Mustang con una sonrisa que se asomaba por su rostro. Tenía lo que había entrado a buscar, aunque tuviera que llevar a cabo una misión. Fue a reunirse con su hermano, Alphonse Elric, una armadura hueca, fruto de una mala transmutación humana.
  
   - Niisaaaaan, ¿qué te ha dicho? ¿Nos permite ir a Dabris?

   - No exactamente… Vamos a ir, pero no con el fin que nosotros queremos. Me ha encargado una nueva misión, pero no me importa. Pienso llevar a cabo lo que hemos planeado.

   - ¿Crees que deberíamos hacerlo? Si el Coronel Mustang te ha encargado una misión allí deberías tomártela en serio.

   - No te preocupes, seguro que esa misión nos puede ayudar mucho, aunque aún no sé de qué se trata. Hablaré con el Coronel más tarde, ahora vamos a comer algo, me muero de hambre.

   - ¡¡¡¡¡¡¡ Sííííííí !!!!!!

Mientras los hermanos Elric se dirigían a comer algo, en el cuartel también había alguien que le rugían las tripas.

   - ¡Arggggghhh! Necesito comer algo… =___________= Mmmm…. Comida… @____@

De pronto entró Black Hayate, el perrito que cuidaba la Teniente Hawkeye, en el despacho de Roy Mustang.

   - Así que eres tú, pequeño Black Hayate… Ven… ven pequeñito, yo soy muuuuuy bueeeeeeno, no te haré daaaaañooooo… ò_______________________________ó

Roy sacó la pistola y apuntó al pequeño perrito, con la intención de devorarlo. Se escuchó un fuerte disparo.

   - Con su permiso, como le toque un sólo pelo de su lomo, le juro que ya no vuelve a pasar hambre del agujero que le abro en el estómago, Coronel. – dijo la Teniente Hawkeye.

   - O  ,,,,,,,,  O Lo… lo… pro…prometo…prometo que no tocaré a… Black Hayate.

   - Así me gusta Coronel. Como recompensa, le traeré algo para comer. ^_____^

Mientras el Coronel Mustang y la Teniente Hawkeye discutían en el despacho, el Teniente Coronel Hughes llevaba a cabo una investigación minuciosa de los altos cargos del ejército, algo relacionado con el incidente del laboratorio número 5 y posiblemente con la piedra filosofal.

   - Arghhh… no consigo adivinar la pieza que me falta del puzzle… es una tortura… ¡ Pero con mi Elysia aquí conmigo todo es posible ! Elysia-chan, ¡¡cómo te quiero!! =______________=

Scieszka, su ayudante, colocaba los libros y le iba entregando documentos relacionados con su investigación, pero ella no tenía ni la más remota idea del peligro al que se estaba acercando el Teniente Coronel Hughes.

   - Ishbal, Lior y la mina de Mugear desaparecen cuando se acercan mucho a la piedra filosofal… Qué extraño… Si quisieran motivar a las personas para crear la piedra filosofal, ¿por qué harían correr el rumor de que aquellos que se acercan demasiado a la piedra perecen? ¿Querrían borrar todas las pruebas? No, ¿y si… fuera… lo contrario?

El Teniente Coronel Hughes estaba muy concentrado en ese caso de la piedra filosofal, quería llegar hasta el final del asunto. Sospechaba que algo raro estaba pasando dentro del mismo ejército, pero no encontraba el punto clave para descifrar el enigma.

Mientras, en el despacho de Mustang, éste no sospechaba nada de lo que ocurría entre los libros y documentos de Maes Hughes. Roy era feliz con su comida, estaba hambriento.

   - ¡Gracias! No sé cómo agradecértelo Teniente Hawkeye TT///////////////////////TT ¡Soy taaaaaaaaaaan feliz!

   - No sea exagerado Coronel, sólo es comida… Debería prestarle más atención a otros asuntos de mayor importancia a parte de su estómago vacío.

   - Sabes que me tomo mi trabajo muy en serio, pero yo también soy un ser humano y necesito comer. Bien, acabada ya mi labor de nutrición, ¿por dónde íbamos? ¡Ah, sí! El caso de Dabris. Debería llamar al Alquimista de Acero. Teniente, si es tan amable, ¿me hace el favor de irle a buscar?

   - Ahora mismo voy.

   - Gracias.

Roy Mustang tenía un pequeño asunto pendiente en Dabris. Necesitaba hablar sobre un tema delicado con una persona que los hermanos Elric conocían. Cinco minutos más tarde Edward y Alphonse Elric entraron por la puerta del despacho de Roy.

   - Nos ha llamado, Coronel?

   - Sí, aunque sólo te he llamado a ti, me va bien que esté presente también tu hermano. Escuchadme atentamente lo que os voy a decir. Debes llevar a cabo una investigación en Dabris. Hasta ahí ya os había informado, ¿verdad? Muy bien. Lo que debéis hacer en Dabris es investigar sobre un asunto importante: una posible transmutación humana. Cuando lleguéis allí os estará esperando una persona que os ayudará en esa investigación. Quiero un informe detallado de todo lo que sucedió con dicha transmutación: causas, consecuencias, riesgos… Bien, podéis marcharos. La Teniente Hawkeye os acompañará hasta la estación mañana a primera hora.
  
   - ¡Eh! Espere un momento… ¿Cómo sabremos quién es la persona que nos va a ayudar?

   - Cuando llegue el momento de saberlo, la reconoceréis. Ahora iros a dormir, descansad. Mañana os tenéis que levantar muy pronto.

Los hermanos Elric hicieron caso del consejo del Coronel Mustang y se fueron a dormir para poder estar descansados al día siguiente.

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El Teniente Coronel Hughes seguí metido en su investigación, le daba vueltas y vueltas y vueltas pero no llegaba a ninguna conclusión; hasta que…

   - En caso de ser lo contrario, es decir, que no quisieran borrar todas las pruebas… Espera, la mecha que prendió la guerra de Ishbal fue un soldado llamado Douglas. ¿Dónde lo he…?

En ese momento, Scieszka le interrumpió.

   - Disculpe, tiene una llamada de la secretaria del Führer.

Al otro lado del aparato estaba la secretaria del Führer.
 
   - Sí, el Doctor Marco se encuentra en Ciudad Central ahora mismo. Le esperará en el hotel.

   - Muchas gracias, saldré ahora mismo hacia allí. – contestó Hughes.

Tenía una extraña sensación. La secretaria del Führer se llamaba…

   - ¡Douglas…! ¡Juliet!

Se levantó de golpe y llamó a su ayudante.

   - ¡Scieszka! ¡Coloca los libros en su sitio! ¡Vuelvo en un momentito!

   - ¿Qué?

   - ¡Cuando termines te puedes marchar a casa! ¡Y estás despedida! ¡No vuelvas aquí nunca!

El Teniente Coronel se fue corriendo, dejando a Scieszka sola en su despacho y sin saber qué hacer.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

La guerra de Ishbal fue una gran masacre. Murieron miles y miles de personas. La sangre, la desesperación y las lágrimas fueron la bandera que coronaba la cima de esa gran guerra. Los alquimistas nacionales mataban a todo el mundo, ya fueran culpables o no, acatando órdenes. Entre esos alquimistas también estaba el Coronel Roy Mustang, Alquimista de la Llama. Se dice que esa guerra empezó a causa de un error. Un soldado disparó a un niño ishbalita por accidente, según se cuenta, pero detrás de esta máscara se escondía algo mucho más siniestro, una oscura intención que tenía sus raíces nada más y nada menos que dentro del mismo árbol, en el ejército. Roy Mustang se vio obligado a matar a mucha gente inocente, entre ellos, a los padres de Winry, amiga de la infancia de Edward y Alphonse Elric. Sus padres eran médicos y curaban a todos aquellos que estaban heridos, fueran amigos o enemigos. Al sanar a los enemigos también, “contribuían” de alguna manera a que el ejército no lo tuviera demasiado fácil en la guerra, y supuestamente, la única solución era eliminarlos del camino. Roy Mustang se ocupó de eso y vivirá siempre con los remordimientos comiéndole por dentro.

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El Teniente Coronel se reunió con la secretaria del Führer, Juliet Douglas para ver al Doctor Marco.

   - Sí, disculpe las molestias, señorita secretaria… Douglas-san. ¿Conoce la historia de Ishbal?

   - No, hago todo mi trabajo en la oficina.

   - Yo también, pero últimamente tuve que leer algunos documentos. ¿Sabía que el culpable de la guerra fue un soldado del escuadrón de Ishbal? Disparó a un indefenso niño ishbalita. ¿Sabe cómo se llamaba el soldado? Juliet Douglas.
 
   - Es un nombre muy común.

   - Aquí es donde la cosa se pone interesante. El soldado con ese nombre había muerto supuestamente, dos años antes de la rebelión de Ishbal.

   - Curioso, ¿no es así?

   - Hay algo aún más curioso. Se supone que Douglas había muerto, pero nunca borraron el nombre de Juliet Douglas de los listados del ejército. Para colmo, un soldado con ese mismo nombre recibió un ascenso hace dos años.

   - La escogieron para ser la secretaria del Führer.

   - ¿Quién eres? ¿Estuviste en Ishbal? ¿O utilizaste el historial de Douglas para colarte en el ejército?

Juliet Douglas y el Teniente Coronel Hughes se pararon delante de una puerta.

   - El Doctor Marco le está esperando…

   - ¿Me encontraré a Marco tras esa puerta o…?

De repente apareció por otra puerta Lujuria, una homúnculo capaz de hacer alargar sus uñas hasta límites impresionantes. Amenazó a Hughes colocando esas largas zarpas afiladas a la altura de su cuello.

   - Encantada de conocerte. ¿O sería más adecuado despedirme de tí?

   - Bonito tatuaje que tienes ahí, nena.

El Teniente Coronel Hughes se refería al símbolo de los homúnculos que Lujuria tenía en el pecho. En ese mismo instante, la Teniente Ross apareció por el final del pasillo, armada con una pistola y empezó a disparar.

   - ¡Teniente Coronel! – gritó.

Los dos se echaron a correr hasta salir de allí y ponerse a salvo. Mientras corrían, Hughes le iba explicando a la Teniente Ross todo lo que había descubierto.

   - Teniente Ross, el enemigo se ha infiltrado en el ejército para colarse cerca del Führer. Su meta no es la piedra filosofal, sino…

Entonces, el Teniente Coronel Hughes se giró para mirar a la Teniente a la cara y se calló.

   - Es igual, sígueme. – le dijo.

   - ¡Sí, señor!

Se pararon en una cabina. Hughes telefoneaba a Mustang.

   - Mierda, qué pérdida de tiempo… ¡¿Cómo?! ¡¿No está?!

Desde el otro lado del aparato hablaba el Teniente Farman.

   - Se fue a Ciudad Central con la Teniente Hawkeye. ¿Ha ocurrido algo?

El Teniente Coronel Hughes le colgó y empezó hablar consigo mismo, o, mejor dicho, con el ausente Coronel Mustang.

   - ¡Con esta información podrías haber llegado alto!

La Teniente Ross intervino en su monólogo.

   - Será mejor que vayamos a un lugar seguro.

   - Claro, sigo teniendo las pistas.

De repente, Hughes cambió la cara y cogió uno de sus cuchillos.

   - Déjame decirte algo, la Teniente tiene un lunar bajo el ojo.

La Teniente le miró primero extrañada y luego con una sonrisa. Era evidente que aquella no era la Teniente Ross, sino que se trataba de Envidia, o Envi, otro homúnculo con la capacidad de convertirse en cualquier persona que quiera. Se pasó la mano por debajo del ojo y apareció un lunar.

   - ¡Increíble! – exclamó Hughes.

Pero antes de que Envi pudiera hacer nada, el Teniente Coronel Hughes le rajó el cuello con su chuchillo. Envi, aún con la forma de la Teniente Ross, cayó al suelo desangrándose.

   - Lo siento mucho. Tengo mujer e hija esperándome en casa.

En ese momento, Envi se levantó de nuevo, convirtiéndose en la mujer de Hughes, que había visto en una foto que se le había caído anteriormente cuando estaba llamando por teléfono.

   - ¿Qué le parece este aspecto, Teniente Coronel Hughes-san?

Y disparó. Hughes caía lentamente al suelo, con una bala clavada en la parte derecha de su pecho, tocando sus órganos vitales, llevándolo a la muerte.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Roy Mustang estaba sentado en su sillón, delante de su enorme escritorio, contemplando una foto de Maes Hughes y él, de hace años. No podía olvidarlo. Todo esto había pasado por su culpa. El Teniente Coronel Hughes-san había mantenido su investigación en secreto para que Mustang no se preocupara por nada y pudiera ascender rápidamente sin vacilar. ¿Cómo miraría a la cara a su esposa y a la pequeña Elysia-chan? Se sentía tan frustrado que no quería ver a nadie. Sólo se acordaba de los buenos momentos compartidos con Maes. Aquella vez…

(Flash back)

Roy se encontraba en su apartamento, investigando la transmutación humana. Estaba metido hasta el cuello en un asunto peliagudo. Maes le trajo una tarta de manzana hecha por su esposa. Cuando entró en el apartamento, vio un escritorio repleto de apuntes de alquimia y varios cubos llenos de lo que parecía sangre.

   - Roy…

   - Es lo que parece… “La herejía” como ellos la llaman.

Maes cogió a Roy con fuerza por el cuello de la camisa.

   - ¡No sé nada de alquimia pero una cosa tengo bien clara, los que cometen una herejía…!

   - No te preocupes, todavía no he hecho nada…

   - Pero ibas a hacerlo…

Roy se quedó callado unos instantes, con una expresión dolorosa.

   - Murieron muchos seres humanos, mentira… MATÉ a muchos seres humanos.

   - Era una guerra.

   - Tú no estuviste allí.

La voz de Roy se iba apagando poco a poco.

   - Tienes razón.

Roy no pudo aguantar más y una lágrima asomó por su mejilla. Maes le abrazó fuertemente y sin darle ninguna explicación le besó. Un beso apasionado, dulce y lleno de calor y afecto.

   - ¡Espera! Tienes una mujer embarazada. ¿Qué haces?

   - ¿Que qué  hago? Besarte… Mira Roy… tienes toda la razón del mundo preocupándote por mi esposa pero… Te quiero. No puedo cambiarlo. También quiero a mi esposa pero… no siento lo mismo. Desde la primera vez que te vi, anhele poder probar esos labios tan rosados. Tus ojos me volvían loco y tus llamas me excitaban hasta tal punto que no podía contenerme. Me hacías temblar con un simple chasquido de dedos. Y en todo este tiempo, lo he estado escondiendo, por miedo a tu mirada de rechazo, a que me volvieras la espalda y ya no te tuviera nunca más a mi lado. Te amo y te quiero enteramente para mí, aunque sea por esta noche nada más.

   - Yo… Maes… no sé qué decir. Tus palabras me han hecho sentir escalofríos y con ese beso… Sólo sé que quiero repetir.

   - ¿Qué?

   - Que quiero dejarme llevar y caer en tus brazos, en tu red, bésame otra vez, y abrázame fuerte por que si no me abrazas me voy a derrumbar. ¡Ayúdame por favor, Maes!

Ese grito de socorro puso a Maes a mil. Lo tenía allí, delante suyo, ofreciéndole todo su cuerpo, a su entera disposición. Parecía un sueño. Miró alrededor y como vio que en la cama habían demasiados libros, apartó de un golpe todos los apuntes del escritorio de Roy. A éste no pareció importarle mucho. Empezaron a besarse de nuevo, apasionadamente mientras se quitaban la ropa veloces, ansiosos por rozar piel con piel. Roy estaba encima del escritorio, debajo de Maes, solamente con una camisa ya desabrochada. Maes estaba en calzoncillos. Roy se los quitó deprisa y empezó a besarle, mordiéndole los labios. Maes, que ahora ya estaba totalmente desnudo, le quitó la camisa a Roy, quedándose los dos en cueros.

   - Roy… ¿estás seguro?

   - Sí, Maes. Te amo. Hazme tuyo. ¡Hazme gozar!

Maes acató las órdenes de su Coronel con mucho gusto. Cogió con las dos manos el miembro erecto y duro de Roy y empezó a masajearlo suavemente. Roy acercaba con sus manos el rostro de Maes para no dejar de besarle. Mientras, Hughes, aceleraba la velocidad de sus masajes. Roy apartó sus labios de los de Maes para dejar escapar un gemido. Hughes aprovechó para llevarse el miembro de Roy a la boca.

   - ¡Ahhh! ¡Ahhh! Ma… ¡Maes!

El nombre de su amado resonaba por toda la habitación mientras éste lamía el miembro de Roy. Lamía y lamía, retorciendo la lengua para no dejarse ningún rincón. Roy no sabía qué hacer para darle placer a su compañero. Sólo podía gemir. De pronto un chillido se escapó de entre sus labios.

   - Perdóname Roy, ¿te hice daño? ¿Mordí demasiado fuerte?

  
   - N…no... es…es…perfecto.

Roy ya respiraba con dificultad. Sentía una especie de cosquilleo en su pene. Estaba a punto de dejar escapar todo lo que contenía. No podía aguantar.

   - Ma…Maes… no… no aguantaré mucho más… ¡Ahhh! Ma…Maes… yo… ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡AHHH!

Éxtasis. Roy expulsó todo su placer. Maes se apartó de repente. Tenía toda la cara manchada.

   - Per…Perdón…Yo… no… no pude contenerme más... ¿Qué puedo hacer para compensarte?

   - Mmmm… veamos… no hay duda de que has sido un niño muy malo… mira como me has dejado la cara… Pero… creo que puedo solucionarlo…

Maes cogió a Roy por la cabeza y le introdujo su miembro en la boca.

    - Ma..mmmm…

   - ¿No querías compensarme? Toma, lame, lame Roy.

Roy hizo lo que Maes le pedía como un buen uke. Lamía su miembro con tanta insistencia… Roy quería agradecerle todo lo que había hecho por él. Metía y sacaba el miembro de su boca y cada vez se oían más los gemidos de Maes.

   - ¡Ahhhh! ¡Roy! ¡Ahhhh! ¡Ahhhh! ¡Royyy! ¡Sí, más rápido! ¡Más rápido!

 Roy iba cada vez más rápido. Jugaba con su lengua, como había hecho antes Maes, hasta que éste también explotó. Al contrario que Maes, Roy se tragó todo lo que Maes había expulsado.

   - Es muy amargo.

   - Jajajaja, pero no te lo tragues, que está malo, apártate.

   - Pero avisa…¬¬

   - Es que estaba taaaaan taaaan taaaaaan concentrado que no he podido pronunciar palabra. Pero bueno…sigamos.

Maes, en un impulso rápido, agarró a Roy por las nalgas e introdujo un dedo.

   - ¿Qué…? ¿Qué haces?

   - Te preparo para que no sientas tanto dolor.

Maes introdujo entonces poco a poco su pene en el ano de Roy.

   - ¡Ah! Maes… me… me duele… me… ¡Ahh!

   - ¡Ahhh! ¡Roy! Ábrete un poco más… ¡Ahhhh! ¡Sí! ¡Sí!

   - Maes… me…me duele… ¡Ahhh! ¡AHHH!

Hughes empezó a acariciarle de nuevo el miembro a Roy para que así se olvidara un poco del dolor y disfrutaran los dos. Maes metía y sacaba su miembro del ano de Roy mientras lo compaginaba con el vaivén de su mano en el pene de éste. Llegaron los dos al orgasmo al mismo tiempo. Luego se desplomaron en la cama después de sacar todos los libros y se quedaron dormidos.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Roy recordaba ese día con lágrimas en los ojos. Esa tarde se olvidaron de todo, no existían esposas, ni obligaciones, ni malas miradas para ellos. Sólo roce y placer. Sin poder contenerlo, Roy empezó a llorar desgarradoramente. Parecía un niño pequeño que se había raspado la rodilla. La Teniente Hawkeye entró de golpe en el despacho.

   - ¡Coronel! ¿Qué sucede? ¿Qué le ocurre?

   - ¡Vete! ¡Vete! No... No me mires... ¡VETE!

La Teniente salió apresuradamente fuera y, desde ahí le dijo que los hermanos Elric habían llegado. Roy se secó las lágrimas rápidamente y le dijo entre sollozos que les enviara a su despacho. Diez minutos más tarde los hermanos Elric estaban sentados en uno de los sofás del despacho de Roy.

   - Buenas tardes Coronel. Le traemos el informe que nos pidió.

   - ¿Lo tenéis ya? Habéis ido muy rápido.

   - ¿Rápidos? Hemos tardado casi un mes...

   - ¿Un mes? Claro... con todo el asunto de Hughes... el tiempo pasa volando...

   - ¿Hughes? ¿Se refiere al Teniente Coronel Hughes? ¿Sucede algo con él?

Roy cerró los ojos y cogió aire. Luego lo expulsó sin abrir los ojos aún. Volvió a coger aire y lo expulsó. Abrió los ojos y miró a los hermanos Elric.

   - El Teniente Coronel Hughes se esforzó mucho en ayudaros... y...

No le salían las palabras. Las lágrimas comenzaron a brotar otra vez de sus ojos.

   - ¿Qué nos quiere decir, Coronel? – preguntó Alphonse.

   - Mirad chicos... yo... bien... Hughes era... era...

Roy no podía más. Empezó a llorar de nuevo como un niño. Edward y Alphonse no sabían qué hacer. Roy lloraba y lloraba pero entre lamentos de lo dijo.

   - El....Te...(hip)...Teniente Coronel..(buaaah)...el Teniente Coronel...¡HA MUERTO!

Después de pronunciar eso ya no hubo quien le hiciera parar de llorar. La Teniente Hawkeye le llevó a su habitación para que durmiera. Edward y Alphonse también empezaron a llorar, aunque su primera reacción fue quedarse sin habla.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Roy seguía dormido en su cama cuando Edgard entró. No podía dejar de pensar en la escena que había presenciado. Roy debía apreciar mucho a Hughes, nunca lo había visto tan dolido. Sentía tanta pena, tanto por él como por Hughes. Sin ni siquiera darse cuenta, se acercó a Roy y le dio un beso. Roy se despertó.

   - ¿Qué...? ¿Qué has hecho? ¿Por qué?

   - No lo sé, estabas tan lindo ahí dormido que mi cuerpo ha reaccionado solo.

   - ¿Por qué me besas?

Roy se echó a llorar otra vez. No podía quitarse a Hughes de la cabeza. Lloraba y lloraba e incluso se hería los brazos con la fuerza de sus manos.

    - ¡Roy! ¡Para! ¡Te estás hiriendo! ¡PARA!

Edward se abalanzó sobre Roy y le abrazó con dulzura, sujetándolo fuerte para que no pudiera herirse más.

   - Edward... ¿qué...?

   - No quiero que te hagas daño, no quiero que sufras. Por favor... déjalo ya... estoy contigo, a tu lado, no tienes por que llorar solo.

   - Edward...yo...

   - Roy... te quiero... no quiero verte sufrir...

   - ¡No! ¡No lo digas! ¡No digas esoo! ¿¡Por qué?!

   - Tranquilo, estoy aquí contigo... No hay por qué temer ni por qué llorar. Ven, abrázame.

Roy cogió de la cintura a Ed, refugiándose entre sus brazos.

    - Así me gusta. Ahora tranquilízate.

   - Ed, te necesito. Hughes... ha...

   - Lo sé... tranquilo... tranquilo...

   - Yo... amaba a Hughes... le amaba con toda mi alma y el me correspondía... Ed... te necesito.

Edward le dio un beso a Roy, un beso intenso, duradero y lleno de pasión mientras le bajaba los pantalones del pijama. Poco a poco fue acariciándole el miembro.

   - ¡Ed!

   - Tranquilo, relájate, déjate llevar.

Roy hizo lo mismo que Edward. Los dos acariciaban y lamían el miembro del otro mutuamente. Se fundían en besos y abrazos y explotaban en penetraciones. Los gemidos se distorsionaban entre sí.

   - ¡ED! ¡Ahhhh! ¡Ahhh! ¡Más! ¡Sigue! ¡AHHH!

   - ¡Ohhh! ¡Roy! ¡Sí! ¡Así! ¡AHH! ¡AHH!

Los dos terminaron sin fuerzas, enredados entre las sábanas. Roy tenía lágrimas en los ojos y Edward se las secó con un beso.

   - ¿Qué te pasa, Roy?

   - Nada, recuerdo mis noches... junto a Hughes.

Edward le cogió entonces la cabeza y se fundieron en un último beso antes de dormirse, un beso que marcaría un principio y un final. Un beso lascivo que cambiaría el rumbo del mundo.

– Fin –


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