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I am not that boy por Kira-ler

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Notas del capitulo:

Los personajes no me pertenecen, son de Andrew Hussie

Resultado de que todo un grupo de rol se vaya a dormir y escuchar el Soundtrack de Wicked. 

Nuevamente estaba ahí, escondiéndose como todo un cobarde mientras espiaba al de cabellos azabaches. Sabía que eso estaba mal, era de pésima educación y violaba el derecho a la privacidad pero no podía evitar hacerlo. Cada vez que lo veía salir al patio de la preparatoria Alternia, inconscientemente le seguía a una distancia segura y terminaba quedándose ahí, tras ese pilar observando atentamente como prendía su cigarrillo y lo llevaba a su boca.

Ya era una rutina que se había formado seis meses atrás, era su sucio secreto. El nunca había hecho algo como eso, antes no le importaba lo que hacían los demás en su tiempo libre pero, hace seis meses aun no lo conocía.

Recordaba ese día a la perfección, era un día común donde todos los ignoraban o solo se burlaban de el aunque no era como si su rutina hubiese cambiado. Iban en distintas clases pero el destino era cruel y les hizo conocerse, alguna persona le jugo la mala broma de ponerle el pie causando que tropezara esparciendo todos sus libros por el pasillo donde se encontraban los casilleros. Algunos alumnos rieron y otro continuaron con su camino, el ya estaba acostumbrado a ese tipo de cosas, desde la primaria había sido Kankri Vantas el odiado por todos. Simplemente soltó un suspiro mientras se sentaba y comenzaba a recoger sus libros, nadie se acercaba a ayudarlo pero no le sorprendía, solo Porrim y Damara solían reparar en su existencia y ayudarle pero ambas seguramente estaban en el tercer piso esperando para su clase de arte. Estiró su mano de tono melocotón para tomar su libro de Biología, mas para su sorpresa alguien mas lo había tomado y ahora se lo extendía. Dudoso comenzó a subir la mirada hasta que se encontró con un personaje que no había conocido antes, un apuesto chico con cabellos negros, un peinado de los años 50’s y unos enigmáticos ojos aguamarina.

—Cuidado cuando camines, chief.—Sonrió mostrando su blanca dentadura mientras el castaño tomaba el libro y se levantaba con cuidado.

—Gracias por la ayuda, no tenías porque hacerlo pero verdaderamente aprecio el gesto y que te tomaras la molestia de hacerlo aunque no tuvieras nada que ver o alguna responsabilidad en esto.—Agradeció con la mirada hacia el piso. No podía verle a los ojos, se había sentido raro al momento de hacerlo, su pecho había comenzado a dolerle.

—Tranquilo, no fue nada. Por cierto, mi nombre es Cronus y soy nuevo.—Se presentó notando como el pequeño chico con un llamativo sueter rojo de tortuga no lo miraba.

—Kankri Vantas, un gusto.—Correspondió a la presentación mientras comenzaba a mordisquear sus labios sintiéndose levemente avergonzado. No entendía esos sentimientos, sensaciones ni razones. Solo quería irse lo mas pronto posible a su clase.

Si Kankri hubiese estado atento habría notado la sonrisa en el rostro del Greaser.

—Entonces nos vemos luego, Kankri.—Se despidió dejando al Vantas mayor con una gran preocupación y una sensación extraña en su pecho, mas bien, en su corazón.

Tras seis meses la rutina había sido la misma solo con la adición de espiar a Cronus en su tiempo libre. Espiar porque no podía acercarse, cada vez que lo intentaba empezaba a temblar de nervios y a tartamudear por lo que había decidido desistir, pero le entristecía ver que él era el único que lo había intentado. En esos seis meses Cronus jamás se había acercado o lo había buscado para hablar, una pena que estuvieran en clases distintas.

En seis meses lo había visto sufrir de amor, primero por Latula hasta que esta lo rechazó dejando claro que solo amaba al chico de cabellos rizados que siempre iba en su patineta, después fue Meenah pero ella solo lo veía como un amigo además que no lo trataba lo mejor posible. Con esos enamoramientos se dio cuenta de algo importante, jamás se fijaría en él.

Porque si, ese dolor en su pecho solo había sido su corazón enamorándose tontamente por un chico tan opuesto a lo que el quería. Cronus Ampora era un coqueto, adicto al cigarrillo, se escapaba clases, fumaba dentro de la escuela, salía a fiestas cada fin de semana y se escuchaban historias de cómo se llevaba a las chicas a la cama, estaba tatuado, era atrevido, estaba en contra de sus ideales.

Pero él había visto mas allá de esa fachada, lo había visto en esos ojos aguamarina. Siempre había escuchado que la gente decía que los ojos son el reflejo del alma o que dicen la verdad y era cierto, el mismo lo había comprobado. Tras ese chico rebelde se encontraba un chico asustado, asustado por lo que la sociedad diría. Asustado por ser distinto, temeroso de no encajar, se arrepentía de sus actos pero volvía a hacerlos por la aceptación de las personas. Ese era el verdadero Cronus Ampora, esa amable y sensible persona de la que había caído terriblemente enamorado.

Tocaba la campana y tenía que huir rápidamente para no ser descubierto, hasta la noche volvería a permitirse en pensar en ese chico. No para esas cosas que el de ojos rojos consideraba indecentes como la autocomplacencia, sino para soñar con ese “podría haber sido”. Si solo el fuera el elegido; si pudieran caminar juntos a la escuela y lo mismo de regreso, si durante los recesos sus manos estuvieran unidas ya que encajarían a la perfección, como  sería su primer abrazo, su primer beso, como le escucharía atentamente sin decirle que se callara, como todo cambiaría si solo el fuera el elegido por el chico de ojos aguamarina. Pensaba en cada escenario, en cada situación hasta quedarse profundamente dormido con una triste sonrisa en su rostro y algunas lágrimas secas en sus mejillas pecosas.

Otros dos meses habían pasado, dentro de poco el año escolar terminaría trayendo consigo las vacaciones y la universidad para muchos de los estudiantes. Kankri Vantas caminaba hasta su pilar favorito, estaba nervioso y se notaba por  como jugueteaba torpemente con las mangas de su suéter a pesar de que el verano estaba comenzando. Su nerviosismo era porque se había decidido a hablarle, le saludaría pasando por ahí como si fuera una coincidencia. Sonrió para sus adentros con su plan preparado, nada podría fallar y quizás tendría suficiente suerte como para volverse amigos. Se asomó para ver si Cronus estaba ahí, mas se quedó en piedra. Efectivamente estaba ahí, acompañado de una rubia de ojos azul profundos, la chica mas linda e inteligente de la escuela, Aranea Serket. Pero no estaban ahí hablando sobre las materias, prácticamente estaban devorando la boca del otro. Cronus la tenía sostenida de su cintura mientras la chica apoyaba sus manos en sus hombros poniéndose de puntas, siendo ayudada por los tacones que siempre usaba. Dio media vuelta para irse a casa, no se sentía bien tras ver tal escena aunque supuestamente ya se había mentalizado antes para una situación así.

No le extrañaba, tarde o temprano eso pasaría. Se aparecería la elegida, la chica especial que conseguiría romper esa cascara de chico rudo para sacar al verdadero, la chica que le haría sonreír y la que lo animaría en tiempos difíciles. Había jugado con fuego al hacerse esas escenas imaginarias, algo así jamás podría pasarle a él, y ahora pagaba las consecuencias con un rostro lleno de lágrimas y un corazón destrozado. Ahí iba su primer amor.

Pero estaría bien, lo sabía. El dolor no sería para siempre; Porrim lo abrazaría, le preguntaría que le pasaba y él solo diría que no preguntara, la Maryam se quedaría a su lado el día entero para asegurarse que estuviera bien. Damara no diría nada respecto a su estado pero sus chistes picaros aumentarían solo para distraerlo y que la regañara, su hermano maldeciría cada vez que le daba un sermón pero tardaría mas de lo común. Él podría hacerlo, recordaría sus reglas y luego reiría por pensar en lo estúpido que había sido al volverse un acosador y esos tontos sueños. Siempre había tenido claro que debía quedarse en el celibato, que una relación romántica solo le afectaría y entorpecería sus estudios. Entonces saldría por el techo para mirar las relucientes estrellas y sonreiría pensando en el brillante futuro que podía tener, en que solo había sido una fase y que desde el principio sabía el resultado de esto. Que solo habría perdido.

Entonces en algún momento podría hacerlo, pasaría cerca de Cronus saludándolo por mera educación mientras recordaba que clase seguía según su horario escolar.

Aunque no lo quisiera aceptar, su corazón latiría ridículamente rápido al volver a ver esos ojos aguamarina.

 


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