Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Pink Cocktail por LovingTales

[Reviews - 234]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola hola! he regresado

No me odieeeeeeeeeeeeeeeeeeeeen! 

Creo que les debo muchas disculpas, ejem... fue bastante tiempo de la última vez que actualicé y es que hubieron tantas cosas que produjeron esta tardanza que realmente no sabría por donde comenzar. 

Supongo que en general se me vino el año encima y ahora he quedado sin mi principal herramienta de trabajo (mi portatil) y vaya que me ha pesado pues he perdido todos mis archivos, aunque por suerte este cap lo había respaldado. 

En fin tengo tantas cosas que contarles pero realmente no quiero retrasar (aun más xD) la lectura por lo que solo puedo decir adelante :D espero lo disfruten y como siempre agradezco todos los comentarios que me dejan. 

Quiero aprovechar de agradecer a mi queridisima amiga Fireblueflames por la ayudita que me dio en sacar adelante el cap y a mi editora que  lo leyó a lo menos unas 3 veces y nunca dejó de sacarme en cara la tardanza que llevaba xD. Como agradecimiento a su persona las dejo invitadas a su grupo KidxLaw de fb (solo deben buscar kidxlaw y tanan!)

Dudo mucho que nos leamos antes de año nuevo así que les aprovecho de enviar mis mejores deseos para este 2017 y que todos sus proyectos y sueños resulten bien :) 

!Miles de gracias por seguir esta historia durante el año!  me dieron muchas alegrías en ocasiones donde me sentía muy deprimida, de verdad lo agradezco de corazón. Espero poder retomar el ritmo que tenía antes y NO, definitivamente no dejaré botado el fic, solo tenganme paciencia que no les fallaré. 

!L@s amo! y nos leemos pronto. Muchos besos y abrazos 

 

PD1: el manga está que arde y ¿saben qué? SABÍA QUE ESA PUDDING ERA UNA BITCH!!!!!!!!!! 

 

 

 

 

En el capítulo anterior...


 


Doffy abrió los ojos como platos. 


 


- ¿POR QUÉ MIERDA LO HICISTE DE NUEVO? ¿CÓMO PUDISTE?- espetó y acercó aún más el documento a los ojos del rubio- Así que esta vez fue Trafalgar Law ¿Creíste que no me iba a enterar? !Te burlaste de mí! !En mi propia cara!- 


 


 


---------------------------------------------------


Capítulo 25  


 


Sin poder emitir palabra producto de la sorpresa, tan solo atinó a arrebatarle el papel. Se trataba de un comprobante de compra de aquel crucero que tomó junto a Law durante las vacaciones, en el cual se señalaban los nombres y fechas del viaje. Se maldijo por ser tan descuidado.


 


Los segundos transcurrían y el silencio se hacía cada vez más insoportable. Tanto así que Crocodile nuevamente irrumpió y acercándose aún más, le tiró con fuerza del cuello de su camisa.


-¿No dirás nada para defenderte?- inquirió en un tono amenazante-


-Quítame las manos de encima… no diré nada mientras no te calmes-


 


Aquella respuesta pareció irritarle aún más pues sin siquiera pensárselo dos veces asestó un puñetazo de lleno en la mejilla del rubio.


 


-¿Me dices que me calme? ¿Acaso bromeas? ...- dijo casi en un susurro- No puedes imaginarte las ganas que tengo de golpearte y aun así me estoy conteniendo… No pensé que tendría que pasar por esto de nuevo, realmente no me imaginé que fueras tan descarado- sentenció y nuevamente comenzó a avanzar hasta donde se encontraba Doffy- Revolcándote en nuestra propia cama con ese… ese bastardo, porque no me engañarás, lo sé todo, sé que vivía aquí contigo-


Doffy permaneció en silencio por un momento.


-¡RESPONDE IMBÉCIL! ¿Crees que tengo toda la noche para escuchar tus excusas? -


-Sí… así es, vivía conmigo… ¿y sabes por qué? - con dificultad se puso de pie quedando frente a su esposo- Porque mientras tú te devanas los sesos pensando la forma de llenar más y más tu cuenta del banco yo estoy aquí… completamente solo!, ESPERANDO TU VISITA DE UNA VEZ AL AÑO! ¿CREES QUE PUEDO VIVIR CON ESO?... ¿LO CREES? - espetó y dio un empujón al pelinegro quien se abalanzó nuevamente sobre él-


 


Esta vez con la sangre ardiendo en sus venas Crocodile asestó dos puñetazos en la mandíbula del rubio, quien apoyándose en el escritorio tras de sí, se abalanzó sobre el mayor empujándole y cayendo encima suyo para inmovilizarle.


 


-¡BASTARDO, QUITATE DE ENCIMA!-


-Estás demente Crocodile… lo único que piensas es en el dinero-


-Y tú lo único que piensas es en follar… tú y tu maldita agencia de putas… ¿A quién más arrastraste a nuestra cama? -


-Cierra la boca…-


-¿O me dirás acaso que es mentira? –


-Detente… no quiero escuchar más-


-¡POR SUPUESTO QUE NO QUIERES ESCUCHAR MÁS!- elevó la voz al tiempo que intentaba zafarse- ¡Sabes que es verdad! ¡¿Por cuánto tiempo más pretendías seguir mintiéndome? -


-Yo…-


-¡DEJA DE VICTIMIZARTE! NO SABES CUANTO TE ODIO… ME MENTISTE, ¡NUNCA HAS DEJADO DE HACERLO! -


-Mierda Crocodile, tranquilízate…-


-Cierra tu puta boca… me das asco- exclamó y haciendo uso de toda su fuerza logró zafarse del rubio y darle un codazo en el estómago que lo hizo retroceder- Nunca pensé llegar a estos extremos, pero tal parecía ser que era necesario para que abriera los ojos de una vez-


 


Con dificultad Doffy se puso de pie, enfrentando nuevamente al pelinegro que se acercaba cada vez más amenazante hasta plantarse justo frente a él.


 


-Esta vez no hay vuelta atrás, no quiero volver a verte nunca más en mi vida. Si hay algo de lo que me arrepiento es haberme enamorado de ti y por eso haré que pagues cada mentira que salió de tu miserable boca… te odio Doflamingo, para mí ya no existes…- sentenció y dirigió una última mirada cargada de rencor hacia el rubio y a paso firme salió de la habitación, sin siquiera molestarse en cerrar la puerta-


 


Con su sistema nervioso a punto de colapsar permaneció de pie, inmóvil en medio de la enorme habitación, con la mirada fija en el desastre que el pelinegro había ocasionado. ¿Realmente estaba ocurriendo todo aquello? ¿O acaso se trataba de una pesadilla?


Sintió su mejilla arder y debió entonces dar cara a la realidad. Lo cierto era que su secreto ya había sido descubierto y de la peor manera posible. Suspiró de forma pesada y sin saber muy bien que pensar se limitó a encender un cigarrillo al tiempo que avanzaba hasta la pesada puerta para cerrarla. Necesitaba estar solo para intentar tranquilizarse y si todos los empleados de la mansión le veían en ese estado probablemente terminaría sufriendo un ataque cardíaco.


 


-Maldita sea- pensó dejándose caer sobre el sofá que antes ocupaba el mayor- Nunca pensé que las cosas terminarían así… -


 


Al menos sentía que se había quitado un gran peso de encima y aunque el pelinegro hubiera montado aquel escándalo, a decir verdad, el asunto del divorcio sí que iba enserio e incluso estaba decidido antes de que todo aquel lío se desatara. Se mantuvo en el lugar durante un buen rato hasta que sus párpados comenzaron a pesar. En esos instantes realmente le daba igual dormir en ese sofá, no obstante su cuerpo parecía pedirle a gritos que caminara a su habitación y se metiera a la cama.


Avanzó por el pasillo, al parecer todos en la mansión ya se encontraban durmiendo, algo bastante lógico pues era pasado medianoche y las luces ya se encontraban apagadas por completo. Habiendo encontrado la escalera en dirección al segundo piso se desplazó cauteloso, evitando a toda costa ser oído.


-Supongo que ya nada volverá a ser como antes- murmuró al encontrarse completamente solo en su enorme habitación-


                                              


 


-----


 


 


A pesar de que ya era cerca de las dos de la madrugada, Sanji no lograba conciliar el sueño.  Supuso que la causa fue haber dormido durante toda la tarde producto de su dolor de estómago, sin embargo, la quietud de aquel piso junto con el sonido distante del carro de policías le mantenían un tanto inquieto. Lentamente se incorporó y sentándose en el colchón observó a su alrededor: el cuarto se encontraba a oscuras, iluminado por las luces de la calle que se filtraban sin ningún problema por entre el ligero y transparente velo que había como cortina.


Sintió su garganta seca y de forma casi imperceptible se deslizó hasta la cocina en busca de un vaso de agua. Al pasar frente al sofá se percató que el marimo dormía profundamente.


-Me pregunto dónde mierda esconde los vasos este idiota- pensó al tiempo que registraba los viejos muebles a tientas- Supongo que esta agua no me hará daño-


Acostumbrado a beber agua embotellada, el líquido salido del grifo le pareció repugnante, sin embargo, ya un tanto resignado a su miseria optó por beber en silencio. Se mantuvo de pie por unos segundos, mirando a su alrededor sin saber muy bien qué hacer para matar el tiempo. Al menos su estómago ya no dolía y si se detenía a pensar el estrés comenzaba a desaparecer lentamente.


Caminó hasta la mesa y se sentó a la vez que tomaba su móvil y comenzaba a revisar algunas de sus páginas favoritas. Llevaba un buen rato en ello hasta que de pronto el sonido de unos gritos fuera de la casa le alertaron. Tal parecía ser que un coche había aparcado justo frente a la ventana y una banda de sujetos se esmeraba en gritar insultos a diestra y siniestra. Molesto producto del ruido tuvo la intención de acercarse al vidrio no obstante en último momento sintió los brazos del peliverde detenerle y taparle la boca mientras lo empujaba contra la pared. En ese instante una enorme piedra atravesó la ventana, yendo a parar justo donde el rubio se encontraba segundos atrás.


Abrió los ojos asustado y observó cómo Zoro le hacía un gesto para que guardara silencio. En ese momento uno de los sujetos se acercó a la ventana.


-¡QUE NO ES AQUÍ BASTARDO! NOS EQUIVOCAMOS DE CASA ¡apresúrate, escucho que viene la policía! - se oyó un grito proveniente del coche-


-¿QUÉ? ES... ESTÁ BIEN- respondió el hombre quien al parecer era el más torpe del grupo pues apenas retrocedió, cayó de trasero, teniendo que arrastrarse de regreso para subirse al auto-


 


-Justo a tiempo- exclamó Zoro, quien apenas escuchó el automóvil alejarse soltó al rubio-


 


Sanji se encontraba con el corazón latiendo a mil. De no ser porque el idiota justo le quitó del camino, aquella enorme roca hubiera ido a parar directo a su rostro, de solo pensarlo sintió su estómago revolverse.


 


-¿Estás bien?- preguntó a su jefe quien ahora respiraba agitado y apoyándose contra la pared-


-Qué… ¿Qué mierda fue eso? - se atrevió a interrogarle-


-Una pandilla, de haberte asomado te habrían volado la cabeza-


Sanji casi cae desmayado al escuchar aquello.


-¡¿PERO QUÉ MIERDA DICES?! ¡Este lugar es peor de lo que pensé! -


-Bueno… es primera vez que ocurre, de seguro se equivocaron de casa-


-¿Y estos delincuentes van por ahí arrojando piedras sin siquiera estar seguros de si es la casa correcta?-


Zoro le miró perplejo.


-Pues sí… son pandilleros después de todo-


-Dios… creo que moriré de un infarto cualquier día de estos-


-Lo siento mucho cejillas… lamento que hayas tenido que pasar por esto-


 


Sanji le observó sorprendido. Realmente el marimo parecía nervioso.


 


-Espero no vuelva a repetirse- exclamó ladeando la vista, un tanto incómodo ante la cercanía de su ayudante-


 


Transcurrido un buen rato desde el incidente, Zoro se dispuso a recoger los vidrios con ayuda de una escoba y una pala mientras Sanji le observaba sentado en el colchón. Una vez el peliverde terminó aquella tarea el rubio se acercó y exclamó:


 


-Bien, escucha atentamente. Estuve pensando y ya que no quieres entregarme el dinero que Nami te ha dado para mí, te daré una lista de cosas que debes comprarme mañana-


-Muy bien- respondió y recibió el papel que el rubio le extendía- ¿De qué va esta lista?-


-Pues hay algunos cosméticos, ya sabes necesito esas cremas para mi piel-


 


No había que ser muy listo como para percatarse que las cosas escritas en aquel papel superaban con creces el escaso presupuesto que la pelinaranja había dado a Zoro. Por lo que éste se limitó a decir:


-Lo siento… creo que no me alcanzará para comprar nada de esto-


-¿AH? ¿Cómo dices? ¿Cómo que no te alcanza el dinero? ¡Me dijiste que Nami te dio 200.000 berries-


-¡Nunca dije eso!-


-Me estás mintiendo… entonces dame los berries a mí-


-No me jodas, no te miento. Si quieres cuenta los billetes tú mismo-


-¡NO TENGO POR QUÉ HACERLO SI SE SUPONE QUE TÚ ERES MI ASISTENTE! ¡Me estás mintiendo! De seguro quieres quedarte con el dinero ¿no es así?-


-Por supuesto que no, solo sigo las instrucciones que Nami me dio… no es nada personal- sonrió burlón y se desplomó sobre el sofá- 


-¡ME ESTÁS COLMANDO LA PACIENCIA! Si tuvieras que pagarme por todos los malos ratos que me has hecho pasar en esta maldita casa créeme que quedarías en la calle- espetó y le dio la espalda, tumbándose sobre el viejo colchón- ¡ODIO ESTE LUGAR!- gritó, ahogando su voz en la almohada-


Zoro suspiró y dándole la espalda intentó dormir.


 


 


Tal parecía ser que aquella semana registraría las temperaturas más altas de toda la temporada. El calor comenzaba a notarse a eso de las ocho de la mañana y para mediodía ya se tornaba prácticamente insoportable.


Con dificultad abrió los ojos. La habitación ya se encontraba iluminada por los rayos del sol que inundaban cada recoveco durante la mayor parte del día. Maldijo por lo bajo y extrañó la oscuridad de su antiguo y enorme cuarto, ah y sin olvidar su majestuosa cama. Sonrió con amargura al recordar esos dulces días en los cuales podía dormir hasta tarde y aunque no llevaba ni una semana en casa de Zoro, sentía como si hubieran pasado meses desde que dejó su amado piso.


Sin ánimos de levantarse observó a su asistente ir y venir por la cocina. Un aroma a leche caliente llegó hasta su nariz y despertó su apetito, sin embargo, no quería verle la cara al idiota ese, por lo que permaneció acostado hasta que Zoro se marchó. Qué sorpresa se llevó al levantarse y ver que aquel inepto le había dejado el desayuno servido. Tostadas, chocolate caliente, leche y frutas. Al menos parecía que el marimo se preocupaba.


Sin darle más vueltas al asunto se apresuró a comer mientras observaba el vidrio roto delante suyo. Realmente había ido a parar al peor lugar que hubiera podido pensar, quizás después de todo si debió haber aceptado la oferta de Nami, pero vamos no andaría rogando a nadie que lo ayude así que por el momento tendría que saber armarse de paciencia.


Mientras bebía el chocolate cayó en la cuenta de la bolsa que la manager dejó el día anterior por lo que revisando su contenido se hizo con un grueso libro. Al menos la tarde avanzaría más rápido. Luego de comer se deslizó lentamente hasta el sofá donde el peliverde dormía y se recostó mientras abría la primera página.


 


 


Mientras tanto en la agencia el día parecía un verdadero caos. Sin saber muy bien qué demonios había ocurrido Zoro se limitó a caminar directo hacia la sala de los supermodelos, lugar donde Cavendish y Ace conversaban animadamente.


-¡Hola Zoro! ¿Es cierto que Sanji vive contigo? ¡Estoy celoso!- exclamó el rubio apenas lo vio entrar-


-¡Hey hombre! ¿Cómo van las cosas?-


- Hola chicos… bueno no me quejo-


Ambos se miraron al ver la expresión de cansancio en el semblante de su compañero.


-¿Ocurre algo?-


-Nada, es solo que estos días no he dormido bien-


-¡Ya me lo esperaba! De seguro ese idiota te da órdenes hasta mientras duerme- Cavendish tomó su vaso de café y lo extendió al peliverde quien muy agradecido accedió a beber un buen sorbo-


-¿Qué demonios ha ocurrido? Hay mucha gente reunida abajo-


-Al parecer la sección de modelaje femenino organizó un pequeño desfile de trajes de baño-


-Eso explica la concurrencia-


-Así es, pero es una buena noticia para nosotros, probablemente hoy no haremos nada- sonrió el pecoso mientras se extendía sobre el sofá- Quizás hasta podamos darnos un chapuzón en la piscina del jefe-


-¡Eso sería fantástico!- exclamó Zoro-


Mientras los dos supermodelos dormitaban sobre el sofá, Ace tomó su móvil para llamar a Nami y averiguar si accedía a dejarlos nadar un rato, sin embargo, no obtuvo respuesta. Un tanto apenado optó por esperar e intentarlo más tarde, quizás la pelinaranja estuviera ocupada.


 


Muchos de los trabajadores se encontraban colaborando en el desfile de las modelos mientras otros tantos observaban. Nami por su parte había preferido custodiar la entrada posterior de la agencia en caso de que algún reportero idiota quisiera hacer de las suyas en territorio inexplorado. Para su fortuna aquella zona estaba inusualmente desértica, apenas cubierta por un guardia en la caseta de seguridad del estacionamiento y ella sentada en uno de los tantos sofás dispuestos en ese lugar. Tomó una revista y comenzó a hojearla, llevaba un buen rato leyendo cuando de pronto el sonido de la pesada puerta de vidrio cerrándose bruscamente la sobresaltó. Asombrada observó a un furioso Crocodile caminar a paso raudo en dirección a las escaleras, ni siquiera se detuvo a saludarle por lo que un tanto extrañada, le siguió con la mirada hasta que el majestuoso hombre desapareció por un pasillo.


Mientras que para algunos el día había comenzado radiante, para Crocodile todo iba de mal en peor. En primer lugar, por la acalorada discusión de la noche anterior, realmente nunca pensó que sería capaz de golpear a Doffy… su Doffy. Y en segundo lugar porque por más que intentaba alejar al rubio de su mente, se le estaba volviendo prácticamente imposible, y es que, aunque ardía en furia al recordar lo sucedido, su corazón aún prendado insistía en buscar razones y excusas para perdonarlo. No obstante, por el momento solo tenía una cosa en mente.


 


-¿Dónde se encuentra Trafalgar Law?- su voz profunda y grave irrumpió en la sala de los supermodelos, alertando a todos de su presencia-


Un tanto sorprendidos los jóvenes se miraron entre sí.


 


-Buenos días… me pareció verlo cerca de la sala de maquillaje…- se atrevió a responder Cavendish ganándose la mirada de reproche de Ace-


 


Sin decir una palabra más dio media vuelta en dirección al pasillo.


 


-¿Qué crees que haces?- irrumpió el pecoso con un gesto de preocupación surcando su rostro-


-¿A qué te refieres?- respondió despreocupadamente el rubio-


-Olvídalo… iré a buscar a Nami. Ya regreso- añadió y salió rápidamente de la sala en búsqueda de Law pues sabía que nada bueno podía traerse entre manos aquel importante hombre-


 


Aunque algunos de los supermodelos se encontraban descansando y sin ningún quehacer aparente, otros estaban preparándose para alguna sesión atrasada. Este era el caso de Law, quien en esos instantes se encontraba a la espera de ser maquillado. Sin más compañía que un grueso libro y una deliciosa taza de café, el moreno descansaba tranquilamente sobre un sofá negro.


De pronto el sonido de unos pasos haciendo eco en el pasillo le desconcentraron. Lentamente desvío su vista del libro y cuál fue su sorpresa al ver a Crocodile dirigirse directamente hacia él.


Sin siquiera detenerse a pensarlo comprendió la presencia de aquel sujeto ahí. Relamiéndose los labios para humedecerlos le observó con un brillo de astucia en los ojos, a la vez que le dirigía una mirada desafiante, hasta que éste se encontró a escasos metros suyo. Ambos hombres se observaron por unos segundos, sin emitir palabra alguna, hasta que de pronto y sin ningún tipo de miramiento, Crocodile lo tomó con fuerza del brazo, arrastrándole hasta un apartado corredor a pocos metros, aprisionándolo contra la muralla.


 


-Bastardo… así que tú eras la puta de mi miserable e idiota esposo- masculló, conteniendo la ira que amenazaba cada vez más con escaparse de su cuerpo- Dime algo ¿creías que saldrías bien parado de toda esta situación? ¿Pensaste que me iría sin más y los dejaría tranquilos a ambos? -


El moreno le observaba provocador, esbozando una pequeña sonrisa de complicidad en su rostro. Así que el maldito esposo de su antiguo amante ya se había enterado de todo… eso le provocó una extraña sensación de placer. 


 


-¡RESPONDEME PUTA!- exclamó Crocodile y estrujó su camisa, Law intentó zafarse, sin embargo no emitió palabra alguna- ¿Te parece divertido todo esto? ¿Por eso sonríes? -Le interrogó, apoderándose de su brazo nuevamente y arrastrándolo contra la pared-


 


-Fue él quien me buscó-


 


El pelinegro frunció el ceño.


-¡Mentiroso! ¡Estás mintiendo! De seguro fuiste tú quien se abrió de piernas para él… ¿Dime ahora qué intentas sacar de todo esto? ¿Acaso quieres fama a nuestras expensas? ¿Quieres dinero? -


-Te equivocas… -


-¡ENTONCES QUÉ MIERDA QUIERES!- exaltado el pelinegro se abalanzó nuevamente sobre Law, sin embargo esta vez el moreno le respondió empujándole con fuerza- Dime… ¿Desde cuándo?... ¿Desde cuándo eres su amante? -


 


Con el pulso latiendo a mil, Law no era capaz de despegar la vista de aquel hombre. A decir verdad, se sentía un tanto intimidado por su presencia, pues aunque odiara admitirlo todo de aquel bastardo era simplemente cautivador. 


 


-¡¿Desde cuándo?!- insistió  y esta vez ejerció aún más presión sobre el-


-Más del que piensas- respondió sonriente-


-Estoy seguro que lo engañaste…  lo provocaste-


-¿Eres idiota o qué? ¿No te das cuenta que él fue quien me llevó a su mansión y me arrastró a su cama? -


-Cierra la boca… ya no quiero oír tus mentiras ¡me das asco! -


-¿Acaso te molestan los detalles? ¿Te duele saber cómo tu esposo gritaba mi nombre mientras me follaba como los dioses? -


 


Aquello fue suficiente para que Crocodile perdiera el juicio. No obstante, y prediciendo su intención el moreno se adelantó y le dio un empujón, apartándose de él.


 


-Tú no tienes idea de nada…. Al parecer las mentiras que Doffy te decía iban mucho más allá de un simple engaño-


-¿A qué te refieres?-


-Tsk… ¿Acaso no lo sabes?, Doffy planeaba el divorcio desde hace mucho tiempo. No porque quisiera estar conmigo, sino más bien porque tú ya te habías convertido en un estorbo- mintió victorioso al ver la expresión que puso el mayor- ¿No te parece lógico? Después de todo qué amor puedes esperar de alguien que te ha traicionado…-


-¿Qué dices?...-


 


Los nervios de Crocodile parecían a punto de colapsar. ¿Podía ser cierto todo lo que ese maldito crío decía? ¿Realmente era un estorbo para Doffy? Comenzó a pensar que aquel viaje era lejos el peor que había hecho en toda su vida, pues nunca imaginó encontrarse con el amante de su esposo y mucho menos descubrir que ambos vivían juntos.


-Es obvio lo que digo… ni tienes que devanarte los sesos pensándolo. Simplemente él ya no siente nada por ti-


 


La mirada despectiva que el menor le dirigió fue suficiente para hacerle perder el juicio. Nunca se había sentido así en toda su vida, era como si estuvieran oprimiendo su pecho y una terrible humillación comenzara a apoderarse de él.  Después de todo si aquel modelo se atrevía a desafiarle de esa manera era porque estaba seguro de sus palabras, de lo contrario nadie en su sano juicio se atrevería a increparlo de tal forma. Tragó saliva, de todas las posibilidades su mente solo atinó a quedarse con una: lo que más le hacía sentido en esos momentos era que Doffy nunca dejó de verse con aquel muchacho y lo más probable era que sus encuentros incluso continuaron a escondidas en su presencia. Apretó los puños intentando contener su ira, no obstante, el solo imaginar a su rubio revolcándose con ese crío le hizo perder el poco autocontrol que en esos momentos le quedaba.


 


-Qué mierda dices… ¡Cómo te atreves a hablarme así maldito crío…! –


 


Sin verlo venir Law sintió el puño del mayor sobre una de sus mejillas, desviando su rostro de forma violenta hacia el lado opuesto.


-Eres una pequeña zorra con una boca muy grande… de seguro tuviste una vida dura, después de todo no creo que pasar por la cama de todos para llegar hasta donde estás ahora sea algo agradable de recordar… especialmente con esa cantidad de viejos y repulsivos peces gordos que hay en esta industria- el moreno frunció el ceño. Tal parecía ser que había dado en el clavo- Admítelo… Doffy fue lo mejor que te pudo haber pasado en tu miserable carrera, pero lamentablemente no eras más que un simple capricho y aunque él ya no siente nada por mí, créeme que si tuviera que elegir a uno de los dos me escogería a mí… ¿y sabes por qué?... pues simplemente porque es mío y siempre lo será, desde antes que nacieras- 


 


La expresión amenazante del pelinegro hizo enfurecer al moreno, sin embargo y sabiendo disimular su molestia se limitó a sonreír, provocándole, buscando que el mayor se desquitara con un nuevo golpe, el cual no tardó en venir. No obstante, lo evadió rápidamente y rodeándole se pegó a su cuerpo. La cercanía con aquel enemigo le pareció excitante, acercó sus labios a su oído y como si estuviese disfrutando toda aquella situación se decidió por torturarle.


-No solía recordar tu nombre en la cama…-


Con la expresión que Crocodile puso dio por pagados todos aquellos momentos que ambos idiotas le habían hecho pasar: por una parte, Doffy con sus mentiras y por otra el magnate por el simple hecho de existir.


 


Mientras ambos hombres forcejeaban en el estrecho pasillo de la agencia, Ace escribía un mensaje a Nami para alertarle de sus sospechas. Apenas la pelinaranja leyó cerró la revista y corrió en dirección al segundo nivel al tiempo que marcaba presurosa el número de Doffy.


 


-¿Dónde estás?-


-Buenos días, en la agencia. ¿Qué ocurre dulce mandarina? ¿Hay algún problema?- se escuchó la voz del rubio, bastante agotada por cierto-


-¡Sí! Ace acaba de escribirme que Crocodile entró al camarín en búsqueda de Law, iba furioso… ¿podría ser qué…?-


-¿Qué dices?... voy para allá- con el corazón latiendo a mil y temiendo lo peor se abalanzó a la puerta-


 


Las cosas no podían estar peor. De seguro esa era la venganza que el pelinegro le había prometido. Lo maldijo por lo bajo y a toda velocidad corrió hasta llegar al segundo nivel.


Un tanto desorientado producto de los nervios miró a su alrededor y rápidamente pensó donde podrían encontrarse ambos. Recordó que Law de seguro debía haber estado esperando a ser maquillado pues si su memoria no le fallaba el modelo iba a realizar una sesión atrasada. Recorrió los pasillos del segundo nivel, atravesó el salón de espera a la sala de maquillaje y fue en ese momento cuando le pareció escuchar la voz de Crocodile. Presuroso avanzó hasta encontrarse en un estrecho corredor, el cual finalizaba con la puerta de conserjería.


Abrió los ojos sorprendido al toparse con ambos hombres forcejeando. Sin pensarlo dos veces se abalanzó sobre Crocodile, separándole del moreno quien lucía un tanto alterado producto de toda aquella situación.  


 


-¡Detente! ¿Qué crees que haces imbécil?-


-¡Quítate de encima! ¿Acaso has venido a defender a tu puta?-                                       


-Cállate…. Estás demente Crocodile…- exclamó con dificultad Doffy al sentir las manos del pelinegro sobre su rostro, intentando apartarlo-


-El único demente aquí eres tú… ¿pensabas que podías seguir con tus mentiras? ¿Creías que podías mantener a tu zorra oculta?... que idiota eres Doflamingo, tal parece ser que piensas con tu verga- masculló con malicia en su voz- 


-Lárgate ahora mismo-


 


Crocodile se estremeció al ver la mirada que el rubio le dirigía. A pesar de estar furioso una parte suya se percató que Doffy nunca le había visto de esa forma. Frunció el ceño.


-¡Desaparece de mi vista ahora!- gritó el rubio dándole un empujón- Lárgate de mi agencia antes de que llame  a seguridad-  


 


Perturbado ante las palabras del rubio permaneció inmóvil por unos cuantos segundos hasta que dirigiendo una última mirada a su esposo se marchó con la sangre hirviendo en sus venas y sin emitir palabra alguna.


Apenas quedaron solos el silencio se apoderó del lugar. Law observó un tanto pasmado a Doffy, pues realmente nunca le había visto tan molesto, no obstante en ese instante se sintió fastidiado, pues realmente tener que lidiar con el maldito de Crocodile le había jodido por completo el día.


 


-¿Estás bien?-


-Sí- respondió a secas-


-Déjame revisar tu rostro- exclamó al tiempo que se acercaba más a él-


-No es necesario… puedo hacerlo por mí mismo- se limitó a decir, haciendo a un lado la mano del rubio-


-Law… lamento que hayas tenido que pasar por esto… realmente lo siento- se disculpó sin despegarle los ojos de encima-


Apenas sosteniendo aquella mirada el moreno ladeó la vista.


-No… no tienes que disculparte, supongo que este desenlace era inevitable-


-Lo siento, si yo hubiera…-


-Silencio- interrumpió- ¿Acaso esto es lo querías? ¿Terminar solo? -


-¿Por qué dices eso Law?-


-Pues porque a mí ya no me importas en absoluto- sentenció y dando media vuelta se alejó en dirección al pasillo-


 


----------


 


Debido a aquella compleja situación la sesión de fotos para la cual Law había estado esperando, debió suspenderse dejando a todos los involucrados bastante molestos. El moreno por su parte se encontraba en la enfermería mientras Nami revisaba las contusiones que, producto de los numerosos y pesados anillos que Crocodile llevaba en sus dedos, habían dejado bastante hinchada y amoratada su mejilla.


-Vaya lío- suspiró la pelinaranja tras aplicar frío al rostro del supermodelo- Supongo que deberás desaparecer unos cuantos días… nadie puede enterarse de esto y si alguien llegase a verte debemos inventar una historia… algo como que estabas ebrio y peleaste en un bar-


Aún más fastidiado que antes el moreno se encontraba sentado, con los brazos cruzados y la mirada fija en la puerta.


-No, ¿Por qué tengo que ocultarlo? No me interesa defender a ese par de idiotas- reclamó-


-¡¿Acaso eres tarado?! No se trata de ti ni de ellos, se trata de toda esta agencia, y es que si mal te recuerdo últimamente nos hemos visto involucrados en muchos asuntos y algunos han terminado con la policía involucrada-


-¿Y eso que tiene que ver?-


-¡Tiene todo que ver! No defiendo lo que hizo Crocodile, pero lo que menos necesitamos en estos momentos es a la farándula husmeando nuestro tapete. Somos una empresa seria y si los demás comienzan a vernos como “una casa de atrás” perderemos todo respeto y eso los perjudicará a ustedes en especial- le reprochó la manager-


-Tsk… está bien. Me largaré unos días, pero si alguien llega a molestarme no dudes en que hablaré- amenazó el moreno-


-Hazlo y hago que te corran-


-Sería lo mejor…- pensó al tiempo que ambos salían de aquella sala-


 


------------------


 


Mientras que para Doffy y Law aquel día había sido un desastre, para Zoro las cosas no podían haber estado más tranquilas. Apenas llegó a casa se encontró con el rubio tumbado sobre el colchón, leyendo concentradamente un grueso libro, ni siquiera se molestó en dirigirle la mirada por lo que ya sin esperar saludo alguno se limitó a cerrar la puerta y caminar a la cocina en busca de algo para comer.


Aunque realmente le preocupaba si el rubio había probado bocado la verdad no se animaba a hablarle pues sabía que debía de seguir molesto, así que en silencio se sentó en la mesa de espalda y permaneció ahí un buen rato hasta que sintió el sueño invadirle y tras apagar las luces se desplomó sobre el sofá.


 


Mientras Zoro parecía dormirse de forma instantánea Sanji apenas lograba conciliar el sueño. Ya iban dos noches en las cuales si tenía suerte lograba cerrar los ojos y aquello parecía estar afectándole. Tras asegurarse que el marimo dormía profundamente se deslizó hasta la ventana para salir al jardín y fumar un cigarrillo. 


La noche estaba tranquila y a pesar de las luces de la ciudad, podían distinguirse numerosas estrellas en el cielo. Suspiró y se dejó caer sobre la fría hierba.  


-Supongo que tendré que armarme de paciencia- pensó al observar a su alrededor-


 


Permaneció en aquel lugar por unos minutos hasta que decidió que ya era momento de regresar a la cama e intentar conciliar el sueño. De forma silenciosa trepó y despacio cerró la ventana tras de sí. Cuál fue su sorpresa cuando al pasar justo frente al sofá, sintió la mano del marimo sujetar la suya en un intento por detenerlo.


Un tanto sobresaltado se volteó y observó a su asistente quien permanecía con los ojos cerrados.


-¿Comiste algo cejillas?- irrumpió su voz, llena de somnolencia-


 


El rubio extrañado ante la pregunta se limitó a responder:


-Sí-


-Estaba preocupado…-


 


Aún más sorprendido sintió el amarre ceder y el brazo del marimo cayó al suelo, pues al parecer seguía dormido profundamente. Sanji permaneció observándole por unos segundos y sin detenerse a pensarlo tomó su brazo con suavidad y lo acomodó sobre su pecho.


 


Tal parecía ser que su intento por dormir se había ido a la mismísima mierda y todo producto de aquella situación. ¿Por qué el marimo parecía tan preocupado por él? ¿Acaso no estaba molesto por su presencia ahí? Es decir, si hubiera sido en caso contrario él probablemente habría echado a la calle a cualquiera que se comportara como había hecho hasta ahora, entonces por primera vez desde que todo aquel incidente del embargo sucedió, se cuestionó su conducta. Después de todo y a pesar de sus reacciones Nami, Ace y el estúpido marimo se habían mostrado bastante amables y él por su parte se había comportado como un verdadero cretino.


 


-Supongo que soy un idiota…- pensó cubriéndose los ojos con una mano-


 


A la mañana siguiente y tras haber logrado dormir unas cuantas horas sintió a Zoro ir y venir por la casa. Abrió los ojos con dificultad, sentía sus parpados pesados y su cuerpo tenso, probablemente por la mala posición en la cual terminó durmiéndose. Se frotó un ojo y dejando escapar un pequeño bostezo se sentó en el colchón. Su asistente iba y venía al tiempo que cepillaba sus dientes, al parecer buscando algo.


 


-Buenos días- exclamó Sanji-


Zoro abrió los ojos sorprendido al escuchar la voz del rubio, volteándose y advirtiendo apenas en ese momento que el rubio estaba despierto.


-Ahhh… hola ¿Te desperté? -


-Sí pero da igual, de todas formas no podía seguir durmiendo- dijo esto al tiempo que se ponía de pie y caminaba en dirección a la cocina-


Zoro le observó extrañado. ¿Qué rayos le ocurría al cejillas? No recordaba que lo hubiera saludado así antes, por lo que asombrado le miró atentamente.


 


-Hay un hermoso día hoy y yo debo estar encerrado… una verdadera mierda- suspiró al observar por la ventana los cálidos rayos del sol iluminando los viejos edificios que les rodeaban-


-¿No quieres acompañarme a la agencia? Quizás te ayudaría a despejarte-


-No creo que sea una buena idea… supongo que terminaré el libro, ya solo me quedan unas cuantas páginas-


-Ya veo-


 


Hubo un momento de silencio.


 


-Marimo necesito que me traigas todo el maquillaje y cremas que hay en mi camarín-


-¿Cómo puedo entrar?-


-Ten, aquí está la llave- exclamó al tiempo que se acercaba- no olvides cerrar bien la puerta al salir-


-Está bien… ya debo irme, nos vemos a la tarde-


-Adiós-


-Si necesitas algo, solo llámame-


 


Sanji vio al peliverde alejarse rápidamente por la calle en dirección a la parada de autobús. Suspiró y permaneció por unos instantes observando a la gente ir y venir por la acera. El ajetreo del día ya comenzaba para la mayor parte de las personas de aquella ciudad, menos para el que debía seguir encerrado a la espera de que aquel enorme lío se arreglara de una vez. Caminó de regreso a la cama y entonces observó el jardín por entre el ligero velo que cubría la ventana. La sombra del durazno lucía sumamente tentadora y que decir del tierno césped que crecía alrededor. Dudando si salir o no finalmente cogió una manta y el libro que Nami le había llevado y saltó por la ventana.


Una fresca brisa mecía las ramas del árbol, se dejó caer y acomodándose abrió el libro en búsqueda del capítulo en el cual había quedado. Al menos aquella lectura le tenía completamente absorto así que por unas horas en el día se olvidada de todos los problemas que le habían hecho terminar ahí. En primer lugar, estaba el asunto de la estafa y quien mierda estaba detrás de todo el embrollo. Si su intuición no fallaba podía dar por sentado que se trataba de Vergo y sus secuaces, pues aquel desgraciado era el único que podía haber tenido acceso a documentos tan confidenciales sin llamar la atención de nadie.


-Tskkkk… me las pagarás imbécil, juro que me las pagarás- pensó a la vez que apretaba la gruesa tapa del libro-


En ese momento una voz lo sacó de sus pensamientos.


-¡Hey hola! ¿Es nuevo por aquí? -


Sobresaltado miró a su alrededor y pudo distinguir a una mujer saludándole desde el edificio contiguo.


-Hola- respondió poniéndose de pie y acercándose a la muralla que separaba ambos lotes- Algo así- sonrió, aunque su humor no era el mejor no podía ser maleducado y menos con una señora -


-Ya veo ¿eres amigo de Zoro?-


-¿Amigo?- pensó, cuestionándose a sí mismo por la extraña relación que ambos mantenían- Sí, somos amigos- mintió pues para él ese idiota no era nada más que su asistente-


-Ya veo… espera un poco, ya vengo- le indicó la mujer, quien a los pocos minutos se asomó por el muro extendiendo sus brazos y haciendo una seña para que se acercara- Ten, unas galletitas que acabo de hornear, no olvides dejarle unas cuantas a Zoro- sonrió- ¡Nos vemos!-


-¿Galletas? Gracias- se limitó a responder un tanto sorprendido-


 


¿Qué le pasaba a aquella mujer? ¿Acaso lucía hambriento? Observó el envoltorio de papel y asomando la nariz sintió el delicioso aroma invadir su olfato. Regresó a la sombra del durazno y de forma inconsciente comenzó a mordisquear los pequeños bizcochos.


-¡Son de jengibre!- pensó al distinguir el sabor-


 


Llevaba un buen rato leyendo cuando las palabras comenzaron a volverse borrosas. Sentía que sus parpados pesaban y de un momento para otro se durmió sobre el césped.


Para cuando abrió los ojos el sol acaba de ponerse y un cálido viendo mecía las plantas del jardín. Se estremeció al sentir el frescor golpear su piel por lo que rápidamente tomó las cosas y regresó a la casa.


-No puedo creerlo, dormí toda la tarde- se reprochó a sí mismo al tiempo que trepaba la ventana-


 


Cuando entró se percató que el marimo aún no regresaba pues las luces se encontraban apagadas.


-Qué extraño, ya son casi las 8- pensó asomándose por la ventana para ver si lograba distinguir al peliverde acercarse- Quizás deba preparar algo de comer-


 


Hurgó en los muebles y haciéndose con unos cuantos ingredientes encendió la cocina y comenzó a preparar un risotto de vegetales. Realmente cocinar era algo que disfrutaba y aunque en ese lugar no disponía de los instrumentos idóneos, el tiempo se le pasaba volando, tanto así que para cuando se percató ya había transcurrido más de una hora.


Tras haber terminado se sentó a la espera de que el inepto de su asistente llegara de una buena vez para comer, sin embargo, los minutos transcurrían y el idiota no hacía acto de presencia.


-Me pregunto por qué mierda no llega ese imbécil- pensó, cada vez más irritado-


Tomó su móvil para pasar el rato y entonces se percató de un mensaje en su bandeja de entrada. Curioso se apresuró a leerlo y qué sorpresa se llevó al ver que se trataba de un número desconocido.


 


“Hey Sanji, ¿me recuerdas? Soy Pudding, nos vimos en la fiesta hace unos días. ¿Te parece si salimos?


 


-Esa chica- pensó haciendo memoria- Realmente no tengo ánimos de salir- se dijo, ignorando el mensaje y haciendo el móvil a un lado-


 


Permaneció sentado en la mesa a la espera del marimo, no obstante, su paciencia había llegado al límite. Completamente ofuscado se puso de pie, haciendo la silla a un lado con brusquedad y se precipitó sobre el colchón. ¿Qué mierda se creía el estúpido peliverde haciéndole esperar de esa manera? Realmente era algo frustrante pues apenas y acababa de intentar mejorar su humor en aquel patético lugar y cargando sobre sus hombros el problema en el cual estaba envuelto.


-Tsk…- suspiró y sin querer pensar más en el asunto apretó el rostro contra la almohada-


 


Al cabo de unas horas le pareció distinguir el repicar de las llaves acercándose a la puerta. Sin pensárselo dos veces y como un acto reflejo, se levantó de la cama dispuesto a encarar a su asistente.


 


-¡¿Por qué vienes llegando a esta hora?!- inquirió, plantándose justo en frente suyo-


La mirada de sorpresa que le dirigió no hizo más que enfurecerle.


-Eh… ¿perdón? Estaba bebiendo con los chicos-


 


Sanji frunció el ceño


 


-¿Qué chicos?-


-Cavendish-


-¡Eso explica entonces por qué mierda demoraste tanto!-


-Espera un momento cejillas, detente ahí- interrumpió un tanto fastidiado con la actitud del rubio- Puedo llegar a la hora que se me antoje, pues si mal te recuerdo estamos en mi casa-


-¡Eso no tiene nada que ver!-


-¿ah? ¿Acaso bromeas? Tiene todo que ver-


-¡No!... ¿Dónde están mis cosas?-


-¿Qué cosas?- extrañado arqueó una ceja-


-¡Mi maquillaje! Todo lo que te dije que trajeras de mi camarín-


Zoro pareció dudar por un momento.


 


-Lo siento, no pude abrir la puerta-


- Lo sabía, ¡Eres un mentiroso! Apuesto a que lo olvidaste, de seguro por culpa de esos idiotas-


-¿De qué demonios hablas?, no estoy mintiendo, realmente no logré abrir la puerta, al parecer me diste la llave equivocada-


-¡No puedo creer la clase de asistente inútil que tengo!-


-Ya deja eso, si no me crees es tu problema- exclamó Zoro sin ganas de seguir dándole más vueltas al asunto-


-¡Siempre es lo mismo contigo! Te digo una cosa y haces otra… ¡Estoy harto!- reclamó y se abalanzó a la salida, haciendo a un lado al peliverde se apresuró hacia la calle-


 


Completamente extrañado ante las reacciones de su jefe, observó como éste se alejaba a toda prisa en dirección a una plaza cercana. Rápidamente se abalanzó a la ventana y vio al rubio correr hasta perderse calles más abajo.


-Me pregunto qué demonios pretende este tipo- se cuestionó y permaneció en aquel lugar por unos instantes-


Realmente le costaba comprender a veces como funcionaba la mente del rubio, y aquello parecía haberse vuelto todo un desafío en los pocos días que ambos llevaban conviviendo. Un tanto agotado por la jornada de aquel día se dispuso a quitarse la chaqueta y recostarse en el sofá, si el estúpido cejillas quería pasar la noche fuera eso ya no era su problema. Sin embargo apenas caminó frente a la mesa se percató de un gran detalle: estaba dispuesta para una cena.


Aún más confundido que antes caminó hasta la estufa y fue en ese momento que se dio cuenta que sobre la estufa reposaba una cacerola con comida fresca. Suspiró y entonces todo aquel lío comenzó a aclararse y no puedo evitar sentir algo de culpa.


-Así que de esto va todo…- pensó al tiempo que buscaba las llaves y salía de la casa-


 


Sin mayor apuro caminó por la acera, rodeado de basura y alguna que otra planta u árbol de vez en cuando. Minutos más tarde la entrada de la pequeña y desierta arboleda se hizo visible y, esta vez apurando el paso, se internó por los empedrados y angostos senderos mientras miraba a su alrededor.  No fue difícil distinguir al rubio a unos metros de él. Se encontraba sentado en la maltrecha berma con un gesto de fastidio surcando su rostro. Por alguna razón sintió un dejo de ternura ante aquella escena. El siempre arreglado y bien vestido modelo ahora lucía completamente desaliñado, llevando puesto apenas una vieja sudadera negra y unos jeans que parecían lucir cada día más grandes. Suspiró y armándose de paciencia se acercó hasta él.


                                       


-¿Qué quieres?- preguntó al verlo sentarse a su lado-


-No puedo dejar que estés en solo en un lugar como este, es peligroso-


-¿Y eso qué? Ya no hay nada que puedan robarme- reclamó ladeando la vista. Realmente estaba molesto-


-Lo lamento…- admitió finalmente el peliverde- Debí probar más veces abrir la puerta de tu camarín-


Sanji se sorprendió al escuchar aquello.


-Ya no importa-


-Y… lo siento por haber llegado tarde, debí avisarte-


-No lo hagas sonar como si hubiera estado esperándote a ti- argumentó- tan solo quería mis cosas de regreso-


-¿Ah sí? juré haber visto dos platos sobre la mesa hace apenas unos minutos, y sobre la estufa me pareció ver una deliciosa y apetitosa comida-


El rubio sintió sus mejillas arder.


-No sé de qué hablas- mintió-


-Jajajaja está bien, si tú no sabes menos yo- sonrió. Había algo en la forma de mentir de su jefe que le divertía- Supongo que serán los duendecillos del jardín-


-Tsk… idiota- murmuró. Su vista estaba fija en las piedras del suelo-


 


Aquella noche estaba especialmente cálida e impregnada con el suave aroma de los árboles que les rodeaban. El ir y venir de los coches por las calles aledañas interrumpía de vez en cuando el silencio reinante. Ambos se encontraban sumidos en sus pensamientos hasta que de pronto Zoro exclamó:


-Toma-


Sanji se volteó y observó a su asistente extenderle una cajetilla de sus cigarrillos favoritos.


-Qué… qué es esto- preguntó asombrado-


-¿Qué mierda parece que son?, tómalos de una vez y regresemos, a menos que quieras pasar la noche en este lugar-


Un tanto nervioso asintió y a una velocidad bastante desconsiderada para tratarse de un vicio como aquel, se apoderó de un cigarrillo y sacando un encendedor del bolsillo de su sudadera se apresuró a encenderlo.


-Mis cigarrillos… ¿cómo supiste cuáles eran? - inquirió con un brillo asomándose tímido en sus ojos-


-Pues… creo que te he visto fumarlos todos los días-


-Eso tiene sentido… y no, no quiero pasar la noche aquí-


-¿Entonces por qué no vamos a comer algo?-


El rubio esquivó su mirada.


-Como quieras, me importa una mierda-


-¿Ah si?... bien, en ese caso ¿Qué opinas de unas hamburguesas? -


-No me jodas-


-¿Tacos?-


-¿Acaso quieres que me intoxique?-


-En realidad muero de ganas por comer risotto-


Sintió el humo atorarse en su garganta.


-Eghhhh, pues como sea, ya te dije que me importa una mierda-


 


El rubio se puso de pie y comenzó a avanzar lentamente de regreso a casa.


-Si tú lo dices cejillas… aunque debo confesar que ya probé un bocado-


-¿Hablas enserio? ¿Y cómo estaba? -


-No creo que quieras saberlo-


-¡Por supuesto que quiero!-


-Creí que no te interesaba-


-Es decir no me interesa, pero de todas formas quiero saber- insistió, haciendo más que obvia su intención-


-La verdad estaba delicioso-


Una sonrisa se escapó de sus labios.


-¿De verdad lo estaba?-


 


Sin poder evitar observar su rostro por unos instantes se limitó a responder:


-Sí, lo está-


Sanji intentó ocultar una nueva sonrisa. 

Notas finales:

Gracias por leer

besos y felices fiestas :* 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).