Kageyama.
Sentía aquellas rebeldes lágrimas queriendo salir de mis ojos cuando pasaba por esos lugares donde estuvimos juntos, diciendo cada cosa estúpida y reírnos como si estuviéramos totalmente locos, tomarte de la mano y mirándote a los ojos te decía que eres el único para mí antes de darte un beso. Cada día me arrepentía de todo lo que yo hice y no hice, para que tomaras la decisión de irte después de tanto tiempo que estuvimos juntos.
Aun recuerdo nuestro último beso, tan doloroso y único a la vez.
Estábamos en una de nuestras tantas citas, que se conformaban mayormente en solo salir y pasear de la mano en las noches, tomar algo y luego volver a la casa que compartíamos. Nunca escuche que te quejaras de esta clase de cosas, sabes qué no sirvo para cosas románticas y me dijiste que no te importaba para nada.
Estabas algo distraído, era normal en ti pero ese día era diferente, casi como si me estuvieras ignorando o algo te perturbara, incluso te pregunté si había algo mal y me dijiste que todo estaba perfectamente, pero aun así en ningún momento soltaste mi mano.
Al llegar a casa tu propusiste que lo hiciéramos, por obvias razones no me opuse, pensé que esa era la razón por la que actuabas extraño. Hicimos el amor como nunca. Estabas tan apasionado que te dije “¿Quién eres y qué hiciste con Hinata?” solo para molestarte.
Cuando terminamos y estábamos listos para dormir algo me tenia inquiero. Como siempre, te dije un millón de veces que te amaba durando nuestro apasionado encuentro, normalmente tu me respondías con un “También te amo”, pero hoy…Nada. Con esa inquietud rondando mi mente me termine durmiendo sintiendo tu calor al otro lado de la cama, esa noche, no dormimos abrazados como siempre.
Al día siguiente desperté un poco tarde, era sábado y no teníamos que ir a la universidad. Me levanté y fui al baño a lavarme para bajar a desayunar pero, me quede a mitad del pasillo que daba a la puerta principal admirando algo que me desconcertó muchísimo. Un par de maletas cerca de la entrada y tú al lado de ellas mirándome como si me estuvieras esperando. No te lo pregunte, pero de todos modos tu respondiste a mi duda.
“Me voy Kageyama. Creo que me he enamorado de otra persona”
Creo.
Dejaste todos los años que estuvimos juntos, todos esos besos, caricias, abrazos, noches inolvidables, detalle tras detalle y todos nuestro “Te amo” por un creo.
No dejaste de mirarme ni por un segundo, tus ojos no eran fríos, al contrario, demostraban arrepentimiento, incluso estaban cristalinos logrando que se vieran aun más hermosos, pero no dijiste nada. Yo no pude contener mis lágrimas. No podía mirarte con odio, simplemente no podía demostrar algo que no sentía. Pasé la palma de mis manos sobre mis ojos con la intención de detener el grueso mar de lágrimas, pero muchas más las reemplazaron. Me acerqué a ti lentamente y acaricié tu cabeza forzando una sonrisa.
“Está bien… Si es lo que quieres, está bien…S-Solo te pido una cosa.”
Lo intente solo para que no te sintieras mal al abandonar, para no sentir tú lastima, pero mi voz quebradiza salió al final a causa del gran sentimiento que invadía mi pecho. Mis manos que estaban temblando, las coloqué a cada lado de tu cara, acariciando tus mejillas y contemplando una vez más ese rostro tan hermoso del que estoy tan enamorado.
“Sólo esto.”
Me dejaste acercarme a ti, tanto que logre besarte, tan suave y tímido como la primera vez que lo hice. Te quedaste quiero, no me abrazaste pero correspondiste a medias el beso antes de que yo me alejara de ti, di un par de pasos hacia atrás y contemple como salías por la puerta arrastrando tus maletas en el camino.
Me quede hay parado un rato, no sé cuento pero ahí estuve mirando fijamente la puerta. Con la esperanza de que tú volverías, me abrazarías con fuerza, me besarías un montón de veces y dirías que me amabas y que no te alejaras de mi nunca más, bien dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Pero de nuevo como el día de ayer… No paso nada.
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Tarde un par de semanas en incorporarme de nuevo a la universidad, cuando volví mis compañeros me reclamaron diciendo que estaban muy preocupados por mi ya que cuando iban a mi casa fingía no estar y si llamaban a mi celular les decía que estaba perfectamente bien. Me atreví a preguntarles por ti a no verte divagar por los pasillos, ellos me respondieron que había cambiado de universidad, que les habías contado lo que pasaba y que estabas bien. Les pregunté si yo conocía a la persona con la que estaba ahora mismo, y con duda me respondieron que era con una de nuestras antiguas manager de Karasuno, Yachi Hitoka.
Nunca dudé de que a ti también te gustaran las mujeres. Después de todo estuve ahí la vez que “explotaste” al ver la primera vez a Kiyoko-san. Sin embargo, antes de que estuviéramos juntos siempre tuve celos de lo bien que te llevabas con la pequeña rubia, ambos eran como el reflejo de un espejo, tan abiertos y fáciles de leer como un libro abierto. Además ella era muy linda.
A veces me preguntaba si de verdad, todo eso que pasamos juntos fue una mentira, que nunca sentiste lo mismo que yo por ti y que ahora eres muy feliz con esa persona. Pero recuerdo todo cada día que vivimos juntos, como se iluminaba tu cara al verme y la forma en la que me miraste cuando te despedías de mí, y eso me hace casi estar seguro de que no lo fue. Que en este momento debe haber una razón por la cual decidiste alejaste y no quisiste decirme. Que no estás bien y que por eso estas sufriendo tanto como yo ahora mismo. Me mantengo firme ante esa suposición, ya que si no lo hago perdería lo poco que me queda de cordura.
Siempre he pensado que es algo estúpido que las personas se quiten la vida por un amor perdido, incluso cuando soy una de esas personas que se creen miserables por perder algo tan importante sigo pensando igual. No veo necesario hacerme daño por algo como eso porque sé que tú me amas, y que alguien día estaremos juntos de nuevo, sea ahora, mañana o en otra vida, esperare el tiempo que sea necesario solo para poder estar contigo.
Así siguieron los días, semanas, meses. Aún me dolía tu partida, no es algo que pueda superar fácilmente, pero debía seguir ¿no?
Todavía está cada una de las fotos donde estas tu, cuando estabas dormido o cuando estabas distraído y te tomaba varias sin que te dieras cuenta, o también cuando me pedías que nos tomáramos una foto juntos. Admito que cuando de verdad te extraño y quiero verte las miro por un buen rato cuando estoy solo y termino llorando sin darme cuenta. Mis amigos dicen que no estoy bien, que necesito salir más y tratar de buscar a alguien más pero yo sigo diciéndoles lo mismo, que esteré bien y que no se preocuparan por mí.
Cuando en nuestras conversaciones te nombran yo trato de actuar lo más normal que pueda, pero me rompe el corazón solo de escuchar lo que haces con otras personas además de mí…No, el simple hecho de escuchar tu nombre me rompe por completo el alma.
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A veces me imagino cómo sería despertar y verte de nuevo acostado en mi cama, así, enfrente de mí durmiendo plácidamente como si nada de esto hubiera pasado, como si nunca te hubieras ido de mi lado, que solo fue un mal sueño y que aún seguíamos viviendo nuestro “Felices para siempre”.
Dios, te abrazaría sin ganas de soltarte nunca más y llorando tu nombre con fuerza despertándote por error. Me preguntarías qué me estaba pasando completamente preocupado y yo te diría que te amaba un millón de veces más, y luego tú tratarías de consolarme acariciando mi espalda y diciéndome que todo estará bien.
Pero termino abriendo mis ojos dándome cuenta de que solo es una simple y vacía almohada lo que estoy abrazando. Mis ojos se llenan aun más de lágrimas y sin soltar la almohada susurro un sinfín de veces tu nombre antes de quedarme dormido, completamente seguro de que tú estás haciendo lo mismo, llorando mi nombre en silencio mientras abrazas a una fría almohada al otro lado de la cama que compartes con ella. Y aquí estaré yo, esperando a que llegue el día en el que volveremos a dormir juntos en un “felices para siempre”.
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Continuará :’D