“El Inicio de la Humanidad”
Los antiguos, viejos sabios como la misma madre tierra, cuentan que mucho antes de las leyendas, mitos o historias, mucho antes del conocimiento, el estudio o la fe; e incluso más antiguo que la humanidad y ellos mismos, un día, un solo día vasto para que Dios viera la miseria en la que vivía el hombre y solo eso bastó para que se apiadara de él y todos sus semejantes. Así con el corazón en sus manos, creó a seis nuevos seres, diferentes del hombre o de los ángeles y les otorgó talentos y dones especiales. Una vez terminados estos a quienes con orgullo llamo hijos por su semejanza con los humanos, los envió a la tierra a cumplir con su misión y así lo hicieron; ellos llevaron prosperidad al mundo, la tierra rebozaba de abundancia, los paisajes cada día se hacían más hermosos, los animales corrían libres por prados y bosques, las aves surcaban los cielos majestuosas, pero contrario a la voluntad de Dios, ninguno de los seis había podido acercarse a los humanos, puesto que su naturaleza huraña y reacia los hacia alejarse de estos nuevos y desconocidos seres, y sin su ayuda y conocimientos seguían y seguirían viviendo en decadencia. Y fue ahí, al ver de nuevo la miseria de humanidad que Dios se preguntó -¿Cómo puedo ayudar a mis hijos?- y con su corazón de nuevos en sus manos creó un nuevo ser, diferente a todos los demás, pues le había otorgado el corazón de un humano para poder entenderlos y la voluntad y poder de un ángel para ayudarlos, guiarlos y aconsejarlos, a la humanidad y a sus nuevos hijos. Fue la tarea más difícil que Dios haya tenido, pues su nueva creación le tomo 3 días para construirlo por completo, pero por fin estaba terminado y sin perder más tiempo lo envió a la tierra junto con los otros seis para servir a la humanidad. Así lo hicieron, durante mucho tiempo los siete enviados divinos, conocidos como “divine legatis” guiaron a la humanidad brindándole conocimientos y esperanza, y cuando la humanidad ya hubo prosperado los siete emisarios, al cumplir con la voluntad del señor, regresaron al cielo junto con el padre de todo, y desde ahí cuidan y velan por la humanidad y su bienestar.
FIN
-Ah… pero que bonita historia, tan llena de amor y alegría y… mentiras… tantas que me dan ganas de vomitar – sus palabras sonaban con asco y llenas de rencor, su mirada roja y afilada destacaba desde el umbral de su posición. El aire en el cuarto era pesado y frio, aun a pesar de la chimenea que tenuemente alumbraba la habitación.
-¿Me llamó mi señor? – una suave voz sonó desde el marco del enorme portón de la habitación
-¿Cuanto falta? – exclamó irritado aquel lúgubre hombre dueño de la habitación
-Poco mi señor, ya casi están listos los nuevos “cacciatori” – respondió la fémina
-Por fin, después de tantos años… lo que me arrebataron esos bastardos… ya es tiempo de dar a la amada humanidad lo que tanto se merece – y soltando una risa tétrica que inundaba por completo la habitación dijo para finalizar – encárgate de que todo esté listo para entonces –
-Como ordene mi señor - y haciendo una reverencia salió de la habitación dejando al hombre solo con sus pensamientos
-Es hora de mi venganza y a quien se interponga en mi camino, aunque sean ustedes, los matare sin compasión - no tardo en descargar su furia y sin contemplación arrojo a la chimenea aquel pequeño e infantil libro de fabulas clásicas. Su lúgubre riza inundo el salón, tan frio, tan áspero, que aquel sonido no menos atemorizante hizo eco por todo el lugar mientras aquel hombre veía al libro arder de manera siniestra
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-Abuela, ¿dónde estamos? – la voz sonaba dulce
-Mi niña, ya has terminado tu entrenamiento y así como tu madre antes que tú, es hora de que tú también realices el “votum” – la voz era de la anciana animaba a su acompañante
-Si abuela – la respuesta fue firme y decidida alegrando a la anciana
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Era de noche, un círculo de hombres y mujeres era levemente aluminado por la tenue luz de la llama de la pequeña fogata que estaba en su centro.
-¿Estás seguro de esto? – la voz de la fémina sonaba insegura
-Sí, no cabe duda – respondió muy seguro el aludido
-¿Cuánto tiempo? – pregunto otro de los asistentes
-Pronto, aunque no es exacto – volvió a responder
Todos quedaron en silencio, asimilando la noticia que habían recibido por parte de su compañero y amigo, no se atrevía a hablar, todos están muy tensos para aumentar algo a la mala noticia.
-Entonces tendremos que prepararnos y estar listos para cuando vengan – rompió el silencio una voz varonil, sonaba segura y firme – después de todo somos sus protectores – terminó diciéndolo con un deje de ironía y confianza
-Es verdad, tendremos que confiar en ellos y sus capacidades – ahora habló otra de las féminas, su voz dulce y suave relajo un poco el ambiente y su sonrisa calmo los nervios de los demás
Todos asintieron, se esforzaría pues no eran cualquier persona, y terminado esto la reunión llego a su fin y todos desaparecieron en la oscuridad de la noche, refugiándose de enemigos y traidores.
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Ellos lo sabían, sabían que eran especiales, pero más que sentirse honrados se sentían maldecidos, desde siempre su vida fue un infierno, una historia de nunca acabar y su vida era siempre la de esconderse, huir y sobrevivir. Aprendieron a vivir como animales, predadores peligrosos envueltos en un círculo de matar o morir, del que siempre salían victoriosos, o simplemente no saldrían, pero eran demasiado orgullos como para dejarse vencer y eso sus enemigos lo sabían de sobra
Sus días siempre iguales, una farsa a donde vallan, pero que opción tenían, el destino les había jugado una mala pasada, unos peores que otros pero así era la realidad, ellos lo sabía y entendía y no se iban a dejar vencer ni por ella. Su orgullo, su objeto más preciado, no los dejaría darse por muertos sin pelear; después de todo no podían morir, su instinto les marca lo que debía hacer.
No se conocían pero sabía de los otros, lo que no sabían era el porqué de ellos, de los otros o de todos y lo que ignoraban era que pronto su rutina diaria cambiaria, así lo marcaba el destino, que a saber, ¿qué otras cosas planeaba para ellos? ni ellos mismos se lo imaginaban