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Miedo por Topo

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Jongin abrió los ojos y se quedó quieto, mirando el techo, sin atreverse a mirar a su alrededor.

Los recuerdos acudían a su cabeza mientras la lluvia torrencial caía fuera y el otoño pronto daba lugar al invierno, evidenciándose en el frío que aumentaba cada día, los días lluviosos que pronto llegarían a su fin, las noches cada vez mas secas y crudas.

A su lado, sintió un cuerpo removerse y quejarse débilmente, y acunando el suave cuerpo, se acomodó, mirando aquella anatomía, fijándose en esos detalles que aun después de muchísimo tiempo seguían fascinándole.

Antes temía su presencia, y no supo a partir de cuándo empezó a temer su ausencia.

Abrazó el cuerpo de la persona que siempre cuidó de él en silencio y cerró los ojos.



I



Miedo.

Así de simple.

Ese era el sentimiento que embargaba a un paralizado Jongin de 6 años de edad en el jardín de niños. Y no solo el le tenia miedo. Los demás niños evitaban acercarse a un rango de varios metros del ser que inspiraba tal temor entre los infantes del jardín de niños como en las mismas profesoras que apenas podían disimular bajo las palabras amables y afectuosas y ligeros toques, el nerviosismo y el escalofrío que recorría sus espaldas cada vez que recibían una mirada de su parte.

Y no es que los demás niños fueran miedosos, ni que Jongin en especial fuera un cobarde, porque una vez se atrevió a entrar a la casa abandonada del final de su calle y no gritó mucho como lo hicieron Sehun, Yifan y Baekhyun. Tampoco lloró cuando fueron todos de campamento y se quedó solo en su tiendecita de campaña en medio de la oscuridad de la noche, los ruidos de afuera y los lloros de los niños que no querían estar solos en sus respectivas tiendas de campaña. No, él no era un cobarde. Para nada.

Pero aun sin serlo, no podía evitar temblar y esconderse temeroso cuando sentía una mirada que ya conocía posarse en él, erizando los vellos de su nuca, porque él lo miraba.

Un cuerpecito realmente pequeño, pelo negro opaco como los crayones color negro, piel casi del color del papel blanco que usaban para colorear, boca como los corazones rosas que dibujaban las niñas, bracitos delgados saliendo por debajo de un uniforme algo grande pero correctamente arreglado, pasitos cortos y rápidos como los de los pingüinos, presencia escalofriante, voz desconocida, ojos desconocidos porque nadie se atrevía a mirarlo, mirada pesada, vacía, oscura y más escalofriante que las películas de terror en la noche: Do Kyungsoo.

El niño que hacía llorar a los matones cuando les dedicaba una mirada o se acercaba demasiado a ellos. El niño que hizo que nunca más las monjas de caridad fueran a hacer campamentos divertidos con los niños del parvulario. El niño que hizo que una profesora sustituta recibiera terapia después de un acceso de histeria –términos del psicólogo de la escuela– cuando intentó obligarlo a integrarse al grupo y solo recibió silencio y una mirada fija durante todo el día. El niño que era el hijo único de un importante empresario que había construido la escuela y dejó al director como responsable de cualquier queja que pudiera tener su hijo especial. El niño al que los chicos mayores no se acercaban ni por una apuesta de honor que incluyera raparse la cabeza totalmente y andar desnudos en público. El niño que inspiraba miedo en todos.

Pero solo Jongin había visto algo de Do Kyungsoo que no había visto ningún niño y ninguna profesora y temía que aquello le costara caro.



Era tarde, y ya nadie estaba en la escuela. Sin embargo, Jongin se encontraba allí. Tuvo que volverse solo y regresar por su caja de lápices de colores cuando su madre lo regañó por dejarlas olvidadas en el área de los juegos.

Cuando regresaba rápidamente de allí, algo nervioso por el silencio que reinaba en los pasillos y aulas desiertas, escuchó algo. Era una voz cantando una canción en un lenguaje desconocido, pero sonaba tan triste que empezaba a sentir el estómago revuelto y ganas taparse los oídos para no seguir escuchando a pesar de lo hipnotizante de la voz y la melodía.

¿Quién cantaba a esa hora? ¿Quién continuaba allí? ¿Quién cantaba así?

Curioso, siguió el sonido, y llegó hasta el aula de música, donde guardaban los instrumentos. Escuchó la voz de un profesor marcar un ritmo chasqueando los dedos y dando indicaciones de “baja” y “sube”, siendo obedecido de inmediato, y la melódica voz bajaba o subía en el tono.

Al asomarse, Jongin estuvo a punto de caerse hacia atrás: sentado en una pequeña silla frente al profesor de canto que se decía que era muy raro estaba Do Kyungsoo, cantando con los ojos cerrados, los rasgos dulcificados a un nivel casi imposible, sus manitas regordetas entrelazadas relajadamente en su regazo, su uniforme impecable, sus labios moviéndose dejando salir unas melodías que hacían que el cuerpo de Jongin se estremeciera y se meciera.

Jongin era un niño, pero si había algo que tenía muy claro, era que el baile era su vida. Sin planear nada, dejó su pequeña mochila en el suelo del pasillo y se concentro en aquella melodía que hacía que le picara todo el cuerpo. Movía la cabeza, luego sus brazos empezaron a moverse, siguiendo una cadencia maravillosa. Se dejó ir, imaginando que estaba en una de las clases de ballet de la tele, moviéndose con una gracia poco común en un niño de su edad.

De pronto, ya no quería que Do Kyungsoo dejara de cantar, ya no le temía tanto, y todo desaparecía ante la magia que el baile y la musica podían crear.

No se percató de cuanto llevaba bailando, pero si notó cuando la voz de Do Kyungsoo se escuchaba más cerca, y el recuerdo de la mirada de Do Kyungsoo sobre el trajo inmediatamente el miedo, rompiendo la magia del momento.

Abrió los ojos de golpe, mirando hacia el aula y viendo con horror al raro profesor de canto en el umbral de la puerta mirarle con una sonrisa, y a su lado, estaba Do Kyungsoo, con los ojos abiertos, su mirada cayendo sobre él.

Todo se volvió un borrón de pánico, y solo atinó a tartamudear y boquear un segundo y echar a correr después con toda la fuerza que podían permitirle sus cortas piernas.

Al llegar a casa, sudoroso, sin su caja de colores por haberla olvidado, y mareado, atrajo la preocupación de su madre, quien se llevo un buen susto y casi tuvo un ataque de nervios al ver a su hijo llegar muy pálido y vomitar en el felpudo de la puerta para luego desmayarse frente a sus ojos apenas hubo abierto la puerta.

Jongin no fue a la escuela al día siguiente, ni al otro.

Su madre estaba muerta de la preocupación porque apenas le mencionó a su único vástago regresar a la escuela al día siguiente, Jongin negó frenéticamente con la cabeza y no paró de rogarle que le cambiara a otra escuela.

Con todo, Jongin regresó a la escuela hasta que pasaron dos días, medio muerto de miedo. Pero para su alivio, Do Kyungsoo no le dedicó una de sus miradas, ni fue a su curso a torturarlo, ni se acercó a el durante el recreo.

Y en vez de lo que esperaba, el extraño profesor de canto fue a buscarle junto con la profesora de danza a su clase, y a partir de ese momento, Jongin pasó a ser parte del exclusivo club de ballet para niñas de la escuela.

Al regresar a casa, aun vivo y más tranquilo, se encontró con una sorpresa que no sabía si era buena o mala: su caja de lápices de colores estaba en su mochila, y junto a ella, habían un par de sus caramelos favoritos.



II



Jongin ya no estaba en el jardín de niños. Había crecido y ahora estaba en primaria.

A sus 10 años, era el único niño admitido entre todo un revuelo de niñas en la clase de ballet. Era gracioso para muchos ver el único niño de piel dorada y pelo alborotado vestido con mallas oscuras entre tantos tutús blancos y rosas y largas melenas ondeantes y suaves.

Jongin ya no tenia miedo de Do Kyungsoo, porque ya no era un niño y Do Kyungsoo no me da miedo ya; pero aun le guardaba cierto recelo cuando sentía su mirada sobre el desde el otro lado del patio de juegos porque Jongin, Do Kyungsoo te esta mirando desde allá y Una vez vi a Do Kyungsoo en los ensayos de ballet y ya no quiero ir a esperarte después de la escuela porque no me gusta el, a nadie le gusta el.

A veces Jongin sentía pena porque veía a Do Kyungsoo siempre solo, y porque Míralo, Sehun, es demasiado pequeño, no crece como todos y Ugh, Jongin, no lo mires, ¿y si mira para acá? Te dejaré solo y me iré muy lejos.

Una vez intentó espiarlo, y descubrió que Do Kyungsoo tenia una rutina muy aburrida, y casi nunca abría la boca para decir nada, excepto cuando iba a la pequeña biblioteca de los niños de primaria a leer libros de cuentos y Mira, Sehun, que aburrido está, ¿y si jugamos un poco con él? Pero la mirada aterrada y un pequeño Sehun metiendo razón a su cabeza eran suficiente porque Uh-uh, no, no quiero, y túme estás dando miedo también y Uh no, Chanyeol el de la clase 5B intento jugar con él pero Do Kyungsoo lo miró y ahora Chanyeol llora cuando Do Kyungsoo lo mira.

Entonces Jongin ya no le pedía a Sehun que le acompañara a espiar a Do Kyungsoo e iba a espiarlo solo, cuidando que no lo descubriera.

Sin embargo, seguía sintiendo los mismos escalofríos recorriendo su espina dorsal cada vez que lo buscaba con los ojos durante los descansos y tenía su mirada sobre él.



Si había algo que Jongin tenía muy claro a los 10 años, igual como cuando tenia 6, era que bailar era algo que nunca cambiaría durante toda su vida, incluso si perdía una pierna, o incluso las dos. Bailaría, aunque fuese con los brazos. Por eso no le importaba cuando algunos niños se burlaban de el, diciéndole niña.

Hasta que un par de niños de un curso superior se pasaron, Jongin no supo a que se referían exactamente cuando le decían niña.

Jongin solía quedarse de último en los vestidores porque era el único niño y debía esperar a que sus compañeras se cambiaran y se marcharan para luego hacerlo él, cosa que, a pesar de que sus compañeritas intentaban hacer a toda velocidad, se tardaban mucho y con frecuencia Jongin debía esperar media hora o más antes de poder cambiarse.

Después que el último grupo de niñas de la clase de ballet se hubo despedido y marchado, Jongin entro a los vestidores, cambiándose velozmente porque siempre le pareció incómodo quedarse solo en aquel lugar desierto. Después de todo, el conserje tardaba mucho en ir y cerciorarse que el lugar estaba desierto para cerrar las puertas.

Cuando terminaba de vestirse, escuchó ruido tras él, y se llevó una desagradable sorpresa al ver a tres niños de cursos superiores riéndose bajo y entrando al vestidor. Al momento en que uno ellos cerró la puerta con seguro y otro sacó de su mochila un kit de maquillaje como el que usaba su mamá, Jongin no entendió lo que pasaba.

Tres niños contra un niño de un curso inferior era clara desventaja, y pronto Jongin estuvo en el suelo, llorando mientras los niños se reían estrepitosamente de su cara pintorreada de delineador, labial rojo, carmín para mejillas, polvos correctores, rímel y lágrimas.

Unas llaves sonaron y la puerta emitió un chasquido cuando la llave correcta desbloqueó el seguro puesto y ante el horror de todos allí en el umbral de la puerta estaba solamente el cuerpo menudo, la presencia aterrorizante de Do Kyungsoo.

Como siempre, la mirada de Do Kyungsoo cayó sobre un Jongin que había parado de llorar por la sorpresa y luego viajó calmadamente hacia los tres niños que, cernidos sobre el menor pintorreado, lo miraban petrificados.

-Tres, fuera. -la potente voz de adulto y mirada glacial del recién llegado fue suficiente para hacer que los esfínteres de uno de ellos se aflojaran y el lugar se llenara del olor característico de la orina.

Los tres niños corrieron espantados, con los ojos desorbitados, tropezando entre sí y procurando pasar lo más lejos posible de la presencia de Do Kyungsoo.

Jongin se levantó y estuvo a punto de imitarlos hasta que vio que la puerta era cerrada frente a el por el niño que hizo que a uno de sus atormentadores se le aflojaran los esfínteres, y los suyos estuvieron a punto de seguir el ejemplo del chico que se orinó ante la presencia del niño de muy menuda complexión.

Retrocedió y miró a los lados aterrado, buscando una salida que solo incluía pasar por encima de Do Kyungsoo, quien no paraba de avanzar hasta el pobre niño, quien parecía a punto de desmayarse cuando el más menudo lo agarró de la muñeca y tiró de el, saliendo de los vestidores y arrastrándolo hasta el baño más cercano, cerrando la puerta con cerrojo tras sí.

Jongin sollozó porque no entendía lo que quería Do Kyungsoo y estaba tan aterrado que se sentía mareado y no dudó en dejarse caer en un rincón bajo la mirada de Do Kyungsoo y esperar a que hiciera con el lo que le diera la gana porque todo el lugar estaba vacío y nadie escucharía sus gritos de auxilio.

El niño que inspiraba miedo en todos se acercó a el, acuclillándose a su lado, y Jongin lo miró con los ojos muy abiertos, abriéndolos aun más cuando un pañuelo húmedo se pasó una y otra vez por toda su cara, limpiando la extraña mezcla de lágrimas y maquillaje que había en su rostro, labios, nariz, párpados y mentón.

La mirada sobre el seguía sobrecogiéndolo como antes, pero hizo un esfuerzo y levantó los ojos y los clavó en los ojos de Do Kyungsoo, bajándolos en seguida. No se atrevió a moverse mientras era limpiado, hasta que el otro se levantó, alejándose.

Do Kyungsoo guardó su pañuelo en el bolsillo y se dirigió a la puerta sin mirar atrás, abriéndola. De pronto, se detuvo y regreso hasta un Jongin que volvió a entrar en pánico, y tan absurdamente como sonaba y Jongin sintió y vio por el espejo que se hallaba frente a el, Do Kyungsoo se agachó rápidamente, y tomando duramente un mechón del pelo castaño de Jongin, alzó su cara bruscamente y mientras la mano libre cegaba al niño colocándose sobre sus ojos, sus labios de felpa se estamparon contra los de Jongin, antes de marcharse sin dedicarle otra mirada.

Esa tarde, Jongin llego casi arrastrándose, pálido, ido y tembloroso a su casa, con un olor a cerezas que no le pertenecía a él.

Y ante las preguntas de su preocupada madre, un ido Jongin solo podía repetir una y otra vez que No tiene... pupila y tartamudeando unM-Me beso y su madre empezó a pensar en un psicólogo especialista para su pobrecito hijo traumado por alguna razón que no entendía del todo porque era realmente absurdo intentar relacionar las pupilas con un beso como lo hacía su hijo.

Tan ido y perplejo estuvo que al día siguiente no se percató de que los niños de ayer se escondían de el y le rehuían como la peste.



III



En la secundaria, Jongin se estiró mucho, y con ya 14 no estaba en clases de ballet porque No, mamá, la chica que me dio el afiche me dijo que no hay clases de ballet para los de secundaria sino de baileyOh, vamos, Sehun, si vienes conmigo al club de baile te presentaré a Luhan porque eltambién te hace ojitos, lo juro.

Y aun así Jongin seguía estancado con la mirada de Do Kyungsoo.



Una tarde lluviosa en que la lluvia paró lo suficiente para que los estudiantes despistados que no llevaban paraguas e impermeables se arriesgaran a marcharse a sus casas y fueran pillados por la lluvia fría y se calaran hasta los huesos. Entre ellos estaba Jongin.

A la salida, cuando miraba al cielo y se preparaba para correr como un loco a casa antes que cayera la lluvia y salvarse de la cadena de resfríos que sacaban de combate a varios estudiantes de la secundaria, un chico de un curso superior detuvo a Jongin del brazo, su cara con una súplica desesperada.

Extrañado, Jongin lo reconoció como uno de los niños que le habían pintarrajeado la cara tiempo atrás en los vestidores de su clase de ballet. No fue necesario ponerse a la defensiva, porque el cabizbajo muchacho se disculpó varias veces por lo hecho y le rogó que llevara unos apuntes a Do Kyungsoo, quien se encontraba enfermo y no acudía a clases.

Jongin retrocedió y estuvo a punto de negarse, pero el mayor apretó el agarre en su brazo y le suplicó con desesperación, explicándole sin detalles que no era capaz de estar cerca de Do Kyungsoo después de lo que le pasó al día siguiente de gastarle la broma a Jongin.

Y antes de poder evitarlo, Jongin tenía entre sus manos un grueso fajo de pulcras anotaciones reunidas por todo el curso, evidentemente por la gran diversidad de trazos diferentes hechos con notable esmero, y un papel con una dirección en el.

Últimamente, con el clima lluvioso, muchos se resfriaban. De su clase habían tres chicas resfriadas, Luhan, y ahora, Do Kyungsoo también.

Buscar apoyo moral y presencial de su amigo Sehun resulto un fracaso porque No, no, no y no, no, Oh Sehun no iba a meterse a la guarida del hijo del diablo ni muerto y un socarrónEres el elegido, Jongin, las estrellas te han designado esta misión, so, largo, yo me voy a ver mi resfriado novio, llámame si regresas vivo y fue echado con una sonrisa burlona por parte de Sehun.

Cargando su mochila en un solo hombro, el fajo de anotaciones en brazos, y una mezcla de aprehensión y temor, Jongin se vio ante una casa blanca, tan grande que solo el jardín ocupaba el espacio que ocupaba su casa. Con igual rapidez estaba siendo conducido a través de regios salones, largos pasillos, costosos adornos y suntuosa pero fría decoración hasta una puerta de madera preciosa que se hallaba cerrada.

La mujer que le conducía, uniformada correctamente con el típico vestido negro y delantal blanco impecable, tocaba con delicadeza en la puerta con manos enguantadas igual de impecables que el delantal antes de abrir la puerta suavemente, anunciando su llegada y el motivo de su visita.

La mujer le indicó un sillón de apariencia cómoda que se hallaba a un lado de la gran cama matrimonial tendida por sabanas blancas y un edredón de color negro donde reposaba un cuerpo que se veía diminuto en medio de aquella cama gigantesca.

La puerta se cerrócon suavidad tras la mujer cuando esta salio después de retirarse con una bandeja de alimentos que no habían sido tocados, dejándolos solos. La luz del día se colaba tenuemente entre las cortinas de color oscuro, manteniendo la habitación en penumbras. Jongin se aferró con fuerza a los tirantes de su mochila mientras se sentaba en el sillón y equilibraba sobre sus rodillas el fajo de papeles.

Un silencio incómodo se instaló en el lugar. Al alzar los ojos, Jongin se estremeció: Do Kyungsoo lo miraba fijamente. Jongin se removió, enrojeciendo violentamente cuando su cerebro decidió que era buena idea bombardearlo con los recuerdos de cuatro años atrásen un baño de la primariadespués de clases, los ojos extrañamente negros de Kyungsoo y su ausencia de pupilas, y el impetuoso beso que no hacía mas que frustrarlo cada vez que besaba a una chica.

''Yo-- uh-- traje las anotaciones'' incómodamentetosió, haciendo un gesto hacia las anotaciones, intentando que los ojos de Do Kyungsoo dejaran de estar clavados en el porque se estaba poniendo realmente nervioso.

A pesar del clima frío, Jongin sentía que empezaría a sudar de un momento a otro, y exhaló el aliento que no sabía que contenía cuando la mirada del resfriado se movió hasta las anotaciones que sostenía y se quedaron allí unos momentos.

''Hm.'' contesto escuetamente con voz ronca y casi inaudible, mientras giraba hasta estar de espaldas a el ''Vete si quieres.''

Jongin frunció el ceño. Do Kyungsoo era un maleducado.

Se levantó y se dispuso a marcharse, dejando las anotaciones sobre la mesita de noche. Caminó hasta la puerta, pero se detuvo. Miro atrás, y otra vez, los ojos de Do Kyungsoo estaban sobre él.

Recordó la mirada de sorpresa de la mujer que atendió a la puerta cuando tocó el timbre, y dedujo que nadie había ido a verlo aparte de él. Sintió pena por lo solo que debería sentirse allí, enfermo y sin nadie que le hiciera compañia, y suspiró, maldiciendo su corazón blandengue cuando la vista del diminuto cuerpo de Do Kyungsoo perdido en aquella cama gigantesca, hecho un ovillo bajo las gruesas mantas y sus ojos negros mirándolo casi con súplica lo dejó sin defensas, y su orgullo no pudo protestar cuando su interior le ordenó regresar y cubrir de alguna manera a ese ser que siempre estuvo solo.

El resfriado en cama parpadeó cuando Jongin se volvió y regresó hasta el sillón y se sentóallísin decir ni una palabra. El tiempo pasaba pero ninguno decía una palabra, el mayor de espaldas a Jongin que seguía tercamente sentado en el sillón con los ojos clavados en la espalda que se encontraba parcialmente oculta por las sabanas y el edredón.

El mayor estornudó y se encogió más entre las sábanas, haciéndose un ovillo. A Jongin no le pasó por alto el tembloroso mayor que se hundía entre las sábanas y el edredón en busca de calor.

''¿Tienes frío?'' se decidió a preguntar lo obvio, y un leve gruñido fue la única respuesta que obtuvo.

Realmente, Do Kyungsoo no parecía tener remedio. Y Jongin se consideraba un hombre de honor, así que le ayudaría, solo porque el mayor lo ayudó cuatro años atrás.

Suspirando, se quitó las zapatillas deportivas, dejó su mochila en el suelo y alzó los cobertores para meterse bajo las saáanas. Sabía que se arriesgaba a que la mujer del servicio lo echara, a que Do Kyungsoo se girara y lo ahuyentara, a cualquier cosa que no era agradable.

Aun así, como todo buen terco, se metió bajo las mantas y abrazó al mayor por la espalda, en parte para obligarlo a mantenerse quieto y no se girara a mirarlo, y por otra parte para que el mayor absorbiera su calor mas rápido, mientras olisqueaba un leve olor a cerezas que provenía del pelo del muchacho.

Sintió al mayor removerse, pero obstinadamente aplicó más fuerza en el abrazo, manteniéndolo anclado hasta que se calmó y su cuerpo relajado junto a su acompasada respiración le avisó que probablemente había quedado dormido. Y cuando cayó en la cuenta, las manos de la mujer que le abrió la puerta anteriormente le removían con cuidado, intentando despertarle.

Se levantó de un salto, alarmado. El rumor de la lluvia aun se escuchaba, y la mujer del servicio le avisó que era tarde y que debía prepararle un baño caliente al señorito que aun dormía. Miró hacia la ventana, y al no percibir ningún tipo de luz proveniente de afuera, supo que su madre iba a matarlo.

Tomo sus cosas precipitadamente y obligado a caminar por otra mujer del servicio que lo acompañó a la puerta, tuvo que aceptar la plática que la sonriente mujer le sacaba.

''Gracias por su visita. Por favor, vuelva pronto. El señorito no había podido dormir tanto, pero con usted durmió mucho y no despertó inquieto. Por favor, regrese muy pronto.'' la sonriente mujer, más joven y conversadora que la anterior, abrió la puerta y le alcanzo su abrigo, invitándole a quedarse hasta que la lluvia se detuviera, pero Jongin se negó, se despidió y echó a correr de vuelta a su casa.

Aparte de un monumental regaño por llegar a casa muy tarde, Jongin pilló un resfriado por correr casi media hora bajo la torrencial lluvia que caía, mojándose hasta la ropa interior.

Y en esa ocasión, ante un Sehun que parecía querer lanzarse por la ventana de la habitación de Jongin, apareció un callado Do Kyungsoo que parecía divertirse poniéndole los vellos de punta al pobre Sehun y mirar fijamente a Jongin antes de irse.

''Sánate pronto. Y llámame hyung'' fue una orden hacia Jongin, y la escalofriante sonrisa de este último fue suficiente para asustar a Sehun porque Cristo, Jongin, deja de sonreírasí o me darán pesadillas y te golpearé, lo juro y Oh carajo, ustedes son bien raros.



IV



En su penúltimo año de preparatoria Jongin era Kai, el chico popular que bailaba y actuaba como un dios griego, a pesar que él no se había buscado esa fama.

Jongin tenía 17 años cuando presenciaba la graduación de los de último año de preparatoria. Su inseparable amigo Sehun, a su lado, lloriqueaba orgulloso viendo a su hyung Xiao Luhan graduarse.

Sin embargo, Jongin solo tenía ojos para el muchacho que subía los escalones del estrado en medio del silencio del lugar para recibir su diploma. Irritado porque nadie aplaudía el logro de Do Kyungsoo, el único que hizo que Jongin le llamara hyung, hizo que Jongin se pusiera de pie, empezando a aplaudir. A su lado, un estupefacto Sehun lo imitó, seguido de Luhan y luego imitados gradualmente por todos, la sorpresa en todos porque ¿Por que Kai se levantó para aplaudir a Do Kyungsoo?

Do Kyungsoo deslizó sus ojos hasta Jongin, clavándolos allí y haciendo una leve inclinación antes de retirarse.

Jongin ya no temía a Do Kyungsoo, aunque se sentía nervioso teniendo la mirada de su mayor sobre el.

Precisamente por eso se encontraba allí, después de la ceremonia, frente a su pequeño hyung, con una de sus manos sobre los ojos del mayor, cegándolo como él lo hizo años atrás; admirando las mejillas sonrosadas, los jugosos labios en forma de corazón, el mentón suavemente delineado, la piel de marfil bajo el toque de sus dedos en el mentón ajeno. Y por último, retirando la mano que ocultaba los ojos de su hyung y aventurándose a mirar esos dos pozos negros.

Los ojos de Kyungsoo eran más grandes que los de la gran mayoría de personas que Jongin había visto en toda su vida, el iris era amplio también, de un color tan oscuro como la noche, de modo que era casi imposible identificar donde terminaba el iris y donde empezaba la pupila. Aquello daba un efecto atemorizante y mareante, pues la sensación de caer inexorablemente en dos pozos de oscuridad desconocida hacían asustarse a cualquiera y aferrarse con desesperación al instinto de supervivencia.

Pero eran los ojos de su hyung. Del color del azabache en su totalidad. Unos ojos extraños, pero hermosos aun así, maravillosos.

Lo había logrado. Rabia mirado a su mayor a los ojos.

Jongin se apartó y cerró los ojos con fuerza, mareado. Y el hecho de que la característica mirada fija y desprovista de sentimiento del mayor estuviese fija en él no lo ayudaba a calmar los erráticos latidos de su corazón.

Al volver a ver el rostro del mayor, fue recompensado con algo que le valió miles de chillidos emocionados mas tarde junto a Sehun en una heladería, porque Maldita sea, Sehun, te juro que no pude contenerme porque, diablos, es tan malditamente perfecto que tengo que gritar o voy a explotar y te juro que en si no hubieses metido tu entrometida existencia inoportuna me lo hubiese comido en todos los sentidos y por todos lados porque oh mierda mierda mieeerrrrda y un Sehun miraba al suelo muerto de vergüenza y ocultaba la cara tras una de sus manos porque en esos momentos Jongin casi montaba un escándalo y él estaba muriendo de vergüenza ajena que Jongin no tenia la decencia de fingir por su repentino ataque de fanboy en plena heladería.

Una hora atrás, el esfuerzo hecho por Jongin fue recompensado con una amplia sonrisa que hizo que los rasgos acorazonados de los labios de su mayor se acentuaran aun más y sus grandes ojos intimidantes se estrecharan, suavizando sus rasgos por primera vez.

Do Kyungsoo le había sonreído dulcemente, con los ojos casi cerrados, y Jongin borró en seguida aquella sonrisa, abalanzándose impúdicamente sobre su mayor y arrancando una expresión entre sorprendida y confusa cuando el menor se cernió sobre él y le arrancó el aliento de sus pulmones en un contacto entre labios y lenguas que no tenía semejanza de ninguna manera al casto beso que Jongin recibió de su mayor hacía mucho tiempo.

Solo la muy oportuna, inoportuna según Jongin, aparición en escena de Sehun logró arrancar un estupefacto recién graduado Do Kyungsoo de las garras de un insaciable adolescente con exceso de hormonas que era Jongin. Literalmente.

La llegada de un auto negro, identificado como el chofer de la casa de los Do buscando al Señorito Do sacó irremediablemente a un Do Kyungsoo con el rostro totalmente rojo y una expresión de confusión eterna de la jaula de brazos de un renuente Jongin que presentía que de alguna manera su hyung sería llevado lejos.

Y no se equivocó.

Do Kyungsoo abandonó Corea pocos días después.



V



Jongin tenía 21 años y ya no estaba estancado con la fija mirada de Do Kyungsoo sobre él, ni estaba en la preparatoria, sino en la Universidad de Artes de Seul.

Pero en ese momento, en una camilla de hospital, con el doctor negando apesadumbrado con la cabeza, ya no sabia si continuaría allí; no sabía si podía continuar su sueño de bailar: un accidente en auto que le había fracturado varios huesos de una pierna.

Jongin fue el piloto del auto cuando regresaban de unas vacaciones en Goyang y los frenos fallaron en medio de la carretera, sacándolo todo del margen de control del conductor, haciéndolos salirse de la carretera y colisionar obligadamente contra un frondoso árbol. Era eso o precipitarse por un derrisco profundo. ¿El resultado? El copiloto, Sehun, tenia severos traumas en el cráneo, y fracturas de varias costillas, heridas en el torso y un antebrazo fracturado; Jongin, un par de rasguños, una fuerte contusión en la cabeza que lo dejó dos semanas en coma y una múltiple fractura de pierna.

Sehun también estaba lidiando con la posibilidad de dejar el baile por un tiempo ante la gravedad de los traumas en su cabeza que le provocaban frecuentes dolores de cabeza. Sin embargo, Sehun vivía con su incondicional pareja, Luhan, mientras que Jongin, por más que lo animaran su mejor amigo y su pareja, vivía solo, y silenciosamente empezaba a marchitarse en la soledad de su departamento.

Una pesada pierna escayolada recordándole una y otra vez el desmoronamiento de su sueño y posiblemente el de su mejor amigo también era suficiente para que el desaliento lo mantuviera en cama, bocarriba porque no había otra posición, sin ganas de levantarse a cocinar nada, limpiar o nada, solo derramando silenciosas lágrimas de frustración.



El timbre a las 11 de la noche de un jueves sonaba insistente y molesto, interrumpiendo el armónico rumor de la lluvia cayendo que arrullaba a Jongin y lo embargaba de melancolía recordando a un sunbae resfriado y a un terco hoobae de 14 años decidido a ayudar a su mayor a recuperar calor.

Jongin se levantó pesadamente, tomando sus muletas y caminando entre la oscuridad de su pequeño departamento a ver a qué santo se le ocurría tocar su timbre a aquellas horas de la noche.

Descorrió el cerrojo y realmente nada, ni siquiera todas las noches que paso jugando videojuegos de Slenderman y todo videojuego de terror que jugó con Sehun durante sus noches libres de preparatoria, pudo prepararlo para digerir la presencia que se encontraba allí.

Ante su puerta, la luz mortecina del pasillo cayendo sobre él, empapado y vestido totalmente de negro, con un buzo que le quedaba grande, unos pantalones gastados artísticamente a la altura de las rodillas, unas zapatillas deportivas, el pelo negro mate brillando apagadamente por la multitud de gotas de lluvia resbalando por las hebras, expresión cansada, ojeras bordeando sus ojos, y una maleta de mano apretada entre sus dedos delgados, Do Kyungsoo lo miraba, con aquella mirada que sabía cómo causar escalofríos en la espina dorsal de Jongin.

''¿Hyung?'' la voz de Jongin salió rara, hueca y enronquecida después de tanto tiempo sin usarla.

''Me marché. Te perdí de vista. Y casi te matas.'' el mayor lo miraba casi inexpresivo, sin embargo había tal expresión en su rostro que Jongin no supo como interpretarlo.

La maleta, aun con la etiqueta que indicaba el nombre del propietario y el olor a aire acondicionado y aromatizador de avión, cayó al suelo con un ruido seco, y pronto Jongin tuvo a su mayor bajándolo a un apretado abrazo mientras murmuraba cosas que Jongin no entendió porque estaban en un lenguaje desconocido que apenasreconoció.Ese jodido ingles.

''Hyung...'' Jongin estaba tan perdido.

El hombre mayor se separó y miró al mas joven, y sus ojos se estrecharon y luego se suavizaron cuando reparó en la descuidada barba de varios días, las ojeras, los ojos enrojecidos, los hombros caídos, la reciente delgadez y la expresión derrotada de Jongin.

El mayor dulcificó su expresión y murmuró algo en el mismo idioma que le hablaba, y Jongin empezaba a frustrase porque no lo entendía. Jongin no sabía cuándo ni quién había hecho que su mayor tuviera mas expresiones, pero estaba terriblemente celoso, porque No era justo, el queria ver primero a su hyung fruncir el ceño, ¿quienes mas habían visto a su hyung sonreíro enfadarse? El solo quería que su hyung le sonriera a él, y si tenía que meterlo en una caja para él solo, pues bueno, hay que empezar a buscar una caja de esas.

La suave risa del mayor le indicó que sus pensamientos no estaban siendo privados, pero estaba muy ocupado digiriendo la suave risa de su hyung, muy ocupado mirando sus labios curvarse y dejar ver una blanca hilera de dientes, unos pómulos alzarse y entrecerrar levemente unos ojos que le hacían temblar desde tiempos inmemorables.

Y horas más tarde, recién afeitado por su mayor, con la tripa llena, limpio y acostado con un cuerpo a su lado cuidando su sueño, Jongin cerró los ojos.

La mirada de su hyung estaba de vuelta sobre él. Y la lluvia de finales de otoño solo dejaba las cosas en su lugar, como antes.

Y eso era suficiente para mantenerlo en pie, todavía.



VI



Jongin tenia 22 años y trabajaba en una academia de danza para niños. Ya no estaba en la universidad, ni vivía en el departamento del año anterior. Y para su tranquilidad, la mirada de su hyung seguía sobre el, cuidándole. Jongin no podía estar mas calmado.

Después de muchas sesiones de terapia intensiva, los ánimos de un Sehun recién rehabilitado, un Luhan henchido de felicidad, y la intervención de Do Kyungsoo, Jongin volvió a los salones de baile en compañía de Sehun.

Kyungsoo-hyung regresó a Corea por él, y allí se quedo, comprando un apartamento más amplio que el de Jongin, y mudándose ambos allí.

Cada vez que Jongin flaqueaba ahí estaba Kyungsoo, sosteniéndolo siempre. Ya no tenía miedo de la mirada de Soo-hyung y necesitaba el menudo cuerpo de su mayor acunando el suyo cada noche para ahuyentar las pesadillas cada vez más espaciadas del accidente en coche que casi los mata a él y Sehun.



La lluvia de otoño caía fuera en el silencio de las 3 de la madrugada, creando una melodía perfecta para los oídos de Jongin, quien abrió los ojos buscando el calor del cuerpo que se encontraba a su lado.

El rumor de la lluvia trajo recuerdos que acudían a su cabeza mientras la lluvia torrencial caía fuera y el otoño pronto daba lugar al invierno.

Girándose, fijó la mirada en el cuerpo de su fuerte y delicado amante. Kyungsoo se removió y se quejo débilmente, y acunando el suave cuerpo, se acomodó, mirando aquella anatomía, fijándose en esos detalles que aun después de muchísimo tiempo seguían fascinándole.

Antes temía su presencia, y no supo a partir de cuando empezó a temer su ausencia.

Abrazó el cuerpo de la persona que siempre cuidó de él y cerró los ojos.

 

Notas finales:

En un ratito subire la version alterna desde el punto de Kyungsoo. Es fastidioso para mi poner link ahora mismo, asi que a las que esten interesadas, pueden buscarlo en mi cuenta.

Nos leemos :D


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