La batalla entre Uryū y Jugram continuaba, volviéndose más intensa conforme transcurría el tiempo, cada choque de armas causaba una pequeña explosión que destruía los alrededores del ya decadente palacio.
Ishida Uryū se sentía extremadamente exhausto, tan solo el simple acto de respirar significaba un gran esfuerzo para él. Los penosos jadeos y las heridas en todo su cuerpo demacraban la visión elegante que siempre transmitía.
Tensó su cuerpo cuando vio que de la cortina de humo se alzaba la imponente silueta de Haschwalth. El rubio, a diferencia de su contrincante, apenas tenía heridas visibles y mantenía la serenidad, con una sonrisa de superioridad adorando su rostro.
—Me sorprende que todavía puedas mantenerte en pie, Ishida Uryū —alabó jocosamente el Sternritter “B”.
El mencionado no dijo nada, simplemente se dedicó a disparar a la figura de Jugram quien los esquivó con suma facilidad. No tenía los ánimos de seguir escuchando al de orbes verdes, sin embargo éste parecía compartir la misma opinión.
— ¿Acaso… por lo que te mantienes en pie es por ellos? ¿Tus amigos?
¡Por supuesto que lo hacía! Después de todo eran amigos (por mucho que él lo negara, pero a estas alturas ¿qué más daba admitirlo?). Por ellos decidió unirse al Wandenreich, por ellos aceptó ser el Sucesor del Emperador, por ellos fingió ser un traidor a ojos de los demás, por ellos maquinó un plan en las sombras para evitar meterlos en esta guerra.
Uryū esquivó por poco la estocada de Haschwalth y aprovechando la abertura que le había dejado disparó, sin embargo el rubio lo detuvo con su Blut Vene y de una potente patada mandó al pelinegro contra la pared, la cual terminó atravesándola.
Con dificultad Ishida se puso de pie, escupiendo un poco de sangre, vaya que Jugram golpeaba fuerte.
—Creí habértelo dicho: “ellos van a morir”. No importa lo que hagan; no podrán cambiar el destino.
—Te equivocas —era lo primero que había dicho Ishida desde que había comenzado la pelea —, lo que tú y yo llamamos destino puede ser cambiado por personas con la suficiente determinación para hacerlo.
—Por “personas con la suficiente determinación” te refieres a Kurosaki Ichigo, ¿verdad? —sabía la respuesta de antemano, pero quería escucharlo de la boca de Uryū.
—Yo no tengo el poder suficiente para hacer tales hazañas —a pesar de lo dicho, los orbes azules adquirieron un tinte amenazante —, pero mientras sea capaz de ayudar para lograrlo pelearé las veces que sean necesarias.
Sin mediar palabra un enorme pilar de luz rodeó el cuerpo de Ishida, fue tan rápido e inesperado que el brazo izquierdo de Jugram fue alcanzado por la intensa luz. El rubio maldijo internamente, la acción fue demasiado veloz que no logró verlo con Almighty.
El pilar de luz se disolvió, dejando ver a Ishida con dos enormes y brillantes alas blancas (que al parecer estaban hechas de fuego blanco) y la corona en su cabeza, símbolo de que había liberado su estado Quincy Vollständing.
Jugram ensanchó su sonrisa, admirando hasta donde podía llegar el grado de determinación del joven.
A simple vista no parecía ser la gran cosa, pero Haschwalth sabía que solo era una fachada para que el enemigo terminara cayendo en la trampa, no podía dejarse engañar.
Faltó solo un segundo para que Ishida ya estuviera frente a él. Apuntando a su cabeza disparó un rayo de luz a lo cual el rubio esquivó. Tratando de tomar distancia saltó hacia atrás, sin embargo tuvo que cambiar de dirección abruptamente usando Hirenkyaku debido que bajo sus pies apareció otro pilar de luz, y de nueva cuenta inclinó su cuerpo para esquivar la estocada que trató de propinarle el pelinegro. Nunca había visto movimientos tan brutales como los estaba haciendo el pelinegro.
—Parece que has cambiado tu táctica de combate, ahora eres mucho más impulsivo —se atrevió a decir el de ojos verdes después de asegurarse de que no vendría otro ataque sorpresa.
—De lo que me he fijado tú no pareces reaccionar ante eventos que pasan demasiado rápido —Jugram alabó en silencio la percepción de Ishida—, así que tendré que pelear dejando a un lado el raciocinio y confiar más en mis sentidos —apretó el arma que tenía: una lanza de doble hoja dorada—, aunque definitivamente es algo que le queda mejor a Kurosaki.
Antes de que Jugram pudiera decir algo de las alas de Uryū se desprendieron bolas de energía, que rápidamente tomaron forma de dagas. Haschwalth, adivinando las intenciones de Ishida, creó rápidamente la Blut Vene Anhaben, la cual fue violentamente arremetida por las dagas, pero ninguna logró dañar al Sternritter.
Ishida estaba consciente de la diferencia de poder entre ellos y a pesar de tener su Quincy Vollständing activado sabía que tampoco podría derrotar al rubio, pero cada segundo que peleaba contra él significaba más oportunidades para que sus amigos derrotaran a Yhwach y así acabar con esta maldita guerra.
No podía decepcionarlos, no después de que ellos siguieran confiando en él a pesar de haberles hecho creer que los había traicionado para aliarse con los Quincy, debía aguantar lo más que pudiera aunque su cuerpo comenzara a pesarle más y las energías comenzaran a escasearle.
No quería fallarles.
Con un ademán de manos del suelo salieron varios pilares de luz, los cuales Haschwalth esquivó con cierta dificultad. El rubio invocó una Heilig Pfeil quien la mandó contra el pelinegro, pero Ishida la destruyó con su lanza y sin perder tiempo la lanzó contra el de orbes verdes a lo cual éste evitó el ataque para después saltar, evitando el otro ataque sorpresa que venía desde atrás.
La determinación de Ishida lo estaba asombrando sinceramente, ¿de qué más sería capaz ese chico con tal de defender a sus amigos? Sonrió, preso de la emoción y dejándose influenciar por la adrenalina del momento.
—Está bien, ¡entonces demuéstrame ese poder para cambiar el destino, Ishida Uryū!
Separando su lanza en dos espadas arremetió contra Haschwalth, sin embargo el rubio bloqueó el ataque con su espada justo a tiempo, viéndose cara a cara. El Sternritter “B” admitía que era contagiosa la mirada de pasión que transmitía Uryū.
La verdadera pelea había comenzado
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La respiración entrecortada, casi llegando a ser jadeos, y el cuerpo tenso de Ishida le dieron a entender que ya no podía pelear más, y aún y si tuviera energías no podría hacer nada debido a la peligrosa cercanía del sable de Haschwalth contra su cuello.
—Se acabó, Ishida Uryū —extrañamente Jugram se escuchaba mortalmente serio a lo que Ishida hubiera imaginado.
El mencionado no dijo nada, sabía que este sería su final. Si Kurosaki estuviera allí lo más seguro es que quitaría a Haschwalth para ser él quien lo matara por haberle mentido. Pero el Shinigami era tan terco que si le decía la verdad se hubiera quedado a pelear a su lado y desaprovecharía la oportunidad de matar a Yhwach.
Era mejor así, morir solo como siempre quiso.
Estaba preparado para esto, no tenía miedo en encarar a la muerte. Así que levantó su mirada para mirar a su ejecutor directo a los ojos y darle a entender que no se arrepentía por haberlos traicionado.
—Supongo que aquí es donde muere el traidor —habló socarronamente Ishida.
Sin embargo la sonrisa condescendiente que le dedicó Jugram descolocó enormemente a Uryū y lo hizo mucho más su respuesta.
—Parezco disco rayado, pero te dije que he visto que tus amigos morirían, no que tú lo harías con ellos.
— ¿Qué quieres decir…? —no pudo acabar su pregunta pues el mango de la espada de Jugram impactó contra su estómago, comenzó a ver todo borroso, a la vez que sentía que estaba perdiendo la consciencia —Mal… dición.
Las alas y la corona desaparecieron, y el cuerpo de Ishida hubiera caído al suelo si no fuera por Haschwalth, quien lo sostuvo en brazos y lo estrechó contra su cuerpo con delicadeza, como si fuera la cosa más delicada del mundo.
—Si puedo cambiar el destino; ¿podré entonces borrar su nombre de tu corazón?