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Luz por Topo

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Entre las brumas del sueño, se removió y buscó el calor del cuerpo del hermoso ser que dormía junto a él cada noche.

Lo sintió removerse y acomodarse, pasando uno de sus brazos tibios por encima de su cuerpo, como hacía mucho tiempo, y pegarlo mas a él, transmitiéndole su calor.

Aquello era mil, diez mil, cien mil veces mejor de lo que soñó una vez.

Aun no podía creer la fascinación y adoración que veía en aquellos ojos tibios como el chocolate caliente en otoño, tan transparentes y limpios como los de un niño.



I



Luz.

Purpurina, brillantez.

Era todo lo que podía ver cada vez que sus ojos se deslizaban irremediablemente hasta ese niño de un curso inferior.

Y a los 7 años no podía entenderlo. ¿Como podía emitir tanta luz? Sus ojos quedaban encandilados con el, y no podía evitar mirarlo, iluminar su oscuridad con toda esa luz y purpurina que dejaba ese niño tras él.

Sintió que se elevaba muy alto cuando vio los ojos del niño encontrarse con los suyos, pero al momento siguiente se hundía un poco mas en su oscuridad cuando en sus ojitos vio lo que veía en todos: miedo.

No le importaba que nadie quisiera acercarse, que lo consideraran algún ente demoniaco. No era verdad, él no fue el culpable de que aquel grupo de monjas no volvieran a hacer campamentos patéticos en el jardín de niños, él no era el culpable de que aquella tonta mujer lo quisiera obligar a hablar con los demás niños que lo odiaban y le temían. Él solo intentaba entender que pensaban esas mujeres y todos los demás, pero ellas seguían viéndolo con miedo, y le hablaban dulcemente, como si el no se daba cuenta de que tenían mucho miedo, y lo rechazaban como los demás niños. Pero no le importaba, porque ninguno de ellos podía hacer nada que le hiciera daño. Nadie podía hacerle daño.

El único que lo entendía y no le temía era su amable profesor de canto. Porque el profesor Zhang Yixing era un genio en la música, y era autista. El profesor Yixing era muy bueno, y le enseñó una canción en ruso, diciéndole que le recordaba a esa canción. Y a él le gustaba también, así que en vez de regresar a su casa, sabiendo lo que encontraría, prefería quedarse a cantar con su profesor.



Una tarde, cuando ya la escuela estaba totalmente vacía, cantó la canción que su profesor le enseño, y se esforzaba en cantarla bien, porque descubrió que le gustaba cantar y podía hacerlo muy bien, aparte de que era una de las dos cosas con las que hizo conexión, una con la que sintió ese clic que no podía sentir con nada.

Estaba perdido en la melodía que le fascinaba, que le hacía sentir como en casa. Posiblemente porque parecía hecha para él.

Se escucharon leves susurros desde fuera en un momento en que hizo una corta pausa, y el profesor Yixing le indicó que continuara cantando mientras se levantaba e iba a ver a la puerta. Lo obedeció hasta que notó que el tiempo que su profesor tardaba asomado en la puerta se alargaba demasiado.

Se levanto de su sillita y caminó hasta la puerta, y casi queda ciego ante tanta purpurina y luz brillando en el pasillo.

Brazos y piernas de niño flexionadas armónicamente, movimientos fluidos, sonrisa soñadora, ojos cerrados y piel morena iluminada por un resquicio de luz que entraba por las rendijas de las ventanas del pasillo, estaba él.

El niño que hacía que el estómago de Kyungsoo se contrajera y sus ojos se quedaran atrapados ante tanta luz. El niño de un curso inferior que atrajo la fascinación de Kyungsoo desde el primer momento.

De un momento a otro, aquella magia se rompió, y la luz parpadeo antes de atenuarse, mientras el pánico pasaba por la expresión del niño cuando se detuvo al verles observándoles, y tomando su mochila de dibujos animados, echó a correr, perdiéndose por los pasillos.

El profesor Yixing sonreía tenuemente, y Kyungsoo se vio sonreír también mientras miraba a su profesor y este le devolvía la mirada ampliando la sonrisa. Eso era lo que le gustaba a Kyungsoo de su profesor. Los dos se entendían.

Kyungsoo no podía entender del todo lo que pensaban los demás, su profesor no entendía nada de lo que podía pasar por la cabeza de los demás, los demás no los entendían a ellos. Estaban a mano, se entendían entre ellos.

''Quiero verlo bailar otra vez.'' Yixing seguía sonriendo mientras se dirigía a su escritorio, sacando una tableta de chocolate y la partía por mitad, dándole una mitad a Kyungsoo quien lo siguió y asintió con la cabeza ''Myunnie lo jara bailar y él bailará.''

Al salir con su mochila colgada correctamente en la espalda, Kyungsoo vio una caja de crayones de colores, y supo que tantos colores brillantes eran del niño brillante. Se agachó y los tomó.

''Devuélveselos, se pondrá muy feliz'' la voz de Yixing tras el, tendiéndole un par de caramelos fue suficiente.

A la mañana siguiente, Kyungsoo esperó pacientemente a que el niño brillante llegara para devolverle su caja de colores, pero no apareció, ni al día siguiente.

Cuando por fin lo localizó, dos días después, lo observó desde lejos y esperó a que se marchara del curso y, aprovechando la hora del almuerzo, entró a hurtadillas, localizando la mochila de dibujos animados y entrando la caja de colores que sostenía en su sudorosa mano, junto a los caramelos que su profesor Yixing le entregó.

Al salir, una niña de esa clase lo vio y estuvo a punto de gritar. Kyungsoo la miró, preguntándose si ella le diría a todos, pero el terror que obviamente la paralizó le dijo que no. Se quedó unos momentos más mirándola, intentando adivinar que podía estar pensando hacer, pero se aburrió pronto y dio media vuelta, marchándose.

Esa tarde, después de la lección de canto con su profesor preferido, Yixing le entregó un par de llaves y sonrió.

Y a partir de ese día, después de la lección de canto con su profesor, Yixing le tomaba de la mano y ambos iban al salón de ballet, donde observaban de lejos el revuelo de niñas practicando y un niño que empezaba a acoplarse y acostumbrarse a aquel ajetreo de gorjeos, posiciones complicadas y sencillas, risas, flexiones, regaños de la maestra y ejercicios.

Kyungsoo era feliz porque veía al niño brillante brillar todos los días, su voz y su canto mejoraban, y tenía un amigo, su profesor Yixing.



II



Kyungsoo tenia 11 y veía a a los demás a su alrededor cambiar y crecer, pero el se encontraba casi congelado en el tiempo.

Su profesor Yixing continuaba dándole lecciones de canto, y la voz de Kyungsoo ya no era aflautada y chillona sino grave y melódica, y él se sentía orgulloso de ello.

Otra cosa que iluminaba su oscuridad, era que había encontrado los ojos del niño purpurina en él en varias ocasiones. ¿Que había en el de especial para que esos ojitos se fijaran en él? No lo entendía, pero otra vez se sentía volar muy alto, aunque caía un poco cuando veía los ojitos llenos de miedo del niño brillante huir de los suyos.

Pero no era tan importante. Kyungsoo se conformaba con mirarle desde lejos, con sentir aquella cálida y brillante mirada en él, con verle bailar, con verlo cerrar los ojos y sonreír. A Kyungsoo le gustaba verlo porque de alguna manera, se sentía contento, y su profesor Yixing le dijo que era bueno estar feliz y estar feliz se sentía como cuando Myunnie le daba una barra de chocolate y le hablaba mucho.

Y Kyungsoo sentía que era feliz, hasta que llegaba a casa, y se aferraba al recuerdo brillante del niño purpurina para no caer en su propia oscuridad.



Había algo que causaba picazón en las manos a Kyungsoo, y no podía evitar sentir que su corazón bombeaba muy rápido y sus oídos zumbaban cada vez que veía a los niños de su clase molestar al niño brillante porque era el único niño en el equipo de ballet de la primaria.

No quería que el niño brillante los escuchara, no quería que el niño brillante dejara de brillar, no quería que el niño brillante se entristeciera por las cosas feas que le decían.

Por eso, se dio cuenta de que el niño brillante era tan vulnerable que tenía que protegerlo a toda costa de que algo apagara su brillo, y se dio a la tarea de cuidarlo todo el tiempo, reforzando su vigilancia y estando en los lugares donde los niños tontos lo molestaban, así manteniéndolo a salvo, porque parecía que todos entendían que Do Kyungsoo era el feliz guardian secreto del niño que más brillaba de toda la escuela. Se sentía muy feliz de cuidarle, y Yixing le dijo que el también cuidaba de Myunnie en secreto, y así era muy feliz porque Myunnie no sabía nada.

Kyungsoo observaba a Jongin cuando salia del vestidor de las clases de ballet y no suspiraba tranquilo hasta que se aseguraba de que ningún matón lo interceptara antes de llegar a su casa.

Lo esperó como de costumbre, pero el niño brillante se tardaba mucho y Kyungsoo empezaba a estar inquieto, su corazón bombeando fuerte en algún lugar entre sus costillas. Corrió a los vestidores y vio que la puerta estaba cerrada; y el niño brillante no tenía permitido cerrar con llave.

Con cautela, pegó el oído de la puerta escuchando sonidos ahogados de risas, quizás alguien lloraba. Con las manos temblorosas, abrió la puerta, y su mirada cayó sobre los cuatro niños que lo miraban con sorpresa y miedo, como siempre.

Tendido en el suelo, las lágrimas mojando su cara pintada con pinturas para mujeres grandes, las manos atrapadas por un niño que reconoció como un compañero de clase, el uniforme algo sucio, estaba el niño purpurina.

Kyungsoo sintió que había fallado en su misión de protegerlo de los niños tontos, y las manos y las rodillas le temblaron. Miró a los tres niños tontos que tenían al niño obligado contra el suelo, y sintió que el estómago se le revolvía.

Lucho desesperadamente por hablar, y la voz le salio más grave que de costumbre.

''Tres, fuera'' memorizó sus caras y se prometió que les haría pagar al día siguiente.

El lugar se lleno del olor de la orina y Kyungsoo sentía que iba a vomitar mientras veía los pantalones de uno de los niños mojarse ante sus ojos. La orden fue recibida y vio a los tres niños tontos correr, intentando pasar muy lejos de él.

Kyungsoo sentía un nudo en la garganta mientras veía el miedo en los bonitos ojos del niño brillante, junto con su cara mojada por las lágrimas y pintado con pintura para niñas grandes.

Tenia que arreglarlo, tenia que repararlo, tenia que hacer que no estuviese sucio, que no llorara porque Kyungsoo había fallado y no lo protegió. Se acercó un paso y sintió un tirón en el estómago cuando lo vio retroceder un paso, con miedo.

El niño brillante le temía, y quizá le odiaba porque no lo cuidó, porque falló, porque no era bueno para nada más.

Siguió avanzando, a pesar de casi palpar el rechazo del niño brillante, y tomó su muñeca, casi soltándola porque tocarlo era algo que nunca pensó, pero aun así, tiró de él, y para su sorpresa, el niño lo siguió hasta el baño más cercano.

Cerró la puerta con cerrojo y al girarse, lo vio en un rincón, hecho bolita. Saco su pañuelo de su bolsillo y lo mojó con el agua de uno de los grifos. Tenia que disculparse pero no podía hablar, y solo limpió la pintura de la bonita cara del niño brillante, admirando la piel limpia ya de aquel embarre que tenía antes.

Pasó su pañuelo por su frente, sus mejillas, su nariz, mandíbula, su boca, sus párpados. Los ojos del niño se alzaron y buscaron los suyos un segundo, antes de bajar la mirada, y Kyungsoo sentía la garganta apretada, porque el niño brillante le perdonaba por ser un incompetente, por no saber protegerlo.

Se prometió que se esforzaría más en cuidarlo y terminó de limpiarlo. Se sintió indigno de mirar al niño purpurina y se levantó, mirando al suelo. Caminó hacia la puerta, porque alguien con tanta oscuridad y tan incompetente como el no podía estar con alguien tan brillante y perfecto como lo era el niño que estaba sentado en el suelo abrazándose las rodillas tras él.

Pero, Kyungsoo sentía que se hundía cada vez más, y se ahogaba. Su garganta apretaba mucho y su estómago estaba revuelto otra vez. Se detuvo.

Yixing le contó que cuando su garganta se apretaba, Myunnie lo abrazaba mucho y le decía que lo quería, y hacía que su boca tocara la de el, y ya se aligeraba su garganta y no quería vomitar. Porque Myunnie era especial.

El también quería que se le quitara el nudo en su garganta. Pero el director no podía sanarlo porque el director no era especial. El único especial era el niño brillante.

Se giro y se movió hacia el. El nudo en su garganta se apretó un poco más y con las manos temblorosas, se agachó frente a él y agarró un mechón de pelo muy suave y brillante de color castaño, alzando poco a poco la cara del niño porque quería ver sus ojos, pero cambió de idea. Puso su otra mano sobre los ojos del niño brillante porque no quería que el viera sus ojos, y se inclinó.

Cuando sintió que su boca tocaba la del niño, lo soltó, y se levantó, saliendo rápido y luego echando a correr por los pasillos. Algo se deslizaba por su mejilla haciéndole cosquillas, y se limpió con el dorso de la mano sin dejar de correr. Seco su mano mojada con el pantalón, y sin prestarle mas atención, siguió corriendo, agitado porque pronto llovería.



A la mañana, buscó diligente a los tres niños tontos que dañaron al niño brillante e interceptó a uno al salir de su clase.

Se colocó delante de él, mirándolo e intentando con todas sus fuerzas hacer que le entendiera.

''No vuelvas a tocarlo. No lo miren. No le molesten.'' no sabía si le había entendido, así que siguió esforzándose para que entendiera lo molesto que estaba ''Si te mira, vendré por ti'' intentó explicarle que le daría una paliza si volvía a intentar dañar su luz ''Lo sabré. Y vendré.'' le advertía que él estaba siempre pendiente del niño brillante, y si algún otro niño tonto intentaba molestarlo, el se haría cargo.

No sabía si el niño había entendido todo, pero supuso que estaba bien cuando lo vio asentir mucho, inclinarse muchas veces y abrir mucho los ojos.

Trato de descifrar lo que decía pero falló, y solo pudo detener su escrutinio y marcharse a cuidar del niño brillante como era su deber.

El siguiente niño estaba en un curso superior, y la hora del almuerzo había terminado. Kyungsoo se vio obligado a ir a los cursos superiores en busca del otro niño tonto.

Lo localizó entrando a un curso con un grupo de niños más, mientras la profesora los instaba a entrar y hacer silencio.

Kyungsoo esperó a que todos entraran y entró después. Como a cada lugar de la escuela que iba, todas las miradas se clavaron en él, recelosas, temerosas. Buscó con la mirada al niño tonto que osó molestar al niño brillante, hasta que lo encontró.

''¿Que sucede, pequeño? ¿Estas perdido? ¿Buscas a alguien?'' la voz maternal de la maestra hizo que Kyungsoo se girara a mirarla, buscando las palabras adecuadas para explicarle que no estaba perdido y solo buscaba a un niño tonto.

''No.'' se giró otra vez, caminando hacia el niño tonto. Se detuvo a pocos pasos y lo miro. Estaba aun enfadado ''No. Vendré por ti'' iba a volver a buscarlo en su aula y le pegaría tan fuerte que no podría regresar a clases al otro día ''y no regresaras''.

Más tranquilo porque no había nada de ruido en el lugar y su mensaje había sido recibido sin problemas, lo examinó y luego dio media vuelta, marchándose de vuelta a su clase.

A la salida, encontró al ultimo niño tonto que faltaba por encontrar, y lo agarró del brazo. El niño se giro molesto, pero su cara cambio en cuanto lo vio.

''No le molestes, ni le mires. O vendré por ti y te arrastrare conmigo.'' Kyungsoo fue claro. Si aquel niño tonto se atrevía siquiera a mirar al niño brillante, Kyungsoo lo golpearía, mucho. Y si le llevaban a detención por ello, el lo llevaría consigo.

Era suficiente. Se sentía agotado, pero estaba orgulloso. Demasiado esfuerzo para tres niños estúpidos. Pero el agradable calorcito que sentía ante el pensamiento de estar haciéndolo mejor lo valía.



III



El primer año de la secundaria fue realmente complicado para Kyungsoo.

Tenia que lidiar con la ansiedad de no saber si el niño brillante era molestado, con una nueva ronda de cuchicheos sobre su pretendida legitimidad como ente satánico, con lo lejos que quedaba el edificio de los de primaria del edificio de los de secundaria, con sus clases continuadas de piano con Yixing, con sus terapias intensivas con los molestos y extraños doctores y psicólogos del centro de rehabilitación.

Al principio, hubo un escándalo, porque evidentemente cantar en ruso era malo. Fue peor cuando los lapsos de quedar en blanco por tiempo desconocido ocurrían con mas frecuencia, de modo que cuando estaba en uno de ellos no se percataba de nada de lo que ocurría a su alrededor. Tanto fue el alboroto que un par de mojigatos entraron en pánico y se pusieron histéricos hasta que tuvieron que llamar al director. Y aunque él y Yixing lo tomaban como algo normal, los demás se espantaban. Eso le molestaba.

Pero Yixing tenía al director y siempre estaba en el salón de musica. Kyungsoo estaba en clases y quedarse en blanco de esa manera asustaba mucho a todos.

Al segundo año, Kyungsoo sabía que el niño brillante entraría a su primer año de secundaria, y eventualmente tenía que dejar el club de ballet porque era solo para primaria. Después de investigar, consiguió un afiche de propaganda del club de baile de la secundaria.

No le costó nada agarrar a una chica cualquiera de la muñeca y señalarle a el niño brillante, quien se encontraba en la fila donde estaban los de primer año para ser distribuidos en sus respectivas clases, y darle el afiche a la recelosa y confusa chica.

''Al de piel morena que ríe.'' señaló cuidadosamente al chico, al momento en que el nombre “Kim Jongin” era anunciado como uno mas de los estudiantes que estaba asignado a la clase 1B.

Vio a la chica asentir y echar a correr, y detener al niño brillante, ahora Kim Jongin, y entregarle el afiche para luego marcharse.

Lo había logrado. Le había dado una razón más para seguir bailando.



En una de sus carreras por cuidar que Jongin no se resfriara por olvidar su paraguas durante los días lluviosos de septiembre, Kyungsoo dejó el suyo junto a la puerta de los vestidores del club de baile. Jongin siempre salía de último, así que estaba seguro de que vería el paraguas y lo utilizaría.

Se sintio alegre cuando vio su paraguas en la mano de un dudoso Jongin que se decidió por utilizarlo, y fue un alivio verlo desaparecer por la calle, abrigado y protegido de las frías lluvias de otoño. Por eso no le importó mucho caminar tres cuartos de hora bajo la lluvia hasta llegar a casa.

Pero, para su aflicción, un resfriado lo mantuvo toda una semana en cama.

Una tarde en la que una fina llovizna caía y golpeteaba débilmente contra los cristales, escuchó a la señora del servicio tocar su puerta, anunciando que tenía visita. Extrañado por aquel inesperado visitante, esperó.

Jongin entró a su campo de visión, acomodándose en el sillón frente a su cama que había permanecido vacío hasta ese momento, mientras miraba a la señora del servicio retirar la bandeja de alimentos que Kyungsoo no quería comer con una mirada de desaprobación.

Luego que la señora se retiró, Kyungsoo miró al muchacho y se hizo el silencio. Jongin parecía muy nervioso, a juzgar por como movía inconscientemente uno de sus pies. Aun tenía entre sus brazos un grueso fajo de papeles que identificó como las notas.

''Yo-- uh-- traje las anotaciones'' Jongin carraspeó, haciendo un gesto que lo hizo mirar con detenimiento el fajo que cargaba.

''Hm.'' ¿como le agradecía? No podía pensar en nada, y menos teniéndolo tan cerca, casi sintiendo el calor que emanaba el menor. Se giró de espaldas a él, intentando desesperadamente decirle que sabía lo incómodo que estaba y que no era necesario que se quedara y que podía irse si quería, el no se molestaría por ello. Forzó su dolorida garganta una vez más y lo intentó, pero la voz salio áspera, no amable como quería ''Vete si quieres.''

Escuchó un bufido de enojo, y supo que era un incompetente. Jongin se había molestado. Lo vio dirigirse a la puerta, pero se detuvo y miró atrás. Los ojos de Jongin se encontraron momentáneamente con los suyos, y no pudo hacer mas que parpadear cuando lo vio regresar y salir de su campo de visión.

Los leves susurros tras el le indicaron que el menor había vuelto a sentarse en el sillón y continuaba allí, en vez de marcharse dando un portazo como debería.

Jongin era perfecto. Sonrió y tiritó un poco. Estornudó antes de poner contenerse, y otro escalofrío recorrió su cuerpo. Reaccionó arrebujándose más entre las sábanas y el edredón, buscando calor para su cuerpo que no paraba de temblar. La cabeza le dolía, se estaba congelando aun debajo de las mantas y su nariz estaba taponada. Estaba molesto por estar resfriado.

''¿Tienes frío?'' lo escuchó preguntar, y sonrió internamente porque le gustaba la voz de Jongin, con ese timbre entre niño y adulto.

Quiso contestar que sí, pero que estaría bien, pero de su dolorida garganta solo salió un gorgoteo. Estaba siendo un muy mal anfitrión resfriado. Jongin lo iba a odiar.

El suspiro tras el solo hizo que su pecho se encogiera. Jongin estaba intentando ser amable, pero Kyungsoo no sabía como reaccionar porque no estaba acostumbrado a la inocencia y la franqueza que tenía el menor. Escuchó más susurros, y supuso que Jongin se marchaba ya.

De pronto, las sabanas fueron alzadas y el colchón se hundió tras su espalda, y la respiración de Jongin fue percibida por sus oídos. El cuerpo de Jongin se situó detrás de él, y sintió los brazos del menor rodearlo desde atrás en un firme agarre. ¿Pero qué hacía? ¿Por qué lo hacía? ¿Que pretendía?

Se removió para girarse y ver que ocurría allí, pero desgraciadamente no pudo moverse mucho, en parte porque estaba atrapado, y en parte porque estaba demasiado cómodo. Se quedo quieto y esperó a que el menor dijera algo, pero solo había silencio acompañado de la respiración tranquila del menor en su nuca.

La somnolencia empezó a obligarlo a cerrar los ojos, y al final lo hizo.

Abrió los ojos mas tarde, cuando el rumor de la lluvia golpeaba los cristales, ya no entraba luz por las ventanas y el cuerpo tras el se sobresaltó. Distinguió los susurros de la señora del servicio y sintió a Jongin levantarse con prisas y salir casi corriendo, siguiendo a otra señora del servicio, mientras la primera lo removía con suavidad y le recordaba que era la hora del baño.



Días después, abrigado adecuadamente, siguió al amigo de un resfriado Jongin y fue a visitarlo.

Jongin estaba en cama, charlando animadamente cuando él entró. La mirada de un enfebrecido Jongin se mantuvo sobre la suya y Kyungsoo se abstuvo de acercarse y tocar la frente de Jongin con todo el sentimiento que tenía en ese momento.

En vez de eso, quiso pedirle que se sanara, y pedirle que le llamara hyung, porque Kyungsoo seguía siendo mayor que Jongin y era un hyung que le cuidaba lo más que podía. Pero en vez de eso, solo pudo mirar al amigo de Jongin, que lo veía con evidente miedo y luego mirar a un esperanzado Jongin. Cuando su boca se abrió solo pudo decir un ''Sánate pronto. Y llámame hyung.'' y se marcho, porque sentía que su corazón latiendo iba a romperle una costilla o a destrozar su caja toráxica.



IV



Kyungsoo estaba en su último año de preparatoria, y a los 18 años, continuaba fielmente protegiendo el brillo de Jongin, a pesar de que su niño brillante había sido bautizado como Kai, el seductor chico semi-dios que hacia explotar ovarios y también testículos con solo bailar, sonreír torcidamente o lanzar una mirada. Pero para Kyungsoo, Jongin seguía siendo el niño purpurina que lo atrapó cuando tenía 7 en la escuela primaria, el niño que se dio a la tarea de cuidar, el niño de baile perfecto, sonrisa dulce y franca y miradas tímidas y claras.

El niño brillante al que Kyungsoo, a los 18 años, arreglaba la camisa porque Jongin era un desastre a veces, el niño purpurina que iba tímidamente a almorzar con Kyungsoo sin importarle si los demás le temían al mayor.



Kyungsoo sabía al momento de su graduación que iba a extrañar al menor.

Por eso se levantaba con la cabeza gacha de su asiento entre el silencio sepulcral del auditorio cuando mencionaron su nombre e iba a buscar su diploma. Nadie hablaba, nadie aplaudía.

Un segundo después, alguien se levantó, empezando a aplaudir con seguridad. Los ojos de Kyungsoo se movieron hasta la figura que aplaudía, y ver a Jongin allí, de pie, aplaudiendo y mirándole, fue suficiente. Al lado de Jongin, Sehun, el amigo de Jongin se levantó también y empezó a aplaudir, imitado en seguida por un chico que reconoció como uno de último año de preparatoria que también se graduaba. Gradualmente, todos se levantaron y empezaron a aplaudir, la confusión en sus caras.

Pero Kyungsoo solo tenía ojos para Jongin, que lo miraba con una sonrisa orgullosa, Sehun, que aplaudía y miraba a su alrededor serio, y Luhan, que aplaudía y sonreía amablemente.

Kyungsoo sentía que aquella despedida no se le iba a olvidar nunca. Sintió la necesidad de hacer una reverencia, y agradecido, se inclinó, los ojos clavados en su niño brillante.

Si aquello no era suficiente, ahora Kyungsoo estaba delante de Jongin. El cuerpo del menor había crecido más que el de Kyungsoo, pero eso no importaba. Lo importante era que Jongin se encontraba delante de él, con una de sus manos sobre los ojos de Kyungsoo, aunque este podía sentir su mirada en su cara, la otra mano sujetando su mentón para mantener su cara alzada hacia él.

El menor retiró lentamente su mano de los ojos de Kyungsoo, y el mayor se derritió en sus ojos límpidos.

Los ojos de Jongin eran profundos, adormilados, tranquilos, limpios, claros, cálidos y de un intenso color chocolate caliente bajo la lluvia de otoño. Kyungsoo flotaba en ellos.

Jongin apartó la mirada y Kyungsoo tuvo el cariñoso impulso de acunar la mejilla del menor entre sus manos porque es los ojos de Jongin no había miedo, solo curiosidad, solo decisión, solo comprensión.

Jongin parecía un niño pequeño que había logrado un premio. Kyungsoo sentía su pecho apretarse y su garganta cerrarse, una picazón en sus ojos y un movimiento inconsciente lo hizo sonreír hasta que su vista se empañó un poco.

Jongin alzó los ojos y lo miró serio, luego, de un momento a otro, Kyungsoo fue asaltado por un Jongin de expresión oscura e ilegible. Antes de poder reaccionar, el mayor tenía la boca ocupada, sus labios con riesgo de ser devorados, las manos del menor moviéndose por todos lados y apretando en lugares extraños que solo lo hicieron sentir presión en la cabeza y cosquillas por todos lados.

Solo la llegada de Sehun y los esfuerzos que hizo pudieron hacer que Jongin alejara las manos de su mayor. Y la llegada del chofer de su casa hizo que Kyungsoo volviera en sí y recordara que aquel era un adiós.

Ya sabia que debía abandonar Corea en pocos días. Sin remedio.



V



Kyungsoo aun tenía dificultad para comprender lo que podían pensar las demás personas, pero la terapia daba resultado, y se entendía mejor con los demás, a pesar de a veces no entender nada y limitarse a negar con la cabeza.

Extrañaba Corea. Y más que extrañar su país natal, extrañaba al niño brillante que había dejado atrás; el fantasma de un beso impetuoso, los ojos como el chocolate caliente en el otoño lluvioso tatuados permanentemente en su memoria. Por eso, cada otoño que llovía, no podía evitar extrañarlo con mas fuerza y ahogarse un poco mas en su oscuridad, necesitado de la luz que solo Jongin emitía.

Estaba muy ocupado, tanto con las terapias como en todo el trabajo que apenas le daba tiempo a suspirar y recordar.

Vestido con costosos trajes, corbatas, zapatos, accesorios, Kyungsoo se sentía marchitar entre altos personajes europeos, cuentas de muchos ceros, probabilidades, valores de la bolsa, asistencia en las reuniones de altos empresarios e inversionistas, caros e insípidos cocteles que le valían nada.



Un respiro le dejó revisar ese viejo correo que hacía mucho tiempo no revisaba, y un mensaje de varias semanas en particular capto su atención. Con mucha razón si el asunto rezaba “JONGIN” con letras mayúsculas.

Abrir el correo, leer, palidecer, ver las imágenes de un auto destrozado, un Jongin conectado a decenas de tubos y cables manteniéndolo vivo, palidecer aun más, leer más malas noticias, un pronóstico fatal y una despedida desesperada solo le tomaron 15 minutos.

Menos tiempo aun le tomó lanzarlo todo por la borda y exigir un sustituto para él entre los negocios, porque su niño brillante dejaba de brillar con cada segundo que pasaba. No sabía si había llegado muy tarde.

Meter cosas desordenadamente en una maleta de mano, cerrar su pulcro apartamento con llave y dejarlo todo en manos de su asistente le llevó media hora. Y no pasó mucho antes de tomar un vuelo sin escalas desde Inglaterra hasta Corea.

Pagarle un dineral a un taxi desde el aeropuerto para que conduciera fuera de los reglamentos de velocidad como un loco no le inmutó en lo mas mínimo, demasiado ocupado en darle la dirección anotada en el correo recibido.

Había todo un torrente de cosas que se revolvían en su cabeza, y rogaba para que no hubiese sido muy tarde. Un taponamiento por la lluvia los detuvo a pocas cuadras, y Kyungsoo estaba demasiado impaciente para continuar allí sentado, y no lo pensó dos veces, tomando su maleta y salvando la distancia restante corriendo. Al desmontarse, la lluvia de otoño lo recibió, sin embargo estaba demasiado alterado para disfrutarla.

Era tarde de la noche, suponía, teniendo en cuenta de que solo 8 horas antes había leído el correo y se puso en marcha. Llegó hasta un pequeño complejo de apartamentos y, demasiado impaciente para esperar el ascensor, echó a correr escaleras arriba, hasta la quinta planta. Desde allí, no se detuvo a recuperar el aliento, sino que corrió hasta el departamento correspondiente, tocando el timbre con insistencia, rogando silenciosamente.

Escucho el cerrojo ser descorrido y la puerta se abrió, dejando ver un apartamento en penumbras y en la puerta, la figura de Jongin, con una pierna totalmente escayolada y un par de muletas. Su rostro, iluminado débilmente por las luces del pasillo, aun tenia raspones y tenía pintada la más completa estupefacción en el.

''¿Hyung?'' su voz era más grave de lo que la conocía y sonaba ligeramente más rasposa. Pero estaba allí, estaba vivo.

Kyungsoo sintió que todo le explotaba dentro.

No sabia que iba a hacer si perdía al menor. No volvería a marcharse, de ninguna manera. Porque en cuanto lo dejó solo, Jongin se las arregló para casi matarse, y Kyungsoo iba a matarse también si algo le ocurría a Jongin. Su lengua se trabó, su garganta se anudó y los ojos empezaron a picarle.

''Me marché. Te perdí de vista. Y casi te matas.'' logró murmurar, y dejó caer su maleta, porque no tenia la mas mínima importancia teniendo a su menor allí, con esa cara de niño perdido que ruega que alguien cuide de él y le recoja.

Se alzó en puntas y abrió los brazos, atrapando a Jongin entre ellos como quería hacerlo, apretándolo para no soltarlo jamás porque no quería hacerlo.

''No dejaré que dejes de brillar. Tu brillo es mío. Y yo lo cuidaré. Y me quedaré a cuidarlo aunque no lo sepas, porque así soy feliz. Por favor, no dejes de brillar y déjame girar a tu alrededor.'' murmuro en inglés, sabiendo que Jongin no le entendería porque siempre fue un chasco en inglés durante toda su vida.

Lo había dicho, lo había sacado.

''Hyung...''

Kyungsoo se permitió alejarse y examinó detenidamente al menor, fijándose en la prolija barba de varios días, las ojeras, los ojos enrojecidos, los hombros caídos, la reciente delgadez y la expresión derrotada y apagada de Jongin.

''No te apagues... prometo no volver a dejarte... lo prometo...'' Jongin no le entendería, pero él lo prefería así. Que no le entendiera no lo hacía menos sincero.

''No es justo, yoquería ver primero a hyung fruncir el ceño, ¿quienes más habían visto a hyung sonreíro enfadarse? Solo quería que hyung me sonriera a mí'' Jongin había murmurado muy quedo, mas para sí mismo, pero Kyungsoo lo escuchó y no pudo evitar dejar salir una risita de felicidad.

Kyungsoo vio a Jongin mirarle con avidez, y su supo que todo estaba en su lugar.

Esa noche, Kyungsoo sintió que descansaba sus horas de sueño perdido limpiando el esbelto cuerpo de Jongin, afeitando su prolija barba, preparándole algo de comer, y por último, echándose a su lado en la cama y dormir acunándolo entre sus brazos; teniendo el rumor de fondo de la lluvia.



Kyungsoo no lo volvería a dejar. Kyungsoo lucharía duro para hacer que Jongin volviera a brillar otra vez.



Notas finales:

Nos leemos :D


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