Momentos
Pasaban ya de las doce. Hacía tiempo que no podía apartar sus ojos de él, de aquella extraña persona. Demian se había dejado atrapar por su campo gravitatorio y ahora escapar le parecía casi imposible. Sabía lo que estaba ocurriendo, sabía que no podía ser, y aun así, el solo placer de su compañía le bastaba.
Era como un sueño en el cual quizás, nunca tuviera que volver a casa. Podría quedarse eternamente en aquel lugar, sin que nada cambiara, sin tener que pensar en volver a encarnar a Demian, el estudiante de medicina estresado por la carrera, una novia demasiado estresante y un trabajo a media jornada ordenando cajas en un almacén.
Echado junto a él, trató de no mirarle más de la cuenta. Ni siquiera se rozaban sus cuerpos, pero hubiera deseado no levantarse jamás de aquel lugar. Fue entonces cuando, sin saber cómo, Demian y el extraño muchacho comenzaron una conversación como cualquier otra. Una cúpula de estrellas los arropaba, mientras sus ojos, hipnotizados, escrutaban aquella orbe blanca y brillante que presidía la noche. El ambiente era fresco y agradable, les llenaba los pulmones de aire puro, y sintió, por primera vez en mucho tiempo, que algo más que aire estaba entrando dentro de su cuerpo.
A veces mientras hablaban, le miraba. Su rostro no era perfecto, se atrevería incluso a decir que cuando le conoció le llamó la atención, pero no lo había considerado nunca atractivo. Sin embargo, aquella noche era diferente. Había algo en su rostro que lo hacía perfecto. Sentía su cercanía y creía que iba a morir de felicidad, pues todos los cerillos de su interior se estaban encendiendo uno a uno. Por primera vez en tanto tiempo…esa sensación agradable y hormigueante recorría su garganta y le nublaba la mente.
Apoyó su cabeza sobre él y cerró los ojos, esperando no ser rechazado. Unos dedos se deslizaron por sus cabellos levemente, y una sonrisa surcó sus facciones. Sintió felicidad, sintió ternura, y olvidó…olvidó por unos minutos que tenía una vida, un hogar al que volver, un final para aquella aventura. Deseó que no tuviera que marcharse, olvidó por unos instantes que alguna vez había amado a una mujer. Deseó parar el tiempo.
Pero la noche terminó, pasaron los días, en los cuales el corazón le botaba en el pecho y una calidez emanaba de su pecho cada vez que él le miraba, le sonreía o entraba en contacto con su cuerpo, aunque fuera sólo por casualidad.
Era feliz con su compañía, era lo único que buscaba, que deseaba.
Pero volvió. Volvió a casa, nunca más volvió a verlo.
Sin embargo, esos días quedaron marcados en su memoria.
Las sensaciones….y los momentos.