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mail de vida por rosa de fuego

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Notas del fanfic:

link de historia original : http://www.fanfic.es/viewstory.php?sid=28010&warning=3

autora original : shion kagamine

 

Near estaba sorprendido, no entendía porque Mello le había agarrado hasta la calle. No tenía ningún motivo que él mismo pudiera pensar que tenía. Pero… de alguna manera, a Near,… Al igual que cuando recibió el mail en que descubrió que Mello seguía vivo, cuando le vio sentado en el bar, en frente de él, y en aquel preciso instante, cuando le estaba agarrando el brazo, aunque bruscamente, él… se sentía feliz. Una felicidad que había olvidado que existía. Y seguía sin entender porqué.

 

-¿Qué estás haciendo?-le preguntó, con aquel tono de voz que podía ser fácilmente malinterpretado como maleducado.

 

-¡Y yo que sé!

 

Mello condujo a Near hasta un aparcamiento cerca de allí. Y allí estaba su moto. La vieja moto que había utilizado para secuestrar a Kiyomi Takada, y que había desaparecido luego misteriosamente.

 

-Sube.-le dijo, mientras montaba él en la moto.

 

-¿A dónde me quieres llevar?

 

-Puedo hacer que esto sea un secuestro y dejarte inconsciente, ¿quieres eso?-le contestó Mello, con aquel tono que indicaba la poca paciencia que tenía.

 

Near obedeció. En realidad, no sabía si Mello quería matarle, pero poco le importaba lo que quisiera de él. En los últimos meses se sentía muy solo y aburrido, y en aquel momento, aquel nefasto sentimiento que tenía desde hacía años empezaba a desaparecer. Intentó subir a la moto por sí solo, levantando su pierna débilmente, pero Mello tuvo que agarrarle hasta quedar sentado al lado del depósito de gasolina del vehículo. Cogió el casco y se lo puso. Near se extrañó mucho, ver como Mello se preocupaba de su seguridad atándole bien el casco. Mello cogió los mandos de la moto y encendió el motor.

 

-¿No te pones casco?

 

-No quiero tener que aguantar tus lloriqueos si acabas en un hospital.

 

Near no supo que responder. ¿Aquello significaba que prefería que él se salvara antes que él mismo? O simplemente… En aquel momento no se le ocurrían más razones. Mello se estaba comportando de un modo muy extraño, él lo sabía, y suponía que Mello también. Mello hizo rugir la moto, gastando neumático y produciendo humo a su alrededor. Soltó el pie del suelo y la moto salió disparada a gran velocidad por la carretera. Near, que iba despistado, se agarró a la chaqueta de mello fuertemente, sumergiendo su cabeza en la espalda de este. Sentía al viento cruzar en su cuerpo, las luces de neón, las farolas, todo, parecía dejar una línea de rastro a su alrededor, parecía magia. Lo único que no se movía a una velocidad vertiginosa era el cielo, ya oscuro y lleno de estrellas, junto con la luna, que brillaban a una gran intensidad.

 

Mello tenía la mirada fija en la carretera, estaba concentrado en adelantar a todos los coches que se cruzaran, esquivarlos, empujarlos, jugando con ellos sin importarle que sus conductores abrieran las ventanillas y le gritaran barbaridades muy despectivas. Recorrieron un largo tramo de autopista, hasta que llegaron a una zona de Tokio bastante lujosa, aunque con ambiente un poco extraño. Mello redujo la velocidad de la moto para aparcar. Estaban delante de un hotel extraño, delante habían muchas chicas acompañadas de hombres ricos que bajaban de sus coches y entraban en el edificio. Al igual que en la taberna, el ambiente apestaba bastante a tabaco y a otro olor, pero Near no reconocía de que era.

 

Bajó de la moto torpemente. Mello le empujó levemente por la espalda, aún haciendo mala cara.

 

-Camina, no te quedes ahí de pie.

 

 Mello le fue empujando por la espalda con su mano extendida, mientras le guiaba, y a la vez observaba a su alrededor, procurando no ser visto por nadie, e impidiendo a la vez que Near se pudiera percatar del lugar donde estaban. Se adentraron en una calle con muy pocas luces, oscura. Mello se acercó a una de las puertas y llamó tres veces, irregularmente, como si se tratara de algún tipo de contraseña. Abrió una chica muy guapa, vestida muy llamativa. Dentro parecía que hubiera algún tipo de fiesta, se oía la música tecno muy alta y las risas y charlas de muchas personas. La chica, frunciendo el seño, se fijó en Mello.

 

-¿Mello? Has vuelto pronto. ¿Cómo te ha ido?-dijo, mientras se colocaba bien la parte de arriba del vestido que llevaba.

 

-No te importa.-le contestó, mientras entraba. La chica se quedó mirando a Near, dubitativa.

 

-¿Vienes con él?-le preguntó. Near asintió y también entró. La chica le miraba fijamente, sospechando.

 

Siguió a Mello por unas escaleras del edificio, en silencio. Quería preguntar para que le había llevado hasta allí, pero Mello soltaba suspiros enfadados cada vez que abría la boca, por lo que prefirió callar. De repente, Mello se paró en frente de una puerta y sacó unas llaves. La abrió y se metió dentro, dejando la puerta abierta para Near.

 

Era un piso pequeño, la entrada daba directamente al dormitorio y al lado de este unas habitaciones con las puertas abiertas donde se encontraban la cocina y el salón. Mello se quitó la chaqueta y la tiró encima de la cama. La música de la fiesta de abajo se escuchaba fuerte y hacía que temblara un poco el suelo. Near se fijaba en los detalles de la habitación; el mueble de la ropa, la mesa, la tele, antigua y usada, etc. Todo allí parecía esencial para vivir, y nada más. Ni un libro, ni una foto, nada. Tan concentrado estaba que no se dio cuenta de que Mello se le acercaba.

 

Mello le agarró y le empotró contra la pared, violentamente. Near se resintió, dolido por el golpe en la espalda de la pared. Mello se le acercó más, y dio un fuerte golpe en la pared, con su mano extendida, clavándola, impidiendo escapar a Near.

 

-¿Qué mierda es esta?-dijo, conteniendo su ira. Near se mantuvo en silencio. Se dio cuenta de que Mello le había acorralado, pero también de que, físicamente, estaban más cerca que nunca. Eso le hizo sonrojarse.-Te obligo a montar a una moto, te saco prácticamente de la ciudad, te llevo a un apartamento muy sospechoso y… ¿Qué obtengo?

 

-¡Nada!-Mello estaba realmente enfadado, y quizás decepcionado.- ¿Dónde coño están, eh, Near? ¡¿Dónde están todos los polis que te siguen a todas partes?! ¿Y la SPK?

 

-…-Near se quedó en silencio por unos momentos, dudando en que responder.-Te lo he dicho. He dejado la SPK.

 

-¡No jodas!-gritó, golpeando la pared nuevamente, con el puño cerrado. Fuera, la luna brillaba enormemente, e iluminaba la oscura habitación. Mello acercó su rostro al de su ex rival, muy despacio, mirándole fijamente a los ojos.-Entonces es cierto. Ya no eres detective.

 

El corazón de Near dio un pequeño vuelco. Near bajó su brazo y se alejó lentamente, volteándose, susurrando para sí mismo, cada vez más fuerte, la misma palabra una y otra vez.

 

-¡Mierda!-Gritó finalmente.- ¿Tu, abandonando?-Fue dando vueltas por la habitación, haciendo gestos de desanimo y enfado.- ¿Qué, era aburrido acaso? ¿No habían casos? ¿Japón se ha convertido en el país más pacífico del mundo? ¡Dime, Near, ¿es eso?!

 

-No…-dijo en voz baja, un poco deprimido. No quería dejarse intimidar por la rudeza de Mello, pero empezaba a ponerse nervioso.

 

Mello le miró con furia. Sentía que se había pasado los últimos años intentando superar de nuevo a Near para nada. Se sentía decepcionado, una vez mas ya no podría comparar fuerzas con su archirrival más antiguo. Al ver la mirada cabizbaja del alvino se intentó calmar un poco. Se sentó al borde de la cama y con una mano, jugueteo con la cruz que llevaba colgando del cuello, cruzando sus piernas y volviéndolas a cruzar, intranquilo. Near cada vez estaba más nervioso. Que el mismísimo Mello le hubiera echado en cara su abandono del SPK, cuando ya él mismo lo hacía, le recordaba lo inútil que era. Un poco más calmado, Mello se dirigió a Near, que cada vez sudaba más, algo raro en él.

 

-Oye, Near…-empezó, dudosamente.-Hacía ya tiempo.

 

Near levantó la cabeza, recordando donde estaba y con quien. Asintió con la cabeza levemente, y miró a Mello.

 

-Desde hace dos años, en la antigua base de la SPK. No… desde la Wammy’s House.

 

-¿Tanto hace ya? Que no hemos estado así, solos en una habitación.

 

Near se volvió a sonrojar de nuevo. No recordaba que en el pasado Mello le hiciera sentir así. Agarró su propia camisa y apretó los puños. Mello se fijó en el estado de Near. Vio su rostro rojo y un poco exaltado. Aquello le sorprendió aún más que el hecho de que hubiera dejado la SPK. Near casi nunca expresaba sus sentimientos, y menos símbolos de debilidad. Siempre era frío, e indiferente.

 

Mello se levantó repentinamente, mirando a Near. Él abrió los ojos sorprendido. Mello se le acercó de nuevo y le cogió de la muñeca, suavemente.

 

-Near, ¿te pasa algo?-dijo, pero sin respuesta. Mello notó como la muñeca de Near estaba caliente. Nunca se le hubiera pasado por la cabeza que un cuerpo como el de Near, tan blanco, delgado y débil pudiera albergar ni un ápice de calor. Pero allí estaba, incluso podía sentir el leve latido de su corazón. Se quedaron mirándose fijamente. De repente, Near ya no le parecía aquel repelente crío enclenque que siempre le superaba en todo cuanto hacía. En aquel momento Near era alguien al alcance de su mano, un ser humano con cuerpo y corazón, indefenso y muy perdido en la vida.

 

Se fijó en lo bonitos que se habían vuelto sus ojos oscuros, muy profundos. Sus labios eran carnosos y calientes, podía saberlo solo con mirarlos. Podía ver y oír su acelerada respiración, subir y bajar en su pecho. Sus pequeñas manos se movían un poco, con nervio. Mello se quedó hipnotizado por tal belleza que no había podido apreciar antes. Su pelo, sus ojos, sus labios, sus mejillas enrojecidas, su cuello, sus manos, su pecho, todo. Absolutamente todo le incitaba en aquel momento.

 

Near, por su parte, cada vez sentía como su corazón latía más y más fuerte. Mello volvía a estar cerca de él, y no separaba su vista de sus ojos. Aquel extraño sentimiento que le iba invadiendo cada vez más, no podía comprenderlo. Aparecía cada vez que pensaba en Mello, y se entristecía cada vez que él marchaba. El solo pensar de que Mello pudiera desaparecer o morir de nuevo le aterraba. La primera vez, se separó de la SPK. La segunda… ¿Qué ocurriría en la segunda? No podía pensar en aquello. Repentinamente había asumido que la soledad y la tristeza de los últimos años las había causado Mello, su falta, la añoranza… Y la tristeza de su muerte. Tal vez… Solo tal vez… ¿Se podría tratar de amor? Hacia alguien tan mortífero como Mello… A otro chico…

 

Near no podía bajar la vista, los ojos de Mello le fulminaban. Entonces se percató de su antigua cicatriz que ocultaba levemente su pelo despeinado. Aquella cicatriz con la que volvió a aparecer solo para desaparecer inmediatamente.

 

Mello decidió ser impulsivo, como siempre lo había sido. Un nuevo objetivo había poseído su mente, y planeaba llevarlo a cabo.

 

Cogió a Near por la espalda y se acercó hacia él. Sus rostros estaban muy cerca. Se acercó un poco más y, antes de que sus narices se rozaran, le besó. Fue levemente, Near abrió los ojos, con sorpresa, pero al cabo de algunos segundos los fue cerrando, aceptando aquel apacible beso. Mello, también con los ojos cerrados, se acercó aún más a Near, profundizando el beso. Se sentía tan bien, pensaron los dos. Mello empezó a besarle aún más profundamente, introdujo poco a poco su lengua en la boca de Near, lamiéndole su lengua, profundizando y a la vez dando más placer en el mismo beso. La movió cada vez más, dando vueltas en su mandíbula. Near también participó, tratando de no ser abrumado por Mello, introduciendo su lengua en la boca de Mello.

 

Mello se excitó y agarró fuertemente a Near de las espaldas, arrugando su ropa, y empotrándolo de nuevo bruscamente en la pared. Apenas podían respirar, solo algunas decimas de segundo entre beso y beso, para luego volver a adentrarse cada uno en la boca del otro. En sus lenguas se cruzaban hilitos de saliva cada vez. Mello podía seguir el ritmo, pero Near no lo acababa de conseguir. Sumergido en un mar de pasión y sin pensarlo, Mello empezó a sacarle la ropa a Near. Le quitó bruscamente la fina chaqueta y la tiró por el suelo, mientras no dejaba de besarle. Pasó sus brazos por la espalda de Near, estrechándole más a su cuerpo. Mello también empezaba a calentarse.

 

Agarró a Near por el brazo y le tiró en la cama. No cruzaron ninguna palabra, solo jadeos y suspiros. Mello se colocó encima y empezó a descordar rápidamente los botones del pijama que traía puesto, mientras ahora besaba su cuello. Cada vez bajaba más abajo, hasta llegar a su pecho. Tocó levemente el punto débil con la lengua, moviéndolo de un lado al otro. Lo mordió un poco, entonces Near se estremeció, gimiendo de placer, dejando salir su voz. Mello sonrió. Cada reacción curiosa que obtenía de Near le excitaba. Le quitó la parte de arriba del pijama, bruscamente, casi rompiéndolo. Besó de nuevo a Near, en la oreja. La mordió un poquito y paso su lengua dentro de ella, en círculos. Pasó sus manos por la cintura, acariciándola y sobándola con fuerza.

 

Tenía calor. Mello se abrió la camisa, rompiendo los botones, dejando pasar el aire en su pecho, así sintiendo la brisa de la respiración de Near. Siguió tocando los contornos de Near, las costillas, las vertebras de su cuello… Su piel era tan huesuda y débil como había imaginado. Blanca inmaculada, y muy sensible.

 

Bajó sus manos hasta el pantalón del pijama blanco.

 

-No…-susurró Near, nervioso y acalorado.

 

Mello lo ignoró y metió su manos en ellos, sobando ahora su pierna. Bajó poco a poco los pantalones de Near, hasta apartarlos de su vista.

 

-Espera… -dijo, alejándose un poco de Mello, encogiendo las piernas levemente.

 

-Ugh… ¿Ahora planeas rajarte?

 

Near no respondió, pero se le notaba que estaba asustado. Desviaba la vista de Mello, mientras sujetaba sus piernas tímidamente. Mello hizo caso omiso de aquello. Él iba a lo que iba, y si Near había accedido, ahora no podía negarse. Se abalanzó sobre él, sujetándole por la muñeca violentamente, aprisionándolo. Near intentó defenderse, pero no tenía la fuerza necesaria. Mello le acarició la mejilla cariñosamente con la mano.

 

-¿Acaso quieres utilizar esposas?-Near se sorprendió, y negó levemente, bajando la cabeza. Sabía que ya no podría detener a Mello, y todo lo que hiciera para resistirse sería inútil. Mello esta vez no fue tan suave como antes. Ahora apretaba con fuerza el cuerpo de Near. Le besó bruscamente de nuevo, mezclando su saliva con la del otro, sin darle ningún descanso ni para respirar. Cuando se separaron, Near respiró aceleradamente, sin darse cuenta de que Mello estaba subiendo el listón de la situación.

 

Sus manos se situaban en el trasero, travesando sus calzones blancos. Pasando las manos por sus sensibles nalgas, hasta llegar a su respectivo, mientras lamia el vientre de este. Near gimió, mientras Mello seguía proporcionándole más placer, haciendo que este no pudiera contener su voz, aún intentando taparse la boca con sus manos. Mello paró, no quería que Near tuviera su final feliz, no aún. Mello estaba al límite, ya no podía esperar más, y parecía que Near también.

 

Se desató el cinturón y se quitó los pantalones y demás rápidamente, dejando a la vista su excitación. Near se sonrojó, aún más de lo que ya estaba. Mello se puso a cuatro patas encima de Near, y con la ayuda de sus acaloradas manos, sacó la última prenda de ropa del otro que le alejaba de sus partes intimas. Near cerró los ojos. Sabía lo que estaba a punto de ocurrir en aquel momento, y no sabía cómo actuar. Mello agarró sus piernas y las levantó, sujetándolas, y sin poder contener más su obsesión, empezó. Lamió sus dedos y fue introduciéndolos en el estrecho agujero de Near, uno por uno, poco a poco, hasta que fueron tres. Fue moviéndolos sensualmente, haciéndole experimentar a Near algo nuevo e inimaginable. En cuanto acabó de lubricar la zona, empezó a meter, despacio, para acostumbrar a Near, su miembro.

 

Near apretó sus ojos, intentando contener las lágrimas de dolor, sin conseguirlo. Sabía que dolería, pero no cuanto.

 

-Near… Eres… Estrecho…-le susurró, notando cuán difícil le estaba resultando la hazaña.

 

Finalmente lo metió completamente.

 

-Mello…-Near pronunció el nombre de su amado, dolorido y avergonzado, pero también sintiendo placer, con una voz muy fina, parecida a un gemido.

 

Mello empezó a moverse lentamente, cada vez aumentando la velocidad de sus caderas. A Near se le saltaban algunas pocas lágrimas, cada vez.

 

-Near…

 

Al verlo, Mello le abrazó, aún sin dejar de moverse, tiernamente, y le besó lo más profundamente que pudo. Empezaron a pronunciar cada uno el nombre del otro, cada vez más fuerte, sumergidos en el placer, gimiendo, y en la pasión. Cuando estaban llegando al clímax, ninguno de los dos pudo evitar gritar de placer, y finalmente los dos acabaron. Sus cuerpos quedaron impregnados de sudor, y algo más. Se sentían calientes por dentro, y por fuera. Jadeaban, mientras se separaban y se echaban en la cama para descansar. Permanecieron algunos segundos así, simplemente en silencio, respirando muy profundamente, hasta que Mello se dirigió a Near.

 

-¿Te he… hecho daño?-preguntó, medio jadeando, en un tono muy tierno, uno que antes había utilizado con Near.

 

Negó con la cabeza, medio sonriente. La cama estaba completamente revuelta, la colcha se había salido un poco. Aún era de noche, la luna seguía brillando como antes, y el ruido de aquella música infernal aún estaba en marcha, a sus pies. Mello se acercó a Near y lo abrazó, cogiéndole por la cintura y la espalda, sujetando su pequeño y frágil cuerpo. Near correspondió, acurrucándose levemente en el pecho del otro, y cerrando los ojos. Mello no le besó, simplemente lo arropó aún más en él, y agarrando la manta y lanzándola encima de ellos. Era una noche fría, pero no para ellos.

 

 

A la mañana siguiente, Near despertó acurrucado en la enorme cama de Mello. Se levantó y miró a su alrededor, buscándole. No estaba. Sabía que aquella era su casa, pero no sabía cuando iba a volver. Lo entendió. Era una indirecta. Le decía que volviera a su casa, y que probablemente ya no se volverían a ver.

 

Suspiró. Se levantó de la cama y fue a tomarse una ducha. Acabó en menos de diez minutos, se vistió de nuevo con su ropa y se marchó. En las escaleras, habían unas pocas personas dormidas, con olor a vomito y alcohol, algunos aún tarareando felices, y sucios. Salió a la calle y fue paseando hasta aquel hotel que había visto el día anterior. Desde allí llamó a un taxi que en poco menos de una hora le dejó en casa.

 

Sin embargo, al llegar allí, ya no se sentía como antes. Se sentía mejor, no abatido o inútil, sino productivo, con ganas de volver a la vida. Cogió el teléfono de la aburrida habitación y marcó un viejo número que aún recordaba pese a creer que nunca jamás lo volvería a marcar. Mientras, se acercó a su ordenador y, como cada día, revisó su correo electrónico. Alguien contestó al teléfono, una voz familiar. Estuvo hablando con ella muy seriamente. Entonces vio en su pantalla de ordenador un dejabu. Abrió el mail mientras seguía hablando y encontró un mensaje muy similar al de el día anterior, pero diferente. Siguió hablando con la voz por teléfono.

 

-Sí, Lidner, infórmame mas tarde sobre el caso.-dijo, afirmando su retorno a la SPK, y colgó el teléfono.

 

Agarró los viejos muñecos de dedo de plástico y volvió a estrujar el de Mello, inquieto, pero feliz, pensando de nuevo en el nuevo mail que había recibido, repitiendo este la hora y el lugar de encuentro del día anterior.

 

-Me pregunto, Mello… Si esta vez tendrás alguna trampa para mí.


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